9. Deseo

Daba gracias que los padres de Mark llegaran más tarde a casa cuando era momento de cenar, ahora tenían toda la privacidad del mundo para que el muchacho se explayara en sentimientos que estaban prohibidos para un religioso como él.

Su corazón golpeaba su pecho en un ritmo rápido y casi descoordinado, en serio tenía ganas de correr hacia alguna parte y chocar contra una pared, sostener su cabello de manera desesperada y arrancarse unos cuantos mechones. Tenía pánico de sentir lo que estaba sintiendo porque sabía que no había vuelta atrás, incluso si se esmeraba lo único que lograría sería auto convencerse de la manera más patética de que estaba "curado".

Pero ser homosexual no era una enfermedad.

—Respira un poco, vas a perder el conocimiento — Ten acarició su rostro, era el más "maternal" de los 3— esto es algo que ocurre y ya ¿Tú crees que si el ser humano tuviese la oportunidad de elegir, el mundo estaría así? El deseo y la atracción, son como un golpe de suerte.

—Puedo entender que seas religioso, amigo mío — murmuró Jungwoo a su lado, sonaba muy triste— y sabes que te amo, pero si crees que todo esto es porque te juntas con nosotros, nunca más volveré a hablarte.

Mark miró lentamente a cada uno, era religioso y tenía opiniones divididas respecto a lo que era correcto o no, pero no era estúpido al nivel de creer que esto era culpa de las personas que más quería en su vida.

—Van a tener que ayudarme —gimió— no sé qué hacer.

Chittaphon lo acurrucó en su cuello mirando los ojos del coreano, la única forma de ayudarlo era llevarlo al camino de la aceptación, no importaba si no era capaz de contarlo a sus padres en esta etapa, primero tenía que conocerse a sí mismo y saber qué era exactamente lo que le pasaba.

¿Le gustaba el género masculino o femenino? ¿Le gustaban ambos? ¿O esto solo se trataba de una atracción peligrosa a su ardiente profesor? Había una cosa que era cierta, iban a tener que cuidarlo mucho.

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Enterró las uñas en la almohada cuando todo lo que pudo sentir en ese momento fue el toque de un miembro caliente, húmedo, grande y exigente que deliciosamente la penetraba. Se sentía mareada, había salido a beber con unas amigas hace unas horas y ahora que estaba en casa sola despertaba en medio de la noche con el mejor sueño húmedo que había tenido en años.

Unos suaves gemidos brotaron dentro de sus labios, no podía mover mucho su cuerpo, solo los dedos de las manos y los pies eran la única manera de descargar el exceso de placer que estaba sintiendo. Boca abajo con el trasero casi parado y alguien bombeándola duro desde atrás, no quería despertar, quería obtener todo lo que este sueño le brindaba.

¿Acaso su vida real no era patéticamente seca en cuanto al sexo? Era una mujer guapa pero temerosa de las relaciones incluso si estas eran pasajeras o prometían toda una vida, simplemente se sentía bien consigo misma estando sola... aunque ahora que el interior de su cuerpo se rasgaba de placer, lo estaba dudando.

—¿Acaso no te gustaría que alguien te hiciera esto todas las noches? —murmuró una voz masculina medio distorsionada en su oreja, todo el centro entre sus piernas se humedeció al instante, era una voz aterradora pero sexy— nadie jamás podría igualar la penetración de un demonio.

No podía prestar atención a lo último, todos sus sentidos se estaban apagando. Ese "hombre" llevó las manos de ella para que las apoyara en el respaldo de la cama, antes de gruñir y penetrarla una, otra y otra vez con tanta fuerza que un humano no podría soportar. Youngho no tenía piedad si quería saciarse, el cuerpo de una mujer era solo eso, un cuerpo, un orificio húmedo, el hecho que esa mujer sintiera o viviera eran cosas que un demonio no tomaba en cuenta para atacar una víctima.

La escuchó dar alaridos, estaba en la fase donde un orgasmo inusual las atacaba, un orgasmo que solo un íncubo podía otorgar, un orgasmo que contraía sus entrañas y robaba por completo su energía.

Pero él, Youngho, no estaba en el mismo nivel de satisfacción. Mordió el cuello de la muchacha con tanta fuerza para dar una última estocada, de esa mordida brotaron unas gotas de sangre, de esa penetración solo resultó un orgasmo tan suave como la caricia de una pluma. ¡Mierda!

Enfadado salió del cuerpo de la muchacha para mirarla con desprecio.

