21. Te necesito
La voz de ultratumba bañó su espalda junto al escalofrío que hizo temblar sus alas. No sabía qué hacer con exactitud, la orden podía ser solo una prueba de su fidelidad y es que no mentía cuando decía que realmente nadie lo había visto a los ojos o, peor aún, ningún íncubo o súcubo había estado en su presencia. Cuando sintió que se movía a su alrededor, de inmediato bajó hasta el suelo árido más cercano, inclinó todo su cuerpo haciendo una reverencia y cerró los ojos esperando órdenes.
Nuevamente su gran presencia demoníaca se puso delante suyo y murmuró con su voz distorsionada que levantara los ojos.
Youngho contó 5 segundos antes que se atreviera a abrir los ojos y subir lentamente el rostro hasta el de Asmodeo.
Frunció el ceño al ver a alguien de apariencia realmente humana como la belleza absoluta, sus ojos eran de un rojo que nunca había visto, los cuernos se curvaban al inicio como los de un carnero pero luego caían con elegancia hasta tocar el suelo, sus alas no tenían plumas pero exponía sus membranas negras. Su porte estaba cercano a los 2 metros y 50 centímetros, su rostro era similar a la de un humano de origen occidental, con cabellera castaña y su cuerpo bien marcado cubierto en la parte inferior por pantalones negros de cuero. Algo no encajaba.
Se quedó callado con la barbilla temblando ¿Qué podía decirle?
—He tomado una apariencia humana al azar porque es la que estás habituado a ver —su voz ahuyentaba a los demonios que habían rondado cerca, Youngho apretó las manos, si hubiese tenido corazón seguramente ya se habría detenido— mi verdadero yo solo lo reservo para su majestad el gran Lucifer —podría haber agradecido por aquel acto de "consideración" pero nada conocía del protocolo sobre estar frente a uno de los 8 príncipes de la primera jerarquía.
Asmodeo levantó su mano en el aire e hizo levitar al incubo un poco más para tenerlo a una altura adecuada. Caminó alrededor suyo sin decir una sola palabra, sus ojos rojos miraban todos los detalles en aquel demonio hasta ver un pequeño sector de una de sus alas sin plumas.
—Millones de demonios bajo mi mando, legiones de íncubos y súcubos que he creado pero ¿Te haces una idea de la razón por la cual mis ojos están puestos en ti, como uno de mis favoritos?
—No sé ha que se debe tal honor, mi señor —no podía mover su cuerpo, toda su existencia estaba sometida a la voluntad de su amo.
El rostro falso de Asmodeo que estaba carente de toda emoción, mostró una leve señal de que los recuerdos pasaban por su cabeza, incluso frunció el ceño. Incluso cuando nunca lo había visitado después de haberlo creado, Asmodeo le había enviado obsequios como aquel lazo especial con el cual había atado a Irene. Pero ser el favorito implicaba grandes riesgos, ser el favorito lo obligaba estar a la altura de Io que el amo exigía.
El gran demonio soltó el rostro de Youngho, cruzó los brazos a la altura de su pecho y lo miró con el ceño fruncido, había dado una pequeña mirada al gran abismo antes de volver los ojos a los del íncubo.
Por supuesto que había escuchado la declaración.
—Dañaste a mi mejor creación de súcubo, has dicho que te quitó lo único bello que habías conocido en tu existencia y ¿Un demonio enamorado? ¿Youngho está enamorado?
Pensó de inmediato en el rostro de su corderito, en el temor de sus preciosos ojos, en lo fácil que podía ser dañado en su estado, pensó en las cosas que le había hecho Yukhei a Jungwoo para protegerlo de los seres del inframundo. ¿Realmente podía mentirle al gran amo de su especie?
En ese instante recordó una frase que había dicho su colega de cabello rubio: a diferencia de Dios, los seres del infierno no eran omnipresentes, tampoco tenían la capacidad de leer la mente a sus pares o los humanos. Podía utilizar todas las limitaciones que poseían a su favor mientras buscaba la manera de salvar a Mark Lee.
Frunció el ceño, levantó el rostro y lo miró fijamente, estaba desafiando a su amo.
