LVI

Al volver de la escuela el ambiente se sintió más tenso que nunca. Jongdae tenía el corazón en la garganta, una enorme masa que le impedía pasar saliva y le molestaba. Observó a su novio durante todo el día, no se despegó de su lado en ningún momento, sabía que necesitaba apoyo, necesitaba a alguien que le recordara cosas que probablemente estuviera olvidando, pero estaba tan nervioso que no tenía idea de la mejor forma de proceder. Minseok no habló para nada, no importó cuántas veces le hiciera preguntas o tratara de iniciar una conversación, era imposible. No se encontraba con él, lo sentía... Lejano. ¿Y cuándo sintió a Minseok lejos alguna vez?

Estaba desesperado por ayudarlo, pero todo en su cabeza estaba mezclado con hechos de su propio pasado, era un menjunje trágico y doloroso, crecía en su pecho como un punto negro infeccioso e iba extendiéndose por sus venas hasta volverlo incapaz de cosas tan básicas como consolar a su persona más amada. La primera en sacar el tema fue Minju, después del incidente habían partido hacia la escuela olvidando el desayuno por completo. Ese día, ella no se desvió del camino a casa como tenía acostumbrado, iba justo al lado de su hermano, posiblemente intuyó que algo malo le pasaba.

-Oppa, ¿qué fue lo de hoy temprano?- Preguntó, su rostro parecía serio. Jongdae nunca la había oído llamar oppa a Minseok, ni una sola vez.

El otro suspiró, deshaciendo el nudo de la corbata de su uniforme. -¿Un chico bajito, de cabello negro crecido y ojos separados va contigo a clases?- Le preguntó directamente, era lo primero que le oía decir en horas. -Es delgado también, con hombros estrechos.

Minju negó. -No, ninguno de mis compañeros luce de esa manera.- Pareció pensativa. -Pero creo que he visto a alguien así en una de las otras divisiones.

Minseok asintió, ambas manos sobre sus caderas, observaba la mesa de té frente al sofá con ojos demasiado analíticos. -Entiendo.

Su hermana frunció el ceño. -¿Quién es? ¿Es la misma persona que destrozó el correo, tiró huevos contra la fachada y casi me da un infarto hoy?

Le devolvió la mirada al instante. -¿Te diste cuenta?

Minju rodó los ojos, hastiada. -¿Crees que soy idiota? Llevas siendo acosado desde que tengo uso de consciencia, ¿te piensas que ocultármelo me hará sentir mejor?

Minseok rascó su nuca con el ceño fruncido también, y ahora Jongdae estaba viendo dos versiones enfadadas de su novio; siempre lo notó, pero ahora el parecido que ambos hermanos compartían se le hizo muchísimo más evidente. Decidió hacer algo útil e intervino antes de que comenzaran a pelear, no serviría de nada en la presente situación.

-Minseok pensó que las bromas se acabarían con el tiempo, por eso les restó importancia. No importa si no te lo dijo antes, Minju, lo sabes ahora; lo mejor que puedes hacer es mantenerte alerta, ¿bien?

La menor continuó fulminando a su hermano con enojo, la entendía en parte, también estaría molesto si le ocultaran algo así de importante. Al final chasqueó la lengua y se precipitó escaleras arriba, irritada y sin una palabra más.

Minseok la siguió y le advirtió desde abajo: -¡Ni se te ocurra intentar nada loco, Minju! ¿¡Me oíste!?

-¡No me des órdenes, bollo idiota!- Y el portazo que dio cuando se encerró en su habitación retumbó por toda la casa.

Minseok suspiró y despeinó sus cabellos con frustración en medio de gruñidos inentendibles. Jongdae se acercó y posó ambas manos sobre sus hombros, propinándole un pequeño masaje.

-Se le pasará pronto, descuida.

Lo sintió inclinarse hacia su toque levemente, luego se separó y estuvo el resto de la noche sumido en su estado taciturno de silencio meditabundo. No supo qué hacer exactamente, así que sólo se dedicó a observarlo. Ya no parecía tan apesadumbrado como en la mañana, más bien estaba pensativo, casi podía ver humo emanando de su cabeza de lo concentrado que estaba en sus reflexiones. Le cuestionó una sola cosa para quitarse, al menos mínimamente, la creciente preocupación del pecho: si se encontraba bien. Era una frase simple que podría ser demasiado superficial para la mayoría, pero que en esos momentos englobaba perfectamente un conjunto de otras preguntas mucho más complicadas en las que Minseok, por lo que podía percibir a simple vista, no quería incursionar.

Lo miró directo desde el sillón, recibió una oleada gigantesca de seguridad brotando de sus ojos. -Estoy bien.- Le respondió.

Y eso le bastó para sobrevivir un tiempo.

