V

-Nos gustaría que Kim Minseok goon serializara el manhwa en nuestra editorial.

Esa fue toda una sorpresa. Su rostro lo debió haber demostrado porque el jefe de edición y el dueño de Silyeog, la revista interesada en su trabajo, le sonrieron con simpatía después de aquella frase. Hacía tiempo que se dedicaba a ilustrar portadas de revistas pequeñas y tarjetas para eventos, cuando había recibido la carta de propuesta no había podido creerlo. De hecho, aun cuando la reunión había sido concertada y estaban allí, seguía sin caer en cuenta de lo que semejante cosa significaba.

Tomó clases de dibujo y arte desde pequeño, sus padres le habían dado a elegir una actividad para distenderse y, como siempre había amado la animación, había optado por ello. Al final resultó ser que tenía un talento innato. Se volvió cada vez mejor y en la actualidad ganaba algo de dinero ilustrando aunque no fuera muy conocido.

Jamás pensó que la suerte le tocara tan pronto.

-Leímos tu guión.- Prosiguió el editor. -Nos gustaría trabajar en él. Imaginarlo cobrando vida a través de tu arte nos entusiasma.

Wow...

-¿Será un proyecto de tiempo completo?- Ahora le tocó a su madre intervenir. Como era menor edad siempre lo acompañaba a las reuniones importantes. -Él aún es un estudiante.

-Tuvimos en cuenta eso.- Habló el dueño. -También la falta de experiencia de Minseok goon, por eso consideramos que una historia de dos volúmenes o tres sería ideal.- Se dirigió a él. -La entrega consistiría en un capítulo por mes, ya nos dirás tú si podrás lidiar con los plazos.

Minseok aclaró la garganta, estaba tan nervioso que no había podido pronunciar nada hasta al momento.

-Creo que estaré bien.- Balbuceó. Miró a su mamá que parecía inquieta. -Es sólo uno por mes, si me organizo no interferirá en mis estudios.

El tipo unió sus palmas, sonriente y satisfecho. -Bien, podemos pasar a los negocios entonces.

Minseok todavía seguía en el espacio en lo que los papeles importantes se movían frente a las narices de los abogados. Aún tenían que evaluarse las condiciones de pago, pero no creía que hubiera problemas. O quizás sólo estaba demasiado emocionado. Al menos una parte de su vida era buena y próspera. Quien los despidió en la puerta después de una beneficiosa reunión fue el editor en jefe, que le habló en una especie de confidencia cuando su madre fue a buscar el auto.

-Vi tus últimos trabajos.- Le dijo. -Interesantes...

Le arqueó una ceja. -¿Qué significa eso?

Se encogió de brazos cruzados. -Algo que noté viendo cronológicamente tus dibujos es que tienes un estilo bastante perturbado.- Comentó. -Pero últimamente se han tornado más pasionales.- Lo miró con una media sonrisa pegada en la cara. -Como si estuvieras lleno de ira... O algo así.

Minseok era lo suficientemente sagaz como para saber que aquello había sido una clara advertencia. Debía suavizar su estilo para el manhwa, la historia no iría acorde a trazos bruscos, como artista sabía que lo que se transmitía al público era decisivo y lo que menos deseaba era dar una impresión errónea o imborrable... Pero para dibujar calma, necesitaba calma.

Y no la conseguiría con su vida justo como estaba.

-Por eso necesito amigos. O sólo uno, no importa la cantidad en realidad.

No supo por qué acabó otra vez en el gabinete del psicólogo de la escuela contándole todo, pero bueno, sí, allí estaba al final. Mentiría si dijera que no consideró con seriedad su aviso de que el espacio estaría siempre abierto para utilizarse si así lo necesitaba, con sus padres no podía hablar del asunto porque se sabía sus respuestas de memoria y no le servían, así que la única opción que le quedaba (teniendo en cuenta lo solo que estaba) era aquel hombre de sonrisa simpática que estaba dispuesto a recibirlo.

