11. La primera vez del cordero
Digitó con elegancia el código en el pequeño panel al costado de la puerta, antes que emitiera un sonido de aprobación y se abriera. Youngho sintió náuseas, mucha irritación en la espalda y la pulsera de plata volverse caliente, con lentitud se volteó hacia su alumno y se dio cuenta que estaba rezando en murmullos.
" Está asustado", pensó y no podía culparlo ¡Pero no podía permitir que hiciera semejante mierda en su presencia! ¿Quería arruinar su existencia?
—Por favor no hagas eso ¿Sí? o no voy a responder tus dudas.
Los síntomas desesperantes cesaron cuando Mark se quedó callado y con los ojos muy abiertos, después del incidente de la misa en la escuela y como casi reveló su identidad de demonio en la comunidad, el rechazo a cualquier objeto religioso había aumentado.
En silencio entraron al departamento, bastó que Youngho chasqueara los dedos para que las luces más tenues se encendieran y le dieran al ambiente un poco de intimidad. El menor rascó su nuca sin atreverse a dar más pasos, sus ojos iban y venían en todas las direcciones mientras se preguntaba donde había sacado tanto dinero para adquirir lo que había.
El departamento parecía una casa de dos pisos lujosa, las tonalidades cafés, rojas y negras hacían juego en cortinas alfombras, cuadros y sofás, había tecnología, todo era muy bonito.
Johnny Suh le indicó un sofá para que se acomodara mientras se dirigía a una pequeña barra donde tenía todo tipo de bebestibles.
—Podría ofrecerte alcohol, pero sería anti ético como tu profesor —esperó una reacción en él, lo menos anti ético era eso comparado con lo que era en realidad, un asesino, un ser del inframundo despreciable, una bestia— ¿Qué estabas tomando en Diavolo?
—Solo deme un poco de vino y ya.
Quería hacerse el valiente pero seguía siendo un cervatillo a punto de ser cazado, no, era una oveja del rebaño de Dios, tampoco... era un cordero, sí eso sí.
Le sirvió vino tinto con elegancia y cuando tuvo dos copas listas caminó hasta él, estiró el brazo y se la entregó. Se sentó en el sofá del frente para verle el rostro por completo, una inútil mesa de centro los separaba, una increíble vista de Vancouver por la noche los acompañaba.
Mark quería hablar pero Johnny Suh parecía el amo y señor de todo, con ese traje negro elegante y cadenas, con la pantorrilla de la pierna derecha sobre la rodilla de izquierda, con un brazo caído, con la mano otra mano sosteniendo la copa de vino. Estaba intimidado y ¿Excitado?
—Querías hablar de lo que sucedió, te estoy dando todo el tiempo para que hables... después de hoy no quiero que me persigas cuestionando las cosas ¿Qué quieres saber, Mark Lee?
Siguió con atención todo el movimiento que le llevó para beber vino, desde posar sus labios húmedos en la orilla del cristal, el como subía y bajaba la manzana de Adán, incluso como probaba con su paladar y lengua dentro de su boca. Lee era hermoso, quizás no se daba cuenta pero tenía una belleza que lo dejó noqueado desde aquel día en el que chocaron en el parque al lado de la escuela, una belleza que no se formaba solo de la parte física.
Su maldita aura "pura" era atrayente.
—¿Podría decirme su edad?
Si tenía que comparar su existencia con el tiempo que los propios humanos "inventado", podría decir 20.500 exactos y aunque para ellos era mucho, para el inframundo y los seres naturales no era nada.
Youngho, Yukhei, Taeyong y otros demonios eran parte de "la nueva generación". Los grandes líderes estaban desde antes de la creación del universo.
—26.
Bien, ya sabía su edad ¿Ahora qué? Rascó su nuca ansioso, no quería mirarlo al rostro pero sus ojos instintivamente se posaban en los de su profesor. Tenía la oportunidad de hacerle todas las preguntas que quería, y ahora le costaba formularlas. Bien ¿Qué era importante platicar?
Sí, lo del campamento.
—Señor Suh... ¿De verdad aceptó mi beso y todas esas caricias porque usted no se niega a nada? ¿De verdad fue tan fácil? —bebió vino antes de continuar— es injusto ¿No? cuando para usted no es gran cosa, para mí significó mucho, quiero decir ¡Soy un adolescente católico! ¡Soy heterosexual! —meneó la cabeza— eso creía hasta esa noche así puede tener más cuidado para otra ocasión —mordió sus labios, descendió la mirada para mirar sus zapatos al igual que el tono de su voz— puede causar un caos completo en una persona y reducirla hasta sentirse una mierda.
