XLVII (PARTE II)
Las voces acalladas a un lado resonaron como un eco lejano mientras se sostenían la mirada en un repentino silencio, los gritos por parte de ambos cesaron de golpe. Minseok salió de allí como alma que lleva el diablo sin aceptar la mano que le estiraron, se fue sin mirar atrás y Jongdae entró en pánico mientras le quitaban el salvavidas, atinó a deshacerse del muchacho que lo ayudaba, pero esperó a que lo dejaran para correr tras él y detenerlo cogiéndolo de una mano. Una chica los seguía nerviosa sin saber qué hacer, pidiéndole a Minseok que se quitara el salvavidas sin conseguir respuesta puesto que este parecía hacer oídos sordos a todo lo que le rodeaba.
-Yo...
-¿Qué tengo que hacer, Jongdae?- Escuchó su voz apagada, muy lentamente lo giró y lo vio intentando contener las lágrimas con muecas raras. -¿Qué tengo que hacer para sentirme seguro contigo?
Apretó su mano con demasiada fuerza al punto de cortarle la circulación, por Dios, ¿qué demonios pensaba haciendo llorar a su novio? Lo invadió una impotencia abrumadora, casi cegadora, por su culpa las cosas se estaban yendo al carajo. ¿Su cerebro lo hacía a propósito? ¿Estaba boicoteándolo para arruinar su propia felicidad? Tenía que arreglarlo, no había otra opción, tampoco la necesitaba, en esos momentos la angustia de ver a Minseok tan desesperanzado lo corroía como si de ácido mortal se tratase, de hecho, sintió como varias partes y barreras de sí mismo se consumían de forma alarmante.
Entonces Minseok hipó. -Que acceda a todo lo que quieres porque me gustas, no quiere decir que no me duela.
Y eso fue todo, con un gruñido salido de su garganta parecido a un grito de guerra acallado, cogió los bordes de su chaleco salvavidas y, pegándolo a su cuerpo, lo besó directo en los labios con la sangre corriendo por sus venas a una velocidad estrepitosa, con el rostro caliente de la vergüenza ante la consciencia de todos aquellos ojos posándose sobre ellos, y una gran sensación de amenaza descansando sobre su estómago. Para evitar titubear y volver sobre sus pasos, posó una mano sobre su nuca y profundizó el beso, tan sólo un poco, acarició su lengua y parte de su paladar con lentitud antes de separarse. Lo encaró totalmente abochornado entre temblores, sin embargo al ver sus ojos tan bonitos abiertos de par en par y sus mejillas ardiendo al igual que las suyas, no pudo evitar sonreír.
-Hum, ¿puede quitarse el chaleco, por favor?- Se oyó la tímida voz de la muchacha a un lado.
Minseok asintió sin poder verla a la cara mientras se lo quitaba. Jongdae giró su rostro con pena y se encontró con todo un público observándolos con fijeza, se sintió enrojecer todavía más y sus ojos pasearon desde sus amigos, entre sorprendidos y divertidos por la escena, a la panda de desconocidos desconcertados de igual manera, pero quien robó toda su atención fue una única persona: Jung Nika estaba en primera fila viéndolos con puro asombro junto a Minju, y las demás muchachas que tampoco daban crédito. Un calor abrasador lo recorrió desde los dedos de los pies hasta la punta de los cabellos, apretó los puños y exhaló por la nariz como un toro.
Minseok se volvió hacia él después de deshacerse de la ayudante. -Esto...
-¡Él es mi novio!- Puntualizó, claramente dirigiéndose a ella.
Antes de que cualquiera pudiera reaccionar, volvió a cogerlo de una mano y huyó a velocidad luz. La fila no tardó en avanzar más allá de la pequeña conmoción de los presentes, los chicos estaban bastante sorprendidos por el arrebato inesperado de Jongdae aunque más o menos se lo vieron venir. A su lado, un grupo de adolescentes resopló un par de risas disimuladas con condescendencia.
-Maricones.
