Capitulo 08

Este capitulo contiene violencia.
Lee bajo tu responsabilidad.
Ha sido duro, pero es necesario para llegar a donde quiero.
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Elle

—¡Cuenta!
Grito al recibir otro golpe.
La vara se ha convertido en su nuevo juguete favorito y disfruta sobretodo golpeándome a mi con ella.

Si pensaba que los latigazos eran malos, eran una bendición comparado con esto.

Apenas he tenido tiempo para recuperarme.
La herida de bala casi acabó conmigo y de hecho, todavía no cicatrizó, así que podría abrirse en cualquier momento.

Permanezco inmóvil, apoyando medio cuerpo sobre la cama mientras él, el Amo, levanta una y otra vez el brazo y lo deja caer con fuerza sobre mi espalda, nalgas y piernas.

Me muerdo los labios provocándome sangre para evitar gritar.
Aprieto los ojos con fuerza para evitar las lágrimas.
Sé que cualquiera de esas dos cosas solo le excitarían más.

Me ha tenido retenida aquí desde que el médico me dio "el alta". Lo que significa que me la dio obligado, por ÉL.

Otro de los problemas es que no sé exactamente dónde es aquí.

Hace días que no veo la luz del sol.
Me tiene encerrada en una habitación sin ventanas.

Paso las noches durmiendo o intentándolo, atada con esposas a la cama.

Todos los días viene un mínimo de tres veces a mi habitación.
Su ritual es siempre el mismo.
Abre la puerta, me manosea, me desata y me da la vuelta para apretar mi cabeza contra el colchón y hace con mi cuerpo lo que quiere.

Como dije, su pasatiempo favorito es golpearme con la vara.
A veces usa el látigo, una fusta e incluso un cinturón, pero la vara es lo peor.

Mantengo mi mente ocupada para alejarme del aquí y ahora pero los golpes siguen llegando y sus demandas no se detienen.

—¡He dicho que cuentes! Voy a empezar de nuevo. Más te vale hacerlo bien. Veinte golpes, mascota.

Hoy se ensaña más que nunca.
No entiendo porque.
No he peleado.
No le insulté.

—¡Uno!
—Así me gusta, mascota. Vamos, solo quedan diecinueve.
Otro golpe.
—¡Dos!
—Lo haces muy bien.
Lleva su mano libre a mi pelo y lo acaricia lentamente.
No entiendo como puede ser tan tierno con una mano y tan cruel con la otra.
—¡Tres!
Un cuarto golpe y me penetra.
Contengo un grito y él sigue.
Nunca se detiene.
El dolor es insoportable.

Los golpes del cinco al diez los da simultáneamente con las penetraciones.

—¡Once!
Ya no hay modo de que pueda contener las lágrimas y al darse cuenta, suelta una enorme carcajada mientras los últimos nueve golpes caen seguidos, sin pausa.
Cuando grito el veinte, él se corre en mi interior provocándome náuseas y acabo devolviendo lo poco que comí.

*****

Llevo días sintiéndome mal.
Náuseas, calambres, dolor lumbar y hemorragias.

El Amo no me ha visitado en los últimos tres días. Cuando vio que sangraba, me abofeteó y salió dando un portazo.

Por lo que he oído, llevo aquí tres meses.
Escuché a sus secuaces burlarse de como el Amo amenazó a mi padre con acabar con la vida de mi madre y la mía si contaba a la policía sobre mi desaparición.

Me hago un ovillo en la cama y muerdo la almohada para que nadie pueda oírme llorar.

Cuando finalmente me duermo, sueño con una casa rodeada de un enorme y espeso bosque y un hombre alto y moreno con muletas esperándome en la puerta.

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