EXTRA I
ChongBi ♥
Dan Bi procuraba mantener una concentración impecable, una calma perfecta, pero le estaba costando.
La melodía de piano resonaba en sus oídos de forma continua y natural como si siempre hubiera estado allí ambientando su vida. Se le estaba haciendo muy complicado seguirla, prestarle atención, y ese tan sólo era el calentamiento, cuando comenzaran con el baile en serio no sabría qué hacer. Contó tres plié antes de trastabillar y equivocarse con el tempo, cerró los ojos con fuerza, intentando oír la voz de su maestra contando de ocho en ocho, caminando entre todas ellas, observándolas con atención. Cambiaron de posición y al cabo de veinte segundos manteniéndola, su espalda se tensó, pero aguantó, pequeñas gotas de sudor perlaron su frente. Llegaba a odiar sus prácticas en verano, sudaba y no se veía nada bonita.
En realidad, el ballet era lo que menos le agradaba de su deporte, le gustaba verlo y ejecutarlo, pero odiaba la parte técnica.
-Yoo Dan Bi.
Pegó un respingo ante la rígida y autoritaria voz de su maestra, repentinamente la tuvo en frente, casi encima, ¿cuándo había llegado allí? Evitó tragar saliva de forma audible y esperó su reprimenda o su guía, la mujer de mediana edad la observaba con una ceja alzada en un perfecto arco, la cabeza alzada, sus rasgos fríos y su cabello oscuro largo perfectamente acomodado en una coleta baja. No importaban los años que llevase viéndola todos los días, a Dan Bi seguía sorprendiéndole su apariencia, era como si hubiera perfeccionado el arte de lucir sobria y altiva.
-La postura.- Fueron sus únicas palabras.
Instantáneamente puso la espalda recta, alzó la barbilla y dobló su codo en el aire en un arco perfecto, todo sin dejar de moverse ni de seguir el ritmo de forma mecánica. La mujer se quedó frente a ella unos buenos segundos más, poniéndola nerviosa, y luego se alejó sin una palabra, pero le dio una mirada que le hizo saber que ese día estaría siendo observada sin lugar a dudas. Suspiró por lo bajo cuando estuvo sola y volvió a hacerlo lentamente mientras apoyaba su torso sobre sus piernas estiradas al frente, calentando sus tendones, procuró mantener los dedos de los pies estirados y su espalda recta. Apoyó la sien derecha sobre las rodillas y se encontró de lleno con la sonrisa de Yeoreum. Se la devolvió sin poder evitarlo, su hobae era de las cositas más adorables que había tenido la oportunidad de conocer.
"¿Estás bien?", gesticuló ella en su dirección. Dan Bi atinó a contestarle que sí, pero en su lugar arrugó la nariz e hizo una pequeña mueca. La sonrisa de Yeoreum decayó justo cuando la maestra indicaba el cambio a la posición inicial. El resto de la clase no pudo comunicarse mucho más.
No podía distraerse, tenía que estar cien por ciento enfocada en las prácticas. Después de dos campeonatos perdidos, la temporada pasada había logrado por fin coronarse como ganadora y representante local en patinaje artístico femenino, después de que Go Hoa, una muchacha de origen coreano con ascendencia vietnamita y un año más joven que ella, anunciara estar fuera de las competencias por una distensión en su tobillo. Go Hoa había ganado dos años seguidos dejándola siempre por detrás en segundo lugar. No se alegraba por la lesión, pero si se hubiera presentado ese año también probablemente hubiera vuelto a perder, ¿y qué tan desalentador era?
No se permitía ser pesimista, eso no formaba parte de su personalidad, así que simplemente se regocijó en la idea de que, en esos momentos, la oportunidad de ir a las nacionales para representar a su país era suya y sólo suya.
Tenía que trabajar duro, ojalá pudiera tener la mente en ello por completo...
Logró sobrevivir a aquella práctica matutina sin más miradas endurecidas de su maestra. Pudo respirar con más tranquilidad después de cambiarse de ropa en los vestuarios, solía irse primero al no utilizar las duchas, aún no podía sin causar una conmoción, así que simplemente se aguantaba la asquerosa suciedad pegada a su cuerpo hasta casa donde sí se sumergía en el agua caliente y apetecible. Suspiró otra vez cuando terminó de atar sus zapatos y se acercó a los espejos para observarse con detenimiento; acomodó los mechones desordenados de su cabello suelto, ajustó el moño pequeño en la cima de su cabeza y peinó sus pestañas hacia arriba.
Le dio una enorme sonrisa a su reflejo. Sip, muy bonita.
Pero su gesto titubeó al instante y alzó una mano para acariciar su propia imagen, anhelante. -Ojalá pudieras verme...- Susurró.
-¡Unnie!
Se volteó ante la voz de Yeoreum y no pudo evitar iluminarse ante esa sonrisa tan aniñada y bella. -Pequeña.- Ladeó su rostro.
Ella revolvía su cabello húmedo con una toalla. -¿Te encuentras mejor? Te he visto un poco decaída.- Hizo un mohín.
Dan Bi se encogió. -Tengo la cabeza en otro sitio.
-¡Ya sé!- Dijo la otra, dejándose caer sobre el banco descuidadamente mientras cogía sus zapatillas. -¿Quieres ir al café de la última vez? Podemos tomar algo y relajarnos, las clases son cada vez más duras.
Abrió la boca para negarse, tenía que llegar a casa, darse un baño y estudiar para la práctica sobre hielo, pero al final se encogió de hombros y consideró que no le vendría mal hablar un poco con una buena amiga. -Claro.
Cuando llegaron a la cafetería instantáneamente se arrepintió un poquito, no por Yeoreum, ella era genial como de costumbre, pero acabaron sin querer en un sitio demasiado conocido para ella y muy lleno de recuerdos, y tal vez deberían haber elegido otro lugar. Era la cafetería más cercana al salón de ballet, el punto de encuentro común que tuvo con Chong Yul.
-Anímate, unnie.- La codeó Yeoreum con una tierna sonrisa, dándose cuenta por su expresión de que algo andaba mal.
Sonrió también porque no quería preocuparla más. Se pusieron en la fila, transmitieron sus órdenes y cuando las recibieron se sentaron en una mesa al lado de la ventana, Dan Bi con su café negro sin azúcar y Yeoreum con su leche con chocolate. Se entretuvieron un largo rato hablando sobre la menor, sobre lo densos que eran sus profesores en la escuela, lo mucho que le estresaban los exámenes y cuánto deseaba que las vacaciones llegaran pronto.
-Quiero bailar, planeo dedicarme a eso, ¿para qué necesito saber funciones algebraicas? No me ayudarán a realizar un fouetté en tournant con una línea perfecta, ¿o sí?
Dan Bi se rio. -Por el momento no te queda más que hacer lo que te dicen, ya luego tendrás un poco más de tiempo y libertad para ti.
Yeoreum hizo un mohín, echándose sobre el respaldo de su silla con resignación. -¿Te molestaron demasiado en la escuela, unnie? Digo, cuando dijiste que seguirías con el deporte y no en la universidad.
-No mucho, sirvió bastante que mi mamá estuviera de mi lado, fue más fácil lidiar con los profesores.- Se encogió y le dio un sorbo a su bebida.
La menor se la quedó viendo un largo rato. -¿Te está yendo bien?- Dan Bi asintió quedamente, sin mirarla. -¿Estás distraída por tu novio?
