LV
-¿Destruyeron el correo de tu familia?
Dan Bi se detuvo en seco mientras colgaba su mochila en el respaldo de su silla, su bonito ceño estaba fruncido y enfocaba a Minseok con incredulidad. Él comenzó a tener dudas con respecto a desperdigar la información, al final sólo lograría que todos estuvieran muchísimo más inquietos y preocupados de lo normal, aunque suponía que tener más ojos alertas era ideal cuando estaba siendo acosado con tal intensidad y tirria.
-¿Tienen idea de quién pudo haber sido?
-No.- Negó con un suspiro al acomodarse en su sitio. -Y esa es la cuestión.
Dan Bi adelantó sus labios en un gesto de disconformidad. -Esto está mal, Min, está muy mal.- Concordaban en eso. -¿Han vuelto a molestarte luego?
Volvió a negar, sintiéndose frustrado en demasía. Si lo que buscaba su acosador era volverlo loco, estaba haciendo un trabajo estupendo. Sus padres tampoco tenían idea de lo que estaba pasando, contarles sonó como a una mala idea todo este tiempo, sufría acosos desde la primaria, hasta el momento no había sido nada que no pudiera manejar por su cuenta, pero ¿seguirlo hasta su hogar? ¿El lugar en donde estaba su familia, su hermana menor? Eso era demasiado hasta para un cínico como él. La realidad es que no tenía nada asegurado, bien podrían ser niños revoltosos haciendo una broma de mal gusto como había sugerido Jongdae, pero algo en sus entrañas le daba la pauta de que no era el caso.
En el momento en el que enfocó los papeles destrozados en el pórtico de su casa, alarmas comenzaron a sonar en su cabeza con luces rojas. Sólo estaba haciéndole caso a su instinto.
-Mis padres se fueron además.- Repiqueteó los dedos contra la madera de su escritorio y vagó la mirada a través de la ventana. -Espero que no lo tomen como una oportunidad.
-No creo que sea el caso, cariño, hasta el momento no han hecho más que bromas inofensivas.- Dan Bi posó una mano sobre su brazo intentando aligerar su obvia preocupación.
-Hasta el momento...- Repitió en un balbuceo, no quería arriesgarse a esperar que las cosas pudieran volverse peores. Si tan sólo tuviera una leve pista de quién se trataba...
-Me quedaré contigo unos días, Minseok.- El comentario de Jongdae en el banco de al lado aligeró gran parte de su pesar.
-¿Sí?- Susurró de vuelta. -¿Puedes?- Su voz sonó muchísimo más tímida, ese mismo día Jongdae iría a cenar y luego pasarían la noche juntos, ni toda la preocupación del mundo eclipsaría la emoción que eso le causaba.
El otro se encogió de hombros. -Claro, sólo cogeré un poco más de ropa; sé que si me quedo lejos de ti en estos momentos no me sentiré tranquilo para nada.
Minseok lo observó con más detenimiento... Algo estaba mal. No, algo se sentía mal. Jongdae lucía apagado, como si no fuera él mismo; cuando centró la mirada en sus pupilas pudo notar cómo estas temblaron con emergencia, al instante en el que se dio cuenta, Jongdae giró su rostro hacia el frente otra vez, demostrándole que no estaba equivocado, si no hubiera nada allí entonces le habría sostenido la mirada con naturalidad. Frunció el ceño y lo vio con atención unos segundos más, su pierna estaba sacudiéndose de arriba abajo con histeria debajo del banco, su boca se movía como si estuviera rumiando algo y concluyó en que había algo más aparte del problema del acoso. Algo tenía que estar turbándolo en demasía para ponerlo en ese estado, Jongdae era bastante experto en disimular porque estaba acostumbrado a hacerlo.
Su voz se agravó una octava. -Oye...
-¡Bien, bien, bien!- Interrumpió el ingreso de la profesora al salón. -¡Todos a sus lugares jóvenes! Comencemos con el último semestre escolar de sus vidas, asegúrense de trabajar duro hasta el final.- Dio un aplauso mientras los estudiantes terminaban de acomodarse y sin más comenzó a escribir en la pizarra.
