LIX (PARTE I)
Último capítulo :(.
A pesar de ser altas horas de la noche, Jongdae salió de su casa.
Estaba muy oscuro y hacía muchísimo frío, no había viento, pero parecía estar a punto de nevar. A medida que avanzaba por Seúl las calles se volvían más y más desiertas, algún que otro loco al igual que él corriendo por ahí, algún que otro auto frenando en las intersecciones. Podría haber tomado un taxi o el bus, pero sentía que el subidón de energía desproporcionado se aminoraría si utilizaba sus piernas para caminar (trotar) hasta la casa de su novio. No podía esperar para verlo, era una necesidad imperante, lo echaba de menos desde que dejó su casa, sólo que ahora deseaba contarle todo lo que había logrado.
No podía esperar, tenía que verlo ya.
Y ese requerimiento entraba en conflicto con otra parte de sí que, con honestidad, tenía miedo de encontrárselo. No iba para darle sólo las buenas nuevas, tenía planeado contarle toda la verdad acerca de sí mismo también. Bueno, continuar con el relato de aquella noche que, en cierta forma, había dejado inconcluso. Después de hablar con sus padres y visitar la tumba de su hermano, había pensado muchísimo, había recabado en cada rincón de su mente, se había zambullido en las lagunas de su propia consciencia y había llegado a conclusiones importantes. Cosas que en el fondo siempre supo, pero que habían sido difíciles de aceptar, de asimilar.
Era probable que Minseok se llevara una gran sorpresa, quizás se enfadara o sintiera decepción, muchos escenarios diferentes pasaban por su cabeza, pero una cosa era segura y es que no podía callarse la boca. Por muy vergonzoso y complejo que fuera, Minseok merecía explicaciones, merecía que fuera cien por ciento honesto.
Ya no quería huir de sí mismo y además, más allá de sus temores, confiaba en su novio. Confiaba en que lo comprendiera.
Con su aliento errático formando un vaho con cada pesada exhalación, recorrió las calles con rapidez, doblando esquinas, cruzando de vereda a vereda sin ver a los lados, zigzagueando, dejando que sus pies y su instinto lo guiaran. Divisó un parque más que conocido, era el que estaba cerca de la casa de Minseok, de alguna manera logró llegar sin ser plenamente consciente de lo que hacía. Se encaminó a él y lo rodeó, y justo cuando se disponía a cruzar la calle para dejarlo atrás, lo vio.
Fue como una visión. Las farolas que alumbraban desprendían luz blanca y su piel, igual de pálida, parecía refulgir encima de aquel puente en mitad del área de juego. Ni siquiera intentó recobrar el aliento, cambió su dirección casi al instante y corrió hacia él, ralentizó el paso y a medida que se acercó pudo detallarlo mejor. Sus párpados estaban entornados, su rostro no tenía expresión, su silueta parecía resplandecer, si hubiera nieve complementando la imagen Minseok podría ser confundido con un ser mágico invernal. Al llegar lo vio desde abajo, su pecho agitándose visiblemente con cada respiración, notó que no le devolvía la mirada sino que se enfocaba fijamente en algo más allá. Vio en la misma dirección y encontró un pasamano.
Cuando se volvió, tenía toda su atención.
Guardaron silencio por un largo rato, tan sólo viéndose. Minseok apoyó los codos sobre la baranda de piedra y hubo una chispa de diversión en sus ojos aunque su expresión era, a todas luces, aburrida.
-¿Ya no tengo que esperar más?- Le preguntó.
Jongdae dio una última respiración ruidosa antes de calmarse. Su novio parecía otra persona desde allí arriba... O quizás sus ojos cambiaron y ahora veía las cosas distintas.
Compuso media sonrisa. -¿Tardé demasiado?
Se encogió. -No lo suficiente como para preocuparme, fue más rápido de lo que esperaba.
Jongdae entreabrió los labios para pedirle que bajara, pero en su lugar murmuró un "iré yo" y dio toda la vuelta al puente. Se tomó bastante en subir, sus pasos eran lentos, se dijo que era por el cansancio de venir corriendo todo el camino, pero en realidad quería retrasar la vista que tendría cuando llegara a la cima.
En la cima estaría esperándolo Minseok.
-¿Qué hacías por aquí?
Ahora que lo tenía más cerca, le parecía todavía más hermoso y su mirada directa a los ojos casi vuelve a quitarle la respiración.