Estuvo a punto de asentir una vez más, pero se frenó enseguida, entonces la miró y notó el tierno fruncimiento de sus labios. Posó un codo sobre la mesa y la mejilla sobre una palma, sonriéndole con afectuosidad, en verdad adoraba a esta chiquilla, desde el comienzo había sido divertido tanto verla como oírla. Era muy efusiva y directa de una forma imprudente, suponía que era debido a su edad y siempre le había parecido algo encantador.
-Estamos distanciados, ¿qué opinas?- Preguntó a posta, quizás la inocente inexperiencia de su hobae le diera luces sobre cómo afrontar sus inquietudes.
-¿Él está Incheon, verdad?
Dan Bi suspiró. -Sí.
-¿Hace cuánto no se ven?
-Mucho... Semanas, de hecho. Él está muy ocupado con la universidad y las prácticas, yo por mi lado tengo entrenamientos todos los días, es mucho más duro desde que estoy enfocada en las nacionales.
-¿Ni siquiera se envían mensajes o se llaman? El otro día leí un fanfic donde los protagonistas se alejaban y seguían juntos así.- Apretó el vaso con un poco más de fuerza y la tapa salió volando.
Dan Bi entretejió una mano entre sus cabellos color caramelo y se rascó la cabeza. -Lo hacemos, sólo que... No tan seguido como antes.- Cerró los ojos, dándose cuenta sólo entonces de cuánto le dolía la situación.
Cuando Chong Yul se egresó, las universidades prácticamente lucharon por él. El béisbol era el deporte más popular de su país y ningún equipo quería perder a un jugador con el potencial de Lee Chong Yul, su desempeño siempre había sido excelente y tenía futuro como jugador estrella. La universidad de Incheon hizo la mejor propuesta y, después de hablarlo no sólo con su familia sino también con ella, él se movió de provincia con una beca completa y una estancia asegurada en los dormitorios del campus.
Al comienzo estuvo bien, hablaban casi todos los días, se enviaban mensajes a cada rato y él viajaba con bastante regularidad. Los meses pasaron, los años también, los estudios se intensificaron, las prácticas también, y sin darse cuenta acabaron así... Lejos. Y no sólo físicamente.
Un resoplido poco disimulado proveniente de Yeoreum la sacó de su cabeza. -Te está haciendo infeliz.- No fue una pregunta, ni siquiera una insinuación, cosa que le provocó aún más sufrimiento.
-N-no.- Negó al instante. -No es eso, yo lo amo, pero...- Se calló, ¿qué más podía agregar?
La otra compuso una mueca. -Pienso que si es para sufrir, quizás es mejor estar por tu cuenta.
Dan Bi no le contestó, no tuvo el valor de corregirla porque, en el fondo, opinaba lo mismo.
El frío del hielo le golpeó las mejillas y el brillo del mismo quemó sus retinas, ingresó en la pista después de haber elongado y de ajustar sus patines, las cuchillas estaban afiladas, se deslizó grácil y ligera sobre la superficie, los cabellos que no quedaron sujetos a su coleta se hicieron hacia atrás por la velocidad. Estiró sus brazos hacia arriba, a los lados, cerró los ojos y dejó que la sensación viajara a través de todo su cuerpo. Era como si levitara sobre el hielo, el frío era conocido, muy bienvenido por su sistema. Completamente embriagada, hizo varios giros con habilidad, su cuerpo compuso las figuras que el ballet le había enseñado, elegantes, emotivas. Hizo varias piruetas arabescas y también de dos pies.
-¡Yoo Dan Bi!
Dio un traspié ante la exclamación, dirigió la mirada hacia la entrada para ver a su entrenador ataviado con una enorme chaqueta.
-¡Espero que hayas calentado y elongado como debes!
Sonrió, un subidón de energía repentino la recorrió como un rayo. -¡Claro, entrenador!
Después de casi tres horas y media, seguía emocionada, pero exhausta al punto de sentir un calor abrasador en cada parte de su cuerpo, de tener que forzarse a respirar por la nariz cuando lo que necesitaba era tomar enormes masas de aire por la boca para satisfacer sus pulmones. Sus miembros eran cada vez más pesados, le costaba alzar los brazos y mover los pies con la misma agilidad que al comienzo, pero no era nada que no pudiera enfrentar, para eso eran las prácticas después de todo. Luego de ganar las locales, su rutina se había vuelto infernalmente estricta y compleja, debía nutrirse como toda una profesional aunque no haya estado ni una sola vez en las nacionales.
A veces (las veces que no podía levantarse de la cama por el dolor muscular al otro día de la práctica) solía pensar que aquello era una locura, pero en general depositaba su entera confianza en el entrenador Wan.
Seguía el programa al pie de la letra con las indicaciones y gritos del mayor, intentaba estar lo más concentrada posible, de otra manera las cosas podrían salir muy mal y terminar lesionada era lo último que deseaba. Tomó velocidad para ejecutar una pirueta baja, simple, pero efectiva para generar memoria motriz. Aplicó fuerza en su abdomen y piernas e inició el giro, estiró de costado una pierna y un brazo para coger más velocidad y cuando cambió de posición, doblando una rodilla para agacharse, algo salió mal porque la cuchilla de uno de sus patines frenó repentinamente y dio de lleno contra el suelo. La invadió un dolor horrible en todo un costado del cuerpo y acabó tirada de espaldas sobre el hielo, piernas y brazos extendidos, su pecho subiendo y bajando sin parar, su boca intentando coger todo el aire posible.
No pudo levantarse, el cuerpo no le respondía, su cabello estaba pegado a su cara.
El entrenador Wan apareció dentro de su rango de visión, no esperó que le extendiera una mano o que le preguntara si estaba bien, las cosas no funcionaban así con él. Vio el momento exacto en el que su pecho se hinchó con la gran inhalación que tomó, supo exactamente lo que venía al instante siguiente.
-¿¡Qué ocurre, Yoo!?- Su poderosa y rugiente voz retumbó a través de toda la pista. -¿¡No quieres levantarte o es que acaso no puedes!?
Dan Bi no pudo responderle, todavía necesitaba recuperar el aliento. Eso le valió otro potente grito que le hizo cerrar los ojos con fuerza.
-¿¡No quieres o no puedes!?
-¡Ninguna, entrenador!- Intentó responder con la misma intensidad, pero la voz le salió exageradamente chillona y quebradiza.
-¿¡Entonces qué haces tirada en el suelo como una perdedora!? ¿¡Alguien que va a las nacionales se comporta de esa manera!?
-¡No, entrenador!- Se puso de pie con las rodillas como gelatina y con la voz del otro rugiéndole que realizara la parte final del programa desde cero.
Recién en la mitad de la sesión de yoga logró respirar sin parecer que estaba muriéndose. Mantenía con diligencia la primera postura del guerrero, como buena patinadora tenía un equilibrio perfecto, pero en vez de resultar algo relajante y una vuelta a la calma después de todo ese intenso ejercicio, su ceño estaba fruncido y sus inhalaciones eran cortas en vez de largas y profundas. Debería estar concentrándose en serenidad, pero en su lugar consideraba cuántas horas más agregar a su rutina en el gimnasio para fortalecer los músculos de sus abdominales y piernas, no podía cansarse tan rápido, tenía que lograr más resistencia y cambiar su dieta, agregar pomelo y más judías quizás. Podría preguntarle a Chong Yul si había modificado su dieta en algo, tal vez pudiera aconsejarla o...