Sei Ah se tensó como si le hubieran pegado un guantazo en el medio de la cara y se giró al instante con un puño armado y una expresión fiera, fue refrenada por una mano rodeándole el brazo con muchísima fuerza. Miró a Sehun con el ceño fruncido, dispuesta a enfrentarse a él y a pelear con quien sea, pero se retractó al ver lo fuerte que mantenía apretada la mandíbula y lo rígido de su expresión aunque no la mirara directamente.
-Los chicos no pudieron oírlo, déjalos.- Murmuró con voz de ultratumba.
Le alzó una ceja, parecía que a quien verdaderamente habían herido era a él y tuvo sentido desde que estaba en una relación amorosa con otro chico. Observó a Dan Bi más allá con el rostro descompuesto también, quizás por razones un tanto distintas.
-Es en gran parte la razón por cual Jong no quería hablar en voz alta de esto.- Murmuró echando un vistazo al cielo, notó que en realidad lo que quería era contener las lágrimas en su lugar.
-Minju, no sabía que tu hermano...- Murmuró una de las muchachas más allá.
-Sí...- Esta rascó su nuca con un poco de inquietud, era raro verla así cuando la mayoría del tiempo se comportaba despreocupada y traviesa. -¿Puedo pedirles que no le digan a nadie? Mi hermano no debe ser molestado por esto.
Las chicas se miraron entre sí y luego le sonrieron.
-¡Está bien, está bien!- Palmearon su espalda.
-¡Siempre quise ver a dos chicos enamorados! ¡Es muy lindo!
-Hacen buena pareja además, ¿no es así, Nika?- Se dirigieron a esta con el mismo entusiasmo, pero cambiaron la cara cuando la encontraron en el espacio.
Sus ojos eran enormes, no parpadeaba para nada cosa que era alarmante, tan sólo elevó una mano para cubrir su boca y no se movió más después de eso. Ninguna fue capaz de adivinar qué era lo que pasaba por su cabeza en realidad, pero debía ser bastante importante como para dejarla tan consternada.
Por otra parte, la adrenalina que corría por el cuerpo de Jongdae lo empujaba hacia adelante sin ningún destino, caminaba arrastrando a Minseok de la mano, estaba sosteniéndolo con demasiada fuerza y aun así no lo escuchó quejarse. ¿Qué planeaba alejándolos cada vez más? ¿Intentaba escapar? Una gran bruma lo cegaba y el corazón le iba a mil por hora, literalmente podía sentirlo atascado en su garganta por el nerviosismo. No ocurrió nada en esa ocasión, pero por su mente pasaron imágenes de posibles escenarios, lo que hubiera sucedido si algún padre hubiera tapado los ojos de su hijo con horror o algún infeliz los hubiera insultado. Apretó más fuerte los dedos de Minseok, demonios, seguía siendo un maldito cobarde, y el desprecio hacia sí mismo aumentaba con creces.
-Hey,- Escuchó su voz por detrás. -¿Qué estás haciendo?- Le encantaría saber. -¿Piensas que todo está bien porque me besaste frente a una panda de desconocidos?
Frenó y volteó a verlo con curiosidad, no dijeron nada por varios segundos. Minseok le frunció el ceño con las mejillas arreboladas y desvió la mirada con vergüenza, entonces una sensación cálida lo invadió de improviso y sonrió con picardía.
-Te hizo feliz, admítelo.
El otro pestañó muchas veces seguidas todavía sin verlo, le pareció un gesto tremendamente adorable. -No cederé tan fácil.
Aflojó el agarre de su mano y le acarició la piel del dorso con suavidad. -¿Qué tengo que hacer para que me perdones? Haré lo que sea por ti.
Minseok pareció muchísimo más relajado, destensó los hombros y mordió su labio inferior con una expresión hastiada, al parecer le sentaba mal que demoliera sus barreras, sabía exactamente a qué cosas era débil y le gustaba sobrepasar sus límites. Entendía lo que se sentía, Minseok había roto hacía tiempo todos y cada uno de sus esquemas, no podía resistírsele.
