XL

Minseok se estaba convirtiendo en un verdadero experto cuando se trataba de enfundar sus sentimientos y fingir que no pasaba nada.

Cada mañana antes de salir de su casa se miraba al espejo y se decía que todo estaba bien, que podía con cualquier cosa, había enfrentado ser tratado y juzgado como un asesino desde que era tan sólo un niño, había estado a punto de rendirse muchas veces; creía poder ser capaz de pasar toda una jornada escolar viendo la cara de Jongdae sin querer echársele encima o largarse a llorar como un chiquillo. Podía, realmente podía, ahora, ¿quería? Porque alejarse de tal manera en verdad le estaba sentando como una patada en el estómago. Odiaba ver cómo la relación más preciosa que había tenido en su vida hasta el momento se desmoronaba de forma tan estúpida, pero era lo que tenían.

Cuando había asimilado la idea de que estaba enamorado de su mejor amigo vaticinó las cosas más horribles y dolorosas; habían pasado momentos de mierda y dolió por un tiempo, pero Jongdae lo había sorprendido en más de una ocasión tomándose el tema de una manera totalmente inimaginable. Al final no había sido para tanto, eso fue lo que pensó hasta la actualidad, efectivamente estaba sufriendo todo lo que antes no. Seguía creyendo que Jongdae tendría que haber sido rotundo desde un principio para ahorrarle tener esperanzas estúpidas, pero no lo juzgaba, todo había sido nuevo para ambos, había hecho lo que podía.

Amaría poder ser así de comprensivo y maduro todo el tiempo, la realidad era que estaba nadando en tristeza por dentro. En más de una ocasión se encontró tirado sobre la cama con la mirada en el espacio cuando lágrimas comenzaron a mojar sus mejillas de la nada, en esos momentos era cuando aceptaba sin cadenas que estaba molesto, se sentía ofendido y en serio quería ir a golpear a Jongdae por ser un imbécil y jugar con su corazón, entonces se limpiaba el rostro, tomaba un gran respiro y se obligaba a seguir adelante como si nada.

Era lo único que podía hacer hasta que ya no quedaran rastros de sus sentimientos... ¿Por qué sentía que eso no pasaría en un largo, largo tiempo?

No quería estar en esa fiesta. No se había vuelto adepto a ellas de la noche a la mañana, seguía odiándolas, pero no quería demostrar en público todo lo destrozado que estaba, no quería que Jongdae lo viera lamentándose por los rincones. Esta vez no era una casa, era una especie de salón alquilado donde había demasiados rostros conocidos y otros que no tanto, lo único similar a lo que recordaba eran los adolescentes haciendo alboroto por todo, la música fuerte y el alcohol a montones. La última vez que había estado en un lugar similar las cosas se habían ido al carajo, esperaba que en esa ocasión la suerte le sonriera por una vez en la vida.

Jongdae estaba con ellos, cumplió con su parte aunque era evidente que detestaba estar allí tanto como él, la diferencia es que no se esforzaba en disimularlo para nada. Lo veía extraño, no mentiría, el chico se veía horrible. De vez en cuando sentía sus ojos sobre sí con insistencia, como si en verdad esperara algo, todavía se preguntaba qué buscaba a esas instancias. Se había vuelto cauteloso alrededor, no era el Jongdae impetuoso y buscapleitos que había conocido, veía como de a poco su llama se apagaba y le dolía el alma, apretaba su pecho, pero no había nada que pudiera hacer a menos que él quisiera cambiar el rumbo de las cosas de una buena vez.

Jongdae estaba atado a su perdición y esta no era más que él mismo y su cerebro traicionero.

Sus amigos hacían un gran esfuerzo por levantarles el ánimo, tenía que admitirlo, estaban trabajando muy duro y en su fuero interno se los agradecía muchísimo, era una de las razones principales por las cuales estaba allí y se obligaba a sonreír. Aceptó todo lo que pusieron en su mano, se rio de algunos comentarios e hizo un par de chistes sardónicos, creía estar cumpliendo bien con ellos. No quería alarmarlos demasiado, lo que pasaba era algo que sólo se curaría con el tiempo, no había mucho que hacer.

