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Para los hermanos México las elecciones nunca cambiaron, llenas de movimientos poco ortodoxos, con accidentes "inesperados" y muertes inexplicables solo son la punta del iceberg, solo podían ver la sangre corre por el suelo, las falsas sonrisas y las manos sucias por la corrupción, a causa de ver lo mismo cada sexenio no los preparo para lo que venía, no cuando la que ahora dirigía su casa era una joven mujer quien tomaría las riendas de la nación.
La recién nombrada presidenta Regina López Vega es miembro de un nuevo partido político independiente, con el carismática necesario y dispuesta a ayudar sin escatimar gastos algunos, siempre con sonrisas alegres y una actitud reconfortante que la caracterizo desde el momento en que decidió trabajar en el partido, con grandes metas y deseos de ver la nación en dónde nació.
Itzel tuvo que admitir que Regina le producía esperanza, una que creía haber perdido desde hace años, aquella que había desaparecido con la muerte de Colosio.
Podía escuchar a su gente esperando un verdadero cambio y ellos también lo esperaban, querían que su gente sienta orgullo de su nación, felices y en paz.
La inminente reunió con su nueva jefa talvez les mostraría que persona se ocultaba detrás de la máscara caritativa, así que aquí están ellos, los representantes humanos de la República Mexicana, principalmente para hacerle saber sobre ellos y su secreto bien guardado, se encontraban esperando pacientes en el despacho presidencial, esperando esperando.
- Talvez esta vez todo sea diferente - Itzel miro a su hermano, Pedro se veía feliz, sus ojos oscuros parecían brillar de alegría y su sonrisa era grande, lo que la hizo sonreír involuntariamente.
- Ni bien a subido al poder y ya dándole toda tu confianza hermanito, como sabes que es diferente a los demás jefes que hemos tenido? - su comentario divertido causo un pequeño sonrojo en la piel morena de su mellizo.
- Tengo confianza que ella será diferente - la sonrisa se volvió amarga y solitaria, no pudo evitar morder su labio inferior - Creo que será un cambio que ya se ocupaba, de verdad espero que ella sea la esperanza que no hemos tenido.
Estaba por contestarle cuando las puertas se abrieron para dar paso a dos personas, quienes entraron platicando alegremente.
La primera era Regina, con su cabello castaño recogido en una coleta alta y alegres ojos color miel, tenía su sonrisa marca registrada presente.
A su lado la acompañaba un hombre mayor, alto e imponente con una alegre sonrisa en su rostro y brillantes ojos color miel.
Y fue cuando se hizo la conexión entre estados dos personas.
Padre e Hija
Mirando al padre no pudo evitar llegar a su propia conclusión
La organización Tellus Mater
"Un cambio que espero no nos cause dolor" pensó Itzel sarcásticamente al ver al par entrando al despacho y no pudo evitar recordar a su padre.
No pudieron odiar a su figura paterna.
No cuando el lloraba disculpándose con ellos cuando creía que dormían.
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