LIX (PARTE II)
Minseok posó ambas manos sobre las caderas y observó su cuarto recién ordenado, considerando que estaba más que presentable después de asearlo como correspondía.
Aquella mañana Jongdae había insistido en que le avisara cuando estuviera libre para visitarlo, su excusa era querer saber cómo le había ido con el editor en jefe de la revista. Le había replicado que tranquilamente podría mandarle un mensaje con las noticias o contarle todo en una llamada, pero él había insistido en que era mejor enterarse de ese tipo de cosas personalmente. Como sea, sólo había estado bromeando, jamás se negaría a una visita de su novio, más cuando esa visita requería que estuvieran solos en su cuarto.
Claro que eso último no era estrictamente necesario, su familia estaba abajo, podían quedarse con ellos puesto que no harían nada especial, pero prefería que holgazanearan juntos en la privacidad de su habitación.
O bueno, tal vez esperaba que pasaran otras cosas, nunca se sabía.
Estaba sonriendo como un idiota en mitad del cuarto cuando escuchó el timbre y se precipitó volando escaleras abajo. Se detuvo unos segundos frente a la puerta para acallar los latidos locos de su corazón, hacía más de un año (casi dos para ser exactos) que se la pasaba junto a Jongdae y seguía poniéndose estúpidamente nervioso por una cosa tan tonta como una simple visita... No tenía remedio, pero le gustaba así.
Abrió con una sonrisa. -¿Sí? ¿Qué desea?
Jongdae se estremeció del otro lado. -Déjame entrar, me voy a congelar.
Sólo para fastidiarlo fingió pensárselo un poco. -Bueno, ¿qué me ofreces a cambio?
El otro le lanzó una mirada irónica arrebujado en su bufanda. -¿Quieres que te lo cuente aquí y ahora?
Minseok mordisqueó su labio para evitar carcajearse con ganas. -Ciertamente no, prefiero remitirme a los hechos.- Se apartó para dejarlo pasar.
-Buen chico.- Gruñó Jongdae con otro temblor mientras ingresaba.
Permitió que su cuerpo se acostumbrara al calor del hogar, se quitó el abrigo y lo colgó en el perchero. Cuando se dio la vuelta con un ligero suspiro, vio a Minseok estirando los labios de forma adorable en su dirección, sus ojos cerrados, sus mejillas ligeramente sonrojadas... De verdad, ¿había mejor bienvenida que esa? Sonrió con el alma inundada de serenidad y depositó un pequeño beso en su boca a modo de saludo, instantáneamente Minseok sonrió con enormidad.
-¿Cómo te fue?- Preguntó Jongdae.
-Ya te cuento, ¿vamos a mi cuarto? Prepararé té, estás helado.
-¿Seokkie?- Se oyó el grito de su madre desde el salón. -¿Tenemos visitas?
-¡Sí!- Contestó observando como Jongdae se agachaba para quitarse los zapatos.
-¿Quién es?
Ladeó el rostro mientras todavía lo veía, entonces sonrió como si hubiera descubierto algo muy divertido y respondió con seguridad: -¡Mi novio!
La forma en la que Jongdae se irguió repentinamente como si alguien hubiera tirado de un cordón invisible en su cabeza fue tan divertida, que no pudo evitar comenzar a reírse a carcajadas. Jongdae lo vio con los ojos desorbitados, claramente preguntándole sin palabras qué demonios estaba haciendo. Se escuchó un gemido o un chillido, o una mezcla de ambos, no estaban seguros, y luego de varios pasos apresurados el padre y la madre de Minseok estaban en la arcada observando a su hijo junto a su pareja con ojos repletos de sorpresa y curiosidad.
Pasaron la vista de uno al otro a la misma vez, sin una palabra.
-Sólo es Jongdae.- Dijo su padre inesperadamente.
Su esposa parpadeó, como cayendo en cuenta de algo muy importante que no había notado hasta el momento. -Bueno, ciertamente no podía ser otro más que él.
Minseok se cruzó de brazos, ignorando a su novio tan rojo como una manzana a su lado. -¿Qué quiere decir eso?
-¡Oh, Jongdae!- Su madre pasó de él por completo, caminando hacia el pobre chico con una sonrisa enorme y, a la vez, algo amenazante. -Tengo tanto que hablar contigo, ¿por qué no vamos al salón a tomar té?
-Oh, Dios.- Murmuró su padre, viendo como su mujer ni siquiera esperaba una respuesta del muchacho, simplemente comenzó a empujarlo por la espalda en dirección al salón.
Minseok alcanzó a tomar la mano de su novio horrorizado. -Íbamos a mi habitación, lo siento.- Ella estaba desprevenida, así que no pudo luchar por retener a Jongdae cuando tiró de él y se lo llevó rápidamente hacia las escaleras.
-¡Pero...!
-¡Otro día tendrás tiempo para atormentarlo con preguntas!
-¡Fue un gusto tenerte en casa, Jongdae!- Exclamó su padre, tremendamente divertido a juzgar por su semblante.