Podía ser el mejor alago que le hayan dicho, no había nada mejor para un demonio que causar el mal, destruir el autoestima humana, en alimentarse de lo malo. Pero esta vez no fue así, sabía que alguien como Mark Lee podía incluso quitarse la vida si no era aceptado por lo de la homosexualidad y aunque la muerte le gustaba, no entendía esa obsesión del ser humano por clasificarse entre ellos.
El cordero no estaba bien. ¿Tenía que ser sincero respecto a lo ocurrido ese día? Había que dosificar la verdad.
Tragó el vino, dejó la copa vacía en la mesa y se paró bajo la mirada asustada del muchacho. Desde su altura lucía más pequeño, más fácil de doblegar a su voluntad. Rodeó la mesa de centro, se sentó a su lado y descansó un brazo en el respaldo del sofá justo detrás del muchacho.
Se sentía hambriento de él.
—Primero, no te refieras a ti como un adolescente... porque aunque no te des cuenta eres un hombre de 18 años, bastante desarrollado y aunque seas una mierda religiosa, una persona con la capacidad de decidir y sentir —lo miró de arriba hacia abajo con lujuria— entrégame tu mano, así —se la sostuvo, le gustaba que la suya fuera un poco más grande — ¿Puedes sentirlo? —Mark tragó saliva y asintió, podía sentir la erección tensar su pantalón— tu falta de respeto, tu atrevimiento y ese deseo en querer ser aceptado porque no soportabas la idea de que alguien no te quisiera, me vuelve loco.
—Señor.
Youngho chasqueó los dedos para que las luces se apagaran, solo unos suaves rayos de luz de luna atravesaban la ventana, él podía ver mejor pero sabía que el menor no, la intimidad se hizo mayor.
Con cuidado lo paró y dejó que se sentara sobre sus muslos mientras el apoyaba su espalda en el respaldo del sofá, Mark con otras personas lucía un hombre normal, pero con él parecía más pequeño.
"Un Corderito" pensó.
Su respiración se hizo más rápida y superficial, Lee apoyó las manos en su tórax, las cadenas de plata marcaban sus palmas.
—Tienes que dejar a tu cuerpo sentir, abandona solo por una vez tus miedos —Mark cerró los ojos y gimió varonilmente cuando él descansó su rostro en el cuello y depositó un pequeño beso — no importa cuan inmoral es esto, tú también lo deseas.
Volvió a gemir pero movió cadenciosamente su entrepierna contra la de su profesor para que hubiera una suave fricción, ambos tenían una insoportable erección. Youngho siguió dándole pequeños besos hasta llegar a la barbilla, luego arrastró con pereza los labios hasta los de su cordero para presionarlos, fue Mark quien abrió la boca para saborear hambriento el labio inferior de él.
"Entregarle energía a través de las caricias, piensa solo en él". Recordó su misión, cerró los ojos y lo abrazó con sus enormes brazos para que estuvieran unidos, pensó en cuanto lo deseaba, en lo mucho que quería probarlo, que fuese suyo, incluso él dejó de lado el pensamiento que era un íncubo para dedicarse solo a sentir.
Y lo sintió, sintió un calor especial fluir de sus labios a los labios de Mark ¿Le estaba brindado de su energía? El beso que compartían se volvía más obsceno, los sonidos de humedad eran más intensos, los gemidos más altos, el muchacho revolvió perezosamente sus manos en el cabello de su profesor mientras este descendía con firmeza sus manos en los costados de su cintura bajo la camisa que llevaba puesta.
—Le importo —susurró afirmando— le agrado.
—Cállate, Lee... y abrázame.
Sin entender a qué se refería, Mark se dejó abrazar mientras él caminaba hacia una parte. Sus labios se volvieron a mezclar porque estar separados era una crueldad, Johnny Suh besaba y sabía muy bien, su perfume era delicioso, las proporciones grandes de su cuerpo encajaban con el suyo un poco más pequeño.
Hambriento de su profesor empezó a contornearse contra su cuerpo y a despeinarlo con efusividad, sentía su piel caliente y sudorosa bajo la camisa que tenía, poco a poco iba apagando su cerebro para permitir que un lado oculto saliera a flote.
Youngho gruñó antes de depositarlo en la superficie suave de una enorme cama, antes de arrancarse el cinturón del pantalón y sacudirlo a su costado emitiendo el sonido similar al de un látigo. Mark frunció el ceño aturdido, las luces de la habitación se encendieron, aquel hombre en absoluta confianza caminó hacia un costado y abrió un cajón, cuando se volteó y extendió una mano en el aire, el muchacho abrió sus ojos perplejo.
