XLVII (PARTE I)

Por primera vez en varios días, Jongdae podía alardear de sentirse verdaderamente relajado.

Minseok estaba a su lado y, a pesar del momento tenso por el que estaban pasando, el ambiente no era del todo extraño, quizás la calidez del bonito día que hacía se les metía bajo la piel. Estaban en el parque, corrió rápidamente la noticia de que una feria estaría instalada allí durante varios días, como consecuencia el lugar estaba repleto. Sus amigos estaban con ellos desafortunadamente, le hubiera gustado poder estar un buen y largo tiempo a solas con su novio, pero tampoco es que le disgustara la compañía. Llevaban casi la mitad del lugar recorrido y aún les faltaba otro largo tramo de puestos de diversos rubros, se estaba divirtiendo, le daba curiosidad descubrir qué más venderían, había incluso extranjeros ofreciendo sus artesanías.

Lo único que le fastidiaba, o más bien le escocía, era tener que andar de puntillas alrededor de Minseok. El clima era bueno, estaban en primavera, el sol brillaba alto por la tarde y no tenía intenciones de esconderse aún, la calidez no era ahogante, la gente alrededor parecía pasárselo bien, el ánimo general era alentador, y sin embargo se encontraba limitado a la hora de disfrutar de todo aquello con plenitud. Desde que lo vio se la pasó sin saber muy bien cómo proceder, si ser demasiado amigable o continuar alejado. Hasta el momento no habían hablado, Minseok tonteaba con los otros como de costumbre y en más de una ocasión sintió su mirada de reojo, le ponía los pelos de punta y lo volvía aún más nervioso.

También lo observaba cuando nadie lo veía, en más de una ocasión se mordió el labio con fuerza e hizo puños con sus manos porque cuando sonreía ante alguna broma de esa forma tan extensa y brillante, en verdad quería llevárselo lejos y tenerlo sólo para él, abarcarlo por completo. ¿Por qué estaban en esa situación? Minseok era la persona con la cual más peleas había tenido a lo largo de su vida cuando, irónicamente, también era aquella a la que más cercano se había sentido alguna vez. ¿Serían condiciones inseparables?

Repentinamente se dio cuenta de que había estado parado frente al mismo puesto por demasiado tiempo sin hacer ni decir nada como para ser normal, pensar en Minseok era su cosa favorita y a la vez, el martirio más grande, sobre todo cuando discutían. Frente a sus ojos apareció una hilera larga de pulseras artesanales de hilo, parpadeó y las observó con interés, algunas estaban hechas con puntos intrincados, eran bonitas y antes de darse cuenta había tomado una de color anaranjado entre los dedos, no era demasiado chillón, los pequeños toques en marrón le daban sensación de calidez.

-Buena elección.- Alzó la vista hacia la vendedora, una mujer de tez bronceada con el cabello largo, grisáceo y encrespado. -¿Es para tu novia?

-Yo no...

-Si ese es el caso entonces te la recomiendo.- Largó inesperadamente, él le alzó una ceja. -¿Sabes sobre el simbolismo de los colores? Usualmente el anaranjado tiene que ver con la confianza en uno mismo y la voluntad de existir.- Explicó. -También superación y entrega, es un color desafiante y de orgullo.

Asintió quedamente. -Son todas cosas buenas.

-Depende de cómo lo mires.

Ladeó el rostro, dándole vueltas al asunto sin saber muy bien por qué, dejó la pulsera lentamente sobre la mesa y sin una palabra le hizo una pequeña reverencia a la mujer.

-¡Ah, cuánta sed tengo!

Volteó rápidamente ante semejante exclamación, no porque fuera extraña, sino porque esa voz encendía todos sus sentidos al máximo. Un par de metros más allá estaba Minseok solo, cruzado de brazos viendo hacia ningún lado en especial, ¿dónde se habían ido los demás? Mordisqueó su labio inferior en un acto ansioso y se le acercó, titubeante.

-¡Ojalá algún chico guapo me cumpliera los caprichos!- Largó dramático y dándole un pequeño vistazo de reojo.