Minseok decidió dejar para más tarde la incursión en la mente turbulenta de Jongdae, estarían conviviendo por un par de días después de todo, encontraría el momento adecuado para pincharlo, si era algo demasiado importante tenía que proceder con suavidad, estaba determinado a entender lo que le acomplejaba.
En su lugar, se pasó toda la jornada escolar viendo alrededor como si se encontrara en un sitio completamente extraño. Les comentó a Sei y a Sehun lo que había pasado e inmediatamente quisieron tomar cartas en el asunto aun cuando nadie tenía idea de quién era el culpable, tuvieron que frenarlos de a dos a cada uno para que, al menos de momento, desistieran de sus ideas de venganza. Entendía a otro nivel la frase "ojos en la espalda", estaba haciendo uso de todos sus sentidos para percibir algo, la mínima muestra de que en verdad era perseguido, pero si su acosador ese día se dedicó a su trabajo favorito, no se dio cuenta.
Cuando la campana sonó en la última hora indicando el final de la jornada, no se sentía más tranquilo con respecto a nada. Cruzó las verjas del colegio por segunda vez en el día y no estaba más cerca de descubrir la verdad; Jongdae fue testigo del sonoro suspiro que dio una vez fuera, logró que varios se voltearan a verlo incluso.
-Hey, no va a pasar nada.- Sintió su mano conciliadora y firme sobre un hombro, Jongdae lo removió amigablemente y le sonrió cuando lo miró de reojo. -Estaremos juntos todo el rato y vigilaremos a Minju, no te preocupes de más, ¿sí, superbobo?
Le devolvió la sonrisa, era verdad, no quería estar alterado todo el rato, menos cuando estaba a punto de convivir con su novio por un tiempo, corto, sí, pero suficiente para calmar sus ansias. El simple pensamiento lo azoró, Jongdae lo notó y le dio un rápido beso en la mejilla antes de alejarse.
-Recogeré las cosas de mi casa e iré directo a la tuya, nos vemos en un rato.- Saludó con una sonrisa casual en los labios que titubeó cuando se lo quedó viendo sin decir una palabra.
-Jongdae...- Pronunció con cautela.
Él carraspeó y desvió la mirada unos centímetros de su rostro. -¿Sí?
Meneó la cabeza. -Nada, ve con cuidado, cualquier cosa me llamas.- Intentó devolverle la sonrisa, pero le salió torcida al ser consciente de que ambos se estaban esforzando por disfrazar las cosas.
Cuando llegó a casa y verificó que Minju aún no había llegado, la llamó a su celular con el corazón en la boca; se sentía un tanto estúpido haciendo de guardián de su hermana y probablemente esta cometiera fratricidio por inmiscuirse en sus asuntos, pero ahora que no estaban sus padres era su deber cuidarla y con las cosas que estaban pasando no quería correr riesgos. Obviamente, ella no le contestó, así que le envió mensajes, y al seguir sin respuesta volvió a llamarla y esta vez sí consiguió que cogiera el teléfono.
-¿Quieres morir?- Fue lo primero que escuchó del otro lado.
Bueno, al menos no le había pasado nada extraño.
-¿Dónde estás?- Se retractó al segundo de hacer la pregunta, sonaba como uno de esos horribles hermanos castrantes que volvían vírgenes inmaculadas a sus hermanitas menores. -Quiero decir, ¿vendrás a casa hoy? Es para saber qué comprar para la cena.- Lo arregló.
-Iré, estoy con Nika y las chicas en la tienda de música, no molestes, bollo feo.
Y cortó.
Bien... Mientras estuviera acompañada no le importaba. Al menos, no demasiado.
Resuelto el paradero de Minju (por el momento), ahora podía poner toda su concentración en aguardar la tan anhelada llegada de su novio. Tomó una ducha rápida para quitarse el estrés del día, se atavió con un pantalón de franela azul oscuro largo hasta la rodilla y su camiseta favorita de Pulp Fiction, recogió su flequillo para que no lo molestara con un elástico que le robó a su hermana, y dio vueltas alrededor por lo que parecieron horas, esperando con nerviosismo el golpe en la puerta. Estaba a punto de sentarse en el sofá cuando lo escuchó, prácticamente fue corriendo a atender aunque se detuvo un par de segundos antes de girar el picaporte para no parecer tan desesperado.
