26. Adiós, hermano
Las ventanas de la habitación empezaron a congelarse, el ambiente empezó a carecer de todo tipo de vida, algunas paredes temblaron, todos los perros que habitaban en 1 kilómetro a la redonda aullaban desesperados porque algo realmente negativo estaba cerca.
Lo había visto, Youngho, su primer íncubo de belleza natural y quien se había caracterizado por ser un devoto de seguir los preceptos del gran amo Satanás, le había entregado de su energía a un humano que había estado a punto de abandonar su cuerpo, le había dado "vida" a alguien que adoraba a los infelices "blancos" del cielo como Dios y Jesucristo.
Asmodeo, que se presentaba como un ser tétrico, extremadamente delgado cubierto por harapos negros, alas grotescas y una altura que llegaba hasta el techo, se acercó decidido hasta Felix Lee con la mano estirada para apagar la llama que espiritualmente cada ser humano cargaba en su pecho. Eso para empezar, porque estaba decidido a destruir todo lo que rodeara a los íncubos, incluso a ellos borrarlos de la existencia como los cuervos lo hicieron con Irene.
¡Había sido engañado como a una rata! Pero cuando rozó la cama del frágil Felix Lee, una mano cálida se apoyó en su "hombro", una luz blanca y una detestable parsimonia que lo hizo gemir y voltearse para que su horroroso rostro se degradara aún más.
Era el ángel de la tercera jerarquía y de quien iba a estar eternamente obsesionado.
—Ni siquiera te atrevas a tocar a un cordero del rebaño de nuestro señor.
—Kun —fue todo lo que Asmodeo pudo decir antes de que su apariencia se fuera disminuyendo hasta transformarse en el serafín que alguna vez fue— Kun... ¿Por qué me haces esto?
—Alguien que ama no seria capaz de dañar a otros como tan vilmente lo has hecho con todo el séquito que lidera Satanás, no has cambiado en lo absoluto, tu impoluta apariencia no es más que una máscara —decidido dejó los dedos sobre el cuello de la criatura malvada mientras se quemaba, los ojos "rasgados" de Asmodeo se cerraron mientras gritaba— vas a perder tu dominio sobre ellos y no podrás detenerlos ¡Vete!
Los quejidos y sonidos tétricos que emitía aquella poderosa criatura lograron romper un par de vidrios de la habitación, pero los humanos estaban hechizados por el ángel para que no cayeran en la locura.
Mientras más luz emitía el cuerpo de Kun, más intolerable se hizo Asmodeo pero fue imposible resistir más tiempo cuando el ángel cerró los ojos y empezó a rezar en la lengua que hablaban ellos.
Desapareció entre niebla negra y llamas dejando un completo caos a su alrededor.
Fue el mismo ángel quien devolvió todo a su estado natural, se desplazó hasta la cama del adolescente y depositó un suave beso en su frente.
—Ya no falta nada, ya vas a poder descansar... solo resiste 2 días más.
Dicho aquello levantó las manos pidiéndole al ser superior que obrara a través de ellas, fue la única manera de crear una "barrera" que ningún ser del inframundo pudiera atravesar, una barrera que estaba contra el tiempo.
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Observó turbado sus manos preguntándose cuanto tiempo le había obsequiado a Felix y si Dios iba a tomar cartas en el asunto por interferir en sus planes. No podía, simplemente se había sentido incapaz de dejar que la ínfima luz en su pecho se apagara esta noche cuando el corderito no estaba a su lado para acunarlo y decirle adiós. Mierda, es que ni siquiera estaba actuando como demonio, ya no quería ser uno ¡Pero no podía desprenderse de su origen como tal!
Chasqueó los dedos para que un espejo apareciera frente a sus ojos, sus alas estaban muy poco agraciadas y no podía detener la caída de las plumas, esto no era normal y estaba seguro que no era lo mismo por lo que había tenido que pasar Yukhei.