Una sonrisa irreprimible tensó sus labios y una extraña (pero reconocible) calidez burbujeó en su interior, entonces acabó con la distancia casi por completo, alentado por sus graciosas insinuaciones. Minseok lo miró, su rostro era inexpresivo, mas sólo bastó un vistazo a sus ojos para captar que estaban en un punto común.

-Vaya, si mis súplicas han sido escuchadas.- Mencionó casual. -Ve a comprarme algo, Youngling.- Pidió con altivez.

Las comisuras de los labios de Jongdae volvieron a temblar ante la enorme sonrisa que amenazaba con partir a la mitad su cara, tenía unas ganas enormes de echársele encima, de abrazarlo con fuerza y besarlo, pero se contuvo. Se cruzó de brazos también y carraspeó un poco.

-Lo que usted desee, Maestro.- Le espetó con sarcasmo aunque Minseok supo que intentaba seguirle la broma, lo demostró al sonreír.

Se estiró para recorrer su brazo disimuladamente hasta alcanzar su muñeca, tiró de él y caminaron juntos. Su corazón latía rápido mientras avanzaban entre la gente, tuvo que retenerse con todas sus fuerzas para no bajar un poco más y entrelazar sus dedos de forma cercana, quería aplastarlo contra su pecho y llenarle de besos el rostro, pero no podía. Nada de eso era posible mientras estuvieran rodeados de desconocidos. De la noche a la mañana se vio inundado de miedos que nunca creyó poseer alguna vez, de repente empezó a considerar seriamente lo que pensaban los demás, de repente tuvieron relevancia en su cabeza las palabras de extraños que no debían interesarle en primera instancia.

Era consciente de ello, en verdad lo era.

Frente a su interior revuelto en una amalgama de sentires que no comprendía del todo, llegó a la conclusión de que apoyar a los demás era una tarea fácil cuando no te veías involucrado. Podía defender a Dan Bi con uñas y dientes, podía salvaguardar a Luhan y Sehun de miradas desubicadas... ¿Por qué no podía defenderse a sí mismo entonces? Aunque nunca se preocupó por ello, jamás se imaginó enamorado de otro hombre, sobre todo porque en su cabeza sólo había espacio para un solo futuro: el que sus padres anhelaban para él. Siempre se consideró libre de prejuicios, ¿eso había sido una mentira? Se le pasaron por la cabeza el acoso a Dan Bi y los abusos a Minseok, contempló millones de veces sus rostros llenos de auténtico pánico, de desesperación, sus ojos vagando por todos lados buscando una salida inexistente.

No quería sentirse así. No quería vivir eso.

En algún punto comenzó a temer. Era mayormente reservado, más que nada cuando se trataba de lo que sentía y de demostrarlo, no era como Minseok, a él no le molestaba mostrarse libre y real al mundo, se escudó tras eso al comienzo ya que no podía desentrañarse, pero no fue así. Le aterraba el rechazo, le atemorizaba la exposición. De sólo pensar que caminaría por ahí con la mirada de todos encima, cuchicheando por lo bajo, envenenando sus palabras antes de lanzárselas como dardos, señalándolo como si fuera algún fenómeno de la naturaleza, soportando los acosos que iban más allá de una simple broma... Quería desaparecer antes de que ocurriera. Una cosa era que lo molestaran por algo tan infantil como ser una rata estudiosa, otra muy diferente era que despreciaran una parte importante de su identidad como ser humano.

-Oye, como que me va bastante todo el rollo del Youngling y el Maestro, sería como alguna rama friki del BDSM.

Sonrió en mitad de las penumbras de su mente. A pesar de todo lo que había aguantado durante años, Minseok seguía parado bien firme sobre la tierra. Desde su propio lugar, en esos momentos podía comprender una mínima parte del miedo que enfrentó, tan sólo una porción, y eso incrementó la admiración que sentía hacia él por ser una persona tan fuerte y valerosa... ¿Admiración? Otra vez sintió ese horrible pinchazo en la nuca, ese sentimiento odioso que lo convertía en alguien miserable.

-¿Qué quieres?- Le cuestionó con suavidad frente a la máquina expendedora.

