25. Los deseos de Felix

Poco a poco el sueño que tenía se fue disipando hasta olvidarse completamente, los recuerdos se fueron perdiendo y el ruido exterior se hizo presente. Estaba despertando. Abrió sus párpados cuando estos se hicieron menos pesados, pero la imagen frente suyo estaba borrosa así que llevó con pereza una mano para poder clarificarla. Fue en ese momento que se dio cuenta que su rostro estaba contra los pectorales del demonio.

Confundido apoyó las manos al lado del abdomen de Youngho y lo observó desde un mejor ángulo, el mayor respiraba lentamente, el demonio estaba con los ojos cerrados. Estaban en su departamento, estaban en su habitación ¿Cuándo habían llegado? No tenia como saberlo, pero después de toda la energía que le habían robado en el último periodo del show, estuvo a punto de perder la vida.

Youngho se dedicó gran parte de la noche a besarlo y envolverlo con sus alas haciendo el esfuerzo por no dejarlo morir, pero tanto fue aquello que después de unas horas se quedó profundamente dormido boca arriba, con los brazos y alas extendidos hacia los costados igual que la posición de Cristo crucificado.

—Youngho... —murmuró preocupado mientras acariciaba su mejilla izquierda— Youngho, despierta por favor.

No le respondía. Mark dedicó un par de segundos en percatarse de importantes detalles. Las alas del pelinegro ya no estaban como aquella vez en la que descubrió su identidad, gran parte de ellas carecían de plumas y en su lugar solo se veían las membranas negras haciéndolas lucir similares a las alas que él sí tenía en su cabeza cuando pensaba en la imagen de una gárgola o un demonio.

Vio la hora en un reloj de la pared, eran las 7 de la mañana en punto. El peso de sus párpados aumentó otra vez, la pereza lo sostuvo y lo hizo caer. No pudo evitar acurrucarse nuevamente contra el tórax de aquel demonio, abrazarlo y continuar durmiendo mientras se embriagaba con su aroma y con la esperanza de que Youngho solo estuviera en un profundo descanso.

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No era necesario abrir los ojos para saber que habían pasado un par de horas, pero algo que si había cambiado era su posición en la cama, no sentía el subir y bajar de una respiración continua ni el calor o el perfume de su cuerpo, él ya no estaba aquí.

Atolondrado, Mark Lee levantó el rostro dispuesto a observar a su alrededor, pero aquel conocido peso de Youngho se cargó detrás suyo antes de tirar del lóbulo de su oreja con los dientes. Un gemido escapó de su garganta sin poder evitarlo, no tenía probabilidad de escapar y tampoco quería hacerlo, el demonio ejercía mucho poder en él.

No eran necesarias las palabras, la comunicación de sus cuerpos hablaba por si misma. El pelinegro tiró de su rostro hacia atrás para poder besarlo y tragarse todos los gemidos que fue soltando cuando con sus propias rodillas dobló hacia adelante las de Mark y le dejo espacio para entrar en su cuerpo.

Bajo las sábanas y en la soledad de aquella habitación, Youngho fue penetrándolo sin preocuparse de preparar el área o algo por el estilo. Al muchacho se desgarró la garganta gimiendo de placer, por supuesto que le había dolido pero el placer que aquel enorme miembro le brindaba era tal que se entregó.

El sonido de sus cuerpos golpeándose, la humedad del contacto que entraba y salía, la cama que crujía, los besos obscenos y desesperados con lengua, el sudor empapar sus cuerpos, todo era una mezcla que llamaba a la lujuria.

El demonio se sentía jodidamente caliente y la temperatura aumentaba más cuando el hombre del que estaba enamorado aceptaba con tanta sumisión sus caricias.

Su cuerpo doblado, más delgado y pequeño sometido a su enorme presencia, mierda, se volvía loco.

—Eres tan delicioso mi muchachito —hincó los dientes en su cuello, haciéndolo lloriquear de fascinación— tu lindo y suave trasero, ahhhhhh.