Lee Ohn estaba allí naturalmente, lo saludó con la misma alegría de siempre y no tardó en notar que algo ocurría, entonces se lo llevó lejos. Era una chica lista, sabía que no podría hablar con el otro a su lado. Lo cuestionó y con un ligero encogimiento intentó sonar indiferente al relatar cómo Jongdae había rechazado sus sentimientos otra vez y cómo había decidido abandonarlo todo por sentirse frustrado y cansado. Ella había comenzado a protestar, sabía que esa sería su respuesta, le diría que no fuera tonto y que luchara hasta el final, pero por el momento no era lo que deseaba escuchar, no cuando estaba tratando de olvidarlo con tantas fuerzas.

Lee Ohn lo captó al instante, se calló y lo miró con fijeza, entonces le regaló una afectuosa sonrisa y un dulce beso en la mejilla.

-¡No importa!- Restó importancia al tema con un ademán. -¡Aprovechemos esta noche para dejarlo ir todo!

Eso sí le gustaba más.

La vez pasada se había refrenado con el alcohol, pero a esas instancias le importaba poco lo que pudiera llegar a hacer a decir verdad, simplemente quería liberarse y olvidarse del mundo por un ratito, no quería pensar en nada más que no fuera disfrutar sin inhibiciones por una vez. Había sido un estrés constante desde que había entrado a ese instituto, por el momento elegiría no lidiar con nada.

Y eso fue lo que hizo.

Los tragos lo volvieron más alegre, de eso sí era consciente aunque no mucho del resto. Se cruzó con los demás en más de una ocasión, lo recordaba, parecían contentos de verlo divertirse. No volvió a ver a Jongdae. En cierto momento estaba bailando, una parte de sí que todavía conservaba el sentido le dijo que muy probablemente estuviera haciendo el ridículo, pero no le prestó atención, a veces estaba bien hacer el ridículo. De la nada se encontró en una ronda, era un juego extraño y no lo entendió bien, no estaba en condiciones de asimilar ninguna lógica, pero allí estaba metido sin vergüenza alguna. Tenían que beber algo de a pares, cuando uno no lo hacía en el tiempo acordado tenía que besar al otro o algo así.

Todo muy casual.

Cuando llegó su turno le metieron un vaso pequeño entre los dedos, suponía que era algún trago fuerte como soju o algo así. La cosa es que por alguna razón se lo quedó viendo con el ceño fruncido como si no entendiera lo que se debía hacer con una bebida y perdió, alguien lo empujó y de repente estaba en medio frente a una chica guapa de cabello negro que era súper bajita. Como estaba muy borracho y todo había perdido significado desde el trago número cinco, pensó que besarla era una muy buena idea así que sonrió de forma perezosa y atacó sus labios sin necesidad de que lo alentaran como a los demás.

No le insistan a Minseok, él ya metía la pata hasta el fondo por sí solo, sí señor.

Alrededor la gente gritaba y alentaba con emoción, suponía que no era la gran cosa que dos adolescentes se besaran en una fiesta descontrolada, pero así eran los aires dentro de aquel lugar de cabeza. La chica le estaba correspondiendo también, eso era sorpresivo, nunca pensó que alguien quisiera hacerlo. Lee Ohn se había quedado callada ante la escena, se sentía contrariada, no sabía si era lo mejor que Minseok se perdiera hasta ese punto aunque un simple beso no era ningún delito; cuando volteó y vio más allá a Jongdae sobre una tarima observando toda la imagen con un rostro horrorizado supo que las cosas se estaban yendo un poquito al carajo.

Esto no pintaba bien.

Tomó a Minseok de un hombro y lo alejó de la boca de aquella chica, él se despegó con una gran exhalación y otra sonrisa de satisfacción. Intentó decirle que sería mejor parar por el momento, pero no le hizo ni un poco de caso y continuó tonteando por todo el lugar. Era imposible prohibirle algo teniendo en cuenta que era bastante más grande y fuerte que ella, lo comprobó de buena cuenta cuando intentó retenerlo lejos de la mesa de bebidas y falló, así que en consecuencia se mantuvo pegada a su lado procurando que no hiciera ninguna bobería más. Pareció no tener fin hasta que se quebró después de horas cuando la fiesta estaba a punto de acabar y terminó en el baño vomitando de rodillas frente al retrete.

Suspiró con pena mientras acariciaba su espalda. -Ay, Minseok...- Estaba un poco ebria también aunque no tanto para llegar a ese extremo, había dejado de beber para cuidarlo después de todo. -¿Te sientes mejor?

