20. La venganza de los íncubos

Flash Back

Martes 9 de agosto 2016, Montreal, Canadá.

Había estado mentalizándose con que este día llegaría pero ahora que tenía frente a frente a aquel hombre de cabello rubio, supo que estaba arruinado. Sus mejillas al instante se tiñeron con la sangre que subía a ellas, su respiración entrecortada, estaba seguro que le gustaba ¿Y cómo no hacerlo? Trató de respirar con normalidad antes de meter las manos a su pequeño bolso oscuro y sacar el sándwich que había preparado.

Estaban teniendo una primera cita en un primer picnic dentro de un parque, por suerte estaba un poco alejado del centro de la ciudad y estaba seguro que sus padres no se enterarían, habían ido a cenar donde unos amigos.

Estiró sus manos y esperó que Lucas Wong aceptara, luego observó con atención como aquel hombre sacaba aquello del pote de plástico y Io masticaba mientras miraba hacia arriba, casi se sentía como un juez de programas de cocina.

—Delicioso, cocinas muy bien ¿Tu especialidad es el sándwich de jamón queso?

La sonrisa que había esbozado era tan ancha y sus ojos rasgados brillaban tanto que fue imposible no sonreír de la misma manera, le agradaba el sentido del humor que tenia. Y era increíble, sí, increíble que en 3 meses se hubiera convertido en alguien tan cercano. Fue su mejor coincidencia.

Aquel hombre desconocido que lo había salvado de unos compañeros abusivos de su escuela, terminó siendo el profesor privado de matemáticas que sus padres habían contratado para prepararse para el último año de escuela. No le importó tener que invertir parte de su tiempo libre en reunirse con él porque la afinidad que tenían era agradable, asi también como su modo de enseñar, su voz, sus gestos y la energía que le brindaba.

En 3 meses no solo eran profesor- alumno, habían llegado a convertirse en amigos. Y hoy después de las clases por fin se había atrevido a pedirle que por fin se había atrevido a pedirle que salieran a comer como en un picnic excusándose que amaba la naturaleza. Lucas Wong de inmediato le había dicho que sí.

Aquel niño de 17 años era precioso y el demonio lo sabia, estaba cayendo cada día más bajo.

—¿Por qué me miras así? —susurró Jungwoo, inclinaba su rostro con lentitud hacia el costado, su sonrisa tímida delataba las ideas que cruzaban su cabeza. Yukhei quería sostener sus mejillas y apretarlas con dulzura— oye ¿Puedo decirte Xuxi? —el íncubo contuvo la respiración mientras todas las facciones de su rostro iban cayendo, el humano frente suyo empezó a alarmarse— yo, lo siento por ponerte un apodo de verdad no volverá a...

—Me encanta —intervino antes que malinterpretara su reacción— "Xuxi", raime comment tu ne sais pas (Me encanta como no tienes idea).

Yukhei sabía que era el menos indicado para acercarse al humano pero ¿Qué podía hacer? Sabía que podía infringir gravemente las leyes si se inmiscuía como era indebido. Gimió ¿Qué era esta necesidad en su existencia?

Miró hacia todos lados con cautela antes de acercarse y cerrar la distancia que separaban sus cuerpos, sostener la barbilla del muchachito y acariciar su labio inferior rojo con marcas de dientes. Antes de seguir cuestionándose las cosas cerró los ojos y lo besó con tanta calma que Jungwoo jadeó.

—No tengas miedo, precioso —susurró el demonio— iremos lento, es... ¿Es tu primer beso? —con los ojos húmedos asintió, de haber tenido corazón seguramente se le habría encogido con la ternura— precioso...

Acunó su rostro con mesura y acarició sus labios con tanta lentitud qu fue imposible no seguir el ritmo. Jungwoo presionó el labio superior de aquel hombre entre sus propios labios antes de chuparlo con la punta de su lengua. ¿Qué era aquello que lo estaba emocionando, mientras su beso se volvía más hambriento?

—Xuxi —susurró el adolescente abrazándolo por el cuello para profundizar el contacto entre sus bocas y cuerpos.

Lo supo cuando volvió a escucharlo. El demonio estaba enamorado.

Fin Flash Back

Llorar era un acto imposible para un demonio, pero Yukhei estaba fuera del estándar común de un ser oscuro y sobrenatural, lo había sido desde el momento en el que decidió no quitarle la vida al muchachito y desde que se dio cuenta que albergaba sentimientos.

