LIV

Minseok nunca se imaginó visitando un zoológico a su edad, pero allí estaba en un día de verano a punto de acabar sus vacaciones.

No supo de quién fue la idea, lo único relevante es que tanto Chong Yul como Luhan encontraron ratos libres y Dan Bi y Sehun imploraron por una salida en grupo, argumentaron estar siempre solos mientras los demás se la pasaban con sus novios, se vieron en la obligación de acceder a tal reunión más allá de que les urgía una última salida antes de volver al estrés de las clases, y todo lo que eso significaba siendo estudiantes de último año. Era entretenido, tenía que admitirlo, más que un zoológico parecía una reserva natural, podías ver a los animales desde una distancia prudente puesto que estos estaban en completa libertad, sin embargo lo más interesante era observar a las otras parejas interactuando.

Siendo honesto, nunca les había prestado atención a Dan Bi o a Sehun mientras estaban junto a sus enamorados; antes de que estos se graduasen, que fue cuando más oportunidades tuvo de observarlos, estaba ocupado regodeándose en lamentos e intentando hacer que Jongdae saliera con él, demasiado perseverante quizás, pero obtuvo lo que quiso al final ¿no? Dan Bi no se comportaba diferente a lo usual, la percibía muchísimo más feliz eso sí, en general tenía una personalidad bastante tranquila, cuando veía a Chong Yul se iluminaba de otra manera sin embargo, como una chispa de algo que a él le gustaba denominar "amor". Sehun y Luhan eran inusualmente calmos, pensó que por las personalidades dispares que tenían probablemente estuvieran discutiendo la mayoría del tiempo o teniendo pleitos pequeños.

Pero no, y eso lo hacía pensar.

También eran bastante acaramelados y de forma indiscriminada sorpresivamente, como en esos momentos por ejemplo, Luhan se acercó a Sehun por detrás para abrazarse a su cintura con ambos brazos a pesar de que el lugar estaba lleno de gente, Sehun lo apretujo de forma cariñosa y sonrió mientras señalaba algo. Por su parte él se dio la vuelta y observó largamente a Jongdae a su lado, se veía igual de aburrido, quizás las reservas naturales no eran lo de ellos. Podría decirse que estaban bien, ¿y por qué eso lo asombraba? A diferencia de otras parejas tenían muchos más desencuentros, sentía que desde que eran novios lo único que hacían era pelear, ¿sería algo normal?

Jongdae dejó de teclear en su teléfono y le devolvió la mirada. -¿Qué?- Preguntó con curiosidad ante su escrutinio.

Minseok ladeó el rostro y negó. -No es nada...- Hizo un mohín. -Tengo hambre.

El otro extendió un brazo para acomodarle el cabello detrás de la oreja con suavidad. -¿Qué quieres?

-Mmm... Crepas.- Le sonrió de forma adorable como pago, sabía que iría a conseguirlas en su lugar.

Jongdae también sonrió a la vez que mordía su labio inferior, estaba aguantando con fuerzas las ganas de besarle los labios a su novio, en su lugar apretujó una de sus mejillas y se fue para comprarle comida. Minseok lo vio alejarse y suspiró, ¿por qué todos los momentos juntos no podían ser así? Tonteando como bobos enamorados, libremente y sin enloquecer.

-Si continúas suspirando, se escapará tu felicidad.

Le arqueó una ceja a Sei a su lado, pero del otro lado de la verja de metal. -¿Y eso?

Ella ni siquiera lo miró, siguió enfocando el frente de brazos cruzados, no sabía con exactitud qué estaba viendo debido a los vistosos lentes de sol cuadrados que llevaba y que la hacían todavía más llamativa, no le extrañaría si en algún momento alguien se paraba a preguntarle si, de casualidad, pertenecía a algún grupo idol... Aunque sólo estaban hablando de un par de lentes comunes, en realidad Sei podía captar la atención de cualquiera sin necesidad de llevar accesorio alguno.

-Changyun solía decirme eso todo el rato.- Se encogió con indiferencia.

-Te notas desinteresada, Sei Ah ssi, ¿será porque tu novio no vino esta vez?

Ella gruñó algo inentendible, pero sorpresivamente no lo negó. -Jun Seo tenía que trabajar.

-¿No te gustan este tipo de lugares?

Sei se quitó los lentes y pestañó en su dirección con una expresión casi infantil. -¿Hay leonas aquí?