Minseok logró encerrarse en su habitación a tiempo antes de que alguien más los persiguiera o intentara retenerlos. Cuando giró encontró a Jongdae parado en medio, totalmente quieto y con la mirada perdida, sus ojos eran enormes y lo observó con detenimiento, percibiendo tan sólo una cuota de sorpresa en ellos y nada más. Aguardó, más o menos esperando que lo poseyera algún ataque de pánico por haber salido del clóset ni más ni menos que frente a sus suegros, pero en su lugar recibió una mirada curiosa.
-¿Por qué hiciste eso?
Se encogió con una petulante sonrisa. -Me entraron ganas, ¿estuvo mal?
Jongdae pareció bastante divertido. -Disfrutas como un maníaco jugando con mis nervios, ¿verdad?
Su sonrisa se ensanchó con más confianza, eso definitivamente había sido un chiste. Suspiró con fingido pesar. -Nada más lejos de la realidad, querido mío.
El otro resopló, aventándose sobre la cama con completa libertad. -Está bien, conozco a tu familia, siempre supuse que no pasaría nada.- Abrió los ojos, Minseok estaba parado a su lado de brazos cruzados, sonriente. -Tu madre me da miedo.- Confesó con seriedad.
Minseok se carcajeó y se sentó a su lado. -Siempre se queja de Minju, pero mi hermana no hizo más que heredar su personalidad aterradora.
Pusieron una versión bastante decente de Taxi Driver que había descargado hacía mucho tiempo en su ordenador portátil, no era muy fan del cine dramático, pero sabía que Jongdae lo adoraba y cómo no, tenía que consentirlo, estaba en su ADN. Se recostó a su lado, su cama era angosta y tuvieron que apretarse para caber, cosa bastante placentera tenía que admitir. Puso el ordenador en su regazo, acomodó un brazo detrás de su cabeza y se relajó. No había nada en el mundo como perder el tiempo junto a su novio de una manera tan perezosa y banal.
Le envió varias miraditas de reojo, no porque sucediera algo más, sino por puro instinto. Era imposible tener a alguien como Jongdae al lado y no observarlo, era hipnótico con sus pestañas largas, su mentón cuadrado y la forma de sus labios, amaba cómo estos se curvaban hacia arriba en las comisuras, y su sonrisa, demonios, su maldita sonrisa... ¿Sería consciente de lo condenadamente atractivo que era? Hasta le parecía extraño que no tuviera más gente detrás queriéndolo conquistar.
Notó cómo hacía muecas en más de una oportunidad, no le prestó atención, pero luego lo vio fruncir el ceño con pequeñas arrugas alrededor de sus ojos. La pantalla sólo mostraba la escena de un paisaje urbano, obviamente no estaba reaccionando a la película.
-¿Te pasa algo?- Cuestionó observándolo directamente. Al oírlo suspirar con otra mueca, volviéndolo más evidente, pausó la película.
-Es extraño.- Dijo Jongdae. -A pesar de que he estado muy inestable este último tiempo, sigo teniendo el mejor promedio de la escuela.
-¿De verdad?
Asintió. -Y eso significa que, como representante de los de tercero, tengo que preparar el discurso de despedida en la ceremonia de graduación.
-¿Te estresa?
Jongdae tensó sus labios en una fina línea. -No lo sé... Ya no me siento cómodo con el estatus de estudiante honorífico, siento que es algo de hyung, no mío.
-Sin importar qué, es algo que te has ganado, Jongdae.- Dijo la voz suave de Minseok.
Le dio una tímida mirada. -¿Tú crees?
-Por supuesto.- Asintió enérgicamente. -Puede que hasta el momento lo hicieras todo en pos de los intereses de otros, pero el esfuerzo que imprimiste en cada cosa es real, esos logros son reales y son tuyos.- Le cogió una mano y se la llevó a los labios. -De nadie más.
Jongdae sonrió ampliamente, conmovido por la asombrosa lealtad de Minseok. No dijo nada, ¿qué podría replicar? Su novio siempre tenía las palabras correctas para dejarlo con una sensación de seguridad que el cielo sabía que necesitaba. Se acurrucó un poco mejor sobre el colchón y apoyó la cabeza sobre su hombro, sentía sus labios en la palma de la mano y el calor de su aliento le producía cosquillas.
-Oye.- Dijo Minseok después de un rato. -¿Qué decidiste? Ya sabes, sobre tu futuro.
Ambos sabían de lo que hablaba, no hacía falta ser más específicos. Jongdae abandonó su cómodo lugar amoldado al cuerpo de su novio y se sentó, apoyando la cabeza y parte de la espalda sobre las almohadas. Minseok lo imitó.
-Sí, estuve pensando en eso también.- Le cogió una mano y comenzó a juguetear con los dedos de esta para distraerse, clavó la mirada en su regazo. -La realidad es que no tengo idea de lo que deseo. Siempre viví y pensé por los demás, jamás me paré a considerar lo que me gusta a mí.
-Bueno, eso es algo que puedes pararte a pensar ahora, ¿no?- Alegó Minseok con dulzura.
Jongdae hizo una media sonrisa. -No creo que tus aspiraciones o pasiones te golpeen como un rayo, no es como si un día te despertaras y de repente tuvieras en claro a qué quieres dedicarte el resto de tu vida.
El otro asintió lentamente. -Eso es verdad.