-Estaba buscándote.- Respondió.
Minseok no dijo nada, tal vez esperando que continuara por su cuenta con la explicación tan escueta, pero como Jongdae tampoco habló, hizo un pequeño asentimiento.
-Pues, ya me encontraste.
Sí, lo había hecho... Después de tal afirmación, a Jongdae le dio la impresión de que había estado buscando a Minseok durante años. Hizo una pequeña evaluación de todo lo que había cambiado desde que lo conoció y se estremeció ante lo que hubiera pasado si no fuera el caso. Posiblemente hubiera vivido miserable el resto de su vida, casándose con una mujer a la cual no deseaba y ejerciendo un trabajo que no le apasionaba, viendo al resto del mundo feliz y sintiéndose perdido ante eso. Pudo haber acabado como su hyung también, algo muchísimo más triste.
Pero viéndolo ahí frente a él, con su mirada resuelta oscurecida por el brillo de su piel clavándose en su alma de forma certera, creyó que era muy posible ser feliz.
-Te dejé porque estaba molesto.- Largó sin pensar.
Minseok pareció sorprendido por un segundo, luego frunció el ceño. -¿No tenías que encargarte de algo?
Asintió, agachando la mirada. -Tenía que entender esta molestia para poder quitármela de encima.
Por alguna razón ninguno continuó la conversación y el silencio fue ensordecedor en mitad de la noche solitaria. Minseok abrió la boca, pero no produjo ningún sonido, se notaba reticente. Momentos antes de formular la pregunta tragó saliva con dificultad.
-¿Estás enojado conmigo?- Susurró con miedo.
Jongdae lo miró a la cara. -Sí.- Minseok dio un paso hacia atrás como si le hubieran dado un golpe en el medio del pecho. Él hizo una mueca, considerando un poco mejor sus palabras. -Bueno, eso creí al comienzo... Estaba molesto contigo, pero luego reflexioné y entendí que ese enojo no tenía sentido.- Giró un poco de cara a la baranda y rascó distraídamente la piedra caliza. -Tú eres todo lo que yo no soy, tienes todo lo que yo no tengo, Minseok... Eso me molestaba.
Minseok quiso intervenir, pero en su lugar puso una expresión indolente y se quedó callado, esperando que prosiguiera. Jongdae se lo agradeció mentalmente, sería muchísimo más difícil hablar de todo aquello con interrupciones a cada momento que lo pusieran más nervioso. Se obligó a darle una pequeña mirada de soslayo, su cerebro le advertía que estaba en peligro, que volviera a escapar de la situación, pero era obvio que no podía.
-Me molestaba que a pesar de que yo me esforzaba por estudiar y ser perfecto, a ti parecía irte mejor. Me molestaba que tuvieras un par de padres que apoyan tus decisiones sin importar cuán arriesgadas son. Me molestaba que siempre tuvieras las cosas tan claras, me molestaba sentirme un gusano por ello.- A medida que acrecentaba la lista, iba perdiendo más de su aliento. -Me molestaba... Me molesta,- Tragó de forma audible. -Pensar cosas horribles porque desde siempre estuve celoso de ti, de tu genialidad, de... Todo.
Se volteó para encararlo directamente y divisó las líneas tensas de su rostro, Minseok estaba muriéndose por contradecirlo, lo llevaba escrito en toda la cara, pero se retenía por consideración a él. Bajó la mirada unos cuantos centímetros y vio cómo Jongdae comenzaba a rascar la piel de su mano izquierda de forma obsesiva, a esas alturas ya podía identificar a la perfección que no se trataba de un gesto casual.
-Al comienzo, al comienzo sí fue así.- Fue un poco más frenético cuando prosiguió, sus ojos eran enormes y sinceros mientras lo enfocaba. -Pe-pero gracias a tus fortalezas, yo pude ser más consciente de mis debilidades, y... Hum...- Enseñó los dientes cuando su voz se quebró y apretó los párpados con fuerza, no podía largarse a llorar allí, no era momento. -Eso me hizo cambiar y pude mo-moverme hacia adelante, yo...- Tomó una temblorosa respiración y gimió, no podía ser más patético.