Jadeó. Chong Yul... ¿Había recibido algún mensaje suyo ese día? Llevaba horas sin ver el teléfono, ¿dónde lo había dejado?
-Enfócate, Dan Bi.
Abrió los ojos. El entrenador Wan ni siquiera la miraba, estaba viendo su móvil, pero no le extrañó que ni siquiera tuviera que mirarla para saber que algo estaba mal, la conocía como nadie. Hacía años que el moldearla como una campeona se había vuelto el trabajo de su vida, se lo había confesado una noche hacía mucho tiempo, cuando cenaron junto a su madre. Era un hombre extremadamente riguroso que pocas veces permitía errores, al comienzo se había sentido aterrada, pero cuando vio los resultados de su entrenamiento espartano se dio cuenta de que algo así era lo que necesitaba, él siempre sabía cómo explotar lo mejor de ella como atleta y artista.
Acabó con el guerrero para pasar al señor de los peces, flexibilizando la espalda y blindándola de posibles dolores. Lo vio con ojos cansados. -Lo siento, estoy...
-Fuera de tu elemento, lo sé, lo noté.- Dejó su teléfono a un lado y se cruzó de brazos, enfocándola con esos ojos duros como el acero. -¿Quieres contarme qué pasa?
Sonrió tomando una profunda respiración. Riguroso y autoritario como era, también era lo más cercano a una figura paterna que había tenido en su vida. Solía preguntarle cómo se sentía al terminar las prácticas, siempre le compraba comida cuando la veía agotada y en sus cumpleaños le hacía obsequios de color morado; a los trece había llegado llorando a la pista porque sus compañeros habían vuelto a llamarla "puto" y "maricón", fue la única oportunidad que tuvo de desahogarse porque no quería que su mamá la viera así otra vez, y él había sido el único en consolarla al decirle con bastante vehemencia que siempre podía contar con su ayuda si algo estaba mal o le hacía daño.
Fue la única vez que se lo dijo, pero había sido suficiente.
-Sólo... Extraño demasiado a una persona que es muy especial para mí.- Se reacomodó sobe la colchoneta, cruzando las piernas y relajando por completo su postura.
El entrenador Wan chasqueó la lengua. -No sé quién es, pero el amor es una distracción.
Largó una pequeña carcajada, ¿estaba sorprendida? Para nada, era exactamente la contestación que esperaba de su parte.
-Es bonito sentir cariño y estar acompañada.- Se encogió, abrió sus cortas piernas en un spagat lateral y echó su torso hacia adelante.
El otro no dijo nada por un largo rato, pensó que no le respondería nada, pero al final la sorprendió cuando su voz se coló por su canal auditivo. No pudo verlo debido a su posición, pero se lo imaginó observándola con un par de ojos bastante analíticos.
-Si verdaderamente eres apoyada, entonces no importa qué, deberías tener las fuerzas suficientes para continuar.
Le hubiera gustado poder mirarlo de inmediato, su sorpresa era palpable en toda su fisionomía, pero de esa manera podría lesionarse, así que se elevó muy lentamente y respirando pausado, uniendo sus piernas con la misma velocidad. Cuando abrió la boca ya era tarde porque él estaba colgándose el bolso a un hombro e indicándole que ya era hora de cerrar.
Aquella noche llegó a su casa, se dio una ducha eterna y cenó junto a su madre, casi igual de fatigada debido a las largas horas de clases que dio ese día. No tenía apetito, lo que quería era estrellarse contra su cama y dormir durante mil vidas, pero se obligó a terminar todo su plato porque no podía pretender rendir eficientemente si no se alimentaba de manera correcta. Antes de ir a la cama secó su cabello y, a través del espejo de su tocador, observó su teléfono, hipnotizada. Le había dado miedo revisarlo al llegar y lo había pospuesto.
Se armó de valor y lo encendió después de sostenerlo entre sus manos un largo rato, no vio ninguna notificación y los ojos se le llenaron de lágrimas mientras un gemido roto le brotó de la garganta sin querer. Inmediatamente se frotó la cara, no pensaba llorar, aquello también era su culpa, tampoco lo había contactado, no tenía derecho a estar triste.
Pero no podía evitar sentir que estaba siendo abandonada... ¿Sería la única de los dos que lloraría cada vez que cogía el celular y no veía nada?
Se recostó para dormir, mas lo único que hizo fue observar la pantalla del aparato, viendo como los minutos pasaban, se hacía cada vez más tarde, y todavía no lograba coger el valor suficiente para realizar la llamada. Chong Yul estaba muy ocupado, no sólo entrenaba como ella, también tenía que estudiar, no quería molestarlo. No quería llamarlo para que le dijera que no era momento, que hablaran en otra ocasión, su corazón se rompería.
Antes de poder detenerlo, sus pensamientos con respecto a su novio fueron más inquietos que dulces, y esa inquietud se vio reflejada en su día a día. En ballet su maestra la regañaba, en sus entrenamientos olvidaba los pasos, cometía errores que usualmente no. Sin darse cuenta fue erigiéndose como un desastre. Llegaba a casa muy tarde, extenuada, y cada vez notaba que no había tocado su celular en todo el día; en esos momentos solía maldecirse porque bien podría haber mandado un corto mensaje, un buenos días, un te amo, pero no lo había hecho. Y cuando desbloqueaba el aparato y no veía ningún indicio de él, se daba cuenta de que no era la única que lo había olvidado.
Y, generalmente, lloraba después de eso.
Mordió su labio con fuerza, no era esto lo que había esperado el día que Chong Yul desafió todas las expectativas y saltó esa barrera para besarla frente a toda la escuela. Al comienzo había sido bonito, ¿y ahora? ¿Qué era esa sensación horrible? Lo detestaba, no era lo que deseaba, y tenía que cambiar algo.
Marcó su número y acercó el celular a su oreja con el corazón latiéndole muy rápido, tuvo que aferrar una mano a su pecho para que este no sobresaliera de su piel. El tono de espera fue eterno y cuando la voz incorpórea la envió directo al buzón de voz, ahogó una sonora respiración, cancelando enseguida y reteniendo sin éxito algunas lágrimas.
Y un segundo después, el celular comenzó a vibrar con una llamada entrante.
Se sentó sobre el colchón, aún más exaltada que antes, y atendió. -¿Oppa?- Preguntó tímidamente, jamás lo llamaba así, pero la palabra le brotó antes de poder pensar en otra cosa.
-¿Bi?- La voz de él sonaba muy agitada.
-Hum... Lo siento, yo...- Rascó su cabeza, muy incómoda de repente. -¿Te molesté?- Cuestionó con temor.
-¿Qué? ¡No!- Chong Yul se detuvo un momento para respirar mejor. -Estaba en las duchas, corrí para coger la llamada, pero llegué cuando acabó... Sabía que eras tú.- Susurró con un anhelo patente, hasta pudo oír su sonrisa por más loco que sonara. -Mi amor...
El corazón de Dan Bi dio un brinco dentro de su pecho. -S-sí... ¡Sí!- Sonrió con euforia, sin poder contener la emoción. -Lamento no haber... Quiero decir, sé que no he llamado ni enviado mensajes estos últimos días, realmente lo siento, es...