—No señor, no estoy enamorado, simplemente no tolero que interfieran en mis planes, yo le advertí, no se aburrió así que traté de reducirla hasta convertirla en nada...
Asmodeo lo observó fijamente, Youngho podía tolerarlo, pero un humano común y corriente fallecería con el solo susurro de aquel gran demonio incluso si estaba disfrazado con creces de manera cautivadora.
—No caigas en el error de pensar que un demonio tiene la capacidad de amar —lo dijo con tanto repudio que despertó la curiosidad en las entrañas del íncubo— un humano solo se puede convertir en la obsesión del demonio, nada más.
Estaba seguro que no lo había logrado convencer del todo pero se aferraría a la esperanza, necesitaba respuestas pero Asmodeo no le diría la verdad. Youngho, Yukhei y Taeyong estaban enamorados, no habían asesinado a sus humanos ¿Qué podía responder ante eso? Tampoco quería desafiarlo, bastaba una confesión verbal de su parte frente a él para arruinar todo.
El amo se paseó inquieto alrededor de Youngho por un par de minutos como si quisiera leer su lenguaje corporal, preguntándose, tal vez, la razón por la que le faltaban plumas, debatiéndose sobre qué podía hacer con la caída eterna de Irene en el vacío.
—No voy a regresarla, cuando los cuervos la alcancen será su fin ¿Eres consciente de que dejará de existir para siempre? Ni cielo ni infierno, tampoco la tierra, no hay punto medio, solo será un recuerdo... —sostuvo la barbilla del pelinegro, la molestia y el peligro en Asmodeo eran muy fuertes y evidentes— y eso puede sucederle a cualquiera, incluso si es mi favorito.
Estaba claro que era una advertencia y aunque tenía miedo de aquel demonio, en el interior de Youngho crecía un sentimiento de protección descomunal con su niño. Asintió, agachó la cabeza
en señal de respeto y esperó en silencio durante mucho tiempo hasta que la presencia de su creador desapareció por completo.
Tenía un enorme peso arrastrando en su espalda, un peso que no había deseado tener, pero un peso con el que podía jugar hasta que fuera necesario. Cerró los ojos y gruñó provocando que el suelo se agrietara bajo sus pies.
Había acabado con un problema pero había sumado otro, necesitaba de sus amigos o daría los pasos incorrectos. ¿Qué podía hacer?
Viernes 29 de junio 2018, 6 días después
La quimioterapia que Felix necesitaba constaba de 2 fases, el primer periodo se denomina "inducción" (remisión) y consiste en eliminar las células cancerígenas de su sangre y reducir el número de células inmaduras de la médula ósea.
La segunda se llama "consolidación" y consiste en eliminar las células cancerígenas restantes que están pero no se pueden apreciar por su escasa cantidad. Tal vez una tercera de mantenimiento si las cosas resultaban efectivas. Felix Lee se encontraba en la primera fase y hasta la fecha con 18 días de quimioterapia.
Miró con cierto temor el momento cuando la enfermera extrajo una muestra de sangre porque sabia que después de 2 semanas evaluarían como había evolucionado el cáncer, si había que cambiar de terapia o hablar en términos de estimación cuanto tiempo podría durar esta primera fase.
Después de una hora apareció por la puerta de su habitación aquel muchacho que cumplía con lo de su servicio comunitario.
—Hola Changbin —dijo con entusiasmo y levantando la mano del brazo al que no le habían sacado sangre, el coreano le sonrío y acercó una silla a su cama como todas las otras veces que había venido.
—Hola Felix —el muchacho le hizo una señal de que estaba usando el sombrero con orejas de Mickey Mouse, sagradamente como cada día— ¿Te han dicho los resultados?
—Hasta hace poco me sacaron sangre así que supongo que se demorará un poco entre que lo analicen, hagan el informe y el hematólogo lo vea con mi oncólogo tratante, tal vez al final de día me digan algo —apretó sus manos formando un puño que sostenía las sábanas.