No pudo evitar sonreírle, era demasiado linda sin darse cuenta. -No lo sé, probablemente, revisaremos más tarde, ¿quieres?

Justo en ese momento se les acercó una Dan Bi resplandeciente de alegría, sostenía con una mano su sombrero capelina color beis para que no se volara con la ventisca en contra. Viéndola con atención, Minseok se preguntaba con seriedad cómo alguien podía verse tan adorable sin hacer ni decir nada, simplemente era el aura con el cual había nacido.

-¿Alguien quiere un poco de agua?- Extendió una botella en su dirección. -Yul fue a comprar más.

Sei resopló. -¿Tienen a sus novios de esclavos o qué?

Minseok suspiró ante la mención indirecta de Jongdae, sus amigas se lo quedaron viendo con interés, Dan Bi acarició su cabeza con rostro apenado y la dulzura típica en cada uno de sus gestos.

-¿Qué ocurre, cariño?

Se apoyó contra su mano como un gatito buscando caricias, estaba demasiado acostumbrado a los mimos de Dan Bi, ¿qué haría cuando acabaran la escuela? Después de algunos segundos se atrevió a verlas con timidez. -Esto... ¿Piensan que mi relación con Jongdae es un poco... turbulenta?

Las chicas se vieron fugazmente.

-¿En qué sentido?

Minseok rascó su nuca, estaba un poco incómodo. -¿Debería ser normal que peleemos tanto?

-Tal vez sólo necesitan acostumbrarse al otro un poco mejor.- Dan Bi posó una mano consoladora sobre su hombro.

-Ambos son demasiado agresivos.- Sei Ah por su parte y como de costumbre, tomó la ruta de la franqueza. -No están acostumbrados a tratar con otras personas si no es bajo sus términos.

Eso lo hizo pensar. -Yo... Yo siempre intento ser mejor cuando estoy con él.- Por alguna razón, su primer atino fue defenderse. -Soy cariñoso y todo.- Aclaró como si fuera suficiente.

Dan Bi sonrió con inseguridad. -Bueno...- Miró a Sei con la esperanza de que le diera una mano.

Esta sólo suspiró. -La mayoría del tiempo parece que te estás burlando de él.

Alzó las cejas y posó una mano sobre su pecho, pareciendo injuriado -¿Yo?

Sei no aguantó la risa por su teatralidad y lo empujó por el hombro. -Sí, tú.

-Jong siempre fue muy vergonzoso, reacciona como un niño cuando lo molestan.- Dan Bi explicó con paciencia como si estuviera justificando a su propio hijo. -Puede ser que a veces logres empeorar las cosas.

-¿Por qué no intentas dirigirte a él con más suavidad y menos comentarios sardónicos? Si los siente como un ataque, es lógico que lo único que lograrán será otra pelea.

Minseok frotó su cabello, estaba comenzando a sentirse estresado. -Todo esto es difícil.

-No es difícil, hombre, es lo básico en relaciones humanas.

-¿De qué hablan?- Jongdae apareció de repente con un cono de crepa en cada mano, los vio con curiosidad. -Toma.- Le extendió uno a su novio. -No me dijiste cómo la querías, así que te traje con relleno de chocolate y banana, porque sé que esta te encanta.- Le guiñó un ojo.

Resopló por la terrible broma. -La próxima vez, pensaré dos veces en...- Una de las chicas carraspeó por detrás y les dio un rápido vistazo de reojo, los observaban abiertamente y de brazos cruzados. Se mordió la lengua y tomó lo que le ofrecían. -G-gracias.- Murmuró en su lugar.

Jongdae borró la sonrisa burlona y ladeó su rostro con intriga, lo observó un largo rato y Minseok redirigió la conversación hacia otros tópicos porque sabía que tarde o temprano descubriría con facilidad que algo más estaba en su mente. Pasearon el resto del día, Minseok se animó a tomarlo discretamente de la mano en más de una ocasión mientras se encontraban en zonas de la reserva donde la gente no abundaba; examinó sus reacciones con cuidado, estas mutaron de preocupación y nerviosismo a indiferencia y un poco más de comodidad, más adelante incluso se robaron besos sin estar esperando que algún homofóbico saltara de entre las sombras a apuntarlos con un dedo.

Coincidía en algo con las chicas, Jongdae requería paciencia, pero eso no significaba necesariamente algo malo.

