LI
-¡Hana!
El grito fue tan estruendoso que la asustó y la hizo salir de su pequeña burbuja de ensimismamiento y desdicha, y al mirar hacia atrás vio aterrorizada como Minseok la perseguía a una velocidad sobrehumana, estaba pisándole los talones y lo único que atinó a hacer fue a correr todavía más rápido para que no la alcanzara.
-¡Wah! ¿¡Por qué me estás siguiendo!?- Exclamó con histeria.
-¡Porque estás huyendo! ¡Detente, tonta!
-¡No! ¡Aléjate!
El pecho estaba comenzando a dolerle y aun así no era capaz de sacarle ventaja; cerró los ojos con fuerza y avanzó a ciegas otra vez, cuando Minseok estiró una mano y estuvo a pocos centímetros de cogerla, tropezó con sus propios pies y cayó de rodillas de forma dolorosa. Él se posicionó delante y la observó desde arriba mientras intentaba recuperar el aliento, Hana estaba igual, sólo que cabizbaja y frotando sus piernas para mitigar el punzante dolor que sentía. Minseok se agachó para estar a su altura y posó ambas manos sobre sus hombros aunque ella no quiso devolverle la mirada.
-Escúchame... Ella...- Tomó una gran respiración. -Lee Ohn es consciente sobre ti, Hana.
Lo enfocó con un par de ojos enormes como si estuviera hablándole en un idioma incomprensible. -¿Qué?
-Quiero decir que lo es, pero no lo sabe.- Ahora ella le frunció el ceño y comenzó a sentirse nervioso por no saber cómo expresarse. -Tengo experiencia con idiotas, la mayoría de las veces te envían señales cruzadas porque no tienen idea de lo que sienten, pero eso no significa que no lo sepan en el fondo.
-¿Cómo estás tan seguro?
-Sólo lo sé.- Echó un vistazo al resto de los chicos que llegaba. -No te rindas, si tu idea es decirle lo que sientes, entonces hazlo sin remordimientos. No pasará nada, Hana...- Se le acercó y la miró fijamente a los ojos. -No pasará nada.- Repitió con firmeza.
-¿Qué están haciendo en mitad de la galería?
Se puede decir que pegaron un vistoso respingo a la misma vez ante el sonido conocido de aquella voz. Todos, a excepción de Hana, voltearon lentamente para encarar a una Lee Ohn totalmente desconcertada por la escena. Sus ojos se pasearon sobre cada uno de ellos antes de deparar en su amiga tirada en el suelo más allá, entonces una enorme preocupación la impulsó en su dirección sin perder ni un segundo; cuando le preguntó cómo estaba y posó una mano sobre su hombro, esta se puso de pie y salió disparada sin pensárselo un momento. Dentro de la cabeza de Hana sólo podían repetirse una y otra vez las imágenes de la confesión de hacía un rato. Lee Ohn no perdió tiempo a pesar de su sorpresa, echó a correr y la siguió.
-¡Oye! ¿¡Por qué estás huyendo de mí!?
Oía su voz absurdamente cerca a pesar de que, para ella, estaba echándose la carrera de su vida. Odiaba ser tan lenta. No pudo contestar a ninguno de sus reclamos, huía por instinto, no había otra explicación más lógica. Lee Ohn la sobrepasó y estiró ambos brazos para impedirle el paso cuando se puso por delante, Hana intentó contener el poco aliento que le quedaba, la vio con temor, ya no tenía escapatoria.
-¿Qué es esto? ¡Dime lo que pasa! ¡Ahora!- Le exigió.
Su voz fue inestable y Minseok, que las había seguido por inercia junto a los demás, se adelantó en la escena para coger de un brazo a su amiga en un intento por relajarla. Si ambas estaban alteradas, nada bueno saldría de eso.
-Quizás sea mejor dejarla sola un momento, Lee.- Le dijo con voz sosegada, pero ella no atendió a razones.