Como si lo hubiera llamado con su mente, el rubio y Taeyong se hicieron corpóreos a través de la niebla negra, pero se quedaron con apariencia humana para poder sentarse de manera más cómoda en los sofás de la sala de estar.
Leyeron las emociones en el rostro de Youngho, algo lo preocupaba.
—Acabo de regalarle un poco más de vida al hermano de Mark —murmuró—pero la inquietud en mi pecho no me deja tranquilo, me está doliendo, me está quemando y siento que algo muy importante va a suceder pero no puedo dilucidar si es algo bueno o malo para el ser humano.
—Se te acaba de caer otra pluma al suelo —el rubio se agachó, la sostuvo y la observó desde todos los ángulos que podía mientras la hacía girar entre sus dedos— quisiera detener el proceso, pero esta vez no sé la manera de cómo hacerlo.
¿Será un castigo de Dios? Youngho arrastró sus pies después de hacer desaparecer el espejo, se sentó sobre la alfombra cuando adoptó la apariencia humana y abrazó sus piernas, sus amigos lucían preocupados. Los únicos que podían entender el tormento que empezaba a crearse eran ellos, al parecer tenían vivencias similares.
—Tener sexo es algo que hemos estado haciendo por miles de años, pero he llegado a un punto donde no creo ser capaz de robarle la energía a una humana desdichada sin sentirme culpable —rechinó los dientes—lo que hicimos en Diavolo hace unos días fue una locura deliciosa que repetiría solo si los 6 quisiéramos experimentar un sexo libre, pero estar con el corderito, adorar su cuerpo, tocarlo, sentir que está disfrutando tanto como yo es algo que anhelo todo el tiempo...
—Es lo mismo que nos sucede a nosotros —Taeyong ajustó el collar negro— maldita sea y tenemos un club sexual y unos servus que alimentar, unos servus que parecen estar más de nuestro lado que del inframundo.
—La gente puede joderse entre ellas, podemos gozar entreteniéndoles pero asesinar es... —Yukhei meneó la cabeza con los ojos cerrados y la desesperación carcomiendo su existencia— quisiera ser el hombre que Jungwoo se merece, ya no quiero ser demonio, ya no quiero asesinar y maldecir al hombre que amo con mi compañía.
¿Dios los estaba castigando...? En ese momento Kun se hizo corpóreo después de que unos cuantos destellos de luz blanca inundaran el departamento, su rostro aunque reflejara calma podía decir muchas cosas, por como levitaba o se acercaba a ellos decía a leguas que había "malas noticias".
Necesitaba ir directo al grano pero se tomó el breve tiempo de arrodillarse frente a ellos y extender las preciosas alas blancas hacia atrás para poder entregar calma. Los íncubos ni siquiera se sintieron irritados por su presencia, tampoco cuestionaron su aparición, solo abrieron sus ojos aún más.
—Necesitan escuchar esto, pero con el compromiso que no viajen al inframundo a cometer una locura antes de tiempo —suspiró antes de mirarlos uno por uno— Asmodeo presenció el momento exacto en el que Youngho le entregó la energía a Felix e incluso intentó acabar con su vida.
De inmediato abandonaron su apariencia humana cuando la ira y la preocupación se aferraron a ellos.
Se pararon de sus asientos con violencia, sus alas negras estaban elevadas, sus ojos más rojos que antes y el fuego rodeaba sus puños como si tuvieran la sola posibilidad de enfrentarse al demonio que los había creado, Pero Kun no hizo más que extender las manos y descenderlas rápidamente, fue la única manera de que los demonios terminaran cayendo de vuelta al sofá sin la posibilidad de pararse.
—¡Déjanos ir maldita sea! —bramó Youngho, estaba despeinado y encolerizado— ¡Necesito enfrentarlo!
—¿Con qué propósito, si tu amo desea imperativamente acabar con tu existencia y la de tus amigos? —cerraron sus bocas de inmediato— ¿Quieren dejar todo el esfuerzo atrás y que Asmodeo manche sus manos con la sangre de los hombres que aman?