-No, no te disculpes.- Chong Yul carraspeó, su voz había sonado inusualmente aguda y temblorosa. -Yo también debería hacerlo en todo caso, se me ha pasado, es que... Olvídalo, no pondré excusas, soy un novio terrible.
Que la palabra "novio" siguiera funcionando como si nada hizo que algo se reavivara dentro de ella, como si hubiera sido lo que necesitaba para continuar un poco más segura desde su lugar. Se recostó, esta vez con una sonrisa tonta en los labios.
-¿Está siendo muy duro?
Chong Yul resopló contra el micrófono de su teléfono. -Lo he estado haciendo horrible, Bi.- Confesó con honestidad. -En la práctica de hoy me quedé fuera por los strikes, ¿puedes creerlo? ¿Cuándo fue la última vez que me viste hacerlo?
-Ciertamente nunca.
-Lo sé, el entrenador me regañó más veces hoy de lo que lo ha hecho en los últimos tres años.
-¿Llevas bien las clases al menos?
Volvió a suspirar con resignación. -Tengo que dar exámenes de recuperación en dos materias.- Admitió en un murmullo.
-Lo siento mucho.
-Es culpa mía.- Pareció como si acabara de echarse pesadamente sobre la cama. -No he logrado concentrarme ni una sola vez.- Dan Bi no respondió, su garganta se sentía seca de repente y estaba ansiosa por escuchar la razón de eso. Chong Yul la satisfizo después de un corto silencio: -No he dejado de pensar ni una sola vez en ti.
Dan Bi se alejó el celular y cubrió su boca con una mano para que los chillidos de emoción no fueran tan evidentes, pataleó sobre el colchón como una niña pequeña enterándose de que viajará a Disneyland.
-Las últimas semanas han sido un infierno.- Chong Yul posó un brazo sobre su frente recostado sobre la cama de su habitación en Incheon, cerró los ojos, dejando fluir todos sus nervios y todo el estrés. -Estoy volviéndome loco contigo tan lejos, pero no puedo... No hay nada más que podamos...- Su voz se extinguió de a poco.
Ella no quería que la primera conversación en días que tenían derivara en cosas deprimentes, así que la encaminó hacia otros tópicos. Le contó que también había sido regañada en sus clases, que hoy se dio un terrible golpe contra el hielo, pero que estaba bien. Le contó que tampoco veía a los chicos muy seguido puesto que estaban todos igual de ocupados con sus trabajos y carreras, que la semana anterior comió tofu (algo fuertemente odiado por ella) obligada por su madre, y que estaba preocupada por su rendimiento. Chong Yul le habló sobre cosas igual de triviales entremezclando con cosas importantes, charlaron sobre tonterías por horas, se rieron a carcajadas rememorando un par de recuerdos y entre los silencios que se tomaban para suspirar de tranquilidad, coquetearon un tanto.
Cuando Dan Bi observó la pantalla, eran casi las tres de la mañana. No tenía sueño, probablemente en la mañana sería una piltrafa, pero su corazón estaría invadido por un calor y un sosiego invaluables.
-Hey...- Susurró cuando ya llevaban varios minutos de silencio, por un momento pensó que Chong Yul se había dormido, pero recibió una somnolienta contestación del otro lado. -¿Cuándo...? ¿Cuándo podré volver a verte?- Le daba miedo la respuesta, pero tenía que saberlo.
Más silencio.
-Pues...- Comenzó él con titubeo, sonaba ronco. -Me temo que en estos momentos es un tanto difícil.
-Ya veo.- Dan Bi aclaró la garganta y sonrió para intentar escucharse un poco más animada. -No pasa nada, Yullie, no es nada del otro mundo.- Fue efusiva para que su decepción no se notara. -Supongo que cuando dejemos de estar tan atareados podremos tener una cita, ¿no?- Su voz se quebró al final.
Hubo un silencio sepulcral del otro lado, tanto así que los vellos del cuerpo se le erizaron y hasta le dolió.
-Claro.- Dijo la voz inexpresiva de Chong Yul.
Trató de que le despedida fuera rápida para colgar lo antes posible, no se sentía lo suficientemente fuerte para continuar charlando como si nada cuando lo que quería era llorar.
En la práctica de patinaje de la tarde siguiente, estuvo iluminada.
No supo si fue por la llamada revitalizante de la noche anterior, la voz simpática y cálida de su novio invadiendo su sistema como el mejor calmante, sus palabras igual de animadas que siempre, pero prefería creer que sí, que fue él quien le devolvió el entusiasmo. En ballet no recibió más que una mirada de su maestra, ninguna llamada de atención, y en la práctica su entrenador no le gritó ni una sola vez y estaba haciéndolo bastante bien. Estaba agitada, pero no lo suficiente como para impedirle ejecutar los ejercicios con agilidad, básicamente era un buen día.
Y entonces, mientras se deslizaba de espaldas y estiraba una pierna para realizar un lutz, lo oyó.
-¡Dan Bi!
Cuando giró en medio del salto y vio una figura alta y más que conocida, su mente se desestabilizó por completo, aterrizó con los pies mal posicionados y terminó cayendo de bruces en el hielo de forma dura, incluso siseó entre dientes por el dolor, pero no tuvo tiempo de distraerse con tonterías. Clavó sus ojos enormes en la entrada, viendo el momento exacto en el cual el entrenador Wan cogía a Chong Yul por un brazo y comenzaba a regañarlo como si no hubiera mañana.
Ella no tardó nada, se puso de pie y en un parpadeo estuvo surcando la pista a toda velocidad, antes de poder darse cuenta saltó sobre la barrera para colgarse de los hombros de su novio. Chong Yul la rodeó con sus brazos y se fundieron en un abrazo apretado y cálido, lo único acogedor en el mundo en esos momentos eran los brazos del otro. Dan Bi sorbía por la nariz en un intento por contener las lágrimas cuando escondió el rostro en la curva de su cuello y oía la risa acallada y nerviosa de Chong Yul, como si tampoco pudiera creer que estaba allí con ella.
Al separarse devolvió sus patines al hielo y se vieron a la cara por primera vez, con ojos brillantes, ella le acarició el rostro con dedos temblorosos y él le rodeó las mejillas con la misma suavidad. Compartieron una risita avergonzada.
-¿Qué...? ¿Cómo...? ¿Por qué tú...?- Dan Bi no fue capaz de terminar ninguna pregunta, le faltaba el aliento y no por la práctica.
-Tenía que venir, yo... No podía aguantar mucho más.- Chong Yul negó con vehemencia.
-¿Y el entrenamiento?
-No importa, no me importa, sólo quería verte.- Pintó una sonrisa apenada. -No creo que sea un delito.- Le acarició las mejillas con sus pulgares y puso una expresión más seria. -¿Estás bien? Caíste muy feo, ¿no te duele nada?
Dan Bi negó. -En estos momentos no puedo sentir nada de nada.- Rio con euforia.
-¿Cómo demonios entraste sin un pase?- Intervino el mayor a un lado, lo vieron de brazos cruzados y ceño fruncido, claramente furioso.
Chong Yul se alejó de su novia para encararlo con mucha pena. -Entré junto a otro grupo.- Fregó su nuca con incomodidad. -Dan Bi no contestaba el teléfono y pues, sólo pensé...
El entrenador Wan se le acercó, amenazante. -Hiciste que mi patinadora cayera con tu entrada, ¿qué harás si se lesiona, mocoso impertinente?