Minju salió de su cuarto para ponerse a cocinar sin una palabra, la tarea le tocaba a Minseok ese día, pero considerando que sólo planeaba sentarse frente al televisor y sopesar su vida entera, alguien debía tomar cartas en el asunto. Se quedó en medio de un campo de guerra: Minju hacía ruido en la cocina y Minseok guardaba silencio en el salón, y él estaba en mitad de las dos habitaciones viendo de uno a otro sin saber qué mierda hacer. Al final decantó por acercarse a su cuñada, se apoyó a su lado sobre la mesada sin decir nada, ella movía utensilios de aquí para allá con un permanente ceño fruncido. La vio destapar una olla que largó una enorme masa de vapor al aire, pudo oír el agua en ebullición dentro; Minju lanzó una buena cantidad de sal, quedó viendo dubitativa el recipiente un buen rato, entonces cogió todavía más sal y se la echó también.

No era un as en la cocina, pero creía que eso no estaba del todo bien. Justo iba a señalárselo cuando ella lo interrumpió.

-Oppa.- Su voz fue fuerte y clara, contrastaba por completo con Minseok, él se veía más reservado y cauteloso la mayor parte del tiempo. -Papá, mamá y yo siempre estuvimos vigilándolo, siempre.- Dijo. -Cuando el año pasado comenzó en una nueva escuela, me asusté, porque si no estaba alrededor de mí, ¿cómo iba a poder vigilarlo?- Sus manos se apretaron alrededor de la mesada, sus dedos se volvieron blancos y su voz bajó a un murmullo. -Un día entró aquí, exclamando que tenía nuevos amigos, y nunca supe qué pensar al respecto. No confío en nadie cerca suyo, no confiaba en ti...- Jongdae tragó saliva de forma sonora. -Comencé secundaria en tu instituto a propósito y ahora lo hago, sí confío, por eso te toca vigilarlo, ¿me entiendes?- Le dio una mirada de reojo, nunca la había visto así, Minju podía poner ese tipo de rostro también. -No dejes que se pierda en sí mismo otra vez, Jongdae, no sueltes su mano, porque siento que está a punto de volverse a caer y... Y yo...

-Hey, tranquila.- Posó una mano suave sobre su hombro. -Tu hermano no va a volver a como estaba antes, te lo aseguro, es muy fuerte y listo, mucho más que cualquiera, y no sólo estoy yo detrás para salvaguardarlo, todos nuestros amigos están ahí también.- Le sonrió con seguridad. -Ven aquí, no seas tonta.- La volteó y la apretó contra su pecho en un abrazo. -No va a pasar nada.- Aseguró.

Sabía que estaría bien, confiaba en Minseok como no confiaba en nadie... Ni siquiera en sí mismo. Tal vez las palabras de consuelo que le trasmitió a Minju no eran para otro más que él. Pensó bastante en la situación, su novio de seguro estaría poniendo en su lugar todas las piezas necesarias para volver en sí, para recobrar su centro, y más allá de que conocía perfectamente su autosuficiencia, seguía sintiendo la necesidad de hacer algo, ayudarlo de alguna manera, y como no encontró soluciones posibles, comenzó a considerar ciertas cosas con otra seriedad.

Como dejar de fingir que la pena de Minseok era algo que no conocía en carne propia.

¿Estaría ayudándolo a él o lamiendo sus propias heridas? Se dijo que si se sinceraba en serio por una vez en la vida, quizás podría sentirlo más cerca, podría experimentar la sensación de ser igual a él al menos en una cosa. Tal vez buscaba excusas y lo que quería en realidad era hablar con alguien por primera vez del tema que más lo atormentaba. También podría estar deseando algún tipo de consuelo con desesperación y no había nadie más que pudiera entregárselo que Minseok, en su cabeza era el más adecuado para la tarea al menos.

A la hora de dormir, se mantuvo sentado sobre la cama viéndolo cambiarse a sus pijamas. Estaba tan asustado que ni siquiera pudo apreciar correctamente la figura de su novio desnudándose, ¿era buena decisión abrir la boca? ¿Qué haría si Minseok al final lo odiaba? Entendería si lo hiciera, tenía todo el derecho del mundo de sentirse enfadado y hasta ofendido.

Demonios, el odio de la persona a la que amaba era mucho más de lo que podía manejar.

-Oye.- Levantó la vista para verlo inclinado en su dirección, una pequeña sonrisa estiraba sus labios. -No te preocupes, estoy bien, no me pasa nada.- Le aseguró con confianza, probablemente lo vio con la mirada perdida (y algo atemorizada), abrazando su almohada con fuerza y pensó que seguía trastocado por lo de esa mañana.

Sabía que Minseok estaba bien, la cuestión era si seguiría así después de escuchar lo que tenía atascado en la garganta desde hacía años.