No supo que había estado hiriéndose la mano a posta hasta que Minseok tomó su derecha para que dejara de rasguñarse. Cuando abrió los ojos se lo encontró justo en frente, bien cerca suyo; al igual que sus acciones, el gesto en su cara era firme, era evidente que no dejaría que siguiera dañándose, ni física ni mentalmente. Como la distancia era menor, el frío también desapareció, porque si Minseok estaba cerca su corazón iba a estremecerse y a enviar sangre caliente y revitalizante desde la cabeza hasta la punta de sus pies. La cosa más reconfortante del mundo no era un café caliente o una manta acolchada, era su propio novio.
Minseok le acarició la piel enrojecida e hinchada por los arañazos, fue un gesto sumamente delicado, como el toque de una pluma. -¿Y tú...?- Cuestionó suavemente, instándolo a que continuara con su descargo.
Jongdae gruñó y cerró los ojos, ya no pudo reprimir el llanto. -Hablé con mis padres apropiadamente, ellos me oyeron y me pidieron perdón, dijeron que tenía que pensar en mi propia felicidad desde ahora.- Dijo a trompiscones, si hubiera tenido los ojos abiertos podría haber visto las cuencas de Minseok igual de húmedas por la emoción. -También visité a hyung,- Se atragantó un poco. -Le pedí perdón...- Sorbió por la nariz. -Le conté sobre ti.
-Oh...- Fue lo único capaz de largar Minseok, se encontraba igual de compungido que él.
Jongdae elevó los párpados, su mirada lo atravesó a la mitad. -¿Piensas que soy mezquino?- Minseok frunció el ceño y negó sin parar, llevando los dedos a su rostro para secarle las lágrimas. -¿Vas a dejarme?
-No, por supuesto que no.- Respondió en voz alta y segura, le sorprendió que tal sonido saliera de su boca.
El otro hipó. -Y-yo en verdad me arrepiento de todos los caminos que he escogido, y...
Sus palabras quedaron en el aire cuando Minseok lo envolvió con sus brazos en un abrazo fuerte y seguro, tuvo el impulso irreprimible de hacerlo. Jongdae le estaba contando cosas muy importantes, estaba desahogando lo último que le quedaba, y se dio cuenta de que estaba tan poco acostumbrado a hablar de sus emociones, que sentía de forma inevitable que sería una molestia para todos cuando lo hiciera. Sentía tanto desdén por sí mismo, que era lógico en su cabeza que los demás pensaran de la misma manera. ¿Cuándo fue la última vez que alguien le preguntó a Jongdae cómo se sentía? ¿Alguna vez sucedió?
-Está bien.- Susurró con todos los músculos en tensión, estaba martirizado por el nivel de dolor que le trasmitía el otro y que sentía hasta en los huesos, pero no había lugar para lamentaciones por su parte, tenía que brindarle toda la confianza que podía. -Está bien, Jongdae, yo no te odio, nadie va a odiarte. Estás rodeado de gente que te adora con locura, ten presente eso siempre.
Jongdae le devolvió el abrazo, fue débil y algo indeciso, pero lo hizo. -Entre tanta mierda, la única forma de sobrevivir que encontré fue enamorarme de ti.- Dijo. -Y convertir estos celos en admiración. Siempre que algo me resultó difícil, tú me diste valor incluso siendo tan sólo un pensamiento, tú me diste lo que necesitaba.
Minseok se separó para verlo con los ojos acuosos y una tierna sonrisa. -¿No te das cuenta, Jongdae? Siempre tuviste todo eso, en el fondo siempre fuiste este mismo chico. Eres maravilloso, y eres mío.- Besó sus mejillas, mojándose los labios con gotas saladas y le frunció el ceño cuando se alejó. -Por favor, deja de llorar.- Suplicó. -Siento que desde hace semanas llevas haciéndolo sin parar.
Jongdae llevó ambas manos a su rostro e intentó secárselo. -Lo siento...- Continuó sollozando por lo bajo.
Su novio acarició su cabeza y lo besó en la frente. -Gracias por hablarme de esto, has trabajado muy, muy duro.
En medio de toda la melancolía, alcanzó a componer una media sonrisa cargada de ironía. -Históricamente, la gente se ha comportado con listeza sólo cuando se agotan todas las alternativas.
A pesar de la situación, Minseok tiró la cabeza hacia atrás y largó una sentida carcajada por su comentario mordaz. -¿Temes seguir el ejemplo del resto de la humanidad?- Se cruzó de brazos con una ceja arqueada. -Es un tanto engreído de tu parte, ¿no crees?