—Llevo 10 como tú en esta noche —gruñó con los ojos rojos y la ira destilando en cada poro— ¡Y no he podido tener un puto orgasmo decente!

Las ventanas de la habitación de la mujer se trizaron y rompieron, los focos de luz de las calles alrededor también, las alarmas de seguridad de las casas tronaban, los perros ladraban sobresaltados para advertirles a sus humanos que algo malo rondaba allí.

Los cuchillos y elementos peligrosos volaban de un lado a otro, los muebles se movían, los gritos y rasguños en las paredes aparecían, todo aquello gracias a los servus que sabían que mientras mayor destrucción o pánico colectivo crearan, más iban a complacer a su amo Youngho que no pudo encontrar satisfacción en el acto.

Y en efecto, el íncubo cerró los ojos y sonrió un poco sintiendo el llanto de las familias asustadas en el sector. Se llenó de la energía colectiva negativa y salió de allí en una niebla negra junto a sus sirvientes, dejando atrás al cadáver de una mujer y una noticia que saldría en todos los medios como ' ¿Ataque terrorista?'

Cuando apareció en el departamento de lujo que había comprado en Vancouver, Canadá, frunció el ceño al ver allí a Yukhei y Taeyong de brazos cruzados con las cejas alzadas. Era en estos momentos en los que deseaba que los demonios no tuvieran la capacidad de aparecer de la nada ¡Quería estar solo!

—¿Sabías que la ciudad de Valdivia en Chile tuvo el terremoto más alto registrado en la historia de la humanidad? —Yukhei se paseaba con una sonrisa ladeada y su cuerpo desnudo— y hoy causas un ataque en la misma ciudad, explotando ventanas y cuanta cosa había kilómetros a la redonda ¿Quieres que tu arrebato de ira lo llamen el pequeño terremoto, 58 años más tarde?

—Que Dios te bendiga, imbécil —escupió enfadado, apretó sus manos antes de escuchar como Taeyong hacía un sonido con los labios, eso había sido un "insulto" muy feo.

—No es culpa mía que no encuentres satisfacción en las latinas, yo la he pasado increíble con ellas ¿Estás perdiendo tus dotes de íncubo, amigo mío? ¿O será que la falta de satisfacción tiene el nombre de un niño que empieza con la letra M? espera... ¿Cómo se llamaba? ¿Mark Lee?

Sin soportar las burlas de Yukhei, Youngho le lanzó un jarro de porcelana a la cabeza que costaba millones de dólares, pero el demonio lo desvió con facilidad y empezó a reírse. Había venido con Taeyong con otro propósito, pero ver los ojos rojos cargados de ira de su "colega" solo lo motivó a mofarse de su estado. Él, Youngho, nunca admitía cuando las cosas no salían cuando estaban mal, él, Youngho, el gran íncubo, nunca podía equivocarse o fallar.

Momentos como este revelaban la personalidad caprichosa de un demonio.

—¡No nombres a ese caprichoso de mierda! —bramó Youngho, con su cabello negro despeinado y sus alas negras desplegadas en todo lo alto como signo claro de toda la ira que sentía en este momento.

Los demonios chasquearon sus dedos para llevar ropa puesta y sentarse con mayor comodidad en uno de los sofás de cuero rojo que había en la sala de estar. Sus rostros adquirieron mayor seriedad lo que captó de inmediato la atención del enfadado íncubo. Sus alas extendidas por lo alto adoptaron una posición de baja y "aparente" calma tras su espalda logrando rozar el suelo, estaba dispuesto a escuchar.

Taeyong lo miró fijamente.

—Acabamos de llegar del inframundo, hay cosas que hemos querido decirte —gruñó en respuesta a sus palabras— Irene puso una queja contra nosotros pero no siguió los conductos regulares.

"Hija de perra" masculló Yukhei recordando la noche en la que la sorprendió posada arriba de un aterrado Jungwoo, sí, aquella noche que de no haber sido por sus besos o sus abrazos, él habría muerto. Había querido vengarse pero no quería levantar las alarmas a los grandes mandos que él estaba caminando por terrenos prohibidos para un demonio.

—Se quejó ante el gran Asmodeo.

Los ojos de Youngho se abrieron como dos enormes perlas ¡¿Asmodeo?! ¡No estaban hablando de algo menor! Asmodeo era uno de los 7 príncipes del infierno, perteneciente a la primera jerarquía del mando, el amo de la lujuria y la corrupción sexual, el verdadero origen de todo íncubo y a quien tanto ellos como Rosier (el rey de íncubos y súcubos) le debían su respeto y tributos.

