II

Después de varios días allí Minseok podía asegurar que el colegio se asemejaba mucho a una jungla.

No sólo por la poca competencia lógica de los estudiantes en sus acciones puramente instintivas, no, aquella metáfora también abarcaba las innumerables capacidades de adaptación que poseían. Todo estaba rigurosamente descripto en una llamativa pirámide jerárquica: arriba estaban aquellos prestos para seguir el ritmo y la corriente juvenil, convirtiéndose en chicos y chicas populares, bien parecidos y sociables: los miembros de aquella mesa concurrida que siempre veía, donde al acercarte corrías peligro de morir calcinado por tanta luz simbólicamente destellante. Al parecer, para sentarte allí necesitabas un pase V.I.P al paraíso.

En medio, por otro lado, se ubicaban los que eran conocidos por toda la escuela por motivos extraños o una fama poco usual. En este caso, Minseok podía ubicar a una: la chica que se lo había quedado viendo el día que prorrumpió aquel comentario desafortunado contra los idiotas acosadores. Al parecer, era conocida por ser una ice queen con todas las letras y por parecer un miembro de la nobleza coreana, aun cuando el país había dejado de ser una monarquía hacía siglos. Solía rondar sola aunque compartía mesa con algunas de vez en cuando y nunca parecía relacionarse con nadie. Aquellos aires rígidos y bastante implacables hacían que fuera difícil acercársele, volviéndola alguien digna de rumores de todo tipo como que era pariente lejano de la emperatriz Myeongseong o que durante las noches era la cabeza de una pandilla que servía a la mafia.

En la base estaban los desconocidos: aquellos sin habilidades ni apariencia destacables como para sobresalir y estar en boca de todos. Ejemplos: él mismo. En otras circunstancias habría estado en la mitad, pero prefería que los rumores tan oscuros sobre su persona siguieran siendo desconocidos.

-Buenos días.- Saludó a su compañero a la hora de sentarse en ciencias.

Él dio un tieso asentimiento, nuevamente sin verlo por estar escribiendo. -Buenos días.

Minseok ocupó su lugar y repiqueteó las uñas contra la madera, viéndolo de reojo. Hacía varios días que estaban juntos y seguían igual a como habían empezado. Notó por andar husmeando que lo que hacía en esa ocasión no era tarea de la materia, sino de inglés.

-Así que...- Prosiguió. -¿Te gusta la ciencia?

Como de costumbre, no le contestaron. Había veces en las cuales no escribía como un poseso, en esas solía responderle, pero sólo si se trataba del trabajo. Mientras estaba concentrado no perdía el hilo de sus ideas ni por un segundo, por esa razón era ignorado cruelmente.

Y sin embargo seguía intentando algo porque ¿qué más podía hacer?

-Tienes notas sobresalientes ¿no?

-Las logro enfocándome sólo en lo que debo.- Fue su cortante contestación.

Minseok abrió los ojos e infló las mejillas, okay...

Siempre es un placer hablar contigo, chico sin nombre. Muy inspirador.

Lo hubiera dicho en voz alta si no estuviera mentalizado en ser una buena persona. Una ñoña, hipócrita y buena persona. La gente tenía ideas muy extrañas sobre ser "una buena persona". No importaba si mentías o eras deshonesto, sólo tenías que decir lo que el otro quería escuchar aun si no era lo que verdaderamente pensabas, al parecer todos preferían una mentira decorada a la verdad sin rodeos.

No lo entendía y comenzaba a fastidiarle no poder decir lo que creía en voz alta porque los demás eran unos niñitos de corazón sensible.

Idiotas...

Durante el almuerzo llegó otra vez la ansiedad de no saber qué hacer. Sentarse solo le sabía amargo y hasta le daba pena, creía ser el único que ocupaba toda una mesa para sí. Tenía la charola en una mano mientras se mordía las uñas de la otra, la mirada perdida en el infinito mientras daba pasos pequeños para avanzar en la fila. Se sirvió cosas al azar, no prestaba atención a lo que hacía realmente, sólo ideaba escenarios en su cabeza, todos diferentes. En algunos tenía amigos y su mesa estaba ocupada, en otros seguía sin compañía toda la vida y moría solo como un hermitaño en el bosque.