Jongdae sorbió una última vez por la nariz antes de erguirse y sonreír con más soltura, usualmente hubiera sido uno de esos gestos vacíos llenos de presuntuosidad para demostrar que no era tan insignificante como en realidad se sentía, pero en esa ocasión sonrió bien amplio y con honestidad. -Creo que ya no tiene sentido lamentarme, muy a mi pesar soy parte del colectivo de intransigentes.
Minseok no podía dejar de reír, ni de sonreír, ni de proferir soniditos agudos sin sentido, estaba a punto de rebalsar de alegría. No tenía muy en claro la razón, podrían ser miles de cosas, pero tampoco quería sentarse a analizar su felicidad, tan sólo era y ya. Tomó de la mano a su novio y tiró de él para comenzar a bajar del puente.
-Vamos a casa, llamaremos a un taxi desde allí, no puedes volver caminando.- Comentó con una sonrisa imborrable en los labios.
-Minseok...- Llamó Jongdae desde atrás.
Él se frenó de repente cuando una partícula blanca cayó justo en frente suyo. -¡Oh!- Vio hacia arriba. -¡Está nevando!- Varios copos cayeron de forma esporádica sobre su rostro, a pesar del frío se sentía bien.
-Minseok.- Volvió a decir el otro.
-¿Mm?
-Te amo.
Pegó un gracioso respingo y giró rápido, sus ojos agrandados, llenos de sorpresa. Allí estaba Jongdae con rostro impávido, iluminado por luz blanquecina, repleto de seguridad mientras era adornado por la nieve cayendo alrededor, todo un cuadro inolvidable. No dijo nada, no supo contestarle, vio como su manzana de Adán subía y bajaba trabajosamente.
-Te amo.- Repitió con la misma firmeza, como si no lo hubiera oído la primera vez.
Minseok sintió cómo los copos diminutos que se habían quedado atrapados en sus pestañas se derretían con el calor de las lágrimas acumuladas. Inmediatamente se fregó los ojos, no iba a arruinar un momento tan especial con sensiblerías, pero es que era la primera vez que Jongdae le decía te amo, él se lo había dicho con anterioridad y en más de una oportunidad a pesar de nunca recibir una respuesta, ni siquiera un escueto "yo también". Había estado bien, sabía que era difícil para él y no había querido presionarlo por eso nunca protestó, pero demonios, se sentía tan, pero tan bien ser correspondido de esta forma.
Gimió una contestación y asintió, todavía presionándose los ojos con un antebrazo, reteniendo el agua. Jongdae sonrió con dulzura y lo abrazó por la cintura, instándolos a avanzar.
-Me dijiste que no llorara.- Le susurró mientras caminaban.
-Lo sé.- Balbuceó él.
Jongdae le acarició la mejilla con la punta de su nariz. -Te amo.- Volvió a decirle suave.
Minseok resopló una pequeña risilla, sus ganas de llorar no eran otra cosa que la euforia escapándosele hasta por los poros. Asintió otra vez.
-Lo sé.
******
A tan sólo un escaso mes de acabar las clases, la mayoría de estudiantes de último curso estaba tan compenetrada en los exámenes de ingreso a la universidad, que casi ni se veían por los pasillos del instituto. Por eso, al llegar a su salón de clases después de decir en voz alta que le apetecía pan dulce con relleno de judías rojas, y conseguir gracias a eso mil encargos más por parte de sus amigos quienes tomaron el comentario como sinónimo de que iría a comprar, Minseok no encontró más que una pequeña manada de inadaptados jugando de forma ruidosa y desinteresada como si el mundo funcionara únicamente para ellos.
Y quizás, se dijo, siendo tan jóvenes era normal y hasta algo lógico creer tal cosa.
Con sus brazos abrazando una cantidad absurda de bocadillos de pan, vio cómo Sehun aporreaba el banco de adelante con manotazos descuidados y se reía a carcajadas mientras Hana parecía avergonzada, y Sei Ah lo amenazaba con levantar el mueble y lanzárselo por la cabeza si seguía siendo tan ruidoso. Vio cómo Dan Bi conversaba entre susurros y miraditas cómplices con Minju y Lee Ohn, e instantáneamente quiso incurrir entre ellas para cuestionar como un chismoso de qué estaban hablando. Jongdae por su parte, estaba no muy lejos sosteniendo con poco cuidado la cabeza llena de rulos de una Nika furiosa que intentaba avanzar hacia él sin éxito, casi echando humo por las orejas y estirando sus manos en un intento por alcanzarlo. Jongdae le sonreía con suficiencia de una manera que haría rabiar hasta al más santo
Se preguntó en qué grupo debía intervenir primero e, indefectiblemente, supuso que lo más sensato era frenar a su novio antes de que una pequeña adolescente rusa cometiera homicidio.