—En realidad, se quiso quejar ante en señor Asmodeo —interrumpió Yukhei, antes de esbozar una sonrisa con sorna— pero los protectores no le permitieron acercarse, consideraron sus quejas una burla para el amo, así que con mucho esfuerzo le permitieron acercarse a los mensajeros del gran Rosier para que le enviaran su mensaje ¿Sabes que dijo? que estábamos deliberadamente abarcando territorio que le correspondía a ella y sus compañeras como súcubos.

Así continuaron explicándole a Youngho que tuvieron que "viajar" al inframundo porque los mensajeros de Rosier querían entregarles un mensaje: Rosier no estaba dispuesto a responder las quejas patéticas de una caprichosa súcubo, podían continuar con lo que hacían todo el tiempo incluso si se les apetecía tomar hombres puesto que eran muy buenos sembrando el mal.

En resumen, Irene había sido humillada pero ¿Qué acción tomarían de ahora en adelante si quería continuar con sus constantes ataques? incluso ella estaba en su derecho de hacerlo.

—Puedes gesticular todo lo que quieras, Youngho, pero te recuerdo que esa demonio está obsesionada contigo, que atacó a tu víctima y que te enfadaste, fuimos los dos a enfrentarla ¿Me vas a hacer creer que todo te tiene sin cuidado? Ahora empezó a atacar a los amigos de Mark Lee.

—Pues que haga lo que le plazca, soy totalmente ajeno a ese maldito ilegal y todo lo que le rodea ¿Quiere follarlo? Que lo haga —tensó sus dientes, el fuego rojo de la ira llenaba sus puños— es una súcubo y él un hombre, punto.

—Entonces creo que con Taeyong iremos a follarlo también, no hay nada más delicioso que un religioso ¿Verdad? —El pelirrojo asintió con calma antes de levantarse del sofá.

"Pescó el anzuelo" pensó Yukhei cuando Youngho bramó todos los insultos posibles en todos las lenguas humanas que podía, había tenido un ataque de ira en Sudamérica ¿Quién podía detenerlo de crear un caos en medio de Vancouver?

Después de caminar en círculos como león enjaulado, Youngho desapareció en una niebla negra ante la risa de sus colegas. Podía creer que los engañaba pero no era cierto, ese demonio era obstinado, patético y todos los calificativos perfectos para alguien que se negaba a aceptar que estaba interesado en un "niño".

"Tarde o temprano va a caer" murmuraron al unísono antes de servirse una copa de vino.

El pelirrojo se acercó a la ventana a mirar la ciudad de noche, algunas inquietudes brotaban en su pecho y lo presionaban demasiado.

—No estoy ni quiero estar a tu nivel de obsesión con un humano —El rubio frunció el ceño, incluso si TY sabía que estaba "enamorado" de Kim Jungwoo no tenía conocimientos del alcance de sus sentimientos ni lo que hizo con él en el pasado, nadie lo sabía— pero es claro que Chittaphon Leechaiyapornkul me está arruinando... ¿Te das cuenta que estamos trasgrediendo nuestra esencia? ¿Te imaginas lo que llega a suceder si en el averno se enteran?

Yukhei lo alcanzó por detrás y descansó una mano en su hombro, guardar esperanza para mantener el delito en secreto era importante.

—A diferencia de Dios, Satanás y todos nosotros no somos omnipresentes, no te preocupes, existen las maneras...

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Apareció como un ente invisible en aquella habitación, su ira estaba al límite, odiaba que pusieran en duda su virilidad, su competencia como íncubo y más que creyeran cosas que no existían.

Iba a follar a ese muchacho para acabar con él y así todas las malditas cosas que sucedían, pero cuando creyó que podía caminar decidido a la cama, se dio cuenta que allí habían 2 personas.

Se detuvo, entrecerró los ojos y se percató de los inquietantes detalles como que el hermano del corderito emanaba un aura demasiado pura, había desafiado la muerte, tenía una marca de luz en su pecho, pero una luz que flaqueaba.

De pronto miró hacia el lado, con el rostro apoyado en el hombro de su hermano, allí estaba Mark Lee, sus ojos fijos en el techo, con la luz tenue de la lámpara haciendo notar las lágrimas que caían de sus ojos. Estaba agobiado y la curiosidad en el íncubo era demasiada, no podía irse aunque quisiera.

