01-. La Carta

—Ya me voy —Susurro Megumi, saliendo de su casa.

Megumi ya se había acostumbrado a la idea de que nunca más volvería a ver a su padre. Estuvo unos días deprimida, pero sus amigos la ayudaron a salir adelante; no iba a pasar toda su vida así, después de todo, aun era jóven, tenía una larga vida por delante y no iba a desperdiciarla.

Caminaba tranquilamente por el parque mientras escuchaba música, cuando unas voces la sacaron del pequeño mundo en el que se había metido.

—¡Megumi, buenos días! —Exclamaron Ruri y Haru al unísono.

—Buenos días, chicos —Los saludo con una sonrisa.

—¿Cómo éstas? —Preguntó Haru. Cada mañana le hacia la misma pregunta, y ya sabía cual sería la respuesta de su amiga.

—Estoy bien.

—Megu, siempre dices lo mismo.

—¿Y que quieres que diga? Si es la verdad —Respondió —. O acaso, ¿quieres que te diga que estoy mal?

—¡Claro que no! —Exclamó —. Bien, así déjalo.

—Bueno —Ruri interrumpió _. Dejen las discusiones para después, y sigan caminando, que llegaremos tarde a clases.

—De acuerdo —Ambos aceptaron al unísono.

No tardaron mucho en llegar a la escuela. Al entrar, fueron directo a su salón y se sentaron en sus asientos correspondientes. Megumi saco la carta que su padre le había escrito, y la volvió a leer. De repente, recordó aquellas palabras que su padre le había dicho.

"Quiero que te unas a la Agencia Armada de Detectives, por favor."

Esas palabras provocaron una revolución en la cabeza de la chica, quería cumplir la última voluntad de su padre, pero tenía miedo.

Tomó otra carta de su mochila, esta vez, la carta que tomó era la que estaba dirigida hacia Fukuzawa el jefe de la Agencia. Había decidido ir a entregársela ese mismo día, en cuanto saliera de la escuela.

—Megumi —La llamó Ruri, con un tono de preocupación.

—¿Sucede algo, Ruri?

—No, es solo que me preocupe al verte tan pérdida en esas cartas.

—¿Es la Carta que debes entregarle al jefe de la Agencia de Detectives? —Preguntó ahora Haru.

—Si —Respondió guardando ambas cartas—. Pensé en ir ahora saliendo de clases, pero no quiero ir sola, ¿podrian acompañarme?

—Cuenta con nosotros —Dijo Haru, mirando a la pelirroja —. ¿Cierto, Ruri?

—Así es.

—Gracias.

Las clases transcurrieron con tranquilidad, y la hora de salida había llegado con rapidez.

—¿Solo yo pienso que las clases pasaron rápido?

—No, yo tambien pienso lo mismo.

—¿Y tu, Megu? —Preguntó el chico, mirando a su amiga —. ¿Megumi?

—¿Eh?

—Vaya, esto si que te tiene en las nubes.

—Lo siento —Tomó su mochila y camino a la puerta del Salón, siendo seguida por sus amigos —. Todo esto le tiene muy nerviosa.

—Te entendemos.

—Y sabes que cuentas con nosotros para lo que sea. Siempre estaremos apoyandote.

—Lo sé, y se los agradezco mucho.

Salieron de la escuela. Megumi era la única que estaba callada; lo que se le hizo muy extraño a sus amigos, pues ella era la que más hablaba.

—Megumi, ¿vamos a comer algo? —Preguntó Haru —. Claro, si quieres.

-Cierto, tengo hambre.

—Esta bien, vamos.

Entraron a un restaurante, ordenaron y a los minutos llegó una mesera con la comida que había pedido. Una vez que terminaron, pagaron entre los tres y salieron de lugar.

Se encontraban cerca de la Agencia, cuando un grito de desesperación llamó su atención, y a los segundos escucharon la sirena del camión de Bomberos.

Los tres amigos corriendo al lugar de donde provenían aquellos gritos; al llegar, se encontraron con una casa incendiándose, y los gritos que escucharon eran provocados por la desesperación de una madre al ver que su hija aún estaba atrapada en la casa en llamas. Los bomberos hacían lo posible por controlar el fuego, pero les ers imposible, necesitaban ayuda.

Megumi dejó caer su mochila al suelo y corrió al lugar del incidente.

—¡Ruri, vamos! —Exclamó.

—¡Si! —Exclamó y corrió detrás de su amiga.

—Alto ahí, señoritas —Un bombero las detuvo —. Es peligroso.

-No para nosotras, podemos ayudar.

—¡Hija! —Gritaba la madre, con desesperación. Haru se acercó a ella y trato de tranquilizarla.