Minseok observó quedamente la variedad de bebidas que había, sintió que se tomó demasiado tiempo eligiendo por alguna razón, sorbió por la nariz en un gesto adorable y señaló el té verde sin una palabra. Se adelantó para meter la moneda que encontró por casualidad en sus bolsillos y arrastró a Minseok en consecuencia, no quería soltarlo todavía.

Se quedaron allí sin decir ni hacer nada mientras él bebía de su té a pequeños sorbos. Le echó un vistazo de reojo, tenía las mejillas ligeramente azoradas, ¿en qué estaría pensando? Se preguntaba si debía hablarle sobre sus más recientes y vergonzosos miedos, esos que lo convertían en un cobarde. ¿Qué le diría? ¿Se sorprendería o se enfadaría?

-Oh, toma.- Lo oyó decir en lo que rebuscaba en sus bolsillos por una moneda para devolverle.

Cuando la extendió en su dirección le cogió el puño cerrado y lo bajó, pasó un brazo por sus hombros y acercó sus rostros disimuladamente para poder darle un fugaz, pero dichoso beso en los labios. Ah, había estado deseándolo desde hacía días. No rondaban demasiadas personas por esa parte, por muchos miedos que existieran no pudo reprimir sus impulsos... ¿Minseok era mucho más fuerte que esos prejuicios acaso?

Se quedó quieto, dándole vueltas a la idea.

-Pusieron botes a pedal en el lago.- Lo sacó de su ensimismamiento al comentar, tenía su suave sonrisa tan sólo a un respiro. -¿Vamos luego? Los chicos querían echar un vistazo.

No le contestó, no hacía falta, le sonrió con una tranquilidad sincera y rozó sus narices de forma cariñosa. La mayoría del tiempo Minseok le ponía los nervios de punta, pero a la vez era el calmante más efectivo.

-¡Eomma, mira eso!

El agudo chillido de una niña los hizo separarse bruscamente, siendo expulsados casi a la fuerza de su pequeña burbuja. Con el corazón latiéndole apresurado, Jongdae vio más allá y notó que una pequeña señalaba con emoción el carrusel para niños instalado en el centro. En vez de relajarse se agitó mucho más, ¿de dónde vino eso? ¿Por qué no pudo simplemente quedarse abrazado a su novio como quería? La cólera despertó en lo profundo de sus entrañas, no supo hacia qué o quién exactamente, si hacia sí mismo o el mundo de mierda lleno de prejuicios. Volvió a ver Minseok, también había tenido el acto reflejo de apartarse, ahora rascaba su mejilla con un dedo y su ceño estaba ligeramente fruncido, su sonrisa tan plácida había desaparecido.

Sí... Quizás en esos momentos la ira fuera hacia sí mismo.

-¡Jong, Min!

Parecieron destenzarse a la misma vez ante el llamado de Dan Bi, vieron a todos sus amigos acercándose, mejor así, la tensión se disiparía estando acompañados. Les preguntaron dónde rayos se habían metido, ninguno respondió, Dan Bi pareció leer el ambiente porque cambió de tema rápidamente teniendo como as en la manga a Lee Ohn acompañada de su amiga Hana, también decidieron pasear ese día y se las habían encontrado por el camino. Lee Ohn los saludó con la amabilidad de siempre, pero se centró de lleno en Minseok, su amigo más cercano y adorado, mientras Hana los enfocaba con ojos chispeantes que Jongdae descifró al instante, era la misma mirada que le daba a Jung Nika cuando estaba demasiado cerca de su novio.

Estaba un poco regocijándose por dentro al sentir que no era la única persona en el mundo atribulada por tales emociones, cuando esa frágil tranquilidad que había estado resguardando desde temprano se esfumó, tan fácil y tan simple. Sus ojos se clavaron en un pequeño grupo de cinco chicas de primero, entre ellas estaba la hermana de Minseok, riéndose a carcajada limpia como el ser tan extrovertido que era y, si estaba la hermana de Minseok, también estaba ella...

-¡Miren! ¿No son de tercero?- Murmuró una cuando también los divisó frente a las máquinas expendedoras.

-¡Oh, los he visto antes!- Chilló otra por lo bajo. -¿Cómo tengo el cabello? ¿El viento lo despeinó?