-Llegué a la conclusión de que ese tipo de cosas las descubres después de enfocarte sólo en ti mismo, ya sabes, después de cultivarte, de explorar.- Suspiró. -Está claro que no me meteré a estudiar algo sobre lo que no estoy seguro sólo para seguir dándoles el gusto a mis padres, probablemente los decepcione, pero prometieron apoyarme en lo que me hace feliz, así que...- Se encogió de hombros.
Minseok estaba intentando con ganas reprimir una sonrisa, el orgullo que burbujeaba en su interior era tan inmenso que apenas podía retenerlo. -¿Entonces?- Lo pinchó para que continuara.
-Después de terminar la escuela seguramente encuentre un trabajo y me independice antes de lo esperado.- Lo miró de inmediato, muy inquieto. -Sé que no es la mejor opción, pero necesito tiempo para reflexionar y de mientras puedo hacer algo, no lo sé... Juntar algo de dinero, yo...- Se rascó la parte interna de la muñeca con nerviosismo.
-Hey, está bien.- Minseok le sujetó las manos, impidiendo que se hiciera más daño. -Yo no soy tus padres, Jongdae, no me debes explicaciones, sólo quiero verte feliz. Además, eres terriblemente listo y juicioso, si llegaste a esa decisión confío en que es lo correcto.- Asintió una vez con resolución.
Jongdae exhaló una trémula respiración a través de sus labios, no apartó la mirada de la suya. -Nunca me ocupé de mí mismo, sinceramente apenas me conozco.- Compuso una recatada sonrisa. -Veré qué es lo que podría llegar a gustarme y entonces quizás encuentre mi verdadera vocación, algo sólo mío, no de hyung o de mis padres.- Su voz se volvió mucho más firme a medida que seguía hablando. -Entonces... Entonces quizás pueda ser tan increíble como tú.- Agregó con pena, un tanto ruborizado.
Minseok asintió, imprimiendo en su sonrisa una enorme cuota del cariño que le tenía. -Haz lo que mejor te parezca, yo estaré todo el rato a tu lado.
Jongdae cerró los ojos y asintió, inclinándose por instinto, buscando su boca, y cuando la encontró fue como un trago de agua fresca en mitad de un desierto sofocante. Minseok le sostuvo la nuca y él se aferró a sus brazos, se los apretó con demasiada fuerza quizás, pero la boca de su novio se sentía tan bien, tan caliente y provocadora, que estaba sintiéndose muy debilitado, tanto que se vio obligado a reposar su cuerpo sobre el colchón, sin fuerzas para nada más que para corresponder los gestos calientes del otro ya montado sobre sus caderas, sosteniéndole el rostro con ambas manos, ahondando con su lengua insistente.
La presión del cuerpo de Minseok era exquisita, pero sólo la sentía de forma esporádica puesto que este se elevaba sobre su cuerpo sostenido por sus rodillas y codos, así que sacó las piernas de entre las suyas y le rodeó las caderas, obligándolo a ceder y unir sus cuerpos de una buena vez. Apoyó los pies sobre el colchón y se elevó para frotarse contra él, sintiendo la sensación a través de la ropa viajando por todo su cuerpo, desde la punta de sus dedos hasta la entrepierna. Minseok le gimió en la boca y él suspiró, aliviado.
-Dios, quítame la ropa.- Susurró con voz arrastrada. -Y quítate la ropa, quiero sentirte mejor.
Minseok se separó, se elevó e, inesperadamente, se lo quedó viendo con el rostro ladeado, pareciendo ligeramente interesado. No supo en qué, si en sus palabras, en la situación o en su obvia desesperación, pero algo en su escrutinio estaba volviéndolo fuego líquido.
-¿Qué...?- Alcanzó a largar, sin aliento.
Entonces le sonrió lentamente, un gesto gatuno repleto de atrevimiento que le hizo preguntarse a dónde se había ido su adorable novio, y quién había dejado en su lugar a este hombre de mirada lasciva que hacía hervir su interior.
-Hiciste que recordara uno de mis deseos.- Le dijo metiendo sólo la punta de sus dedos bajo el borde de su camiseta. -¿Lo tienes?- Jongdae no tenía fuerzas para mover sus labios en algo que no fuera un beso, así que movió la cabeza esperando que fuera una negación. -Te dije que algún día me gustaría quitarte toda la ropa.- Adentró la mano tan sólo unos cuantos centímetros hasta su ombligo.
Jongdae tomó una súbita respiración, no le salió ninguna palabra y eso fue pase libre para que su novio hiciera lo que quisiera los próximos minutos.
¿Era legal que alguien tardara tanto en desvestir a una persona? Minseok se tomó la cosa muy en serio. Elevó su playera deslizando las manos sobre su torso muy lentamente mientras lo besaba con la misma paciencia, nunca acababa del todo porque siempre se detenía a acariciar algo, algún músculo sobresaliente, algún hueso especialmente tentador. Le quitó la prenda por fin y apartó la boca de sus labios para recorrer la piel del resto de su cuerpo con la lengua, desde el cuello hasta las caderas y allí, le mordió con fuerza los huesos de la pelvis, haciéndolo gruñir. Delineó con su lengua el trozo de piel anterior al bordillo peligrosamente bajo de sus pantalones, la piel era tan sensible que Jongdae volvió a alzar las caderas por puro instinto.