De hecho, la idea de hablar con un extraño de sus cosas le era atractiva porque como no lo conocía, no tenía que fingir nada ni tampoco le importaba lo que pensara, así que sólo le vomitaba toda su mierda con libertad.

No iba a mentir, se sentía bien.

-Amigos...- Había asentido con impasibilidad después de oír sus problemas. -¿Tú piensas que hacer amigos solucionará las inquietudes de todos los aspectos de tu vida?

Cuando lo decía así... -¿Estoy equivocado?- Preguntó nervioso de la nada.

Él se encogió como si no supiera. -Yo sólo hice la pregunta, ¿tú crees estarlo?

Lo vio con malhumor y se puso de pie al chasquear la lengua. Comenzó a pulular por la habitación, mordiéndose las uñas con ansiedad; era la segunda vez que estaba allí, pero se sentía extrañamente cómodo. Fue a parar al lado del ventanal, las ramas del árbol estaban tan cerca que parecía tenerlas sobre la cara más allá del vidrio. Vio hacia abajo, hacia el patio lleno de estudiantes felices que iban y venían. ¿Acaso eran todos felices menos él? Qué odioso. El psicólogo lo miraba desde su lugar con la quijada apoyada en sus manos y esa sonrisa plácida tan permanente.

-Entonces cuéntame, ¿cuáles son tus planes?

-Opté por ser otra persona.- Le contestó.

-¿Por qué?

-Porque ser yo es una equivocación.

Sus cejas se dispararon hasta el nacimiento de su cabello. -¿Estás diciéndome que tu existencia es un error?

Minseok le sostuvo la mirada por varios segundos sin inmutarse. ¿Qué le respondería si le decía que sí?

-Vaya.- Silbó por lo bajo, echándose sobre el respaldo del sillón. -Estás siendo muy duro.

-¿Qué más puedo pensar?- Se acercó abatido. -Mi forma de ser no es la mejor ni la más "simpática".- Largó la palabra con sarcasmo. -Más allá de los rumores que me condenan está el hecho de ser una persona intratable.

-¿Y cómo te fue siendo otra persona?

Apretó los labios. -No muy bien.- Murmuró.

-Ah.- Le sonrió más grande. -No te va bien siendo otro, ¿no te parece que al final es una pérdida de tiempo?

-Usted no entiende.- Volvió a caminar de arriba abajo. -Nunca le agradé a nadie, no va a suceder un milagro, no creo en ellos.

-Quizás haya alguien allí afuera a quien le gustes tal y como eres. Verás, los amigos no crecen en los árboles, Minseok goon, las relaciones se trabajan, surgen de la nada, perduran y a veces se marchitan o mueren. Es posible que buscar algo que en realidad no está en ninguna parte más que en ti mismo, no sea la solución.

Se quedó callado. Sin quererlo le vinieron a la mente todas las cosas malas que intentar ser "otra persona" produjo. Estuvo metido entre gente que no le caía bien, sufrió callado de sus bromas como un idiota y...

-Lastimé al chico sin nombre.- Balbuceó con vergüenza.

-¿Disculpa?

Suspiró con cansancio y agitó sus cabellos. -Por ejemplo, está esta persona, mi compañero en ciencias. El tipo me ignoró por completo cuando intenté ser más amable y menos bocón. Y luego...

-¿Luego?

Desvió la mirada. -Metí la pata e hice que se enojara. Ahora es aún más rudo que antes, ni siquiera sé cómo tratarlo.

-¿Él sabe sobre todo lo que dicen de ti?

-Es que ese es el problema.- Mencionó con hastío. -Él no me tiene miedo, sólo es... ¡Malo! ¡Es el jodido Sheev Palpatine de lo malo que es!

-¿Sheev... qué?

Minseok entrecerró los ojos como si estuviera enfocando a un viejo enemigo. -El Señor Oscuro de los Sith.

El otro abrió su boca y asintió un poco, como si comprendiera aunque la realidad era que no.