-Ah, estoy bien, entrenador, de verdad, no me hice daño.- Intervino Dan Bi al notar lo petrificado que estaba Chong Yul.
Él le envió una endurecida mirada, luego volvió a fijarse en el otro en frente, entonces se apartó con un chasquido. -La próxima vez quédate a un lado y no molestes hasta que el entrenamiento termine, fuiste muy imprudente, en otras circunstancias te habría echado a patadas. Es todo.- Hizo un ademán y se alejó.
Dan Bi parpadeó. -¿Eso quiere decir...?
-Estarás como tonta, mejor lo dejamos aquí.- Se volteó con los ojos entrecerrados. -Pero mañana no te librarás.
Ella tragó saliva, sabiendo que eso significaba que el entrenamiento de la tarde siguiente sería peor que uno espartano, pero no le importó, corrió hacia él y le dio un apretado abrazo por la cintura. El entrenador Wan lo recibió con sorpresa, pero cuando se alejó percibió una sonrisa en sus labios, entonces se quitó los patines, se cambió a sus zapatillas y salió de allí abrazada como garrapata al brazo de su novio.
Vio hacia arriba, el cielo era brillante, faltaba muchísimo para que oscureciera y el día estaba precioso y soleado, hasta las aves cantaban... ¿Estuvo así de bonito antes de ingresar a la pista cuando llegó? Vio a su novio sonriendo de aquella forma tan encantadora y ahogó una risilla, hundiendo la nariz en su ropa, aspirando su aroma, tenía el mismo perfume de siempre, cosa que la complació a niveles absurdos.
-¿Qué ocurre?- Preguntó él, viéndola con una alegría patente.
Negó. -Sólo te sentía.
Chong Yul se frenó y ella quedó cogida de su mano más adelante, le dio un tirón y la tuvo pegada a su cuerpo, se agachó en casi toda su estatura para estar más cerca, Dan Bi se puso de puntillas todo lo que pudo y acabó con la distancia. Fue el primer beso que compartieron en muchísimo tiempo, fue cálido como el día, suave e intenso a la vez, como si no quisieran arruinarlo con las ansias, pero fuera imposible ocultar las ganas que tenían. Dan Bi enredó los brazos alrededor de su cuello y Chong Yul deslizó una mano amplia por su espalda hasta sostener su nuca, con el otro brazo le rodeó la cintura.
Cuando se separaron para respirar él le besó las mejillas con devoción, también su frente y su nariz. Dan Bi se dejó mimar con los ojos cerrados, se sentía tan bien estar entre sus brazos otra vez. Hundió su rostro en su pecho y se apretó contra su cuerpo, definitivamente era lo que necesitaba.
Chong Yul la abrazó. -¿A dónde quieres ir? Será una cita improvisada, pero...
-Tengo hambre.
-Bien, vamos a la cafetería de aquella vez, ¿recuerdas? Estaba...
-¡Claro, me encanta!- No era la primera vez que las ideas inconclusas eran comprendidas de forma rápida, tenían ese tipo de relación en la que podían entenderse sin mucho más que un par de palabras.
Chong Yul le dijo que cogiera sitio mientras iba a por las órdenes, le preguntó lo que quería y titubeó, no sabía qué del menú podía ingerir sin romper su dieta, cuando él le confesó que ese día haría una excepción con la comida porque simplemente le apetecía, siguió su ejemplo y pidió un mocha blanco junto a una buena porción de pastel de chocolate negro con mousse de frambuesa, su novio ordenó un café cortado y tarta de fresa con crema. Lo observó en todo momento como una boba y sin poder dejar de sonreír; cuando se levantó a coger más edulcorante y servilletas, cuando se sentó y observó su comida con hambre, cuando partió un trozo de tarta y fue a llevársela a la boca, pero justo entonces descubrió sus ojos insistentes.
No buscaba nada en realidad, sólo quería eso, verlo... Era un lujo insulso que ya no podía darse cada que quisiera. Chong Yul bajó la cuchara y le regaló una de sus sonrisas mortales, esas que provocaban que sus ojos también sonrieran, formando dos medialunas perfectas y de lo más adorables en su rostro, entonces tiró un beso al aire en su dirección y se dispuso a dar un primer bocado.
Dan Bi quiso golpear su cara contra la mesa reiteradas veces. ¿Cómo podía alguien ser tan lindo? ¿Por qué parecía más atractivo de lo usual?
Suspiró. -¿Cómo llegaste aquí?
Él alzó las cejas mientras masticaba. -Tomé el primer bus que encontré temprano en la mañana.
-¿No trajiste nada contigo?
Negó, limpiando las comisuras de su boca con una servilleta. -Digamos que lo hice sin pensar.- Rio de forma torpe.
-¿Y las clases? ¿De verdad no tenías nada importante qué hacer?
-Claro que lo tenía.- Hizo un mohín. -Verte a ti.
Dan Bi tuvo que controlar su corazón una vez más. Le sonrió, pero su sonrisa no llegó a sus ojos. -Sabes que no me refiero a eso.
Chong Yul la miró largamente. -Está bien, Bi, de verdad, tú también acabas de dejar tu entrenamiento por mí, simplemente... Tomémonos un día para nosotros y ya.- Se encogió, alcanzando su cuchara y cortando un pedazo de su pastel de chocolate, la puso frente a sus labios. -La llamada de anoche me dejó claro que no podía estar mucho tiempo más sin verte a los ojos.- Murmuró.
Ella abrió la boca y saboreó el chocolate, él le sonrió y soltó la cuchara que quedó colgando de la comisura de sus labios. Se quedaron un rato en silencio, disfrutando de aquel pequeño pecado que estaban cometiendo en sus rutinas diarias como deportistas.
Chong Yul se había comido casi la mitad de la tarta cuando volvió a hablar. -¿Cómo está Jongdae?
La pregunta tomó por sorpresa a Dan Bi quien agrandó los ojos sobre el borde de su vaso. -Oh, bastante bien a decir verdad. No lo veo hace bastante, pero nos enviamos mensajes y...- Sonrió quedamente. -Es feliz, eso es lo que cuenta.
-Espero que esté haciéndolo bien con el psicólogo, la última vez que lo vi estaba a punto de comenzar. ¿Minseok lo acompaña?
Dan Bi asintió con la misma seriedad. -Va una vez a la semana, Min me lo cuenta todo. Será mejor que lo haga porque tendrá que vérselas conmigo de otra manera.- Chong Yul sólo asintió en acuerdo, ella pareció entusiasmada al instante siguiente. -¡Me dijeron que tienen planeado vivir juntos dentro de poco!
Él sonrió ampliamente. -No me digas, ¡por fin!
-¿A que sí?
-Deberíamos visitarlos algún otro día para ver qué tal van, quizás necesiten ayuda y no quieran decirlo.
Dan Bi resopló, cruzándose de brazos. -Esos niños...
Su novio le sonrió. -Lo sé, pero hay que tener paciencia, para eso estamos nosotros ¿no?
Después de estar satisfechos, fueron a pasear por el centro comercial tomados de la mano entre toda la gente. Dan Bi señaló algunas de las cosas que planeaba comprarse a futuro, Chong Yul rio de baratijas al azar que le parecieron graciosas y hablaron sobre tonterías que olvidaron al instante siguiente. Dirigieron la mirada exactamente al mismo lugar, lo supieron cuando ambos jadearon y sus ojos brillaron. Corrieron sin ninguna palabra de por medio hacia el puesto que habían montado para ver animales e informarse sobre ellos, al parecer no podían adoptarlos. Además de criaturas más domésticas como perros, gatos, conejos y erizos, había especies más exóticas como guacamayos, búhos, lagartos y hasta serpientes.