Y así estaba, llorando contemplando hacia arriba como los ojitos de Kim Jungwoo se humedecían, de seguro preguntándose porque las cosas no encajaban y sacando las conclusiones correctas. Se incorporó sobre sus propios pies demostrando que los demonios eran más altos siendo ellos que fingiendo ser humanos, pero incluso así su presencia, sus enormes alas negras, sus ojos rojos, nada estaba atemorizando al humano porque él sabía más que todo eso.

—Espero puedas perdonarme — susurró— pero prefiero tu odio antes que verte muerto.

—Xuxi... —dio un paso hacia adelante sobre la arena pero el íncubo retrocedió y levantó lentamente la mano por el aire— Yukhei, no lo hagas, maldita sea ¡Yukhei! —gritó con las lágrimas saliendo de sus ojos.

—Te dije, no podemos elegir enamorarnos pero sí alejarnos cuando lo que amamos corre peligro... perdóname pequeño —una niebla negra cubría su cuerpo.

No se sorprendió cuando escuchó el habitual chasquido y apareció sobre el colchón de su cama resguardado de todo peligro. Acostado de lado y con los ojitos derramando incansablemente

lágrimas, abrazó una almohada, hundió su rostro en ella y dejó que la desesperación rasgara su garganta mientras gritaba y lloraba.

Lo estaba haciendo de nuevo, se estaba alejando solo que esta vez le había regresado sus recuerdos y su verdadera identidad. Los golpes de compañeros, toda la vida ocurrida antes de que sus padres supieran que era gay allá en Montreal, todo lo que sucedió entre ambos, la revelación de secretos, el proceso de aceptación.

Estaba atormentado, la angustia lo estaba ahogando, sus piernas, brazos y parte del cuerpo se movían de un lado a otro como si un demonio realmente oscuro lo estuviera poseyendo. ¡Maldita sea! ¡Youngho también era un demonio!

Se sentó sobre el borde de la cama, sostuvo su teléfono y marcó de inmediato a Mark, no pasaron más de 3 tonos antes que él contestara, no quiso cesar de llorar, no quiso fingir, fue lo bastante explícito cuando le dijo que quería morirse de pena y que lo necesitaba en su casa antes de cometer una locura.

¿Cuánto tiempo había pasado? sintió los pasos acelerados sobre la escalera y supo que ya estaba aquí. No habia sido necesario bajar a abrirle la puerta, a sus amigos les había entregado secretamente unas llaves por si necesitaba ayuda porque nunca se sintió seguro con sus propios padres.

—¡Jungwoo! ¡Jungwoo! —lo encontró encogido en el suelo, con la mitad del cuerpo apoyado en la cama, lloraba gritando provocando que los ojos de Mark estuvieran tan húmedos como los suyos— Snoopy.

Se agachó, cubrió su cuerpo en un abrazo y acarició su espalda fervientemente sin lograr un mayor efecto. Mark Lee miraba hacia todas partes en caso de tener que recurrir a un escape ¿Sus padres le habían hecho daño? ¿Lo habían golpeado? le hizo aquellas preguntas pero el muchacho negaba tajantemente mientras continuaba en su ataque.

Solo comprendió lo que había sucedido cuando se separó de él y lo vio a sus ojos, pudo verse a si mismo el día viernes cuando había visto a aquel demonio.

—¿También lo es? —murmuró. Sus manos de inmediato se cerraron, deseaba con ímpetu que lo dañaran a él pero no a sus amigos, menos a Jungwoo que arrastraba episodios de angustia, menos cuando estaba carente de mucho afecto.

—¿Es eso Mark? —la voz salió más aguda de lo normal— ¿Te enteraste que el señor Suh es un demonio?

Asintió lentamente, ambos mirándose agitados, ambos comprendiendo lo sórdido que podía ser hablar sobre demonios como hombres, sobre afecto y relaciones. Con cautela, el mayor se movía sobre la alfombra color beige de su habitación, sostuvo los hombros de ark y contuvo la respiración por unos segundos.

—Por favor llora conmigo, amigo, yo sé que no estás bien.