El mundo del cáncer era cruel pero el del cáncer "infantil" mucho peor porque eran vidas que empezaban a ser limitadas a corta edad. Se detuvo por unos segundos a observarlo, las ojeras se marcaban un poco más cada día porque no descansaba como debía, sus pecas destacaban en su piel blanca haciéndolo lucir más inocente.
Lo había visto quejarse por las heridas que habían aparecido en la mucosa de su boca, pero el deseo del chico por salir adelante era admirable, tanto así que desde que lo había conocido , Seo Changbin había cambiado aún más su perspectiva de vida, incluso tenía el deseo imperativo de alejarse totalmente de las personas que había considerado sus amigos y a quienes por hacerle caso llegó a esto.
—Changbin ¿Puedo preguntarte algo? —este era el octavo día que se veían— terminaste tu último año de escuela ¿No? —asintió bajando la mascarilla bajo su barbilla— ¿Ya has hecho algo para ingresar a alguna casa de estudio superior? —al ver el rostro que adoptaba pensó que había sido una mala idea— si dije algo malo, pido las disculpas respectivas.
Felix Lee era un chico de modales bonitos.
—No pidas disculpas, no has hecho algo malo —sonrió para que le creyera— vivo con mi madre y lo que gana es justo y suficiente, yo no quiero que ella tenga solo "justo y suficiente" así que trabajaré hasta reunir dinero para poder estudiar sin ser un mayor problema.
¿Y de que le había servido a Felix todo el dinero cuando no había podido impedir que el cáncer volviera? Aquel muchacho con toda la salud que poseía tampoco podía desarrollarse con normalidad por falta de dinero. Las vueltas de la vida podían ser muy egoístas.
Cuando vació su estómago, Changbin le acercó una toalla pero al ver tan débil al muchacho fue él quien ayudó a limpiar sus comisuras labiales.
—Lo lamento tanto, senti muchas náuseas y... bueno —sus mejillas rojas acompañaban a su voz ronca como dos opuestos.
—Es por la quimioterapia ¿Verdad? —asintió sin despegar sus ojos del recipiente, las náuseas volvieron— tranquilo, voy a sacarlo de aquí.
Después de llamar a alguien para que evaluara el contenido y se encargara de ello, volvió al asiento al lado de la cama donde vio al muchacho con los ojos llenos de lágrimas, su atención estaba puesta en la ventana y la preciosa vista que le brindaba. No quería dar consuelo en algo que realmente no sabía como hacerlo ¿Qué se le puede decir a una persona con cáncer, donde su salud es incierta? ¿Bastaban palabras de aliento si incluso no se lo creía? Esperó hasta que Felix Lee apoyó su rostro en las rodillas, las abrazó y lo miró.
—En el fondo, Changbin, tengo miedo —el silencio se hizo hasta que volvió a hablar— mi familia se está sobre exigiendo, mis padres poco y nada salen de este hospital, mi hermano expresó a mis padres que no iba a entrar a estudiar este año en la universidad y que esperaría al otro cuando yo estuviera más estable... tengo miedo, no por mí... tengo miedo por ellos.
—¿Les has contado lo que sientes?
—No, si ellos no me ven tranquilo se inquietarán, sé que no es malo tener miedo y le dije a mi hermano que fingir estaba mal pero... creo que soy incapaz de hablar de como realmente me siento —quitó las orejas de Mickey de su cabeza y las apartó de su lado, su suave calvicie era visible de nuevo— tengo miedo por ellos, porque si las cosas no salen bien al final del camino no voy a estar para poder contenerlos.
Changbin apretó sus dedos entre sí ¿Qué podía decir ante ello? tamborileó su pantalón con los dedos de su mano derecha enfundados en un guante, luego miró la bolsa con la que siempre cargaba y encontró unos frascos especiales. Felix Lee no era un niño pero tenía que hacer lo único que sabía para lo que servía en este lugar.
"Cierra los ojos" murmuró.