Dan Bi ahogó un chillido cuando se acercó a la canasta de los erizos. -Quiero coger uno.- Expresó con anhelo mientras cubría sus mejillas con ambas manos.
Cuando ladeó su rostro, encontró a su novio exactamente en la misma posición, observando los conejos mientras enmarcaba sus mejillas y mordía su labio inferior. Dio un paso de costado y llegó a su lado, viéndolo con una brillante sonrisa.
-¿A que son súper lindos?
Chong Yul parpadeó y le sonrió de igual forma. -Casi tan lindos como tú.
Dan Bi se sonrojó y le dio un pequeño golpe en el brazo, avergonzada. Chong Yul le hizo cargar todos los animales con permiso de los cuidadores y le sacó mil fotos. Luego los cargó él y también se sacó fotos que Dan Bi guardó celosamente en la memoria de su teléfono, ya estaba eligiendo mentalmente cuál de todas pondría como fondo de pantalla. Cuando Chong Yul se emocionó de más e intentó hacerle coger la serpiente, tuvo que poner un freno porque aunque bonita y exótica, ni loca se la enredaba en el cuello.
Avanzada la tarde todavía podían disfrutar del sol caliente sobre sus pieles, pero una pequeña ventisca se levantó jugueteando entre los cabellos de Dan Bi y molestándola, así que aprovecharon para descansar sobre el banco de un parque en lo que Chong Yul le trenzaba el cabello y ella hablaba sobre la rutina de su entrenamiento.
-¡Es una locura! Entreno alrededor de cuatro a cinco horas por día, tuve que pedirle de rodillas que me dejara al menos el domingo libre.
-Suena duro.
-¡Lo es! Pero está bien, supongo, en las nacionales me toparé con gente como Go Hoa o mucho más talentosa.- Suspiró y cerró los ojos, sintiendo los dedos tiernos de su novio. -Tengo que volverme fuerte, tanto física como mentalmente.
-Lo entiendo, pero no te presiones demasiado.- Advirtió la voz seria de él desde atrás. -Nosotros también estamos practicando duro, el último partido contra la universidad de Kyung Hee nos quedamos atrás por dos carreras.- Contuvo un gruñido enfadado. -Fui el capitán de mi equipo en la escuela y logré ser el capitán en las ligas universitarias, mis fallos valen muchísimo más que los de los demás.
-Espero que sigas tu propio consejo, cariño.- Ahora fue el turno de ella de ponerse seria.
Chong Yul sonrió. -Sólo soy realista, tengo que saber guiar a mi grupo y además sacar sobresalientes en los cursos.- Largó un profundo suspiro después de darle una última vuelta a sus cabellos y asegurar la trenza con un moño al final. -Listo, cielo.- Besó su hombro descubierto.
Dan Bi se hizo hacia atrás y se metió entre sus piernas abiertas, él le rodeó la cintura con ambos brazos y le pegó la espalda a su pecho. Ella apoyó la nuca sobre su hombro y cerró los ojos otra vez, alzando una mano para enredarla en su cabello apenas crecido.
-Lo tienes más largo...
-Hace tiempo no me rapo. ¿Debería dejarlo así?
Dan Bi se encogió. -Me gustas de cualquier forma.- Le dejó un pequeño beso en la mandíbula. -Eres la persona más lista y centrada que conozco, podrás con cualquier cosa, Yullie.
Él se sintió infinitamente más relajado después de escucharla decir eso. -¿Tú crees?
-Por supuesto que sí, y no lo digo porque sea tu novia.
-Claro que no.
Se separó y volteó a verlo con los puños en sus caderas. -¿Estás utilizando sarcasmo conmigo?
Posó una mano sobre su pecho y abrió grande los ojos. -Nunca me atrevería, querida.
Dan Bi entrecerró los ojos. -Espero que...
Lo que sea que quiso decir se perdió en medio de una alegre carcajada proveniente de él y cuando tuvo sus labios encima en un beso torpe por la risa. No tenía idea de aquello tan divertido, pero mientras Chong Yul sonriera no le importaba demasiado a decir verdad. Recibió su boca con los ojos cerrados, el sol sobre la espalda y el ciento refrescándola, luego volvió a echarse sobre él cómodamente y se quedaron así, rodeándose, sintiéndose en silencio por minutos que desearon que fueran interminables, y por mucho que quisieron que el momento durara para siempre, llegó un punto en el cual no pudieron ignorarlo más.
Chong Yul tenía que ir a la estación de buses y volver a Incheon.
Durante todo el camino no dijeron nada, tomaron el autobús y fueron cogidos de la mano. Chong Yul veía por la ventanilla y Dan Bi hacia el frente, intentando centrarse en la sensación que tendría cuando su mano la soltara y ya no lo sintiera. Iba pensando en el entrenamiento, en no derramar ni una sola lágrima, en lo que podría cenar con su mamá aquella noche, en sonreír enorme cuando él se subiera al vehículo y viajara lejos, a miles de kilómetros lejos de ella.
Sintió cómo él le apretó los dedos con fuerza en ese instante.
Aguardaron en la plataforma de embarque junto a las demás personas. Podrían verse tranquilos para cualquiera, como si uno de ellos no estuviera a punto de irse, como si no fueran a separarse otra vez. Se escuchó por altoparlante que el bus de Chong Yul estaba a punto de partir y ya no pudieran extenderlo más, casi no quedaba nadie haciendo fila para subir.
-Bien...- Se giró él con una sonrisa mal hecha en el rostro. -Tengo que volver.
Dan Bi procuró sonreír bien grande a diferencia, no quería que se marchara con un sentimiento amargo después de haber pasado un día tan bonito juntos. -¡Ten un buen viaje! ¡No olvides que te amo!
Chong Yul, en lugar de sonreír, extinguió todo rastro de alegría (o fingida alegría) de su cara. -Yo...- Otro aviso hizo que Dan Bi viera hacia arriba, él no despegó la mirada de ella. -Sí... N-no lo olvidaré.- Su voz fue inaudible mientras se alejaba lentamente y sin dejar de verla.
Ella no titubeó y asintió. -¡Esfuérzate mucho, pero no te pases!- Lo saludó con ambas manos. -¡Nos vemos pronto!
Chong Yul caminó como movido por algo más, estaba cada vez más lejos, pero no podía apartar sus ojos de ella, de aquella sonrisa tan amplia, tan bonita, tan... Extraña. No se sentía como de costumbre aunque se viera así. Estuvo arriba antes de poder darse cuenta, pero continuó observándola a través de la ventana, y cuando el autobús se puso en marcha lo vio: el momento exacto en el cual esa sonrisa se desvanecía y cualquier rastro de entusiasmo se perdía como si nunca hubiera existido en primer lugar. Reconoció en sus ojos una amargura y una tristeza jamás vistas, hubo momentos difíciles, momentos en los cuales la vio llorar, pero no se comparaban...
Simplemente no se comparaban con esa mirada que le estaba dando al saber que se iría.