-Ah...- Nika abrió grande los ojos cuando los enfocó, aunque su atención sólo estuvo puesta en Minseok. -Minju, tu hermano...- Dijo con voz queda al cogerla de su camiseta con ansiedad.

-¡Ah, tienes razón! No pensé encontrármelo, qué mala onda.- Suspiró poniendo los ojos en blanco.

-¿Qué dices? ¡Minseok sunbae es genial!

Las otras tres las vieron con sorpresa. -¿Conocen a gente de tercero?

Pero Minju o no les hizo caso o no las escuchó, porque con tan sólo unos cuantos pasos largos acabó con la distancia que los separaba y empujó a su hermano mayor con las dos manos, haciéndole tropezar de forma graciosa y casi caer encima de Lee Ohn. Sus amigas se la quedaron viendo con sonrisas apenadas.

-Y eso que dijo que no le agradaba verlo aquí...

Mientras Minseok amenazaba a Minju con repartir por toda la escuela sus fotos de pequeña en donde salía con el cabello hecho un desastre después de jugar sola frente al espejo a ser peluquera con un par de tijeras enormes, Jongdae sintió como sus pulsaciones aumentaban ante la mirada llena de ese resplandor tan inquietante en los ojos de Nika, que sólo podía enfocar a Minseok como si no existiera nadie más en el mundo. Este no se había dado cuenta de su presencia aún, pero era cuestión de tiempo, podía hasta oír las súplicas lanzadas en su dirección porque se volteara a verla.

-¿Qué tenemos aquí?- Lee Ohn se aproximó a las pequeñas con una amigable sonrisa, estas abrieron grande los ojos cuando la vieron, sintiéndose tanto deslumbradas como intimidadas. -Qué monada, ¿son de primero, verdad? Mi nombre es Lee Ohn.

Minju dejó de escuchar a su hermano y se la quedó viendo con la boca abierta, entonces lo miró a él con extrema suspicacia. -¿Quién se supone que eres exactamente? ¿Por qué eres amigo de tantas chicas guapas? ¿Dentro de casa eres uno y fuera otro?

-Deja de decir tonterías, enano feo.- Minseok frotó un duro puño contra su cabeza.

-Esto... ¡Sunbae-nim!

El gritito acallado que salió de la garganta de Nika fue tembloroso y titubeante, Minseok dejó de molestar a su hermana para mirarla con curiosidad, volvía a estar tan tiesa como antes y pudo notar el ligero temblequeo de sus hombros. ¿Por qué se ponía tan nerviosa en su presencia? Lo hacía sentir como alguien malo aunque sabía que esa no era su intención, probablemente estuviera pensando que era demasiado descarada por llamarlo de esa manera. Le sonrió con suavidad para demostrarle que nada malo pasaba, entonces se acercó y revolvió entre sus rulos con una mano.

-¿Qué hay, pequeña?

El rostro de ella se iluminó con una sonrisa y Jongdae cerró los ojos y contó hasta diez para calmarse... O mejor hasta cincuenta. La inquietud de Nika pareció llevársela el viento y empezó a hablar con Minseok con mucha naturalidad, justo como las demás hacían con Lee Ohn y el resto. Nika le espetó algún halago de forma torpe y Minseok volvió a sonreírle con simpatía, de seguro debía parecerle súper adorable con esa actitud tímida y aduladora.

Hasta cien, contaría hasta cien.

-¡Lee Ohn sunbae es tan genial!

Se oyó la exclamación de una de las muchachas, de un momento a otro todas pasaron de la reserva al entusiasmo total, escuchaban y reían emocionadas con las palabras de sus superiores; en esos instantes por ejemplo, observaban a Lee Ohn con ojos grandes llenos de una extraña admiración. Habiendo sido estudiantes de primero alguna vez, ¿ellos también se habían comportado así? Por su parte no recordaba tanto alborozo y ganas aunque, bueno, nunca nada llegó a provocarle emociones tan intensas... No al menos hasta que conoció a Minseok.

-¿Estaría bien acercarnos a sunbae durante los descansos alguna vez?- Le pidieron con las mejillas sonrojadas.