Tragó saliva, lentamente. -¿Sigues sintiéndote culpable?- Le preguntó, lo enfocaba con ojos temblorosos, sin perderse ni una mínima acción por su parte. Era como un pequeño animal observando el peligro inminente frente a él, peligro que probablemente le trajera la muerte.

Minseok suspiró, parecía agotado. -Pues sí, pero no hay mucho que pueda hacer al respecto, hace tiempo que decidí dejar de sentirme miserable por algo que no puedo cambiar.

Jongdae se humedeció los labios resecos con la lengua, clavó la mirada en un punto fijo en la pared opuesta y fue como si se apagara, todo lo siguiente lo hizo de forma automatizada, como si fuera una máquina programada para decir lo que iba a decir y enfrentar lo que iba a enfrentar. Se insensibilizó porque no quería ser testigo de nada de lo que ocurriera antes ni después, estuvo evitándolo toda la vida y más que nunca cuando conoció a Minseok, creía que ya era hora de dejarlo ir y pedirle al universo, a Dios, o lo que sea que estuviera allí y que fuera más grande que ellos, que aquella noche no le arrebataran a la única persona que necesitaba cerca para continuar con los pies en la tierra.

Ya no podía guardárselo por más tiempo, Minseok merecía saber la razón principal por la cual estaba como estaba.

-Una vez te dije que tú me recordabas a alguien, ¿recuerdas?- Susurró.

Minseok lo miró, fijamente. -Un poco...- Contestó con cautela, obviamente se dio cuenta de que algo estaba ocurriendo. -¿Por qué?

-Al comienzo me convencí de que eras como mi hermano y vi en ti un modo de ayudarlo a él... O bueno, ayudar a su memoria, supongo.- Su mano tembló visiblemente cuando la elevó para despejar el cabello molesto de su cara. -Pero no fue más que una mentira, una cobarde mentira que me dije a mí mismo para sentirme mejor, como si fuera algo que me mereciera.- Se animó a mirarlo entonces, Minseok parecía confuso. -Al verte a ti, no veía a otro que a mí mismo, porque ambos tenemos experiencias cercanas con la muerte de alguien, y ambos nos sentimos culpables por ello.

Minseok frunció el ceño, su cara era un poema, nunca lo había visto poner una expresión semejante, tampoco quedarse sin palabras. Simplemente no dijo ni hizo nada más que ladear su rostro, como si su cerebro estuviera trabajando muy duro para darle sentido a lo que acababa de oír. Jongdae sonrió un poco, un gesto nervioso y repleto de pánico.

Dios, no hagas que me odie, por favor, te lo suplico.

-No me llevaba bien con mi hermano.- Prosiguió, intentando a duras penas mantenerse estable. -No es que fuera alguien malo, yo era el problema allí... Lo admiraba, Minseok, y esa admiración era tan grande como los celos que le tenía.

Apoyó la nuca contra la pared y cerró los ojos, oía el latido de su corazón como un eco muy lejano, su presión sanguínea debía estar por las nubes y ya no podía retractarse, había dado un paso adelante por cuenta propia y no había forma de dar marcha atrás. Tomó una temblorosa respiración y colocó la llave indicada en la cerradura de aquella puerta polvorienta y cubierta de telarañas, la giró y los recuerdos que jamás, por nada del mundo dejaba salir, vieron la luz por primera vez en años. Se inundó de ellos e inmediatamente quiso volver a cerrar la puerta, pero ya era tarde.

Antes de ahogarse, lo contó todo.

Su hermano era el estereotipo de todo lo que una persona desearía ser: era listo, era atractivo, era carismático, tenía buen corazón. Siempre fue una luz en los estudios, su promedio jamás bajó una centésima, a donde sea que fuera era motivo de charla entre la gente, era como un héroe, a sus ojos siempre fue la perfección reencarnada. Dohyun había tenido una novia también, tan bella como él, tenía un hoyuelo en la mejilla derecha cuando se reía y el rostro redondo, los había observado juntos incontables veces preguntándose cómo podía ser que existiera gente como ellos. Su futuro era prometedor, cuando acabó la escuela logró ingresar a una de las universidades más afamadas de Seúl, su vida era el sueño de cualquiera.

Pero a Jongdae no le interesaba nada de eso. A Jongdae le enervaba que se llevara toda la atención.

En especial, toda la atención de sus padres.

Le causaba rabia, le daba gusto amargo, producía un pitido molesto en sus oídos. A diferencia, nunca despertó el interés de nadie, mientras Dohyun estuvo vivo fue tan sólo una sombra en su hogar, y ni hablar de los eventos públicos como cumpleaños y demás. Nadie se giró a verlo dos veces y, si por casualidad lo reconocían, era "el hermanito de Dohyun". No era Kim Jongdae, era un ser que únicamente existía ligado a la imagen soñada de su hyung, nada más. Sus padres jamás fueron malos, solían demostrarle a diario que lo querían, simplemente no lo querían tanto como a su hermano.