Desapareció la barrera que les había impuesto porque sabía que los propios temores los detendrían, sintió lástima, estaban luchando contra su propia naturaleza.
Bajó el tono de voz y los observó de nuevo con respeto, necesitaban ser guiados.
—Felix está protegido por una barrera que ningún ser del infierno puede atravesar —miró al pelinegro— una protección que abarca a los hombres que aman, a sus familias... y a ustedes, así que no cometan una locura, es una barrera espiritual que no actúa en el inframundo y también es una barrera que va a deshacerse muy pronto.
Los 3 agacharon la cabeza, lo peor que les pudo haber pasado era que Asmodeo apareciera repentinamente en el peor momento posible, proteger a sus humanos sería una tarea titánica donde las soluciones parecían no existir. Kun se paró porque tenia que volver de donde provenía, pero antes de salir los observó con compasión, aquellos 3 demonios eran mucho más de lo que creían ser.
—¿Qué tal si la barrera se rompe antes? ¿Qué tal si no pueden volver a estar junto a quienes aman? ¿Hasta donde están dispuestos a llegar por amor? nunca... por favor —observó fijamente a Youngho— nunca pierdan la oportunidad de expresar lo que sienten.
Cuando quiso desplazarse hacia la ventana, rozó el costado del íncubo de pelo negro y se detuvo solo medio segundo para susurrarle que pronto se volverían a ver. El mismo mensaje desde que lo había visto por primera vez.
Al otro día, domingo 22 de julio.
Sentía los párpados profundamente pesados, un dolor incipiente en el centro de su cabeza, aún le quedaba mucho por dormir y es que anoche le había costado conciliar el sueño. Estaba boca abajo abrazando una almohada cuando en medio de sus sueños pudo sentir la suave voz de Jungwoo que mecía su hombro con la delicadeza que lo caracterizaba. No se escuchaba contento. Aturdido empezó a parpadear mientras trataba de enfocar la figura de su amigo, sus ojos estaban húmedos, estaba o iba a ponerse a llorar.
—Tu madre acaba de bajar para preparar el desayuno pero... fui a la habitación de Felix y... ven, necesito tu ayuda.
El muchacho asintió antes de salir de su cama de un solo salto, aunque su mejor amigo le advirtió que no hiciera demasiado ruido ni corriera por los pasillos, Feliz estaba profundamente dormido, sin embargo un detalle era alarmante.
Cuando ingresaron a la habitación, Mark siguió a Jungwoo y observó donde le indicaba con un dedo. Las lágrimas se hicieron instantáneas en ambos cuando se percataron que las sábanas tenían una gran mancha húmeda, el pobre adolescente había perdido el control del esfínter urinario.
Negó con la cabeza y miró al cielo, esto iba de mal en peor. Mark secó sus mejillas y se inclinó cerca del rostro de su hermano para hablarle, los especialistas habían dicho que era altamente probable que en la última etapa de su vida algunas funciones corporales se perderían.
—Felix... Felix despierta —acarició su pálido pómulo, tuvo que mecer con cautela su hombro derecho— hermano, necesito que me observes —notó como movió ínfimamente los ojos bajo sus párpados pero aún así era insuficiente. Inclinó la cabeza y depositó un suave beso en su frente, su voz se quebró— hermanito, un esfuerzo más, te tengo que cambiar de ropa.
El menor gimió de dolor pero aún así se esforzó por abrir los ojos como si fuese la tarea más difícil que le habrían dado. Quería sonreír porque sabía que se había orinado como un pequeño cachorro, pero cada uno de sus músculos parecía sufrir así que apenas movió los labios.
Ayer había podido probar después de mucho tiempo su helado favorito, había paseado y había tenido su primer beso gracias a Changbin, iba a ser el dulce secreto que llevaría consigo al cielo. Dentro de su estado deplorable había estado relativamente estable, pero ahora con tan solo unas horas de diferencia sentía como si un camión hubiese pasado sobre su cuerpo.