Algo estaba claro y era que la vida no pensaba sonreírle por el momento. Por andar distraído pisó la parte trasera de la zapatilla del chico de adelante y perdió el equilibrio, maniobró con la bandeja rápidamente para no lanzarle toda la comida, pero en su lugar volcó hacia un lado el recipiente de gelatina de manzana que había dejado en el borde.

Y esta no cayó en el suelo, no, decoró la camisa blanca de una muchacha que desafortunadamente pasaba por ahí.

¿Por qué mierda había cogido gelatina en primer lugar?

Por el momento hubo silencio, Minseok también lo mantuvo, demasiado conmocionado. Aquello, definitivamente, no ayudaría a hacer nuevos amigos. Al cabo de algunos segundos los demás siguieron en lo suyo y él por fin tuvo el valor de levantar la mirada, dándose cuenta de que a quien había manchado era a una de las chicas que ocupaban la mesa de la gente bella y popular, aquella que lo había descubierto observándolos quedamente en más de una ocasión. Se congeló, repentinamente todo el protocolo de lo que se debía hacer después de causarle problemas a alguien se le había borrado. Sólo fue capaz de ver a la muchacha fijamente, esperando que lo maldijera o lo golpeara, lo que sea.

Ella se quedó pasmada al comienzo, una chica (amiga suya suponía) le extendió un pañuelo y lo aceptó con amabilidad, secándose un poco la humedad. Lo miró a los ojos y él no pudo evitar pegar un respingo no sólo por la situación embarazosa, sino por lo sorpresivamente hermosa que resultó ser. Ella había abierto su boca para decir algo, pero se frenó y parpadeó, dándose cuenta sólo entonces de quién era, Minseok lo supo por el cambio en su mirar. De forma insólita, en vez de gritarle por arruinar su ropa estúpidamente, le sonrió con vergüenza.

-Bueno...- Murmuró, su voz era comedida y con un toque de profundidad. -Parece que caminaré por ahí con olor a manzana.

Minseok tardó una vida en reaccionar. -Hum... Gelatina de manzana.- Especificó. -El más potente de los aromas artificiales.

Eso no es lo mejor que podrías decir en estos momentos, Minseok.

Pero ella rio de forma cómica. -Eso no es del todo alentador.

Vio cómo su camisa fina comenzaba a transparentarse mostrando un poco de su ropa interior y salió de la fila rápidamente. Algunos de los espectadores habían vuelto cada cual a sus asuntos notando que no habría ninguna pelea épica con tirones de cabello, chillidos y arañazos. Lamentaba decepcionarlos, para la próxima sería.

Se quitó la chaqueta del uniforme, abandonando la charola sobre una mesa despejada.

-Toma.- Le cubrió los hombros con la prenda. -Lo siento mucho.- Balbuceó, recobrando el sentido de a poco.

Ella volvió a sonreírle y se lo quedó viendo un rato.

-Tengo otra camisa en mi taquilla, si me acompañas un momento te devolveré esto.- Dijo cerrando los botones del bléiser sobre su torso.

Minseok se oyó tragar fuerte... Oh, Dios.

-Claro.- Quiso hacer la voz grave, pero por el nerviosismo le salió como un balido.

Caminaron en silencio fuera de la cafetería y no podía dar crédito de lo que estaba pasando... Jamás creyó que pegotear el uniforme de alguien con gelatina caliente fuera un buen primer paso para entablar cualquier conversación. Las vueltas de la vida. No dijo nada y ella tampoco lo hizo, iba por delante dirigiendo el paso, lógico cuando era la dueña del casillero al cual se dirigían, pero su mente no pudo evitar resaltar aún más la timidez que lo gobernaba, esta chica se movía igual que los demás jóvenes que veía desde lejos: como si el mundo le perteneciera. Y no de una mala manera. La sentía como una persona segura de sí misma y consciente de su gracia.

Se preguntó internamente si algún día sería tan genial como ella, si algún día caminaría con la espalda tan erguida y sonriéndole a todos como una estrella cegadora.

Aguardó fuera del baño de mujeres a que se cambiara, un poco abochornado por las miradas curiosas que recibía. Ella salió atándose el moño característico del uniforme femenino y luego le extendió el bléiser.