De regreso, este se ofreció a acompañarlo hasta su casa; ese tipo de gestos hacían latir rápido su corazón porque la casa de Jongdae quedaba justo en la otra dirección, que lo escoltara todo el camino cuando no era realmente necesario sólo significaba que quería pasar más tiempo a su lado, ¿y eso no era maravilloso? Ni siquiera tenían que mantener una conversación, pasaban la mayoría del tiempo y sus días juntos, no había muchas cosas que decir, pero estaba bien. Lo miró de soslayo, el sol caía del cielo por el horizonte y los tintes naranjas invadían todo lo que estaba al alcance de sus ojos, pronto comenzaría el otoño y los días bonitos se acabarían con la llegada del frío.

Encaró el cielo, las nubes eran rosadas, eran hermosas, al igual que el hombre a su lado cuyos pasos resonaban con claridad, dándole muestras de que estaba allí con él y en ningún otro lado más. ¿Habría una realidad alterna en la cual estuvieran separados? ¿En la que ni siquiera se conocieran? El pensamiento le hizo reconsiderar lo afortunado que era, ¿qué más daba si peleaban? Al final del día seguían juntos.

-¿Aún recuerdas por qué te gusto?- Preguntó Jongdae de repente, cuando volteó se lo encontró observando hacia arriba también. -Después de todo este tiempo, ¿lo tienes presente?

Sus labios se entreabrieron, iba a contestar sin pensar, pero la conversación con sus amigas más temprano apareció en su consciencia y se calló. No le respondió directamente, en su lugar le salió otro tipo de información completamente inesperada.

-Mis padres se irán de casa una semana.

Jongdae giró su rostro y sus ojos lo devolvieron a la Tierra, ¿qué estaba diciendo? Se volvió cabizbajo con las mejillas furiosamente sonrojadas, tampoco podía hacerse el idiota, sabía muy bien a dónde apuntaba con esa información, sólo que no tenía idea de cómo encarar el tema sin ser el de siempre.

Paciencia. Paciencia y suavidad, Minseok, déjate de bromas por una vez.

-Es... Se irán donde mis abuelos, mi tía va a casarse y de paso se quedarán unos días, ya sabes...- Lo vio de reojo. -Puedes venir a cenar o algo así.

Jongdae parpadeó. -Claro, he ido a cenar en otras ocasiones.- Comentó con naturalidad.

Minseok frenó de repente y él se quedó un par de pasos más adelante; lo vio con curiosidad, Minseok se removía en el lugar con una actitud que no había mostrado nunca, ¿le sucedería algo malo? Recibió una tímida mirada de su parte que hizo que la respiración se le volviera intranquila, rayos, quería besarlo... O desnudarlo. O ambas.

-Después de comer puedes quedarte a dormir.- Sus ojos enormes pestañearon en su dirección. -¿Entiendes lo que quiero decir?

Esa actitud tan inusualmente linda fue como un flechazo atravesándole el corazón de lado a lado, abrió los ojos de par en par justo cuando sentía cómo su rostro se coloreaba y ni siquiera se preocupó por ello, estaba muchísimo más concentrado en la imagen de su novio murmurando cosas de lo más interesantes con una vergüenza adorable.

-S-sí, sí.- Tartamudeó como un idiota, pero incluso inundado de felicidad y sorpresa mantenía algo de sentido. -¿Tú...? Hum... ¿Es-estás seguro?

Minseok mordió con fuerza su labio inferior y desvió la mirada. -Sí, creo que está bien.

-¿Lo crees?

Lo miró directo a los ojos. -Lo sé... Porque eres tú.

Oh, mierda... -¿Puedo ir esta noche?- Bien, eso sonó demasiado desesperado, cosa que era verdad porque así se sentía, pero debería disimular un poco más. -Quiero decir...

Minseok apretó sus labios en una fina línea para evitar sonreír. -No se irán hasta el domingo a la noche, puedes llegar el lunes por la tarde después de clases, esta semana terminan las vacaciones de todas formas, así que... Sip.

Jongdae carraspeó. -Claro, sí.- Agitó ligeramente la cabeza para volver en sí, su corazón saldría disparado de su pecho en cualquier momento. -Vamos.- Contra todo buen juicio le extendió una mano, en el vecindario no había tantas personas como en el centro de la ciudad.

Su novio se acercó y no lo cogió de inmediato. -¿Me acompañarás hasta la puerta? Oscurecerá dentro de poco.

Jongdae negó y lo acercó con un tirón cuando alcanzó su mano. -Quiero estar contigo un rato más.

