VI

Al día siguiente todo comenzó.

Cuando Minseok fue en busca de su almuerzo empacado en casa no lo encontró dentro de su mochila; por un momento se cuestionó si lo había olvidado o no, quizás se hubiera despistado. Como ya no comía en la cafetería ni se acercaba a esta traía su comida para no tener que comprar, cada noche cocinaba para ahorrar el trabajo a sus padres y por las mañanas rellenaba la caja de almuerzo con cuidado. Siempre le había gustado cocinar, de vez en cuando se encargaba de la cena, sería una lástima que se lo hubiera olvidado, había estado ansioso por probar cómo le habían quedado los rollos de huevo.

Estuvo bastante confundido hasta que oyó un estruendoso golpe y algunos chillidos provenir del pasillo. Cuando salió vio toda su comida desparramada por el suelo y su caja de almuerzo volcada y rota a un costado.

Tendría que haberlo imaginado.

Se acercó con ambas manos en las caderas, algunos estudiantes rodeaban la escena con expresiones atónitas, intercalaron miradas del almuerzo embarrado en el piso a él con confusión. De mientras suspiró, temiéndose que aquel era el comienzo de una indudable serie de acosos agresivos. Hizo un perímetro de los presentes y no discernió a nadie de la mesa popular, habrían escapado.

Notó que Ice Queen estaba más allá de cuclillas, viendo la caja donde el almuerzo había morado alguna vez. ¿Habría tenido algo que ver en ello? Le regaló una mirada desde allí, cosa que le hizo tragar saliva de forma audible; esos ojos gélidos y firmes podían reducir a escombros la impetuosidad de cualquiera, dudaba que existiera alguien que se le impusiera. Recogió la caja y la parte que se había roto y se puso de pie, sin una palabra se la extendió y luego se dio media vuelta y se fue.

¿Esa había sido una muestra de simpatía? Como sea, ella no había sido, estaba seguro.

-¿Qué sucedió aquí?- Preguntó una profesora que pasaba por allí.

-Ah...- Minseok negó quedamente. -He tirado mi almuerzo por accidente.- De todas formas no tenía sentido decir que lo había hecho alguien más cuando nadie lo había visto.

-Tendrás que ir al armario del conserje y arreglarlo.- Dijo lo obvio.

-Sí... Lo siento.

Después de pedir las llaves en la sala de maestros cogió las cosas de limpieza y arregló el desastre que habían provocado con aquella horrible broma. Debería sentirse intimidado, triste, enojado o lo que sea, pero en su lugar la impasibilidad reinaba. Había optado hacía tiempo por no sentir nada, de esa manera sobrellevar la vida era mucho más fácil. Sólo aceptaba lo que venía, otra escuela de descarte más. Pronto ningún instituto de Seúl le serviría o quedaría sin ser probado, se le acababan las opciones. De todos modos sólo le quedaban dos años y todo terminaría.

Eso esperaba.

Cuando acabó el estómago vacío seguía haciéndole ruido y llegó a la conclusión de que necesitaba comida para seguir funcionando, sino moriría. No le quedaba más que escabullirse en la cafetería y coger algo. Revisó por su billetera, afortunadamente no se la habían robado también, arrojó a la basura los pedazos de la caja de almuerzo y se fue.

Cuando ingresó lo hizo con sigilo, procurando no hacerse notar para no causar revuelo. Tomó rápidamente una charola y se puso en la fila, algo encorvado y cabizbajo para que no percibieran su presencia. No había muchas personas delante puesto que ya había pasado gran parte de la hora, pero la espera parecía eterna. ¡Sólo tenían que elegir un jodido menú!

Tendrían que haberse apurado porque cuando tan sólo faltaban dos personas alguien tuvo la grandiosa idea de tirarle refresco encima y el frío del líquido le hizo ahogar una respiración. Cuando volteó con ojos enormes vio a un par de muchachas acompañadas por un chico, lo veían con sonrisas jocosas y una de ellas sostenía un vaso descartable vacío en su mano. Exclamaron un poco sentido "¡lo siento!" y se fueron. Enseñó los dientes y vio su camisa y el suéter, parte del uniforme, cubiertos por pegajoso jugo de uva, la blancura estaba tiñéndose de morado. De todas formas se dio la vuelta e ignoró el asunto, no iban a impedir que consiguiera su almuerzo, maldita sea.

