Capítulo 13

Mansión de Nikolas.

Dos semanas después...

—Los preparativos para la fiesta anual de fin de año están casi listo. Las invitaciones fueron entregadas y tus padres no podrán venir. Están viajando con los padres de Kylian por Latinoamérica. Por ahora están en Costa Rica, pero al parecer recibirán la Navidad en Argentina y el Año Nuevo en México. ¿Vas a estar esta vez con ellos? —le preguntó Spencer, bajando las escaleras al calabozo.

—Tengo que ver si Selene quiere venir conmigo. Apenas esta semana volvió a su vida normal y no quiero presionarla —un soldado le abrió las puertas y ambos entraron—. ¿No sabes si vino hoy?

—Estaba comprando algunos adornos de Navidad con las sirvientas. Se están llevando bastante bien. No la incomodan y Bárbara me dijo que todos están felices de que esté de vuelta —Nikolas asintió—. Siempre fue querida aquí, pero quien sabe por qué ella salió corriendo de Grecia.

—Esas son cosas que tienes que averiguar para mí —contestó el mafioso y vió con una sonrisa al hombre sentado frente a él—. Como cambian las personas cuando se vuelven tus enemigos.

—Suel... —no pudo terminar de formular la palabra.

—No puedo. Eres peligroso para mi mujer —sonrió con malicia, cuando alzó la vista—. Sí, Selene es viuda y la hice mi mujer. En fin, no estoy para hablarte de mi vida personal. Quiero saber por qué cambiaste con ella. Tenía entendido de que se llevaban bien y las personas a su alrededor la querían. ¿Qué hizo tan malo para merecer lo que tú le diste?

Gabriel soltó una carcajada que lo hizo toser sangre. 

—Deberías preguntar más bien, ¿qué fue lo que no hizo? —Nikolas ladeó la cabeza—. Amenazar a tu mujer, obligarla a dejarte. Querer su puesto y golpearla en silencio. Selene estaba obsesionada contigo y siempre estuvo enamorada de ti. Ser malo con alguien que nunca te hizo daño...

—Si ese fuera el caso, Selene nunca te hizo daño a ti. Debería ser yo quien tome venganza en nombre de Daphne. Tú no existías en la vida de Selene cuando todo eso sucedió, no fue en tu tiempo y no te concierne. Te tomaste atribuciones que no debías. Y si haber vamos, tenías que cuidar a tu mujer de mi furia —tomó un cuchillo—. Todos los correos eran sobre Selene siendo mala, pero ninguno sobre Daphne defendiéndose. Es bastante chistoso porque la mujer con la que me casé jamás hubiese permitido un mínimo sentimiento de Selene hacia...

Guardó silencio y miró a Spencer. Daphne era lo suficientemente mala para herir a las personas y si sentía traición de alguien, era peor su respuesta. Selene nunca lo miró a los ojos y tampoco lo trataba. 

¿Daphne fue capaz de lastimar a su pequeña mejor amiga?

—Está arriba —la voz de su mano derecha lo sacó de sus pensamientos—. Bárbara me dijo que ya habían llegado. Está en la cocina.

—Te salvaste de tu dosis de tortura del día. Nos vemos después que comas —le sonrió amablemente—. Es agradable ver tu cara cuando tienes que volver a comer lo que tu estómago no puede controlar.

Salió del calabozo en busca de Selene. No quería pensar mal de su difunta esposa y jamás le importó que ella fuera mala con algunas personas, pero Selene era completamente un ángel. No había razones para que ella fuera cruel, ¿verdad?

☆☆☆

Entró a la cocina y una sonrisa se le dibujó en su rostro al verla tan metida en lo que amaba. Selene estaba cortando algunas verduras mientras hablaba con la esposa de Spencer. Parecía que ambas se habían hecho muy amigas. Selene quería un poco de paz lejos de todo. Durante la semana pasada tuvo y sigue teniendo pesadillas al dormir. Los dolores en su cuerpo se fueron, la inflamación cedió y los moretones ya salieron todos. La mayoría los cubre con maquillaje, pero solo lo hace cuando va de compras. 

En la organización ya saben el peso de Selene y lo que sucedió anteriormente. La aparición de Bárbara la ha ayudado mucho. La mujer de Spencer es psicóloga, y aunque ninguno de ellos la necesita, Selene sí y por eso la trajeron aquí.

—Buenas tardes, señoras —dijo, llamando la atención de todos en la cocina. 

—Jefe —saludaron algunos empleados y soldados.

—Rabo —nerviosa, contestó Selene, haciéndolos reír—. Quiero decir... eso es lo que deberían prepararle a los perros de aquí.

—Ah... ¿Y qué se supone que comeré yo? —se cruzó de brazos, apoyándose en el marco de la cocina—. Quiero algo extremadamente delicioso.

—Jefe... yo... sopa... —Nikolas le asintió a su mujer con una sonrisa pícara.

