Capitulo 16

John

Han pasado veinticuatro horas desde que la traje al hospital.
Detuve la hemorragia lo mejor que pude, la cubrí con mi albornoz y conduje lo más deprisa que pude, saltándome los limites de velocidad permitido.

Rezé durante todo el camino para que ningún policía me detuviera y para que los semáforos se pusieran de mi parte.
Alguien debió escucharme porque llegué al hospital en menos de quince minutos.

Ahora me encuentro en la sala de espera mientras las enfermeras le cambian el vendaje.

Estoy subsistiendo a base de café de hospital, que no es el mejor.
Afortunadamente Eva apareció con algo de comida decente, pero hace poco que se marchó y he vuelto a quedarme solo.

—¿Señor Alexander? —me pongo en pie al ver al médico frente a mi.
—¿Que ocurre? ¿Elle está bien?
—La señora Alexander se encuentra bien. —tuve que fingir que era mi mujer para poder quedarme y también por seguridad. Si ese cabrón de Dantés la buscaba, no la encontraría por su apellido. —Vamos a llevárnosla para hacerle un par de pruebas, pero será rápido. Mientras puede bajar a la cafetería a comer algo. Su mujer estará bien atendida.
Asiento y me espero a que las enfermeras arrastren su cama hacia los ascensores.
Yo me decido a bajar por las escaleras ya que no cabemos todos, puesto que hay otra camilla.

Cuando llego a la planta a la que van a llevarla, observo confundido como la conducen hasta una salida de emergencia.

Camino apresurado tras ellos y corro al ver que ellos aceleran.
La puerta de emergencia se abre sin que suene la alarma y un par de hombres con turbantes y traje esperan al otro lado junto a una furgoneta.

—¡Elle!

*****

Despierto sobresaltado en el asiento en el que he permanecido las últimas horas.

Elle descansa en la cama del hospital como ha hecho todo este tiempo.

Me froto la cara con desesperación.
Las pesadillas han sido bastante recurrentes cada vez que cierro los ojos.

Recuerdo que entré en la habitación después de que le cambiaran los vendajes y prácticamente perdí la conciencia en cuanto mi cabeza tocó el respaldo del sillón junto a su cama.

—¿Por qué te molestas en salvarme?—me inclino hacia ella al comprobar que está despierta. Sigue pareciéndome  una muñeca rota, pero al menos está viva.
He tenido tiempo para pensar estando aquí esperando a que despertase, y he comprendido algunas cosas.

—¿No te das cuenta de que no sirve de nada?  Seguiré intentándolo una y otra vez hasta que lo consiga porque no puedo volver a sus manos. Me matará y no será rápido. Nunca lo es si se trata de él. He escapado varias veces y no está feliz. Lo sé.
—¿Crees que lo permitiré? ¿Crees que no iría tras de ti si lograse llevarte? Es cuestión de tiempo de que de con ese hijo de puta y voy a devolverle cada uno de los golpes que te dio. Cada golpe y sufrimiento que infligió a las mujeres que fueron antes que tu, porque las hubo. Cinco al menos. Y no se detendrá a menos que esté enterrado bajo tierra.
—¿Y luego qué, John? ¿Como voy a vivir una vida normal después de soportar algo como esto?  Tenía sueños. Esperanzas para mi futuro... Y ahora...
—No permitas que él te quite eso también. No será fácil pero no estas sola. Me tienes.
—No te ataré a mi. Mereces una mujer, hijos y una gran vida.
—Y la tendré. Por ahora solo estás  tu. Has sido tu durante diez meses, desde que apareciste en mi casa.
—John yo...
—Estoy harto de planear las cosas y que no salgan como espero. Quiero, por una vez, planear algo que dure toda la vida.  Contigo.
—¿Por qué?
Me encojo de hombros mientras me preparo para dar el paso.
—Quizá porque te deseo. Deseo una vida contigo. Sé que nos llevará tiempo, sobretodo a ti, pero dame la oportunidad. Deja que te muestre como sería.
Y entonces la beso.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top