Del otro lado estaba Jongdae y... ¿Minju?
Frunció el ceño. -¿Cuándo...?
-¡No me dijiste que Jongdae oppa se quedaría con nosotros!- Ingresó ella vociferando como de costumbre, se paró a su lado y lo codeó con picardía. -Mamá y papá se fueron y no pierdes el tiempo ¿eh? Pillo.
Extendió un brazo para atraparla con un gruñido, pero ella se precipitó escaleras arriba antes de que pudiera cogerla y castigarla. Le gritó desde el recibidor que no bajara si sabía lo que le convenía, y un carraspeo lo hizo voltearse justo a tiempo para recibir un sorpresivo beso.
-¿Qué clase de bienvenida es esta?- Dijo Jongdae sobre sus labios.
Sonrió. -Lo siento.- Tomó su rostro en ambas manos y le devolvió el beso. -Hola, ¿por qué tardaste tanto?
-¿Lo hice? Prácticamente vine corriendo.- Deparó una vez más en su boca y de la nada lo rodeó con ambos brazos de forma apretada.
Minseok lo abrazó también pensando que se trataba de un gesto casual, pero los segundos pasaron y su agarre no hizo más que reforzarse como si no quisiera dejarlo ir, como si estuviera rogándole sin palabras por contención. Su pecho se apretó dolorosamente, ¿qué le estaba pasando? Fue entonces cuando echó un vistazo al bolso de mano en el suelo.
-Es bastante equipaje para un par de días, ¿no?- Murmuró.
Jongdae se separó y se agachó más adelante para quitarse los zapatos, Minseok cerró la puerta y se lo quedó viendo de brazos cruzados, esperando por una explicación.
-¿Minju no sabe de los acosos?- Preguntó el otro viendo hacia las escaleras distraídamente.
Negó. -No le dije todavía, es seguro que intentará atacar a alguien con karate o algo así.
-Mmm...- Jongdae continuó evitándole la mirada.
-¿Vas a decirme por qué estás tan inquieto o continuamos pretendiendo?
Lo vio tensarse un segundo antes de que le enviara un vistazo suspicaz de reojo, tendría que coronarse el rey de los idiotas si pensó que podría engañarlo a estas alturas. Fue testigo del momento exacto en el cual perdió la batalla contra la parte de sí mismo que se rehusaba a hablar, y agachó la mirada con resignación.
-Peleé con mis padres.- Confesó.
Entrecerró los ojos. -¿Es por eso que quisiste quedarte más tiempo aquí?
Jongdae frotó su nuca con incomodidad. -En parte. Me preocupa la situación con el loco ensañado contigo también.
-¿Por qué fue la pelea?
Ante la pregunta Jongdae mordió su labio inferior con fuerza y continuó sin dirigirle la mirada; Minseok hizo un paneo rápido en su memoria de posibles opciones y lo primero que se le presentó fue la hoja de carrera incompleta de la última vez. Nunca lo cuestionó porque supuso que era un tema tabú delicado que él trataría a su propio tiempo, ¿la habría rellenado al final?
Suspiró. -Bien, no me digas.- Paseó la mirada por el salón de su casa, considerando las cosas. Jongdae estaba cabizbajo frente a él como si estuviera esperando un veredicto final. -¿Ellos saben que pasarás un tiempo aquí?
Lo miró a los ojos y meneó la cabeza hacia ambos lados. Minseok asintió y se rascó la frente.
-Puedes quedarte.- Dijo, no podía negarle apoyo estando como estaba; el otro abrió grande los ojos y una sonrisa comenzó a crecer en su rostro. -Con una condición.- Aclaró, y su felicidad creciente se desvaneció. -Llámalos ahora mismo, diles dónde te quedarás, con quién, y que estarás bien, Jongdae.- Vio la reticencia en su rostro, lo que le hizo preguntarse qué tan mal habían peleado. -De lo contrario no habrá trato.