Lo único que les faltaba era dejarlo sin comer.

Cuando por fin compró encaró la salida como caballo con anteojeras procurando largarse de aquel infierno, sin embargo y al ir sin ver a nadie, no pudo esquivar al idiota que le dio un codazo y lo empujó haciéndole perder el equilibro, no cayó ni botó nada de la charola por suerte, pero no acababa ahí porque hubo otro por delante que puso un pie en su camino para hacerlo tropezar, y lo logró... Por poco.

Para Minseok pasó en cámara lenta.

Cerró los ojos, sintiendo inminente la humillante caída y sabiendo que volvería a desperdiciar comida valiosa. Su mente estaba llena de pensamientos horribles sobre como de injusto era todo, sobre como su vida era una verdadera porquería y que ya no lo podía soportar, pero el impacto nunca llegó... No cayó. O mejor dicho no lo dejaron caer. Abrió los ojos con sorpresa cuando sintió cómo le rodeaban la cintura con un brazo seguro impidiendo que su cuerpo azotara el suelo. Su comida quedó a salvo, no escuchó nada alrededor, sólo era consciente de la calidez de aquella extremidad conteniéndolo.

Volteó el rostro a la derecha y su nariz rozó la sedosidad de un cabello color castaño, un aroma masculino y raro le invadió los sentidos ante semejante cercanía. Lo vieron de soslayo y abrió los ojos como platos.

-Estúpido.- Le susurraron.

Lo soltaron dejándolo a salvo y vio con la misma estupefacción como el chico sin nombre se ponía por delante y encaraba a los idiotas que acababan de molestarlo.

-Todos ustedes,- Los señaló con una mirada altiva. -Tienen un serio complejo de inseguridad.- Los sobró antes de voltear. -Y está completamente justificado.

Se posicionó con la misma mirada arrogante frente a un Minseok callado por los nervios e igual de pasmado que antes. Alzó una mano y lo golpeó en la frente con fuerza para hacerle reaccionar.

-Y tú eres un tonto influenciable y débil.- Terció antes de alejarse.

Se quedó clavado en el lugar sintiendo que su frente dolía, pero sin importarle mucho en realidad porque su cabeza estaba ocupada en intentar encontrarle sentido a lo que sea que acababa de suceder. Olvidó su uniforme manchado y húmedo y el almuerzo que todavía sostenía en las manos. No notó cuando todos alrededor volvieron a sus asuntos ni cuando su compañero de trabajo se dio la vuelta para verlo y chasqueó la lengua con exasperación.

-¿Qué haces?- Le espetó brusco cuando volvió a su lado.

Minseok lo miró sin poder emitir palabras y parpadeó un par de veces, él volvió a producir un sonido hastiado.

-¿Quieres comer con nosotros?- Preguntó de manera forzada, incluso su cuello se notaba tenso.

Bien, aquella situación se estaba volviendo cada vez más surrealista. Entreabrió los labios resecos y meneó la cabeza un tanto.

-Yo...

Considerando que seguía en la estratosfera, el chico le arrebató la charola y lo tomó de una mano haciendo que su cerebro volase al ciberespacio. Sin una palabra tironeó y lo llevó con él, Minseok sólo podía observar su espalda con la garganta seca y los ojos temblorosos. Llegaron a una mesa un tanto apartada en donde sólo había una persona sentada.

Yoo Dan Bi.

Había estado leyendo una revista cuando llegaron por lo que no notó su presencia hasta que se sentó a su lado y el otro le entregó la bandeja que se había servido. Abrió aquellos ojos tan bonitos con sorpresa cuando lo vio y luego miró a su amigo, sentado delante de ella con su propia comida.

-Ni un solo comentario.- Advirtió este con los dientes apretados.

Dan Bi, de forma inesperada, sonrió. -Yo no...

-Nada.