—Entonces es eso lo que sucede —susurró Felix, apretando la mano derecha con la izquierda de su hermano, firmeza, seguridad, necesitaba brindarle aquello.

—Tengo tanto pánico que no te miento, Felix, me gustaría correr contra una pared y acabar con esa inquietud que me carcome el pecho —Youngho dio unos pasos más cerca de la cama para mirarlo con el ceño fruncido desde su gran altura ¡¿Qué le estaba pasando?!— estoy condenado, necesito curarme de esto, a mí me gustan las chicas, esto es solo una confusión adolescente.

Se hizo un silencio en el cual solo podía escucharse los sollozos del adolescente y la respiración calma de su hermano, incluso si ambos eran hijos de una pareja religiosa, no tenían que replicar las actitudes de sus padres, podían encontrar el equilibrio.

—Las enfermedades se curan, Mark, la homo o bisexualidad no, porque no lo son ¿Sabes la razón por la cuál no estoy alterado? —el corderito lo miró con el ceño fruncido— porque no hay nada, absolutamente nada de malo en eso y tampoco creo que Ten o Jungwoo te hayan influido, yo creo que cuando algo tiene que ocurrir ocurre y ya, incluso si es el amor.

—Esto no es amor —secó sus lágrimas con furia— esa persona de la que te hablo es un capricho, pero se me pasará.

La ansiedad en el íncubo empezó a aumentar, Mark Lee podía estar con quien quisiera pero el solo hecho de pensar que podía haberse fijado en otra persona lo estaba sacando de sus casillas.

¿Y si lo ocurrido en el campamento solo podía haber sido una vía de escape porque esa otra persona no lo tomaba en cuenta? él utilizaba a las personas para su propia conveniencia, pero nadie podía utilizarlo a él.

Se sintió tan asqueado que salió de allí al instante, si antes no quería ver a Mark Lee, ahora menos, era una mierda manipuladora ¡Que Irene se lo llevara al infierno!

Mark asustado miró hacia atrás, un frío y calor repentino rozó su espalda pero una sensación que desapareció tan pronto llegó. Miró a Felix, su hermano no tenía idea quien era ese hombre al que le gustaba y tampoco iba a decirle, bastante conflicto sentía con que fuese una figura masculina ¿Cómo reaccionaría si le decía que no podía quitarse de la cabeza a su profesor?

—Tienes que estar tranquilo, independiente de lo que pase de aquí en adelante, yo jamás diría algo a nuestros padres, no sin tu consentimiento así que puedes estar seguro que tu secreto está a salvo conmigo y que sin importar que, sigues siendo una de las figuras más grandiosas de mi vida.

Mark tragó el nudo en su garganta y lo abrazó dejando que todos sus pavores fluyeran lejos de aquí, si su hermano y amigos lo apoyaban podría dirigir de mejor manera sus pensamientos a una aceptación.

Necesitaba una señal divina ¿Dios se la daría si se la pidiera? De pronto la pluma negra que guardaba en una de las repisas de madera cayó cadenciosamente en el aire hasta posarse en la lámpara. Nunca entendió de dónde venía ni qué representaba, pero el pequeño gesto llamó profundamente su atención.

Martes 8 de mayo 2018, 3 días después

Sintió el aire cargado de una energía especial cuando aquel hombre entró en el gimnasio con pantalones deportivos negros que se ajustaban bien a su cuerpo y una camiseta sin mangas gris. Las chicas que se iban con la profesora de deporte al otro gimnasio, tropezaron entre ellas y contra la pared. era imposible para todo ser humano no quedarse viendo a esa figura de 1.90.

El profesor Suh las saludo con una sonrisa ladeada mientras chillaban emocionadas ¡Pedazo de hombre! si se contenían de decir o hacer alguna obscenidad era por la gran crianza y prácticas religiosas que tenían encima.

Mark levantó la barbilla y dijo con un escueto 'presente" cuando Johnny Suh pasó la lista, el demonio movió levemente su ceja pero continuó.

—Deberías enfrentarlo —susurraba Jungwoo minutos después cuando estaban haciendo elongaciones— en algún momento, tienes que tener en claro que es lo que le sucede a él también, digo, es un profesor, ni siquiera sabes qué edad tiene.

Asintió, por supuesto quería saber que estaba pasando por la cabeza de ese hombre ¿Acaso era justo que solo él tuviese la presión y la culpa mordisqueando sus entrañas?