-No quiero que pienses que no te comprendo.- Le largó de la nada, lo que le hizo alzar las cejas con sorpresa.
-Entiendo, pero...
-Sé que es una mierda, a mí también me da miedo ser juzgado después de tantos años pasando un infierno, pero...- Ladeó su rostro con su tez blanquecina aún manchada de rosado y rayos, quería apretujarlo y comérselo ahí mismo. -¿No son ellos los que se equivocan? ¿Por qué debemos escondernos como criminales?
Asintió quedamente sin apartar la mirada de él, la gente rondaba alrededor como si no existieran y la realidad era que para ellos tampoco importaban, en esos instantes ocupaban el lugar idílico tan bello en el que sólo cabían los dos y nadie más.
-Sé todo eso.- Admitió. -Pero no deja de ser complicado.
Minseok por fin lo miró con ojos entornados y su corazón se saltó un latido, si seguía poniendo esas expresiones tan incitantes no podría contenerse y sería un problema atacarlo en medio de un parque familiar.
-Está bien lo de tus padres aunque me sienta desplazado, supe desde un principio que sería de esta forma.- Agachó la mirada. -Pero... Si alguien viene queriendo llevarme, ¿tampoco harás nada?- Volvió a verlo con timidez. -¿Tan poquito te gusto?
Jongdae gruñó, rodeándolo apretadamente entre sus brazos. Cerró los ojos y apaciguó sus pensamientos y su respiración.
-Nunca dejaré que te lleven.- Murmuró sobre los cabellos de su sien. -Te prometo que trabajaré en esto, pero tenme paciencia ¿sí? Cuando lo logre, te presentaré ante mis padres con orgullo.
Minseok, hundido en su cuello con comodidad, le hizo cosquillas con su respiración. Era como un pequeño cachorro reposando con docilidad y calma.
-Cuando llegue el momento, ¿me contarás eso que tanto te molesta y no quieres decirme?
Lo estrechó con más fuerza, tendría que haberlo sabido, Minseok era absurdamente agudo. -Sabes que sí.- Balbuceó, intentó no sonar del todo inseguro, la verdad es que no quería hablar de ello jamás.
-Bien.- Esa simple palabra llena de firmeza le hizo saber que esa conversación se quedaría grabada a fuego en su memoria, y no desaparecería hasta que cumpliera con su parte como acababa de prometer.
Se separó y volvió a cogerlo de la mano, esta vez con más delicadeza. -Ven conmigo.- Dijo abriéndose paso a través del gentío, llegaron al puesto de la mujer que vendía pulseras artesanales y cogió la anaranjada que había visto antes. -Ahjumma, le compro esta.- Anunció antes de elevar la muñeca de Minseok y atársela.
Él lo veía con desconcierto. -Hum, ¿esto qué...?
-Este color significa orgullo y voluntad de existir, quiero que siempre estés satisfecho con la persona que eres y que tus ganas de vivir nunca se apaguen otra vez.- Explicó con cierta cuota de brusquedad, Minseok supo que muy seguramente estuviera pensando que parecía un idiota, Jongdae era demasiado vergonzoso. -Y yo...- Murmuró observando la enorme cantidad de pulseras. -¿Hay algún color que simbolice valentía o algo así?- Preguntó a la vendedora.
Esta se lo pensó un momento. -Bueno, el azul tiene que ver con la sinceridad y el decir a los demás lo que se piensa en todo momento, ese es un gran acto de valentía que todos debemos llevar adelante a diario. También significa la honestidad con la pareja y...
-La quiero.- Espetó rápidamente, le entregó el dinero por las dos y dejó en las manos de Minseok la de color azul intenso que le señaló la mujer. -Pónmela.- Ordenó estirando su propia muñeca.
Minseok parpadeó. -¿Por qué no lo haces tú?
-¡Hazlo tú!- Chilló con el rostro rojísimo. -Así tiene más sentido en mi cabeza...- Murmuró por lo bajo aunque el otro pudo oírlo perfectamente y sonrió en consecuencia.