-¡No!- Se deshizo de su agarre con brusquedad. -¡Ella es mi amiga, Minseok! ¿¡Qué clase de persona seré si vuelvo a repetir los mismos errores!? ¡Quiero proteger a los que quiero, quiero cuidarlos siempre!- Le contestó a él, pero la miró a ella. -¿Por qué has estado tan rara últimamente? ¡Ya no tengo idea de lo que estás pensando, incluso me has evitado! ¿¡Por qué!?- Dio un fuerte pisotón contra el suelo.
Con aquellos ojos rojos por contener las lágrimas enfocándola con insistencia, comprendió que quizás su torpeza había ido demasiado lejos. Debido a que no tenía idea de qué hacer con lo que sentía, debido a su enorme inseguridad, acabó cometiendo puras tonterías que desembocaron en su persona más querida así de entristecida y confusa. No quería ver su rostro inquieto, no quería que pensara que no era una amiga lo suficientemente buena. Era buena, a sus ojos era perfecta.
Después de ser parte involuntariamente del grupo que increpó a Lee Ohn y la culpabilizó sin clemencia, días más tarde cayó en cuenta de que había sido totalmente inocente. Dentro del cubículo del baño escuchó como dos chicas hablaban sobre lo estúpida que Jang Hana había sido al caer en una apuesta tan obvia, sus risas y tonos burlones rebotaron contra su cráneo mientras detallaban como el que había su novio, aquel chico supuestamente interesado en ella, tan sólo la había contado como un número fallido más de los ligues que había apostado llevar a cabo con sus amigos en el período de ese año.
"¿Quién podría quererla?".
¿Quién podría?
"Nadie podría estar con ella a menos que sea por lástima".
¿Quién...?
Dejó de ser interesante para mutar nuevamente al estado de ser mínimo e insignificante, sólo que en esa ocasión los actores de la obra sobre el escenario voltearon a verla y, en vez de invitarla a participar, era el hazmerreír absoluto. Procuró ignorarlos a todos y se sumió en su soledad, si les prestaba atención entonces sería su fin definitivo. Ya no podía verse en el espejo, solía cepillarse los dientes con los ojos cerrados y cuando entraba en la ducha miraba para otro lado, no deparaba en su cuerpo, las veces que lo observó se vio completamente manchada, incluso más que antes, y le daba demasiado asco.
¿Por qué no vio el pronóstico aquella mañana como tenía acostumbrado? Siempre tenía un paraguas guardado en su taquilla por si llovía, ¿por qué la semana pasada lo dejó en casa y no se preocupó? Muchas cosas similares ocupaban su mente mientras veía desde el resguardo como el agua azotaba con fuerza cada superficie expuesta, los estudiantes se movían con confianza alrededor a pesar de todo, compartían paraguas, caminaban a casa entre charla y tonterías... La gente le parecía más feliz que de costumbre, deseaba que su consciencia saliera despedida de su cuerpo horrible y ya no ser testigo de nada.
No deseaba el lugar de espectadora, tampoco le interesaba participar ya.
Se internó en la lluvia a paso lento, quería llegar a casa y realmente no le importaba cuánto podría empaparse. A mitad de camino resbaló y terminó en el suelo de espaldas enfrentando cara a cara al cielo gris y nublado. Mientras mantenía los ojos abiertos a duras penas debido al agua que la golpeaba sin piedad, pensó que debía comprarse otros zapatos pronto, la suela de esos ya estaba desgastada. Le dolía la nuca y el codo sobre el cual cayó, no quería levantarse, no sentía las fuerzas necesarias, de todas formas no tenía nada qué hacer.
Logró abrir los ojos por completo cuando las gotas fueron bloqueadas, aunque igualmente quedó ofuscada por algo más... Por alguien más.
"¿Qué haces aquí? ¿Estás bien?".
¿Lee Ohn? Repentinamente la tenía encima viéndola con unos ojos llenos de preocupación, el paraguas las cubría a ambas.
"¿Me oyes? ¿Te lastimaste? Ven, no puedes estar ahí".
Logró ponerse de pie y sólo con su ayuda, la observó fijamente durante todo el rato: cuando la tomó del brazo, cuando tiró con fuerza para levantarla, cuando empapó su propia ropa en el trascurso y se cercioró de que su cuerpo no sangrara en ninguna parte. No tenía palabras, ¿por qué la estaba ayudando? Se veía inquieta de verdad. Oyó cuándo volvió a preguntarle si estaba herida, no le contestó, sólo podía mirarla y nada más.
