XLII

Descansó el tercer cuarto, las ansias por impresionar a sus padres fueron redirigidas al partido en forma de brío mientras observaba con el corazón palpitante de emoción a las demás corriendo. Kyu Hee no dejó de atacar como una fiera y bajo sus órdenes lograron equiparar el marcador y mantenerlo estable hasta que le tocó entrar otra vez. Chocó palmas con sus compañeras al darse aliento y su capitana la apuntó con un dedo.

-Eleva esos números, Sei Ah.

Asintió con resolución, puede que no tuviera la mejor relación del mundo con Kyu Hee, pero siempre había sido buena jugadora y eso no lo podía negar. Al pisar la cancha agitó sus hombros para destenzarse y le dio una pequeña sonrisa a sus padres, cuando el silbato sonó se dedicó a hacer suyo el balón. Al comienzo del cuarto las combinaciones ofensivas del otro equipo fueron buenas y naturalizaron mucho más su juego, fue un obstáculo que les costó sortear, sobre todo cuando volvieron a sobrepasarlas. Tardaron un buen rato en encontrarle alguna fisura a la defensa, sobre la mitad su entrenadora pidió tiempo notando que no podían resolverlo y propuso otra jugada de gran riesgo si se lo veía bien, debía ser llevada adelante por ella, tuvo sus reservas, pero no era nada que no se hubiera llevado a cabo antes históricamente.

Tenía que sacarle una falta a la pívot gigante, si lo lograba la llevaría a cobrar tiros libres. Casi al final lo hizo con éxito y por orden del árbitro se posicionaron a esperar que la chica encestara, la única posibilidad con la que contaban era que fuera mala con los tiros libres, todos sabían que la mayoría de pívots no lo hacían bien en ese ámbito, la de ellas apestaba también. Aguardaron con el corazón en la boca el primer tiro que milagrosamente erró, cuando perdió el segundo ahogaron exclamaciones de euforia debido a que el juego continuaba, ahora poseían el balón. Remontaron con una jugada doble y una falta más a su favor, dos de sus compañeras que eran especialmente buenas en la línea de tres salvaron el trasero del equipo y ella se dedicó a subir el balón desde su posición.

Cuando el tiempo terminó, el tablero las dejó con siete puntos más que las rivales.

Después de reverenciarse entre todas para demostrar un buen espíritu competitivo corrieron a la duchas entre cánticos de victoria, saltos y algarabía, era la primera vez que se sentía tan feliz por ganar un partido y tan sólo se había tratado de un simple amistoso, había conseguido muchísimo más que un desempeño notable para su historial. Se metió debajo del agua caliente con una sonrisa y salió vistiendo su uniforme de gimnasia de la misma manera; cruzó de un gran salto la barrera para darles un apretado abrazo a sus padres y agradecerles otra vez el apoyo, ellos no tuvieron palabras ante su felicidad y sólo pudieron sonreírle con la misma emoción.

-Lamento nunca haberte escuchado.- Le dijo su padre enmarcando su rostro con ambas manos. -Me perdí esto todos estos años, ya no lo haré.

-Cuando nos cuestionaste con tanta franqueza si sabíamos lo que en verdad odiabas o amabas, no supimos contestarte.- Confesó su madre con tristeza. -Y nos avergüenza admitirlo, pero es un primer paso.- La tomó de una mano con una pequeña sonrisa. -¿Sí sabes que eres nuestro todo, verdad?

Asintió con un nudo en la garganta. -Lo sé.- Murmuró.

Le llenó las mejillas de besos como de costumbre, aunque le abochornaba que fuera delante de sus compañeras y amigos no se lo impidió, siempre fue propensa a darle el gusto a sus padres después de todo. Le preguntaron si se iría con ellos y les dijo que llegaría más tarde después de pasar un rato con sus amigos.

-Oye, Sei, no sabía que eras una nena de papá y mamá.- Le dijo Sehun con diversión cuando se les acercó.

-Y tú eres el Tokki-nim de tu hyung, ay sí.- Se burló ella.

Eso pareció ser suficiente para reducir sus balas porque la miró como un niño pequeño ofendido entre muchos balbuceos inentendibles.

-¡Tus padres son súper elegantes, Sei!- Dijo Dan Bi con entusiasmo.

-Verdad, no pegaban para nada como público de un partido de básquet.- Concordó Minseok.