-Me molesta.- Siguió con el ceño fruncido, siendo honesto por primera vez con respecto a ese tema. -Es más yo...- Dudó, pero al final lo dijo: -Yo prefiero que me tema a que sea indiferente.

El profesional hizo un gesto de consideración. -¿Qué te parece si a partir de ahora sólo eres el de siempre? Sin fingir, sólo... Tú.- Le sonrió.

Minseok no dijo nada, pero terció un gesto. Ser como siempre era lo que le había causado problemas en el pasado.

-No tienes nada que perder.- Fue el golpe final.

Y era verdad.

Sonó la melodía que indicaba que un período terminaba y uno nuevo comenzaba. Ambos vieron hacia arriba, Minseok se puso de pie, le hizo una reverencia y fue hasta la puerta, pero antes de salir lo vio de reojo un momento.

-¿Puedo saber su nombre?

Le asintió con solemnidad. -Soy Zhang Yixing. Es un placer.

-Para mí igual.- Murmuró.

******

Al otro día volvía a tener ciencias, pero se sentía tan extenuado que ni siquiera pensó en el asunto. Sólo llegó y se tiró sobre el pupitre vacío, reposando sobre él como si fuera una cama. El mundo sabía que después de varias noches tortuosas necesitaba una. Quizás el chico sin nombre estuviera viéndolo con el entrecejo fruncido en esos momentos, quizás no, quizás sólo estuviera ignorándolo como siempre, no lo sabía puesto que estaba hundido entre sus brazos con malhumor... Se descubrió y descansó la barbilla sobre el escritorio, luego frunció el ceño.

¿Por qué se preocupaba tanto por lo que ese desconocido pensara? Que le den.

-Minseok.- Oyó la voz de alguien y vio una sombra cerniéndose.

Cuando alzó la vista notó que, inesperadamente, se le había acercado el mismo chico que antes había insultado a su compañero de ciencias y lo había incitado a jugarle una broma de mal gusto. Resopló sin elegancia y perdiéndose de todo, usualmente fingiría amabilidad, pero no estaba de buenas.

Quizás hablar con el psicólogo había hecho lo suyo.

-¿Qué?- Replicó. No fue con malos modos, pero era evidente que no le interesaba mucho lo que tuviera para decir.

-Nos preguntábamos cómo estabas.- Dijo con una pequeña sonrisa, Minseok supo al segundo que era una mentira. -Después de todo hace tiempo que no te vemos por la mesa. Nadie nunca se fue de ella voluntariamente, por eso creímos que quizás te haya sucedido algo.

Sintió cómo le clavó su mirada con intensidad. Lo estaba amenazando. Debía decir algo inteligente que procurara no ofenderlos a él y a los demás por tener la desfachatez de dejarlos de lado como si fuera mejor. Debía buscar una excusa sobre por qué había desaparecido. Debía...

Mandarlos al carajo.

-¿Sabes?- Ladeó el rostro, viéndolo con una sonrisa apenada. -Usualmente nunca olvido un rostro, pero en tu caso haré una excepción.

Escuchó cómo alguien contenía una risa y volteó con rapidez, entre curioso y sorprendido, mas no discernió a nadie prestándoles atención, sólo... Sólo su compañero mantenía los ojos clavados en la tarea mientras ocultaba la mitad de su rostro en una mano de forma distraída. Parecía ignorarlos, pero...

El otro, miembro de la cima de la pirámide, se quedó donde estaba, pareciendo bastante confundido. Al parecer nunca nadie lo había rechazado abiertamente y frente a todos. Como sea, no era su asunto, además ya había abierto la boca y no podía retroceder así que le arqueó las cejas sintiéndose más osado que nunca.

Pero bastante libre a la vez.

-Eso fue un adiós, cariño.- Terció con condescendencia. Notando que no se movía hizo un gesto con la mano. -Vuela.