Pero no fue hasta que se colocó detrás de él y tapó sus ojos, que lanzó un suave arrullo de anticipación, quizás incrédulo, quizás esperándolo. Le vendó los ojos con un trozo de género negro.
Se acomodó detrás de él sobre el colchón e inclinó el rostro sobre el borde de su oreja izquierda.
—Que el show comience.
Youngho murmuró excitado antes de repasar la punta de su lengua hasta succionar el lóbulo, sus ojos rasgados y grandes se habían vuelto rojos, su cabello estaba despeinado, el juego apenas había comenzado y no, no iba a darle espacio a que dudase.
Minutos antes en Diavolo, club sexual.
Desde donde estaba sentado podía verse parte de la pista de baile, no fue difícil alcanzar a divisar a su amigo y esbozar una sonrisa, Ten se contorneaba muy bien contra el cuerpo del hombre de cabello rojo, ambos parecían ser la pareja de baile ideal del otro. Las personas los observaban interesadas, más de un par se mordía los labios deseando ser el tailandés. Otras parecían celosas, patéticos.
Suspiró y volteó hacia el lado, "Lucas Wong" giraba con una bombilla la fruta que flotaba en el alcohol de colores llamativos totalmente ajeno al ambiente de hipnosis colectiva que se vivía en Diavolo. Un dolor en la boca de su estómago empezó a extenderse por su cuerpo ¿Estaba aburriéndolo? alarmado miró hacia todas partes, Mark había desaparecido y no se sentía capaz de volver solo a su propia casa.
Bebió sin ánimo alguno su cerveza y luego nuevamente observó al vedetto a su lado, lo había arruinado. No quería exponerse demasiado cometiendo una locura y ser apuntado por meterse en una orgía, no quería causar problemas y a cambio se veía como un patético hombre de 19 años, tedioso.
—Pareciera que la estás pasando en grande — murmuró bajo, su voz perdiéndose en la música ensordecedora. Sin embargo Yukhei era un demonio, siempre podría escucharlo incluso si una bomba detonaba a su lado.
El íncubo lo miró, podía sentir la vergüenza que el muchacho emanaba, podía ver sus labios casi hacer un puchero, sus mejillas enrojecidas, su ojos brillantes, sus cejas bajas.
—El sarcasmo no se te da, Kim Jungwoo —volvió a beber, contuvo la sonrisa cuando lo escuchó gruñir, un gruñido semejante a la queja de un pequeño gatito.
—No entiendo tu indiferencia ¿Soy muy aburrido? ¿No soy atractivo?
"No, Snoopy, solo me estoy conteniendo de abrazarte contra mi cuerpo y pedirte perdón por borrarte los recuerdos, solo... solo me estoy conteniendo de hacerte mío como antes".
Yukhei sonrió con un deje de tristeza, luego meneó la cabeza y observó mejor al muchacho, podía querer desafiar a sus padres pero dentro de sí guardaba esa inseguridad que revelaban la falta de afecto, el daño en su alma, el rechazo por ser lo que era.
Estiró su mano y atrajo el asiento de la barra hasta que sus rodillas chocaron, Jungwoo vio como sus figuras se rozaban y tragó saliva, había sido inesperado.
—No me preguntes la razón, pero creo que eres mejor que todo esto —indicó el ambiente que los rodeaba— simplemente no quiero degradarte y por el contrario, eres un hombre dotado de mucha belleza, solo un estúpido podría no verlo.
Jungwoo sintió sus mejillas y orejas arder, no quería esbozar una sonrisa pero sus labios lo traicionaron, la única forma de mantenerlos ocupados era bebiendo cerveza de la botella.
—¿Y ahora qué? ¿Debería sentirme halagado u ofendido porque un vedetto no quiere eso conmigo?
—Ven —susurró.
Sostuvo su mano sin pedirle permiso y enlazó sus dedos dejando el contacto firme, seguro. En ese momento Taeyong se dio cuenta de eso y contuvo por un segundo la respiración, luego observó a Ten que descansaba el rostro contra el suyo y suspiró.
¿Qué clase de poder tenían aquellos 3 amigos para perturbar la existencia de ellos como demonios?
Caminaron por unos pasillos y subieron hasta el tercer piso del club nocturno, pero un sector al cual nadie tenía el acceso excepto ellos como amos y señores. Corrió las puertas de vidrio que daban a una terraza con luces bajas, los detalles eran simples pero la intimidad grande. Luego de eso ambos apoyaron sus antebrazos en la baranda metálica apreciando el patio trasero, las luces, el público allá abajo ajeno a la existencia de ambos.