Lo volteó boca abajo sin preguntarle, parando sus rodillas y curvando su espalda para dejar su trasero bien parado. Los masajeó con posesividad como si se tratara de una masa para preparar, de adentro hacia adelante. Escupió sobre él y volvió a penetrarlo duramente mientras Mark Lee arañaba lentamente el colchón recibiéndolo de lleno.

Su miembro también estaba recibiendo los beneficios de que el Demonio fuese tan pasional, con los "ataques" desde atrás, el pene del cordero se friccionaba constantemente contra el colchón.

—¿Recuerdas como fuiste penetrado por Yukhei y Taeyong anoche? —la sensación de sentirse tan usado, lo hizo gemir— Fue delicioso ¿Verdad?

—S... Si, señor —mordió su labio pero no duró mucho tiempo porque los gemidos Io superaban— ahhh...

Como si su cuerpo no pesara más que un saco de plumas, salió de él y lo volteó para dejarlo boca arriba. En ese instante se inclinó hacia adelante para que el muchachito lo envolviera con sus piernas, en esa posición besó duramente sus labios mientras tiraba de su pelo para que el contacto fuese aún más cercano. Besaba al ritmo de sus penetraciones

—Pero nadie va a hacerte sentir ni encenderte como el jefe lo hace —el cabello de Youngho estaba húmedo, una gota de sudor cayó de su frente en la mejilla de Mark.

—Acércate...

Sin entender que sucedía inclinó aún más su rostro, fue en ese momento que el corderito bebió las gotas que tan deliciosamente la piel del demonio botaba. El gesto fue tan íntimo, tan sexual y tierno al mismo tiempo que el demonio terminó corriéndose dentro del cuerpo del muchacho, ambos mirándose a los ojos, ambos embelesados.

Segundos después fue Mark quién gimió mordiéndose los labios mientras el íncubo besaba su cuello con amor diciéndole que era su todo. Sentía que quería decir algo, pero no lo hizo, las palabras quedaron en el aire, él estaba callando un ¿Secreto?

Media hora después bajaron con las manos entrelazadas hacia el comedor donde 4 rostros los observaban, dos demonios sonrieron con malicia, dos humanos estaban sonrojados. Por supuesto que los habían escuchado teniendo sexo, eso le complacía. Youngho golpeó el trasero de Mark sobre su pantalón y le dijo que se sentara a comer junto a sus amigos, pero sus ojos observaron a Jungwoo y no pudo evitar hacerle un guiño para ponerlo nervioso. Por supuesto que ninguno de los 6 había olvidado lo sucedido en el club.

—Me duele cada uno de los músculos de mi cuerpo —susurró Ten a sus amigos, los tres contuvieron sus risas ansiosas— siento que necesito comer para recuperar todas las calorías perdidas.

El rostro de Lee cambió un poco cuando recordó la manera en la que Jungwoo y Chittaphon se desplomaron. Descansó el tenedor a un costado y observó al grupo de íncubos que parecieran haber leído sus expresiones. Por supuesto que les debían una respuesta. Ni siquiera tuvo que preguntar, el pelinegro miró sus manos como si la culpa carcomiera su existencia.

—Ustedes sabían que esto era para que Asmodeo creyera que los estábamos usando —habló TY, sus dedos jugaban sobre la superficie de la mesa— y como tal todo tenía que ser realista, él es un demonio muy poderoso y astuto ¿Acaso no le parecería extraño que después de tanto placer y fuerza, los 3 siguieran tan bien?

—Tuvimos que robarles energía hasta llevarlos al extremo —Yukhei frunció el ceño preocupado— y cuando Asmodeo desapareció, los trajimos aquí y nos dedicamos a devolverles energía como solo nosotros sabemos hacerlo... tuvimos miedo de haber cometido un error y que... no regresaran.

Mark sintió deseos de preguntar si todos habían caído en un profundo sueño como Youngho pero guardó sus dudas para sí mismo antes de seguir comiendo, por eso anoche le había pedido perdón antes de llevarlo al orgasmo. Y pensar que cuando estuvo en negación después de enterarse de su verdadera identidad, lo había considerado una aberración, cuando en realidad el íncubo lo estaba cuidando, Youngho lo protegía hasta en los más mínimos detalles.