-La película que llevaba esperando había llegado al cine,- Contó con la nariz congestionada y una sonrisa temblorosa en los labios, ya no tenía idea de lo que estaba diciendo. -Quería ir a verla, realmente lo quería, yo sólo era un niño, necesitaba que me acompañaran, pero no importó cuántas veces lo pidiera, todos estaban demasiado ocupados felicitando a Dohyun por lograr por primera vez un promedio perfecto en todas las asignaturas. Nadie me escuchó... Nadie nunca me escuchó, Minseok.

Por esas épocas, comenzó a comportarse horrible. Les contestaba mal a sus maestros, les contestaba mal a sus padres, se reía de sus compañeros "por ser más estúpidos", todo el tiempo tenía la imperiosa necesidad de sentirse más grande, mejor que los demás. Odiaba cuando lo regañaban, pero era la única manera de que no olvidaran de que se encontraba allí también, de que era una persona de carne y hueso igual de valiosa que cualquiera. No le gustaba la gente, siempre le preguntaban por su hermano y ya no quería hablar de él, no quería saber nada de él. Su hyung jamás lo despreció sin embargo y eso sólo lo hacía sentirse millones de veces peor.

¿Por qué tenía que ser así? No importaba lo que hiciera, siempre estaba último en la lista de todos, no se sentía capaz, no se sentía importante, no era nada.

Todo estaría mejor si Dohyun simplemente...

-Quería que desapareciera.- Mordió su labio con fuerza, sintió el gusto metálico a la sangre, pero no le importó, en esos momentos quería hacerse daño y sentir dolor. -Lo odiaba tanto, Minseok, no te imaginas las cosas horribles que deseé... Y se lo dije, maldita sea, se lo dije.- Sollozó con fuerza, las lágrimas en ese punto eran incontenibles. Lo miró a la cara, no pudo descifrar su expresión, el llanto le nublaba la vista. -Yo acababa de pasar de año, ¿y crees que a alguien le interesó? No, porque Dohyun había anunciado su compromiso con su novia igual de perfecta que él. Se acercó a mí, me preguntó algo, ni siquiera recuerdo qué, y se lo dije.- Comenzó a rasguñarse los brazos sin darse cuenta en un gesto ansioso. -Le dije que estaría mejor si desaparecía.

Minseok había empezado a temblar mientras veía cómo el rostro de Jongdae derramaba ríos y ríos de agua salada, jamás lo había visto llorar de una manera tan desconsolada, era como un niño pequeño que lo había perdido todo en mitad de la oscuridad, absolutamente todo. Por primera vez, en verdad no tenía idea de qué hacer, sabía que tenía que evitar que siguiera lastimándose, sabía que debía estirar una mano y secarle las lágrimas, pero su cuerpo no reaccionaba. Su cabeza no reaccionaba.

-No mucho después de eso, él se lanzó del Puente Mapo.- Dijo con voz fúnebre y los ojos apagados. -No fue un accidente, Minseok, Dohyun se mató.

Retrocedió hasta la puerta sin darse cuenta, su espalda chocó contra la madera, sus ojos estaban desorbitados. Cubrió con una mano su boca, intentando discernir cómo mierda tomarse lo que acababa de oír, era demasiada información de una sola vez, aquello extra que siempre había percibido en Jongdae, aquello que le había hecho prometer que alguna vez le contaría... La respuesta a todas sus dudas, la pieza del rompecabezas que faltaba, la obtuvo por fin, todo tenía sentido y no tenía idea de qué hacer con ello. Por alguna razón no encontraba el impulso necesario para acercarse a Jongdae, por primera vez sentía que tenía alejarse de él. Su mano llegó hasta el picaporte, el sonido hizo que el otro desistiera de limpiar sus lágrimas para encararlo con ojos enormes.

-¿Minseok?

-Yo... Yo tengo...- Abrió la puerta. -Tengo que irme un momento, espera.

Sus pasos fueron rápidos por el pasillo, se metió al baño y cerró con un estrepitoso portazo.

Jongdae le dijo a su hermano que desapareciera, y su hermano se suicidó después de eso. Jongdae le dijo semejante cosa a alguien que estaba lo suficientemente perdido como para quitarse la vida... Su mente se llenó de los momentos más oscuros que había pasado, aquellos en los cuales también consideró la muerte como la mejor opción porque no tenía descanso, porque nadie comprendía, porque ya no sentía fuerzas para respirar ni deseos para encarar nada. En esos momentos nada era motivación suficiente, ni siquiera sus anhelos, sus pasatiempos, su familia, nada. La necesidad de desaparecer fue algo constante durante años hasta que pudo tratarse y logró salir del pozo, luego conoció a los chicos y todo mejoró.