El menor le hizo caso incluso cuando sintió unos dedos húmedos hacer algo en su rostro, tragó el nudo en su garganta y esperó por unos minutos hasta que Seo Changbin le dijo que podía abrirlos de nuevo. Al hacerlo de inmediato vio su reflejo en el espejo y no pudo evitar esbozar una sonrisa que fue ensanchándose hasta terminar en una carcajada, el mayor lo había pintado como a un payaso. No se dio cuenta hasta que miró hacia el lado, que allí estaba tomándole unas fotografías con una cámara que cargaba.
—No sé como levantar el ánimo, pero creo que todos tenemos derecho a sonreír sin importar la condición —Felix lo observó durante un par de segundos sintiendo el calor bañar su rostro, miró su reflejo de nuevo y se sintió bien consigo mismo—no voy a decirte que seas honesto con tu familia porque no me imagino estar en tu lugar, solo creo que lucha hasta que tengas que luchar o hasta donde tú creas que debas hacerlo.
Con cada segundo Lee sentía sus mejillas volverse más ardientes ¿Era una reacción alérgica a la pintura? porque no encontraba otra explicación.
—Gracias —susurró tocando el reflejo del espejo— a veces se me olvida lo que es sonreír y reír de manera espontánea —lo miró directamente a sus ojos rasgados— gracias Changbin.
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¿Qué número de vaso era? ya lo había olvidado ¿Cuál era su nombre? Apenas recordaba que se llamaba Chittaphon. Cuando llegó a este lugar los guardias de seguridad parecían asustados ¿Cómo no estarlo? en su cuello portaba una cadena de plata con una cruz.
Infames, por supuesto que estarían asustados si conocía su verdadera identidad, todos los trabajadores eran servus y aquellos a quienes consideraba trabajadores sexuales en el escenario no eran más que íncubos.
Se sentía agobiado e inútil, quería defender a sus amigos como la persona mayor entre ellos pero no podía, Jungwoo era quien había tratado de calmar las aguas aunque no funcionaba, el tailandés no tenía deseos de volver a ver a Taeyong.
"Mentiroso" le gritó la última parte racional que le iba quedando.
—Tal vez tienes razón, soy un mentiroso... —sonrió de manera escasa, débil y falsa— ¿Por qué otra razón habría venido a Diavolo a beber?
Se secó las lágrimas con furia de sus ojos, Jungwoo insistía que había una razón por la que los 3 demonios se habían enamorado de 3 personas que eran amigos, nada tenía que ser coincidencia. Rascó inquieto su cabello ¡Estaban hablando de seres sobrenaturales! la belleza y apariencia que portaban no podían ser distractores de la maldad que tenían en el fondo, no vivían, existían y se "alimentaban" de la energía que robaban de otros.
Sentía que su cabeza iba a estallar con tanta información, sus padres lo habían notado distraído y poco enérgico pero se había justificado ante ellos como un efecto rebote de que todos sus estudios habían llegado a su fin y que debía enfrentarse al mundo laboral.
Se percató que más de alguna persona se paraba interesada hacia el segundo piso y la valentía tomó el control de sus piernas. Bebió de golpe la cerveza y caminó con interés al segundo piso al salón donde sabía que encontraría algo bueno.
Chocó con algunas personas pero se esforzó por ser de los primeros para presenciar el espectáculo que aquel demonio ofrecía, Taeyong se movía de manera lenta con una chaqueta elegante color negra que cubria lo necesario arriba, no traía camiseta debajo, podía apreciar su abdomen y su piel blanca.
Podía sentir el deseo hacer añicos su pecho, lo extrañaba.
—Por Dios, tienes tantas mujeres con las que podrías acostarte también y —suspiró agotado— estás sufriendo por un maldito ser que no te corresponde.
La noche que le había confesado lo que era y se había mostrado ante él con sus ojos rojos y alas negras, sus ojos eran una cascada silenciosa de lágrimas pero se juró a sí mismo que no iba a llorar por ese hombre ¿Había cumplido? en casa gritó y pateó cosas porque se había enamorado de verdad ¡Él había prometido no hacerlo! y con sus amigos solo fue un ente que escuchaba, ni siquiera tenía deseo de aconsejar.