Ella se rio con un poco de incomodidad, nunca solía mencionar a sus padres, en consecuencia sus amigos jamás los habían visto. Quizás en un futuro no muy lejano pudiera llevarlos a casa y presentárselos sin miedo a las rarezas de su grupo. Oyó un chistido y al girarse estaba Jun Seo sonriéndole grande como de costumbre, se sentía de buen humor así que también le regaló una pequeña sonrisa cuando se acercó.

-Veintiséis puntos y siete rebotes.- Silbó con apreciación. -Lindas estadísticas.

Se encogió fingiendo modestia. -¿Qué te puedo decir? A veces suelo contenerme.

Él se rio y extendió una mano en el aire. -Buen partido, Sei Ah ssi, me alegro de haber venido.

Chocó su palma con un extraño regocijo revolviéndole las entrañas, le agradaba que alguien que supiera sobre estas cosas como Jun Seo la alabara.

-¡Me muero de hambre!- Exclamó Sehun.

-Yo igual, vamos, te compraré algo.- Le dijo su hermano mayor pasando un brazo sobre sus hombros.

Sehun estaba tan famélico que no le importó que volviera a tratarlo como un bebé frente a los demás, en realidad no tenía dinero así que le venía bien ser el dongsaeng consentido. Los demás también alegaron querer algo de comer y comenzaron a alejarse en lo que discutían qué lugar de comida rápida les convenía más. Sei les dijo que cogería su bolso y luego los seguiría, así que bajó rápido las gradas en su búsqueda, en la cancha prácticamente ya no quedaba casi nadie excepto ella y una persona más.

Observó a Jongdae con curiosidad, el chico se veía como la mierda a decir verdad, su piel estaba sin color y tenía ojeras, su mirada le decía que tenía suficiente de todo y sinceramente sentía pena por él.

Ya a su lado ladeó el rostro para verlo mejor. -Hey, ¿no vendrás con nosotros?

-¿Eh?- Jongdae pareció reaccionar cuando la miró. -Oh, sí, claro.- Murmuró, pero no se movió ni un solo centímetro, en su lugar pareció infinitamente desganado.

Suspiró y se sentó con él, obviamente no podía dejarlo, mucho menos así. Hubieron unos cuantos segundo de silencio en lo que meditaba qué decirle exactamente, no era muy buena dando consejos.

-Oí de Dan Bi que tienes problemas con tus padres.- Fue directa.

La enfocó de reojo. -Así es... ¿Ella te dijo?

-Yo pregunté, pareces muerto en vida, es normal que la gente sienta curiosidad ¿sabes?- Apoyó su quijada en una mano y lo vio con interés. -¿Son complicados?

Resopló. -No tienes idea.

Sei se rio. -Que me parta un rayo si no la tengo.

Jongdae pareció más interesado. -¿Es difícil en tu casa?

-No tienes idea.- Lo imitó, entonces compartieron una sonrisa cómplice. -Mis padres son mi tesoro más grande.- Continuó. -Y discutimos feo la última vez.

-¿Por qué?

-Mmm...- Se encogió y pareció pensativa. -Bueno, me arriesgué, ya no quería que decidieran nada por mí.- Le obsequió una pequeña mueca de compasión, entendía a la perfección por lo que estaba pasando. -No sólo tus padres, cualquiera puede estar decidiendo por ti, ¿lo sabías?

-Es mucho más fácil decirlo que...

-Hasta el mundo entero puede hacerlo si se lo permites, el mundo, Jongdae.- Lo ignoró al hacer énfasis en la idea. -Verás, el cuerpo debe seguir ciertas reglas a la hora de prepararse para encestar.- Dijo de la nada. -La posición debe ser la adecuada: los pies al ancho de los hombros, las rodillas y la cadera flexionadas para el equilibrio, no sólo puedes valerte de la fuerza del pecho y los brazos, debes ejecutar un salto perfecto para no perder el punto de mira. Al sostener el balón tu codo no puede estar ladeado y tus dedos deben estar perpendiculares a las costuras del mismo.- Simuló realizar un tiro imaginario.

Jongdae le arqueó una ceja. -Suena bastante difícil.

-No tanto si estás quieto, pero en medio de un partido en el cual debes estar corriendo por todos lados para encestar desde cualquier punto de la cancha, pues...- Hizo una pequeña mueca. -Esa es la mecánica básica, pero el baloncesto es un juego de movimientos rápidos, no tienes tiempo de pensar en cómo hacerlo mientras estás allí.