¿Qué hubiera pasado si durante esos momentos, alguien le hubiera dicho que estaba mejor si no existía?

-No, no, no.- Negó compulsivamente. -Deja de pensar, deja de pensar, cálmate, Minseok.- Se repitió mientras su espalda se deslizaba sobre la puerta y se dejaba caer sobre el suelo frío.

Jongdae no pudo tener idea de que su hermano estaba pasándolo así de mal, por lo que entendió, a simple vista Dohyun había parecido un chico sin ningún problema, Jongdae nunca habría hecho algo como eso a consciencia. Además, un simple comentario no te arrollaba al suicidio, Kim Dohyun debió haber tenido mil cosas en la cabeza, debió haber estado sumido en millones de presiones y complejos, pero tampoco era cuestión de analizar la psiquis de una persona que ya no estaba con ellos. Golpeó su cabeza contra la puerta varias veces, jamás imaginó algo así, intuyó que había mucho más que los deseos paternos presionándolo, pero nunca algo así.

No podía ni imaginar la culpa que debió consumir a Jongdae...

-Oh, mierda.- Se despegó de la madera al erguirse con los ojos agrandados.

No se paró a oír el resto de la historia, la parte de él, lo que sintió después de eso, seguramente debió haber estado devastado, pero huyó antes de escucharlo. Jongdae estuvo lidiando todo el tiempo con un pasado horrible y lo entendía como nadie, también tenía una historia que en su momento quiso esconder de todos, era aterrador encontrarse a solas con esos recuerdos, sin nadie alrededor que te sujetara e impidiera que te alejaras lo suficiente como para perderte. El sentimiento de soledad...

Soledad.

-Acabo de dejarlo solo.- Susurró.

Se puso de pie y abrió la puerta con el corazón desbocado, se quedó congelado cuando lo vio parado del otro lado, no parecía que estuviera a punto de llamar, sólo estaba allí... Esperando. Se miraron por segundos interminables, el silencio consumiéndolos como una llama al papel. Jongdae tenía unos ojos torturados, de repente le pareció más demacrado, más ojeroso, más decaído. ¿Fueron él y su impulsividad quienes provocaron esa imagen?

El rostro de Jongdae se contrajo como si estuviera probando algo muy amargo un segundo antes de que formulara la pregunta: -¿Me odias?

Entonces, Minseok se echó a llorar como un idiota y lo único que pudo hacer fue lanzarse sobre él y abrazarlo con muchísima fuerza, como si quisiera unir todos los pedazos rotos de su ser y volverlo una sola pieza otra vez. Hipó sobre su cuello con desconsuelo, no tenía sentido que fuera él quien llorara, pero su corazón dolía demasiado.

-Cuéntame.- Logró hacerse entender entre sollozos. -Cuéntame todo, voy a escucharte hasta el final.

Unos segundos después, estaban de vuelta en su habitación, un poco más tranquilos. Jongdae seguía igual de trémulo y afligido, presionando sus dedos sobre las cuencas de sus ojos para retener el agua en vano, sus hombros se agitaban con cada gimoteo. Minseok ya no lloraba como antes, rodaban lágrimas por sus mejillas, pero de una forma más silenciosa. La diferencia es que en esos momentos sí se sentía un tanto más entero y esclarecido para reaccionar. Se quedó sentado a su lado sobre la cama, le dejó espacio para que se recompusiera de a poco y le dijera lo que sea que quisiera decirle, esperaría pacientemente y lo escucharía con atención.

-Me arrepiento.- Fue lo primero que largó en un balbuceo. -Me arrepiento de no haber notado lo mal que estaba, tendría que haberlo hecho, ¿verdad? ¿Cómo pudo escapárseme algo así?

-Estabas demasiado herido.- Acotó suavemente.

Jongdae sorbió de forma ruidosa por la nariz. -Luego de eso, me di cuenta de que su timidez y modestia significaban más incomodidad y nerviosismo que otra cosa. Abrí los ojos, Minseok, no tuve idea de la cantidad de presión por la que tuvo que pasar hyung hasta que ocupé su lugar.

-Tú no fuiste el culpable.- Sintió la necesidad de aclarar.

Tomó una honda respiración y lo miró, tenía los ojos hinchados e irritados, su nariz y mejillas rojas. -Sé que no.- Respondió inesperadamente. -Pero no puedo evitar sentir que fui esa gota que faltaba para que el vaso rebalsara.- Su labio inferior tembló. -Por eso debí redimirme a él, tenía que suplir a mis padres porque perdieron a la luz de sus ojos por culpa de mi envidia. Tomé responsabilidad por todo y cogí el puesto de hijo perfecto para seguir viéndolos sonreír.- Otro ataque de llanto lo ahogó. -Pero ahora no sé qué hacer, porque nada de todo eso fue correcto. Siempre lo supe en el fondo, fue más evidente que nunca cuando te rechacé y sentí un dolor agobiante inimaginable, me sentí... Vacío, totalmente.