Jongdae gruñó un "bien" mientras se deshacía de su abrigo, lo colgó en el perchero de la entrada y pasó directo al salón sin preguntarle dónde estaba el teléfono, lo sabía después de tantas visitas. Minseok se apoyó de espaldas contra la pared al lado del aparato, lo observó mientras pegaba el tubo a su oreja y marcaba los números; Jongdae se mantuvo fijo en él en lo que el tono de espera retumbaba en su cerebro, cuando su madre contestó apartó la mirada. Minseok lo oyó explicar escuetamente la situación, su tono era rígido y desganado, como si estuviera cansado de todo, colgó con un "está bien", ni siquiera saludó de vuelta.
Suspiró a la nada, cabizbajo. -Está hecho, ¿contento?
Minseok, de brazos cruzados, mantuvo el silencio. -¿Cuál es el verdadero problema con tus padres, Jongdae?
Él desvió la mirada hacia la derecha. -Ellos son sólo una parte del problema.- Explicó en un murmullo. -El culpable de todo no es nadie más que yo.
Frunció el ceño. -¿Qué...?
Sintieron un golpe extraño contra la pared del lado de afuera, voltearon a la misma vez con expresiones confusas, y no fue hasta que algo se estrelló contra el vidrio de la ventana que lograron reaccionar y salieron corriendo por la puerta delantera. Minseok llegó hasta la vereda y vio en todas las direcciones, no encontró nada ni a nadie, escuchó el llamado de Jongdae más atrás y al llegar a su lado observaron lo mismo: huevos estrellados contra el frente de su casa, restos de cáscaras en el suelo, manchas entre grises y amarillentas por las yemas embadurnando la pintura y parte del vidrio.
-¿No había nadie?
-Nadie.- Contestó quedamente.
Pero al menos ahora estaban seguros: el misterioso acosador escolar sabe perfectamente dónde vive.
El ambiente fue extraño luego. Minseok se sentía tenso por la persecución enfermiza que estaba recibiendo y que, por primera vez en su vida, se extendía hasta el ámbito de su hogar, el único lugar al que siempre había podido regresar y sentirse verdaderamente seguro. Ahora ni siquiera podía relajarse en el salón de su casa sin esperar que alguien bombardeara sus paredes con alguna tontería, era el colmo. También estaba el tema familiar de Jongdae, quien se mantuvo inquietantemente silencioso durante la cena e insistía en negarle la mirada, tampoco es que alguno tuviera ganas de charlar. La única incapaz de leer el ambiente fue Minju, que continuó hablando de mil tonterías a la vez a pesar de no recibir respuestas alentadoras, y se fue a dormir con el mismo ánimo con el que cruzó el pórtico de la casa horas atrás.
Intentar algo más como habían tenido planeado desde un principio estaba fuera de discusión, ninguno dio un paso en esa dirección tampoco, simplemente no era el momento. Minseok no se preocupó demasiado, podían intentarlo otro día y ya, y además mañana tenían clases... Entonces, ¿por qué se quedó viendo a Jongdae con inseguridad mientras acomodaba los cojines del sillón usando ya sus pijamas? Sabía que no harían nada esa noche, pero dormir separados seguía sintiéndose... Mal.
-¿Estás bien con el sofá?- Le preguntó con incomodidad. -No tengo otro futón.
Jongdae se encogió de hombros mientras extendía una frazada sobre el mueble, ¿cómo debería tomar ese gesto? Parecía indiferente, pero no podía estar seguro. Al final lo miró directamente a los ojos por primera vez en todo el día, la amargura en ellos hizo temblar su corazón de agonía.
-Sólo estaré bien contigo.
No pudo evitar sonrojarse, abrió la boca y luego volvió a cerrarla, las palabras no le salían. Vio alrededor de la habitación como si pudiera encontrar alguna respuesta allí, ¿qué debería hacer? Jongdae también pareció un poco avergonzado cuando volvió a hablar.
-No voy a meterte mano si dormimos juntos, ¿sabes?- Le aseguró con las mejillas rojas.
Minseok aclaró la garganta, allí estaban los dos, removiéndose tímidos como idiotas desde extremos opuestos del salón. -Ese no es el problema, por algo te invité a pasar la noche ¿no?- Jongdae abrió los ojos como platos y sólo entonces se dio cuenta de que, sin proponérselo, había dado pase libre para cosas como "meter mano"... Bueno, no es como si le molestara a decir verdad. -Sólo digo porque mi colchón es muy pequeño, estaremos incómodos, quizás podría...