E incluso si estaba pasando por una situación tormentosa, Jungwoo era capaz de dejar de lado todo eso para escucharlo. Fue como aquel pequeño roce que dan los cercanos en una situación de crisis, bastó que el mayor lo abrazara para que el corderito se deshiciera lentamente hasta llorar por alguien que nunca había existido, llorar por algo que había deseado y porque realmente estaba asustado.

Jungwoo podía comprenderlo más que nadie porque había pasado por todo eso, podía darle lo que nadie supo darle a él cuando tuvo esos sentimientos en su pecho y esos pensamientos contradictorios en su cabeza. Sabía, además, que para su amigo era peor porque era religioso y porque apenas hace poco había aceptado que le gustaba un hombre, incluso le brindó más amor porque bastante carga emocional tenía con la delicada situación del cáncer de Felix.

Sus dedos acariciaron su nuca de forma circular mientras continuaba llorando, se estaban enfrentando a un gran problema.

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Había tenido que ser el amo y señor en Diavolo esta noche, no había cometido ningún asesinato pero si robó mucha energía de los que asistieron para alimentarse a sí mismo y a sus fieles servus, ellos gastaban demasía cuando transformaban su grotesca apariencia en los atractivos mozos y guardias de seguridad del local. Pero le tocaba "descansar", después de una extensa jornada apareció en el departamento que le pertenecía a los 3 ¿Qué caso tenía reclamarlo como suyo si ellos se paseaban tanto como lo deseaban?

Al llegar vio a Yukhei acostado boca abajo sobre una alfombra mullida, con las alas desparramadas sobre su cuerpo, con la mirada perdida, con restos de lágrimas esparcidas en su rostro. Estaba seguro que un demonio no podía llorar pero ni siquiera estaba sorprendido, Yukhei era el primero en muchas cosas y eran las consecuencias de estar enamorado.

Al verlo supo que había cumplido con su palabra y que le había devuelto los recuerdos a su humano.

Con un solo movimiento sostuvo su mano y logró pararlo, pero la figura de aquel íncubo estaba encorvada hacia adelante, con alas tristes, con inestabilidad en todas las direcciones.

—La ignorancia y la soledad son una ventaja para las entidades negativas como nosotros, pero ahora que ambos saben la verdad pueden protegerse, era lo que debíamos hacer —descansó una mano en su hombro.

—Kim Jungwoo debe estar odiándome —susurró agobiado.

Una niebla negra apareció en la sala de estar de aquel departamento, una niebla que se transformó en Taeyong. Tenía cada una de sus facciones duras, fuego color rojo cubría sus puños, estaba tenso y no sabía qué hacer con tanta ira, podía utilizarla a su favor y aniquilar personas para obtener energía absoluta pero su mente estaba en un solo propósito.

Miró el rostro de Yukhei, su habitual personalidad jocosa se había reducido a derrota. Si para él no había sido fácil desprenderse de su humano ¿Acaso no sería peor para el rubio? Tenia una historia profunda relacionada con Jungwoo.

—Nada de esto hubiera sucedido si hubieses sabido mantener a raya a Irene —masculló el pelirrojo— todo esto ocurre porque no tuviste cuidado con Mark Lee.

—¿En serio quieres empezar, infeliz? —escupió Youngho incorporándose y levitando tan rápido para acercarse a su figura, puso la mano bajo su cuello, era una gran ventaja que Taeyong fuese más menudo y bajo— ¡¿En serio quieres empezar?!

—¡Yo no tenía porque herir de esa manera a Chittaphon! —algunas ventanas se habían roto, estaban provocando el caos, recordó sus lágrimas y luego su indiferencia— ¡ÉI no tenía porque saber la verdad!

—¡Basta ustedes dos! —Yukhei tiró las alas de Youngho hacia un lado para moverlo, aprovechó su inestabilidad para ponerse entre ambos— nadie quería que eso sucediera, Taeyong, y puedo apostar que tampoco te hubieras preocupado de cubrir tu propia identidad cuando la vida de quien quieres está en peligro... —el pelinegro seguía gruñendo pero vio la figura del pelirrojo apoyada en la pared, tenía la cabeza gacha, su barbilla temblaba, sus alas estaban descendiendo— estamos en esto Taeyong, desde el día que te diste cuenta que no podías quitarle la vida a Ten.

Asintió antes de sentarse en el suelo y cubrir su cuerpo con su alas, también estaba enamorado. El Youngho de antes no habría sentido cosa alguna, se habría ido al club sexual, seguiría sin mostrar empatía, pero ninguno de los 3 era el mismo de antes.