Saltó de su asiento impulsado por la misma fuerza que lo había sentado allí en primer lugar, aquello invisible y desconocido, pero a lo que tenía que hacer caso necesariamente. Corrió hacia el frente, pidió que le abrieran la puerta, luchó contra sus reclamos y miradas endurecidas por estar refrenando el viaje y al final lo dejaron ir. Dan Bi se quedó completamente estática cuando vio cómo el bus se alejaba y Chong Yul se dirigía hacia ella con paso rápido, casi ansioso.
Terminaron igual que cuando llegaron: juntos.
El pecho de él se movía agitado cuando la miró a los ojos. -Necesito que seamos sinceros.
Y esas cuatro palabras quebrantaron algo dentro de ella, porque cubrió su boca con una mano y sus ojos agrandados ardieron, y entonces hizo lo que se prometió que no haría: llorar. Fue una gota solitaria, luego otra y entonces gimoteó como una niña pequeña y se rindió.
-No quiero tenerte lejos.- Lloriqueó frotando sus mejillas. -No dije nada para no preocuparte, no deseo que te vaya mal, no quiero truncar tus sueños de alguna manera y...
-Tú nunca podrías ser un obstáculo para mí.
-Pe-pero, pero...- Tomó una trémula respiración. -Te perdiste el entrenamiento y las clases de hoy, y ahora también las de mañana, y todo porque yo no supe...
-Dan Bi, en serio, ¿crees que eres la única de los dos que sufre por estar separados? Si perdí las clases y el entrenamiento no fue por ti, ni por mí, fue por nosotros...- Alzó una mano que dirigió lentamente a su rostro. -También te echo de...
-¿Y si encuentras a alguien más?
Se quedó perplejo. Dan Bi hipó y refregó sus ojos.
-¿Y si al final estamos demasiado tiempo lejos y ya no nos queremos? Conocerás a otra chica diferente a mí, una chica de verdad...- No pudo seguir hablando cuando vio hacia arriba, hacia su novio.
Chong Yul tenía el rostro más serio y rígido que le había visto poner alguna vez. -Para.- Dijo su voz rasposa como la grava. -No sigas, por favor, no...- Agachó su rostro y se alejó, cuando volvió a mirarla con esos ojos tan apesadumbrados pegó un respingo. -Nunca más te atrevas a decir algo así, ni a mí ni a nadie.
Dan Bi jadeó, dándose cuenta sólo entonces de lo que había salido de su boca sin que se diera cuenta, y apretó su labio entre los dientes, muy apenada. Lo único que pudo hacer fue asentirle.
Fueron a su casa, su madre se mostró muy emocionada y complacida de volver a verlo. Las veces que él volvía a Seúl, salían en citas y veía a su propia familia, así que casi no habían tenido posibilidad de encontrarse. Llamó a la universidad para justificar su ausencia con una visita familiar y estuvieron el resto de la noche encogidos sobre el porche con tres perros pequeños alrededor, dos cachorros y uno ya anciano, los gatos estaban durmiendo adentro; desde que estaba tan ocupada ya no podía rescatar tantos animales como antes.
La mayor se esmeró de más con la cena esa noche, usualmente comían cosas bastante simples ya que siempre llegaban exhaustas y con ganas de meterse a la cama lo antes posible, pero ese día Chong Yul era el invitado y merecía una buena comida. Su madre charló muchísimo con él, no pudo meter ni un comentario en la conversación, lo atacó con preguntas sobre su vida, sus sentimientos, lo felicitó y le pidió que cuidara su salud. Dan Bi notó lo cansada que estaba, así que le dijo que fuera a la cama mientras ella y su novio se encargaban de los trastos, la mayor aceptó la sugerencia de buena gana y se perdió por el pasillo hasta su habitación.
-Sólo digo que la carrera que estudio no me importa.- Habló Chong Yul en voz baja, casi un susurro. -¿Cuántas personas tienen un título en Comunicaciones? Es común.
Estaban sentados en la cama con las piernas cruzadas a lo indio, una sábana cubriéndolos por completo y la luz del velador dejándoles discernir sus rostros en mitad de la noche. Había un silencio total roto únicamente por sus voces bajas, vestían sus pijamas (Chong Yul tenía uno que se había dejado allí hacía tiempo) y habían estado a punto de recostarse para dormir, pero nuevamente se habían metido en otra de sus conversaciones eternas. Algo que adoraba de su relación es la libertad de hablar con el otro sobre todo sin tapujos, ambos eran muy conversadores y abiertos sobre lo que sentían y pensaban.
No podría estar con otro tipo de persona.
-Lo único que quiero es jugar el mejor béisbol de mi vida y estar con mi novia.
-Debe ser difícil estudiar y entrenar al mismo tiempo. Yo lo hacía durante la escuela, pero esa rutina no se comparaba en nada a la que tenemos hoy día.
-Admito que la mía es durísima, pero la de los patinadores artísticos es una locura.- Se estremeció. -¿Tienes idea de quiénes van a la nacionales?
Dan Bi asintió. -Una vez a la semana observamos vídeos con el entrenador Wan. Hay una chiquilla de Jeju sobre la que tengo mis ojos puestos.
Chong Yul sonrió y cogió una de sus manos, jugando con los dedos de esta. -Tendré que hacerme un espacio cuando empiecen las competencias, realmente quiero estar ahí cuando les patees el trasero a todos.
Ella rio. -También iré a todos tus partidos cuando firmes con los SK Wyverns como jugador estrella.
Suspiró. -Esperemos que me busquen...
Chasqueó la lengua. -Lo harán, no digas tonterías.
Se quedaron en silencio, propinándose caricias lentas y mirándose a los ojos con sonrisas bobaliconas. En algún momento las manos de Dan Bi vacilaron y sus ojos se achicaron, pequeñas arrugas aparecieron en los bordes y fue un gesto leve, muy difícil de percibir, pero que Chong Yul sin dudas notó.
-¿Qué pasa?- Dan Bi adelantó sus labios en un mohín y supo que no se había equivocado en sus suposiciones. -Cuéntame.- Insistió.
-Es sólo que... Si paso las nacionales...
-Cuando pases las nacionales...- La corrigió.
Ella resopló. -Si lo logro, seré capaz de representar a Corea del Sur en los Juegos Olímpicos, ¿sabes? Y yo... No creo que sea precipitada, pero estaba pensando...
-¿Algo anda mal?- Preguntó con cautela.
-No.- Respondió, fregando su cuello y desviando la mirada. -Si gano las nacionales quería terminar con... Ya sabes, con mi proceso de transición.
Chong Yul se la quedó viendo muy quieto, con la misma sonrisa serena de antes, los mismos ojos, parecía una fotografía. De a poco cayó en cuenta, Dan Bi no intentó explicarse, creía que estaba muy claro. El rostro de él mutó a uno repleto de inquietud.
-¿Q-qué...? ¿Te refieres a...?
Dan Bi asintió lentamente. -Ya sólo falta que me reasignen y... Seré yo por completo.
Chong Yul mordisqueó su labio inferior, pensativo. -¿Es una operación de alto riesgo o algo así?
-No.- Negó. -No con los profesionales adecuados y el tratamiento correcto.- Lo miró detenidamente. -¿No te parece? Sé que si gano la competencia lo ideal sería que empiece el entrenamiento para las olimpiadas, pero...