Minseok se animó a estirar una mano para acariciar tiernamente sus cabellos, no quería interrumpirlo de más mientras estaba descargándose, lo único que podía hacer era mimarlo para que supiera que seguía allí junto a él.

-No tengo idea de cómo cortar con todo este círculo vicioso, no sé cómo salir parado.

-Está bien, todo estará bien.- Le susurró, porque era verdad, todo iba a estar bien, lo sentía en los huesos.

Jongdae lo miró entre lloriqueos. -Pero tú ahora me odias, ¿no? Te diste cuenta de que no soy el chico genial que te gustó, soy una escoria, Minseok, un pedazo de...- Frenó su retahíla cuando el otro lo aplastó una vez más contra su cuerpo, abrió los ojos enorme cuando lo escuchó llorar otra vez.

-Te entiendo.- Le dijo Minseok. -¿Cómo podría odiarte cuando te entiendo tan bien? Yo también lidié con una muerte de cerca, era mucho más pequeño, y no lo arrollé con palabras, lo hice con mis propias manos.- Estrechó su cuerpo con más fuerza. -Estaremos bien, Jongdae, vamos a estar bien.

Ya no supo a quién de los dos repitió esas palabras.

Percibía el pecho de Jongdae agitándose con cada inhalación, le costaba respirar, pero continuaba haciéndolo como todo en la vida, ambos lo hacían porque no les quedaba más que seguir avanzando, era lo único que conocían. Se separó para sonreírle, un gesto trémulo, estaban horribles de tanto llorar, pero no le molestó la imagen, se sintió cómodo en realidad. Era genial poder mostrarse de una manera tan cruda y real frente a otra persona, estaban muchísimo más cerca ahora que cuando se conocieron, o compartieron su primer beso, o se tocaron de forma más íntima.

No había punto de comparación.

-Tú nunca me juzgaste, no voy a hacerlo contigo.- Acomodó sus cabellos con delicadeza. -¿No notas lo importante que es esto, Jongdae? Te has dado cuenta de todo, eres consciente de todo, ¿acaso no es envión suficiente?- Secó sus lágrimas con suavidad. -Y no sólo eso, estás intentando cambiar y luchas con todas tus fuerzas, eres tan increíblemente valiente y fuerte, eres precioso.- Expresó con pasión.

Esas palabras hicieron que el llanto atacara de nuevo a Jongdae. Toda su vida había estado tratándose como a una mierda porque se odiaba con cada parte de su ser por haber hecho lo que hizo y continuar huyendo, siempre observó a Minseok con ojos llenos de admiración e incredulidad, sin ser capaz de concebir a otro ser semejante igual de corajudo y decidido, ¿y ahora era esta misma persona quien le devolvía las palabras que siempre había querido recibir?

Por primera vez se sintió valioso. Y no por sus calificaciones perfectas, por ser buen estudiante, por tener un gran futuro, sino porque notaron todo su dolor y no lo arrojaron, lo acunaron, lo tomaron en consideración, y apreciaron que hubiera cargado con él toda su vida sin decir una palabra. Porque eso lo volvía aguerrido, lo volvía alguien que valía la pena.

-No importa lo que cueste o lo que tardes, ahora estás avanzando, estás atravesando todo como puedes, reformando a Kim Jongdae y dejando atrás a Kim Dohyun.- Le dejó un pequeño beso en la mejilla, luego le besó la otra, luego su frente, después su nariz, lo llenó de cariño con dulzura. -Eso ya es algo. Y sea lo que sea que suceda, estaré contigo, ¿entiendes? Siempre contigo, mi amor.- Y besó sus labios.

Volvieron a recostarse juntos, no se despegaron para nada y no dijeron una palabra de más, esa noche Jongdae ya había hablado por toda una vida. Minseok sólo se separó para apagar la luz, pero dejó encendida la del velador, si se quedaban completamente a oscuras no podría ver su rostro y cerciorarse de que estaba bien. Jongdae siguió lagrimeando un rato más, se tranquilizó con el tiempo y cuando notó que Minseok no dejaba de tocarlo, de abrazarlo, de hacerse presente como nunca. Las manos de ambos se movieron perezosamente sobre el cuerpo del otro, frotando, acariciando, brindando calor. Cerraron los ojos y reposaron sobre sus costados, cara a cara, no tenían sueño, querían seguir despiertos para sentirse.

Sentirse de verdad.