Lee Ohn se rio con encanto. -Claro, no hay problema, pueden hablarme cuanto...

Sus palabras quedaron inconclusas en el aire cuando Hana salió de la nada y la rodeó con ambos brazos desde atrás, la movió del lugar como si fuera una muñeca sin vida y, aún sosteniéndola contra su cuerpo, fulminó con la mirada a las otras chicas. Lee Ohn produjo una risa emboba al estirar la mano hacia atrás para acariciarle los cabellos con ternura.

-¡Hana es tan graciosa!

Todos entrecerraron los ojos con algo de confusión haciéndose ideas bastante similares. Minseok fregó su nuca con una sonrisa apenada ante el comportamiento descuidado de su amiga.

-Quién iba a decir que Lee Ohn sería tan obtusa.

Observó de reojo a su novio, ese comentario le recordó ciertos momentos lejanos, incluso temió por los sentimientos de Hana en un futuro. Jongdae estaba obviamente molesto y suspiró, le hubiera gustado que la atmosfera de antes se hubiera extendido muchísimo más, eternamente si era posible, ahora todo había decaído otra vez. Posó una mano sobre su hombro, dispuesto a renovar la buena energía entre ellos como había logrado antes.

-Oye, no estés enojado, cambia esa cara.- Intentó animar.

Jongdae movió su brazo para deshacerse de su toque. -No estoy enojado.- Le largó con tono irritado.

Minseok tomó una larga respiración y se concentró en no explotar, si su intención era fingir que nada le pasaba entonces bien podría disimular un poco mejor, ¿no? No cuestionaba el por qué de su actitud, era evidente que estaba celoso, seguía sin comprender del todo la razón y Jongdae no tenía miras de hablarle sobre el tema, ¿debía volver a perseguirlo para obtener una respuesta de su boca? ¿Tanto le costaba abrirse de verdad? Estaba comenzando a frustrarse y sus reacciones de mierda hacia él como si fuera el culpable de su inseguridad lo volvían más malo.

Debería profundizar en el tema, pero sólo podía enojarse.

Alguien propuso comprar helado, el clima caluroso aunque cómodo lo propiciaba así que todos accedieron con ganas. Las primeras en obtener sus conos fueron Minju y sus amigas, las siguieron por detrás. Mientras disfrutaban de sus postres helados, Nika se mantuvo observando a Minseok más allá, charlaba con sus amigos con aquella sonrisilla entre sardónica y bromista, esperando su turno para ordenar también; notó que pidió el mismo sabor que ella y se sonrojó sin quererlo. Eran actos inconscientes, no se dio cuenta de que había estado viéndolo en realidad, pero sus amigas a un lado sí.

-¿Qué es Nika?- La codearon con sonrisillas traviesas. -¿Se trata de ese sunbae de allí?- Señalaron disimuladamente a Minseok.

-¿Eh?- Ella abrió los ojos como platos y sintió el rostro caliente.

-¡No nos digas! ¿Te gusta?- La vieron con emoción.

-¡No, no, no!- Negó enérgicamente, meneando la cabeza y agitando ambas manos.

-Eh, pero si tenías los ojos brillosos mientras lo mirabas.

-¡No es eso! ¡Y-yo...!- Bajó la voz, consciente de que los mayores estaban cerca. -Es un gran artista al cual admiro.- Balbuceó.

-Hey, ¿qué dices?- Le rodearon los hombros con un brazo y se reunieron en un pequeño círculo de confidencias. -¡Tienes que ir más allá!

Nika frunció el ceño con pena, se sentía más avergonzada que nunca. -¿Q-qué quieres decir?

Una de las chicas alzó un dedo con aires de sabelotodo. -En primer lugar, deberías dejar de ser tan formal con él, ¿qué tal si vas y lo llamas oppa en vez de sunbae?

-¿¡Eh!?- Exclamó con horror. -¿¡Co-cómo podría ser tan atrevida!?

-Oigan, dejen de molestarla.- Bufó Minju. -Ya saben que se toma todo en serio.

Las chicas rieron frotando el cabello de Nika con afectuosidad.

-Lo siento, es que es tan linda.