-Deja de molestarla, Jongdae.- Suspiró cuando se acercó a ellos.
Él lo enfocó con un par de ojos sumamente divertidos. -No deberías meterte, esto es un duelo entre Nika y yo.
Minseok se cruzó de brazos con seriedad. -Pues no parece un enfrentamiento del todo justo.
Jongdae aflojó la mano que contenía a la muchacha y esta, por el impulso, siguió de largo y chocó contra su pecho. Aún sobre la camisa de su uniforme lanzó un sonoro resoplido antes de empujarlo lejos con sus dos manos. Minseok se sorprendió, hasta donde conocía Nika no era propensa a semejantes muestras frente a sus mayores.
-¡No murió tirándose de un barranco y es mi última palabra, se acabó!
El otro se cruzó de brazos. -Lo que digas, pero sabes que no tienes razón.
Minseok frunció el ceño. -¿Sobre qué demonios discutían?
Jongdae le sonrió con la misma altanería. -Nada relevante, eso seguro.
Ahora el que tuvo que resoplar fue él. No tenía idea de lo que había sucedido en medio, pero últimamente Nika y su novio habían estado llevándose... Bien. Inesperadamente bien, de hecho. Lo único que hacían era pelear en realidad, era Jongdae quien provocaba a la muchacha a propósito, le resultaba sumamente divertido verla rabiarse tan fácil, pero desde su punto de vista eso no significaba que no se soportaran. La mayor parte del tiempo gustaba de verlos, era gracioso, aunque al final siempre intervenía cuando Nika parecía a punto de explotar.
Bien, prefería esta extraña relación a lo de antes.
-¡Sunbae-nim!- Parpadeó ante el rostro emocionado y alegre de su hobae, era increíble su capacidad de pasar de un estado de ánimo al otro tan fácilmente y con tanta rapidez. -¡Hoy es la entrevista con mi tío! ¿Cómo se siente?
Compuso una sonrisa torcida. -¿Sinceramente? Nervioso como la mierda.
Jongdae apareció a su lado, le rodeó los hombros con un brazo y lo besó en la mejilla. -Lo harás genial, tontito.
Minseok se estremeció. -Eso espero.
Porque la vida era loca y el destino le sonreía (aunque en lo personal él prefería pensar que aquello era un golpe de suerte y por eso estaba empezando a creer en los milagros de Navidad), había conseguido una entrevista con el editor en jefe de Ark Mag, casualmente, también el tío de Jung Nika. En realidad, fue ella la que orquestó lo que ese día pasaría a ser algo histórico para él. Hasta la fecha recordaba haberle agradecido un millón de veces, quizás tendría que volver a hacerlo y que fueran un millón uno, se lo merecía. No tenía idea de lo que sucedería, probablemente no llegaran ni a un mínimo acuerdo, pero que estuvieran interesados en su trabajo era motivación suficiente para aspirar a ser muchísimo más grande.
Pasara lo que pasara, aquel día se quedaría grabado en su memoria.
Nika lo acompañó a las oficinas después de clases. El edificio había sido gigante a sus ojos, mucho más grande que cualquier otro, lo cual sabía bien que era una exageración, pero su entusiasmo y estupor eran irreprimibles. Seguía sin poder creer lo que estaba pasando, estuvo toda la mañana pellizcándose con fuerza para determinar que aquello en verdad no era un sueño. Tiró toda la cabeza hacia atrás para abarcar con sus ojos las letras enormes y elegantes en el frente: Ark Magazine, se precipitó corriendo hacia la entrada cuando Nika lo instó a continuar más adelante.
Puesto que no había tenido oportunidad de conocer al editor en persona, Minseok se encontró un poquito reacio a ir solo. Le parecía un tanto atrevido presentarse como si nada a pesar de la invitación, así que había pedido a la muchacha que lo acompañara, quizás el tipo tuviera una buena impresión de él si iba junto a su sobrina. Se encontraban ocupando dos sillones de la sala de espera después de anunciarse a la secretaria y que esta los invitara a tomar asiento. Mientras sus dedos tiesos y acalambrados se aferraban con fuerza al tapizado del asiento, casi al borde de arrancarlo con sus garras, Nika estaba a su lado balanceando los pies de atrás para adelante con una suave sonrisa en los labios, creyó escucharla tarareando una canción por lo bajo, pero era un sonido tan ínfimo que no estaba seguro.