Alzó ambas manos. -Lo que digas.- Se giró hacia Minseok extrañamente regocijada, él mientras tanto la miraba como quien acaba de encontrarse con una alienígena. -¿Qué tenemos aquí?

-Es Kim Minseok.- Respondió el otro por él.

-¿Kim Minseok ssi?- Ladeó su rostro y fue todavía más linda. -¿Es así?

Aclaró su garganta y se obligó a hacer algo. -Sí.

-¿Comerás con nosotros hoy?- Su voz era tan amable y suave que lo incitaba a dormir una siesta. -Eso es genial, espero que estés cómodo.

Asintió. -No creo que sea de otra manera.- Balbuceó con torpeza.

-Soy Dan Bi por cierto.

-Lo sé.- Tosió un poco, ella lo vio con curiosidad y su compañero le frunció el ceño.

-¿Cómo lo sabes?- Cuestionó él.

-Sólo... Ella es bastante popular y entonces...- La miró y Dan Bi le sonrió, así que se relajó.

El otro metió un bocado de comida a su boca haciendo uso de una sonrisa irónica. -Al parecer sabes bastante sobre la gente "popular" ¿eh?

Frunció el ceño ante el comentario sarcástico. -¿Es en serio?

-Sip.

Puso los ojos en blanco justo cuando Dan Bi se fijaba en su uniforme arruinado.

-Oh, no.- Terció con pena. -¿Qué te ha pasado?

-Jugaba con sus amigos.

Volvió a enfocar con molestia al idiota que se mantenía leyendo un libro sin mirarlo. Relajó la expresión cuando sintió una tela suave sobre la mejilla y giró para ver cómo Dan Bi intentaba secarlo con un pañuelo. El gesto le pareció tanto tierno como sorpresivo, ¿qué tan linda y dulce podía ser una persona?

-Perdónalo.- Le susurró. -Es un poco duro, pero sólo porque no sabe cómo acercarse a los demás.

-Yo lo veo más rencoroso.- Murmuró.

Ella le sonrió. -Puede ser, pero ahora mismo estás sentado aquí, ¿no?

Tenía un punto.

-Jong,- Se separó para verlo. -¿Tienes alguna camisa de más para Minseok ssi?

Jong... -O-oye,- Lo llamó con incomodidad, las cosas entre ellos eran raras. -¿Puedo saber cómo te llamas?

Lo vio con incredulidad. -Yah... Llevas semanas en clases conmigo, ¿y aún no sabes cómo me llamo?

Le sonrió de forma trémula. -Pues...

-Eres increíble.- Negó y retomó la lectura. -Soy Kim Jongdae. Y que no se te olvide... Pobre ingenuo.

-Óyeme...

-¡Jong!- Intervino Dan Bi. -¿Tienes la camisa?

Este asintió con indiferencia. -Está en mi casillero.

-Bien.- Volvió a ver a Minseok con una sonrisa. -¿Vamos a buscarla?

-Ah... Pero es su casillero.

Dan Bi parpadeó. -¿Y? Sé su clave, vamos.

Ella se puso de pie, pero él se quedó donde estaba. Los vio a ambos con recelo, sabía que antes había estado seguro respecto a la amistad que mantenían, pero era extraño que Dan Bi supiera su clave y Kim Imbécil Arrogante Jongdae le dejara hurgar en sus cosas como si nada y con toda la confianza del mundo.

-¿Ustedes dos... son...?

Ellos lo miraron con cejas arqueadas en señal de intriga, al cabo de un momento entendieron a qué se refería. Dan Bi rio un poco y Jongdae resopló.

-No es así.- Dijo ella. -Somos muy buenos amigos.

-Desde el jardín de niños.- Aclaró él.

-¿Verdad?- Le sonrió Dan Bi con cariño.

Minseok vio por primera vez a Kim Jongdae suavizar su expresión al mirarla.

-Hay tontos en el camino tras él, ten cuidado.

-Claro, dulzura.- Contestó por ella.

Jongdae cambió su rostro tierno por uno lleno de repulsión hacia él.

-Lárgate.

-Sí, señor.

