Capítulo 04

Vi el conocimiento en sus ojos en cuanto se dio cuenta de quien era yo.

Bajó de la cama tan rápido que tropezó y cayó al suelo.

—Dios mío, lo siento tanto. Yo no quería... No quería...
Dejó caer el cuchillo al suelo y lo empujó lejos con el pie antes de cubrirse el rostro con las manos.

Mi maldito teléfono seguía sonando, por lo que lo saqué de mi bolsillo, descolgué y grité a quien estuviese al otro lado que estaba bien y que le devolvería pronto la llamada antes de colgar y volver a guardarlo.

—Está bien, Elle. Estás asustada y lo entiendo. No voy a hacerte daño.
—Perdóname, perdóname. No volverá a pasar. Cogí el cuchillo para sentirme más segura y...
-Fue por eso que fregaste los platos. Para que yo no pudiese ver como lo escondías.
Asintió aun con la cara tapada.
Debía sentirse mortificada si no se atrevía siquiera a mirarme a través de los dedos.

Con cuidado, me arrastré hasta el borde de la cama y después al suelo.
Me acerqué a ella gateando, y con mis manos, aparté las suyas para poder mirarla a los ojos.

Si ayer ya me pareció asustada, no era nada en comparación a como estaba ahora.
Temblaba de arriba abajo, y aunque era consciente de que quizá me excedía, la rodeé con mis brazos, tratando de que mi cuerpo le ofreciese toda la seguridad y protección que necesitase.

No sé cuanto tiempo permanecimos allí.
Mis piernas estaban empezando a resentirse a causa de la posición, pero no me moví.
Quería estar seguro de que fuese ella quien se apartase antes.

—Me escapé de mi propia boda cuando un par de hombres entraron en la iglesia y mataron a mi marido.
Acababa de dar el si quiero y...
¿Conoces a los hombres que lo hicieron?
Ella negó con la cabeza, pero no me miró. Estaba mintiendo.

—Me subieron a su coche y quisieron... No dejaban de tocarme. Me hacían daño. Conseguí abrir la puerta cuando se detuvieron en un cruce. Me adentré en el bosque todo lo que pude y creo que logré despistarles.
—¿Que es lo que no me estás diciendo?
Sus ojos se enfocaron en los míos antes de hablar de nuevo.

Lo que sea que fuese a decirme, fue interrumpido por unos golpes en la puerta principal, seguido por la voz de un hombre.

—¡John, haz el puto favor de abrir o tiraré la puerta abajo!
Negué con la cabeza y saqué el teléfono de mi bolsillo.
Le di a la última llamada y esperé.
—Coge la llave que hay bajo el alfeizar de la ventana y entra. No hay necesidad de tirar nada abajo.

Miré de nuevo a Elle y sequé una lágrima traicionera que había encontrado el camino hacia sus labios.

—Preparate. Vas a conocer a los chicos.

No había terminado de hablar cuando estos aparecieron en la puerta de la habitación.

—¿Que cojones haces tu aquí?-preguntó Owen.
—Me vendría bien algo de ayuda, para ser sincero. Y no hables así. Tengo una invitada, por si lo has olvidado.
—No estaba hablando contigo. Se lo decía a ella.

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Os dejo a John y a Elle en el contenido multimedia.

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