Capítulo 3
¡Sí, sorpresaa! Capítulo nuevo prontísimo, pero bueno. Estoy enferma y sin nada que hacer, así que como es muy cortito aproveché :) No rompan sus pantallas del enfado al leer el cap jijiji
Arulin se estiró sobre la cama como un gato. Qué sueño más agradable... mmm... delicioso. No falta mucho para que se haga realidad. Los dos magníficos hermanos pronto estarían entre sus brazos lujuriosos. ¿Y el rey? No estaría de más dejar hueco para él. Era un elfo que estaba en su mejor momento, así que no podía resistirse a él.
Entonces le hizo una seña a su dama para que la ayudara a vestirse.
"Es una hermosa mañana, mi señora. ¿Le gustaría dar un paseo por el jardín?" –preguntó Berthana mientras le abrochaba los botones de la parte posterior del traje.
"Creo que no. Las flores y yo no nos llevamos muy bien" –dijo Arulin, arrugando la nariz con desdén. Se puso a cepillarse el pelo mientras iba hacia el balcón, disfrutando de la vista del hermoso jardín del Bosque Negro. El jardín estaba desierto a esa hora, exceptuando al maravilloso y alto príncipe que buscaba algo bajo los arbustos. Legolas.
Una sonrisa se dibujó lentamente en sus labios. Llevaría a cabo su plan antes de lo esperado.
"Berthana, he cambiado de idea. Me gustaría dar un paseo por el jardín y quiero que hagas algo por mí..."
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"Vamos, chicos. Salid de donde estéis –llamó Legolas, cada vez más frustrado. Los hurones iban a ser los responsables de su muerte, pues como su padre se enterara de que seguían dentro del palacio, ¡alguien iba a quedarse sin orejas! ¡E iban a ser las suyas!-. Salid, chicos. No me hagáis esto. Os he curado, ¿y así me lo agradecéis?"
"¿Qué buscas, su alteza?"
Legolas casi saltó a la rama más cercana del susto que se llevó por la repentina aparición de la señorita Arulin a sus espaldas. Le resultó extraño no haberse percatado de su presencia hasta que había hablado. Eso no era propio de alguien con unos sentidos tan agudos como él.
Se enderezó y la miró directamente a los ojos. Eran de color verde ahora, no rojos como el reflejo de la noche anterior.
"Un par de hurones" –respondió, evasivo, poniéndose a buscarlos otra vez.
"¿De verdad? Tal vez pueda ayudar. ¿Cómo son?" –Arulin también empezó a buscarlos debajo de un rosal.
Legolas suspiró.
"Pues son como todos los hurones. Los dos pequeños que ayer asustaron a tu caballo" –dijo, burlándose. Ser malvado es una cosa, y otra es no tener cerebro, pensó.
Arulin apretó los dientes cuando escuchó el sarcasmo en la voz del príncipe. Te enseñaré una lección, mi príncipe. Te arrepentirás de haberme hablado así.
Entonces gritó, de repente.
"¡Oh, aquí están! ¡Ven, su alteza! ¡Están aquí!"
"¿Dónde?"
Legolas corrió hacia ella y miró hacia donde le señalaba. Debería haberse imaginado que algo andaba mal, pero sus sentidos estallaron en alarma un poco tarde. Lo siguiente que supo es que Arulin le tiraba del brazo y lo lanzaba al suelo, quedándose debajo de él. Pero no acabó ahí la cosa. Ahora estaba destrozándose el vestido, descubriendo uno de sus hombros, mientras que con la otra mano tiró del cuello de Legolas para besarlo. Y entonces empezó a gritar por ayuda.
Legolas se quedó atónito. ¿Pero qué está haciendo? ¿Se ha vuelto loca? Intentó levantarse, pero ella se aferró a él como una lapa, gritando de terror.
"¡¡¡Legolas!!!" –el peor sonido posible alcanzó sus oídos. Volvió a intentar levantarse y se encontró con que Arulin ya lo había soltado. Aterrorizado, se puso en pie y se enfrentó a la pequeña multitud de elfos consternados: dos elfos de Garmadris, su hermano Keldarion, y... oh... Valar, su padre, el rey. De repente casi no podía respirar con toda la gente.
Una elfa, una sirvienta, se acercó presurosa a Arulin para cubrir a la dama de las miradas ajenas. Arulin lloraba sobre su hombro.
"Por favor, ayudadme. Estaba intentando... él... ¡oh, por favor, ayudadme!"
Y entonces Legolas comprendió su retorcido plan. ¿Cómo pude caer en eso? Su padre estaba serio y furioso.
"Padre, no es lo que piensas..."
"¡Silencio! ¡No tengo ni idea de qué hacer con esta conducta vergonzosa!" –el rey casi estaba gritando. Keldarion se limitó a mirar a Legolas con incredulidad, moviendo la cabeza con desesperación. Se sentía traicionado y herido por su propio hermano. Los otros elfos de Garmadris estaban empezando a quejarse.
"Por favor, puedo explicar..." –volvió a intentar Legolas.
"Podrás explicarte en el juicio –dijo el rey, llamando a los guardias-. ¡Llevaos a este elfo... bajo arresto por intento de violación!"
Ahora Legolas se lamentaba de no contarle las cosas a su padre cuando tuvo la oportunidad.
¡Qué malditaaa! Y en serio, ¿por qué se creyeron Keldarion y Thranduil que Legolas hiciera eso? :(((
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