Se la ató antes de acomodársela bien y luego observó ambas detenidamente, los motivos entramados eran similares aunque estaban hechas con nudos diferentes. Volvió a sonreír con ganas, de alguna manera Jongdae siempre encontraba la forma de hacerse entender, y realmente lo apreciaba porque conocía su personalidad. Sabía que era difícil para él y odiaba volverse exigente, había esperado demasiado por una respuesta que correspondiera sus sentimientos y el obtenerla sólo lo volvió más codicioso.
Jongdae era un idiota, pero era tan lindo y lo quería demasiado...
Pintó un gesto de enfurruño infantil. -A veces me pregunto por qué me gustas tanto.
El otro lo vio con detenimiento antes de sonreír. -Yo no necesito hacerme esa pregunta contigo.
Minseok se mordió el labio y un pequeño gemido salió de su garganta. -Tengo hambre.- Susurró después de un pequeño silencio.
-Ya, vamos, te compraré algo.- Acarició su cabeza y comenzaron a caminar con su mano aún enterrada en sus cabellos.
-Tiene que ser caro y delicioso.
Jongdae sonrió como si hubiera oído la música más perfecta y placentera para sus oídos. -Entiendo.
******
-Esta es tu casa, Minju...
Comentó Nika quedamente mientras echaba un vistazo alrededor. El hogar de su amiga era pequeño y acogedor, se sentía calentito dentro aunque no había ninguna calefacción encendida, era algo que se adentraba en tu interior y se sentía gustoso. Los colores marrones y anaranjados predominaban sobre todo y la decoración era escasa, pero justa. La luz de la tarde aún se filtraba a través de los ventanales de la cocina que a su vez, compartía espacio con el salón comedor; se quedó clavada un momento en la sala de estar viendo los sillones mullidos, al parecer alguien había estado reposando allí no hacía mucho y el detalle la hizo sonreír, todo se sentía con vitalidad y daba la sensación de que quienes vivían allí, lo hacían de forma cómoda y segura.
-Probablemente te parezca poca cosa.- Dijo Minju en medio de un bostezo largo y despreocupado.
-Cierto, Nika goon es toda una sangre azul.- Aparecieron las demás muchachas por el marco de la arcada que llevaba a la cocina. -Seguro que esta casa es tan sólo una habitación de tu mansión.
-¡No es así!- Protestó ella. -¡No vivo en una mansión!
Las chicas se rieron y la abrazaron a modo de bienvenida. -¡Te extrañamos! ¿Vamos a cocinar muchos dulces hoy?
Nika infló las mejillas e intentó alejarse de ellas como una pequeña ofendida. -No me traten como a una niña, glupyy.
-¡No podemos evitarlo! Eres demasiado bonita para nuestros corazones.
-Oh, ten cuidado, Nika, eso fue una declaración de amor indirecta.- Sonrió una con picardía.
-Ya les dije que dejen de tomarle el pelo.- Balbuceó Minju, bastante divertida a su pesar mientras se echaba de espaldas sobre el sillón, dejando reposar sus piernas sobre el respaldo y su cabeza colgando del borde.
-¿De qué hablas, Min? Bien puedo estar enamorada de ella, ¿o no?
-Aunque ese sea el caso, el corazón de Nika ya está ocupado.
Las miradas recayeron en ella otra vez, conocía esos ojos, percibía la burla usual con la que solían mofarse. Resopló descontenta y se cruzó de brazos, ¿alguien ocupando qué cosa? No tenía idea de lo que hablaban. En el afán de evitar sus vistazos insinuantes sus ojos viajaron sobre un aparador cercano, había una planta curiosa sobre él, tenía hojas grandes y con agujeros. Al instante otra cosa llamó su atención y fueron las fotos familiares, los padres de Minju eran atractivos, sin dudas heredó los ojos de su padre, los mismos que también tenía... Su corazón palpitó rápido cuando enfocó la imagen de un niño de unos nueve años con un par de ojos enormes y de párpado único.
-Esta no es sólo la casa de Minju, ¿verdad? También es la de Minseok sunbae-nim.