"¿Acaso te desvaneciste? ¿Tienes fiebre?".
La suavidad de su mano rodeó su mejilla, acarició su nuca y llegó hasta su frente, todo ese recorrido fue sanador en cierta forma y la temperatura de su piel aumentó varios grados, aunque no por la fiebre de una supuesta enfermedad. Entreabrió los labios, el agua se le escurrió dentro y tocó su lengua, Lee Ohn le dijo que debían apresurarse dentro antes de que acabara enferma y la empujó, la obligó a avanzar en alguna dirección.
Gracias.
Subieron las escaleras y volvieron estar al reparo del agua, la mano de Lee Ohn sobre su espalda era caliente a través de su camisa húmeda, sólo ese punto de contacto se sintió reconfortante.
Gracias.
Entonces comenzó a llorar como una niña pequeña, con gemidos e hipo, Lee Ohn intentó consolarla de forma torpe sin saber qué demonios pasaba, y entre sollozos sólo fue capaz de repetir una sola cosa, una y otra vez.
Lo siento.
-No lo siento.
Lee Ohn logró oír su susurro a través de la bruma de desesperación que la rodeaba, se tranquilizó un poco y calló la boca para escucharla con más atención. Hana apretó el bordillo de su falda y lo retorció con nerviosismo mientras la enfocaba con un rostro lloroso.
-Lo siento, Lee Ohn, te mentí.- Dijo temblorosa. -Aquella vez en medio de la lluvia, no sentí para nada meterte en problemas, no era eso lo que quería decirte.- Sorbió por su nariz de forma ruidosa. -Si no hubiera pasado nada de todo eso, entonces no podría haberte conocido. Lo que siempre quise decirte es gracias, gracias, gracias, unnie.- Secó sus lágrimas con los puños de su suéter. -Gracias por estar conmigo, gracias por ponerme de pie de nuevo aquel día, gracias por no dejarme sola.- Enumeró sin aliento, Lee Ohn había empezado a llorar también sin darse cuenta, Minseok a su lado sólo pudo apretar su brazo con fuerza, ansioso mientras la confesión se abría paso. -Y... Y te quiero. Te quiero y me gustas, Lee Ohn.
Seguido a ello hubo un largo silencio demasiado tenso y extraño, el vacío fue llenado únicamente por los gemidos y sollozos acallados de una Hana completamente desbordada por sus emociones, aunque en el fondo y a pesar de todo no lo consideró algo negativo. Lee Ohn se quedó demasiado quieta, Minseok la sintió dura como el granito a través del tacto y la soltó lentamente. Sus ojos eran enormes y su sorpresa patente.
-¿Qué...?- Fue lo único que pudo largar.
Hana acabó de secar su rostro aunque al segundo volvieron a brotar más lágrimas, entonces le sonrió, un pequeño rayito de luz entremedio de tanta niebla. A esas instancias salir corriendo no era una opción, sea lo que sea que le deparara, no le quedaba más que afrontarlo de pie y con una sonrisa, porque no volvería aún más triste a su unnie.
-Así están las cosas, discúlpame por ser tan escandalosa.- Se rio de forma torpe al rascar su cabeza. -Sólo quería decir eso, ya podemos irnos.- Se giró para ver a los demás, observando el espectáculo en silencio. -También me disculpo con ustedes.- Hizo una reverencia. -¡Bueno! Será mejor que nos vayamos, llamaremos mucho la atención si llegamos tarde a clases todos a la misma vez.
Despachó el tema tan rápido como surgió y se dio la vuelta para volver, el ambiente era incómodo y le daba pavor escuchar lo que la otra tenía para decir, más adelante estaría bien obtener una respuesta, pero ese día y en esos momentos no se sentía capaz. Era lo que tenía planeado, pero una mano aferrándose a su hombro con fuerza se lo prohibió.
-No... No des por sentadas las cosas.