Se desplazó lentamente sin tocar el suelo, se agachó hasta su altura y se sentó a su lado al igual que Yukhei, los 3 en el mismo estado de ánimo.

—Lo único que logramos discutiendo entre nosotros es que Irene cumpla parte de sus deseos y nuestros humanos no tengan quienes los protejan —Yukhei murmuró— todos confesamos, todos estamos en igualdad de condiciones, ahora hay que continuar con el plan.

Los rasgos de cada uno se volvieron más sombríos mientras sus cuerpos se convertían en una niebla negra, así mismo en poco tiempo se reincorporaron dentro de un bosque con árboles muertos, algunos cuervos y calor en demasía, habían descendido al inframundo.

Mientras más avanzaban entre los troncos, más nítido era el canto que ellas emitían, un canto precioso pero mortal para cualquier humano que pudiese escucharlo. Descendieron sus alas solo cuando llegaron al lugar donde querían estar. Las voces femeninas se detuvieron, sus bocas formaron una suave sonrisa al ver a aquellos 3 íncubos erguidos y atractivos. Habían llegado al lugar donde se reunían las súcubos privilegiadas de belleza.

—¿A qué se debe el placer? —murmuró una de cabello castaño y rasgos semejantes a la de una bella humana latina— tenemos muy en claro que no somos de su agrado y que ahora les gusta joder hombres, especialmente Youngho.

Con calma, el demonio mencionado se desplazo hasta ella, sostuvo la barbilla de su esculpido rostro y besó sus labios mientras repasaba con autoridad el costado de su cuerpo. Las demás demonios arrullaron en respuesta, sus ojos se volvían más rojos, sus labios eran apretados con sus dientes.

—Porque somos conscientes que desean acostarse con nosotros —murmuró el pelinegro, parecía interesado cuando acarició las alas de aquella súcubo—y porque ustedes tienen información que nos interesa.

—Podemos joder a cada una de ustedes y darles el placer que ni 100 humanos reunidos podrían entregarles, pero solo a cambio de lo que queremos —Yukhei se paseaba regodeándose de su buena y esculpida figura mientras sostenía su miembro erecto, todas lamían sus labios mientras asentían obedientes— ¿Dónde está Irene?

Cerraron sus bocas al instante y se miraron unas con otras, no sabían la razón del porque aquella súcubo había pedido refugio y ayuda entre sus pares para estar segura de aquellos demonios, pero tampoco les interesaba inmiscuirse en sus asuntos, si querían joder hombres ellas también podían joder mujeres y fin de todo. ¿Era malo infringir el silencio que le habían prometido?

Taeyong sonrió de lado antes sostener con mesura el rostro de una de ellas y acariciar sus labios con la punta de su miembro, acostarse con un humano era una cosa pero el placer que podía otorgar un íncubo era muchísimo mayor.

La demonio lo lamió hambrienta pero antes que pudiese continuar, el demonio la soltó y siguió caminando, los 3 se sabían deseados.

La primera súcubo que había hablado dio un paso hacia adelante y levantó con calma la mano, Youngho la miró de arriba hacia abajo antes de sonreír con burla ¿Acaso no era increíble? incluso en el mundo de los seres sobrenaturales, las entidades femeninas eran capaces de destruirse entre ellas.

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Los dos acostados sobre la cama, el mayor apoyando su rostro en el cuello de su amigo, no había hablado de esto con alguien y ahora que tenía la oportunidad no sabia como hacer fluir la información de la mente a su boca. Jungwoo nació en Seúl pero con apenas 6 meses llegó a vivir con sus padres a Canadá específicamente en la ciudad de Vancouver.

Conoció a Mark porque habían sido vecinos desde siempre, a Chittaphon lo conocieron cuando Jungwoo solo tenía 10 y los padres de ambas familias lo contrataron de niñero a sus cortos 13 años.

Cuando cumplió 14, por asuntos de trabajo de su padre tuvieron que irse a Montreal, pero aquello no impidió que pudiera comunicarse con sus amigos de diversas formas o verse unas veces al año, conversaciones que estuvieron privadas de detalles y todo lo que realmente le estaba pasando.

