Capítulo 22

Nikolas se sentó en silencio viendo como todos se iban sentando en los muebles de la sala. Para él era todo demasiado plano e inusual. No tenía dudas en lo que iba a hacer, pero eso no le quitaba en dolor en el pecho. Tenía que ser fuerte por Selene que estaba siendo animada por las chicas y que temblaba sin darse cuenta. Nikolas ya no sabía qué decirle o pensar. La mujer con la que vivió durante años y la que murió en sus brazos junto a su hijo, era el verdugo de la persona que él siempre había amado.

No iba a decir que nunca quiso a Daphne porque sería una completa locura. La quiso, por supuesto que sí, tal vez no lo suficiente o puede ser que no fuera como ella lo deseaba, pero para Nikolas cada afecto que le dió fue sincero. Nunca la engañó y confió en su mujer. Amaba a Selene y nunca se dió cuenta hasta que las cosas entre ellos cambiaron y el dolor de tenerla era más grande que el de haber perdido a Daphne. 

Nunca le dijo a nadie que su hijo había muerto junto a su esposa. Ella era sagrada y su recuerdo jamás fue borrado de la organización. Era perfecta ante sus ojos y no podía creerlo ahora. Jugó con él y se aprovechó de toda la confianza que depositó en ella. Dormía con el enemigo y vengó su muerte sacando la amargura de sus entrañas, pero no valió la pena. Ella no merecía nada. 

Depués de todo, Daphne fue leal así misma y lo traicionó. 

—Entonces ahora nos crees con lo de las hermanas  —afirmó Sasha, entrando a la sala. Habían pasado unas horas desde que dijo que llegaría a la mansión. Él estaba en Grecia porque le dijeron que la princesa se encontraba en el país. 

—Llegaste más rápido de lo que imaginamos —le dijo el griego—. Y no era fácil de creer. Daphne nunca me mostró ninguna mala cara o hizo algo malo enfrente de mí.

—Nunca es tarde para abrir los ojos —comentó Sasha. Los cuatro hombres lo miraron con seriedad—. Yo no tengo que hacer nada de eso. Así que no me miren de esa manera.

—Está casada, Aleksandr —le recordó Fabrizio.

—Solo por civil —aclaró.

—Ya no es tuya —miró a Nikolas—. Es diferente, Sasha. Selene no es de la realeza ni es la hija de la Emperatriz de Alemania. No tenemos mala relación, pero no somos bienvenidos.

—Eres el que tiene menos moral para hablar —se quejó el ruso.

—Emili está fuera de tu alcance. Dejaste todo por ella y al final se casó con otro. Cinco años de relación perdida, dejaste tu puesto de líder y ahora te sales del Sacerdocio. ¿Acaso quieres morir como un pendejo? —le preguntó Fabrizio—. No me importaría matarte. La Cosa Nostra tendría más poder.

—Por eso no quería venir. Yo también puedo querer cambiar —se recostó en uno de los muebles—. La mafia me ha quitado más de lo que me ha dado.

—Casualmente, después de que la princesa te mandara a la mierda —dijo Kylian—. La hija de la Emperatriz es princesa de Escocia y le valiste mierda. Hizo su vida y encontró el amor en un tipo con plata mientras tú estabas desaparecido llorando la muerte de Natasha. No seas ridículo, Aleksandr.

—¿Para eso querían que viniera? Si siguen con esta mierda me voy.

—Tienes casi dos años sin darnos la cara, Sasha. Tu abuelo se hizo cargo de Rusia, pero el Sacerdocio no se deja —le recordó Maksym—. Sigue llorando como un marica que la princesa se casó por civil, pero eso no cambia lo que eres.

—¡Dije que lo dejé! —los miró a los cuatro.

—Bien, te mataremos después de hacernos cargo de Karen, su familia y Gabriel —intervino Nikolas—. A nadie le va a importar si te mueres. Igual, siempre te desapareces.

—¿Sasha va a morir? —preguntó Selene con ojos llorosos.

—Si se sale del Sacerdocio... —dijeron los cuatro hombres al mismo tiempo.

—Son una mierda —se levantó del mueble y fue a abrazar a Selene—. Vamos a hacernos cargo de lo que te afecta. Debo volver a Rusia a trabajar.

—¿Vendrás a mi boda? —la griega lo miró a los ojos.

—No me la perdería —besó su frente—. Pero voy a ir nada más porque tú me lo pides —señaló a los chicos—. Ellos no son dignos de mi perfecta presencia.

Kylian puso la mano en el hombro de Nikolas cuando todos empezaron a salir de la sala. Era la hora de enfrentar su otra realidad. Los hombres se llevaban bien, pero Kylian era el corazón del Sacerdocio. Era el mejor amigo de todos y debido a la buena relación entre Nicole y Selene, se hizo más unido a Nikolas.

—¿Estás bien? —miró al irlandés—. Te entiendo. Solo que yo tuve que matar a Kassia.

—¿Cómo hiciste para que dejara de doler y como asimilaste que el amor que sentías por ella terminó? —Kylian sonrió.