-Oh, diablos...- Susurró, quería que ambos estuvieran desnudos de una buena vez, pero no se atrevía a darle órdenes, a su pesar, la paulatina tortura se sentía demasiado bien como para frenarla.
Minseok se encargó de sus odiosos pantalones de la misma manera, sus manos calientes y criminalmente suaves resbalaron por la piel de sus muslos y pantorrillas con tanta facilidad, que comenzó a pensar con seriedad que estaban hechas con la forma de su figura. Cuando alcanzó su boca, esta vez con mucha más hambre, sintió como lo tocaba a través de su ropa interior con movimientos que contrastaban por completo con aquel beso, eran más cadenciosos, más desesperantes.
Al empezar a temblar de placer, pensó que ser atormentado le sentaba bastante bien.
-Ah, por favor...- Le dijo al separarse para tomar aire, hizo puños con la tela de su camiseta, Minseok, a diferencia suya, aún estaba completamente vestido. -Por favor, házmelo, sabes que lo quieres.
Minseok lo observó con esos bonitos ojos suyos llenos de sorpresa. -¿Hablas en serio?
Se encogió como pudo. -Sí, ¿por qué no? Tengo ganas.
-Eso ya lo noto.
Lo golpeó débilmente en un brazo. -No presumas.- Repentinamente se apoderó de él un ímpetu que hasta el momento había sido robado por las ganas de ser poseído y manoseado a gusto. Se estiró y apretó su entrepierna, viéndolo estremecerse. -También tienes un asunto aquí abajo.
Minseok estuvo a punto de abrir la boca para gemir, pero los pasos en la escalera lo detuvieron en seco. Jongdae también dejó de acariciarlo. El tiempo se suspendió mientras los pasos se acercaban cada vez más. Se quedaron completamente quietos, ni siquiera pestañearon, una puerta se cerró, luego volvió a abrirse, más pasos, y después silencio. Largaron una tensa respiración a la misma vez, se miraron con las caras serias y entonces estallaron en carcajadas.
-Ven aquí.- Lo abrazó Jongdae, echándolos sobre la cama otra vez.
Aprovechó la distracción de Minseok para quitarle la ropa también y no pasó mucho hasta que estuvieron igual de desnudos, sin ninguna capa que les impidiera sentirse con plenitud, piel con piel, puro calor y energía. Minseok se apartó para asomarse por el borde del colchón; la última vez, Jongdae se había dejado las cosas para "el momento" allí, fue muy conveniente encontrarlas bajo su cama, justo donde las habían escondido.
Cuando comenzó el eterno acto de prepararlo, entendió un poquito a Jongdae la noche que lo hicieron por primera vez, era una mierda seria estar allí sin experiencia alguna procurando que todo fuera cómodo y agradable. Sentía el pulso en los oídos, su corazón jamás había latido tan rápido, en cualquier momento le explotaría dentro del pecho. Mordisqueó su labio con nerviosismo y cuando sintió que se relajaba, se animó a deslizar un poco más adentro su dedo. Levantó la mirada para evaluar cómo estaba y se lo encontró haciendo una expresión tan graciosa, que no pudo evitar empezar a temblar en el intento por contener la risa. Jongdae parecía a punto de ir a la guerra.
-¿Quieres que te mate?- Lo oyó decir con los dientes apretados.
Minseok largó un par de carcajadas por lo bajo. -Lo siento, te ves... Wow.- Aclaró la garganta y lo vio con más seriedad, aunque era obvia la tensión en sus labios para no sonreír. -Esto... ¿Cómo va?
Jongdae frunció el ceño, removiéndose un poco, intentando deducir cómo diablos se sentía. -Es... Raro. ¿Será así todo el rato?
Negó. -Para nada, sólo tienes que acostumbrarte un poquito más.- Entonces dejó de lado las bromas y suavizó su expresión con unos ojos llenos de amor. -Te haré sentir bien, te lo juro.
Jongdae también se relajó y le sonrió. -No necesitas jurar, sé que será así.
Cuando la cosa se complicó un poquito más, Minseok lo tomó en su boca también. Jongdae pareció olvidar la invasión al instante porque emitió un grito y convulsionó sobre las sábanas. Minseok se estiró para cubrirle la boca, una advertencia silenciosa para que recordara que sus padres seguían abajo, pero no dejó lo que hacía, sinceramente le estaba gustando demasiado todo el tema de prepararlo para él... Aunque no tuviera idea de si lo estaba haciendo bien o no, pero Jongdae no parecía sufrir demasiado, así que se permitió creer que sí, iba por buen camino. Al localizar aquel punto glorioso que en su momento lo hizo delirar a él, entendió que aquello iba a ser asombroso para ambos.
Jongdae fue absurdamente maravilloso y primoroso la primera vez, tenía que asegurarse de hacerlo igual de excelente.
Mientras intentaba volver constante el movimiento de su boca (era difícil hacerlo sin manos, luego recordó que tenía libre una, pero no podía coordinar los diferentes movimientos de ambas, así que concluyó en que básicamente era un desastre), recordó algo que había descubierto en sus investigaciones y se apartó, dejando a un Jongdae tembloroso largando sonidos incoherentes a través de sus labios.