-Debiste haber practicado hasta fallecer, tienes casi un ochenta por ciento de efectividad en tus lanzamientos.- Comentó sorprendido, no había estado tan distanciado como para no verla jugar así de bien.

Sei sonrió de lado. -Los jugadores de la NBA suelen lanzar más de doscientas veces el balón desde distintos lugares de la cancha en cada entrenamiento.- Se le acercó un poco más. -Para cada cosa que deseas lograr necesitas paciencia y persistencia, ese tipo de actitud pone a prueba tu firmeza para no caer ante la tentación de los caminos fáciles. Hacer lo que los demás quieren no siempre es efectivo, eres infiel a ti mismo y ese es el peor crimen.

Se puso de pie ante la mirada nueva de un Jongdae acongojado aunque verdaderamente pensativo, mentiría si dijera que algo de lo que Sei decía no tenía sentido.

-Ciertas cosas no se negocian, Jongdae, y tu devoción por ese chico, ¿te parece que sea moneda de cambio?- Le extendió una mano.

Él la tomó de forma lenta, entendía cuál era su punto y a decir verdad, muy en lo profundo lejos de sus negaciones y propias trabas, concordaba con ella en un cien por ciento. Se puso de pie y le sonrió con un poco de ironía, algo de su esencia quedaba rondando por allí.

-Ahora que lo pienso nunca nos hemos parado a charlar así.

Sei Ah se encogió. -Creo que somos los más tercos de todos, nunca iba a suceder.

Y en medio de una nueva especie de camaradería caminaron en busca de los demás, tenían un almuerzo que devorar.

******

Era Chuseok por fin, lo que sólo significaba una cosa: mucha, mucha comida en familia.

En su caso significaba dos: mucha comida en familia y diversión con amigos. Puesto que no se hacía nada los días anterior y posterior, la última vez en la escuela propusieron encontrarse para festejar juntos como una semidespedida del año que estaba por acabarse. Como era una fecha festiva familiar sólo podían hacerlo el día después y como ninguno necesitó moverse a otro pueblo para celebrar lograron coordinar para ir a la playa. Al llegar, Minseok vislumbró con alegría a cada uno de ellos, estaban todos, Chong Yul, Luhan y hasta el hermano mayor de Sehun por alguna razón.

La única persona que faltaba era Jongdae y no pudo evitar sentirse desolado al instante que lo notó.

No tuvo el valor de preguntar qué había sido de él, si llegaría más tarde o si se había negado con rotundidad a presentarse, no deseaba cargarse con más tristeza. Durante el viaje en bus el asiento a su lado estuvo vacío y lo sintió como nunca, lo detestó. Los demás estaban en su mundo, se divertían, reían, tonteaban como de costumbre, él no podía dejar de reflexionar sobre muchas cosas. La primera de ellas era que Jongdae seguía ocupando un enorme lugar de su corazón, era innegable cuando su ausencia le significaba tanto pesar; la segunda era que dudaba que eso alguna vez cambiara y se preguntaba con seriedad si alguna vez lo haría. La tercera y última (hasta que aparecieran más) era que odiaba tener que haberse deshecho de sus sentimientos.

Había sentido que estaba expulsando a la fuerza una parte de sí mismo, no se equivocó. Había ocasiones en las cuales se arrepentía y tenía el impulso de correr y decirle que no le hiciera caso, que volvieran a ser como antes. Su mente no dejaba de reproducir cosas negativas a cada rato y se veía como una pintura degradándose en colores hasta sólo quedar gris.

Un triste y solitario gris.

La playa quedaba cerca así que el viaje no duró demasiado, hacía un poco de frío, pero suponía que sólo pasarían un rato antes de volver a casa, el cielo estaba a punto de volverse oscuro por completo. Llevaron fuegos artificiales y mientras jugaban en la arena con ellos, saltando para huir de las chispas o fingiendo lanzárselos, los observaba sentado sobre la barrera que separaba la playa de la ciudad. Los gritos, carcajadas y bromas estúpidas llegaban a través del viento como algo lejano aunque estaban correteando a unos pocos metros. Viéndolos, sintió que no podía imaginarse sin ellos, entonces se preguntó cómo había estado viviendo hasta que los conoció.

Había sido el año más loco e increíble de todos, sin dudas.

Vio como Dan Bi se detuvo para saludarlo con una mano en alto y una brillante sonrisa, le pareció extraño así que no le devolvió el gesto, percibió a alguien parado detrás y entonces supo que no se trataba de él.