-¿Minseok?
-¿Sí?
Le sonrió con suavidad. -Está bien, no te preocupes, dormiré aquí, ¿bien?
Volvió a carraspear y asintió. -Bien.- La voz le salió como un graznido.
Jongdae entornó los párpados. -Pero sólo por hoy, ¿entiendes?- Asintió otra vez como un idiota. -No dejaré que pase demasiado tiempo.
-¡Buenas noches!- Exclamó mientras subía las escaleras a la velocidad de la luz.
-¡Procura cerrar tu puerta con llave, Minseok!
Dio un portazo, encendió las luces de su cuarto y se quedó viendo el pedazo rectangular de madera por demasiado tiempo para ser normal. Sabía que Jongdae sólo había estado bromeando con ese último comentario, pero de todas formas no puso cerrojo a la puerta.
Tampoco la cerró por completo, sólo por si acaso...
Fue completamente extraño levantarse con Jongdae rondando por los pasillos de su casa. Cuando abrió la puerta de su habitación y lo vio caminar tranquilamente hacia el baño, con el cabello despeinado y el cepillo de dientes colgando de la comisura de su boca, le tomó un momento a su cerebro dormido recordar que estaba quedándose allí. Durante el desayuno se lo quedó viendo, estaba justo en frente cubriendo una tostada con mermelada de frambuesa, casi ni tocó su propia comida mientras intentaba acostumbrarse a la sensación en su estómago, ese calor reconfortante que lo hacía sentir a gusto. Caminaron juntos a la escuela, tomaron las clases con sus bancos uno al lado del otro y luego volvieron por el mismo camino, todo en silencio, sin decir una palabra, como si convivir juntos fuera lo más natural del mundo.
Le hubiera gustado relajarse, pero seguía un tanto alerta observando de reojo alrededor en busca de algo o alguien, alguna cosa que le diera muestras de que el acosador era una persona de carne y hueso como cualquier otra. No conocer su rostro lo volvía bastante neurótico a decir verdad, como si se tratara de un ser omnipotente que podía salir de cualquier lugar en cualquier momento. Volvió en sí cuando sintió que Jongdae lo tomaba de la mano, ni siquiera necesitó verlo para captar que estaba alterado, pero así eran ellos, a veces entenderse era tan fácil como eso.
Otras veces no, pero ese no era el caso.
El resto del tiempo en casa se la pasó con la cabeza en las nubes, simplemente no podía apagar su estado paranoico y cada vez que estaba a punto de perder la cabeza, Jongdae aparecía mágicamente a su lado y hacía algo. No importaba qué, sólo era eso, algo. Un apretón sin sentido a su mejilla, un pequeño beso en los labios, una caricia sobre el muslo, gestos que lo devolvían al mundo real, el mundo en el cual estaba felizmente cómodo con su novio compartiendo el mismo espacio. Era extraño, Jongdae lo hacía en los momentos justos, lo leía y desentrañaba como al libro abierto más zonzo y básico del mundo.
Y estaba más que bien.
Cayó la noche, tenían que preparar la cena, pero ese día le tocaba a Minju encargarse, así que se permitió relajarse y no pensar en nada, era demasiado tarde ya y estaba extenuado. Con un suspiro, se recostó sobre Jongdae en el sofá como si se tratara del propio mueble, miraban televisión, eso intentaban por lo menos. Minju estaba en la cocina con los auriculares puestos, vociferando lo que deberían ser canciones suponía, los gritos llegaban de forma desafinada y apasionada a la vez.
-Menos mal que me quedé contigo.- Dijo la voz suave de su novio mientras le acariciaba el hombro. -Me preocupaba que pudieran volver e intentar entrar por la fuerza o algo así.
-Mmm...- No quería hablar del tema, tampoco quería pensar, simplemente quería reposar allí con el aroma de Jongdae invadiendo sus fosas nasales.