Levantó la vista de su plato y observó su rostro, el aludido hizo lo mismo. Fue preciosa la manera en la que sus mejillas se tiñeron de rojo cuando Mark le moduló un "te quiero", se veía tan cálido, tan aliviado, tan natural y tan carente de maldad que no pudo detenerse a sí mismo cuando se paró de su asiento y caminó hasta el suyo para abrazarlo por el cuello para dejarse acunar por el íncubo.

Yukhei y Taeyong miraron a sus humanos que también hicieron lo mismo. Cada uno con su niño, cada con su demonio, la imagen perfecta de que un polo totalmente opuesto era el mejor complemento y que todo sucedía por una muy sabia razón.


Jueves 19 de julio 2018, 10 días después

Felix suspiró cuando se inclinó hacia el lado y el cálido cuerpo de Jungwoo le dio un abrazo, incluso le permitió apoyar el rostro en su pecho justo donde latía su corazón para que lo usara como su almohada y soporte. Los dos estaban en la cama del menor viendo cualquier cosa en la TV en la más absoluta calma mientras Ten y Mark estaban abajo haciendo palomitas de maíz con caramelo al estilo casero. Tendrían una tarde de películas.

Cerró los ojos cuando Jungwoo acomodó la mascarilla en su rostro, los mejores amigos de su hermano lo cuidaban incluso en los más mínimos detalles, lo acompañaban, hacían que estos días fuesen los mejores. Pero toda salud se deteriora, aún más la de una persona con una leucemia tan agresiva como la suya.

No tenía la quimioterapia dando vueltas en su sangre pero sí las células cancerígenas que estaban causando estragos en su cuerpo y su probabilidad mínima de protegerse contra infecciones.

Sus músculos dolían y se sentía tan frágil que desde hace 2 días ya no podía caminar, la analgesia apenas hacía efecto. Su hermano, Jungwoo o su padre lo trasladaban entre sus brazos para acomodarlo en la silla de ruedas del primer piso, esto estaba llegando a un estado de dependencia, esto podia llegar a su fin.

—Jungwoo ¿Soy una molestia para ustedes? —susurró sin quitarle la vista al tanque de oxigeno que estaba apoyado en una mesa al lado de la cama, apenas podía respirar si no estaba con una naricera conectada— podrías estar en tu casa, no aquí conmigo.

El mayor espero que el nudo en su garganta desapareciera antes de hablarle.

—Tú sabes la verdad del porque ya no vivo con mis padres, pero me hubiera ido de todas formas, tú y mi amigo me necesitan... no eres una molestia para mí, contigo aprendo mucho y la paso bien.

Felix sonrió abrazándolo aún más fuerte, su voz ronca ya no lo era tanto, su contacto era aún más débil, incluso su ropa no era la misma porque todo le quedaba grande en demasía. Después de que algunas ideas llegasen a su cabeza, continuó hablando.

—No tengo la fuerza suficiente para escribir, necesito hacer una lista ¿Podrías hacerlo por mi?

Asintió antes de romper el contacto, buscar un cuaderno y un lápiz donde Felix le había dicho que podía encontrarlo. Luego de tener todo lo necesario se acomodó al lado del muchacho y apuntó cada una de las cosas en la hoja, tenia que hacer esfuerzo en no doblegarse ante las emociones y ponerse a llorar, quería ser un soporte para él, no un río de lágrimas.

Mark subió con cuidado al segundo piso y giró hacia el pasillo donde estaba la habitación del muchacho. Al abrir la puerta quedaron extrañados cuando Jungwoo se paró de la cama y le dijo a Ten que debían salir un momento, los hermanos Lee tenían que hablar a solas primero. ¿Qué era lo que pasaba? Felix acomodó en su cabeza otra gorra que Changbin le obsequió para que no tuviera frío por la calvicie, luego palmoteó la cama a su lado y le murmuró a su hermano que se acercara.

A Mark le costó mover los pies pero logró llegar hasta la cama y abrazarlo. No pudo detener sus sentimientos, solo que esta vez estaba llorando en absoluto silencio pidiéndole a Dios que le diera fuerzas para no derrumbarse antes que su hermano falleciera.