Lo oyó gruñir, pero no le contestó de vuelta. Siguió a la enorme mata de cabello color caramelo que era el cuerpo de Dan Bi oculto tras ella, demasiado pequeña. Lo hizo en silencio porque, la verdad, no tenía ni idea de qué decir. Ni siquiera sabía muy bien lo que estaba pasando en realidad. Al parecer un par de amigos se apiadaron de su insignificante existencia y lo invitaron a comer juntos, más allá de que no lo conocían y de que su reputación era, bien sabida, horrible. Era extraño y no lo comprendía, pero se sentía... Bien. No como cuando Lee Ohn lo hizo sentar en la mesa popular, eso fue bastante incómodo más allá de la emoción, esto se sentía mucho más adecuado.

Como más "su sitio", si es que tenía algún sentido.

No estaban bromeando, Dan Bi en verdad puso la clave en el casillero de Jongdae y la puerta cedió. Rebuscó en él como si fuera de ella, haciendo algún comentario trivial sobre la suerte que tenía de que su amigo fuera tan ordenado porque de otra manera no habrían encontrado jamás el cambio de ropa. Al final exclamó un "¡aquí!" y le extendió una camisa blanca que tomó con cautela.

-¿Está bien esto?- Murmuró, era la ropa de una persona a la cual no le caía muy bien después de todo.

-¿Lo dices por Jong? Oh, no te preocupes por él.- Terció con un movimiento de su mano. -No tiene problemas. Puede parecer que le caes mal, pero es más una forma segura de acercarse a ti.

Le arqueó una ceja. -¿Él quiere acercarse a mí?- Fue incrédulo tanto como irónico.

Dan Bi rio, un sonido demasiado contagioso. ¿Acaso todo en ella era bonito?

-No lo conoces tanto como yo, Minseok ssi.

-Minseok.- Aclaró con un carraspeo. -Puedes llamarme por mi nombre nada más, tenemos la misma edad.

-Cierto. Entonces sólo seré Dan Bi para ti, ¿está bien?

Cuando asintió sonó el timbre que indicaba que el almuerzo había terminado. Vieron hacia arriba ante el sonido y no pudo evitar largar un taco entre dientes, al final no había podido comer nada y había desperdiciado más dinero en vano.

-Ve a cambiarte rápido.- Apremió. -Le diré al profesor que tuviste un accidente y que por eso llegas tarde. Creo que te quedará bien porque son casi de la misma talla.- Ladeó su rostro, examinándolo. -Nos vemos.- Le despidió rápido y sonriente mientras se alejaba.

Minseok corrió al baño y dentro del cubículo se sacó la ropa, hizo un rictus cuando tuvo que despegársela de la piel debido a lo pegajosa que había quedado. En serio, ¿con qué hacían los jugos? El aroma artificial a uva fue intercambiado por el perfume de Kim Jongdae, el idiota altanero que no sabía de buenos modos... Y que sin embargo lo había salvado. Reconocía el olor porque más temprano había estado tan cerca de él que pudo percibirlo. Tomó el cuello de la camisa impregnada con ambas manos y se la llevó al rostro, repitiendo en su memoria el momento exacto en el cual había aparecido en escena para extenderle una mano y no dejarlo a la deriva, sumergiéndose en las aguas turbias de un lago de desesperación, saliendo empapado de degradaciones y deseos de muerte.

Había sido bastante cool, tenía que aceptarlo.

Carraspeando con las mejillas un tanto encendidas por estar siendo tan ridículo dentro del cubículo del baño de la escuela, se acomodó la prenda y notó le quedaba bastante bien, eran de la misma talla, pero ahora cada vez que percibiera ese aroma no podría evitar recordar lo feliz que le hizo que no le permitieran caer frente a todos, y le avergonzaba y molestaba en partes iguales.

Daba igual, el idiota de Kim no lo sabría nunca.

Cuando llegó al salón la profesora le dio una aguda mirada tras sus lentes de montura de metal, pero no le dijo nada. Yoo Dan Bi le dio un guiño desde su asiento y él gesticuló un "gracias" de camino a su escritorio. Cuando hubo tomado asiento con un suspiro la mayor se volteó para continuar con su explicación y Jongdae, sentado dos bancos más adelante, giró para llamarlo.