—Jungwoo ¿Puedes ir a avisarle a mis padres? —"Zeus" asintió con los labios temblando y los ojos enrojecidos, salió de allí sin emitir un solo ruido. Mark miró a su hermano y acarició su rostro lleno de amor, en estos momentos la diferencia de edad parecía mucho mas que solo 1 año— vamos a tener que colocarte pañal de adulto, Felix, tu piel puede irritarse muy feo si quedamos así nada más ¿Me autorizas?
Asintió y murmuró con apenas una voz que "sí". Dios, el menor podría tener un arsenal de bromas que hacer respecto a la situación para que el ambiente fuese más distendido, pero no podía hacer nada más que existir, sentía que estaba viviendo tiempo prestado.
Los padres de Lee llegaron con calma gracias a que Jungwoo les rogó que lo hicieran, Felix se estaba apagando y no necesitaba escucharlos llorar o gritar a su lado, tenían que tomar el proceso con respeto para que pudiera irse con libertad. Estaba claro que no podrían llevarlo a darle un baño asi que con toallas empapadas lo limpiaron por todas partes, aplicaron crema en su piel y sí, tuvieron que colocarle pañal de adulto.
Iban a volver a acostarlo pero Felix negó con la cabeza, quería estar ahora en el primer piso.
—Lis... lista... lis... ta —murmuró con la garganta seca y observando la hoja en el mueble.
De inmediato su padre Andrew la sostuvo, anoche habían alcanzado a ver las estrellas y beber té en los jardines de la casa pero faltaba una sola cosa, la fotografía. Asintió a su hijo antes de tomarlo en brazos y bajar con él a la sala de estar mientras su madre, Hyojin, había manifestado su deseo por salir al centro comercial a comprar elementos para hacer del retrato un momento gracioso.
—He llamado a Chittaphon, señora Lee, él irá a comprarlo y vendrá aquí, no quiere que se separen de sus hijos —murmuró suavemente Jungwoo. El último deseo del muchacho y su lista estaría completa.
Mark cubrió con una manta a su hermano que estaba acunado entre los brazos de su padre, había dicho que no quería usar más el oxigeno, solo quería mantenerse con ellos alrededor independiente si había lágrimas o risas.
Se sentía en paz y agradecido porque abandonar la quimioterapia fue una decisión muy sabia, estaba en su casa.
—Yo sé que.„ que es.. "toy" vivi.. viviendo tiem... iempo prestad... do —gimió, los pulmones se esforzaban por tomar aire, se apoyó más fuerte en el pecho de la camisa de su padre— segur... a.. amente ma... maña„. na yo no es... taré aquí.
—No te agotes hablando, mi amor, yo sé que ya te es difícil —su madre sostuvo sus manos y fue besando cada uno de sus dedos, había llorado tanto estos días para que cuando el momento de que Dios decidiera llevarlo a su lado llegara, pudiera ser solo un poco más fuerte— una parte de tu lista decía que no querías morir diciendo palabras cursis como en las películas ¿Puede decirlas mamá y papá para ti?
Felix sabía que sus padres y su hermano se estaban esforzando, todos en el fondo eran sentimentales por naturaleza, así que incluso él sintió un nudo en su garganta, había nacido en la familia correcta. Mark se sentó al lado izquierdo de su padre, su madre al lado derecho, todos alrededor del muchacho. Jungwoo había decidido ir al baño que tenia su habitación para poder llorar allí y no ser escuchado, la familia Lee merecía ese íntimo espacio.
—Estoy agradecida de tenerlos como hijos míos, a Mark y a ti, con su padre nos casamos con la esperanza de formar una familia y aunque después de Felix no pudimos tener más hijos, creo que Dios creyó que eran los correctos... mi niño hermoso —el menor sonrió apenas, incluso en sus mejores tiempos y con una voz aún más ronca que la de su hermano mayor, nunca dejaron de considerarlo un bebé— nunca dejarás de ser un guerrero para nosotros, porque no solo luchaste contra el cáncer, nos enseñaste a aprender a decir basta, nos estas enseñando a dejar ir, nos enseñaste lo que es dignidad y mucho amor... gracias por ser simplemente tú.