—Respondiendo a tu pregunta deberías sentirte halagado, todo el tiempo que hacemos el trabajo aquí o profundizamos más e incluimos el sexo, es visto como eso, como trabajo... el hecho que no esté tratando de llevarte a la cama es porque, repito, creo que eres mejor que eso —Jungwoo volvió a sonreír avergonzado, pero el demonio cambió la gama de emociones de su rostro a uno triste— Kim Jungwoo, parecieras ser una persona que necesita reafirmar lo interesado que están los demás en ti.
"No pareciera, lo eres".
El coreano no pudo decir nada, abrió la boca pero las palabras quedaron atascadas allí en su garganta, saber que era bonito y le parecía atractivo solo estabilizaba su inseguridad, no creía que fuese un truco del vedetto para atraerlo ¿Qué ganaría con eso? Podría estar ganando millones pero en cambio estaban aquí, charlando.
—Soy un hombre muy inseguro —aceptó.
Sin soportarlo más, Yukhei se posicionó detrás de él sorprendiéndolo, pasó sus brazos por la cintura del muchacho y lo atrajo hacia su cuerpo para tener un contacto firme. Jungwoo era dos centímetros más bajo que él pero su esencia lo hacía verse más frágil.
El coreano emitió un suave gemido de inmensa satisfacción y aunque sonara patético, sentía como si perteneciera a ese lugar todo el tiempo.
El íncubo aspiró su aroma y no pudo detener el tren de recuerdos que llegaban con ello, la primera vez que había visto a ese humano, el primer día de iniciada su acabada existencia.
Flash Back
Montreal, provincia de Quebec, Canadá, sábado 7 de mayo 2016
Sonrió de oreja a oreja cuando aquel niño salió corriendo llorando hacia su madre después de que le dijera que iba a alimentarse de brócoli toda su vida ¡Qué fácil de fastidiar eran los humanos cuando eran pequeños!
Él era un demonio y hacía cosas realmente malas, pero había algo con lo que no podía meterse y eran los niños. Desde recién nacidos hasta los 12 años aquellos engendros estaban bajo la protección especial de Dios, una protección que solo los demonios más poderosos podían romper. ¿Qué mejor manera de acceder a ellos que a través de sus bobos miedos?
Iba a cruzar la calle cuando escuchó una pelea en francés, alguien parecía ser golpeado. Identificó dos hombres de grandes proporciones intimidando algo contra el suelo, no podía verlo pero supo que era un humano cuando lo vio encogido con los brazos en el rostro para no ser golpeado.
Bufó, casi podía burlarse de ellos por creer que eran geniales haciendo eso. El ser humano se otorgaba la maldad y respeto que no poseía utilizando armas que remplazaban su falta de capacidad propia para asesinar, usando sus puños y cuerpo porque su sola presencia no era capaz de dañar. Les arrebatas las armas, les rompes las piernas y los brazos, los reduces a lo más patético y los papeles se invierten, el cazador se vuelve una presa.
—Creo que es hora de jugar —murmuró divertido.
Pero antes de cruzar los agresores vertieron una cubeta de agua fría sobre la víctima. No lo estaban asaltando, estaba seguro que era bullying.
—Mariconcito ¿Estás hambriento de una verga? aquí vas a tener una.
En un callejón con las luces bajas era fácil creerse dominante.
—Antoine nos dijo que le pediste a gritos su polla ¿Creíste que le gustabas? —lo escupieron— gay de mierda, vas a abrir la boca y... —se empezaron a bajar la cremallera de los pantalones cuando una silueta humana apareció en el suelo.
Al voltearse vieron la figura de un hombre semidesnudo con alas negras extendidas por lo alto, ojos rojos y mucha sangre cayendo entre los dientes de su boca. Sonreía pero de una manera que nadie más lo hacía, sus rasgos se distorsionaban y su risa eran como aullidos desquiciados.
Yukhei miró el suelo, el muchacho, la víctima, estaba hecho un ovillo boca abajo ¿Estaba vivo?
Miró a los agresores y sus pantalones, se habían orinado del terror.
—Van a ser vigilados de manera constante, un solo movimiento en falso y llevo sus malditas almas al averno.
Como había hablado con una voz lo más similar posible a la de posesiones demoníacas, los adolescentes corrieron desesperados hacia cualquier dirección antes que Yukhei volviera a un estado lo más normal posible.
Empezó a reír pero su risa se detuvo cuando la patética víctima se quejó cuando trató de moverse.
No quería ser niñera y podía largarse, pero estaba curioso por saber si lograría pararse por sus propios medios.