Jongdae lo vio desde arriba con los brazos cruzados y su corazón comenzó a latir rapidísimo. Era estúpido considerando que entre ellos ya prácticamente no quedaba nada, pero como había dicho antes, los vestigios de su amor aún permanecían.

-¿Qué hay?- Lo saludó casual.

Entrecerró un tanto los ojos porque algo sin dudas se sentía diferente. Semanas atrás había parecido demacrado y exhausto, de alguna manera ese atardecer lo mostraba más calmo, algo en su mirar lo evidenciaba... Aunque muy probablemente fuera su imaginación, nunca había sido súper intuitivo, así que se encogió y se volvió hacia los demás.

-No mucho.- Respondió.

El silencio continuó hasta que los otros se acercaron a saludar a Jongdae, él los recibió con una pequeña sonrisa, lo supo porque no pasó por alto ninguna de sus acciones, esa tarde en especial no podía ignorarlo como había estado haciendo últimamente.

-¿Falta algo? Puedo ir a comprarlo.- Dijo de la nada, se preguntó de qué habían estado hablando, enfocado en su rostro se perdió por completo.

-No...- Comenzó a decir Sehun, entonces Dan Bi le dio un disimulado codazo en las costillas y lo miró con ojos bastante incitantes. -Hum, quiero decir... Faltan refrescos, creo, ¿verdad?- Buscó apoyo en los demás que asintieron a la vez sin una palabra.

-En ese caso...- Jongdae se acercó a Minseok para tomarlo de un brazo y tirar de él, este lo vio como si se tratara de un extraterrestre, se supone que ya no se comportaban como amigos, ¿no? -Vamos, levántate, vas a acompañarme.- Le dijo.

-¿Eh?- Frunció el ceño con confusión, pero entonces ya estaba poniéndose de pie y alejándose con él.

Quizás tardaron un poquito de más en hacer las compras, por alguna razón Jongdae se dedicaba a girar alrededor de las góndolas sin más. El mercado estaba cruzando la calle, podían oír los autos pasando a toda velocidad y al mar más allá rompiendo en olas. Se mantuvo de brazos cruzados observándolo con el ceño fruncido.

-¿Qué te pasa?- Le cuestionó. -Estás raro... ¿Por qué me tomaste a mí para venir? Últimamente no hacemos nada juntos.- No recibió respuesta. -¿Por qué te apareciste hasta ahora? Siempre te andas con este tipo de cosas, no lo soporto.

El otro pagó las cosas en silencio, le extendió una de las bolsas que tomó por inercia y salieron. Iba por delante sin decirle absolutamente nada y su nivel de exasperación estaba elevándose peligrosamente.

-¿Estás ignorándome?- Continuó, no iba a callarse sólo porque las cosas fueran incómodas entre ellos, merecía explicaciones. -¿Por qué eres tan crío? Dios, si no se tratara de ti entonces yo...

Jongdae, sin una palabra, lo cogió del cuello de su camiseta y lo arrastró a la fuerza hasta un lugar más apartado donde la luz del supermercado no llegaba, lo lanzó contra la pared y antes de que pudiera reaccionar para protestarle lo tuvo encima con una mano sobre el concreto y un dedo índice sobre sus labios.

-Cállate.- Pronunció lento con unos ojos penetrantes.

Minseok estaba perdiéndose de todo, ¿qué carajo pasaba? Quiso removerse, pero Jongdae lo tenía tan acorralado que no pudo hacerlo sin rozar su cuerpo y elevar la temperatura de su piel en consecuencia. Demonios, no había necesidad de apretarse así contra él para decirle que no hablara, si sabía el mal que eso provocaría en su sistema, ¿por qué lo hacía entonces? Si se trataba de otra tontería de su parte directamente lo golpearía, siendo honestos su pulso estaba temblando como nunca y ya no tenía paciencia.

-¿Me dijiste que me callara?- Chilló para obviar su nerviosismo. -¿Por qué mejor no lo haces... tú...?

Cuando Jongdae comenzó a acercársele perdió la respiración y el hilo de lo que decía por completo, lo siguiente sucedió en cámara lenta. Su cerebro fue rápido y le dijo al instante lo que estaba a punto de pasar, pero no lo comprendía, era como si estuviera reproduciendo ideas en otro idioma o como si hubieran cortado el cable que decodificaba la información que recibía del mundo y le daba sentido.