—Deje que ellas se encarguen —Le dijo Haru, poniendo una mano en el hombre de la mujer.

Megumi y Ruri no lo dudaron. Brincaron por en cima de la cinta amarillo que habían colocado anteriormente.

—¡Ruri, vamos a entrar! —Exclamó Megumi, dejando a la gente presente asombrada.

—¿Van a entrar? —Pregunto uno de los bomberos.

—Si, los ayudaremos —Respondió Ruri —. Nuestros poderes serán de utilidad.

—Ruri, crea un escudo de agua para protegerte —Le dijo Megumi —. Yo iré apartando las llamas.

—De acuerdo.

—¡Tengan cuidado! —Exclamó Haru, las chicas solo asintieron.

Ambas chicas entraron a la casa en llamas, Ruri había creado un escudo de agua con el cual se estaba protegiendo. Mientras que Megumi, apartaba las llamas.

—Trata de mantenerlo, Ruri. No te aseguró que salgas ilesa solo con mi poder.

—Bien.

Megumi siguió abriendo camino hasta dar con la niña que se encontraba atrapada. Se encontraba en una pequeña esquina, abrazando sus rodillas y llorando.

—Ruri, ver por ella —Le ordenó la pelirosa—. Haré lo que pueda para alejar las llamas de ustedes.

Ruri desapareció su escudo de agua y corrió hacia la niña. Un pedazo de cemento estaba a punto de caer sobre ellas, pero en una rápido movimiento de la pelirroja, ambas salieron ilesas.

Ruri lanzo un poco de agua para extinguir las llamas y facilitarle un poco más el trabajo a su amiga.
Volvió a crear aquel escudo de agua y subió a la niña a su espalda. La pequeña tenía leves quemaduras, pero aún estaba consciente de lo que sucedía a su alrededor.

Megumi con esfuerzo, siguió apartando las llamas; estaba agotada, pero no se rendiría. Uno segundos después, las tres salieron de aquella casa.

—¡Megumi, Ruri! —Exclamó Haru, corriendo hacia ellas —. ¿Estan bien?

Ambas chicas asintieron. Megumi estaba cansada, tenía una que otra leve quemadura en sus brazos y dedos. Su uniforme estaba lleno de cenizas, al igual que el uniforme de Ruri y la ropa de la niña.

—¡Megumi! —Exclamó el chico, al ver como su amiga de desplomaba. Su reacción fue rápida y logró atraparla entre sus brazos —.¿Estas bien?

—S-si —Respondió —. Solo estoy algo cansada.

La ambulancia había llegado unos minutos atrás. Varios medios se acercaron a las chicas con unas camillas.

Ruri acostó a la pequeña en una camilla para que fuera revisada. Su madre no tardo en acercarse a ellas.

—Su hija esta bien, solo son quemaduras leves —Le dijo uno de los médicos.

—Acuestala aquí, muchacho —Le dijo otro médico a Haru.

El castaño asintió y dejó a Megumi sobre la camilla. El médico la revisó, y curó sus quemaduras.

—No es nada grave, solo estas cansada. Hiciste mucho esfuerzo, ¿verdad? —Le preguntó el médico.

—Si, cuando uso mi poder para controlar en fuego en grandes cantidades, me agotó muy rápido.

—Ya veo. Estarás bien unos minutos, quédate recostada aquí por mientras.

Megumi asintió.

Ruri ayudaba a los bomberos a apagar el resto del fuego.

—Muchas gracias por salvar a mi hija —Se acercó a la chica y hizo una pequeña reverencia.

—No fue nada —Respondió Megumi, con una pequeña sonrisa —. ¿Cómo está ella?

—Esta bien, los médicos dicen que no es grave.

—Me alegro.

Unos minutos después, toda la situación se había calmado. El fuego había sido apagado, los bomberos se habían retirado y las tres chicas ya estaban sanas y salvas, así que los médicos también se retiraron. Las quemaduras no fueron graves, así que no fue necesario llevarlas a un hospital.

—Señoritas —Megumi y Ruri sintierom como alguien les jalaba la falda del uniforme. Era la pequeña a la que habían salvado —. Gracias por salvarme.

Hizo una pequeña reverencia, las amigas solo se agacharon, para estar a su altura.

—No tienes nada que agradecer, pequeña —Dijo Megumi, acariciando su cabeza.

—Tiene razón, nos conformamos con saber que estas bien —Continuó Ruri.

La niña sonrió.

—¿Vieron eso? —Se escucho la voz de uno de los presentes.

—Esas chicas fueron muy valientes —Dijo otra voz que había presenciado tal azaña.