—Me golpearon constantemente sin que nadie se diera cuenta, fuera de la escuela, en los rincones de los baños donde nadie veía, me gritaban maricón —su voz suave estaba cargada de angustia, Mark acariciaba su cabellera sintiendo el malestar en su garganta— ¿Has visto esas típicas historias cliché donde el gay se enamora del chico más guapo de su escuela, capitán de equipo de un club deportivo y emblema de la campaña homofóbica? eso me sucedió a mi, se llamaba Antoine, él sabía eso y me prometió que estaríamos juntos, nunca me dio un beso, nunca tuvimos sexo, pero si permitía que se la chupara a escondidas en los baños de hombres... cuando sus amigos lo vieron se excusó diciendo que yo se lo había rogado.

—Alguien que se negó a aceptar cualquier cosa por miedo al que dirán, que hijo de puta —masculló.

—Por eso mismo un día me llevaron contra un callejón, me golpearon, me mojaron y cuando no podía soportar el dolor en mis costillas alguien los detuvo, no supe exactamente que pasó en ese entonces, solo que cuando abrí mis ojos esa persona que me sostenía me pareció el ser más angelical del mundo, pude decir gracias y... me desmayé, desde ese día nunca nadie volvió a molestarme —Jungwoo tragó el nudo en su garganta— ese fue mi primer encuentro con Yukhei.

Después de eso fue dando más detalles de las cosas que aquel demonio le hizo sentir, cosas que desgarraban su corazón como también las cosas que le hicieron darse cuenta porque lo había aceptado. 3 meses antes que le quitara la memoria, Kim Jungwoo descubrió su identidad como demonio.

Había sido en una de esas ocasiones en las que vieron las estrellas en su departamento, bebieron un poco de vino y terminaron haciendo el amor, sí, porque no había otra forma de describir el encuentro que tenían, ni la forma en que lo abrazaba, lo besaba, lo tocaba y le decía que era el niño más hermoso del planeta.

—No es fácil enterarte que estás enamorado de alguien sobrenatural y más aún de alguien que no es parte de una historia bonita, me tomó mucho tiempo poder aceptarlo, tal vez más del que me hubiese gustad...

—Jungwoo, no estamos hablando de un ladrón, de un abusador, esto es... Jungwoo, un demonio es lo más horrible que puede haber, representan lo peor de todo lo que te puedas imaginar ¡¿Qué son los violadores, asesinos o pedófilos a su lado?! —todo su cuerpo sudaba, su corazón latía desbocado, el mayor se separó del contacto y lo miró fijamente—no hay palabras para describir lo que son más que una mierda absoluta, todo lo que es vida perece en sus manos.

¿Cómo podía decirle que no cuando aquello era cierto? Yukhei había sido sincero respecto a lo que eran y aunque no dio demasiados detalles sobre lo que había en el infierno, estaba seguro que ningún ser vivo, incluso los satanistas, podrían estar allí sin perder la cabeza.

—¿Te haces una idea de por qué, entonces, terminé amándolo? —Mark secó sus lágrimas, negó rotundamente, para él Youngho no era más que un asqueroso juego del infierno por ser un devoto de Dios—porque me dio el valor de amarme a mi mismo, porque...

—¡Pero sus existencias están manchadas con la vida de gente inocente! —encolerizado y asustado, el corderito salió de la cama y lo apuntó, estaba despeinado y pronto a acercarse a un ataque de pánico. Sus lágrimas ya eran evidentes— ¡Son demonios maldita sea, no son humanos!

Jungwoo no dijo más nada, solo tomó parte de su tiempo en regularizar sus ciclos respiratorios antes de levantarse, caminar hasta su mejor amigo y sostener su rostro entre las manos. Podía comprender el pánico que lo volvía loco.

—Xuxi en cada momento me puso como su prioridad, me protegió de los peligros de este mundo y el suyo, nunca, Mark, nunca dejó de repetirme que si tenía que sacrificarse por mí lo haría porque nada le importaba más que mi propia vida —Jungwoo también se quebraba, sus tobillos se torcían, sus ojos ardían— Mark, Yukhei no es feliz siendo lo que es pero así lo crearon, él no lo eligió, los demonios no pueden amar pero él ama, él hace el bien ¡¿Qué se supone que debo hacer?! —él muchacho no le respondía, solo lloraba en silencio, en cualquier momento iba a aferrarse a las figuras religiosas y perder la cabeza.

—¡¿Entonces porque te ha abandonado, otra vez?!