Un intento de rap inentendible salió de la cocina y Minseok se separó para ver en aquella dirección, le diría a su hermana que cerrara la boca, pero era demasiado divertida a su pesar. Jongdae lo vio sonreír de esa manera tan poco común, era una sonrisa que sólo reservaba para su familia, especialmente su hermana menor. Por más molesta y diabólica que asegurara que era, de verdad la adoraba con locura, era innegable.
-¿Es tan buena como tú?- Le preguntó con una pequeña sonrisa, se la había contagiado.
-Es un desastre.- Confirmó Minseok, pero seguía sonriendo, esta vez con un poco más de diversión. -Ha llegado a hacer explotar huevos, no me preguntes cómo, pero si no lo intenta nunca aprenderá.- Se encogió y volvió a apoyarse sobre su hombro.
El tema le hizo pensar indefectiblemente en el hermano de Jongdae, esa persona misteriosa que siempre había rondado entre ellos de forma sutil y silenciosa, esa persona que estaba ahí y de la que todos sabían, pero de la que nadie hablaba. Ahora que lo pensaba, aparte del Jerye al que asistió no hubo otra ocasión en la cual haya oído del chico, ni siquiera recordaba bien cómo se llamaba. Dan Bi lo conoció, creía, pero había un aura de "no preguntar, no hablar" alrededor del tema. Jongdae jamás lo nombraba, nunca lo citaba, ni siquiera lo recordaba por casualidad... ¿Habrían tenido una mala relación? ¿Qué más había allí? Se encontraba algo reticente a preguntar sobre una persona fallecida, más que nada porque era un tema obviamente espinoso, pero le gustaría poder saber lo suficiente para ayudarlo si era necesario.
-Jongdae...- Lo llamó con suavidad.
-¿Mm?- Sonaba adormilado.
-¿Puedes hablarme de...?- Aclaró la garganta. -¿De tu hermano?
Las caricias que había estado recibiendo cesaron de repente y se irguió para verlo a la cara, Jongdae no tenía expresión de pánico o molestia, no tenía expresión de nada. Le dio un pequeño vistazo de reojo y en ese momento sí pareció algo incómodo.
-No hay mucho qué decir.- Contestó en voz baja, tan baja que casi no lo escucha. De todas formas, le sorprendió que no evitara el tema. -¿Querías escuchar algo en especial?
-No, no, sólo... Si no te molesta, claro, pensé que podías querer decirme algo sobre él. Tú... Ya sabes, tú nunca lo nombras.
Jongdae sorbió por la nariz y se acomodó mejor sobre el sillón, como si la postura perezosa y desinteresada que había estado manteniendo no fuera la adecuada para hablar sobre su hermano mayor.
-No sé.- Se encogió débilmente. -Se llamaba Dohyun, era un buen hermano... No, era una buena persona.- Aclaró. -Y... Estudiaba en la universidad, estaba comprometido con su novia de la escuela.- Y ahí frenó, como si no hubiera más nada.
Pero Minseok sabía que había más, muchísimo más. Lo leyó en sus ojos adoloridos, la amargura de antes acrecentándose. Pensó desde un principio que esta provenía de la pelea con sus padres, pero ¿podría tratarse de algo más? ¿Algo que no podía deducir por sí mismo, porque nunca había escuchado de ello? Lamió sus labios resecos y se ladeó para verlo mejor a la cara, Jongdae continuaba observando la televisión aunque sabía que había dejado de prestarle atención hacía rato.
-¿Qué hay sobre el accidente?- Suavizó su voz como nunca para disminuir el impacto de la pregunta, lo vio pasar saliva con dificultad. -¿Cómo...? ¿Cómo pasó?
Jongdae por fin lo miró y lo hizo por demasiado tiempo quizás. -¿Accidente?- Dijo de forma queda, entonces, inesperadamente, le sonrió, un gesto agrio cargado de lastimosa ironía. -Sí... Podría decirse que fue un accidente, supongo.
Frunció el ceño, incluso más confuso que antes cuando no sabía nada de nada. Abrió la boca para decir algo, no sabía qué en realidad, pero Minju los llamó para la cena y la conversación se cortó por completo. No supo decir si Jongdae pareció aliviado o no. Aquella noche sí se coló en su habitación, estaba predicho que sucedería, Minseok abrió las sábanas para que entrara y sin una palabra se acoplaron al cuerpo del otro. Era una noche fría y silenciosa, no hubo lugar para otra cosa que abrazos y caricias lentas, algún que otro beso robado, el sexo no entró en la ecuación, simplemente no se sentía adecuado y era una sensación compartida por ambos.