-Creo que no la ensucié, gracias por esto.

La tomó lentamente. Demonios, estaba hablando con él de una forma tan natural, como si se conocieran de siempre... ¿Debería sentirse emocionado? ¿Halagado? ¿Todo junto?

-No fue nada.- Carraspeó. Es lo más productivo que he hecho en mi vida por otra persona... Además de evitar ser yo mismo.

Casi lo dijo, pero se mordió la lengua, recordando acallar el mordaz ser interior que, generalmente, lo gobernaba cuando lidiaba con otro.

-Habría sido un desastre que el instituto vea mi sostén de Hello Kitty.- Murmuró desviando la mirada.

-No te preocupes, no es peor que mis calzoncillos de los Power Rangers.

Cerró los ojos con dolor. Bien hecho, Minseok, continúa así, quizás algún día y sin mucho esfuerzo logres sobrepasar el límite de lo estandarizado para los imbéciles.

Ella le arqueó una ceja, se hubiera puesto peor si no hubiera discernido un pequeño chispazo de diversión en sus ojos. Volvió a aclarar la garganta y se removió.

-Fue un regalo de mi abuela. Casi ni los uso.

-Sí, claro.- Chasqueó con una sonrisa.

Ella lo retuvo con su mirar, observándolo como si en verdad hubiera algo interesante en él (no lo había, era la persona más insulsa del mundo), y sólo por eso no huyó.

-¿Cómo es tu nombre?- Cuestionó con suavidad.

-Minseok.

Ahora asintió con aires pensativos. -¿Siempre andas solo, Minseok ssi?

Apretó los labios en una fina línea y asintió, incapaz de pronunciar en voz alta lo evidente. Le daba vergüenza.

-Ya veo...- Más silencio. -Yo soy Lee Ohn, por cierto.

Hasta su nombre es genial.

Comenzó a alejarse lentamente. -Nos vemos.- Saludó con una mano, sonriente.

-Ah... Sí. Lo siento otra vez.

Era estúpido, pero aquella promesa sin rodeos le causó emoción. Más allá de que sólo fue la utilización de una muletilla social para decir adiós, no le importaba, porque aquella había sido la interacción más larga que había tenido con un otro desde la primaria.

Triste, pero esperanzador.

******

Un nuevo día, más ciencia.

En serio, ¿cuántas veces a la semana necesitaban esa materia?

No le hubiera importado en otras circunstancias, pero lidiar con el chico sin nombre le estaba resultando una carga. No es que fuera insoportable, es decir, ni siquiera le hablaba, pero he ahí la cuestión. Lo normal hasta para él era interactuar al menos mínimamente si estabas sentado por horas al lado de otra persona, pero al parecer al muchacho le resultaba una porquería su presencia. Algo con lo que nunca contó o no tuvo en cuenta, fue el grado de sociabilidad de las demás personas. Fue un mal atino de su parte creer que todos estarían igual de dispuestos (o desesperados) a hacer amigos.

Jamás le había cabido en la cabeza la idea de que la otra persona pudiera ser tan inepta socialmente como él. Este era un caso.

Se sentó a su lado como de costumbre y se lo quedó viendo con el ceño fruncido. ¿Por qué tuvo que tocarle este? ¿Acaso la vida no podía dejárselo más fácil y darle a una persona como Lee Ohn ssi para su primer intento? Alguien fácil, que armara o generara por él las conversaciones que luego seguiría.

-Revisé lo que hiciste, el punto siete está incompleto. Arreglalo.- Dijo con tono desinteresado, extendiéndole una hoja y señalando con un lápiz las correcciones que había hecho.

-Hola a ti también. Hoy es un día espectacular para odiar un poquito más al universo, ¿no te parece?- Ironizó. -Incluso respirar me resulta desagradable.

Estaba siendo como no debía ser, pero que le jodan, era obvio que este chico no estaba interesado en relacionarse y no iba a fingir que le caía bien.

Él sólo rascó su mejilla con algo de incomodidad. -Hola.- Murmuró.