-Ven aquí.- Dijo agitado, repentinamente se volvieron apremiantes las ganas de apagar aquella exquisita e insoportable presión en sus partes íntimas. Tomó a Jongdae de las caderas y lo dio vuelta.
-¿Qué...?- Alcanzó a decir este, inmerso en su mundo sin sentido.
Minseok rodeó con un brazo su cintura y lo elevó. -Leí que esta posición hará que te duela menos...- Observó lo que tenía delante y tragó saliva con la garganta seca. -Probablemente.- Murmuró.
Jongdae ahogó un gemido, de alguna manera con esa posición se sentía muchísimo más expuesto ante la mirada de su novio y su corazón latió con más fuerza. -Dios, es tan vergonzoso.- Murmuró, hundiendo su rostro entre los brazos.
Minseok posó una mano tierna sobre su espalda. -¿Quieres que lo dejemos para otro momento?- Cuestionó con ternura.
Eso lo exaltó mil veces más. -¿Qué?- Chilló. -Ni loco, si no continúas voy a explotar.
El otro apretó los labios para contener su sonrisa. -No pensé que estuvieras tan impaciente...
Entonces Jongdae volteó el rostro y lo vio sobre su hombro. -Te necesito.- El deseo en su voz fue tan patente, que hizo que la respiración se le atragantara.
Minseok se aseguró de guardar la calma durante todo el rato siguiente, el rato decisivo, se dijo, en donde tenía que poner todo de sí para no herir a su novio. Le costó una vida no hundirse entero ni bien la presión alrededor se sintió divina, pero se contuvo con fuerzas, procurando hacer que Jongdae se relajase en todo momento. Cuando por fin se internó por completo, ambos temblaron, y al cabo de un rato acostumbrándose a las infinitas sensaciones, quien empezó a moverse fue Jongdae y esa fue la señal para que terminaran de disfrutar de aquello juntos.
Honestamente, si pudiera estar unido de esa manera a su novio toda la vida, lo haría. Había algo extraño en la manera en la cual se sentía entre sus brazos, en la forma en la que Jongdae lo miró cuando se lo hizo la primera vez, en el gozo que invadía su cuerpo con cada estocada en esa ocasión. Había sentido placer antes, pero nada se comparaba a ese, a la dicha que le provocó en su momento sentirlo enterrado dentro suyo, y a la dicha que le provocaba estar dentro de él ahora. Nunca tuvo problemas para expresarse correctamente, pero no podía poner la sensación en palabras, no existía explicación y, aunque no era para nada un chico religioso, creía que se trataba de algo más espiritual que otra cosa.
Estaba detestando sobremanera no poder verle la cara, siempre que lo observaba sentía que todo dentro suyo se acomodaba de alguna manera, que los planetas se alineaban, que todo tenía otro sentido, uno más trascendental. Sin una palabra, aplicó más presión sobre sus caderas, de donde había estado sosteniéndolo, y fue gesto suficiente para que Jongdae comprendiera. De inmediato se volteó, posando un hombro sobre el colchón, y alzó una pierna para pasarla hacia el otro lado y quedarse de espaldas sobre la cama, pero en el transcurso golpeó a Minseok en la cabeza y de repente estaban allí, llorando de la risa, sin fuerzas debido tanto al placer como a la tonta euforia.
Jongdae alzó las manos para enmarcarle el rostro, Minseok ralentizó el ritmo para sentirlo mejor y fue testigo de cómo sus párpados se entornaban, sus ojos se nublaban y abría la boca mientras echaba su cabeza hacia atrás en un gemido silencioso, entonces se estremeció y dejó que una última y poderosa relamida de placer lo poseyera. Minseok lo siguió no mucho después de eso porque le fue imposible continuar mínimamente estable después de semejante imagen, ese rostro sonrojado y brilloso de gusto se le quedaría grabado en la retina por el resto de sus días.
-¿Estás bien?- Atinó a preguntarle después de un buen rato, cuando ambos ya estaban recostados y relajados, recompuestos de las últimas réplicas del orgasmo.
Jongdae estaba con ambas manos sobre el estómago, sonriendo a la nada de forma bobalicona, sus ojos somnolientos, estúpidamente alegres. Tomó una profunda respiración, sintió como sus hombros se elevaban un poco y su pecho se hinchaba, entonces simplemente asintió. Se veía placido y satisfecho, supuso que había hecho un buen trabajo, eso lo aliviaba.
Le acarició la mejilla. -¿No te duele nada?
Jongdae lo miró y negó. Minseok sonrió, igual de debilitado.
-No recuerdo haberte comido la lengua.
Su novio se removió de costado, de cara a él, estuvo un largo rato viéndolo a los ojos. -¿Ya no te sientes nervioso por estas cosas?
Minseok se encogió, pestañeando de forma perezosa. -Confío en ti como en nadie más.- Le contestó arrastrando cada sílaba. -Me dijiste que adorabas cada parte de mí, así que cuando dudo, me aferro a tus palabras.
Jongdae se estiró, le rodeó los hombros con un brazo y lo apretó contra su pecho, se volvió boca arriba y Minseok terminó recostado sobre la mitad de su cuerpo. Jongdae suspiró de gusto y acarició su cabello suave, pensando en lo afortunado que era de tener a una persona como Minseok a su lado.