—Mi nombre es Miyuki, ¿Cuáles son sus nombres? —Preguntó la pequeña con inocencia.

—Soy Ruri —Respondió la pelirroja.

—Y yo Megumi —Dijo con una sonrisa.

—Ruri-san, Megumi-san —Repitió ella—. Muchas gracias, espero verlas de nuevo.

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—Mucha acción para un rato, ¿no lo creen? —Preguntó Haru.

Las chicas solo asintieron. Los tres amigos ya se encontraban afuera de la Agencia de Detectives.

—Bien, aquí estamos.

—¿Estas segura que quieres hacerlo, Megumi?

—Si, ya estoy aquí, así que ya no hay marcha atrás.

Estaban a punto de entrar cuando la voz de un chico los detiene.

—¿Se les ofrece algo? —Preguntó un chico albino, quien era acompañado por una chica.

—¿Trabajan aquí? —Preguntó Haru, poniéndose en frente de las chicas.

—Tranquilo —Puso sus manos en frente para que el castaño se tranquilizara —. Si, trabajamos aquí.

—Haru —Megumi llamó su atención, él solo asintió y se puso al lado de Ruri —. Mi nombre es Kurosawa Megumi, vine a hablar con el presidente.

—¿Kurosawa? —Susurro —. ¿Eres la hija de Takeshi-san?

—Si.

—Lamento mucho lo de tu padre.

—Fue inevitable, no te preocupes.

—Soy Nakajima Atsushi —Hizo una pequeña reverencia —. Es un gusto conocerte al fin, Kurosawa-san.

—Es un placer, mi nombre es Izumi Kyoka —Imitó la acción realizada unos segundos atrás por su compañero.

—El gusto es mío.

—Acompañame —Ella asintió y siguió a los dos miembros de la Agencia.

Al llegar a la Oficina, Atsushi y Kyoka entraron. Mientras los chicos esperaban afuera por órdenes del albino.

—Kunikida-san.

—¿Qué sucede?

—La hija de Takeshi-san esta aquí, dice que quiere hablar con el presidente.

—¿La hija de Kurosawa? —Preguntó, Atsushi solo asintió.

—Esto será interesante —Dijo Dazai sentándose en el sillón.

—Comportate, Dazai —Acomodó sus lentes, dejando salir un leve suspiro —. Y tu mocoso, hazla pasar.

—¿Solo a ella?

—¿Viene acompañada?

—Si, viene con dos amigos.

—Que pasen —Respondió —. Si quiere ver al Presidente, tardará un poco y no querrá que sus amigos estén solos ahí.

—De acuerdo —Se acercó a la puerta y la abrió—. Adelante.

—Compermiso —Dijeron los tres al mismo tiempo.

—Disculpen las molestias, soy Kurosawa Megumi —Dijo ella haciendo una rápida reverencia.

—Ya estoy al tanto, siento lo de tu padre, era muy buen detective —Dijo Kunikida, acercándose a ella —. Soy Kunikida Doppo. Quieres hablar con el presidente, ¿cierto?

—Si, fue algo que mi padre me ordenó hacer.

—Ya veo. Iré a informarle que estas aquí, mientras tomen asiento —Señalo unos sillones que se encontraban al lado de ellos. Dazai aún se encontraba sentando en uno de estos —. ¿Todavia estas ahí, Dazai?

—Si, y no pienso moverme.

—Solo no los molestes, adelante.

—Gracias.

Kunikida salió de la oficina.

Los chicos se sentaron en un sillón que estaba en frente de Dazai. Megumi estaba un poco nerviosa, lo cual, el mayor noto con rapidez.

—No estés nerviosa, Megumi-chan.

—¿Eh? —Pregunto sorprendida.

—Deja presentarme, soy Dazai Osamu —Dijo el castaño —. Tu padre solía contarme mucho sobre ti, es bueno poder conocerte.

—L-lo mismo digo, Dazai-san —¿Mi padre quería que trabajara en un lugar como este?  Pues a decir verdad, se ve que son buenas personas —. Pensó.

La pelirosa sacudió su cabeza levemente, son detectives; estaba más que claro que eran buenas personas. O eso pensaba ella, ya que no tenía la menor idea sobre el pasado de sus miembros.

—¿Y ellos son? —Volvió a hablar el mayor.

—Ah, ellos son mis mejores amigos.

—Soy Akiyama Ruri —Se presentó la pelirroja, sonriendo.

—Miyamoto Haru —Respondió el chico secamente.

—Haru —Megumi golpeo su brazo.

—Parece que no te agrado, ¿no es así, Haru-chan?