Jongdae se acercó sigiloso a su boca, rozaron sus labios, fue el toque más delicado de todos. Antes de darse cuenta, estaban besándose de forma cadenciosa, como si el tiempo les perteneciera y pudieran hacer con él lo que quisieran, detenerlo justo en ese acto y deparar en la boca del otro por siempre. Jongdae comenzó a agitarse, Minseok pensó que había comenzado a llorar otra vez. Sintió como una mano se deslizaba sobre su pecho, por su vientre y luego se colaba en sus pantalones, se quejó cuando lo rodearon apretadamente y suspiró cuando lo acariciaron, había estado esperándolo, fue un alivio. El otro elevó una pierna por encima de su cuerpo y se montó a horcajadas sobre sus caderas, su mano lo abandonó por un instante y frunció el ceño, no quería que se detuviera.

Jongdae tomó el rostro de su novio entre las manos y lo besó con tanta intensidad como para drenarlo, probablemente lo que quisiera era drenarse a sí mismo. Internó la lengua en su boca caliente, lo lamió, lo acarició y lo dejó sin respiración. Ambos estaban sin respiración. Minseok vagó las manos por su cuerpo, las coló bajo su camiseta, tanteó la piel como si fuera un territorio inexplorado, recorrió cada fina línea de sus músculos y huesos, y luego bajó más y también lo acunó en su palma. Jongdae perdió casi todas las fuerzas en tan sólo un segundo, sus brazos que habían estado sosteniéndolo fallaron y casi se desploma del placer. Minseok aceleró el ritmo de su mano, se elevó del colchón para besarle el cuello y recorrerlo con su lengua, cuando lo mordió Jongdae gimió por lo bajo.

Esa vez no le preguntó si podía ir más allá, al menos no con palabras, cada vistazo a sus ojos fue una confirmación. Todo estaba bien.

"Estaremos bien, Jongdae, vamos a estar bien".

Empezó a temblar otra vez y titubeó en sus toques, Minseok lo percibió y le sujetó firmemente las manos sobre su cuerpo, empujándolo a continuar, luego lo embadurnó de besos en el pecho cuando le sacó la camiseta, se agachó más y besó su vientre, mordió la piel de sus caderas, luego besó delicadamente las líneas rosadas de los rasguños en sus brazos. Jongdae, abrumado por completo, lo recostó sobre el colchón y se deslizó para enterrar la cabeza entre sus piernas y amarlo como pudo entre la espesa neblina de desesperación que no le permitía librarse de sus cadenas de una buena vez por todas. Se sentía perdido, como si se encontrara en un planeta deshabitado, completamente a la deriva. No conocía el camino de vuelta a su hogar, no lo recordaba, y como estaba a punto de llorar otra vez, decidió reencontrarse en lo único seguro que conocía.

Minseok.

-¿Puedo...? Por favor... Yo...- Intentó mirarlo a la cara, dijo palabras inconexas sin sentido, su aliento se perdía en forma de pequeños respiros a través de sus labios.

Minseok tenía los párpados caídos, las mejillas enrojecidas, el cabello hecho un desastre, parecía igual de perdido que él. Alzó las manos, ahuecó su rostro y se estiró para quedarse a un centímetro de sus labios, no lo besó. -Ven a mí, hazme lo que quieras.- Susurró.

No fue hasta unos minutos después mientras lo intentaba todo para que no sintiera dolor luego, que Jongdae comprendió la magnitud de lo que sucedía. Su ceguera, inducida por la ansiedad y una pequeña cuota de intranquilidad, no le permitió ver más allá del placer y de las ganas de poseer a su novio por completo. Reaccionó cuando enfocó a Minseok bajo suyo, viéndolo directamente y con nerviosismo en sus facciones, aguardando lo que sea que fuera a pasar; en ese momento lo invadió un sentimiento tan intenso, que cayó en cuenta de que aquello no era simplemente sexo e iba más allá de una primera experiencia, tenía que ver con lo que significaba para ambos a un nivel más profundo, era algo muchísimo más valioso.

Sus dedos eran torpes, su inseguridad ya no se debía a su pesadumbre desbordante, eso había quedado a un lado ni bien entendió lo que estaban a punto de hacer, ahora estaba nervioso por su novio. Quería que fuera agradable para él, quería que se sintiera bien, que fuera algo que ambos pudieran recordar con una sonrisa. Estaba pensando en mil cosas, lamentándose por no haber investigado un poquito más, creía que ya sabía todo lo que tenía que saber, pero no estaba seguro, ¿y si al final le dolía? ¿Qué haría si veía sangre o algo así? Entonces, para su consternación, Minseok comenzó a reírse de la nada y su cabeza se elevó al instante, su quebradiza concentración se esfumó, ¿qué era tan gracioso?