Apretó las manos, tenía que salir de aquí, esto había sido una completa mala idea. Pero cuando tuvo la intención de darse vuelta pudo escuchar los gemidos del demonio, no eran gemidos sexuales como todo el mundo pensaba. Ten abrió la boca sin entender ¿Por qué había colocado un rosario de plata en su mano mientras bailaba y lo miraba fijamente?
Perplejo vio como las heridas se formaban en su piel pero lo que lo hizo gritar fue cuando vio pequeñas gotas de sangre negra caer desde ellas.
—-¡Basta! ¡Basta Taeyong, basta!
El pelirrojo cayó de rodillas sobre el escenario y lo miró con sus ojos rojos, la apariencia de demonio saldría en cualquier momento incluso si se estaba desmayando.
Enfurecido pero también angustiado, el tailandés subió al escenario, lanzó la cadena de plata lejos y dejó que se desplomara sobre su cuerpo. Más de algún servus disfrazado como guardia de seguridad se acercó a ayudar a Ten, si no se apuraban el demonio se mostraría en su esencia frente a todos.
—Eres un idiota.... ¡Eres un idiota! — gritaba y lloraba ¡¿Por qué lo había hecho?!
Él no tenia como saberlo, pero el íncubo había querido castigarse frente a sus ojos por haberle causado tanto daño.
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Miró el cielo antes de entrar a casa, una mirada agotada que reflejaba el cómo se sentía. El sol estaba por salir dándole la bienvenida al amanecer del día sábado ¿Por qué estaba llegando a esta hora a casa?
Cerró la puerta principal tras de si y se llenó de la fuerza que no tenía para arrastrar casi literalmente sus pies por el suelo para llegar al segundo piso, quería su habitación, quería sus sábanas, se sentía tan exhausto y tan angustiado que apenas sentía la energía suficiente para estar respirando.
El teléfono en su bolsillo sonaba constantemente y sabía de quienes se trataban, no había querido decirle a Ten o a Jungwoo lo que iba a suceder el viernes en la noche para no preocuparlos pero estaba seguro que ya se habrían enterado y que querían darle consuelo. Él no lo necesitaba, él no lo quería, él no era la persona enferma.
Cerró la puerta tras de sí, subió a su cama, se arrastró con ella, sostuvo una almohada y rompió a llorar al fin. Había aguantado en el hospital pero ahora que nadie lo veía podía llorar todo lo que necesitaba.
Hace un buen par de horas atrás había llegado el oncólogo tratante de Felix para conversar con la familia y él, después de un análisis de la muestra de sangre podían darse cuenta que la quimioterapia no estaba siendo efectiva, el crecimiento de las células cancerígenas era alarmante y el tratamiento no era lo suficientemente fuerte para contrarrestarlas. Tenían que usar una terapia más agresiva.
Flash Back
Todos los ojos posaron en Felix después de que el oncólogo había hablado, el hombre creía que era un derecho del muchacho escuchar las noticias al mismo tiempo que los demás. El subtipo de leucemia que tenia era tan agresivo que la combinación de medicamentos para la quimioterapia no eran efectivos, tenían que usar otros siempre y cuando sus padres dieran la aprobación, Felix aún no era mayor de edad para decidir sobre sí mismo.
—Supongo que esta es la parte donde me dirán que no todo está perdido ¿Cierto doctor?
—Has de saber que gran parte del éxito de una terapia está en la actitud y que el sistema inmune se ve alterado cuando una persona tiene una...
—Quiero que me hablen de hechos concretos ¿La cantidad de blastos es aún mayor que en un inicio? —el médico miró al padre de Felix que era su jefe en este hospital, luego al muchacho y asintió—entonces supongo que necesitaré una terapia más fuerte, lo que... significa que estoy contra el tiempo, lo que significa que mi calidad de vida será aún peor.
—Mi amor —levantó la voz su madre, tenia las manos apretadas sobre su pantalón, la garganta estrecha y el dolor en su cabeza— tú sabes que Dios puede...
—¡No traten de darme esperanzas cuando son casi nulas! —gritó con las lágrimas explotando en su rostro— ¡Yo no tengo miedo por mi! ¡Tengo miedo de que ustedes no sepan asumir cuando haya que dejar de luchar!