Sorpresivamente, Jongdae no le dijo nada de nada cuando postuló la idea de dejar que la chica fuese con él. Lo comentó con su novio primero, claro, largó la información de forma casual para evaluar su reacción al respecto y determinar qué hacer; un poco esperaba que enloqueciera, pero Jongdae lo único que pareció fue aburrido. Luego expresó su acuerdo con la idea de que generaría una mejor impresión yendo con ella, pero agregó, de forma conveniente, que no tenía por qué temer.
"Eres bueno, y en esto no te permito que me contradigas", habían sido sus palabras.
-He visto tus dibujos, pero nunca supe en qué te especializas.- Dijo de repente.
Nika volteó a verlo, sorprendida. -Oh...- Fue lo único que profirió, Minseok le sonrió, entendía su reacción, jamás se había preocupado por conocerla un poquito mejor. ¿Qué decía eso de él cuando ella lo tenía en tan alta estima? -Pues, acuarela y óleo.
Minseok se atragantó, no supo con qué, pero lo hizo. Nika se sobresaltó.
-¿Pasa algo?
-No, no, es sólo...- Suspiró. -¿Qué género?
Ella parpadeó. -Paisaje y pintura costumbrista.
Minseok reprimió los deseos de volver a suspirar, en su lugar compuso media sonrisa irónica. -Es extraño que admires a un simple ilustrador.
Nika lo observó un rato más antes de fruncir el ceño. -No es verdad.
-¿Ah, no?- Mencionó con aire derrotado.
-¡Sunbae-nim!- Su chillido lo devolvió al planeta Tierra, la vio con los ojos grandes, determinando si decirle o no que lo ideal era moderar el tono en un espacio público. -¡No se atreva a despreciarse en momentos como este, está a punto de tener una entrevista con un súper editor en jefe de una súper revista famosa, no es tiempo para sentirse miserable!
Instantáneamente se sentó más recto sobre el sofá, lo único que hizo fue guardar silencio y asentir muchas veces seguidas. Sentía que el cabello de Nika cobraría vida para convertirse en un montón de serpientes peligrosas si no le hacía caso. Aún sentada, ella posó ambas manos sobre sus caderas con gesto implacable, Minseok pensó que en realidad era bastante adorable aunque se guardó el comentario para evitar sufrir posibles lesiones.
-¡Usted es un gran artista, el mejor, así que ahora se pondrá de pie, ingresará en esa oficina con la cabeza en alto y es lo único en lo que pensará! ¿Oyó?
-¡S-sí!
-¿Kim Minseok ssi?
Se puso de pie intempestivamente. -¡Sí!
La mujer con vestimenta formal pestañó en su dirección, se lo quedó viendo un momento, algo confusa, antes de abrir un poco más la puerta. -Acompáñeme.
Con la espalda recta y los hombros tan tensos a punto de tocar sus orejas, se giró hacia Nika quien, con una mirada decisiva, empuñó sus manos y gesticuló un "fighting" con sus labios. Él dio un rígido asentimiento antes de seguir a la secretaria y terminar frente a las puertas de la oficina del famoso editor en jefe de Ark Mag. Antes de adentrarse decidió, convenientemente, deshacerse de al menos una parte de su nerviosismo: cerró los ojos, llenó de aire los pulmones y lo largó pausadamente por la nariz, agitó sus hombros y estiró su cuello hacia un lado y hacia el otro. Iba a dejarse de bromas, tenía que dar una buena impresión.
-¿Se encuentra bien?
Abrió los ojos. -Sí...- Carraspeó. -Estoy bien.
Antes de que ella tuviera oportunidad, la puerta se abrió y dejó ver a un tipo muy delgado y alto, con una descuidada barba candado, lentes rectangulares sin montura y el cabello recogido en una pequeña coleta baja. Instintivamente tuvo que dar un paso hacia atrás por la sorpresa, ¿acaso...? ¿Acaso llevaba vaqueros y una sudadera de algodón? Sin poder evitarlo, echó un disimulado vistazo por encima de su hombro hacia la oficina, quizás esperando que hubiera alguien más allí dentro. El tipo esperó a que volviera la atención a él para sonreírle de forma muy simpática.