—Porque está haciendo lo que siempre ha hecho, tratar de protegerme —se cayó de rodillas después de escuchar como sus padres trataban de abrir la puerta principal de casa— y puedo asegurarte que es lo mismo que está haciendo el demonio del cual estás enamorado, protegiéndote.

Sábado 23 de junio, 3 días después.

Con sus puños sostuvo un poco de la tierra húmeda que tenía bajo su cuerpo, la esparció entre sus dedos y luego la soltó. Sus alas estaban totalmente caídas tal cual él estaba, boca abajo, derrotado y agotado. Sintió suaves pasos acercarse, podía ver como las flores a su alrededor caían muertas sobre su propia base, el mal estaba asechando. Ya podía pensar las razones por las que aquella entidad no se desplazaba gracias a sus alas, esa fémina estaba débil.

Irene frunció el ceño cuando vio allí en medio de aquel bosque a Youngho, estaba herido, estaba totalmente arruinado, su energía era diferente, ni siquiera podía olfatear el peligro, era más semejante a la ruina de un humano. Lo rodeó un par de segundos antes de fruncir el ceño, a una de sus alas le faltaban un poco de plumas ¡La distancia con su humano lo tenia casi "muerto"!

—¿Te estás rindiendo, Youngho? ¿Así tan fácil?

—¿Qué caso tiene seguir luchando por algo que no da frutos?—se sentó de rodillas, estaban en un rincón del planeta, en medio de un bosque donde ningún humano tenía acceso— gracias a ti Mark... Mark ya no me necesita...

Irene le dio una mirada escéptica. El íncubo la observó con cuidado, lo que ayer fue una bella piel de porcelana hoy estaba agrietada con marcas similares a cientos de ramas secas, sus alas estaban partidas y las plumas solo decoraban un poco por allí y por acá, poco o nada podía levitar y por ello tenia que arrastrarse. La había encontrado.

La súcubo frunció el ceño cuando creyó escuchar algo de los labios de ese demonio, ¿Había dicho "ayúdame"?

—Tienes lo que te mereces Youngho, actué porque debía ser así ¿Y ahora es que te arrepientes?

—Por favor, Irene... ayúdame —murmuró agotado el íncubo, agachando la cabeza y enterrando los dedos en la tierra húmeda. Se inclinó tanto que su rostro terminó tocando el suelo, sus alas estaban retraídas, era como un pequeño cordero herido.

La aludida presionó sus puños, nunca había visto en un estado tan deplorable a Youngho y es que aquel demonio se caracterizaba por estar dotado de fuerza, poder y sobretodas las cosas un orgullo colosal.

Después de varios segundos en los que se debatió sobre que hacer, dobló sus rodillas tan solo un poco para poder tener un mejor acceso a su cuerpo, pero cuando se sentó definitivamente en el suelo, el grito de ultratumba se escuchó por todos los cielos.

El íncubo se incorporó tan rápido como una bala, la sostuvo de sus muñecas detrás de su espalda y puso un pie sobre su cabeza al mismo tiempo que los otros dos íncubos se hacían corpóreos dentro de una niebla negra.

—¡HIJO DE PUTAAAAAAA! ¡SUELTAME!

—¿Nunca aprenderás, Irene, que conmigo nadie juega? —hablaba con calma como si le hablara a un cachorro, después de eso la sostuvo con facilidad y golpeó su cuerpo un par de veces antes de pararla contra un árbol y atarla con el lazo que Asmodeo le había obsequiado— ¿Creíste que iba a pedirte ayuda o que iba a rendirme? Jamás! — escupió.

Taeyong tenia el rostro duro como una piedra cuando alzó con una mano un pequeño recipiente de porcelana que contenía el peor enemigo de un demonio, agua bendita. Esto no sería como la primera vez que Youngho quiso darle una advertencia, no, ya no había instancias para perdones, la perra loca tenía que pagar por haber arruinado lo único bonito que habían tenido en sus existencias.

Le entregó el agua bendita al pelinegro antes que este la vertiera en el aire y la derramara completamente en la cara de la súcubo. Sonrió porque escuchar su grito desgarrador era placentero, ver como su piel se desgarraba y la sangre negra salía en cada herida, ver lo que fue su precioso cabello negro caer de a montones, estaba quemándose.