-Ah...- Cubrió su boca con una mano y sus mejillas se colorearon a la misma vez que una gran impresión la corroía.
No había caído en cuenta hasta el momento.
-¡Oigan! ¡Vengan aquí, no se escaqueen!- Regañó otra voz aguda desde la cocina.
Le rodearon los hombros a una Nika abochornada por ser tan despistada y se encaminaron hacia la habitación entre comentarios ruidosos y llenos de entusiasmo, ese día tenían planeado hornear dulces y comenzaron con unas galletas, la receta parecía fácil, así que no armarían tanto jaleo... Suponían. Mancharon la mesada con un poco (bastante) de chocolate y le llenaron la cara de harina a una de ellas, cuando Nika se acercó en medio del silencio para dibujarle un corazón en la mejilla con la punta de su dedo, el ambiente se aligeró con más carcajadas. Los ingredientes se integraron bien al parecer porque lo que tenían entre manos simulaba ser una masa, aparentemente.
Nika se aproximó al marco de la arcada con un delantal protegiendo su ropa y una bandana impidiendo que llenara de cabellos la comida, amoldaba un pedazo de masa entre las manos para que se volviera más elástica y luego la pudieran estirar. Observó con detenimiento a Minju aún sobre el sillón, jugando de cabeza con su videoconsola portátil.
-¿No vas a acompañarnos?
Ella no apartó la mirada de la pantalla. -Nah, no se me da nada bien la cocina. De esas cosas se encargan mayormente mi hermano y mi papá, mamá no quiere aceptarlo, pero apesta como yo.
-¡Nika, malograrás eso, vamos a estirarla!
Pegó un respingo. -¡S-sí!
Extendieron las bolas de masa sobre la mesa, turnándose para ocupar uno de los dos rodillos de cocina. Mientras Nika se encargaba de lo suyo con suma atención y cuidado (no quería cometer ningún error, era consciente de que su torpeza se extendía a todos los ámbitos), sus amigas la observaron hacer con curiosidad.
-Oye, ¿por qué te gusta tanto Minseok sunbae?- Cuestionaron repentinamente.
Ella estuvo a un segundo de enviar a volar el rodillo por los aires, pero su consciencia le dijo a tiempo que probablemente rompería algo y evitó con éxito hacer el ridículo. Las miró con la tez enrojecida y sin saber qué decir exactamente.
-¿De verdad es tan bueno?- Preguntó una de las chicas, apoyando ambos codos sobre la superficie. -La verdad es que no conozco nada de su trabajo.
Nika se llenó de una pasión arrolladora inmediatamente, empuñó ambas manos y las vio con resolución. -¡Por supuesto que sí! ¡Él es el mejor de todos! ¡Miren!- Exclamó antes de rebuscar en su bolso apoyado en una de las sillas, sacó el manhwa de Minseok, un tomo bastante estropeado que daba muestras de haber sido leído incontables veces. -¡Deben ser testigos de su grandeza!
Las muchachas lo cogieron con interés y comenzaron a pasar sus páginas en silencio, deteniéndose en algunas y leyendo quedamente en otras.
Una de ellas la vio con diversión. -¿Siempre llevas esto contigo?
Nika pareció apenada. -Sí... ¿Es muy raro?
Ninguna le contestó, siguieron enfrascadas en aquellas ilustraciones tan llenas de crudo sentimiento. No las culpaba, estuvo pendida a los trazos de Minseok desde que descubrió sus dibujos tan reales y a la vez tan idílicos, había intentado con creces imitar semejante nivel y había fallado miserablemente. Quizás no era el estilo indicado para ella, pero en su cabeza era la perfección soñada, aquello a lo que más aspiraba. Inevitablemente se llenó de recuerdos tanto cálidos como tristes, la nostalgia la hizo sonreír de forma suave.
-Babulya Ekaterina era una gran artista...- Comentó sin ver a nadie en particular, sus ojos enfocaban la superficie de madera. -Era un alma libre, cuando se casó con el abuelo quisieron volverla como cualquier otra mujer rusa de clase alta, pero se resistió, deseaba ser fiel a sí misma. Ella alimentó mi vena artística, me enseñó todo lo que sé sobre Bellas Artes, era una mujer hermosa en todo sentido.