Él carraspeó, agitando un poco la cabeza. -Quiero que me lo cuentes todo, ¿sí?- Cogió sus manos y la miró a los ojos. -Cómo será antes y después, qué te harán, cómo lo harán, qué sentirás, yo... Es decir, no haré más que apoyarte y estar contigo, pero quiero estar seguro de que tú estarás bien, y... Hum...
Dan Bi zafó las manos de su agarre y le rodeó el rostro con ternura, haciendo que la mirara a los ojos otra vez, le sonrió con cariño. -Lo haré.- Acarició sus mejillas. -Te amo, mucho.
-Yo igual.- Se acercó un poco más y compartieron un beso. Cuando se alejó, Chong Yul frunció el ceño de forma graciosa. -Será un poco loco, ¿no? Como que ya me acostumbré a... Bueno, ya sabes.
Dan Bi le resopló en la cara sin ningún miramiento y empezó a carcajearse, olvidándose de que era entrada la noche y debían estar en silencio. Chong Yul empezó a reírse también cuando ella cogió su estómago con ambas manos, luego se movió para abrazarla por la cintura y ambos se recostaron, saliendo de debajo de la sábana y durmiéndose bien cerca el uno del otro. Cuando Dan Bi despertó al otro día gracias a la alarma de su teléfono, se encontró de la misma manera: brazos fuertes rodeándola de forma acogedora y su espalda pegada a un amplio pecho, la respiración profunda y acompasada de Chong Yul golpeaba contra su nuca y le dio muchísima pena despertarlo, pero tenían que partir.
En la estación de buses una vez más se sintió como un déjà vu. Chong Yul compró un boleto de ida para el que salía a primera hora, Dan Bi lo acompañó con su cabello recogido en un adorable rodete y con su bolso de entrenamiento, de allí se iría directo a las prácticas de ballet.
-Supongo que ya no podemos extenderlo más.- La encaró él con una pequeña sonrisa, sacudió sus hombros y suspiró. -Te llamaré lo más pronto posible y...
Dan Bi lo detuvo, negando. -Está bien, concéntrate en aprobar los exámenes y en el entrenamiento, yo haré lo mismo.- Lo miró a la cara, directa, sin dudas. -Estaremos bien.
Y de verdad lo creía. El día anterior le dio la pauta de que ambos figuraban en los planes a futuro del otro, pasara lo que pasara, estarían juntos de alguna u otra forma. Las charlas, los besos, las caricias, todo igual de intenso y cariñoso que siempre, todo eso le dio la certeza de que seguían igual de enamorados. Y estar segura del cariño que se tenían era más que suficiente para continuar con la cabeza clara y la frente en alto.
Un par de manos cogiéndola del rostro y arrastrándola hacia unos labios insistentes y ansiosos la tomó por sorpresa. No tardó nada en reaccionar de la misma manera, rodeándole las muñecas y cerrando los ojos con deseo. Chong Yul se separó y caminó lejos de ella con una sonrisa, esta vez una más confiada y verdadera.
-Nos vemos, preciosa.
Le sonrió enorme. -¡No olvides comer correctamente y dormir temprano!- Le gritó agitando una mano de forma embarazosa, pero en esos momentos a ambos les resultó más divertido que penoso. Se rio. -¡Asegúrate de volver a salvo, cariño!
Lo último que oyó fue una carcajada contagiosa de su parte y no dejó de sonreír por ello incluso cuando el bus se puso en marcha y terminó cada vez más lejos hasta desaparecer.
Por varios días siguió sin noticias suyas, pero no se preocupó, sabía que le tomaría algo de tiempo recuperar ese día y medio libre. En cambio, puso su mente y corazón de lleno en sus entrenamientos, tenía que dejarse de juegos, esforzarse. Y entonces, un día después de salir de la pista y regresar a su casa hecha papilla, pero satisfecha, su madre le dijo que había un paquete a su nombre que había dejado sobre su colchón. Llena de intriga, fue hasta su habitación y se cambió a su ropa de casa sin despegar la mirada de aquella pequeña caja de cartón encintada.
Se arrodilló frente a la cama y con ayuda de un par de tijeras deshizo el envoltorio y la abrió, sintiendo palpitar muy rápido su corazón.
Dentro había dos bolsas de caramelos de uva, una barra de chocolate enorme que sin dudas disfrutaría con culpa y un sobre de papel marrón. De este sacó una fotografía instantánea que la sorprendió puesto que la recordaba originalmente en formato digital. En la imagen, ella y Chong Yul estaban carcajeándose mientras cubrían sus rostros, la había sacado Minseok con su teléfono porque, supuestamente, "tenía que retratar para el futuro su nivel de genialidad", (habían estado riéndose de un chiste suyo).
Sonrió como estúpida al leer la nota al pie, "estando contigo soy feliz". Se sorprendió de encontrar más adentro del sobre, dos entradas para el cine para la próxima película de Son Ye Jin. Vio la fecha, descubrió que eran para el viernes de la semana siguiente y de sólo saber que volvería a verlo tan pronto la invadió un regocijo sin igual. Estuvo varios minutos pataleando en la cama, ahogándose con la almohada para que sus vecinos no oyeran los chillidos de emoción incontenibles. Se frenó para coger su teléfono y comenzar a teclear un mensaje, pero se detuvo a último momento cuando una idea fugaz surcó su mente.
La mañana siguiente después de sus clases de ballet hizo unas compras rápidas, llenó la misma caja que había recibido con cosas igual de aleatorias y la selló, al otro día caminó hasta el correo y la envió con dirección a Incheon. Dos días más tarde, recibió una foto divertida de Chong Yul con monedas de chocolate en los ojos, las mismas que le había regalado; rio y se derritió de emoción al leer el pie de la foto: "no puedo esperar al viernes".
Antes de que pudieran darse cuenta el día llegó, fueron al cine como habían planeado y Chong Yul se quedó con su familia hasta el domingo, se vieron cada día hasta entonces. Dan Bi estaba bastante complacida con la situación aunque sabía que probablemente no volviera a verlo en mucho, pero grande fue su sorpresa cuando una semana después de la cita volvió a recibir la misma caja, esta vez repleta con confeti de colores en el que tuvo que bucear para encontrar sorpresas tan absurdas como un peluche en miniatura de un erizo, un frasco con galletas en forma de corazón y pulseras de gomita entre otras cosas. Con una sonrisa enorme y casi permanente en su rostro, no necesitó más pistas para saber qué tenía que hacer.
Continuaron llamándose y enviándose mensajes con bastante regularidad, pero el chiste de la caja sorpresa no dejó de suceder. A veces tardaban semanas en reenviarla, pero lo hacían sin falta y siempre rellena de cosas divertidas o sin sentido, lo importante no era el contenido en sí, sino el significado el gesto. Tomarse el tiempo de pensar en algo, de buscar sin darse cuenta entre las vidrieras del centro comercial, saber que compartían algo tan tonto y a la vez tan grande... No podían estar juntos cada que querían, pero al menos una vez dedicaban tiempo al otro incluso en la distancia, preparando la caja, llenándola cuidadosamente, caminando hasta el correo para despacharla.
No charlaban sobre el tema, era un acuerdo tácito, un recordatorio de que estaban presentes en la vida del otro de alguna u otra forma. Siempre que llegaba y la sostenían entre sus manos con el entusiasmo de descubrir qué habían puesto adentro en esa ocasión, era un recordatorio de que estaban trabajando por hacer que las cosas funcionaran.
Y no había mejor motivación que estar seguros incluso sin palabras de por medio.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top