Y después de darle una mirada asesina se fue pisando fuerte. Eso daba pintas de ser un palo en el trasero en el futuro, pero suponía que ya se encargaría de ello en su momento, no es como si no hubiera enfrentado situaciones horribles antes, por otro lado... Se giró hacia su compañero de asiento con una estúpida sonrisita, no era muy llamativa, pero tratándose de él era demasiado. No pudo contenerla, ¿eso había sido una risa? No iban a engañarlo fácilmente, no iba a engañarlo esa indiferente serenidad que exudaba en lo que miraba la pizarra con la quijada apoyada en una mano.

Parpadeó cuando una hoja casi se le estampa en la cara.

-Trabajemos. No nos servirá de nada retrasarnos.- Le dijo sin mirarlo.

Y Minseok tomó la hoja sin protesta y con la sonrisa ensanchada. Le había hablado... ¡Le había hablado por primera vez después de todo aquel incidente! No iba a tomarlo como un perdón, pero demonios, le emocionaba ya no ser ignorado.

-Lo que ordenes.

El resto de la clase hasta la mitad transcurrió de la misma forma de siempre, pero Minseok notó un poco más amigable al chico sin nombre quizás. Que por cierto, creía haber leído cómo se llamaba, pero nunca le había prestado atención puesto que en su mente ya tenía un mote con el cual referirse a él... ¿Cómo era? ¿Lee, Go, Moon?

¿Kim?

Frunció el ceño y vio hacia arriba, pensativo. ¿Kim qué...?

-Pero es una lástima, ¿no te parece?

Parpadeó, saliendo abruptamente de sus pensamientos cuando oyó una voz conocida. Al ver más allá discernió a más miembros de la mesa del infierno V.I.P, sólo que esta vez era un poco más evidente que hablaban de él porque lo miraban directamente y sin titubeo, medias sonrisas arrogantes pegadas en sus rostros. Quiso rodar los ojos, ya se estaba cansando de ellos... Y de todo el resto del mundo prejuicioso e idiota a decir verdad.

Ah, pero no estaban hablando específicamente de él.

-Pensar que antes ya era lamentable por sí solo, teniendo semejantes amigos sólo se echará a perder por completo.

Se tensó tanto que sus hombros se elevaron de su posición relajada. Comenzó a repiquetear las uñas contra la madera del banco, sin desviarles la mirada.

-El profesor está explicando, presta atención.- Escuchó hablar a su lado.

Se giró con pena, haciéndole caso. Le daba rabia que por su culpa siguieran insultándolo a él cuando no tenían nada que ver el uno con el otro. Por un instante se olvidó del asunto, concentrado en la clase, pero continuaron.

-Al final es lo mejor.- Dijo uno. -No por nada existe el estatus.

En serio, ¿es que el profesor no podía oírlos? Estaban susurrando, quizás sólo él pudiera hacerlo debido al odio que le estaban revolviendo.

-Verdad.- Le contestaron. -Fue como tirar una bolsa más al vertedero. Toda la escoria junta.

Okay, eso fue lo último.

-Oigan, ustedes.- Dijo alzando la voz, la clase se frenó para clavarle la mirada. -¿Cien mil espermatozoides y fueron los más rápidos?

Algunos parecieron pillarlo porque se rieron por lo bajo a pesar de no entender lo que sucedía. Los que habían estado hablando de forma tan despreciable y cobarde lo observaban con sorpresa redecorando sus facciones. Se enfocó en la molestia que había estado acumulando para proseguir, luego caería en cuenta de lo que había hecho y se daría de cabezazos contra la pared, pero en ese momento necesitaban un escarmiento, ¿y qué mejor que hacer uso de un par de frases que los sacaran de quicio por un instante?

-La verdad estoy impresionado.- Volvió a hacerse oír en el silencio, toda la pinta que tenía era la de un bastardo confiado cuando por dentro estaba temblando como un bebé. -Nunca he conocido mentes tan pequeñas en unas cabezas tan grandes.

Volvieron a reírse por lo bajo y a murmurar, los tipos estaban rojos de furia. Vio de reojo como su compañero de trabajo lo enfocaba de lleno, era la primera vez que lo veía directamente en todo el tiempo que habían pasado juntos desde que los asignaron. Era una lástima que sucediera en semejantes circunstancias.

