Capítulo 01
Me encuentro lejos de mis planes debido a esta hermosa mujer aterrorizada que tengo frente a mi.
No puedo dejar de mirarla y eso solo hace que se encoja más en el rincón en el que se ha mantenido desde que cerré la puerta.
Estoy bastante incómodo. No se que hacer. No se que decir. Y eso es lo que más me confunde, porque, joder, soy ginecólogo.
Y nunca, jamás, me he sentido cohibido frente a una mujer.
Pero ella...
¿Quien es ella? ¿Y por que me llama a un nivel tan intenso?
*****
Reconozco que no soy un ligón.
He tenido citas con mujeres, aunque no últimamente, debido a mi condición, pero me encuentro de pronto en que no se que decir, ni como acercarme a ella sin asustarla.
Su mirada va de mi hacia la puerta en varias ocasiones.
No se si es por miedo de mi o de lo que sea o quien sea de lo que huya.
—En algún momento vas a tener que decir algo, aunque sea tu nombre. Todo lo que sé es que has huido, obviamente de tu boda—digo señalando su vestido.-—Y que lo sea que te hizo huir del que debería ser el día más bonito de tu vida, te asusta lo suficiente como para adentrarte en un bosque de noche y golpear la puerta de un desconocido hasta entrar en su casa, cuando es evidente que no tengo vecinos alrededor.
Mis palabras deben hacerla reaccionar porque aunque sea brevemente veo una chispa en sus ojos que no estaba ahí hace un segundo, pero que desaparece igual de rápido.
—Me llamo Elle Morris.
—John Alexander. —me presento. —¿Entonces, vas a decirme de que huyes?
Niega con la cabeza y da un paso hacía mi.
—Si me dejas quedarme aquí esta noche, en cuanto salga el sol me marcharé.
—¿Y a dónde irás?
—Eso es algo que ya resolveré. Tengo algo de dinero y...
—Puedes quedarte aquí un par de días. Estás a salvo aquí. Hay una habitación de invitados con baño propio. Será mejor que te quites ese vestido. Puedo dejarte un pijama y resolveremos lo demás por la mañana.
Con dificultad, me dirijo hacia la habitación que hay junto a la mía. Es pequeña pero servirá.
Solo una vez miro hacia ella para asegurarme de que me sigue, cosa que hace.
—¿Has comido algo?
—No.
—¿Desde cuando?
—La mañana antes de la boda. Hace tres días.
Me vuelvo de golpe hacia ella con tan mala suerte, que una de las muletas no se apoya bien y me hace caer contra la pared.
—¡Dios mío, John!
Elle corre a mi lado y me ayuda a estabilizarme.
—Gracias.—carraspeo un breve agradecimiento a pesar de la vergüenza que siento.
—¿Puedes sujetarte por ti mismo?
—Puede no parecerlo, pero soy perfectamente capaz de arreglármelas solo.
Levanta las manos en señal de rendición.
—No quise ofenderte. No pretendía...
Ahora me siento mal. Sé que no trataba de avergonzarme. Puedo ver la sinceridad en sus hermosos ojos. Me pierdo en ellos durante unos breves instantes hasta que ella desvía la mirada hacia el suelo.
—Ve a darte una ducha. Te dejaré un pijama sobre la cama y después te espero en la cocina. Prepararé algo para que comas.
Recuperando la poca dignidad que me queda, me aferro a las muletas y me dirijo a mi habitación.
Su mano en mi brazo me detiene.
—Gracias, John.—suave y breve es el beso que deja sobre mi mejilla antes de entrar en la habitación de invitados y cerrar la puerta tras ella.
Me quedo allí, como un tonto, hasta que escucho el agua correr.
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