Jugaron un partido de básquetbol en la media hora restante, los jugadores fueron divididos al azar en los equipos. Para sorpresa y agrado de todos, el señor Suh se incluyó en uno porque los demás alumnos estaban agotados. Cuando levantó la mirada vio frente a frente a Mark Lee, el muchachito estaba en el equipo contrario.

—10 minutos de partido, las reglas son simples ¿Comprendieron?

"Soy bueno en esto", se dijo Lee, y no mentía, el muchacho era muy bueno jugando.

Al inicio la pelota cayó en sus manos y empezó a darle bote contra el suelo mientras se desplazaba por el gimnasio, le dio un pase a otro chico pero el equipo contrario también sabía de tácticas.

Todos se divertían aunque Jungwoo era el único que podía darse cuenta que había una tensión entre el profesor y su mejor amigo, no por nada estaba mordiéndose los labios con gusto cuando se evitaban.

Pero llegó un momento en que la tensión superó la paciencia del íncubo. Estaba tan enfadado viendo lo bien que jugaba el cordero, que, cuando tuvo la oportunidad de quitarle el balón, usó todo el costado de su cuerpo como una muralla provocando que el muchachito fuera desplazado por el suelo, nadie podía contra la fuerza de un demonio.

—¡Mark!

Gritaron sus compañeros al unísono.

El muchacho sintió su espalda arrastrarse por el suelo y unas náuseas que tomaban control de su cabeza y estómago, eso había sido apropósito. Con enfado, cansado y sudado, se paró de inmediato y miró fijamente los ojos de su profesor ¡¿Qué mierda estaba pensando?!

Pero las palabras no salían de su boca, la ira era mucho más fuerte, se sintió tan avergonzado que no le importó que estuvieran aún en clases, pateó el balón que dio contra una pared antes de salir del gimnasio hacia un destino desconocido para los demás. Sus rodillas estaban heridas y sus codos también, incluso habían caído unas gotas de sangre.

¡Hijo de perra!

Youngho, que respiraba agitado, murmuró a sus alumnos que podían ir a los camarines a ducharse y cambiarse mientras él iba a ver a Mark. Nadie podía comprender la reacción exagerada de su compañero, estaba "claro" que había sido un incidente.

Sí, claro.

El íncubo olfateó el aire en busca del olor característico de ese muchacho, una esencia que lo había dejado loco desde el día en que chocaron entre sí. Se había acabado, ya estaba decidido que hoy sería el último día que prestaba sus servicios a la maldita escuela católica ¿Con qué objetivo si él ya no quería a Mark como su víctima?

Si no hubiera cámaras de seguridad cerca se habría ido en una niebla negra, pero no, en cambio ahora caminaba rápidamente por los pasillos sintiendo más y más cerca la presencia del muchacho. Al ver la puerta semiabierta de su oficina la ira aumentó ¡Él estaba allí!

Dio grandes zancadas, cerró la puerta de golpe y con llave antes de voltear y ver al corderito con los puños hacia los costados y su cuerpo temblando, el sudor en su piel no se había secado y su cabello estaba húmedo pegado a su piel. Él también estaba en igualdad de condiciones, su cabello negro estaba desordenado hacia atrás, su piel perlada, su respiración agitada. Esto iba a terminar mal.

—¡¿Qué mierda es lo que le sucede?! ¡¿Cuál es su maldito problema?!

—Esa boca y esas palabras no son lo que un buen hijo de Dios diría —levantó una ceja, su figura completa de 1.90 metros estaba apoyada en la puerta— te detesto.

—Es un animal ¡Me empujó a propósito! —dio grandes pasos y lo golpeó en el estómago— ¡¿Es ese el comportamiento de un hombre que es un profesor?!

Youngho utilizó la misma fuerza para quitárselo de encima y desplazarse a otra parte de la oficina, el enfado en el humano no hacía más que verlo deliciosamente atractivo y él no quería verlo así.

—Vamos a dejar las cosas en claro ¿Sí? porque parece que no supera el hecho que le lancé una maldita tasa de té en ese campamento —gruñó, todo el valor que no creía tener estaba saliendo a flote, todas las malas palabras que jamás dijo en su vida estaban siendo pronunciadas— sí, lo besé, sí, estuve encima suyo meciéndome ¿No vamos a hablar de eso? ¿Vamos a hacerlo pasar como si nada?

—Que curioso, Mark Lee, yo recuerdo muy bien que quien entró en estado de negación fuiste tú murmurando que no eras gay, fuiste tú quien lloró... yo nunca me voy a negar a lo que venga, eso no te hace especial.