Él jadeó y cuando pareció que iba a hablar oyó otra arcada y allí estaba de nuevo. Estuvo un rato largo con la cara hundida allí, cuando acabó con las nauseas se desplomó contra la pared y hundió su rostro en ambas manos. Lo observó con recato arrodillada a su lado hasta que pareció reaccionar.

-Me siento como la mierda.- Fue lo primero que dijo.

Sonrió un poco a su pesar. -Bueno, creo que te excediste un poquito esta noche.

Entreabrió los dedos para verla. -¿Tú crees?- Dio un profundo suspiro. -¿Ya terminó la fiesta del infierno?- Estiró una mano hacia el papel higiénico.

Ella cortó un pedazo y se lo entregó. -Aún hay música, pero ya se han ido varios. Si te sirve de consuelo hubieron muchas más bajas además de ti, ahora que vomitaste te sentirás mejor.

Resopló, se sentía mareado y un poco atontado, pero sin dudas estaba más lúcido. Pasó el papel sobre su boca para limpiar los restos asquerosos de saliva y cuando lo observó estaba manchado de color rosado. Frunció el ceño y se puso de pie para verse al espejo, Lee Ohn a su lado lo imitó con un rostro inquieto. Alrededor de su boca estaba rosa y cuando pasó los dedos sobre sus labios entendió que se trataba de pintalabios, quedó viendo el papel por largos segundos hasta que abrió los ojos y miró a su amiga con espanto.

-Ah, sí...- Se rio incómoda. -Creo que hiciste un par de cosas que, pues...

-Mi Dios.- Cerró los ojos al posar una mano sobre su frente. -Soy un desastre, en serio.- Abrió el grifo y se limpió bien la cara, luego hizo buches con el agua para sacarse aquel sabor repugnante a vómito.

-No es así, no seas duro contigo mismo.

La encaró con ojos cansados. -Dime una persona más patética que yo, por favor, espero sentado.

-Todos tenemos algo de patético, sin sentido del humor estaríamos perdidos.

Minseok sólo suspiró. -Por favor, dime que no hice ninguna estupidez más grande.

-¿Minseok?- La puerta se abrió de improviso y el rostro inquieto de Sei apareció. Les dio un fugaz vistazo. -¿Puedes venir? Creo que tenemos un problema.

Quiso gemir de agonía, no podía imaginar qué estaría pasando exactamente, pero si le concernía no podía ser nada bueno, no sabía si estaba listo para atestiguar los destrozos de la noche que pasó. Cuando salieron del baño el lugar se sentía caluroso y sofocante después de albergar a una buena cantidad de jóvenes moviéndose sin parar de un lado a otro, sentía la extrema necesidad de correr hacia afuera y dar una gran exhalación de aire fresco con urgencia, sin embargo algo mucho más apremiante llamó su atención: Jongdae estaba parado tambaleante sobre una tarima vociferando incoherencias a los gritos sobre la creación de una utopía y el vaticinio de un futuro terrible y doloroso. Entrecerró los ojos.

-Está muy borracho.- Señaló lo obvio.

-Está imposible. A mitad de la noche se puso a tomar sin parar y aunque intentamos frenarlo se nos escapaba.- Suspiró Sei Ah, entonces lo miró. -Te nombró a ti y a un beso en más de una ocasión.

Posó dos dedos en cada una de sus sienes y cerró los ojos con el ceño fruncido. -¿Estás hablándome en serio, Sei?

Se encogió. -¿Tiene sentido?

-Lo tiene.- Gruñó.

Lee Ohn hizo una mueca. -Tendrías que ir a hablar con él, ¿creo?

Jongdae estaba metido de lleno en su monólogo sin sentido, ya casi no quedaba gente alrededor y los pocos que había estaban concentrados en intentar contener su vómito. Se acercó a él con cuidado, si había visto eso podía pasar cualquier cosa.

-¡Kirk y Uhura tienen sentido ahora!- Gritaba con los brazos extendidos, parecía hablar consigo mismo. -¡Cuán épico habrá sido en su momento...!- Dejó la frase en el aire cuando por fin lo visualizó, entonces abrió los ojos enormes y lo señaló. -¡Tú!

Saltó desde donde estaba y Minseok extendió sus brazos por inercia, las chicas atrás cubrieron sus bocas con una mano, de milagro no se rompió ningún hueso y había que admitir que incluso ebrio tenía un gran equilibrio. Lo tomó del cuello de su camisa y lo acercó peligrosamente a su rostro, las puntas de sus narices se rozaron, pero sólo podía concentrarse en su mirada rencorosa enfocándolo con intensidad.