Nika hizo una mueca de disgusto infantil, no le gustaba que se metieran con ella aunque sabía que lo hacían en broma y cero malicia. El problema quizás no eran sus compañeras sino que, sin poder evitarlo, consideraba de verdad todo lo que le decían; después de que la idea entraba en su cabeza era muy difícil dar marcha atrás. Vio a Minseok de reojo, parecía regañar al otro chico que siempre estaba con ellos, el alto de cabello negro y facciones rudas... ¿Oppa? Le entró una vergüenza estremecedora y negó con la cabeza muchas veces como una loca, varios voltearon a verla con extrañeza. ¡Ni hablar! Sería lo más abochornante del mundo.

Un par de preadolescentes pasaron corriendo a gran velocidad y sin cuidado por su lado, de forma brusca chocaron contra ella y, sumida de más en sus pensamientos, recibió el empujón sin estar preparada cayendo de bruces al suelo cuando su tobillo se dobló y perdió estabilidad. Su helado se volcó, los niños prácticamente no se dieron cuenta metidos en su propio mundo de jarana y siguieron de largo. Sus amigas la rodearon con preocupación y comenzaron a preguntarle si estaba bien, ella no reaccionó, estaba tan apenada que quería esconderse detrás de algo para que nadie la viera. Y por si faltaba poco, Minseok se abrió paso y de la nada apareció agachado a su lado.

-¿Estás bien?- Le preguntó con una expresión seria. -Vi cómo caíste, ¿te doblaste el pie?

¡Mejor que se la tragara la tierra! Cerró los ojos con fuerza y negó, aceptando la mano que le extendía y poniéndose de pie bajo la atención indeseada de todos, ¡que dejaran de mirarla! Su cuerpo estallaría por los aires si se ponía más roja todavía, se sentía hervir.

-¿Puedes?- Habló Minseok dejándole su mano como fuente de apoyo por las dudas.

Nika intentó probar su peso en ambos pies y, más allá de una ligera molestia casi imperceptible en su tobillo derecho, no sintió dolor, así que asintió cabizbaja. No quería hablar, si lo hacía seguramente le saldría un balido tremulante. Él se quedó callado y, después de ver su helado desparramado sobre el suelo y derritiéndose por el calor de la primavera, puso el suyo delante de su rostro haciéndole levantar la mirada.

Minseok le sonreía como si nada. -Toma, te lo doy.

Net, net, net!- Negó en su idioma sin darse cuenta. -¡No es necesario, sunbae-nim, en serio!

Minseok no se exaltó ante su frenesí y parte de su calma la contagió, la tomó de una muñeca y la hizo coger el cono sin más. Volvió a sonreírle con un pequeño encogimiento.

-Está bien, de todas formas, no soy muy fan del helado.

-¿¡Cómo!?- Volvió a chillar asombrada. -¡Nu i nu! ¡Es imposible que no te guste! ¿A quién no podría gustarle? ¡Ah...!- Cubrió su boca con los ojos enormes.

Una extensa sonrisa divertida surcó el rostro de Minseok. -¿Oh? ¿Acabas de hablarme con lenguaje informal, Nika ssi?

-¡Para nada!- Volvió a exclamar alterada. -¡E-es sólo...!

-¡Nika! ¿Te encuentras bien, verdad? Vámonos ya, llegaremos tarde a la función al aire libre.

-¡C-claro!- Tartamudeó antes de enfocar a Minseok por última vez con una mirada indescifrable, entonces le regaló una reverencia de noventa grados y huyó con las demás.

Él suspiró de brazos cruzados y, con una pequeña sonrisa, observó a su hermana huir ruidosamente junto a sus amigas; sintió un aura estremecedora a sus espaldas y antes de voltearse ya sabía a quién pertenecía, tomó otra profunda respiración para encontrárselo a Jongdae fulminándolo con una mirada asesina. Podía sentir la intensidad de sus emociones y el primer atino fue retroceder, pero se retuvo a tiempo y lo encaró con un ceño fruncido.

-¿Algún problema?- Cuestionó sin amilanarse, no cargaría con sus problemas.