—Hyung, tengo acá una lista de cosas que quiero hacer antes de irme... eres mi hermano y mi referente más grande —tosió porque la comezón hacía estragos en su garganta, luego siguió— no son muchas, de hecho son pocas porque no necesito nada ¿Puedo leerlo para ti?

—Ha... Haz todo lo que quieras Felix, por favor léemelo si lo necesitas.

Secó sus mejillas y se movió para que el muchacho acomodara la cabeza en la curvatura de su cuello, la salud de su hermano iba en picada y no había forma de hacerlo cambiar de parecer, él no se hospitalizaría, el deseaba fallecer cómodamente en la casa que lo vio crecer.

—Bueno, la lista es así y no tienen orden de importancia, aunque quizás lo último que escribí sí —miró la hoja entre sus manos, la caligrafía de Jungwoo era preciosa tanto en inglés como en el coreano— deseo con todo corazón poder salir a pasear a un parque y beber un helado bajo la sombra fresca de un árbol. Quiero tomarme una fotografía con ustedes pero no una común, deseo que esa foto sea graciosa para que me recuerden con una sonrisa —se mordió los labios, estaba agradecido de tener la mascarilla puesta para que su hermano los labios, estaba agradecido de tener la mascarilla puesta para que su hermano no se diera cuenta— nunca he dado un beso pero quiero que me relaten Io que se siente, deseo también observar las estrellas de noche por última vez, no quiero que mi último aliento de vida sea diciendo palabras cursis como en las películas porque... bueno —él rió aunque Mark tenía el rostro contra la gorra de su hermano menor aspirando su perfume y su calor, no le causaba gracia alguna— quiero decirlas en cada día que me queda de vida... y... hay otro, el último que he escrito ¿Puedes mirarme? —lo hizo incluso si su rostro era un desastre entre las lágrimas y la angustia— deseo con todo mi débil corazón que seas feliz con ese hombre del que te has enamorado, asi como también no deseo irme de este mundo sin haberlo conocido... ¿Cuándo vas a contarme, hermano mio, quien es él?

Había extendido esto de maneras imperdonables pero cuando iba a tener el valor de decirle, descubrió la identidad de demonio que escondía. Ya no había importancia si era 8 años mayor o era el profesor, ahora había algo mucho más grande detrás.

Miró por un par de segundos en absoluto silencio a su hermano, su alma le estaba gritando que se iba a ir pronto y que no alcanzaría extender el sufrimiento hasta que cumpliera la mayoría de edad el 2 de agosto.

Con lentitud se separó de su cuerpo y le pidió a Dios mucho valor para hacer esto.

—Espero me perdones por no hacerlo, pero soy un cobarde y no quería vivir con tu rechazo, yo... —secó sus lágrimas— puedo traerlo ahora mismo pero con la condición que no lo cuestiones.

—Jamás cuestionaría lo que te hace feliz, Mark.

Y le creía, por supuesto que lo hacía cuando en los ojos de su hermano solo veía pureza y un deseo de saber la verdad.

Después de un par de segundos el corderito retrocedió y observó con calma a su alrededor.

—Youngho, te necesito a mi lado, por favor... —cerró los ojos— Youngho, mi hermano quiere verte.

Su solo llamado bastaba, el íncubo le había confesado que podía escucharlo desde cualquier lugar del planeta tierra si él lo necesitaba.

Felix, que estaba en posición fetal con el papel en la mano, frunció el ceño para luego sentir que perdía el aliento cuando una niebla negra apareció al lado de Mark hasta hacerse corpóreo en un hombre muy alto con alas enormes extrañamente negras llegar hasta el suelo y con pantalón del mismo color.

Por supuesto que lo conocía ¡Era el reemplazo de Charles Treemblay! ¡Era el profesor Suh, de deportes! Mierda ¡Eso eran alas de verdad! y ese tipo de plumas que le quedaban era el mismo tipo que la que encontró en la sala de estar cuando sintió mucha tranquilidad.

"Aquello" se acercó más a la cama, se arrodilló agachando su cabeza y descendiendo las alas tanto como podía para no asustar al muchachito.