-¿En qué piensas?- Le preguntó.
Intentó reprimir una sonrisa. -En que eres un idiota, casi rompes el ordenador lanzándolo al suelo.- Minseok largó una sonora y sentida risotada que no venía a cuento, así que lo miró con ambas cejas arqueadas, sin poder reprimir su diversión ya. -¿Qué?
Se encogió con gracia. -Eso no es verdad.
Jongdae no se molestó en contradecirlo, tampoco intentó averiguar cómo es que supo que le había mentido sin si quiera haberlo visto a la cara, algunas cosas simplemente estaban bien así. Y quizás se había acostumbrado tanto a la dinámica que tenían, a las miradas furtivas, los gestos cómplices, los pensamientos leídos tan fácilmente, el entendimiento mutuo sin necesidad de palabras de por medio, que ya ni siquiera sentía necesidad de analizar qué es lo que pasaba en realidad.
Probablemente no pasara nada... Aunque también, puede que estuviera pasando todo.
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Minseok vio la franja que separaba la calle del interior de la escuela.
La vio por demasiado tiempo quizás porque sólo notó a sus amigos cuando sintió un chistido sacándolo de su ensueño. Ni siquiera estaba pensando en algo, simplemente se quedó clavado en la entrada sin poder avanzar, como si una fuerza extraña lo obligara a detenerse para bajar la mirada y observar el pequeño tramo que le quedaba para ingresar al instituto y tener su último día de clases, su último día como estudiante de secundaria. Levantó la cabeza y vio a Jongdae en primer plano, Dan Bi, Sehun y Sei Ah estaban más adelante, también observándolo con curiosidad.
-¿Qué haces, superbobo?- Chasqueó su novio con una de sus beligerantes sonrisitas.
-Hum...- Parpadeó y volvió a observar el suelo, sintiendo aquella escena como un déjà vu. ¿Se había parado a observar aquella franja antes? Creía que sí, pero...
Jongdae posó un dedo sobre su frente y lo obligó a alzar la cabeza otra vez. -Si no te apuras vamos a...
-¡Minseok!- Recibió un fuerte empujón por la espalda que lo impulsó hacia adelante, se giraron para ver pasar corriendo a una sonriente y agitada Lee Ohn. -¡Llegamos tarde, vamos!
Hana la seguía por detrás, corriendo de igual manera, pero viéndose desdichada por ello. Les hizo una reverencia mientras todavía trotaba, cosa bastante complicada que logró a la perfección de todas formas. Jongdae lo cogió de la mano y tiró de él, haciendo que cruzara por fin aquella pequeña separación que, inexplicablemente, había robado toda su atención.
-Vamos.- Le dijo con suavidad, llevándolo con él, obligándolo a avanzar.
Durante la ceremonia de graduación también se sostuvieron de las manos, sentados uno al lado del otro. El director todavía estaba hablando con decenas de estudiantes de último curso queriendo recibir su diploma para escapar de una buena vez y lanzarse al mundo con las ansias que producen las nuevas experiencias. A medida que el tiempo avanzaba, Jongdae iba poniéndose más nervioso, Minseok lo notaba en sus gestos: su rostro se contraía a cada minuto, sacudía una pierna de arriba abajo con histeria y había comenzado a retorcer sus manos en el regazo.
Le cogió una para hacerle saber que no estaba solo y sonrió. -Lo harás bien.- Afirmó cuando lo miró.
Jongdae tomó una respiración y volvió sus ojos al frente, asintiendo de forma queda, como si estuviera dejando que esas palabras se abrieran paso a través de su consciencia.
Los minutos se hicieron efímeros y, casi al final, se anunció que tendrían el honor de oír unas palabras de despedida por parte del estudiante honorífico de ese año. Ni bien tal título se nombró, Kim Jongdae saltó de su asiento como impulsado por un resorte, todas las cabezas se giraron hacia él y repentinamente se encontró en medio de un océano de ojos curiosos. Tragó saliva y caminó hacia el frente rápido, procurando ignorarlos, subió los peldaños hacia el escenario con extremo cuidado de no terminar haciendo el ridículo cayendo por las escaleras, y en un parpadeo estaba frente al micrófono y tras el podio, la sonrisa gentil del director dándole pase para su discurso.
Sentía la garganta demasiado seca, nunca tuvo pánico escénico, o bueno, no lo supo hasta ese día, pero el silencio ominoso y los cientos de globos oculares dirigiéndose en su dirección eran apabullantes. Carraspeó contra el micrófono y se produjo un acople vergonzoso, el sonido chirriante extendiéndose por el extenso gimnasio repleto de estudiantes y familiares orgullosos con cámaras en mano. Buscó casi con desesperación la cara de Minseok entre la multitud y cuando lo encontró, recibió una sonrisa de orgullo y alegría, como si en realidad no estuviera viéndose totalmente ridículo allí arriba todo nervioso.
Una estúpida risilla le salió del corazón y, prácticamente al instante, se llenó de valor.