Jongdae entrecerró los ojos como si estuviera pensando en algo, no supo discernir en qué, al final se encogió y giró el rostro con pintas de ofendido.

-No me gusta que seas tan amigable, ¿y qué?- Respondió con descaro.

Minseok abrió la boca por inercia, pero la realidad era que no tenía idea de qué responderle. Le había dicho que nada sucedería, ¿verdad? Le aclaró que sólo gustaba de una persona y que esa era él, ¿no? ¿Qué más podía hacer entonces? Jongdae estaba raro, al comienzo pensó que eran celos comunes y corrientes de amante, pero observándolo mejor distinguió emociones turbulentas tanto como indescifrables. Se le acercó más, Jongdae alzó las cejas cuando lo vio y se quedó muy quieto y callado mientras lo inspeccionaba con más detalle, reconoció verdadero miedo temblando en sus pupilas y el estómago se le revolvió.

¿Miedo? ¿Miedo de qué? Empezó a considerar que sus inquietudes pasaban por otra parte y no eran tan simples como a primera vista simulaban.

-¿Qué...?

-¡Jongdae, Minseok! ¡La fila de los botes ha disminuido, vamos!

Selló sus labios al instante, pero nada se apagó dentro de él. Mientras hacían cola para ocupar los botes a pedal y surcar el lago, se mantuvieron en un silencio profundo. Jongdae no lo miraba, tenía el rostro girado hacia la izquierda con terquedad y él no sabía qué era lo correcto para decir, tenía miedo de dar un paso en falso, de generar más escándalo y peleas sin quererlo... No quería volver a discutir, siempre que pasaba y no era una broma le sentaba como una patada en el estómago.

¿Algún día hallaría las palabras correctas para hacerse entender?

Los vistieron con salvavidas y ocuparon sus sitios de a dos, como de costumbre se sentaron juntos sin ninguna otra opción, eso de ser tan cercanos a veces era un dato desafortunado para el resto. Se abrieron paso a través del lago y recorrieron la mitad del camino sin decir una palabra, sólo el sonido del agua removiéndose con cada pedaleada irrumpía en sus oídos, alguna que otra carcajada lejana de gente divirtiéndose, eso último resultaba tan extraño para ellos en esos momentos... De la nada Minseok dejó de pedalear, no podía soportarlo más, y Jongdae le regaló una mirada un tanto inquieta.

-¿Qué...?

-¿Qué está mal, Jongdae?- Pronunció en un balbuceo casi desesperado, estaba cabizbajo ocultando su rostro ensombrecido. -Dime, por favor, el silencio ya no me está gustando.

-¿Qué quieres oír?- Él también había dejado de pedalear, ahora se encontraban flotando en medio de la nada, la mayoría de los botes se había alejado hacia la orilla.

-Lo que piensas. Algo te preocupa, ¿verdad? Suelo dar por sentado todo lo que creo, a veces me doy cuenta de que soy un pedante sabelotodo como tú.

Una media sonrisa crispada se plasmó en el rostro de Jongdae. -Oye...

-Pero no todo siempre es lo que parece, es algo que debería saber mejor que nadie.- Sus labios temblaron cuando suspiró y cerró los ojos al erguirse otra vez. -No debí suponer que tan sólo estabas celoso y ya.- Lo vio de reojo y Jongdae se tensó por acto reflejo. -Porque hay más, ¿no?

Todas las facciones de Jongdae parecieron descompuestas de un momento a otro, se sintió expuesto y no supo si era algo bueno o malo. ¿Bueno quizás? Con esa pregunta se solucionaban muchos de sus problemas, mas seguía sin saber cómo expresar lo que acongojaba su interior con tanta fuerza, no había hablado aún por miedo. Puro miedo a ser odiado; como era de esperarse Minseok percibió ese miedo, tarde o temprano pasaría. Mordió su labio con tanta fuerza que sintió dolor, ¿tal vez calló a propósito para huir de sus deberes? Se dijo que pondría de su parte y que se esforzaría por llevar aquella relación adelante junto a él, pero terminó dejando que Minseok se encargara de todo una vez más.

Sentía mucha, mucha vergüenza.