Sus amigas le sonrieron con simpatía ante el recuerdo. -¿Estás hablando de tu abuela, verdad?
-Sí, así es. La familia siempre la menospreció, ¿saben? Solían decir todo el tiempo que era una salvaje, pero yo... Yo la amaba, era mi favorita.- Tomó una gran respiración antes de mirarlas y regalarles una sonrisa que quiso ser casual, pero que terminó transmitiendo pura tristeza. -Ella murió sin saber cómo tomar un lápiz.
Las demás parecieron bastante serias de un momento a otro, la observaron con pena y procedieron con cautela. -¿Y eso por qué?
-Bueno, la artrosis la destruyó y la demencia senil hizo lo suyo también, a lo último ni siquiera era capaz de reconocer a mi hermano... O a mí.- Susurró. -¡Pero le encantaba observar obras artísticas!- Retomó con ánimo aunque su voz era quebradiza. -Siempre que le poníamos sus ilustraciones favoritas renacía, y las últimas que alabó hasta el final fueron las de Minseok sunbae-nim.- Sonrió con dulzura ante el recuerdo. -Desde que descubrió su trabajo supo reconocerlo siempre sin tener idea de quién se trataba, hablaba muy bien de él, le leí y enseñé su manhwa cuando salió, siempre sonreía en silencio, lo adoraba.
Seguido a eso nadie dijo nada, Nika no pudo ir más allá con su relato, era la primera vez en muchísimo tiempo que hablaba de su babulya, no fue capaz de hacerlo en su momento cuando las memorias aún estaban frescas. Todavía le dolía, pero era bonito rememorar las partes agradables aunque le dieran ganas de llorar. Sus compañeras se vieron de reojo un momento antes de acercarse para abrazarla y llenarla de mimos.
-Comprendemos, Nini.
-¡Si tanto significa para ti, debes ir más allá con él!
Ella se puso roja hasta la raíz de su cabello. -¡Les dije que se dejaran de bromas porque...!
-¡Pero no es una broma!- La cortaron. -Hablamos en serio. Si tan feliz te hace, deberías intentar volverte más cercana a Minseok sunbae y ser su amiga.
-¡Quizás hasta te revele sus secretos artísticos o algo así!
-Es verdad, no creo que le siente mal, ¿verdad, Min?- Se giraron hacia Minju, observando y oyendo todo en un inesperado silencio con un hombro apoyado sobre el marco.
Vio a Nika largamente y con detenimiento antes de encogerse con desinterés. -Minseok de seguro se pondrá loco de saber que alguien más quiere ser su amigo.
A Nika la invadió una extraña sensación de satisfacción que la hizo sonreír desde lo más profundo de su corazón, estaba entre aliviada y alegre por los ánimos y atenciones de sus amigas, aunque un segundo después la sonrisa se le borró cuando a su mente llegó la imagen de alguien inesperado.
¿Eh? ¿Por qué en esos momentos pensaba justamente en esa persona? De la nada la poseyó una gran inseguridad... Agitando la cabeza para deshacerse de emociones incómodas, se unió a las demás y prosiguieron con la receta, cortaron galletas con formas bonitas haciendo uso de diferentes cortantes y después de ponerlas sobre una bandeja, las metieron al horno. No pasó mucho tiempo hasta que la puerta del frente se abrió de golpe y risas masculinas rebotaron por cada rincón de la casa.
Al asomarse divisaron a Minseok y a Jongdae ataviados en ropa de deporte, sudados y con sonrisas gigantescas en sus rostros. Hablaban entre bromas que sólo ellos comprendían, se daban empujoncitos y tonteaban como si estuvieran solos y es que, al parecer, no notaron que estaban siendo escrutados por un amplio grupo de jovencitas azoradas. Minseok llegó al salón después de quitarse los zapatos y se las quedó viendo con sorpresa, Jongdae lo siguió dos segundos después y se colgó de sus hombros por detrás en un abrazo íntimo. Las muchachas enrojecieron todavía más, pero no dejaron de observarlos con atención, todavía rememorando el beso asombroso que se habían dado en el parque frente a todos.