—¿H-Haru-chan? —Pregunto el menor, con cierta molestia.

Megumi y Ruri solo soltaron unas pequeñas carcajadas.

—Dazai, te dije que no los molestaras —Dijo Kunikida, quien acababa de llegar —. El presidente accedió a verte, acompañame.

Megumi asintió y se levantó del lugar.

—Pueden quedarse aquí, en lo que ella regresa.

—Haru, no armes un alboroto —Le dijo la ojicafe —. Ruri, te lo encargo, por favor.

—Espera, Megumi... No me dejes solo con ese chico —Dijo dramáticamente, mientras veia a Dazai.

—Ruri estará contigo —Y sin decir más, salió de la Oficina.

»»————-  ————-««

—Compermiso.


—Pasa —Respondió Fukuzawa, la chica asintió y cerró la puerta una vez que entró.

—Mucho gusto, me llamo Kurosawa Megumi —Hizo una reverencia.

—Soy Fukuzawa Yukichi, tu padre me contó sobre ti... Mi más sentido pésame, era un gran detective, y era muy querido por toda la Agencia —Megumi solo asintió, le incomodaba un poco cuando le decian eso —. Adelante, siéntate.

—Gracias -Se sentó en un sillón que estaba frente a él.

—¿De qué me querías hablar?

—Mi padre me dejó esta carta —sacó la carta de su mochila —. Me dijo que se la entregara a usted.

Megumi le extendió la carta y el presidente solamente la tomó.

—¿Te importa si la leo?

—Para nada.

Fukuzawa abrió la Carta y comenzó a leerla. Unos segundos después, quedó sorprendido por aquellas palabras que estaban plasmadas en la hoja de papel.

"Presidente, me gustaría que mi hija trabajara en la Agencia con ustedes. Ella para ese entonces ya estará enterada de todo esto, y quiero que tome mi lugar.
Ella es una gran chica, y una excelente detective, estoy seguro de que les será de gran ayuda, aunque les pido que le tengan paciencia, ya que es un poco complicada de tratar. Ella se irá acostumbrando a ustedes y todo será más fácil.
Ese es mi última voluntad, por favor, se lo ruego"

Eso solo una una parte de lo que estaba escrito; fue lo que más le llamó la atención a Fukuzawa.

—Ya veo —Dijo una vez que terminó de leerla la Carta —. Estas consciente de que tu padre quiere que trabajes aquí, ¿cierto?

—Así es.

—Sin embargo, no será fácil.

—Eso lo tengo muy claro.

—Necesito pensarlo mejor, ¿hay alguna manera en la que pueda contactarte?

_Si quiere, puedo dajarle mi número de celular.

—Me parece bien, daselo a Kunikida.

—De acuerdo —Tomo su mochila y se levantó del sillón —. Gracias por recibirme, fue un gusto conocerlo.

—Lo mismo digo, Megumi.

La chica salió de aquella Oficina; Kunikida la esperaba afuera de esta. Ambos caminaron hacia la Oficina donde se encontraban los demás.

—Megumi —Haru corrió hacia ella, cuando vió que había llegado —. Que bueno que llegaste, este tipo ya me tenía loco.

Apuntó a Dazai, quien tenía una leve sonrisa.

—"Este tipo" Tiene nombre, por si no lo sabias —Dijo, haciéndose el ofendido.

—¿Qué fue lo que hiciste, Dazai? —Pregunto Kunikida.

—¿Yo? Yo no hice nada.

Megumi solo rio, puso su mochila en el sillón y saco un cuaderno y una pluma; anotó su nombre y su número de teléfono y arrancó el pedazo de la hoja en donde lo había escrito. Guardo sus cosas y camino hacia donde estaba Kunikida.

—Kunikida-san —Lo llamo, el susodicho solo la miro —. Fukuzawa-san me dijo que te diera mi número de celular para estar en contacto.

Le dio el papel, y con una leve reverencia se despidió.

—Gracias por todo.

Los chicos se despidieron también y salieron de la oficina.

—Bueno, ya me quedo claro que son buena gente. Aunque ese tal Dazai no me da buena espina.

—Haru, tienes que aprender a no desconfiar tanto de las personas.

—Ya lo se, pero aún así.

—Dejalo Megu, no se le puede hacer nada —Dijo Ruri, riendo. La pelirosa solo imitó su acción.

Ahora... ¿Qué era lo que le esperaría en el futuro?

✧・゚: *✧・゚:*

Primer capítulo listo.
La verdad, quedó muy corto y no era nada de que lo que tenía planeado escribir, pero hubo unos pequeños inconvenientes y tuve que volver a escribir.

En fin, espero que lo hayan disfrutado.

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