—Mi nombre en realidad es Youngho y te pido disculpas por presentarme ante ti de esta manera —murmuró absolutamente sincero, su voz sonaba calma, deseaba verse menos agresivo.

El silencio en realidad fue eterno hasta que el menor fue capaz de sacar la voz.

—Mark ¿Podrías dejarnos a solas? te... tengo que hablar con él.

El íncubo miró al corderito ¿Estaba autorizado para dejar lo más preciado de su vida, a solas, frente a él que era demonio? Mark caminó hasta Youngho, se inclinó y besó su frente unos segundos antes de mirar a su hermano y salir de allí.

Sabía que no iba a hacerle daño, solo temía que Felix fuera capaz de rechazarlo cuando a él le había costado bastante dejarlo entrar en su vida.


2 días después, sábado 21 de julio.

Con mesura Andrew Lee dejó a su hijo sentado en la silla de ruedas después de haberlo tenido entre sus brazos, apenas pesaba unos cuantos kilos pero incluso en este momento no perdía la sonrisa en su rostro, tenía tanto que aprender de su muchacho.

Después de eso miró hacia el frente cuando Changbin inclinó el rostro en sentido de respeto, era un muchacho que había conocido en el hospital, parte del programa de integración social y de quien recibió los mejores comentarios de parte del equipo de salud como una verdadera ayuda en los niños con cáncer. Había hecho una linda amistad con su hijo.

—No se preocupe señor Lee, ante cualquier cosa los llamaré.

El muchacho quería cumplir uno de los deseos de su lista que era beber helado bajo un árbol del parque y como quería expresarse sobre cosas que no quería que otros supieran, llamó a quien se convirtió en un confidente.

—Tranquilo "pa", solo es un parque aquí cerca, procuraré resistirlo.

Abrazó aún más fuerte el tanque de oxígeno que cargaba entre sus brazos después de ajustar la mascarilla en su rostro, Andrew asintió y alzó la mano para despedirse de él pero cuando cerró la puerta apoyó el rostro y las manos en ella para terminar derrumbándose y llorar en el suelo.

Tantos pacientes, tantos niños que había tenido con el paso de los años, tanto éxito como también tantos infortunios y aún así no se sentía preparado para dejarlo partir cuando preparado para dejarlo partir cuando fuese el momento. ¿Por qué a él?

Por otro lado Changbin procuró ir por todos los espacios que hubiese sombra, incluso se había cerciorado que Felix usara protector solar. Algunas personas que caminaban cerca observaban con curiosidad al muchacho, otros con pesar y con cierta empatía al verlo tan delicado, pero él parecía ajeno a todo eso mientras pensaba que después de tanto tiempo al fin tendría el exquisito sabor del helado en su boca.

Tenia el dinero suficiente para que fuese a una cafetería o heladería de lujo pero Felix había optado por el carrito de helados de un parque, algo simple, algo sencillo que pudiese llevar consigo mismo.

—Mi sabor favorito es la menta chocolate —dijo con una sonrisa, bajó la mascarilla y le dio una probada antes de cerrar los ojos y suspirar con gozo— realmente la había extrañado.

Cuando miró hacia el frente, Changbin estaba observándolo tan concentradamente que sintió su rostro arder, levantó la vista para ver si había rayos de sol y no, solo eran unos ínfimos. No sabía que le sucedía.

—¿Te habían dicho que eres increíble, Felix Lee?

—No lo digas de esa manera, me voy a sonrojar... solo estoy enfermo y ya —movió los hombros para restarle importancia— ¿Cómo ha estado tu madre?

El mayor le contó que la mujer había conseguido un mejor trabajo y él pronto encontraría uno para reunir algo de dinero, quería ir a la universidad, quería ser un aporte para ella en un futuro no muy lejano.

La madre de Changbin sabía que "cuidaba" a un paciente, le había contado el caso de Felix Lee, que era el hijo del jefe del hospital y que su forma de ver la vida lo hizo reflexionar para no cometer los mismos errores.

—¿Puedo contarte un secreto? —asintió atento mientras se sentaba sobre el césped— realmente siento que voy a irme muy pronto, en las noches siento algo que ronda cerca de mí, algo que parece esperar por mí.