Tal vez se estaba tardando demasiado pero el demonio no poseía paciencia, sujetó al muchacho de pelo negro por ambos hombros y cuando logró que se estabilizara sobre sus pies, sus ojos rasgados se dirigieron a él con un brillo de agradecimiento tal que el demonio quedó perplejo.
Incluso empapado y golpeado, la víctima logró esbozar una sonrisa.
—Gracias —susurró suavemente y se desplomó contra su pecho, incluso mojado podía olfatear el perfume de su lindo cabello, el aroma de su piel blanca, el aroma que iba a quedar impregnado en su inexistente alma.
Fin Flash Back
--
El labio inferior le temblaba, no podía ver nada y su sentido de la audición parecía haberse agudizado.
Casi podía ver el castigo y decepción de sus padres al enterarse que estaba a punto de haber algo muy malo, sin embargo las imágenes se disipaban al instante.
Johnny Suh sostuvo su mano y lo incitó a levantarse de esa cama, con cuidado dejó los zapatos en el suelo y apoyó las manos en su cuello, su profesor olía exquisito, emanaba calor y dominación. Suspiró entrecortado, tenía miedo pero la ansiedad o el hambre eran mayores.
—Adelante, investiga —murmuró contra su frente.
Los dedos torpes del muchachito fueron buscando en la oscuridad los botones de su uniforme negro y poco a poco los fue desabrochando, Youngho veía sus labios separados y lamió los suyos anticipando volver a besarle. Se veía bonito, inseguro, suyo.
Se dio el tiempo de quitarle la ropa, empezó por la parte superior del uniforme y luego por la camisa blanca, cuando se dio cuenta que ya no habían más botones empezó a descender la camisa por la espalda y luego los brazos. Se quedó quieto cuando las palmas de sus manos tocaron los pectorales de su profesor, tenía la piel caliente, suave, perfumada a hombre, sus músculos eran firmes y él se sentía mareado.
—Siéntete libre de hacer lo que quieras, deja ir ese lado que sé que existe, corderito.
Mark inclinó un poco el rostro hacia abajo para enterrar con suavidad sus dientes en la clavícula y descender con pereza los labios por la superficie de la piel, pasando y chupando por los pectorales, la parrilla costal y luego el abdomen que subía y bajaba.
Youngho lo había vendado con el fin que se pusiera más receptivo, pero también porque no quería que viera sus ojos rojos, podía ocultar las alas con ilusión pero cuando la excitación era tal nada podría ocultar la naturaleza y pasión de el color rojo de su iris.
Tensó la mandíbula, descendió su pantalón hasta poder mandarlo lejos y quedar únicamente con ropa interior. Mark no supo como pero terminó con las rodillas rozando los pies desnudos de ese hombre, su propio estómago se contrajo.
El acto sexual era para hombre y una mujer, para tener un contacto colmado de amor ¿Por qué no recordaba nada de eso? Tal vez porque la atracción generaba su malhumorado profesor era mayor.
Escuchó algo pero antes de preguntar sintió algo caliente, húmedo y resbaladizo en sus labios, como el recorrido de un labial, como la entrada al pecado, sabía lo que era y recordó la única vez que vio a Johnny Suh en acción en el club sexual, sí, aquella vez que tuvo una mamada histórica.
—Chupa... prueba —gruñó y aunque era demandante, sostuvo su cabeza por la nuca con tanta mesura que gimió excitado— vamos, mi corderito, tú quieres, casi puedo olfatear tu hambre.
Jamás en su vida pensó que terminaría abarcando un pene con su boca, la sola idea le había parecido nauseabunda antes, pero ¿Qué era esta calidez y satisfacción de llenar su interior con él?
Desesperado lo chupó tanto como pudo, tenía un pene grueso y de textura agradable, sus manos rasguñaron los costados del trasero firme del mayor, estaba sediento, necesitaba lamer tanto como podía de arriba a abajo, relajar la garganta, poner en pausa su reflejo de querer atorarse.
No, nada malo existía, solo la deliciosa sensación de chupárselo.
Youngho cerró los ojos de golpe y gruñó profundamente al techo, la primera vez de muchos
era graciosa, pero Mark estaba atraído tanto a él que su desesperación por alimentarse de él era más que satisfactoria, su lengua caliente, sus gemiditos vibrando en su miembro. Quería ser animal, quería sostener el rostro del muchacho por ambas manos y enterrarse tan fuerte como podía para correrse en su boca y llenarlo con el semen de un demonio.
Y eso fue lo que hizo, abarco su rostro bajo ambas orejas y fue penetrando su boca con movimientos suaves. Pensó mucho en cuanto lo quería vivo durante el acto, cada toque era sin el afán de asesinarlo, solo disfrutar sus virtudes.
