Capítulo 03
Dejo caer las muletas y apoyado al mueble del cuarto de baño me ayudo a llegar hasta la bañera.
Caigo de rodillas junto a ella y tomo su pulso.
Respiro aliviado al comprobar que sigue viva. Probablemente solo perdió el conocimiento a causa del estrés.
Mi mirada se dirige a sus rasgos.
Su piel es tan suave como parece a simple vista.
Mi condición me impide levantarla y sacarla de la bañera, por lo que necesito que despierte.
El agua ya se está enfriando.
-¿Elle? Tienes que despertar, bonita.
Se remueve un poco, dejando más piel al descubierto. Más piel amoratada.
Aprieto los puños cuando lo que quiero es encontrar a quien le hizo esto y meterle una de mis muletas por donde no da el sol.
Nunca he podido entender que un hombre sienta el deseo de golpear a una mujer. Porque eso es lo que estoy seguro que ha pasado.
Meto la mano en el agua y quito el tapón.
No quiero que se deslice sin querer y acabe ahogándose.
Su piel empieza a mostrar signos de tener frío.
-¿Elle? Es hora de despertar, cariño.
Llevo mi mano hasta su mejilla y su reacción no se hace esperar.
Sus ojos se abren de golpe y se encoge ante mi toque.
-Mierda. Mierda. Soy yo, Elle. Estás a salvo.
Sus ojos buscan los míos y su respiración empieza a volver a la normalidad.
Con cuidado, cojo la toalla que hay sobre el mueble y la extiendo hacia ella.
-Voy a dejarte sola ahora. He dejado un pijama sobre la cama. Por favor, no tardes.
Asiente al mismo tiempo que coge la toalla y se pone lentamente de pie, cubriéndose lo mejor que puede.
Con dificultad, me pongo en pie y haciendo lo mismo que antes, llego hasta la puerta y recojo las muletas.
Dos minutos después he cerrado la puerta de la habitación y estoy caminando hacia la cocina.
*****
No han pasado ni cinco minutos y ella aparece con uno de mis pijamas.
Lleva las mangas y la cintura del pantalón enrolladas debido a nuestra diferencia de estatura y fisonomía.
-¿Te parece bien una ensalada? Estoy seguro de que podría sacar algo más del frigorífico y calentarlo si te quedas con hambre.
-La ensalada es perfecta. No tienes que tomarte tantas molestias por mi. De todos modos tampoco tengo mucha hambre.
El sonido de su estomago confirma que miente.
Es divertido ver como se sonroja.
-No es molestia. De todos modos es imposible que yo solo pueda comerme todo lo que hay ahí.
-¿Y porqué no lo congelaste?
-El congelador está a tope. Las chicas se encargaron de ello.
-¿Tienes hijas?
Bueno, no es una pregunta descabellada, pero teniendo en cuenta que dije que me llenaron el frigorífico y el congelador, de ser mis hijas, tendrían que ser mayorcitas.
Sinceramente, ¿tan mayor me veo?
-No. Son amigas.
-Oh, ya entiendo-su mirada me rehuye, y creo que malinterpretó lo que dije.
Debo parecer un mujeriego a sus ojos y no me siento cómodo con que piense eso de mi.
-Son las mujeres de mis amigos.
-No hace falta que me lo aclares. En realidad, no me debes ninguna explicación.
Cenamos en silencio, roto solo por el sonido de los cubiertos.
Cuando terminamos, ella recoge y lava los platos antes de volverse hacia mi.
-Si no te importa, voy a ir a acostarme.
-Claro. Buenas noches, Elle.
-Buenas noches, y gracias otra vez, John.
*****
He pasado la noche despierto, atento a cualquier movimiento o sonido.
El despertador suena y lo apago antes de ponerme en pie, coger mi arma de debajo de la almohada e ir a la cocina a preparar una cafetera antes de ir a despertar a mi invitada.
Llamo a la puerta exactamente igual que la noche anterior, y tampoco obtengo respuesta.
Abro la puerta despacio, y mis ojos la buscan en la cama.
Su sueño parece tranquilo.
Me acerco poco a poco y extiendo la mano hacia ella.
Sus ojos se abren de golpe, se incorpora, coge mi mano y me empuja hacia la cama, poniéndose sobre mi y colocando un cuchillo sobre mi garganta.
Mi teléfono suena dentro del bolsillo de mi pantalón.
Sé que es Owen. O puede que Troy. Y se que vendrán si no respondo.
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