Minseok reconoció el embelesamiento en sus miradas y quiso reír, pero el bochorno fue más fuerte. -Oye, sal de encima.- Le murmuró al otro.
-¿Por qué?- Refutó Jongdae con terquedad, abrazándose más su cuerpo. -Las niñas ya saben que somos novios, ¿verdad?- Las miró y ellas asintieron al mismo tiempo con energía.
-No es eso, estás sudado y hace calor.- Lo apartó para saludar a las más pequeñas con una sonrisa amable. -¿Qué están haciendo?
-¡Ga-galletas!- Le respondieron todas a la vez de forma atropellada y a destiempo, le dieron miraditas de reojo a Jongdae. -¿Les gustaría probar algunas, sunbae?
-Claro, yo quiero.- Contestó Jongdae, Minseok se giró y lo enfocó con una ceja alzada.
-¿No que te ibas porque tenías que estudiar?
Se encogió y desvió la mirada. -Quiero quedarme al final.
Minseok se cruzó de brazos con una expresión que no admitía réplica. -Tomarás té y te irás.
-¿¡Por qué!?- Comenzó a protestar, pero entonces Minseok se adelantó y tomó una de sus muñecas en alto, aquella en donde tenía enroscada la pulsera, el color azul intenso recordándole sus promesas. No dijo una sola palabra, pero bastó para que Jongdae chasqueara la lengua y gruñera algunas palabras en acuerdo.
Minseok ingresó satisfecho a la cocina y les preguntó con suavidad si importunaba, las muchachas negaron con vehemencia y le dieron espacio para preparar un poco de té mientras Jongdae refunfuñaba de brazos cruzados sobre el sillón. Les ofreció un poco, pero se negaron, las galletas ya casi estaban listas y debían decorarlas, así que se pusieron manos a la obra. Nika intentó concentrarse en las que tenía delante, debía garabatearlas con chocolate en una manga pastelera, pero sus ojos se desviaban sin quererlo hacia el salón. Minseok y Jongdae veían tele sentados, Minseok tenía las rodillas encogidas contra el pecho y una de sus manos rodeaba cómodamente la parte de arriba del muslo de Jongdae, este estaba echado de forma más relajada y acariciaba distraídamente la mano de su novio mientras bebía de su taza. Sus amigas también estaban embobadas viéndolos, no se sentía tan rara por observarlos como una acosadora.
Cuando por fin acabó, se irguió con una sonrisa dichosa. -Las mías ya están.
-¡Eso es, Nini!- La felicitaron con una palmada en la espalda.
-Ahora ve y entrégaselas de regalo al sunbae.- Le susurraron.
-¡Cla-claro que no! ¡No puedo!
-Vamos, Nika goon.- La empujaron directo al salón sin miramientos. -Dáselas, y de paso pídele un autógrafo.
-Aquí tienes.- Le metieron de improviso el manhwa entre los brazos y la enviaron sin más. -¿O no, Minseok sunbae?- Alzaron la voz a posta.
-¿Cómo?- Se volteó este.
Nika se quedó parada en medio de la habitación con una bandeja de galletas decoradas de forma escueta, repentinamente le parecieron demasiado desprolijas, ¿tan poco pulso tenía? El silencio se instaló y se sintió temblar de vergüenza, luego se encargaría de asesinar a sus amigas una por una, pero ahora ¿qué debía hacer? Minseok se había parado y estaba frente a ella observándola con curiosidad, pero lo que más le preocupaba eran los ojos entrecerrados de Jongdae más atrás. Una de las chicas la animó por detrás en un susurro y se dijo que tenía que abrir la boca para no parecer tan estúpida, y entre la bruma espesa de su mente se obligó a reaccionar con lo primero que le salió.
-¡Ah! ¡Por favor, come esto, oppa!- Extendió la bandeja y agachó la cabeza.