Le sonrió con ánimos de hacer algún chiste, pero se refrenó a último momento, en su lugar frotó sus narices de forma cariñosa. -Yo también quiero.

El otro se separó para verlo con el ceño fruncido de intriga, la sonrisa reprimida en sus labios era más que evidente. -¿Qué se te ha metido?

Se encogió. -Nada... Por el momento.- Bromeó.

Jongdae se estremeció y se alejó un paso automáticamente. -Okay, no me obligues a trepar hasta tu habitación en la madrugada como un ladrón.

El resto del camino fueron tomados de la mano, Minseok tuvo que contener todo el tiempo la sonrisa bobalicona que amenazaba con partir a la mitad su rostro para no parecer tan idiota, cosa que en realidad era. Odió llegar tan rápido, ¿por qué su casa no quedaba un poco más lejos? Quería seguir sosteniendo a su novio aunque fuera bajo una excusa tan pobre. A Jongdae le pasaba lo mismo al parecer porque aún cuando estuvieron parados frente a las verjas sin hacer nada, tampoco lo soltó.

-Nos vemos el lunes entonces.- Le sonrió.

Jongdae se lo quedó viendo fijamente mientras mordisqueaba la piel de sus labios, parecía estar considerando algo con seriedad. Al final dio un paso más cerca y le regaló un beso demasiado suave y tierno, no abrieron sus bocas, dedicaron el tiempo completo a sus labios, apresando primero uno, luego el otro. El corazón de Minseok repiqueteaba rudamente contra las costillas, Jongdae tomó la iniciativa de besarlo en medio de la acera con el riesgo de que sus padres pudieran verlos desde adentro o cualquiera de sus vecinos pasara por ahí.

Tal vez el plan de las chicas de dejar un poco de lado su naturaleza funcionara.

Se separaron, profirieron saludos torpes y caminaron en direcciones opuestas. Jongdae mantenía la sonrisa en la cara, la cual pensó que sería permanente hasta que oyó la inquietante y sonora inspiración de Minseok más atrás, cuando volteó este ni siquiera había entrado, estaba de pie todavía en la acera, pero de cara a la entrada. Se acercó prácticamente corriendo y descubrió un mundo de papeles destrozados en tiras justo al comienzo del camino que llevaba a la puerta principal, no pudieron verlos antes por los arbustos altos contra el enrejado.

Tragó saliva con lentitud y echó un vistazo de reojo a su novio.

-Pudieron ser niños queriendo causar problemas.

Pero por su silencio y su tez pálida supo que no concordaba. Se abrió la puerta en esos momentos, el padre de Minseok los recibió con una sonrisa de bienvenida hasta que enfocó el desastre en el suelo.

-¿Ese es nuestro correo?- Cuestionó con estupefacción.

Considerando que Minseok no era capaz de reaccionar aún, contestó por él. Lo entendía, no es que fuera lo más chocante del mundo ver el correo de la familia hecho trizas, lo significativo era la persona detrás de semejante "broma". Aunque no había certezas de nada, ambos tenían una ligera idea de quién podría haber sido.

Y la simple posibilidad era escalofriante.

******

Los pocos días que sobraron de vacaciones Jongdae se los pasó con el pulso acelerado, lo consumía el nerviosismo, uno más que bienvenido a decir verdad. Usualmente, un estudiante de escuela secundaria normal no estaría contando con tanto entusiasmo los días para el final de las vacaciones, pero para él significaba muchísimo más que tan sólo volver a la estresante rutina escolar... Cuando las clases comenzaran, pasaría la noche en casa de su novio, de Minseok.

Pero va más allá de una insulsa visita, se decía y cada vez que su mente se lo recordaba, su piel se enchinaba con un escalofrío.

¿Era normal sentirse tan absurdamente feliz? Su estómago cosquilleaba con cada pensamiento y su corazón latía rápido por el simple hecho de acomodar los rasgos de Minseok en su cabeza, estaba ansioso e impaciente, pero la cosa no se trataba sólo de sexo. Era algo más profundo, algo que no podía poner en palabras, sólo era sentido con tanta intensidad como para volverlo un idiota que se la pasaba soñando despierto, y sin disimularlo ni un poco. La única idea que formulaba su cerebro cuando intentaba ponerle un nombre a aquella euforia era amor, pero eso no era nada sorprendente, cualquier pensamiento que tuviera que ver con Minseok lo dirigía inmediatamente a la palabra "amor".