Pero Minseok no le prestó atención, estaba ocupado reviviendo una cuestión bastante importante y es que a pesar de todo el tiempo que llevaban juntos (que no era mucho, menos aún poco) no tenía idea de cuál era su nombre. Su cabeza seguía repitiendo las palabras "chico sin nombre" sin ninguna advertencia y se golpeó mentalmente por aquella significativa muestra de falta de habilidad social. Diablos, era básico saber cómo se llamaba la persona con la que tratabas o querías tratar.

Cuando la clase acabó, guardó las cosas en la mochila y se giró hacia él.

-Oye, ¿cuál es tu...?

-Dan Bi.- Escuchó su voz pronunciando de forma agradable.

Se fue antes de que pudiera oírlo y vio impotente cómo se unía a ella... Su compañero de grupo en ciencias era un borde de mierda, pero al parecer sólo con él porque había una muchacha con la cual siempre pasaba el tiempo y, de hecho, era la única. Serían igual solitarios si no fuera por ella: Yoo Dan Bi. Minseok la conocía, iba al mismo curso que ellos y, además, era de las más populares por su apariencia adorable, su cabello muy largo de color caramelo con sutiles ondulaciones al final, su rostro pequeño y sus ojos grandes. Básicamente era todo lo que la sociedad de su país buscaba en una muchacha y eso era imposible de obviar en una escuela con adolescentes cachondos por las hormonas.

Mas debía admitir que aunque por donde sea que pasara Yoo Dan Bi provocaba suspiros, no había visto a su compañero hacerlo también. Su lugar de espectador pasivo involuntario le daba la posibilidad de observar el mundo que se movía alrededor de forma detallada, así que podía asegurar que ellos no coqueteaban. Bien, no participaba del mundo real a pesar de estar dentro de este, pero sabía sobre él (o tenía una vaga idea), así que podía darse cuenta cuando dos personas se gustaban o estaban saliendo. Había visto muchas películas y series y, como agregado, también era escritor en sus ratos libres (no de libros, pero algo así) y la imaginación era su mejor aliada.

Imaginar escenarios y sus posibles desenlaces era un acto mecánico.

Llegando a la conclusión de que eran muy buenos amigos, le puso de malhumor entender que hasta el desagradable chico sin nombre tenía compañía.

La hora del almuerzo de aquel día daría un vuelco de trescientos sesenta grados sin que lo supiera. Mientras caminaba ya resignado a la mesa desocupada del fondo lo llamaron, pero no prestó atención pensando que seguramente estuvieran dirigiéndose a otro. ¿Quién le hablaría de todos modos? Sin embargo unos finos dedos se enredaron en su brazo de repente y estuvo a punto de lanzar todo al demonio debido a la sorpresa, ¿qué tan desacostumbrado podía estar alguien al contacto humano? Era ridículo.

Miró con ojos enormes a Lee Ohn sonriéndole, sin comprender.

-Te estaba llamando, ¿no me oíste?- Pareció divertida.

Minseok entrecerró los ojos. -Ah...- ¿Qué rayos estaba pasando?

Ella lo soltó. -¿Qué te parece si comes en nuestra mesa hoy?- Preguntó amigable.

Debían sostenerlo si no querían que el suelo acabara hecho un desastre cuando dejara caer la charola debido a la inesperada debilidad de sus miembros. ¿Acababa...? ¿Acababa de invitarlo a comer en compañía una de las miembros de la cima de la pirámide? ¿Una de las chicas más populares del instituto a la que el día anterior le había tirado gelatina encima?

Ella tuvo que haberlo visto todo en su expresión atónita porque rio con simpatía.

-¿Quieres?- Insistió.

-Maldita sea, claro.- Respondió rápido.

El rostro ansioso y asombrado que tenía sumado a la actitud desesperada que estaba demostrando la hizo reír una vez más y terminó tomándolo de la muñeca para conducirlo. Sabía que tenía que calmarse, rayos, pero era tan inaudito que no podía si quiera concebir la idea de no emocionarse ni un poco. Llegaron a la mesa. La mesa. Aquella que había estado viendo y envidiando desde el primer día, a la que había analizado desde la distancia, ahora estaba frente a él y era mil millones de veces más vivaz y brillante. La euforia se esfumó un tanto y dio lugar al más profundo nerviosismo, ahora todos aquellos ojos atractivos y extraños lo estaban enfocando con prejuicio y deseó que un ser divino lo iluminara con sabiduría para saber qué mierda hacer ahora.