-Lo siento.- Murmuró cabizbajo, no quería mirarlo a la cara. -Lo siento, me da miedo que mis padres sepan que... Me gustan los tipos.- Cerró los ojos, su corazón latía con una fuerza sobrenatural, sentía que le haría un agujero en el pecho y que saldría volando, le dolía. -Estoy paranoico, creo que si alguien más lo sabe, la información comenzará a rodar y a rodar y llegará de alguna manera a ellos. ¿Estoy loco, Minseok? ¿Soy despreciable por querer ocultarlo de esta manera tan egoísta?

-Tú...- La voz de su novio a su lado sonó como si estuviera a cientos de kilómetros. -Dijiste que te gustaría fanfarronear sobre... Sobre mí, sobre los dos.

Jongdae tragó saliva, le costó horrores, parecía que tenía una enorme roca atascada en la garganta. -Es la verdad.- Expresó con sincero anhelo. -Estoy loco por ti, Minseok, de eso sí que no debes dudar. Quiero que llegue el día en el que pueda cogerte de la mano frente a mis padres y fanfarronear sobre ti con libertad.

Minseok produjo un pequeño y casi inaudible gemido lastimero, entonces comenzó a pedalear otra vez, con furia, dirigiéndose directo a la orilla. Jongdae reaccionó para hacerlo también, pero los pedales giraban tan rápido que estaba luchando por ubicar sus pies sin que le arrancaran uno.

-Tus padres saben de Dan Bi, ¿no es así? ¿De verdad crees que te odiarán por comerte la boca conmigo?

-Yo...- Titubeó mientras veía con inseguridad la velocidad que estaban cogiendo, logró acomodarse sobre los pedales y sus pies comenzaron a rodar sin que aplicara ninguna fuerza. -Dan Bi es Dan Bi, yo soy yo, y soy su hijo. Nadie tiene problemas hasta que le toca de cerca.

-¿Y qué hay de Nika?- Le preguntó de la nada, al instante su cuerpo hirvió de rabia.

-¿Qué con ella?- Escupió borde, odiaba oír ese nombre brotando de sus labios.

-¿Por qué no haces nada? ¿Qué problema tienes con ella, Jongdae? No son tus padres, ¿también te da miedo que te juzgue?

-¡Odio que esté cerca de ti!- Exclamó exaltado sobre el violento chapoteo del agua, toda la situación le estaba poniendo los nervios de punta. -De todas formas, ¿por qué soy el único quedándose calvo por esto? ¿Acaso no das una mierda por lo que siento? ¡Deberías decirle que se las pire porque eres mío, maldita sea!

-¡Y una mierda!- Chilló Minseok, ya casi habían llegado y los ayudantes se acercaron al pequeño muelle de madera para recibirlos. Lo enfocó con los ojos rojos de ira. -¡Si tanto te molesta, entonces ve y dile tú mismo que somos novios, sin rodeos!- Inevitablemente muchos se giraron a verlos. -¡No me cargues con esa responsabilidad sólo por ser más cercano a ella, eres tú quien se siente cohibido por tener a un tipo como pareja, no yo, carajo!- Pegó una fuerte patada al bote, tanto así que este tembló al borde de arrojarlos al agua.

-¡Serás imbécil!- Arremetió igual de enfadado, estaba tan histérico que todo el cuerpo le temblaba, ¿cómo habían acabado así? -¡Te estoy diciendo que me da miedo que me juzguen como cualquier cosa, y me exiges que vaya y lo suelte de lo más fresco! ¡Menos mal que eras compresivo y...!

-¡Sí, te estoy presionando! ¿¡Y qué!?- Le espetó dejándolo sin palabras. -¡Si no lo hiciera...!- Los ojos de Minseok parecieron brillosos de un momento a otro, tenía las mejillas rojas y la voz quebrada. Con tan sólo un vistazo a ese rostro lloroso sus revoluciones bajaron de mil a uno y ya no quiso seguir peleando. -Si no lo hiciera pareciera que nunca podrás avanzar por tu cuenta.

Y ese susurro acabó por derrumbarlo, tanto así que fue irónico. Como un pequeño soplo llevándose lejos un pesado trozo de pesadumbre, tan pesado como el mundo mismo.

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