-Minseok goon.- El profesor escribió una nota rápida y se la extendió desde el frente. -Le encantará continuar en detención.

Suspiró cuando se puso de pie con una mueca. Cogió valor para ver al otro a su lado, seguía sintiendo sus ojos encima, no lo había mirado hasta entonces porque temía averiguar lo que su expresión decía; se asombró de notar que no era nada malo en primera instancia, tenía sus ojos bien abiertos en señal de sorpresa, como si no pudiera creer lo que había hecho. Siendo la primera vez que lo veía de forma correcta, Minseok podía decir que tenía ojos con forma de almendra y que las comisuras de sus labios se curvaban de forma extraña hacia arriba, dándole una apariencia gatuna.

Sonrió apenado, pensando de la nada que aquella característica era bastante encantadora.

-Lo siento.- Le dijo con sinceridad, intentando hacerle entender que no sólo lamentaba dejarlo solo con el trabajo de la clase, sino que lamentaba todo. Lamentaba no haberlo defendido antes y lamentaba haberlo metido en líos.

No le respondió nada cuando se fue con una nota de castigo en la mano.

Llevaba dos horas en detención y ya se estaba arrepintiendo de haber hecho lo que hizo. Estar sentado sin nada que hacer lo estaba volviendo loco. Antes un profesor los había regañado a todos los que estaban allí (que eran bastantes) y les había hablado de las responsabilidades, el respeto y la vida; luego les había ordenado hacer un ensayo de mil quinientas palabras en donde debían expresarse arrepentidos de la falta que habían cometido. Minseok lo había acabado en media hora, pero los demás parecían tener problemas con ello... O simplemente no querían hacerlo y les importaba poco. Por su lado nunca antes había sido castigado así que estaba al lado de unos experimentados sunbae.

Había husmeado sobre su hombro con quiénes estaba. Había un par de muchachas y tres chicos, uno de ellos fue el que le llamó más la atención; estaba sentado en el fondo, su espalda pesada contra el respaldo, una pierna doblada sobre la silla y la suela del otro zapato contra la mesa del banco. Le puso nervioso que lo observara con fijeza mientras se hamacaba de atrás para delante, pareciendo como en su casa. Al parecer era moneda cotidiana en detención, con ese cabello tan negro y su mirada penetrante... Se volteó y lo ignoro porque creía que si le sostenía la mirada más tiempo se levantaría y lo golpearía. Parecía un tipo rudo.

Estaba a punto de morirse del aburrimiento cuando sintió que golpeaban el vidrio de la ventana a su lado. Pegó un respingo cuando discernió a Lee Ohn del otro lado, saludándolo. Vio alrededor con nerviosismo, sabiendo que el profesor había salido, pero podía volver en cualquier momento.

De todas formas abrió la ventana porque estaba curioso.

-Hola.- Le sonrió ella con una extraña alegría.

-Hola.- Murmuró devuelta. ¿Por qué le estaría hablando?

-Ha sido un tiempo.- Mencionó colocándose un mechón de cabello caoba detrás de su oreja y haciendo equilibrio con algunas copias entre sus brazos. -Iba a la sala de maestros y detención me quedaba de paso.- Lo vio en silencio un rato. -Escuché de los demás que estabas castigado y me pareció raro.

-¿En serio?

-Es que no pareces la clase de chico que causa problemas.

Le sonrió de medio lado. Quizás no directamente, pero en realidad era una gran fuente de problemas. Estaba seguro de que Lee Ohn sabía de los rumores, no había nadie que ya no los repitiera, por eso estaba un tanto estupefacto de que le estuviera hablando como si nada, además de que había dejado de improviso la mesa centro del sistema solar escolar.

-¿Quieres saber por qué dejé de ir a la cafetería?- Fue directo.

-No.- Murmuró ella. -Lo sé sin tener que preguntarte nada.

No le sorprendió, siempre había sabido que Lee Ohn era de las suyas. Le encantaría poder resolver el misterio de su lugar en aquel sitio tan odioso que no la merecía y tanto le disgustaba.