Andrew Lee y su esposa temblaron donde estaban parados, Mark miró a su alrededor sintiendo que estaba perdiendo la poca energía que poseía, todo parecía volverse borroso, el camino se hacía más incierto y oscuro.
Miró a su amado hermano y este no tuvo que hablar para decirle lo que quería, necesitaba que lo dejaran solo para poder digerir toda la información abrazado a su peluche de Elmo, el mismo que le había obsequiado para su cumpleaños número 5, el mismo que lo acompañó la primera vez que le había dado leucemia.
Fin Flash Back
Se había hecho el fuerte frente a sus padres cuando estos estaban con un ataque de llanto, de gritos y desesperanza en un cuarto privado de la clínica, había tenido que ser la muralla de ellos, pero ahora que estaba solo podía expresarse como quería. No podía pensar en los abrazos de sus amigos, la necesidad que crecía en su pecho era otra y más lloraba porque sabía que estaba mal.
Había pasado 2 semanas sin él y cada día se sentía más vacío, Jungwoo había tratado de convencerlo que ellos no eran lo que todos creían pero no podía cambiar de opinión, aún así ¿Por qué no podía superarlo?
Y de pronto recordó cuando se sentía abrumado de su sexualidad, que le había pedido una señal a Dios y que en esa ocasión la pluma negra que guardaba sobre un mueble descendió con "casualidad".
Agotado se paró, sostuvo una pluma que había sido incapaz de botar y la apretó lleno de miedo contra su pecho. La angustia por no poder salvar a su hermano, la angustia de sentirse utilizado, se sentía tan mal que terminó derrumbándose sobre el suelo mientras lloraba con fuerzas.
"Lo necesito" pensó lleno de terror, lo necesitaba aún sabiendo que era un ser maligno, lo necesitaba aún siendo un fiel creyente de Jesucristo.
Cuando se movió desesperado en el suelo mientras lloraba, sintió como unos brazos cálidos lo sostenían contra algo y lo levantaba como si no pesara nada, no sabía que ocurría pero siguió con su desconsuelo hasta que su rostro se llenó de golpe con el delicioso aroma de aquella entidad que se había hecho llamar Johnny.
—Mi corderito —susurró con la voz quebrada mientras cubría su cuerpo frágil con sus enormes alas negras, el muchacho lo abrazó con tanta fuerza que se sintió abrumado, casi no había energía en ese humano, estaba cayendo en picada— Mark, por favor, estoy aquí...
El aludido escuchó su voz ronca, abrió sus ojos y cuando vio su tórax desnudo empezó a golpearlo con las manos mientras gritaba y gemía en su pena, Youngho no decía nada más que utilizar sus manos para acariciar su cabello despeinado y esperar que saliera de su ataque de histeria.
—Te odio, te odio maldita sea ¡Te odio Youngho! —sus manos iban perdiendo fuerza cuando se dio cuenta que los golpes eran inútiles y que estaba llorando porque él había aparecido después de 2 semanas— te odio...
El incubo sostuvo su rostro y bebió cada una de las lágrimas mientras el muchachito gemía, estos no eran los demonios que la cultura religiosa le había dicho que existían, estos demonios no eran como los imaginaban ¿Qué mierda era? ¿Por qué razón estaba aquí dándole calor con sus enormes alas y muestras de afecto con el resto de su cuerpo?
—Pequeño —murmuró besando los costados de su rostro— déjame protegerte.
Quizás no podía decirle que no porque la falta de afecto era enorme, porque se sentía débil después de lo de Felix, porque estaba herido, enamorado o todas las anteriores. Atolondrado y muy agotado asintió, aquella entidad lo observó con tanto cariño con sus ojos rojos antes de sostener su barbilla y romper la distancia que los separaba.
Unió su frente con la del muchachito y buscó su boca para cubrirla con la suya en un beso que había anhelado desde el día en que lo había rechazado. Sus alas formaban un capullo donde ambos estaban escondidos, donde ambos se besaban hambrientos y necesitados.