Saliendo del estupor, la situación era aterradora.

Lee Ohn lo tomó de un brazo con cercanía y sonrió a sus amigos. -Chicos, él es Minseok ssi, lo he invitado a comer con nosotros hoy así que háganle un espacio, vamos.- Ordenó sin rodeos, señalando un lado de la mesa y provocando que los chicos se abrieran de inmediato como el Mar Rojo por obra santa de Moisés.

Mientras tomaba asiento junto a los varones se olvidó un poquito de las preocupaciones en lo que la veía sentarse del otro lado, dos lugares más lejos de él. No pudo evitar la sonrisilla idiota llena de admiración... Era tan confiada y cool, los chicos le hacían caso sin rechistar y no era por despotismo o miedo, Lee Ohn demostraba tal decisión en sus movimientos que no podían dudar de que lo que sea que buscaba era lo correcto.

Ah... Suspiró mentalmente, yo quiero ser así de ejemplar.

Además era increíblemente bella. No tan dulce como Yoo Dan Bi o elegante como la Ice Queen, era diferente. Tenía una gracia propia imposible de clasificar con su cabello caoba largo hasta la base del cuello echado hacia atrás, dándole un aire juvenil y natural, y sus ojos rasgados llenos de algo misterioso.

Se mantuvo en un bochornoso silencio por un largo, largo tiempo. No tocó la comida, su estómago se había cerrado de la nada. Su mirada estaba gacha mientras se mordisqueaba los labios, nadie le había dirigido la palabra y sabía que era por lo insignificante de su persona, fácilmente ignorable. En su lugar hablaban entre ellos como de costumbre, sólo que ahora podía verlos de cerca y ahondar en los temas que tocaban aunque su garganta estuviera tan seca que de hablar seguramente le sangraría.

-Conocí a Minseok ssi de una extraña manera.- Escuchó la voz de Lee Ohn.

Alzó la mirada por primera vez en todo el rato y la miró inseguro. Ella le sonrió con ánimo.

-¿No es así?

Asintió y carraspeó. -Sí.

-¿Qué pasó?- Cuestionó una de las muchachas con curiosidad.

-Tiró su gelatina de manzana sobre mi camisa.

Arrugó su nariz. -Ugh...

-Y fue muy caballero.- Continuó, apoyando la quijada sobre sus dedos entrelazados y viéndolo con una chispa de diversión en los ojos. -Me dio su bléiser para que no se notara la transparencia.

-Estuviste flojo allí.- Inesperadamente uno de los chicos se dirigió a él en un susurro disimulado.

Minseok se sintió anonadado por lo nuevo de que estuvieran hablándole y parpadeó confuso. -¿Disculpa?

-¿Cómo pudiste prestarle tu chaqueta para que se cubra, hombre?

-Es verdad.- Se unió otro. -Ver la ropa interior de Lee Ohn a través de una camisa mojada hubiera sido la gloria.

-Ah...

-¿Acaso eres gay?- Se burlaron esperando una negativa.

-¿Qué? ¡No! ¡Pff!- Rio de forma forzada.

La realidad es que nunca había tenido la oportunidad de gustar de alguien antes y a pesar de que la pregunta había sido idiota y sumamente homofóbica, respondió como cualquiera de ellos haría. Una frase genérica propia de un varón estereotipado en sociedad.

Y se odió por eso. Quien había hablado era su deseo de ser incluido, no él mismo.

Después de aquella primera experiencia Lee Ohn volvió a invitarlo, mejor, porque no tenía la impertinencia de sentarse allí sin una invitación. Mejor en el sentido más práctico de la expresión porque aunque era gratificante pasar el tiempo con seres humanos después de rondar en soledad tanto tiempo, descubrió que la mayoría de esas personas no eran sus personas... Si es que eso tenía algún sentido. Todos eran unos rematados idiotas. Menos Lee Ohn, tenía que recalcar, era la única que poseía algo de sentido y se preguntaba seriamente qué es lo que hacía entre esos primates, pero luego recordaba que él mismo se obligaba a pasar los almuerzos con ellos y se tragaba los reproches.

Y era irónico cómo a pesar de estar rodeado de jóvenes, seguía estando solo.