Se giró con los ojos desorbitados, los demás poseían exactamente la misma expresión desconcertada aunque ni de lejos tan sentida.
-¿Q-qué quieres decir?
Lee Ohn se sonrojó por completo y la soltó, dando un paso hacia atrás. -Me refiero a que... Quiero decir...- Pintó una expresión avergonzada tan poco propia de la persona segura que siempre era, que todos tragaron saliva con dificultad. -¡N-no puedes estar tan segura de mi respuesta como para dejarla de lado tan fácilmente!
-¿Cuál es?- Preguntó. -¿Cuál es entonces, Lee Ohn?
Otro momento de expectante silencio antes de que respondiera: -Ahora no lo sé en realidad, pero... Quizás con el tiempo las cosas cambien.- Balbuceó, su nerviosismo era evidente.
Hana ladeó su rostro con interés, de repente ya no se sentía tan miedosa y con la suerte librada de forma ineludible. -¿Tú estás esperando que cambien?
Lee Ohn parpadeó con unos ojos enormes y mordió su labio con fuerza mientras retorcía sus manos, no le contestó, pero la respuesta fue obvia para todos. El corazón de Hana comenzó a latir más rápido que nunca, no se comparaba ni de lejos con la ansiedad que sintió antes de confesarse, la respiración le estaba fallando y ya no se debía a la corrida tan estrafalaria que dio a través de medio instituto. ¿Se trataba de un sueño? Porque ni en el más loco imaginó que las cosas pudieran darse así, no tenía un sí certero, pero ¿podía confiar en que las cosas cambiaran con el tiempo? ¿De verdad?
Cubrió la mitad de su rostro con ambas manos, oh Dios, ¿qué iba a hacer? Se sentía tan feliz que podría morir.
-¡Oh, miren, el descanso ya acabó! ¡Vámonos!- Lee Ohn los sorteó a todos entremedio de risillas nerviosas y se alejó con paso rígido.
Hana estiró una mano y cogió parte del suéter de Minseok con fuerza, aún no caía en cuenta. -Mi-Minseok, ¿qué acaba de pasar?
Él le sonrió con enormidad. -No tiene precio cuando un idiota por fin se da cuenta, es lo bueno de estar enamorado de uno.
******
Jongdae se encontró haciendo algo que, definitivamente, no tenía por costumbre: observar a Minseok desde lejos.
A diferencia, la mayoría del tiempo solía sentir los ojos insistentes de su novio enfocándolo sin una palabra de por medio; nunca le preguntaba al respecto sin embargo, solía fingir que no se enteraba, si se lo decía entonces Minseok se avergonzaría y dejaría de hacerlo, y en realidad le encantaba que lo hiciera. Le gustaba la sensación de ser observado por él, se sentía necesitado y deseado. Nunca adoptó tal costumbre por dos simples razones: estaba siempre a su lado y prefería evitar a toda costa tenerlo lejos.
En esa ocasión era diferente.
Minseok estaba estudiando para los exámenes finales del semestre, últimamente no recibía mucha atención de su parte por esa razón, pero ese hecho, más allá de desalentarlo, no era lo que ocupaba su cabeza. Mantenía los ojos clavados con fijeza en su nuca a través de las estanterías mientras fingía leer libros, debería acercársele, quería acercársele, pero tenía que analizar la mejor forma de hacerlo primero. Hubo cosas que ocuparon sus tiempos, el tema entre Hana y Lee Ohn los mantuvo distraídos, y ahora Minseok estaba centrado de lleno en el estudio porque no quería que los profesores lo molestaran más con su hoja de carrera y tenía que hacer buena letra.
-Lee esto, te servirá.- Se acercó por detrás y dejó colgando un libro frente a sus ojos, lo vio tensar su espalda por completo.
¿Estarían pensando en las mismas cosas?
Minseok aclaró la garganta y lo cogió. -Gracias.- Murmuró sin verlo.
Incluso sentado a su lado no pudo dejar de observarlo. Descubrió que Minseok tenía algo hipnótico más allá de que siempre le había gustado, ¿qué cambió en realidad? ¿Serían las últimas ideas que habían comenzado a aflorar en su cabeza? Repentinamente quiso estar más cerca de él, así que arrastró la silla en su dirección. Minseok estaba enfocado de lleno en lo que leía, tenía la nariz hundida casi por completo en las páginas en un claro afán por ignorarlo.
