Capitulo 19

Elle

Si algo he aprendido durante la última hora es que Audrey es una mujer de armas tomar.
No ha dudado en despachar a los chicos, ni en arrastrarme hacia el sillón sentándose a mi lado y esperando pacientemente a que yo dijese una palabra.

Me costó, para ser sincera, pero mirar sus ojos me dio tanta paz... Que finalmente destrabé mi lengua y dije lo primero que salió.

—Soy una enorme fan de tu marido, el escritor. —preferí especificar. Nunca pensé que me encontraría en una situación en la que hablaría con una mujer casada con dos hombres, pero dicen que el mundo es una caja de sorpresas. Nunca se sabe con lo que te vas a encontrar.
Yo no era aficionada a las sorpresas, porque no habían sido buenas experiencias para mi.

—Estoy segura de que a Chris no le importará charlar durante horas de sus historias contigo.  Solo Dios sabe como mezcla tantos personajes con sus vidas dentro de su mente sin volverse loco.
—Creo que eso me habría gustado en otro momento de mi vida pero la idea de...
—No puedes soportar hombres a tu alrededor.
Ella no preguntó. Solo había que mirarme retroceder ante los hombres para darse cuenta y ella me vio cuando llegó.
—Es difícil para mi después de lo que pasé.
—Sé que nos acabamos de conocer y sé que soy muy directa a la hora de decir las cosas, pero no conozco tu historia. He venido porque John me lo pidió y soy muy consciente de que no me hubiese llamado por nadie más que alguien que le importase. Tu le importas y eso hace que me importes a mi. Ahora bien, esto puede llevar tiempo. Que tu confíes en mi y te abras para contarme que te sucedió. Puedes abrirte ahora conmigo o puedes hacerlo poco a poco cada vez que nos veamos y créeme, nos veremos.
Asiento porque no se que decir.
—Así que una vez que he aclarado este punto, quizá quieras empezar con algo sencillo como por ejemplo tu nombre. Empezaremos por eso.
—Elle. Elle Harrington.
—Es un placer conocerte, Elle. ¿Quieres contarme algo sobre ti?
La miré y simplemente lo supe.
Ella no se marcharía hoy sin que yo le hubiese contado algo con lo que poder trabajar.

—Todo empezó hace unos años. No muchos. Acababa de terminar una relación y...

*****

John

La cafetera está hecha y sirvo tres tazas en silencio bajo la atenta mirada de los maridos de Audrey.

Necesito centrarme en algo que me haga evitar ir a ver si Elle esta bien.

—¿Como está Valeria?
La expresión de ambos se vuelve más relajada.
Durante mi tiempo con Audrey aprendí que nombrar a cualquiera de  los hijos de este trío era jugar sobre seguro.

—Ella está bien. Como siempre en realidad. Feliz con Eric.—responde Tyler.
Quizá ellos no sean conscientes pero les vi apretar la mandíbula al nombrar al novio de su hija.
Tengo entendido que estuvieron separados un año, durante el cual nació Trent, el segundo hijo de este matrimonio poco común, y que Valeria había estado muy decaída.
No podía ponerme en su lugar pero creo que si yo llegase a tener una hija o hijo en un futuro, tampoco saltaría de alegría si él o ella fueran infelices.

—Está en el rancho de Jackson y Aurora con Trent.
Jackson y Aurora Stone son un matrimonio que conocí durante mi tiempo como obstetra/guardaspaldas de las chicas.
Lo cierto es que a raíz de que Malcom me contratase, conocí a gente de lo más peculiar, pero no estaba quejándome por ello.

—¿Y Trent? ¿Ya duerme toda la noche?
—Jodidamente si.
Sonrío ante la expresión de Chris.
Se les ve felices, aunque supongo que ser tres no tiene que ser fácil.

Sostengo mi taza de café y mi mirada va hacia el salón pensando en la mujer que me ha conquistado sin proponérselo.

No sé cuanto tiempo pasa cuando ellas aparecen en la cocina.
Las observo. Ambas tienen los ojos enrojecidos. Han llorado.
Quiero ser capaz de decir algo. Lo que sea, pero entonces ella me mira y esboza una pequeña sonrisa que dice más que cualquier palabra.

Solo cuando nos quedamos a solas de nuevo, me permito acercarme a ella y acariciar su rostro.

—¿Estás bien?
—Me siento bien. Siento como si un gran peso hubiese sido apartado de mi pecho.
—Me gustaría hacer cualquier cosa, por pequeña que sea, que pueda aliviar tu dolor.
—Ya lo has hecho.
Junto nuestras frentes y respiro su aroma, tan necesario para mi como la próxima bocanada de aire.
—Bésame, John. Quiero...
Clavo mis ojos en ella para asegurarme de que entendí.
—¿Estás segura?
—Quiero que me toques. Necesito que borres su recuerdo.

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