Había extrañado la suavidad de sus labios y la humedad de su lengua, el olor a perfume masculino que usaba como un niño rico, la fuerza de sus hombros anchos y su cintura estrecha, la textura de sus manos o todas sus facciones rebosantes de belleza.
La piel blanca y sin vida del muchacho fue tomando color mientras su corazón latía con más fuerza, le estaba brindando energía y de positivismo, estaba rompiendo los esquemas negativos que le habían impuesto desde su creación.
—¿Por qué me hiciste tanto daño? —su voz quebrada salía entre los besos, sus manos acariciaban los pectorales desnudos y bien formados de ese demonio— ¿Te das cuenta que esto es enfermo?
—Lo es ¿Pero qué puedo hacer? No elegí enamorarme de ti y decidí alejarme para protegerte porque sé que te hago daño siendo yo mismo —dejó de alimentarse de su boca antes de separarse solo un poco para mirar su rostro—pero vine porque te escuché llorar en mi cabeza.
Mark frunció el ceño cuando se dio cuenta que el demonio estaba temblando desde hace un momento, su piel sudaba y su respiración se volvía extraña. Cuando se miró a si mismo se dio cuenta que la cadena con la cruz en ella estaba teniendo contacto con él, lo observó por un par de segundos más. Un demonio común habría escapado o le habría hecho daño para que quitara aquello, pero Youngho estaba allí sin moverse sufriendo en silencio.
Con cuidado sostuvo la cadena de plata con la cruz en ella y rompió el abrazo cuando el demonio abrió sus alas. Dejó la cadena sobre un mueble contiguo a la cama y luego se volteó sobre su estómago para observarlo, Youngho parecía volver a sus sentidos.
—¿Por qué yo? ¿Por qué te enamoraste de mí cuando soy la representación de todo lo que odias? —murmuraba mientras sentía la valentía de hacerlo, si alguien le habría dicho que estaría al lado de un ser del infierno conversando, se habría vuelto loco.
—Pensé que jugar contigo fastidiaría lo suficientemente a Dios como para sentirme bien, pero las cosas se fueron dando de tal manera en la que pienso que él así lo quiso para castigarme—estiró la mano pero solo acarició su mejilla izquierda cuando se dio cuenta que Mark no iba a correr el rostro— sí Mark, soy un demonio, soy un íncubo y sí, he matado muchas personas porque es lo único que sé hacer bien.
El dolor en el vientre se hizo presente, Mark sintió sus ojos húmedos nuevamente pero las palabras de Jungwoo se repitieron como una mantra: "Él está protegiéndote".
—¿Por qué decidiste no matarme? ¿Qué me hace especial? —se retorció, se sentía enfermo de entablar una conversación con él pero ¿De qué otra forma podía saciar sus dudas? ¿Desde el odio y el terror eterno? no.
—No me caractericé por mi buen carácter, ni la paciencia pero sí por la devoción a querer seguir los preceptos que Lucifer y nuestros amos nos han impuesto... no quería matarte porque pensé que el juego se acabaría luego, pero luego me di cuenta que no quería matarte porque cuando cerraras tus ojos y tu cuerpo estuviese sin vida no iba a ser capaz de tolerarlo... —cerró los ojos y meneó la cabeza— no puedo decir que soy bueno Mark, soy un maldito demonio que gozaba de acostarse con las mujeres para robarles energía y de paso acabar con varias de ellas.
—Mataste a Charles Tremblay —masculló con los puños a los costados.
—Yukhei no encontró nada mejor que herirlo gravemente para que yo pudiese tomar su lugar y —Mark separó el contacto de su mano y paseó por la habitación con confusión— si quieres me voy cariño, no es el mejor momento para ser honesto.
—¡¿Entonces cuando?! ¿Vas a desaparecerte por otras 2 semanas o meses o para siempre para decirme lo que escondes? ¡No, Youngho! estoy lo suficientemente herido por como la vida está tratando a mi querido hermano como para aprovechar que me sigas hiriendo, vamos... ¡Di todo lo que escondes!