No tenía amígdalas que le imposibilitaran llegar más profundo, había recibido generosas felaciones en sus vastos años de experiencia pero nadie con esta dedicación y entrega absoluta, nadie a quien él como demonio deseara con tanto ímpetu. Tal vez era la necesidad acumulada de días por ese niño que después de 7 minutos de que chupase obscenamente su pene, enterró sus dedos en la nuca y se corrió dando un alarido varonil que rompía el aire, que desgarraba su pecho y que casi hizo temblar su ser.
Bajó la mirada, la garganta de Mark subía y bajaba tragando su semen, esa era OTRA forma de darle energía.
Pero, él era íncubo, una felación no satisfacía por completo su endemoniado ser. Levantó al muchacho sosteniéndolo de la cintura y lo besó.
—Voy a recompensarte por esto, pequeño, voy a hacerlo —jadeaba entre besos.
—Señor Suh —respondió en gemidos— yo... yo soy... nuevo.
Y sí, lo sabía, pero escucharlo de su propia boquita lo dejó un rato inmóvil. Su experiencia le decía que los vírgenes eran más fácil de robarles el alma y una penetración era más fuerte que el sexo oral.
Solo debía recordar lo de Yukhei ¿No?
—Tranquilo, corderito —lo besó— tranquilo.
Caminó hasta el cajón que tenía más cerca antes de sacar una cuerda de cáñamo suave. La dejó a un costado antes de desnudarlo por completo y dejarlo tal cual el infeliz de Dios lo trajo al mundo.
Su pene estaba erecto y rogando por atención, pero Youngho tenía mejores planes, aún así le dio una suave chupada para inquietarlo aún más.
Admiró su cuerpo, era precioso, firme, delgado pero marcado en algunas zonas por el deporte que practicaba, maldito cabrón.
Lo abrazó con un solo brazo antes de susurrarle cálidamente.
—¿Puedes sentirlo? —movió su entrepierna para que acariciara el vientre de Mark, el muchacho se sorprendió ¿Cómo podía seguir tan erecto si se había corrido en su boca?— es todo para y por ti.
Tiró un poco de su cabello para besarlo demandante y seguir así con su cuello, el corazón del humano latía emocionado y podía sentirlo en su propio pecho. Él no tenía corazón que hacer funcionar y por ello se maravillaba con esas pequeñas reacciones terrenales.
Con lentitud recorrió su cuerpo completo con ambas manos, el muchachito parecía un poco de greda dispuesta a ser moldeada a paciencia. Era bonito, maldición, era muy bonito y estaba excitado para él.
—Quiero ver su cuerpo, señor Suh —rogó impaciente— por favor.
—Vas a tener mucho tiempo para verlo después — lamió las gotas de sudor de su frente. Claro, si es que no lo mataba.
La cama era amplia y podía moverse sobre ella en todos los ángulos y formas posibles. Sentó a su alumno en la orilla y tan rápido como su experiencia le daba, enrolló en un nudos muy bonitos sus muñecas con la cuerda de cáñamo. No podía inmovilizarlo como a sus víctimas en la parálisis del sueño, levantaría sospechas, pero a cambio sí, podía hacerlo a la tradición humana.
—Cariño, tú solo disfruta lo que tu profesor está dispuesto a entregarte.
Lo sostuvo entre sus brazos como quien acuna a un niño y lo depositó en la cama pero boca abajo, con los brazos extendidos para que se apoyara en sus codos, con la espalda curvada como un gatito, con el trasero respingón esperando por él y con las rodillas separadas para darle la bienvenida.
Mark jadeaba anticipando algo de lo que sí, tenía miedo, había escuchado de sus amigos en muy breve el como los hombres tenían relaciones sexuales, Ten y Jungwoo no eran vírgenes, él sí, él iba a esperar el estar lo suficientemente enamorado de una chica como para acostarse con ella pero en cambio estaba aquí y ahora boca abajo a punto de recibir caricias que no conocía.
¿Iba a entregar su virgnidad a un hombre 7 años mayor? podía negarse, podía detenerlo, podía correr donde sus padres para pedir ayuda pero... no era capaz y no, la curiosidad y el hambre eran más fuerte.
—Apaga tu cerebro, precioso —susurró él lamiendo y chupando el lóbulo de su oreja, casi estaba acostado sobre su espalda, con una mano sobre su abdomen peligrosamente acercándose a su pene— puedo darme cuenta que piensas mucho...
—Tengo miedo... —admitió.