-Cachetón infiel.

Frunció el ceño. -Estás muy mal, amigo.- Se lo quitó de encima y lo señaló a modo de advertencia. -Compórtate, imbécil, no digas tonterías.

Jongdae irguió su espalda con una mirada altanera aunque el balanceo de su cuerpo y sus ojos entornados le quitaban seriedad, quiso decir algo, pero hipó en medio.

-Eres malo.- Balbuceó con torpeza, entonces dio un par de pasos en su dirección y se tropezó cayendo encima suyo, Minseok lo cogió por inercia. -Si tanto te gustaba, ¿cómo me hiciste a un lado tan fácil?- Lo escuchó murmurar sobre su hombro. -Tú vas por ahí divirtiéndote y besando chicas, yo ni siquiera dejo de...- Lo siguiente que dijo fue completamente inentendible.

Minseok suspiró y cerró sus ojos con fuerza, Jongdae estaba siendo un idiota egoísta como siempre, odiaba que fuera tan malnacido, lo odiaba con toda su alma porque era el ser más débil del universo y pequeñeces como esas lo destrozaban. Cogió sus brazos y lo alejó con más suavidad.

-Hay que llevarte a casa.

El otro se mecía hacia todos lados mientras lo miraba a los ojos. -Haz lo que quieras conmigo, ya no me importa.

Suspiró con cansancio y se giró hacia las otras dos con una mirada suplicante.

-Dan Bi se fue hace horas, se sentía mal. Sehun desapareció con el presidente escolar y yo debo irme si no quiero enfurecer todavía más a mis padres.- Explicó rápidamente Sei.

Miró a Lee Ohn entonces, esta pegó un respingo y alzó ambas manos.

-No puedo hacerlo, ya sabes, por todo lo que pasó y eso...- Se desentendió con la misma rapidez.

Vio hacia el cielo con un gruñido gutural y pidió a todos los dioses y santos que lo ayudaran porque era evidente que sus amigos no lo harían. Jongdae parecía estar a punto de dormirse y era algo bueno porque no deseaba para nada tener que lidiar con él todo el camino a casa, así que aprovechó a cargarlo y llevárselo afuera para tomar un taxi o algo así. Las chicas los vieron alejarse en silencio.

Lee Ohn vio de reojo a Sei. -Eres una vil mentirosa.

Esta se encogió con un pequeño bostezo. -Con suerte Jongdae le dirá borracho todo lo que no puede decirle sobrio.

Mientras esperaban al transporte en la esquina Minseok exprimió su cerebro considerando la idea de subirlo al auto, darle la dirección al chofer y dejar que se fuera, sin embargo le trastornaba la idea de que se hiciera daño solo o que cometiera alguna estupidez al entrar a su casa y que sus padres lo descubrieran, además Jongdae lo tenía apresado sosteniendo su abrigo con una fuerza sobrehumana, no había podido quitárselo de encima ni un segundo. Lo metió dentro del taxi con muy poca delicadeza a decir verdad, cayó en el hueco entre los dos asientos y estaba tan inconsciente que siguió allí como si nada. Se sentó a su lado con la mirada extrañada del taxista sobre ellos.

Le sonrió. -No se preocupe, le encanta viajar allí.

Tuvo que rebuscar en sus bolsillos para encontrar la llave de su puerta, cuando llegaron estaba más o menos despierto así que pudo hacerlo entrar sin muchos problemas. Lo sentó sobre el escalón del recibidor y le quitó los zapatos mientras todavía se balanceaba como un títere, luego se ocultó detrás de la pared e inspeccionó que nadie estuviera despierto. Pegó un salto cuando sintió que le rodeaban la cintura desde atrás de forma apretada.

-¿Qué haces?- Le susurró con el corazón en la boca.

Jongdae gruñó como un niño y fregó una mejilla contra su nuca. -No hagamos mucho ruido.

Chasqueó la lengua y se deshizo de sus brazos para girarse a verlo con el rostro rojo de vergüenza. -¿Qué demonios estás diciendo?