-No logro comprender esto...- Lo oyó balbucear por lo bajo con un ceño fruncido.
-¿Qué cosa? Te ayudaré.- Se inclinó hacia él, sus hombros se apretaron y, simplemente por costumbre, se apoyó en la parte de arriba de su muslo rodeándolo con una mano.
Más que tenso, Minseok pareció débil. Cubrió con una mano la mitad de su rostro enrojecido y se hizo hacia adelante respirando con dificultad, Jongdae vio con extrañeza sus ojos abiertos de par de par, continuaba rehuyendo de su mirada como si su vida dependiera de ello. Descubrió su rostro y notó su manzana de Adán subiendo y bajando lentamente mientras tragaba saliva y humedecía sus labios resecos.
-Estoy bien.- Dijo como pudo, meneando la cabeza de un lado a otro para espabilar.
Jongdae alejó las manos como si se tratara de algo radioactivo, murmuró un torpe "lo siento", completamente abochornado y muy acalorado. Por Dios, su corazón estaba latiendo tan rápido que creía que si posaba una mano sobre su pecho, lo sentiría sobresalir de la piel. Se apartó un poco más lejos disimuladamente, si seguía tan cerca de él no podría aguantarse porque sí, después de la incómoda conversación inacabada que habían tenido, no había podido sacarse a su novio de la cabeza ni un segundo y tenía que refrenar sus ganas de tocarlo con más frecuencia, de besarlo o rodearlo con sus brazos porque era evidente que Minseok no se sentía cómodo a su alrededor, le era imposible disimular.
Quizás fue un mal atino sacar el tema del viaje a colación de una forma tan repentina, pero no podía haber pensado que algo como eso nunca sucedería entre ellos, ¿verdad? Eran una pareja después de todo.
Minseok quería llegar temprano a casa ese día, así que lo acompañó hasta la parada de bus más cercana por simple capricho, las cosas estaban raras, pero todavía quería estar con él a cada rato, incluso más que antes. Le daba vistazos de reojo mientras caminaban inmersos en silencio, el paso era tranquilo, como si estuvieran paseando. Minseok llevaba un permanente sonrojo en los pómulos que por alguna razón no desaparecía, sus párpados estaban entornados, parecía pensativo. Tragó saliva con la garganta seca, le parecía demasiado atractivo.
-Bien, nos vemos.- Dijo una vez llegaron.
Jongdae se lo quedó viendo un buen rato. -Quiero un beso antes.- Largó sin pensar.
Minseok parpadeó y desvió la mirada, mordió su labio inferior con suavidad cuando lo vio con timidez. -Acércate entonces.
Jongdae lo hizo automáticamente, como movido por algo más que no pudo explicar, en esos momentos no existía otra opción, tenía que obedecerlo ciegamente, lo necesitaba. Al dar un paso hacia adelante, Minseok daba uno hacia atrás, y así acabó echado contra el paredón mientras se acoplaba a su cuerpo, a tan sólo unos pocos centímetros de estar completamente pegados. De forma acertada no volaba ni una mosca por el lugar y se miraron con los párpados caídos antes de cerrar la distancia.
Los labios de Minseok eran demasiado suaves, más que de costumbre, rayos. Apretó su cintura con ambas manos y lo empujó más contra la pared, no se le pasó por la cabeza que estaba en medio de la acera y coló una rodilla entre sus piernas. Minseok suspiró sobre sus labios de una forma adictiva, quería seguir escuchándolo, pero...
-Minseok...- Murmuró todavía pegado a sus labios. -¿Por qué no abres la boca?
Este abrió los ojos y parpadeó, ahora que lo notaba se veía bastante rígido. -Oh, tienes razón.- Balbuceó de la misma forma.
Jongdae se separó, lo tomó de la mano y tiró para alejarlo del paredón. Minseok agachó su rostro sonrojado y le negó la mirada una vez más, él suspiró y acarició sus cabellos con suavidad.