Cuando lo besó entró en shock.

Las latas de soda cayeron al suelo con un sonido seco al soltar la bolsa, de repente se sintió tan débil y mareado que hasta la fuerza de sus dedos falló. Tenía los labios de Jongdae besándolo con una suavidad criminal y no era capaz de hacer más que mantener los ojos bien abiertos y no parpadear, de repente era un experto en ello. Se separó después de segundos dulcemente interminables y siguió viéndolo como si se tratara de una alucinación sacada de algún vórtice interdimensional.

Es que simplemente no podía ser...

-¿Estás borracho otra vez?- Fue lo primero que dijo, Jongdae frunció ligeramente el ceño, pero parecía divertido. -Oh, ¿entonces te da gracia que esté teniendo una pequeña crisis aquí? No tienes idea de...

Volvió a besarlo, también dejó caer la bolsa y sostuvo su nuca con ambas manos, sus pulgares le acariciaron las mejillas. Minseok tuvo otra corta conmoción, pero creía haber recobrado un poco de sentido, lo supo cuando elevó sus brazos para acariciar sus manos y cerró los ojos para corresponderle. No tenía idea de lo que pasaba por su cabeza, pero carajo, estaba besándolo a consciencia y por puro gusto (creía), él, el chico del cual estaba enamorado. Que alguien le facilitara el secreto para resistirse a algo como eso porque lo estaría necesitando.

Lo mejor fue que cuando Jongdae entendió que por fin estaban coincidiendo lo empujó más contra la pared si es que era posible y abrió sus labios de repente, ahora sentía su deseo de una manera tan cruda que en cualquier momento caería desmayado. No se dejó titubear, si él iba a quitarse las ganas también aprovecharía para saciar las suyas, el mundo entero sabía que estuvo queriéndolo hacer desde hacía meses, por eso se entregó sin importarle lo que pasaría después. El mar seguía invadiendo con su arrullo, encajaba perfecto con el momento, incluso el cielo de un violeta oscuro furioso. Su boca se sentía tan bien, su aroma de siempre tan reconocible lo embriagaba y rodeaba de una forma primorosa.

No necesitaba mucho más, sólo déjenlo junto a este hombre para siempre.

Bueno, quizás respirar, pero Jongdae parecía insaciable porque no se apartó incluso cuando creyó que pasaron minutos enteros. No lo culpaba, tampoco quería dejarlo, estaba adorando como a un dios la presión de su cuerpo, sus manos se sentían perfectas mientras lo sostenían, como si tuvieran la forma de su figura.

Si era un sueño lloraría miserablemente cuando se terminara.

Por fin alejó sus labios con una gran bocanada de aire y se quedaron allí respirando de forma trabajosa en lo que se miraban a los ojos sin parpadear.

-Si sigues hablando te volveré a callar.- Lo amenazó.

-Entonces lo haré todo el rato.

Jongdae resopló una carcajada y le sonrió de una manera tan real y verdadera que su corazón se saltó un latido. Era la primera vez que veía ese tipo de gesto en él, antes sus sonrisas y risas habían sido divertidas o burlonas, ahora parecía francamente feliz. Con tan sólo eso tuvo la certeza de que había vuelto al ruedo; ¿pensabas deshacerte de tus sentimientos? Oh no, señor, toma un beso confuso y apasionado en el callejón al lado del supermercado y una sonrisa preciosa, ¿qué opinas ahora?

Jongdae acarició su brazo por detrás con la yema de sus dedos y le erizó la piel, llegó hasta su palma y lo tomó de la mano con suavidad, se apartó y tiró de él.

-Vamos.

No sabía si reír, ¿debería reírse? ¿Tendría que hostigarlo, llorar o enojarse? Mierda, no comprendía nada, pero estaban cogiéndose de las manos otra vez y ¿eso no era hermoso? Siempre había amado que lo hiciera aun sin pedir su consentimiento, era el pequeño capricho de Jongdae que él permitía porque pues, era Jongdae. Al llegar con sus amigos se soltaron y actuaron como si nada, estos los observaron y se quedaron muy quietos, sus miradas eran indescifrables y se sintió intimidado. No supo si notaron la paz en el semblante de Jongdae o sus ojos llenos de inconfundible brillo.

O quizás estuviesen viendo sus labios hinchados y aclarando sospechas, era una gran posibilidad.

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