Estaba tan metido en su propio mundo, imaginando miles de escenarios, aguardando que la próxima hora pasara más rápido que la anterior, que no era consciente de nada de su presente. Como en esos momentos, un chasquido salido de la nada rompió con la barrera de lo idílico y lo devolvió de sopetón a la realidad, estaba en medio de la cena con su padre y su madre observándolo fijamente. Su sonrisa embobada se borró al instante y aclaró la garganta, enfocándose otra vez en la comida.

-Jongdae.

-¿Sí?

-Te pedí la salsa.

-Oh, lo siento.- Le alcanzó el recipiente a su madre y volvieron a quedarse callados.

Últimamente no era nada feliz dentro de su hogar, la presión que recibía desde hacía años seguía ahí como siempre, sólo que ahora era más consciente de ella. No es como si odiara a sus padres, pero ya no encontraba las fuerzas para sonreír frente a ellos, ¿y cuán jodido era eso? No deseaba preocuparlos de más, hacerles creer que las cosas estaban realmente para la mierda y sin arreglo, porque la verdad no era esa, sin embargo algo se había roto dentro de él. Como si uno de los tornillos que mantenía a la máquina funcionando se hubiera aflojado o directamente perdido, y ya nada fuera lo mismo. Siempre supo de la infelicidad creciente en su interior, nunca le prestó atención porque significaba comprender ciertas cosas que harían que todo lo conocido y seguro se fuera al carajo.

Tendría que haber entendido que todo se fue al carajo desde el primer momento.

Ya no se sentía cómodo con lo que era o lo que pretendía ser, su vida fue construida sobre esa base, y si la base se movía entonces todo lo de arriba caía indefectiblemente. Veía todo con otros ojos, su casa ya no era acogedora, era demasiado silenciosa y fría; su habitación, aquel lugar en el cual se la pasó estudiando sin descanso durante años, le daba repelús, había noches en las cuales ni siquiera podía dormir allí.

-Has estado muy disperso.- Comentó su madre sin verlo.

-Puede ser.- Respondió de forma escueta, era extraño, nunca había sido así con sus padres, pero no le salía ninguna otra reacción.

-Demasiado diría.- Se oyó la voz de su padre, era más grave y autoritaria de lo normal, suponía que esas cosas pasaban cuando tu hijo no cumplía con lo que querías. Tomó un largo trago de su vaso, parecía estarse preparando para algo, y no se equivocó porque cuando dejó el recipiente lo vio a la cara. -¿Qué sucedió con tu hoja de carrera al final, hijo?

Se quedó tieso con los palillos en el aire, la porción de arroz que había estado a punto de llevarse a la boca cayó de vuelta al tazón. De todos los temas justo tuvo que sacar ese a colación... Y en la cena, en medio del silencio, un día antes de que concretara con su novio de las cosas más anheladas por su corazón.

¿Así o más mierda la situación?

-¿Jongdae?

-Hum...- Dejó los palillos a un lado, no podía verlos, no era capaz. -Aún no la llené.- Tampoco iba a mentirles.

-¿Por qué te estás tardando tanto? Hace tiempo tendrías que haber comenzado a estudiar para los exámenes de ingreso.

-Bueno, aún hay tiempo.- Su madre le sonrió suavemente y posó una mano sobre su brazo, como si eso pudiera arreglarlo todo de alguna manera. -Siempre y cuando comiences cuanto antes, el tiempo es oro, cariño.

Jongdae tomó una larga y profunda respiración. -No sé qué hacer.- Murmuró.

-¿Cómo?

Les dio una mirada de reojo. -Dije que no sé qué hacer con mis estudios.

El silencio fue tenebroso, hasta se sintió temblar en su silla. El tiempo transcurrió sin que nadie dijera nada, el sonido continuo del segundero del reloj en la pared quebrantando la frágil calma y aumentando la tensión de a poco, como un vaso llenándose de a gotas más y más.

-¿Qué quieres decir con eso?

Luchó por no explotar, estaba comenzando a irritarse. -Lo que escucharon, papá, no tengo en claro qué hacer exactamente, ¿bien?

-Creí que estábamos de acuerdo en que continuarías tus estudios en la mejor universidad.- La mano de su madre se alejó de su brazo, el calor en la zona desapareció lentamente.

-Pues no deberían dar las cosas por sentado y ya.