—Dejé todo en manos de Nicole. Ella se encargó de sanar lo que no sabía que todavía dolía. No hice nada. Dejé de darle importancia a alguien que no lo merecía y me centré en lo que tengo. 

—¿Después de vengarte las cosas mejoraron?

—Mejorarán, Nikolas. Tú ahora tienes a alguien a quien deseas cuidar. Daphne ya hizo mucho daño y tú no necesitas más mierda en la mente —le dijo Fabrizio, que se regresó cuando no los vió salir—. Todo mejora después de sacar lo que te amarga. Alguien siempre debe pagar y si no está el culpable, siempre queda alguien que puede tomar el anillo y morir en su nombre.

A Nikolas le dolía... Daphne le dolía y Selene le dolía mucho más.

☆☆☆

Llegaron al cementerio en donde estaba enterrada Daphne. La familia de las hermanas estaba parada frente a la tumba de la mujer. Nikolas llegó con el Sacerdocio. Selene por más que dijo que quería ir, al final se retractó y fue llevada al apartamento que compartía con Nikolas. Las esposas de los chicos se quedaron en la mansión y cada una estaba esperando a su hombre.

—¿Qué está pasando, Nikolas? Son las 3 de la mañana. ¿Qué hacemos en el cementerio? —preguntó el padre de Daphne. 

—¿Alguno de ustedes sabía lo que esas hermanas hacían? —les preguntó a las cinco personas que pertenecían a esa familia. El resto había dejado el clan en el transcurso de los años. No soportaban el trato del hombre. 

Así que ellos son los únicos que se salvaron de ver la actitud de Daphne. Igual Spencer investigaría y dependiendo de eso, Nikolas tomaría una decisión.

—¿Qué hacían? —preguntó la madre de las hermanas. Nikolas le hizo una seña a sus soldados, que empezaron acabar en la tumba de Daphne—. ¡Por el amor de Dios, Nikolas! ¡¿Qué estás haciendo con mi hija?!

—Quiero saludarla —dijo con una sonrisa, Karen abrió los ojos al ver lo que estaban haciendo cuando le quitaron la venda de ellos.

—¡Nikolas, deja a mi hermana descansar en paz!

—¿Por qué? Ella no merece paz. Ellos están aquí para...

—¡Llevaba a tu hijo en su vientre! ¿Qué te pasa? —le recordó el padre. Los nervios en el rostro de Karen se mostraron con facilidad.

—¿Era mi hijo, Karen? —le preguntó Nikolas, tensando a la familia—. Por supuesto que no lo era.

Sacó el arma de la parte baja de su espalda y sintió un nudo en la garganta. Nikolas se sentía tan traicionado por esa familia.

—Yo les abrí las puertas de mi organización —miró que sacaban el ataúd de Daphne—. Maldigo el momento en el que me quitaron la oportunidad de matarte. Eras un maldito chiste.

—Nikolas, mi hija... —le disparó en la boca a la madre de las hermanas. La mujer cayó al suelo bañando el césped de sangre.

Los gritos de Karen y su padre eran desgarradores. Nikolas se agachó por un momento, sintiendo que el dolor era insoportable. Los mafiosos estaban con él para ayudarlo. Se suponía que no a matar a la familia, era porque simplemente les dolía lo que estaba viviendo el griego.

—Mi hermana nunca...

—¿Con quién se acostó, Karen? —la miró, con ojos rojos, llenos de ira.

—No... por favor...

—¡¿Con quién se acostó la perra de tu hermana?! ¡¿Con quién coño me traicionó?! —le gritó, viendo como el ataúd de Daphne era arrojado al suelo y el esqueleto se esparcía por el.

La tumba de la mujer era vigilada las 24 horas del día. Él siempre la cuidó para evitar que alguien pudiera robar su cuerpo y después manipularlo por eso.

—Mi hijita... —lloraba el padre de Daphne mientras iba hacia su hija. Sasha no soportó lo que estaba escuchando, que el mismo sacó su arma y le voló la cabeza al hombre.

—¡NO! —gritó Karen, soltándose del agarre de los hombres. Maksym, Kylian y Fabrizio, mataron a los otros dejando solo a Karen con vida.

—¿Quién es el padre del hijo que llevaba Daphne en su vientre? —insistió—. Spencer, dile a los soldados que maten al resto del clan. No me importa y no quiero que investigues nada. Mátalos a todos.

—Hay niños...

—Dije que no me importa —Nikolas estaba ciego del dolor, por la traición.

—Sácalos de Grecia y llévalos a nuestros países. Las chicas se harán cargo de ellos —le ordenó Fabrizio.

—Karen...

—Daphne estaba molesta contigo porque le habías prohibido que le diera órdenes a Selene. Un día tuviste una reunión que terminó muy tarde, así que ella en la cena drogó con la comida a tu invitado... —decía entre sollozos—. Él es inocente... nunca lo supo...

—Un nombre, Karen. ¡Dame el maldito nombre!

—Fue con Gabriel.

Nikolas se empezó a reír para no llorar.

Él siempre la respetó y la amó hasta el final, pero Nikolas siempre fue el maldito chiste de su esposa.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top