Youngho recorrió toda su columna, desde su nuca hasta la zona lumbar con puros besos en cada vértebra que sentía, lo escuchaba gemir suave, curvar su espalda, rendirse ante el contacto. Llegó a la zona de su trasero y pensó en que debía lubricar la zona. Él no necesitaba de nada, todo estaba en el íncubo.
Separó sus piernas con las rodillas y le susurró que no se moviera, inclinó el rostro hasta abajo, abarcó su trasero con ambas manos y dio el espacio suficiente para introducir su lengua en toda la zona.
—Ahh... —se retorció de placer, todo el cabello cercano a la frente y el cuello estaba empapado de sudor— señor Suh...
Continuó chupando desde sus testículos hasta el ano con una lengua experta, con la saliva suave y candente, aún no lo había penetrado pero podía darse cuenta que lo estaba enloqueciendo. Introdujo un dedo y lo arrastró por dentro como un gancho robándole un jadeo ronco, continuó estimulando la zona.
—¿Quieres que me detenga?
—No por favor, señor, no por... favor.
Introdujo un segundo dedo, él no solía estimular a nadie, cuando elegía una víctima la paralizaba y solo le susurraba insolencias antes de penetrarla, pero tenía cierta condescendencia con el "niño".
Estaba seguro que si seguía de forma rítmica en conjunto con una masturbación ver como agarraba un par de mechones de su propio cabello desesperado por no poder mover las manos como quería.
—Voy a llevarte a la cima, pero tienes totalmente prohibido una cosa —dominante sostuvo su barbilla y le proporcionó besos con lengua— aquí no vas a nombrar a Dios ni a ningún puto santo, si estás caliente solo dice señor Suh o amo ¿Entendiste?
—Sí, señor.
—Buen chico —le dio una nalgada tan fuerte que lo escuchó quejarse.
Su lindo trasero blanco adquiría un color rosado. Youngho miró su pene hinchado, erecto y húmedo, luego observó el ano del muchacho tan gentil esperándolo, tenía miedo de sí mismo, porque cuando estaba caliente nada podía detenerlo.
Regó un par de mordidas por sus nalgas antes de separarlas y pasear su glande por allí, Mark Lee boqueaba como pez, se divirtió solo por un par de segundos tocando sus testículos y toda la circunferencia de la entrada trasera con su miembro ¿Lo rasgaría? ¿Encajaba?
Escupió un poco antes de introducir muy lentamente el glande.
—Se... ¡Señor Suh! Ohhh.
Era un toque simple, pero él ya estaba reaccionando. No podía culparlo, tenía el pene digno de un actor porno, pero nadie sabía utilizarlo como un demonio sabía hacerlo. Su estocada se hizo más cadenciosa para que el cuerpo se pudiera introducir en su interior, la humedad de su chico lo apretaba en todas las direcciones, se sentía tan malditamente bien que no podía quedarse callado, los gruñidos animales brotaban con voluntad propia de su garganta.
—Y aún queda, bebé, aún queda.
El cuerpo de su pene ya estimulaba más allá de la próstata, la vesícula seminal, una zona rica en nervios que podían otorgar un placer inigualable.
Mark rasgó su garganta en un alarido, se sentía tan cálidamente invadido, las corrientes eléctricas y la contracción muscular abarcaba sus muslos y toda la zona peri anal.
¿Y el íncubo? la satisfacción inusual lo estaba consumiendo, las penetraciones aburridas de todas sus víctimas no podía compararse con lo bien que se sentía estimulando a su chico. Era suave, se amoldaba con tanta facilidad que podía estar toda una eternidad penetrándolo.
Llegó hasta el final de la base de su pene, tiró hacia atrás del cabello de Mark en la parte superior de su cabeza, el muchacho se estaba arqueando descubriendo la elasticidad oculta de sus articulaciones.
—Necesito joderte, bebé, lo necesito como el infierno.
El placer picaba cada parte de su endemoniado ser, era tan insoportable que su apariencia más humana fue desapareciendo, sus alas se hicieron visibles y tuvo que extenderla en el aire para que no tocaran el cuerpo de su "alumno". Incluso se hizo un poco más alto por lo que tuvo que curvar aún más la figura de Mark Lee.
Tomó el pene de él y lo masturbó con el mismo ritmo que lo penetraba provocando placer al doble.
Pero no podía contenerse, la satisfacción de un íncubo solo necesitaba ser alimentada aún más que la de un ser humano.
Las penetraciones se hicieron más salvajes y no le importó si era la primera vez del chico en tener sexo anal, estaba tan deliciosamente encajado que entrar y salir escuchando sus quejidos lo estimulaba.
—Ohhh Ohh amo, amo ohhhh.