-Hum... Lo siento.- Su voz salió rasposa por los altavoces. -Es... Demasiado raro estar aquí arriba siendo ejemplo de...- Negó quedamente, viendo las hojas arrugadas entre sus dedos como escapatoria, no tenía nada de eso escrito en ellas. -No sé de qué en realidad.- Sonrió apenado. -Desde ya, es agradable que me consideren el mejor, o el mal listo, o lo que sea, pero no-no es ni de lejos lo más importante para mí.- Frunció el ceño por haber tartamudeado y volvió a carraspear. -Y tampoco creo que deba serlo para ustedes. Como sea, eh...- Dirigió un rápido vistazo a los directivos antes de comenzar con su verdadero discurso. -No podemos irnos de aquí sin darle las gracias a nuestros directivos y docentes por todo el apoyo incondicional y atención a sus jóvenes estudiantes. Esperamos dejar la escuela siguiendo sus enseñanzas y guías, convertirnos en adultos ejemplares, el futuro de nuestra querida nación
»Acomodó las hojas sobre el estrado. -Miraremos hacia atrás sabiendo que hicimos buenas memorias, llevándonos recuerdos de una gran etapa y abriéndonos paso a través de los diversos caminos.
Carraspeó una tercera vez y se quedó en silencio, observando las escuetas líneas que había impreso la noche anterior después de escribir, borrar y volver a escribir en su ordenador, buscando en su cabeza palabras biensonantes que no fueran rebuscadas, pero que infringieran algo de emoción a la audiencia. A la una de la madrugada y con la hoja todavía en blanco, se dio por vencido y decantó por lo convencional, un discurso común y corriente, probablemente hasta vacío que fuera más de lo mismo. En esos momentos, allí arriba con la atención de todos en él, a punto de cerrar definitivamente un período de su vida, entendió la dimensión de lo que ocurría.
Después de la escuela... ¿Qué demonios haría? Llevaba una rutina acomodada desde hacía años que se basaba en despertar temprano, ir al instituto, regresar a casa, hacer tarea, estudiar, y así como un ciclo que pensó que no tendría fin. Su vida, básicamente, giró en torno a una única premisa durante tanto tiempo, que nunca se paró a pensar en otras cosas, nada fue lo suficientemente importante supuso.
Al menos, no hasta ahora.
En esos momentos había dos caminos: correr en círculos en el lugar preguntándose qué rayos haría, o tomar aquel adiós como una posibilidad de obtener libertad. Verdadera libertad. No tendría que ceñirse a ninguna maldita rutina, sólo sería él, su incertidumbre y...
Bien, ya tenía su repuesta.
-Quiero decir una cosa más.- Apartó las hojas y encaró a sus compañeros de forma directa, su voz sonó muchísimo más clara, no leería nada porque lo que quería decir sólo estaba flotando en su mente. -Antes de decir adiós... No, antes de dar la bienvenida a nuevos días, necesito decir algo.- Volvió a mirar a su novio en la lejanía y respiró hondo. -Observándolos desde aquí, puedo ver fácilmente lo diferentes que son a mí. A su vez también serán diferentes al de al lado, y con el de atrás, y con cualquiera que pase caminando por la calle ahora mismo. Y eso sólo en el exterior, si pudiéramos ser testigos del mundo interior de los demás, no nos alcanzaría la eternidad para comprender cuán lejos estamos unos de otros.- Entonces miró a sus amigos, se tomó el tiempo de buscarlos y detallarlos, y no pudo evitar sonreír. -Pero esa lejanía no es más que una ilusión, en realidad estamos cerca, muy cerca.
»-Hum...- Trastabilló. -El-el antepasado común universal a todos los seres vivos no fue más que una bacteria hace 3500 millones de años. Es... Es el pilar fundamental de la teoría evolutiva.- Al ver los rostros confusos de todos, se apuró a explicar. -Cuando digo que es común a todos los seres vivos, es a todos. Desde microbios, hasta plantas, incluso nosotros... Quiero decir, venimos todos exactamente del mismo lugar, si comparamos nuestros genes, por más extraños que nos creamos, compartimos más de lo que pensamos.
Repentinamente tuvo a toda la audiencia removiéndose en sus sillas, viéndose entre sí con, quiso pensar Jongdae, nuevos ojos quizás. Fue testigo de cómo algunos evaluaban disimuladamente a la persona que tenían al lado, otros hasta se giraron para ver al de atrás, como si hasta el momento no hubieran sido conscientes de que estaban rodeados de otra gente, de chicos y chicas que, tal vez, no eran tan distintos al final. Se quedó muy petrificado ante tal reacción, nunca pensó que estuvieran prestándole verdadera atención, pero fue emocionante y hasta cierto punto gracioso la seriedad con la que se tomaron sus palabras. Oyó el fuerte carraspeo del director más atrás y no tuvo que verlo para saber que no le quedaba mucho más tiempo, la ceremonia debía continuar y no podía dejar que los jóvenes se alborotaran, no quería recibir una reprimenda en su último día de clases.