-Ve a casa, nos vemos mañana.- Le sonrió.
Minseok se sintió increíblemente frustrado, sólo pudo devolverle el saludo, subirse al autobús y perderse en la lejanía camino a casa. Jongdae esperó a estar solo para golpear su cabeza una y otra vez contra el concreto, ¿cómo podía ser tan bruto? Obvio que el chico se pondría nervioso si lo atacaba de forma tan repentina, ¿acaso quería ser odiado? Algo estaba claro para él sin embargo y es que le estaba costando cada vez más contenerse, no podía estar alrededor de su novio sin querer lanzársele y era un gran problema considerando que Minseok no tenía las mismas intenciones al parecer.
Antes estaba relativamente bien, ¿por qué ya no podía actuar de forma razonable? Tal vez fuera un punto de no retorno, una vez que la idea se abrió paso tan campante y atractiva, ya no pudo quitársela de encima.
Y quería que su creciente ansiedad tuviera respuestas, por eso ese mismo fin de semana después de estar sentado frente a una pared sin hacer otra cosa que pensar y pensar, se presentó en la puerta de su casa sin aviso y ningún pudor, pero con el corazón en la garganta y sin saber qué esperar, determinado a darle algún cause a la situación. Minseok lo observó desde el recibidor en pantalones de chándal, una camiseta gigante con la estampa estilo minimalista de Kill Bill de Tarantino, y el cabello recogido con hebillas; quizás su expresión estupefacta se debiera a que lo descubrió con pintas de entrecasa, quizás sólo a su presencia y ya.
Como sea, lo descubriría en poco.
-¿Qué...?
Pasó sin permiso, supuso que no había problema después de todas las veces que estuvo allí. Mientras se descalzaba para entrar, Minseok mandaba miraditas nerviosas a su familia en el salón.
-¿Jongdae?
Lo cogió de la mano sin mirarlo y se encaminó hacia las escaleras. -Vamos a tu habitación.
Necesitaba apagar la incertidumbre que lo carcomía, y necesitaba hacerlo ya.
Lo metió a él primero y cerró la puerta, se dio la vuelta y se apoyó contra esta, un poco esperando que su novio huyera ni bien se diera la oportunidad. Se lo quedó viendo con fijeza y Minseok le devolvió la mirada aunque con un nerviosismo mucho más patente, prácticamente podía oír el sonido de su corazón latiendo a toda marcha en medio del silencio. Lo vio tragar en seco y siguió el recorrido de su manzana de Adán, también comenzó a sentir la boca seca e imitó el acto reflejo con su propia saliva.
-Sabes qué es lo que está sucediendo entre nosotros, ¿verdad?- La fina línea que formaban los labios de Minseok tembló, no abrió la boca, sólo asintió. -Entonces explícame qué te pasa.
Por primera vez lo vio verdaderamente abochornado y en extremo. Minseok siempre fue difícil de intimidar en cualquier aspecto, no temía hacer determinados comentarios en público que le dieran mala imagen o tontear frente a los demás con cosas que, popularmente, no estaban del todo bien vistas, así que nunca imaginó que una expresión como la que le estaba dando fuera posible. Con todo su rostro enrojecido y sus manos retorciéndose con ansiedad, hasta podía sentir en la piel lo difícil que se le estaba haciendo sostenerle la mirada.
-No quiero.- Le murmuró. -Me siento tonto y avergonzado, no lo vuelvas peor.- Ahora ocultó su cara detrás de ambas manos.
Jongdae meditó un par de segundos cómo proceder. -Si no eres claro, comenzaré a pensar que soy yo el problema.
Eso lo hizo reaccionar porque enseguida volvió a mirarlo. -No es así.
-¿Entonces qué?
Minseok se removió en una pequeña pataleta, frunció el ceño con fastidio y enfocó sus medias para no acabar muriéndose de pena. -No me siento confiado...
-¿Qué?