Ese había sido un golpe bajo, la boca del muchacho se abrió tanto incrédulo ante sus palabras. Sí, por supuesto que sabía que él mismo quiso poner una barrera al principio, pero le había costado reconocer, a pesar de lo enfermo que se sentía por ello, que le gustaba en demasía a su profesor. ¿Y ahora Johnny Suh decía con tanta facilidad que no le había afectado en nada?

No quería ser sensible, pero su alma y su interior ya estaban lo suficientemente acabados, había llorado mucho creyendo que "sentirse gay" era un pecado, y tal pareciera que aún le quedaba mucho más por llorar.

Secó sus lágrimas con furia, caminó decidido a la puerta pero antes de poder girar el pomo de esta, el gruñido de su profesor llenó el lugar.

Estaba tan aturdido que fue fácil para el íncubo acorralarlo contra una pared y empotrarlo en ella y su cuerpo, las piernas del muchacho lo rodearon a la altura de sus caderas. Enfadado tomó su barbilla para que se miraran fijamente.

—¿A qué quieres jugar? —susurró, ambos estaban jadeando por el juego de básquetbol anterior y por la tensión sexual— yo no soy el juego de nadie, menos de un niño ilegal.

—No soy un niño —le temblaba la voz— soy un hombre que a pesar de lo mucho que le aborrece la idea, desea con ímpetu a su profesor de deportes ¿De verdad le soy indiferente?

Youngho cerró los ojos, podía contar hasta 10 y obviar todo, pero era imposible creer que no sentía contra su pantalón la deliciosa erección de Mark Lee, que la mezcla de sudor y agitación no estaba jodiendo su esencia de demonio, que las lágrimas en él no le enfadaban o preocupaban.

En un movimiento veloz lo pegó a su cuerpo como si se tratara de un pequeño koala, con una mano y en un solo viaje desechó todo lo que tenía en el escritorio y utilizó la superficie para acostar el cuerpo del niño. Ni siquiera le dio tiempo de quejarse o sorprenderse, solo respondió a sus instintos animales para separar las piernas del muchacho e inclinarse hacia adelante para devorar su boca sujetando su cabeza por la nuca.

Era un beso lleno de furia, pero un beso tan caliente que ambos gimieron, el mayor lo obligó a separar los labios para chupar su lengua con la suya. Nunca había besado a nadie, ni siquiera a la maldita de Irene ¿Por qué era tan sublime hacerlo con Mark?

Estaba entrando en un trance hipnótico, su cadera se meció contra la entrepierna del muchacho, podía follarlo, podía acabar con toda esta locura y matarlo ahora, pero cuando dejó de succionar sus labios, lo miró fijamente a los ojos.

Sus ojos brillaban, sus boquita entreabierta parecía pedirle a gritos ser probada de nuevo. La conversación que había tenido dos noches atrás con su hermano ¿Se referían a él?

Miró su entrepierna, estaba erecto y por él. La posesividad del demonio se hizo más fuerte que nunca, el corderito católico lo deseaba. ¿Era capaz de dejarlo a la suerte de Irene, la súcubo? ¿Era capaz de compartirlo con otros? ¡Jamás!

Con un solo movimiento lo levantó y sentó en el escritorio, el niño estaba a su merced.

—Un día, tarde o temprano, voy a comer cada rincón de tu bonito cuerpo —lamió el costado de su cuello, era delicioso el sabor de su sudor con la mezcla de la excitación. Mark gimió roncamente, sus dedos estaban enterrados en la espalda de su profesor— un día me vas a llevar a la locura —volvió a besarlo porque no podía abandonar su boca, era una mierda arrastrada por eso. Lo mordisqueó un par de veces— un día vas a tener que hacerte responsable de esto —sostuvo con cuidado la mano del muchacho antes que lo llevase sobre su pantalón, por instinto el alumno le sostuvo el miembro y abrió los ojos con ímpetu— un día no me va a importar tu edad y tampoco aceptaré una negativa de tu parte, no soy el juego de nadie ¿Entiendes?

Asintió con cuidado antes de pararse, llevar las manos al cuello de Johnny Suh y atraerlo para que lo besara, lo único que el alumno necesitaba era callar las voces de culpa en su cabeza con las caricias pecaminosas que le estaba dando, y el demonio lo único que quería era imprimir en su boca el sabor de su nueva y única obsesión, su niño... su corderito.

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