Minju abrió los ojos como platos, la primera reacción real que tuvo en todo el día, mientras las demás ahogaban gemidos de sorpresa. Después de que otro manto de silencio denso recayera, Nika entendió lo que había brotado de su boca sin consideración y no pudo alzar la cabeza, no pudo mirarlo a la cara. ¿Pensaría que era una descarada? ¿Ya no sería agradable por su mala educación? Estaba a punto de morirse de la pena ante el rechazo cuando una pequeña risilla salvadora se abrió paso por su canal auditivo, cuando elevó lentamente su rostro para verlo con cautela lo descubrió sonriendo y llevándose una galleta a la boca.
-Mmm, deliciosas...- Balbuceó con sorpresa. -Me encanta el coco, si me dejas cogeré algunas más. Hiciste un gran trabajo, gracias.- Jugueteó un poco entre sus cabellos con una mano.
Ella sintió un alivio tremendo y suspiró descargando toda su tensión, una estúpida alegría le recorrió las venas y ya no quiso matar a sus amigas con tantas ganas, se sentía extrañamente recompensada a pesar de todo... Entonces escuchó un fiero gruñido parecido al de una bestia, y cuando quiso darse cuenta Jongdae estaba frente a ella emanando un aura oscura y amenazante.
Pegó un respingo cuando descansó una mano peligrosa sobre su cabeza. -¿Quieres desaparecer, niñita?- Le espetó con voz de ultratumba.
Un escalofrío le recorrió toda la columna y dio un salto lejos de él hacia la cocina, chillando un "¡gracias!" a las apuradas y sin ni una sola reverencia, la amenaza de muerte fue lo único que ocupó su cabeza. Minseok estuvo a punto de regañarlo por ser tan infantil y espantar a una estudiante de quince años, pero las demás se le acercaron para ofrecerle dulces también.
-Gracias.- Jongdae aceptó algunas con una pequeña sonrisa y una actitud del todo desacertada con la anterior. -Tengo que irme ahora, me las comeré en el camino.- Expresó con extrema gentileza.
Minseok observó con una ceja alzada cómo se dirigía hasta la puerta y se calzaba como si nada, tomó el picaporte, pero antes de abrir le dio una fugaz mirada sobre el hombro.
-¡Ah, lo olvidaba!- Exclamó para volverse y sin una palabra estampar un beso largo y sonoro en los labios de su novio. Se alejó unos centímetros para verlo a los ojos y sonreírle de medio lado con arrogancia. -Adiós, superbobo.- Otro beso, esta vez más delicado y meloso, y entonces sí se fue.
Las chicas posaron una mano sobre sus pechos, sintiendo sus corazones marchando desenfrenadamente por alguna razón, tenían las mejillas arreboladas y suspiraron al unísono.
Minju parecía un tanto confundida al lado de su hermano. -Jongdae oppa es, cómo decirlo... ¿Diferente a lo que creía?
-Es un niño pequeño.- Murmuró Minseok, mantenía una sonrisa embobada en el rostro.
Nika tuvo que apoyarse sobre una pared, repentinamente sin aliento ante la escena. A simple vista se veía como el resto de sus compañeras, pero tenía el estómago revuelto debido a que, por alguna razón, sintió que ese beso fue dirigido específicamente a ella. Y las palabras de Jongdae continuaron reproduciéndose en bucle dentro de su cerebro.
Una y otra vez.
Abrazo fuerte a la gente que deja comentarios hablando sobre su experiencia personal con ciertos temas; siempre lxs leo y siento que todxs somos un poco más cercanxs de esa manera. Y gracias a aquellxs que no juzgan y saben ponerse en el lugar de todxs los personajes por igual, me llenan de esperanza y amor ❤.
Por cierto, ¿ven esa calcomanía en la portada del fic? ¡Así es! LON se ganó un lugarcito en los Kpop Awards Wattpad en la categoría de Comedia Romántica. Notas del alma (mi segundo HunHan), ganó en la categoría Drama. ¡Soy muy feliz!
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top