-Tú debes ser el famoso Minseok ¿eh?
Oh, diablos... Oh, mierda... Era el editor en jefe. El editor en jefe de una las revistas más prestigiosas del país, y estaba usando una maldita sudadera en medio de su lujosa y elegante oficina, en medio de su lugar de trabajo. Sintió como instantáneamente su ansiedad volaba lejos y se sorprendió correspondiéndole con otra enorme sonrisa.
-Soy yo.
El hombre entrecerró los ojos en su dirección, todavía con la sonrisa en los labios dándole un aire picaresco. Pareció formarse ideas muy rápido porque de la nada asintió, como si acabara de descubrir algo, y se hizo a un lado para que pudiera pasar.
-Adelante.
Minseok ingresó sabiendo que, pasara lo que pasara, su vida cambiaría a partir de esa reunión.
Casi una hora después, esa sensación ya era una certeza.
Y lo más loco era que, como había previsto, no salió de allí teniendo una propuesta jugosa o habiendo firmado un contrato más que pertinente, salió de allí sin tener nada más que una visión del futuro resplandeciente y más que prometedora. Le costó deshacerse del estupor una vez comprendió que el tío de Nika lo había citado, principalmente, para conocerlo y estudiarlo. Estudiarlo muy a fondo de hecho. Minseok quizás no fuera brillante, pero era rápido, y no pasó mucho hasta que entendió que el hombre decidiría si era adecuado para su revista sólo si le daba la impresión adecuada para eso.
Cuando quiso darse cuenta, habían estado más de media hora charlando de trivialidades con completa naturalidad. Minseok hizo algún que otro comentario sardónico sin darse cuenta y faltó poco para que el editor se los aplaudiera, por sus carcajadas podía dar el brazo derecho asegurando que disfrutaba de su retorcido sentido del humor, y ciertamente no podía decir eso de todo el mundo. El tío de Nika era sin dudas un hombre astuto con el cual se llevaría de maravillas, tenía ese tipo de ingenio y personalidad con los cuales simpatizaba.
Incluso lo acompañó personalmente hasta la salida. Notó un tanto horrorizada a la secretaria, el editor jefe de Ark Mag probablemente tuviera muchísimo trabajo como para tomarse la molestia de acompañarlo. Y sin embargo lo hizo, casi no daba crédito
-Privet, Nichka.- Sonrió cálidamente cuando su sobrina los alcanzó, le sostuvo las manos con afectuosidad.
-Privet, dyadya.- Respondió ella con una brillante sonrisa.
-Hemos tenido una más que agradable conversación con tu amigo.- Le dirigió una mirada cómplice a Minseok. -Espero continuar disfrutando de su ingenio.
Minseok contuvo con fuerzas sus ganas de chillar eufórico, ¿acababa de decirle que era ingenioso? Por favor, su corazón iba a explotar.
-¡Te lo dije!- Nika lo hizo por él por supuesto, saltando y viendo a su tío con entusiasmo. -¡Te dije que valía la pena!
Este se rio, no pareciendo para nada un hombre reconocido con una revista exitosa en su haber de logros a nivel internacional, y agitó una mano entre sus rizos. -Ya, ya, tenías razón, ¿contenta?- Vio a Minseok. -Debo seguir trabajando ahora.- Estiró una mano en su dirección. -Minseok goon, estoy ansioso de volver a hablar con usted... Pronto.
La respiración de Minseok se entrecortó y, en vez de largar algún comentario agudo que hiciera gala de su supuesta brillantez, asintió enérgicamente y le devolvió el apretón de manos con exacerbada emoción. Fugazmente pensó que estaba siendo demasiado y, a la vez, que estaba destruyendo la reputación formada, pero si fue así el mayor no lo dejó ver porque sólo se rio entre dientes y le palmeó un par de veces la cabeza, como si hubiera recordado que se trataba de un adolescente apenas a punto de acabar la escuela. Todo lo contrario a sentirse reducido e intimidado, a Minseok lo invadió una inusual sensación de orgullo y calidez. Ser consciente de ser un principiante, un novato, le hizo caer en cuenta de todo el camino que le quedaba por delante.
Y eso no hacía más que emocionarlo.