Él sólo se rio de su propia broma como un idiota y avanzó solo hacia su habitación, chocó contra una pequeña mesa decorativa y corrió para impedir que destruyera su hogar intentando caminar como una persona normal. Lo echó sobre su cama con un poco de dificultad, lidiar con un peso semimuerto era demasiado complicado. Se sentó a su lado y lo observó allí tirado balbuceando cosas inentendibles con los ojos cerrados e hipando de forma graciosa, sonrió divertido a su pesar y le quitó el abrigo. Sintió un par de dedos deslizándose sobre su boca suavemente mientras lo arropada con la cobija y se encontró de lleno con sus ojos opacos de párpados entornados.

-¿Tienes los labios rosados por besar a esa chica?- Le preguntó de la nada.

Minseok apartó su mano y suspiró. -Olvídate de eso, ¿sí? Fue una tontería, estaba borracho y no pensaba con sentido.- Le frunció el ceño con preocupación, en verdad deseaba que olvidara por completo ese incidente. -No le des importancia.

Jongdae lo miraba desde abajo de forma perdida, parecía prestarle mucha atención aunque en su estado era imposible saberlo con certeza. Humedeció sus labios y la luz tenue del amanecer filtrándose por la ventana los hizo ver brillantes.

-Si hubiera estado yo en su lugar, ¿me habrías besado?

Minseok creyó haber tardado una eternidad en responderle algo, ¿de dónde venía esa pregunta peligrosamente engañosa? Había logrado como un campeón recostarlo sobre su cama sin perder la razón y ahora él lo mandaba todo al carajo con esos comentarios que no venían al caso. ¿Qué si se había liado con una muchacha? A Jongdae no debería importarle una mierda, ¿a qué estaba jugando? Detestaba que el palpitar de su corazón retumbara en sus oídos de forma dramática, detestaba estar sufriendo y reteniéndose con todas sus fuerzas por este tipo.

Dios, odiaba quererlo tanto.

-No.- Le contestó. -De ninguna manera lo hubiera hecho.

Estaba saturado por completo, sin una palabra más quiso retirarse, pero Jongdae alcanzó a cogerlo del brazo e impidió que se levantara.

-¿Por qué?- Le cuestionó, en esa ocasión su voz fue clara.

Le frunció el ceño. -Porque te respeto. ¿No fuiste tú quien dijo que estaba harto de mis tonterías? Nunca haría nada que te lastimara, Jongdae.- Su garganta se cerró y maldijo por dentro. -Lo que menos quiero es ser un problema para ti, tú tampoco lo quieres así, por eso para ya con esto y déjame ir.- Forcejeó para que lo soltara, pero era imposible.

Jongdae se cubrió los ojos con el otro antebrazo y su manzana de Adán subió y bajó con dificultad mientras trataba de pasar saliva.

-¿Y si te pido que lo hagas ahora?

Ahogó una gran exhalación y lo miró con pánico, tenía que salir de allí o de otra manera... -Te acabo de decir que no, ¿no me escuchaste?- Gruñó mientras intentaba quitar su mano, al parecer Jongdae tenía más fuerza estando borracho.

Se sentó repentinamente sobre el colchón y estuvieron muchísimo más cerca el uno del otro, su agarre se movió se su muñeca a su mano para rodearlo de forma más delicada.

-¿Por favor?- Le pidió en un susurro.

-Estás borracho, no juegues conmigo, maldición.- Protestó. -Si yo...- Dejó de forcejear al sentirse débil y estúpido y agachó su rostro. -Mañana cuando el efecto del alcohol se pase te arrepentirás de esto, no tiene sentido que haga algo así cuando volverás a romper mi corazón como si fuera nada.

Hubo varios segundos de un silencio frío, cuando Jongdae entreabrió sus labios para decir algo se escucharon varios pasos no muy lejos.

-Sh.- Minseok cubrió su boca con una mano y lo acostó a la fuerza sobre la cama otra vez. Miró hacia la puerta semiabierta mientras aún se oía un carraspeo y más pasos. -Si tus padres te ven así te lamentarás por siempre.- Le susurró.

Con el pasar tortuoso del tiempo ya no se oyó más nada y suspiró con alivio, sólo entonces notó con extrañeza que su palma estaba húmeda y volteó con el ceño fruncido para verlo con sus ojos cerrados y las pestañas mojadas, descubrió su boca y vislumbró sus mejillas igual de empapadas. Algo dentro se resquebrajó de tal manera que le causó un dolor agudo terrible, acompasó su respiración para calmarse y se lo quedó viendo un rato largo, se había quedado dormido por fin.

-A los dos nos hiere, idiota.- Le susurró, entonces depositó un pequeño beso en su frente. -Lo sé.

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