-¿Puedo hacerte una pregunta?- Prosiguió, ella lo miró a los ojos. -¿Por qué me invitaste a comer con ustedes? Sabías que no me llevaría bien con nadie.

Lee Ohn le regaló una sonrisa triste. -¿Fue así?

Minseok le arqueó una ceja y ella suspiró.

-Supongo que no quería estar más sola.- Se encogió. -E intenté tener un aliado, pero no me duraste.

Suavizó su expresión, haciéndose para delante y sobresaliendo un poco del marco de la ventana.

-¿Por qué yo?

-Porque somos similares.

Se sostuvieron la mirada sin borrar la extraña sonrisa dichosa que los iluminaba. Minseok no entendía cómo Lee Ohn podía decir o pensar siquiera algo como eso cuando era evidente que no le llegaba ni a los talones en ningún aspecto. Sin embargo se permitió sentirse halagado, aunque no diera crédito y creyera que estaba entendiendo mal.

¿Por qué serían similares? ¿En qué sentido?

-Entonces,- Carraspeó, volviéndose un poco tímido. -Yo me fui, pero... Puedo ser tu aliado de alguna otra manera.

Ella lo observó con fijeza. -No.- Declaró. -Mi amigo.- Y le volvió a sonreír

Minseok se creyó flotar entre nubes... Su amiga. Su primer amiga. Debía estar soñando, no había otra explicación. ¿Cómo este ser tan genial quería ser su amiga? A pesar de estar castigado y de que a sus padres les tomaría por sorpresa el hecho, sentía que era su día de suerte. Haber insultado como Dios manda a los imbéciles en el salón también se incluía en la lista.

-¿Por qué te castigaron al final?

Regresó al mundo terrenal de golpe.

-Ah, por frenar la clase y pelear a uno de tus amigos.

-No son mis amigos.- Se apresuró a negar, mas no le dio tiempo a decir algo más. -Pero eso es sorpresivo, ¿por qué lo hiciste?

-Estaban molestando. Ya sabes, largando porquerías sobre el chico del escritorio.

Eso pareció llamarle la atención porque al segundo clavó en él una mirada de ojos enormes y curiosos.

-¿Lo defendiste?- Susurró, parecía incrédula.

Minseok parpadeó un tanto confuso. -Lo hice, se lo debía.- Agregó con bochorno.

Lee Ohn entreabrió los labios a punto de decir algo más, pero luego pareció retractarse y los cerró, haciendo una mueca extraña que creyó quiso ser una sonrisa, pero que por alguna razón resultó demasiado agria como para asemejar una. Sin una palabra, ella abrió todavía más la ventana y vio hacia todos lados de forma discreta.

-Vamos.- Dijo con un movimiento de su cabeza. -Escapa.

Minseok rio. -No, gracias, no quiero tener aún más problemas. Si me descubren me harán reposar el trasero en esa silla otras dos míseras horas.

Ella hizo una mueca y se alejó, le dijo que debía ir a llevar los papeles así que se despidió. Volvió a su asiento con un suspiro, había sido una linda distracción. El profesor llegó un par de minutos después y luego, de forma inesperada, Lee Ohn volvió a aparecer. Sin mirarlo se dirigió al docente y hablaron un par de cosas en privado.

-Kim Minseok goon.- Llamó este. -El profesor requiere tu presencia, puedes irte más temprano.

Ni siquiera replicó, tomó sus cosas, le entregó la hoja con su reflexión sobre los buenos modos y, luego de darle una reverencia, prácticamente salió corriendo de allí. Comenzó a caminar junto a una sonriente Lee Ohn.

-¿Para qué me quiere el profesor?- Preguntó.

-¿Qué?- Pareció no oírlo.

-Pregunto que para qué me necesitan.

-No te entiendo.- Canturreó, ambas manos unidas tras su espalda mientras daba un par de pasos ligeros.

Y no pudo hacer más que sonreírle a su más reciente y única amiga.

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