Moduló apenas entendible que también los amaba y que no les diría donde estaba escondido el tesoro. Aun así quería seguir haciéndolos reír. Era un ángel por naturaleza.
Mark besó los nudillos de su mano izquierda, podía escuchar los gemidos que tenía ¿Qué tanto dolor estaba pasando? ¿Qué tanto esfuerzo estaba poniendo para mantenerse vivo unas horas más? Pero la angustia superó el deseo de querer fingir que estaba bien.
Ten ya estaba comprando pintura e incluso alguna gorras graciosas, las dependientas de la tienda le preguntaban que clase de fiesta armarían, pero cuando fue sincero y mencionó el adiós de Felix, decidieron obsequiarle todo.
En ese momento en el que su mejor amigo tailandés estaba en camino, Mark murmuró que iría al baño. Subió las escaleras de dos en dos y cerró apaciblemente la puerta de su habitación tras la espalda. Agradecía estar en la parte posterior de la casa porque era la única forma en la que los sentimientos que había estado reteniendo desde la mañana pudieran salir de forma explosiva.
Empezó a gritar golpeando el colchón de su cama para luego tirar de su cabello frenéticamente mientras caía al suelo llorando desesperado, su hermano iba a fallecer por culpa de un cáncer al que le había "ganado" cuando era pequeño.
—¡Maldita sea! ¡MALDITA SEAAAAAAAA! —abrazó sus rodillas y enterró el rostro en ellas— ¡No! ¡NOOOOOOOOOO!
Se convirtió en un ovillo de lágrimas y abatimiento. No podía quitarse de su cabeza el pequeño rostro de Felix cuando a sus corto 8 añitos le dijeron que iba a irse a casa porque le había ganado a la leucemia. Sus ojitos brillantes, sus gritos de júbilo, el abrazo que se dieron mientras saltaban por la habitación gritando que jugarían todo el día a partir de ahora. Era el "mellizo" que sus padres le habían obsequiado, era su primer mejor amigo, su sombra y de quien no podía dejar de estar orgulloso.
Aquel niño que se convirtió en un adolescente virtuoso, estaba muriendo porque el cáncer había vuelto a atacarlo, ya no tenía control de su esfínter, sangraba en ocasiones por la nariz, su piel estaba nuevamente llena de hematomas, prácticamente no hablaba y con mucho esfuerzo enfocaba sus ojitos para observarlos.
No sabía como dejarlo ir. Con un llanto que le estaba robando el aire, se paró al baño para poder mojarse la cara y así poder silenciarse, pero cuando se miró en el espejo se desesperó más, rompió el vidrio con los puños hasta que las gotas de sangre empezaron a correr de sus antebrazos hasta los codos.
—No puedo dejarlo iiiiiir ¡No sé cómo dejar a mi hermano partiiiiir! ¡No puedo vivir sin Felix! ¡NO PUEDO!
No tuvo que hacer más cuando sintió ese calor tan bonito contra su cuerpo, unas alas débiles y negras envolverlo completamente. Youngho lo abrazó para que continuara expulsando esos sentimientos, pero desde la seguridad que le confería su presencia. No había querido intervenir porque los Lee merecían intimidad de familia, pero el íncubo había estado observando todo desde que Kun les dijo que Asmodeo estaba al asecho.
—Me voy a morir sin mi hermano, Youngho, no sé como sentirme... me voy a morir, me voy a volver loco, es mi otra mitad yo... —continuaba repitiendo, restregando su rostro contra el pectoral del demonio, arañando la parte baja de su espalda manchándolo con la sangre que brotaba de sus dedos.