-¡Dije que no me siento confiado!- Exclamó a todo pulmón, luego se dio cuenta de que quizás fue demasiado y bajó la voz, lo que menos quería era que alguno de sus padres se presentara inoportunamente en la puerta de su habitación. -N-no confío en... como me veo.- Se mordió el labio con tanta fuerza que le causó dolor, no podía estar siendo tan patético. -Nunca nadie se me confesó, ni siquiera tú, tuve que presionarte para que lo hicieras y...
-Wow, wow, espera, ¿qué?- Jongdae intentó frenarle el carro, pero Minseok no le prestó atención, si paraba entonces nunca podría decirle lo que pasaba.
-Nunca pensé en mí como alguien atractivo, y me trastorna sobremanera que sólo te guste por mi forma ser o porque logramos entendernos bien, no digo que esté mal, pero jamás se me pasó por la cabeza que hiciéramos... Quiero decir, sí lo hizo, pero reprimí la idea porque me daba miedo y... Ay, por favor...- Cubrió sus ojos con un brazo, agitado después de decir todo aquello sin respirar.
Jongdae parpadeó, sorprendido, y largó un pequeño suspiro, también estaba sin aliento. -¿Qué te da miedo?
Minseok le lanzó una mirada amenazante. -¿No estabas escuchándome? ¿Quieres comenzar una pelea ahora mismo, idiota?
-No, no, es sólo...- Negó con rapidez y frotó su cuello. -En realidad me siento algo aliviado, pensé que no querías nada conmigo o algo así.
Otra vez volvió el silencio, uno más extraño que el anterior. Ahora que Jongdae sabía que las ganas no le faltaban a ninguno de los dos, las ideas que había estado albergando se intensificaron. Y Minseok lo percibió, era algo palpable en el aire que respiraban, como si el ambiente se volviera más caluroso, más pesado, y el aliento les faltara a ambos.
-Oye...- Susurró, el otro dio un pequeño respingo a pesar de que había estado viéndolo todo el rato. -Quiero un beso tuyo.- Minseok frunció el ceño y pareció receloso, él negó quedamente. -Sólo es un beso, pero quiero que me lo des tú.
Tardó un momento en decidirse, pero estaría mintiendo terriblemente si se negaba porque era evidente para ambos que lo deseaba, así que se acercó lentamente hasta quedar frente a él. Cuando alzó la mirada descubrió sus ojos penetrantes observándolo sin perderse de nada y enseñó los dientes con fastidio.
-No me mires.
-No es la primera vez que me besas.
-No importa, no me mires.
Jongdae cerró los ojos y se quedó allí, de pie en medio de su habitación esperando a que lo besara de forma sumisa, y la simple imagen le alborotó las pocas hormonas que no estaban alborotadas ya. Reaccionó después de estar algunos segundos recreándose con esa imagen tan maravillosa, ladeó el rostro para todos lados buscando la mejor posición para que sus bocas encajasen, ¿por qué de repente era tan difícil algo que hacían todo el tiempo? Se acercó casi por completo y la situación le pareció tan ridícula que no pudo evitar resoplar una carcajada incontenible.
Jongdae abrió un ojo. -¿Estás tomándome el pelo?
Negó con una sonrisa divertida mientras entrelazaba los dedos en su nuca y le daba una pequeña lamida a sus labios, Jongdae los entreabrió como por acto reflejo y lograron fundirse por fin en un beso deseado. Fue de lo más normal hasta que Minseok sintió cómo su camiseta se elevaba varios centímetros por encima de la cinturilla de sus pantalones de chándal, y cómo un par de manos se aferraban suave, pero firmemente a la piel hirviendo de sus caderas templándola con tibieza. La sensación le provocó escalofríos y lo agitó todavía más, no tuvo tiempo para reaccionar cuando Jongdae apretó sus manos y los dio vuelta.
Acabó con la espalda aplastada contra la puerta y tuvo un ligero lapso de consciencia en el que se preguntó si alguien abajo habría escuchado el tremendo golpe que dieron, pero todo voló de su mente cuando la presión del cuerpo de Jongdae se hizo más intensa y lo poseyó por completo como un demonio voraz y empedernido.
Lo que comenzó con un beso de su parte se perdió, y ya no tuvo más dominio sobre lo que pasaba.
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