—Te lo advertí, hija de Dios —Yukhei sonrió, eso había sido un insulto— no quisiste aprender e incluso creíste que podías hacerle daño a Mark, Jungwoo y Chittaphon, creíste que eras más fuerte que nosotros pero solo eres una jodida perra...

Irene vomitaba sangre oscura manchándose el cuerpo y quemando a su alrededor todo lo que pudo estar vivo. El incubo miró a sus colegas y asintió, no tenían el poder de acabar con la existencia de otro demonio pero sí de reducirla y hacerla imposible.

—Ahhh.... Ahhhh —su voz ya no era preciosa como la de otras súcubos, sonaba como gruñidos inentendibles, distorsionada e igual a los de los humanos cuando eran poseídos.

Youngho levantó la mano derecha y en el aire dibujó con gracia algo que empezó a hacerse real entre pequeños destellos dorados. Era un hacha muy particular, la empuñadura y el mango eran de madera totalmente negra y la hoja no estaba hecha de metal, era un haz de fuego rojo.

—No lo hagaaaaaaaaaaaaaas ¡No lo hagas por favor!

Yukhei hizo un gesto de asco cuando miró lo que había quedado de rostro ¿Aquello había sido la mejor súcubo de su generación? Taeyong y él caminaron hasta eso, soltaron los lazos y la patearon al suelo antes de apoyar un pie en su cabeza para que no la moviera, pero usaron sus manos para extender lo que quedaba de sus alas.

—¿Qué es un demonio sin sus alas? — Youngho se paseaba alrededor con el hacha apoyada en su hombro disfrutando del momento— no puede levitar, no puede volar, no puede estar estabilizado, mucho menos puede transformarse en lo que desea, no tiene ningún poder que se le ha obsequiado ¿En qué se transforma? en una masa patética existente que tampoco puede alimentarse de sus victimas.

Recordó las lágrimas de su corderito y de todo el daño que le estaba causando, cada incubo pensó en el humano del cual estaba enamorado. Querían acabar con Irene pero tenían que conformarse con esto. Yukhei y Taevong asintieron antes que un cruel Youngho se parara al lado de ella y la mirara con desprecio, no podía tener el perdón del hombre que deseaba ni romper las barreras que los separaban, pero al menos tendría el consuelo de haber vengado todo el sufrimiento vivido.

Levantó el hacha en el cielo y dando un grito masculino atravesó la unión de ellas y las escápulas provocando algo similar a un temblor bajo sus pies, a un grito endemoniado que no había escuchado antes pero que reflejaba la tortura vivida, a sangre completamente negra y espesa brotar por montones que manchaba sus propios pies.

Youngho sostuvo al cuerpo escuálido de Irene y desapareció con ella hasta descender a los dominios del inframundo, pero no se acercó siquiera a las construcciones donde los amos compartían, no, apareció en el rincón más alejado y siniestro. Levitaba sobre un abismo completamente oscuro.

—En este momento estoy cumpliendo con mis palabras, los cuervos están alimentándose de tus alas y cuando terminen estarán tan hambrientos de ti que te buscarán incansablemente hasta poder acabar contigo —el cabello negro despeinado y los ojos de Youngho eran aterradores, Irene ni siquiera podia pestañear, había sido reducida a algo tan horrible que incluso los servus resaltaban belleza a su lado— me quitaste lo único bello que había conocido en mi sucia existencia, recuerda esto, perra... un demonio enamorado es incompatible con la vida, pero un demonio enamorado es mucho más peligroso porque tiene un motivo por el cual luchar... —apretó los dientes, estaba mucho más que lleno de ira.

Sin más soltó a lo que fue Irene y la dejó caer al vacío escuchando sus quejidos desaparecer con el paso de los segundos, Youngho miraba la oscuridad con insolencia, con satisfacción y con la maldad absoluta de todo su ser.

Iba a voltearse pero una respiración gélida bañó su cuerpo completo, sus manos, pies y todo lo que tenía no le obedecían. No era necesario voltear y tampoco lo tenía permitido, nadie podía verlo a los ojos, ningún demonio de su especie era lo suficientemente bueno en su tarea como para observar al amo que lo había creado. Nadie de su especie había estado en su misma presencia.

—Youngho...

Era el gran amo de la lujuria y las desgracias carnales, parte de los 8 demonios de la primera jerarquía después del gran Lucifer. Sydonai, o mejor conocido como el gran Asmodeo.

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