Cuando estuvieron en la acera una ráfaga de viento los golpeó, Nika posó ambos brazos frente a su cuerpo como si de esa manera pudiera evitar ser azotada y Minseok la recibió con los ojos cerrados y una pequeña sonrisa en los labios, sintió cómo el frío le quemó la piel, pero estaba de tan buen humor que cualquier infortunio le hubiera parecido una genialidad. Nika, con la frente y los ojos despejados por completo al tener sus fastidiosos rulos echados hacia atrás de forma poco atractiva, pero conveniente, vio el enorme regocijo en el semblante de Minseok, parecía alguien completamente amigado consigo mismo, completamente satisfecho más allá de toda adversidad.
Sus ojos no pudieron despegarse de él aunque su cabeza comenzó a decirle que bien debería dejar de hacerlo, al final sonrió un poco, mínimamente.
-Ha ido mejor de lo que esperaba, ¿verdad?
Él abrió los ojos y la miró, parpadeando con curiosidad, entonces le sonrió de una manera que casi la deja sin aliento. -Te dije que estaba bien que me tutearas, ¿no?
Ahora fue ella quien parpadeó, se le hacía muy complejo desentrañar la mente de Minseok, pero suponía que era tarea para gente hábil y entregada. Gente como Kim Jongdae, por ejemplo. Ladeó el rostro, evaluando detenidamente su posición, no era el lugar ni el momento adecuado, pero ¿cuándo había tenido fama de oportuna? Otra ventisca le hizo entrecerrar los ojos, algunas hojas ya muertas revolotearon alrededor de sus zapatos y una parte importante de sus pensamientos fue arrastrada con ellas, llevándoselos lejos.
Claro, no era oportuna, pero tampoco tenía sentido.
Al final lo vio de reojo y le sonrió, un gesto de rendición, tenía que admitir. -Me hace feliz haberlo recomendado.
Minseok agitó los hombros de forma encantadora. -A mí también, es más de lo que alguna vez pude haber deseado.- La miró directamente a los ojos. -Te estoy muy agradecido, pequeña.
Nika entreabrió los labios y se quedó congelada e inexpresiva por un largo, largo tiempo. Minseok incluso comenzó a verla con intriga, pareciéndole desconcertante su actitud desde luego. Cuando ella sintió que su corazón se hacía un tanto más pequeñito, volvió a hacer lo único que podía hacer: dibujar una sonrisa en su cara. Probablemente fuera un error puesto que no estaba en condiciones de hacerlo sin dar cuenta de que estaba fingiendo, pero se encontró acorralada.
-Eres mi mayor inspiración, Minseok, por muchos motivos.- Su voz se oyó inusualmente clara y firme, contrastando por completo con su personalidad en extremo insegura y titubeante. -Siempre serás el mejor artista y yo siempre seré tu más grande fan.
-¿De veras?- Murmuró él.
Sus palabras lo tomaron por sorpresa, lo notó dudar un instante sobre cómo proceder, pero al final logró un tímido asentimiento, como si intuyera que lo mejor era guardarse cualquier contestación desatinada. Hubo un entendimiento mutuo entonces, un aura de acuerdo. Ninguno iba a hablar, ninguno diría nada, eso era lo más adecuado.
Nika encaró el cielo con los ojos cerrados. -¿Verás a Jongdae sunbae hoy?- Minseok asintió aunque no podía verlo, ella no necesitó hacerlo para saber la respuesta. -Nos vemos entonces.
Minseok pensó en volver a agradecerle, pero al final decantó por proferir un saludo por lo bajo, casi inentendible, y alejarse sin más. Nika no supo cuánto tiempo estuvo parada allí sin hacer nada más que mantener la misma posición sin sentido, sólo cuando sintió que el frío traspasaba su ropa y que sus dientes repiqueteaban, abrió los ojos y el cielo nublado la recibió como un reflejo de su interior.
-De verdad, siempre voy a ser tu fan.- Dijo a nadie en especial, ni siquiera a ella misma en realidad. Guardó las manos en los bolsillos de su abrigo y sonrió de forma sesgada. -¿Pero quién se preocupa por las verdades a medias?
Sorbiendo por la nariz al sentir que le goteaba, decidió que ya era hora de volver al calor de su hogar antes de convertirse en serio en una estatua frente a las oficinas de su tío. Con todo y corazón de granito.
En un par de días subiré la segunda parte de este capítulo más un epílogo y ya habremos acabado con La octava nube... Lxs despediré a todxs luego de eso :(.
Desde ya, gracias por leer mi historia hasta aquí ❤.
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