-Quizás pueda parecerles absurdo y hasta estúpido, pero creo que es un buen momento para tener esta teoría en cuenta. Si cada vez que viéramos a, no lo sé... Una muchacha transexual.- Humedeció sus labios resecos. -A un supuesto buscapleitos sin rumbo en la vida, a la refugiada de un país en dictadura o... O a un chico gay,- Su voz se entrecortó, pero prosiguió. -Si antes de juzgar simplemente recordáramos que a pesar de todo tenemos muchas más semejanzas que diferencias, que provenimos exactamente del mismo sitio, entonces pensaríamos dos veces antes de herir a alguien.
Inevitablemente su cabeza se llenó de recuerdos amargos, no sólo suyos, sino de todas las personas allegadas a él que tuvieron que sufrir a manos de la ignorancia y la insensibilidad más cruel, la precipitación más desalmada, y lo invadieron las ganas de llorar. Sin embargo apretó los dientes y negó quedamente, concentrándose.
-El mundo es una mierda.- Dijo, a riesgo de que los directivos se pusieran de pie y lo echaran a patadas del escenario, pero como no sucedió, prosiguió. -Y si en medio de tanta basura está a nuestro alcance dejar que los demás sean libres y felices, tanto jóvenes como adultos, deberíamos hacerlo.- Dirigió un último vistazo a sus compañeros, todos manteniendo un perfecto silencio. -Y si te dejas libre de todo y todos, no sé, tal vez la vida te sorprenda.- Sonrió con la imagen de Minseok en su cabeza.
Seguido a eso el silencio se promulgó puesto que no dijo más nada y nadie atinó a hacer algo. Allí parado frente a tantas personas, se sintió tremendamente incómodo, ni siquiera tuvo el valor de salir detrás del podio, de alguna manera lo protegía del resto. Paseó una nerviosa mirada por el auditorio, incluyendo a los docentes más allá, y frotó sus manos sin saber qué más hacer.
-Este, eso fue todo, creo...- Balbuceó y antes de pronunciar la última palabra, ya todos estaban de pie y aplaudiendo.
Bajarse del escenario y caminar por el pasillo hacia su silla fue toda una travesía, estaba muriéndose de la vergüenza porque la gente no dejaba de vitorearlo y no terminaba de entender qué fue tan increíble de todo lo que dijo, pero supuso que era algo bueno si estaban tan entusiasmados. Cuando volvieron a tomar asiento, su novio, siempre a su lado, lo tomó fuertemente de la mano con la vista al frente. Se volteó a mirarlo y lo descubrió con los ojos brillosos y su labio inferior tembloroso entre los dientes.
La entrega de diplomas se sucedió en un abrir y cerrar de ojos, cuando quisieron darse cuenta, tenían el rollo de papel en las manos que confirmaba que habían cumplido con su deber como estudiantes de instituto, y todos estaban desperdigados por el salón y el patio, disfrutando de la atención de sus familias y de la emoción del momento. Dan Bi estaba más allá chillando con su madre mientras su fiel acompañante y novio, Chong Yul, las veía con su simpática sonrisa; Sehun era mimado por su abuela y su hermano mayor como si fuera un niño de seis años, y Sei Ah era besada en las mejillas por su devota madre mientras su padre acariciaba sus cabellos oscuros con una enorme mano.
Cuando los padres de Minseok terminaron de felicitar a su hijo, se volvieron hacia él y lo abrazaron y llenaron de cariño como si fuera de la familia. Eso le inundó el corazón de una calidez abrumadora.
Y luego, tuvo los brazos de sus propios padres rodeándolo con fuerza y de forma segura, se sintió como dentro de un fuerte protector. Ellos estaban llorando, procuró sonreír en su lugar, no quería sentir otra cosa que felicidad en esos momentos. Escuchó las palabras "gracias", "orgullo" y "te amo" saliendo de sus bocas, y fue todo lo que necesitó para saber que de ahora en más, todo estaría bien.
A la salida se sacó fotos con sus amigos, algunas lindas al comienzo, graciosas al final cuando comenzaron a hacer el tonto. Determinaron que para festejar semejante evento tenían que comer todos juntos en algún lugar, Lee Ohn y Hana también venían. Entre carcajadas y palabrería sin sentido, típico de ellos cuando estaban todos juntos siendo, simplemente, adolescentes sin miedo, salieron de allí, pero él no pudo evitar quedarse atrás y echar un último vistazo al edificio.
-¿Qué haces?- Lo llamó Minseok, sonriente, entonces lo tomó de la mano y tiró de él hacia la acera. -Se irán sin nosotros.
Jongdae no dijo nada, sólo pudo observar su espalda, caminando detrás de él y sintiéndose extrañamente a gusto con la sensación de Minseok guiándolo por delante. Un raro déjà vu le revolvió las entrañas, aunque estaba seguro de no haber vivido algo así antes.
Tal vez...
-¿Qué ocurre?- Preguntó Minseok cuando comenzó a reír, no lo veía, pero percibió la sonrisa en sus palabras.
Negó entre pequeñas risillas. -Nada.
Ese sería el único secreto que mantendría para sí mismo, pensó mientras lo seguía.
¡Y...! Fin.
Bien, llegamos aquí finalmente... Me da mucha congoja despedirme de esta historia; como siempre, les agradezco por haberme acompañado.
Subiré el epílogo mañana y les daré algunos avisos, también me despediré adecuadamente. ¡Nos leemos pronto! ¡Espero que lo disfruten! ❤.
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