El pelinegro se sentía agobiado, era una criatura que había visto la maldad pura, aquella maldad que el ser humano no conocía, de esas que solo alguien pérfido en esencia era capaz de cometer, pero nunca antes se había sentido tan mal. Felix Lee era un muchacho joven, alguien bueno, alguien que lo había aceptado en su esencia de demonio porque amaba a su hermano. Ojitos puros, sonrisa bonita, una luz interior muy cálida. Esto también era "amor", todo lo que la familia estaba haciendo para que dijera adiós era amor.
Se sentía turbado, nunca hasta esta instancia, había considerado la conexión que los hermanos Lee tenían.
—Dios debe tener un plan muy bueno para que alguien como Felix Lee haya vuelto a tener cáncer... —besó su frente, Mark seguía llorando— por amor ¿Qué serías capaz de hacer por él?
—Todo, incluso cambiar roles.
—Entonces él estaría sufriendo porque te vas —murmuró para sí mismo. Cuando vio a una víctima fallecer no sintió nada, O piedad, hasta que aceptó que estaba enamorado de Mark y consideró la vida humana como algo más valioso— ven, bebé.
Atolondrado, despeinado y con la respiración entrecortada por los hipos, dejó que Youngho secara sus brazos con una toalla para quitar los restos de sangre. Luego levantó una mano sobre las de su corderito, cerró los ojos y permitió que una suave llama color azul acariciara todas las heridas hasta reducirlas a un recuerdo. Lo había sanado, había sellado el acto con un beso en cada nudillo.
—No permitas que me vuelva loco, por favor.
Secó con sus pulgares todas esas lágrimas que caían de sus ojos, el color rojo de los suyos era encantador.
—¿Me obsequiarías unos minutos antes de media noche? —el corderito lo observó extrañado y asintió— tengo algo que decirte, algo que significa mucho para mí como demonio... ahora, ve y disfruta cada minuto con tu querido hermano, prometí que los cuidaría a ambos —besó la punta de su nariz—los estaré vigilando.
Después de ese ataque emocional, Mark bajó y abrazó a Felix comentando un sin fin de bromas que Io hicieran reír, el tailandés llegó con lo pedido y con eso llevaron a cabo el último plan de la lista. Abandonaron por unos minutos su angustia y se maquillaron como payaso, Felix fue el único que no utilizó pintura para no causar alguna reacción alérgica, pero en su lugar colocaron una nariz redonda y color roja. Los amigos del cordero también fueron participes de esto, incluso habían inflado un par de globos con helio y jugaron con el gas.
Finalmente tomaron muchas fotografías haciendo caras graciosas, pero también unas más bonitas donde Andrew, su padre, sostuvo al menor entre sus brazos para que viera las flores y el jardín de casa por última vez.
Chittaphon preparó la comida y llevó cada platillo a la habitación de Felix para que todos lo rodearan mientras llenaban el ambiente con conversaciones de todo tipo como si fuese un día normal, Mark se repetía que no debía llorar antes que su amado hermano se fuera, podía sentir a Youngho cerca, podía sentir sus caricias, casi podía jurar que el demonio descansaba una mano en su hermano también ¿Acaso, no era en el fondo la versión oscura de un ángel guardián?
Fue así que la noche terminó cayendo como también la capacidad de Felix de poder concentrarse o abrir los ojos, se estaba apagando. Tenían que prepararse, su pequeño podía dejar de respirar en cualquier segundo. El menor apoyó el rostro en el pecho de su madre justo donde latía su corazón, sus ciclos respiratorios eran más cortos, sus costillas se contraían y bajaban de manera inusual.
—Necesito ir a mi habitación unos minutos, solo espérame Felix, por favor no te vayas antes ¿Sí? —a pesar de que su sistema nervioso estaba fallando, pudo escucharlo y asentir.
Ten y Jungwoo estaban sentados en unas cómodas sillas a los costados de la cama con sus manos unidas y en absoluto silencio, era en estos momentos que demostraban el gran amor que tenían por Mark y toda su familia.