—Hola, Bárbara. Spencer está detrás de ti.

—¡Mi amor! —gritó y se lanzó a sus brazos. La mujer era latina. Una hermosa castaña llena de curvas y como ella misma lo dice, de sazón. La mujer era de madre venezolana y padre colombiano. No pregunten como llegó a Grecia porque Spencer tiende a robar cosas...

Bárbara era su cosa favorita y la de Nikolas, lo estaba viendo con vergüenza.

—Retírense todos. Voy a hablar con mi chef personal —caminó hacia ella lentamente, notó como se fue poniendo cada vez más nerviosa y eso, lo estaba disfrutando mucho—. Buenas tardes, mi señora bonita.

—Te estás pasando, Nikolas... no tienes que ser así... —apartó la mirada. Selene no era de mucho hablar con él ni antes de los golpes, ni después de ellos, pero la estaba sacando de su zona de confort.

—No hice nada malo, Sel. Solo dije que quería comer algo muy delicioso —la acorraló en la isla de la cocina, ella miró ambos brazos a su lado y luego volvió a su bonita cara de Dios griego—. Quiero que me des algo delicioso.

El olor a remojado le llegó y la hizo fruncir el ceño.

—Apestas. ¿En dónde estabas? —él sonrió, pero se acercó más—. Nikolas, ¿estabas en el calabozo? 

Y sí, mató el ambiente. Él se alejó molesto y fue por agua a la nevera. 

—¿Vas a decirme por qué antes no podías hablar conmigo?

—¿Volvemos a eso otra vez? Te lo dije hace tiempo, Nikolas. Quiero vivir y ya no me importa si soy viuda.

—En la fiesta de fin de año todo pasará —murmuró—. Quiero que me digas las razones de tu cambio, Selene —sacó una botella de agua y la abrió.

—Era el saco de boxeo favorito de Daphne y su persona favorita para prohibirme cosas. De hecho, estoy rompiendo muchas reglas contigo. Todos los días.

El rostro de Nikolas se volvió indescifrable y su mirada juguetona volvió a cambiar. 

¿Acaso él también iba a pegarle?

Selene por instinto agarró el cuchillo con el que estaba cortando las papas y lo puso frente a ella como escudo. El griego suspiró y entendió que su aura mafiosa se hizo presente sin darse cuenta, mientras pensaba en las actitudes de Daphne con Selene.

—No te voy a lastimar, mi pequeña cobarde —dejó la botella de agua en la isla y fue a abrazarla—. No soy Gabriel ni un bastardo. Eso último sí, pero no contigo —besó su frente y le quitó el cuchillo—. Sigue preparando la comida. Voy con Spencer y por favor, ten en cuenta que debes buscar un vestido para la fiesta. 

—Debo estar triste para...

—Todos saben que Gabriel murió y que el matrimonio era sin amor. No pienses demasiado y prepárate para recibir otro hombre en tu vida.

Ella se alejó y lo miró molesta.

—¡No voy a casarme otra vez! ¡¿Acaso estás loco?! ¿No te diste cuenta de como terminaron las cosas para mí? —le gritó con lágrimas en sus ojos.

—Por lo menos deberías de preguntar quién es el nuevo hombre —dijo con seriedad.

—Nikolas, por favor...

—¡Pero pregunta! —le insistió inexpresivo.

—¿Quién es? —cuestionó después de un suspiro y el nudo en la garganta.

¿Tanto la odiaba que tenía que mandarla fuera?

—Yo —dijo obvio, ella abrió los ojos y se agarró de la nevera.

—Creo que no te escuche bien... —lo miró con sorpresa.

—Ah, no. Escuchaste bien. Seré tu próximo esposo. De hecho, estamos comprometidos desde que volviste a Grecia. Solo haré el anuncio en la fiesta. De esa manera, todo estará solucionado.

—Nikolas...

—Recupero lo que es mío, mi pequeña bebé —se acercó amenazante—. Te dije que estaba obsesionado contigo y es de una manera muy insana —besó su nariz—. Fuiste viuda mucho tiempo y no quiero que sigas sola.

—Nikolas, yo...

—No tienes opción —besó su frente—. Con eso estarás a salvo de todos y serás inalcanzable. Me doy por satisfecho.

—¿Por qué ahora?

—Porque te quiero conmigo.

—¿Me amas? —la miró a los ojos.

—¿Tú me amas?

—No puedo decir esas cosas y que sean audibles.

—Entonces te responderé cuando tú puedas decirlas y que sea yo quien las escuche —se miraron por unos segundos, hasta que ella decidió apartarse.

—No quiero otro matrimonio sin amor...

—Que tú no lo puedas comentar, no quiere decir que yo no lo sienta, Selene.

Y la dejó sola en la cocina.

¿Nikolas estaba enamorado de ella? ¿Pero cómo? Siempre fue Daphne...

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