—¿Quieres esto, pedazo de mierda? ¡¿Eh?! —le dio un nalgazo fuerte mientras lo rasgaba por dentro— ¿Quieres esto? ¿Te gusta?
Se acostó sobre él colocado un brazo bajo su tórax, separando sus piernas aún más con sus rodillas, rozando su abdomen musculoso con la espalda del chico. Uno, dos, tres, cuatro, perdió la razón de cuantas veces lo fue penetrando, más fuerte, más duro y más rápido conforme se acercaba a lo que parecía ser un orgasmo delicioso.
¿Cuál era el efecto, desde el lado del humano? Mark sentía todo el peso de su profesor sobre él, ya ni recordaba su nombre, ya ni recordaba que tenía voluntad propia, estaba totalmente sometido siendo embestido duramente en todas las direcciones, podía sentir todo el pene dentro de su interior y la manera en la que lo llenaba era abrumante.
Estaban empapados, el sudor y la piel de ambos se mezclaba, y aunque había visto a su profesor en Diavolo nunca imaginó que era tan exigente y/o salvaje en cuanto al sexo, pero le gustaba, casi podía rodar los ojos de lo perdido que estaba.
El primer orgasmo de Mark Lee fue escandaloso, una embestida dio tan duro como una puñalada rozando parte de la próstata, noqueándolo y provocando que curvara su nuca hacia atrás, gritando el nombre de su profesor y derramando el semen sobre la cama, pero el orgasmo no acababa, se extendía inusualmente por varios segundos acabando con el aire de sus pulmones. ¿Pero creyó que ahí todo quedaba?
La cama sonaba de manera grosera, al igual que las penetraciones, los gemidos y los jadeos, agobiado Youngho peinó su cabello sudoroso hacia atrás, se sentó en el borde de la cama y sentó a Mark Lee sobre su pene, metió su cabeza entre sus manos atadas e hizo un esfuerzo sobrenatural para hacer de sus alas totalmente traspasables, de esa manera lo talones del chico no podían rozar nada. Ni siquiera una pluma.
—Voy a enloquecer —murmuró atolondrado.
Mark subía y baja en una cabalgata casi animal, sus bocas estaban unidas en un beso atormentado, nunca pensó que un segundo orgasmo vendría tan rápido ni que le quedaba energía para ello.
—Ahhhhh se... señor Ohhhh ¡Mierda! —se quejó mordiendo el cuello de Johnny Suh.
El demonio estaba con los ojos cerrados extendiendo tanto su placer como podía, pero empezó a ver destellos enceguecedores cuando alcanzaba su propio placer. Tiró bruscamente de la cabeza de Mark y lo besó tan duro antes de correrse compulsivamente en el ano del chico, derramando de su esencia blanquecina profundamente mientras se sacudía. El adolescente estaba teniendo su tercer orgasmo consecutivo.
El del íncubo podía durar minutos y así fue, se retorció durante 5 interminables minutos mientras lamía el sudor que tenía su frente y decía groserías. Había anhelado tanto alcanzar la cima con todas sus inútiles victimas, que ahora que lo tenía quería volver a repetirlo.
Separó un poco el cuerpo de Mark Lee pero parpadeó atormentado cuando lo vio inerte sobre su cuerpo, de inmediato tocó bajo su barbilla y en el cuello en busca de su pulso pero este estaba descendiendo de manera brusca.
Se estaba muriendo.
—¡Mierda!
Chasqueó los dedos para que los nudos y el pañuelo negro desaparecieran, su corazón humano no había soportado tantos orgasmos o... tal vez no le había dado la energía necesaria para una primera vez.
Lo acostó de lado antes de cubrirlo con su cuerpo y sus alas negras, sostuvo sus labios y le dio pequeños besos en lo mucho que quería ver sus ojos abrirse de nuevo.
—No te vas a morir, corderito, reacciona por favor... maldita sea ¡Reacciona! —besó— reacciona por favor.
Lo acarició con la mesura que no creía poseer, hasta que sus labios violáceos empezaron a volver a la vida, hasta que el corazón del muchacho empezó a latir con mucha fuerza, hasta que el inconsciente Mark Lee acurrucó una pierna sobre los muslos de su profesor y un brazo rodeando su cintura.
Youngho dio un suspiro aliviado antes de descansar sus labios sobre su frente, lo había llevado a la muerte pero antes que esta tocara la puerta lo protegió con su cuerpo y sus alas para dejarlo en la tierra.
Y fue en ese momento, en el que el corderito se fundió contra su cuerpo, que supo que estaba arruinado y que ese niño le pertenecía para siempre.
Mierda...
~~~~~
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top