Él quería saber la verdad, él seguía escondiendo un poco de temor, él estaba luchando contra su férrea creencia religiosa para permitirse conversar con un demonio y no caer de locura en el intento, Mark Lee estaba completamente confundido, el corderito apenas podía pensar con claridad.
El demonio cerró los ojos, no podía percibir a Asmodeo o algún otro demonio cerca, él podía ser sincero. Se paró en su actual 2 metros de altura (si es que no más, pero luego se sentó de rodillas y descendió las alas tras su espalda en señal de rendición.
—Corderito, si quieres que siga siendo completamente honesto entonces vas a tener que serlo tú también —murmuró agotado— te he dicho que no soy un ser bueno, que he matado porque es lo único que sé hacer y para lo que he sido creado, pero también juro ante tu Dios que no soy capaz de hacerte daño, no comprendo, no entiendo, no sé porque yo y mis amigos somos tan diferentes, un demonio no tiene la capacidad de albergar sentimientos pero nosotros los estamos teniendo ¿Qué puedo hacer en este minuto para convencerte que soy absolutamente sincero?
Agotado arrastró los pies hasta aquella figura sobrenatural antes de mirarlo fijamente al rostro.
Mierda, parecía un cachorro asustado esperando órdenes.
Estiró la mano hacia su rostro y acarició su costado, el contacto de su piel suave con su mano más pequeña se volvía en una calidez instantánea. No había frío ni ningún efecto que le produjera un miedo real como las parálisis del sueño que le había provocado, todo le estaba volviendo diferente.
—No sé que es normal, Youngho ¿Cómo puede un católico devoto de Dios, entregarse al lado enemigo? —estaba temblando—le pedí una señal a Dios y me entregó una de las plumas que has dejado en el camino ¿Se supone que debo acercarme a ti? —el íncubo frunció el ceño ¿Qué era lo que quería?— no sé que debo hacer, no sé como debo actuar frente a ti sin juzgarte, yo...
De pronto las cosas parecían encajar también para el demonio. Recordó al ángel llamado Kun y las palabras que le había dicho, aquellas señales que no sabía leer parecían juntarse como las piezas de un rompecabezas.
Por alguna razón Asmodeo había cometido un error cuando decidió crearlo a él, a Yukhei y Taeyong ¿De qué otra manera eran demonios con capacidad de entregar amor? Sabía que había parte de la verdad que aún no era revelada pero al menos podía entender porque Dios estaba permitiendo todas estas cosas.
—Tu hermano está mal ¿No es así? —dejó su rostro de lado mientras el muchachito acariciaba su mejilla, se sentía demasiado bonito como para no querer perder el contacto— ¿Mark?
—Felix está mal —sollozó— el cáncer de Felix está peor —ni siquiera hizo el intento de retirar las lágrimas que caían o el temblor en sus piernas— yo no quiero que se muera pero él... yo no sé si quiera continuar con la quimioterapia ¡Yo no sé que va a suceder y siento que me voy a volver loco!
Youngho lo acercó y abrazó mientras apoyaba su rostro en el vientre de aquel hombre ¿Cómo había sido tan ciego?
—Me necesitas, Dios... mierda, Dios quiere que esté a tu lado para protegerte de todo esto —tragó saliva y levantó el rostro ¿Dónde estaba la maldad del demonio o la autonomía que deseaba? ¿Se estaba convirtiendo en un sirviente de lo que tanto rechazaba?— ¿Me necesitas, corderito?
Mark miró hacia abajo y con sus manos temblando acarició sus cejas y el costado de sus preciosos ojos rasgados, el color rojo de su iris no parecía aterrador, solo demasiado cálido. ¿Lo necesitaba, en verdad? Cerró los ojos porque esto parecía una broma de mal gusto, pero no podía negar las señales que con tanto esfuerzo Dios le había mandado.
Abrió sus ojitos de nuevo y entre lágrimas se agachó para depositar un beso en la frente de aquel demonio. Ya habría tiempo de aprender a escuchar toda la verdad de aquel íncubo y de aceptarlo con sus maldades y virtudes, pero un paso importante había dado.
—Te necesito, Youngho... —el aludido gimió fascinado—necesito que te quedes a mi lado.
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