-No le hables así a tu madre.- La rigurosa orden del mayor frente a él del otro lado de la mesa estremeció su mundo. -Quizás se te haya olvidado, pero sigues viviendo en nuestra casa, Jongdae, y mientras sea así debes obedecernos.

Genial, el famoso discurso que todos alguna vez recibieron. Solía enorgullecerse de no haberlo oído, jamás tuvo problemas con sus padres, pero eso porque siempre había acatado sus deseos sin réplicas.

Bueno, pues, ya no más.

-En estos momentos no lo entiendes, es típico de la edad.- Prosiguió el otro. -Pero más adelante cuando mires hacia atrás, nos agradecerás.

-Tienes que saber que todo lo hacemos por ti, cariño.- Su madre volvió a sonreírle con ánimo, parecía querer apaciguar la tormenta que sabían ya era inminente. -Nadie va a quererte como lo hacemos nosotros, sólo deseamos tu bienestar.

-¿Mi bienestar?- La miró con un profundo ceño fruncido. -En el fondo no les importa que esté bien, sólo les interesa que saque dieces y mantenga mi estatus.

Su madre retrocedió alarmada, envió una mirada desconcertada a su marido, no la culpaba, era la primera vez que era completamente directo con ellos como con cualquiera, y dudaba que todo fueran palmaditas en la espalda y "¡bien hecho, hijo!" por su parte.

-Cuida tu tono, Jongdae.

-Todo eso es tu obligación.- Su padre también estaba frunciendo el ceño ahora, su rostro enfadado no le pareció del todo insólito sorpresivamente. -¿Qué otra cosa te exigimos además del estudio? No puedes quejarte.

-¿Alguna vez se sentaron a preguntarme qué es lo que de verdad quiero?- Les espetó con puro rencor, es verdad que no los odiaba, pero maldición, no estaba haciendo nada terrible ¿verdad? ¿Por qué no lo escuchaban por una vez?

-No tengo idea de lo que te pasa.- Su madre lo observó con ojos llorosos y una mano sobre el pecho, se notaba en verdad afligida. -No has sido tú mismo en este último tiempo.

Su cordura saldría volando por la ventana en cualquier momento. -¡Ese no es el problema aquí! ¿Pueden por favor pensar en lo que les estoy hablando? ¡Diablos!

-Levantar la voz y hablar de esta manera no es típico de ti.- Observó el otro, la tensión podía apreciarse en toda su fisionomía y, muy posiblemente, estaría conteniéndose para no explotar al igual que él. -¿Es por tus nuevos amigos, Jongdae?

Volteó a verlo con rapidez. -Ellos no tienen nada que ver en esto, no los traigas a colación.- Replicó desconcertado, ¿a qué venía eso ahora?

-Tiene sentido.- Concordó la mayor en la punta, estaba agotada, como si no pudiera lidiar con nada de lo que estaba sucediendo. -Podría decir el momento exacto en el cual comenzaste a comportarte extraño, hijo, fue justo cuando conociste a otros compañeros en la escuela.

Y eso fue todo, no pudo soportarlo más. Se puso de pie con la respiración alterada y su interior bullendo con años y años de angustia y deseos reprimidos, ¿cómo se atrevían a inculpar a sus amigos? Eran las únicas personas que alguna vez lo habían apoyado sin juzgarlo, pero claro, era muchísimo más fácil trasladar los problemas a otros en vez de preguntarse qué habían hecho mal para que su hijo se comportara diferente. Carajo, estaban tan cegados que en vez de escucharlo en serio se dedicaban a buscar culpables, no podía tener una conversación razonable con gente así, era imposible.

-¿Jongdae?

-¿Y qué es "típico de mí", eh?- Preguntó con voz quebradiza, los ojos le picaban por el llanto que intentaba contener. -No hace falta que contesten, sé perfectamente lo que responderían ¿saben? ¿Qué dirían? ¿Sacar buenas notas? ¿Estudiar como "un adolescente modelo"? ¿Ser el hijo perfecto que siempre buscaron?- Una enorme roca descanso en su garganta. -¿Gustar de mujeres como todo un hombre acaso? Todo eso va conmigo, ¿no creen?- Limpió las lágrimas en sus mejillas con brusquedad. -No saben una mierda.- Largó en un sollozo herido antes de irse sin una palabra más.

Ya no quería oír ni recibir nada, cuando esperaba cosas de los demás, en especial de sus padres, siempre acababan decepcionándolo y haciendo trizas su corazón.

Al final, lo mejor era aprender a no esperar nada de nadie, jamás.

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