¿Qué podía decirle? ¿Qué tuviera un buen viaje? Jugó nervioso con el césped que iba arrancando, la apariencia de Felix estaba deteriorada como una flor marchita a la que le faltaba vida, le había tomado cariño y había aprendido de él, dejarlo partir iba a ser doloroso porque en este momento era el único "amigo" que tenia, dejó a todos en el pasado cuando decidió cambiar.

—¿Tienes algunas dudas respecto a la muerte? yo, por ejemplo, tengo miedo de morir sabiendo que dejo cosas en el camino, tengo miedo del cómo voy a morir más que el acto en sí.

El menor terminó su helado, limpió sus dedos con una servilleta y luego pensó observando las hojas del árbol, la brisa deliciosa acariciaba su rostro y el olor de las flores cercanas inundaba sus pulmones.

Ajustó la naricera y bajó la vista,

—Tengo molestia ¿Sabes? —sus manos se convirtieron en puños sobre su suave camiseta color crema— conmigo mismo porque quisiera no molestar a mi familia pero también pena porque mi hermano no tendrá un lindo cumpleaños, yo sé que ya habré partido antes de esa fecha.

Changbin tragó el nudo en su garganta y asintió, se sentiría de igual manera si estuviese en su caso y su madre llorara constantemente por su estado de salud.

El silencio que siguió después fue cargado de tranquilidad, había familias jugando con niños o parejas paseando con sus manos unidas, un ambiente que se agradecía en una situación como esta.

—¿Y cómo quisieras irte? ¿Qué tipo de flores te gustan? —sostuvo su mano, Felix le sonrió inclinando su rostro hacia el lado como un cachorro, quería disipar toda amargura con un tono de voz cálido, tocar ciertos temas desde otra perspectiva podía ayudar mucho para sacarlos fuera—no quiero que después vayas a tirar las sábanas de mi cama por haberme equivocado.

La risa del menor caló hondo en su pecho, parecía tan sincero y tan despreocupado por el real trasfondo de la situación que se sintió... emocionado.

—Lamento decirte que quiero ser cremado, no quiero estar en una vasija como si fuera condimento así que deseo con toda sinceridad que me distribuyan con una semilla para crecer un árbol, si voy a morir quiero contribuir en algo al planeta, no puedo donar mis órganos así que... —meneó los hombros, lo último fue murmurado con un tono de voz bajo y con decepción.

En ese instante en el que se retorció en la silla de ruedas, una hoja cayó de su pantalón. Por supuesto que no le daba la fuerza para inclinarse y recogerla él mismo así que Seo Changbin lo hizo por él. Esto era una mala broma ¿O qué? ¿Por qué la hoja tenía que caer abierta lista para ser leída?

El coreano mayor no pudo evitar ponerla frente a sus ojos y leer atentamente cada una de las lineas, sonrió con ternura, sintió pena pero cuando terminó, observó al adolescente. Le entregó de vuelta la hoja mientras Felix le pedía al mundo que lo tragara ahora ya.

—¿Nunca besaste a una persona?

—No menciones eso, es... vergonzoso —susurró inquieto, podía mirar cualquier cosa menos a su amigo— podrías obviar aquello ¿Volver a casa?

Changbin se paró y lo miró desde su altura. Recordó esas veces en las que dijo que la chica que le gustaba de dijo que la chica que le gustaba de seguro no caería ante él porque ya no era atractivo, recordó la vergüenza, vio ante sus ojos tanta ternura e inseguridades con temas simples. E iba a morirse más pronto que tarde.

Su propio estómago dolió ante la idea así que se agachó frente a los ojos de Felix Lee para mirarlo y decirle que nadie lo merecía, pero se sintió algo torpe cuando vio las pequeñas pecas que decoraban su pálida piel.

"Deseo número 3: nunca he dado un beso pero quiero que me relaten lo que se siente".

Las facciones del rostro de Seo Changbin cambiaron mientras parecía hacer funcionar los engranajes de su mente, Felix se sintió turbado por la proximidad de su cuerpo o porque sus mejillas estaban calientes.