-Oye, adulador fácil.- Susurró.

Minseok no le contestó, en su lugar sólo intentó perforarle el cráneo con una mirada penetrante y llena de odio, pero no pudo. Mala suerte, en la próxima sería.

-Toma.- Le extendió algo.

Frunció el ceño, pero se apresuró a cogerlo antes de que la docente se diera cuenta, murmurando una disculpa a los chicos a través de los cuales tuvo que extender una mano para hacerlo. Cuando lo dejó sobre la mesa se dio cuenta de que era un pañuelo celeste bordado con flores guardando algo. Aún más confuso se dispuso a deshacer el nudo para ver dentro y se quedó un tanto petrificado al discernir un pequeño muffin de vainilla y una cajita de zumo. Alzó la vista hacia Jongdae de nuevo.

-Dan Bi quiso darte lo que quedó de su almuerzo ya que no comiste.- Explicó cortamente y luego se dio la vuelta.

Minseok enfocó rápidamente el lugar en el que ella se encontraba, al frente del todo en la fila de al lado, lejos. Los había estado viendo y le regalo una sonrisa seguido de un signo "V" con los dedos de su mano. Él no pudo sostenerle la mirada o enseñarle otro gesto amigable en respuesta, sólo se volvió cabizbajo porque el nudo que tenía en la garganta amenazaba con ahogarlo y quitarle el aliento.

¿Por qué quería llorar?

Al otro día estuvo escondiéndose toda la mañana.

No supo bien la razón. Era en parte para que los abusadores no lo encontraran y le jugaran "bromas", pero también se debía a Kim Jongdae y Yoo Dan Bi. Sabía que debía agradecerles de forma correcta, también tenía la camisa del otro lavada y planchada en el fondo de su mochila (la cual había llevado a cuestas por prevención todo el rato), tenía que devolvérsela, pero enfrentarlos le daba miedo. El día anterior se había sentido tan raro por sus gestos amables que no sabía cómo demonios reaccionar.

Nadie nunca lo había tratado así de bien sin conocerlo de nada... Y ya puestos, conociéndolo tampoco.

La jornada pasó en un respiro por fortuna y cuando llegó el almuerzo tomó su nueva caja de comida empacada y, por mera costumbre, se dirigió al baño. Titubeó un segundo en la puerta considerando si debía encontrar otro lugar para esconderse, pero los balbuceos hacia su persona cada que pasaba por algún lugar concurrido le quemaban la piel y le hacían odiarse todavía más.

-Tonto.

Volteó sobresaltado cuando oyó la voz de Jongdae por detrás, lo encontró con ambas manos sobre las caderas mientras lo veía con el ceño fruncido y su rostro ladeado.

-¿Qué estás haciendo?

Titubeó y vio hacia la puerta con nerviosismo. Jongdae relajó el entrecejo y alzó una ceja en su lugar.

-No me digas...

Escuchó una pequeña carcajada y se lo encontró cubriéndose la boca con una mano.

-¿Comes en el baño? Eso es demasiado hasta para ti.

Minseok estaba a un segundo de molerse las muelas de lo fuerte que tenía apretada la mandíbula. Quería decirle muchas cosas, pero nada le salía por alguna extraña razón. Sabía que él tenía razón, aquello era tanto ridículo como patético, pero ¿qué más le quedaba? Este tipo no debería reír tan fácilmente por cosas que para otros eran serias.

Sin enterarse de nada, Jongdae se adelantó y sin una palabra más volvió a tomarlo de la mano para llevárselo consigo. Minseok sintió las mejillas prendidas fuego, pero no protestó mientras era arrastrado.

-¿Qué...?

-Dan Bi estaba insoportable porque no te encontraba.- Le dijo de forma casual. -Quería que vengas a la mesa otra vez.

Minseok tragó con dificultad. -N-no... No necesitas hacer esto, ¿sabes?- Murmuró igual de nervioso refiriéndose a aquella mano rodeándolo de una forma tan inusualmente cercana. -Puedo caminar solo.