El corderito miró brevemente a su hermano antes de abrir la puerta y caminar por los pasillos a su propia habitación, no había apuro en sus pasos porque sabía que el menor cumpliría su palabra y sabía que Youngho no tenía apuros.
—Se está muriendo —susurró el íncubo, no era una pregunta, era un hecho—ven... ven... —estiró su brazo dejando que el corderito lo abrazara como si su vida dependiera de ello, su energía era tan deplorable y el campo de protección que Kun les había dado iba a deshacerse, era el primer blanco de Asmodeo— hoy tu familia y tú me han enseñado algo que yo no conocía, no sabía de los tipos de amor.
—¿Cómo es eso? —dijo con la voz quebrada y levantando un poco la barbilla.
El pelinegro asintió, sus alas estaban encogidas hacia atrás, sus ojitos rojos húmedos.
—Yo no sabía lo que era el concepto de "amar" o que lo diferenciaba con querer, viéndolos hoy he entendido que todo ese esfuerzo que hacen tus padres con Felix y contigo es porque hay amor de padres, todo lo que has hecho con tu hermano es porque lo amas como tal... —acarició su rostro con ambas manos, la piel de Mark era preciosa, podía notar que se había afeitado el escaso bello facial que le crecía— creo que he estado haciendo las cosas mal desde que existo.
—Youngho... —su voz se perdió. Aunque ni siquiera había derramado lágrimas, era evidente que el íncubo estaba triste, se cuestionaba su naturaleza, estaba marchitándose como una flor sin vida.
Escondió el rostro en el cuello de su corderito y bebió de su delicioso perfume mientras sus manos subían y bajaban por su espalda ancha. Había chocado hace más de 4 meses con él en el parque y todo había cambiado. Amaba la forma en la que latía su corazón, en la que se veía muy masculino o en otras que parecía un gatito cuando estaba bajo sus caricias, amaba incluso que fuese tan odiosamente devoto de Dios, amaba su torpeza, lo amaba completo.
Sus labios fueron regando pequeños besos en su cuello, luego por su manzana de Adán, aprovechó de morder su barbilla y luego lo besó con hambre mientras le entregaba las últimas gotas de energía a través de su lengua, de su mano que sostenía tenaz el cabello en su nuca.
—Te amo corderito, te amo tanto.
Lee jadeó con sus ojitos llorando en silencio, un demonio creado con el propósito de hacer el mal se había convertido en alguien importante para los planes de Dios. Youngho, que no sabia otra cosa más que la oscuridad, le había dicho que lo amaba y sabía que era real porque nunca antes lo había visto tan sensible.
Volvió a besarlo pasionalmente pidiéndole que lo cubriera unos segundos con sus alas, no le importaba si habían cambiado de aspecto, necesitaba acariciarlas y llenarse de su esencia. Este acto significaba un golpe de energía muy grande para un momento muy difícil.
—Yo también te amo, Youngho.
Y el demonio sabía lo que las palabras significaban para alguien religioso, admitir sentimientos por una criatura sobrenatural y de origen infernal, era un acto que lo hizo sentir miserable. Lo envolvió así un par de minutos hasta que la desesperación crispó el cabello del mayor, pudo sentirlo en el ambiente, estaba ocurriendo.
"Ve con Felix, bebé, estaré vigilándote" murmuró desesperado, Mark de inmediato le dio un último beso antes de caminar rápido donde su hermano, podían ser los últimos minutos de vida ¿No?
Youngho cerró los ojos y se transportó a la habitación del menor. Se arrodilló en el suelo con sus alas hacia atrás y observó con paciencia la escena frente a sus ojos, la llama en el pecho de Felix estaba dando sus últimos destellos, tal vez muy en el fondo él muchachito se quería seguir aferrando a la vida que prácticamente no tenía. Su madre acarició su escuálido cuerpo, su padre lo regó con besos y le susurró que partiera, que estaba sufriendo. Mark se acostó un poco más abajo pero abrazó sus piernas esperando... solo esperando mientras lloraba en silencio.