Cuando Jongdae despertó por la mañana con el sol en la cara, estaba solo en la cama. Tardó un par de minutos en levantarse y fue hasta el baño, pero la puerta estaba abierta mostrando a Minju cepillándose los dientes y pegó un respingo, alejándose por acto reflejo. En su casa sólo eran sus padres y él, no estaba acostumbrado a cruzarse con alguien más después de despertar y no quería incomodarla, ella todavía llevaba puesto su pijama, pero al parecer no le importaba porque le sonrió con la boca llena de pasta de dientes.
-Puedes entrar si quieres, chonam.- Le dijo como si nada y una chispa de euforia se encendió dentro de él.
-Buenos días.- Le gruñó avergonzado, también empezó a cepillarse de cara el espejo, dándole alguna que otra miradita de reojo.
No iba a negar que la palabra cuñado brotando de sus labios no lo hacía increíblemente feliz, sería la mentira del siglo. Bajó primero, Minju fue hasta su habitación para ataviarse con su uniforme, siempre hacía eso antes de comer. Ni bien llegó al salón lo invadió el agradable olor de un desayuno recién preparado: café caliente, pan tostado, mantequilla derritiéndose... Persiguió la esencia a hogar hasta la cocina, Minseok estaba de espaldas haciendo huevos revueltos en una sartén, movía platos y utensilios con total confianza y habilidad, tan sólo mirarlo era acogedor, hasta el ruido que debería ser molesto por la mañana se sentía reconfortante.
Llegó hasta él y le rodeó la cintura por detrás, apretó fuerte los brazos a su alrededor y tomó una gran inspiración sobre sus cabellos. Olía a champú de coco. Minseok no se inmutó, continuó cocinando con una sonrisa en los labios.
-Buenos días.
-Mmm...- Gruñó Jongdae con los ojos cerrados, se sentía tan bien, ¿todavía estaba soñando?
-¿Dormiste bien?- Le dio un apretón a sus brazos mientras el pan saltaba hacia afuera por la abertura de la tostadora, listo para comerse.
No le respondió, rozó su mejilla con la punta de la nariz y fue el incentivo suficiente para que Minseok volteara su rostro, compartieron el primer beso del día. En realidad estaban besando sus sonrisas. Oyeron en la lejanía a Minju exclamando que recogería la correspondencia, pero no le prestaron mucha atención, estaban demasiado centrados en el otro. Jongdae estaba pensando en separarse para contestarle que sí, anoche había dormido como un bebé porque lo había tenido cerca, pero no podía abandonar sus labios.
-Eres malditamente adictivo, Minseok.- Le dijo en su lugar, porque le pareció algo más importante que aclarar, y lo sintió estremecerse entre sus brazos.
Fue entonces cuando una explosión los separó de sopetón y el grito de Minju los devolvió al planeta Tierra. Jongdae fue el primero en salir disparado, Minseok corrió tras él, pero luego se volvió y apagó el resto de las hornallas. Cuando llegó a la escena, observó desorbitado a su hermana de bruces en el suelo y a Jongdae preguntándole si estaba bien; Minju asintió, no se veía herida en ninguna parte, sólo conmocionada, sus ojos eran enormes.
-¿Qué sucedió?
-Al-alguien lanzó petardos desde la calle, creo, y luego...
Minseok no se detuvo a escucharla, salió como un misil a través de la verja, todavía con su cabello de recién levantado, en pijama y descalzo, ni siquiera se detuvo a ponerse los zapatos. Corrió por puro instinto hacia su derecha, la esquina más cercana, al doblar enfocó a alguien más adelante corriendo a toda velocidad, no era una figura grande, pudo discernir que incluso era de menor estatura que la suya. Aumentó la velocidad, no iba a permitir que se le escapara, no en esa ocasión. Cuando estuvo lo suficientemente cerca estiró una mano y alcanzó a cogerlo de la capucha de su sudadera, el tipo se detuvo abruptamente y lo volteó de forma violenta para tomarlo del cuello de su abrigo, se lo acercó al rostro, poseía una expresión tan peligrosa que no se hubiera reconocido ni frente a un espejo.