-¿Ah sí?- Iba por delante y no lo veía, pero tampoco aflojó su agarre. -Y sin embargo siento que si no lo hacemos así en la primera correrás a esconderte bajo alguna mesa como un cobarde.

Se mordió el labio con tanta fuerza que amenazó con herirse, pero no dijo más nada. No entendía a este hombre, no lograba adivinar si era una pésima o una buena persona. En la mesa Dan Bi alejó la mirada de su almuerzo para sonreírle con una alegría que le apresó el corazón y acrecentó el nudo en su garganta.

-Te había ido a buscar, pero Jong me dijo que lo haría él mismo.

Eso le valió una vistazo curioso. Jongdae aclaró la garganta con el ceño fruncido mientras se sentaba frente a Dan Bi.

-No es eso, sólo quería que te quedaras sentada y almorzaras tranquila.- Gruñó.

-Claro, nunca dije lo contrario.- Alegó ella con algo de travesura.

-Ustedes en serio parecen una pareja.- Murmuró Minseok.

-¿Ella y yo? Eso me suena hasta ridículo.- Dijo Jongdae sorbiendo una cucharada del caldo de su sopa. Luego miró a su amiga con una pequeña sonrisa. -No por ti, Bi, tú eres hermosa.- Ella le sonrió con simpatía, él pareció un tanto extraño luego. -Además, Dan Bi ya tiene a su media naranja dando vueltas por ahí.- Murmuró.

-Eh...- Ella pareció muy avergonzada con sus mejillas sonrojadas. -Estás equivocado, no sé de qué hablas.

Tomó dos mechones grandes de su espeso cabello y los cruzó sobre su rostro rojo para ocultarse. Minseok quiso suspirar... Tan linda. Aunque estaba negándolo, era obviamente feliz sobre el asunto. Repentinamente ambos se giraron hacia él y no pudo evitar volverse cabizbajo, mantenía las manos sobre su regazo y apretando con fuerza la tela de su pantalón.

-¿Minseok?- Habló la voz dulce de Dan Bi. -¿Por qué no comes?

No dijo nada y apretó los puños con más fuerza. Jongdae sólo comía por su lado, parecía no importarle nada, pero sus vistazos de reojo hacia él no podían pasar desapercibidos.

-¿Estás bien?- Ella pareció preocupada, tristeza en la inflexión de su voz.

Los enfocó con muchísima confusión y miedo, los ojos le picaban y no sabía muy bien la razón.

-¿Por qué me invitaron otra vez?- Cuestionó en un gemido lasmitero. -¿No saben lo que se dice sobre mí?

Jongdae y Dan Bi se dieron una mirada antes de asentir a la misma vez.

-Lo sabemos.

Eso exaltó su corazón a niveles impensados. Lo sabían, bien, ¿entonces por qué? ¿Qué significaba todo aquello? No los entendía, quería salir corriendo para esconderse en el cubículo del baño otra vez. Lo que estaba sintiendo le daba miedo. Quizás querían bromear de su situación como los demás, buscaban experimentar con el muchacho oscuro y solitario.

-¿Por qué?- Cuestionó sin aliento. -¿Por qué?

Era probable que su imagen en ese momento fuera deplorable en lo que el ataque de pánico se extendía por sus nervios porque el par lo miró como si su cabeza estuviera a punto de explotar. Dan Bi posó una mano tranquilizante sobre su brazo sobresaltándolo un poco.

-A Jong y a mí nos da igual, Minseok.- Le aseguró con suavidad para no asustarlo aún más. -De hecho, ni siquiera lo creemos.

La vio con los ojos desorbitados. -¿Cómo lo saben?

-Primero que todo,- Se adelantó Jongdae en escena, su mirada altiva como si estuviera dando una clase al explicar. -Los rumores son siempre eso, rumores, nunca son cien por ciento reales.

-Pero es verdad.- Susurró Minseok, viéndolos de forma perturbada. Al final dijo en voz alta algo que por años ignoró a propósito: -Yo maté a alguien.

Cerró los ojos cuando respiró de forma errática, porque no quería ver sus expresiones cuando lo pusiera en otras palabras.

-Soy un asesino.

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