No supo cuanto tiempo estuvieron escuchando sus quejidos ¿Cuántas respiraciones más iba a dar antes de que su alma abandonara su cuerpo?
El demonio parpadeó atormentado cuando pudo ver desde su invisibilidad los destellos de luz por los que el ángel aparecía, había llegado, Felix fallecería. Y fue como tan de pronto que la ira llenó su existencia ¡Estas mierdas no tendrían que estar ocurriendo en alguien que no lo merecía! ¡Mark no merecía perder a su otra mitad!
Kun levantó la mano antes de susurrar.
—En cuanto mi mano toque la de este pequeño, su sufrimiento habrá acabado, pero así también la protección de Dios que les ha otorgado.
—¡No pueden hacer esto! ¡No pueden destruir un amor tan grande como el que tiene la familia Lee! ¡No soy capaz de ver como alguien que ganó una enfermedad cuando pequeño ahora se muera porque el Dios al que él tanto respeta no tuvo una puta miserable gota de compasión! —las últimas plumas de sus alas iban cayendo como las hojas de un árbol en otoño, sus rodillas se doblaron, su vista se fue poniendo borrosa, su voz se fue quebrando, la sensibilidad teñía su pecho— nunca me importo destruir la realidad de una persona, pero ahora no creo ser capaz de ver como destruyen la vida del hombre que amo apartándolo de su hermano...
Kun se acercó aún más a la cama del pobre muchachito, Felix estaba sufriendo en demasía, había perdido el control de todos sus sentidos y ya no podía escuchar las palabras, su familia y los amigos de Mark lloraban bajito para dejarlo partir en paz cuando en realidad por dentro estaban siendo destruidos.
—He venido a buscarte —murmuró.
El demonio se fue doblando hacia adelante mientras negaba y entraba en picada a algo que nunca antes había hecho. Sostuvo su cabello oscuro, estaba llorando negado totalmente a la muerte de una persona, estaba llorando porque amaba en su más pura esencia.
—¡No puedes llevarte a Felix Lee! ¡Él no lo merece!
La preciosa criatura llena de bondad y pureza, cerró los ojos y asintió cuando fue autorizado. El íncubo, que estaba golpeando el suelo, sintió las manos de Kun sobre sus hombros. No había siquiera una ínfima reacción de aversión a su origen divino.
—Nos volveremos a ver... —murmuró secando las lágrimas de Youngho, las que volvían a salir de sus ojos rasgados— no he venido a buscar a Felix — presentó su suave palma ante él— he sido enviado principalmente para cuidarte y sé que acabas de tomar una decisión—el dolor en el centro del pecho del demonio se hizo insufrible, sentía como si algo lo estuviese golpeando y carcomiendo por dentro— El ser superior a quien tanto has repudiado está dispuesto a escuchar todas esas palabras que rondan ahora mismo tu cabeza... Youngho, toma mi mano, él te está esperando.
Y sí, había tomado una decisión cuando se dio cuenta que él no quería a Mark Lee... él amaba a su cordero.
Asintió sin dejar de llorar porque era imposible detenerse. Cuando el reloj marcó media noche, sostuvo la mano de aquel ángel y desapareció de forma inmediata junto a él dejando un silencio sepulcral. Fue en ese preciso momento que, cuando abandonó la tierra, la última pluma que se aferraba a sus alas negras cayó al suelo cadenciosamente como la única y absoluta prueba de lo ocurrido.
Flash Back
—¿Acaso no dejaste una pluma negra en la habitación del humano cuando lo visitaste por primera vez en su habitación? ¿Cuando tuvieron su puto primer beso aquella vez que se fueron de campamento? ¿No se te cayó la noche que tuviste por primera vez sexo con él en tu departamento? —dio un grito exasperado provocando que la tierra de aquella ciudad se meciera como un temblor, antes de arreglar su cabello hacia atrás y respirar con un poco más de calma— la caída de una pluma es la representación de dejar de lado tu existencia como demonio.
Fin Flash Back
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Nota autora:
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