-El fin de semana pasado he ido a la fiesta de una de estas chicas de la secundaria oeste.- Escuchó hablar a uno de los chicos porque sólo podía hacer eso, oír.

Si abría la boca temía largar desechos radioactivos en forma de palabras.

-¿Está buena?- Le preguntaron.

El otro hizo un gesto de disgusto. -No, sus dientes son chuecos y sus mejillas demasiado redondas.

-Te hubiera golpeado si era caliente y te la guardabas para ti.

Rieron en entendimiento mutuo y Minseok apretó los labios, resistiendo el feroz impulso de alzar ambas manos y cubrirse los oídos.

-¿Te emborrachaste al menos?

-Es para lo único que le hablo.

Rieron con más fuerza y chocaron palmas. Ahora se mordió con fuerza el labio inferior. Oh, no, si seguía soportando todo aquello entonces terminaría por...

-Quiero creer que algo como eso no fue premeditado, ¿o sí?- Lee Ohn lo interrumpió antes de que metiera la pata.

La miró con curiosidad del otro lado de la mesa, ella veía a los muchachos que habían estado hablando con una suave sonrisa en sus labios. Ellos la vieron con expresiones de "somos los putos amos, lo sabemos", y no podía ser más ridículo.

-Si lo hubiera sabido habría sido un problema.- Declaró él. -Por eso debo fingir, soy bueno en eso.

-No por nada eres un rompecorazones.- Canturreó una de las chicas.

Él pintó un rostro jactancioso y le guiñó un ojo a Lee Ohn. Minseok evitó con éxito reírse a carcajadas, en su lugar le dio un sorbo a su jugo de naranja y vio de soslayo a la otra: Lee Ohn había pintado una expresión de gran asombro, aunque para él fue evidente que fingía.

-Mi Dios.- Negó quedamente. -Nadie jamás en la vida se habría dado cuenta de tus intenciones.- Mencionó volviendo a tomar lento sus palillos. -Deberías considerar ser actor... O político.

Minseok se cubrió la boca con una mano ocultando su sonrisa y ella lo descubrió después de meterse un bocadillo para masticar, le sonrió de forma discreta y giró para seguir hablando con el resto de sus amigas.

En serio, ¿qué hacía metida allí?

¿Qué hacía él ahí?

¿Tener amigos se sentía así? No lo creía. ¿Eran sus amigos de todas formas? Tampoco le parecía. Si fueran sus amigos se sentiría cómodo junto a ellos, compartiría con ellos y sería feliz. A pesar de estar en aquella mesa tan anhelada para cualquier excluido, su interior seguía igual de desierto y necesitado. Era como si nada hubiera cambiado en realidad... Y a ciencia cierta no podía señalar nada que hubiera sufrido una transformación verdadera. Era bien portado la mayoría del tiempo, no se reía de ellos por ser estúpidos y procuraba no hablar de más, dejando sus contestaciones en pequeñas frases armadas que cualquier joven de su edad diría. Nada de ironías ni sarcasmo ni referencias a películas y series frikis.

Y a pesar de eso seguía sin poder avanzar. No le prestaban atención, no buscaban hablar con él, era lo mismo que la nada y comenzaba a preguntarse qué demonios tenía que hacer para conseguir un puñetero amigo. Si era como de costumbre irritaba, pero si fingía ser "normal" no era interesante.

¿Qué quería el mundo de él?

Quizás su destino era vivir solo y ya. Quizás no servía para eso y aquella vivencia del pasado que había decidido su vida prácticamente para siempre lo había sido todo. Ser parte de algo y a la vez de nada dolía... Habitaba un planeta en donde no había espacio para su persona. Era pequeño, podía amoldarse, ¿por qué nadie le hacía un espacio para ubicarse?

Le daban ganas de llorar. No solía hacerlo más allá de todo lo que había vivido, pero ya puestos...

Estaba cansado.

Nos vemos el miércoles con más, gracias a todos por volver a leerme, amo sus bienvenidas.

Todo este primer arco del fic quiero dedicárselo a parksadie y ks_hye, dos de mis niñas más preciosas. Gracias por todo, no qué haría sin ustedes corriendo a subirme el ánimo cuando estoy desanimada, ¡las quiero hasta el cielo! ❤.

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