Eso no podía ser normal ¿Estaba teniendo fiebre por culpa de la leucemia?

—Cuando dices que no puedes atraer a nadie en ese estado ¿Te has puesto a pensar en que no tienes la capacidad de pensar por todas las personas? —pestañeó aturdido ¡¿Lo estaba reprendiendo?!— además siempre es mejor... vivir la experiencia.

¿A qué se refería con eso? Decidido a recibir respuestas y pedirle que no volviese a leer lo que consideraba privado, lo miró fijamente a los ojos pero de inmediato los cerró cuando la mano que Changbin dejó en su nuca lo llevó a romper la distancia que los separaba.

El mayor no sabía porque había querido hacer esto o tal vez no quería aceptarlo con firmeza pero sostuvo el labio inferior del muchachito entre los suyos y lo succionó como si se tratara de una suave goma de menta-chocolate.

Era evidente que Lee nunca había dado un beso pero todo movimiento lo hizo lento y con respeto para que lo disfrutara. Felix se estaba dejando guiar por el instinto, el golpe abrumador golpeaba su corazón, lo hacía latir más rápido.

—Yo... Changbin —susurró con las mejillas calientes.

Pero sus palabras se perdieron cuando sus propias manos descansaron en los hombros del muchacho y dejó que su boca se perdiera en otro beso, era mejor de lo que pensaba ¡Era increíble!

Ni siquiera se dio cuenta cuando la punta de su lengua tocó los labios de su amigo o cuando entró en su boca, solo que cuando todo contacto se terminó, sus frentes estaban unidas y las lágrimas caían en sus mejillas.

Ambos cerraron los ojos para poder respirar. El mayor susurró.

—Eres muy lindo, Felix Lee, nunca... nunca vuelvas a decir que no lo eres.

Flash Back

Cuando la puerta de aquella habitación se cerró, el demonio se sintió abrumado ¿Quién diría que una entidad tan poderosa como él quería tener a un humano a su lado para que le diera apoyo? Sin Mark y ante el juicio de los ojos de otra persona, se sentía desprotegido. con una voz débil, Felix Lee le pidió que levantara el rostro para poder verlo con claridad.

Y así lo hizo, los ojos rojos del demonio estuvieron en aquel humano, la llama en su pecho apenas tenia unos destellos, iba a morirse tan pronto que incluso a él la idea le disgustó demasiado.

"¿Por qué te quedan tan pocas plumas?" murmuró bajo y para sí mismo, lo estaba evaluando, el íncubo quería correr bajo el alero de su corderito.

Un silencio se extendió hasta que fue él mismo quien lo rompió.

—Si no me consideras bueno para tu hermano voy a entenderlo, soy todo lo contrario a lo que es bueno, ni siquiera... ni siquiera estoy vivo ¿Podrías decir lo que piensas?

Felix rascó por inercia la gorra que traía puesta, pero cuando recordó que no tenía cabello y que su calvicie estaba cubierta, dejó la mano a un lado. ¿Por dónde podía empezar? Sabía que era un demonio por la niebla negra, por las alas del mismo color, por los ojos, pero no entendía otros detalles.

—Si es demonio ¿por qué me produce tanta paz su presencia? —Youngho se miró, él tampoco lo entendía— si es tan contrario a todo lo que es bueno ¿Por qué veo en sus ojos tanta pureza?

—Sin ofender, pequeño, pero... estás mal, soy un íncubo, yo...

—¿Podría decirme entonces porque mi hermano parece estar tan lleno de vida cuando piensa en usted? —Los ojitos de Felix tenían lágrimas, sus labios temblaron— nunca lo vi tan bien, nunca asumió que era bisexual hasta que usted apareció en su vida, dejó de lado sus temores religiosos y le abrió la puerta de su corazón, mi hermano es todo menos bobo, él no permitiría que usted entrara en nuestra casa si no estuviera seguro de sus sentimientos... —apuntó con delicadeza— ¿Qué siente por él?

