Capítulo 7

"Encerrada en cuatro paredes me vi de repente, eran mentales no físicas pero esas son las peores".

Capítulo 7:"Donde nadie escucha".

La habitación parecía dar vueltas a mi alrededor. Estaba perdida, mis pensamientos no llegaban y parecía seguir dormida pero la luz de una lámpara más el tapizado desconocido me hizo reaccionar.

Estaba asustada.

Me senté en la cama. Todo a mi alrededor era tan nuevo, tan frío y aterrador. Definitivamente no conocía ese lugar.

— ¿Qué esta pasando?— Un leve murmullo se escapa de mis labios.

Bajo las piernas de aquella cama, veo la puerta abierta de par en par y un brillo de esperanza hace que corra pero, soy detenida por mis propias piernas. Veo en una de ellas una especie de cadena que proviene de la cama y no me deja escapar.

— ¡Maldición! ¡Maldición!— Solo puedo exclamar con el corazón en la mano.

No sabia donde estaba, no sabía con quien estaba y menos que me pasará.

Lo mas incierto es no saber que deparará de ti.

Me vuelvo a girar hacia la cama y un grito algo aterrador se hace presente. Una figura esta sobre la cama y mi instinto hace que intente correr.

No podía, eso era aun más peor para mi.

Tratando de zafarme de aquella larga cadena, noto como ya no hay nada.

Disminuyo la velocidad de halar. Parecía tan real.

— Yo lo vi...— Susurro para mis adentros.

Eso era un indicio de la locura.

Una pequeña cadena cae de mi vestido, la intento recoger y mis ojos capten la misma figura en la puerta.

Aún mas cerca.
Aun mas peligrosa.

Otro grito sale de mi boca con desesperación. Veo como se acerca meticulosamente. Retrocedo por instinto, mi trasero choca con la parte delantera de la cama.

Intento subirme pero sus manos detienen mi acción.

Tan heladas...

Tenia unos guantes en sus manos, eran negros y al parecer podían traspasar la temperatura corporal. Lo hacían, sentía como el frío que emanaba me tenia tiesa, muda y con el pulso a mil.

La mascara que cubre su rostro oculta aquella identidad que deseaba descubrir. Reconocí que era el asesino y eso me estaba provocando ganas de gritar.

Sabes que no te oirán.
Estas atrapada Lauren.

— ¿Quien eres tú? — Cuando me di cuenta había hablado en voz alta.

Silencio.

Lo mas terrorífico era que no decía nada, no hacia algo y que no podía ver su rostro, sus ojos que de seguro eran fijos en los mios porque los sentía clavados en mi.

Su agarre en una de mis muñecas desaparece y es remplazado por una caricia en mi mejilla seguida de una pequeña y psicópata risa.

Alejo su mano en un acto de valentía que muchos considerarían suicidio.

Su cabeza se mueve para los lados extrañamente y me empuja al colchón. Mis piernas intentan esconderse, mis labios tiemblan por la temperatura del ambiente y una sonrisa malévola surge.

— Es real— Parecía no creerlo.

¿Que era real?

Su risa opaco todo ruido en la habitación. Parecía una especie de risa emocionante y enfermiza.

¿Que esta pasando?

Estas perdida Lauren.

— No soy rica— Solo me atrevo a decir con algunas lágrimas resbalando por mis mejillas. No me había dado cuenta de que lloraba.

— Eres real, esto es real— Continúa y sigo sin comprender.

— No entiendo.

— No importa— Se acerca a mi entre mis piernas.

Mi cuerpo tiembla por la cercanía. Su rostro esta frente a mi y noto un cuchillo en una de sus manos.

Cierro los ojos como si de alguna manera así desaparecería la horrible escena.

— Abre los ojos— Su respiración esta en mi rostro.

Me niego hacerlo y una pequeña risa se escucha seguida de un filo en mi cuello.

Los abro de inmediato con las lágrimas cayendo a montones. Los ojos pintándose en imaginación como algo sin vida y su sonrisa retorcida aferrándome cada vez mas.

Inesperadamente, lo veo abalanzarse sobre mi y morder el lóbulo de mi oreja mientras un gemido de dolor se adueña de mi ser.

Se separa y sus labios mojados por sangre salen a la vista.

Sollozo al sentir las gotas de sangre caer y la sostengo con un pedazo de tela en la cama.

Se lame los labios sin despegar la vista de mi y después se baja de la cama.

Sale por la puerta y lo veo cerrarla bajo llave.

Sostengo mi rostro con desesperación y mis ojos viajan a los rincones de la recamara.

No sabia que hacer.

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