Oh, diablos... Casi palidece ahí mismo, debía verse ridículo ¿verdad? Probablemente estuviera haciendo todos los pasos mal.

-¿Q-q-qué?- Tartamudeó.

Minseok cubría sus ojos con un antebrazo, había quedado desnudo de la cintura para abajo, su camiseta estaba subida hasta las axilas. La sola imagen le hubiera hecho la boca agua, pero tenía la cabeza en cualquier sitio. -Eres horrible en esto.

Le frunció el ceño. -¿Y tú tienes más idea?

Se descubrió, llevaba una sonrisa irreprimible en los labios, se veía honestamente feliz a pesar de todo y eso bastó para darle un poquito más de confianza. Si Minseok estaba bien, todo en su mundo funcionaba correctamente.

Le devolvió la sonrisa, desbordado de amor por él. -Tienes razón, estoy muerto de miedo.- Admitió con una estúpida risotada. -¿Me tendrás paciencia?

El semblante de Minseok se suavizó. -Claro, toda la vida.

Esa última afirmación provocó un nudo en su garganta. Siguió preparándolo, imprimió más cariño y delicadeza que nunca en sus acciones, Minseok alternaba entre tensarse y relajarse, las muecas en su cara eran completamente legibles. Aterrizó en sus labios una vez más, se distrajeron mientras todo pasaba, entonces Jongdae encontró lo que había estado buscando. No lo notó, sólo se dio cuenta cuando Minseok maldijo fuertemente y comenzó a deshacerse en estremecimientos.

-¿Soy tan horrible ahora?- Bromeó.

-Oh, por favor...- Susurró, arqueando todo su cuerpo de forma irresistible. -¡Cierra la boca y continúa!

Logró torturarlo un buen rato hasta que fue suficiente, no para Minseok, sino para sí mismo. Intentó mantener la compostura todo lo que pudo, pero la realidad era que si no estaba todavía más cerca de su novio, comenzaría a extraviarse de nuevo, y eso le daba pánico. Y estaba a punto de explotar allí abajo. Los primeros intentos fueron extraños, sudaba por nerviosismo y Minseok se quejaba por el dolor, en algún momento se calló sin embargo y pensó que quizás estaba haciéndolo mejor, pero al ver su rostro contraído entendió que en realidad estaba tratando de hacerle las cosas más fáciles.

Como de costumbre, Minseok siempre pensaba en él antes que en sí mismo.

Tardó en moverse, no quería herirlo. Respiraban agitados, sus rostros eran serios por primera vez, como si estuvieran de cara al fin del mundo. Más bien era el comienzo de uno propio. Minseok le acarició el rostro con dedos suaves, lo miró fijo a los ojos y fue el empuje suficiente para que sus caderas comenzaran el vaivén. En algún punto de la noche mientras su cuerpo ardía y miles de pensamientos amorfos lo invadían, lo escuchó ahogarse en gemidos y apretar sus brazos con demasiada fuerza, al clavar sus ojos en él con más atención, descubrió una de las imágenes más maravillosas que se quedarían grabadas en su memoria por el resto de su vida.

-Diablos...- Largó con voz temblorosa, ralentizó el ritmo y sonrió con los ojos brillosos. -Eres terriblemente hermoso, Minseok.

Minseok había estado con la cabeza tirada hacia atrás, los labios entreabiertos en mitad de un gritito acallado y los ojos cerrados, deleitándose en sensaciones, se recompuso ante esas palabras, lo miró a la cara en silencio y se mordisqueó el labio inferior antes de tirar de él para besarlo. Se perdió del resto del mundo, porque al final lo único importante era el chico entre sus brazos amándolo con la misma fuerza, y cuando todo acabó, cuando él se derramó todavía en su interior y Minseok embadurnó su propio pecho, aterrizó entre sus brazos y se sintió seguro y completo.

Tardó un momento en reaccionar en lo que los últimos temblores de gozo se disipaban, lo abrazó, pidiéndole sin palabras que lo cuidara ahora que por fin se había entregado por completo a él. Minseok se sentía... Gigante, de alguna manera. Como si pudiera abarcar cada pedacito de su persona.

Comenzó a reírse con euforia en la curva de su cuello, su novio le dio un pequeño golpe en el trasero.

-¿Qué pasa?

-Nada...- Murmuró, sonriente. -Sólo pensaba que si buscar la felicidad es esto, justo a tu lado, entonces me quedaré en la octava nube por siempre.

Pido a lxs que quieran comentar, que se aseguren de hacerlo con tacto y sensibilidad a la hora de dejar su opinión. Estamos rondando temas espinosos que aquejan a muchxs y causan dolor, así que hay que ser conscientes del otrx .

Bien, disfrutemos de estos últimos tres capítulos, mis niñxs :(...

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