Youngho abrió su boca sorprendido, ni siquiera tuvo el deseo de esconder sus alas o su apariencia ¡Ni siquiera el adolescente estaba asustado que fuese una entidad del infierno! ¿Paz? ¿Pureza? rascó su cabello atormentado pero se enfocó en aclarar la duda del hermano del corderito. Así fue relatando como lo conoció, las oscuras intenciones que tuvo en un inicio y como poco a poco ese deseo se fue aclarando en su mente hasta darse cuenta que era incapaz de quitarle la vida porque estaba enamorado.

Todo el proceso en el que se llenó de dudas sobre su origen demoníaco hasta que sobre su origen demoníaco hasta que comprendió que era un demonio con la capacidad de tener sentimientos positivos.

Tembló y se sintió miserable, sabía que un par de plumas estaban cayendo de sus alas pero se sentía tan bien hablar con Felix, que tenía que seguir contando para convencerlo que Mark era su todo.

—Usted lo ha protegido de otras entidades malvadas ¿Está cambiando por mi hermano?

Se quedó callado. Esperó y esperó hasta que hizo un paralelo de cómo era en un principio comparado en el demonio que era ahora. Un escalofrío recorrió toda su columna cuando se dio cuenta de otra horrorosa verdad.

—Ni siquiera creo ser capaz de seguir matando a mujeres inocentes.

Y de pronto las lágrimas del adolescente aparecieron de nuevo mientras sus labios formaban una sonrisa que cruzaba su bonito rostro ¿Cómo alguien que iba a perder la vida estaba tan dichoso?

Era como si hubiese ganado la lotería.

—Usted lo ama —no era una pregunta, era una afirmación.

El íncubo perdió el aliento, su mente se había quedado en blanco ¿Qué era exactamente amar, para los seres humanos? ¿Qué lo diferenciaba de un "te quiero"? No comprendía en lo absoluto y tal vez todo se reflejó en su rostro porque el humano se mordió el labio inferior.

—Uno puede decir que ama cuando siente tantas cosas por una persona que no puede ni describir Io que siente, solo sabe que de ese modo se siente bien, feliz y de ese estado no quiere salir jamás, es mucho más que un querer, amar es intensidad, es pasión, es un conjunto de todo lo mejor... —bajó el tono de su voz— usted lo ama y como tal puedo decir que estoy orgulloso —secó sus lágrimas, su pequeña risa ronca dejó a Youngho atolondrado, era demasiado de todo lo bueno en un ser humano— mi hermano no se ha equivocado, Dios sabrá porque ha permitido que entre en su vida...

Fin flash Back


La noche había caído en la ciudad de Vancouver, las personas ya descansaban bajo sus mantas después de un día agotador. Aquel incubo apareció en medio de aquella habitación como el fin de cada día desde que había decidido que iba a proteger a ese muchacho, lo único diferente es que su ser se había sentido particularmente inquieto hoy ¿Es que acaso Felix ya iba a perder la vida?

Se sentó en la orilla de la cama, el muchacho estaba durmiendo con la puerta abierta al igual que toda su familia. Miró el sofá que tenia, ahí estaba la madre envuelta en mantas, incluso se turnaban para no abandonarlo un segundo. ¿Eso también era "amar"?

Estiró la mano desde la invisibilidad de su existencia para posarla en el lugar donde veía aquella pequeña e inexistente luz, ningún demonio sería capaz de hacerle daño porque Felix Lee era demasiado puro, casi podía decir que era un ángel en potencia.

—Ni siquiera sé si debería estar haciendo esto, pequeño —cerró los ojos y acarició en forma circular su pecho— ni siquiera sé que estoy haciendo como demonio —podía sentir el calor transmitirse desde su ser hasta ese humano, la pequeña llama creció un poco pero no lo suficiente para darle todo lo que hubiese deseado hacerlo— sé que es energía que he ganado de formas en las que no estarías orgulloso, pero al menos sirve para que tengas tiempo de decir adiós de forma digna...

Selló el contacto repasando el pulgar, luego lo cubrió nuevamente con las mantas antes de voltearse y desaparecer de aquella casa. Un acto sincero, un acto puro, una señal de que Youngho era mucho más valioso y mucho más que un demonio, un acto que había sido presenciado por Asmodeo.

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