-¿Qué le hiciste a mi hermana, enfermo de mierda?- Estaba tan pegado al tipo que no fue capaz de distinguir sus rasgos, no le importaba nada en esos momentos, sólo quería golpearlo y hacerle daño. Lo zamarreó con fuerza. -¡Contéstame!
-¡Oye!- Jongdae apareció a su lado de la nada y aplicó mucha más fuerza de la acostumbrada al apretar su brazo para devolverlo a sus cabales. -¡Espera un poco! ¡Tan sólo es un niño, Minseok!
Lo soltó al instante después de oír aquello y dio un paso hacia atrás, sólo entonces se dio cuenta de lo exaltado que estaba, le faltaba la respiración, le ardía la garganta y no podía enfocar bien lo que tenía adelante. Gracias al cielo que Jongdae apareció o no sabía de lo que hubiera sido capaz estando tan fuera de sí. Elevó una mano temblorosa frente a su rostro en lo que intentaba apaciguarse, Jongdae tenía razón, el supuesto gran acosador era un chico menudo y de cabello muy corto, menor que ellos, ¿de la edad de Minju quizás?
Frunció el ceño. -¿Quién eres? ¿Qué quieres de mí?- El muchachito se veía igual de agitado, su pecho subía y bajaba arrítmicamente, la mirada de odio crudo que le estaba enviando le hacía pensar que se debía en gran parte a su enfado. No le contestó. -Mira, niño, me da igual lo que te pase, moléstame todo lo que quieras, pero no puedes tomártelas contra mi hermana, ella no tiene nada que ver.
Fue eso lo que lo hizo reaccionar al parecer, porque sus manos formaron puños apretados y su expresión fue fiera. -¡Tú también le has hecho algo a mi hermano!- Gritó con voz temblorosa y llena de bilis.
Se vieron fugazmente con Jongdae, no tenía idea de lo que estaba diciendo. Posó una mano sobre su frente e hizo sus cabellos hacia atrás, se sentía estresado y cansado de tener que terminar siempre lidiando con situaciones así. -No sé a qué te refieres, pero...
-¡Por supuesto!- Volvió a chillarle, esta vez con lágrimas traicioneras en sus ojos. -¡Ni siquiera debes recordar el nombre de la persona a la cual asesinaste!
La última palabra hizo eco en su cabeza y luego se sintió en medio del vacío, como si nada existiera a su lado, ni enfrente, ni alrededor, nada... Nada. Dio un paso inseguro hacia atrás, tomado por sorpresa por completo y bastante consternado, y se encontró con la mano abierta de Jongdae sosteniéndolo por la espalda, impidiéndole acabar en el suelo o en cualquier otra parte de ese vacío engullidor. Su respiración se había cortado, no podía escuchar nada y sus ojos grandes enfocaban la figura del chico huyendo, cada vez más lejos. Las lágrimas que vio en él al final no eran de tristeza, eran de desprecio.
Desprecio puro y doloroso, como un cuchillo hirviendo enterrándose en su piel.
-Minseok.
Susurró Jongdae a su lado. Lo miró. Sus ojos tenían algo indescifrable, ¿lástima? ¿Pena? No supo qué, pero fue muchísimo más suave de lo usual cuando lo instó a voltear lentamente y despacio lo dirigió de regreso a su hogar. Sus manos, una todavía en su espalda haciéndolo avanzar y la otra sosteniendo su mano izquierda como si fuera una persona incapaz de caminar por sí misma, lo mantuvieron mínimamente con la consciencia amarrada a la tierra. Hacía meses que no se sentía así, tan fuera de su eje, tan perdido dentro de sí mismo. La nueva vida que había logrado conseguir y que disfrutaba tan plenamente, ¿le había borrado los recuerdos de su pasado?
Un pasado injusto, quizás, pero que existió y que seguía ahí...
Que siempre seguiría ahí.
Estamos tan sólo a un par de pasos del final :(.
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