Capítulo 12

La pequeña familia de Thranduil avanzaba silenciosamente por las mazmorras, rezando para no encontrarse con ninguno de los orcos ni los zombis de Garmadris.

El calabozo era enorme, con muchos túneles y pasadizos, pero Thranduil conocía el camino. Condujo a Keldarion, metiéndose por un túnel, luego girando en otra dirección... Legolas estaba inmóvil y temblando en sus brazos, gimiendo suavemente de vez en cuando, pero al menos seguía consciente. El rey podía sentir cómo la sangre de su hijo pasaba de la capa que lo envolvía a sus brazos y parte de ella bajaba por la pierna del príncipe hasta caer al suelo, dejando un rastro de sangre por donde pasaban.

Entonces el rey se detuvo.

"Kel, hay otra celda sin vigilancia ahí delante. ¿Crees que servirá la llave?"

El príncipe heredero se adelantó.

"Lo comprobaré –se acercó a la celda y vio los rostros de los guardias de palacio. Se sorprendió al ver a uno en particular-. ¡Linden!"

El comandante levantó la vista.

"¿Su alteza? –él y sus compañeros se levantaron apresuradamente, mirando a Keldarion y a Thranduil con asombro-. ¡Mi señor! ¿Cómo habéis...?"

"No hay tiempo para preguntas, Linden –dijo Thranduil. Keldarion abrió la puerta de la celda y los guardias salieron apresuradamente. Eran veinte en total. Algunos estaban gravemente heridos, pero la mayoría de ellos era capaz de luchar-. Coged cualquier cosa que sirva como arma. Tenemos que salir de este agujero."

"¡Sí, mi señor!"

Los guardias se reunieron alrededor de la familia real, protegiéndolos de cualquier posible ataque. Entonces Linden se fijó en el cuerpo inmóvil que llevaba el rey.

"Me gustaría llevar al príncipe, mi señor."

El rey le pasó su hijo al comandante de mala gana y Linden se quedó sin aliento al ver la gravedad de las heridas de Legolas. Aun así no dijo nada y solo el peligroso brillo en sus ojos mostraba lo furioso que estaba con las crueldades de Arulin.

Estaban cerca de la salida cuando se encontraron con un grupo de orcos que bajaba por las escaleras con espadas y cimitarras. No se supo quién se sorprendió más, si los orcos o los elfos, pero los guardias del Bosque Negro reaccionaron antes. Se enfrentaron a ellos sin armas, demostrando su valor, lanzándolos al suelo con patadas y puñetazos. Entonces aprovecharon y recogieron las espadas que se les habían caído y las blandieron con furia.

Linden había dejado a Legolas en el suelo y se había colocado sobre él, deshaciéndose de los orcos que se atrevían a acercarse al príncipe. Keldarion le cortó el cuello a un orco con la daga, apuñaló a otro en el ojo y a otro en el corazón. El rey rugía de ira, balanceando la cimitarra que había cogido, cortando cabezas a diestra y siniestra.

La batalla terminó en cinco minutos, pero a ellos les pareció una eternidad. Cuando acabaron, los cuerpos de los orcos yacían a sus pies y sangre negra cubría el suelo.

Tras volver a recoger a Legolas, Linden dirigió a la pequeña tropa hacia el corazón del palacio.

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El señor Elrond analizó la situación desde lo alto de un árbol, en silencio. ¡El palacio del Bosque Negro era un hervidero de orcos!

"¿No son esos los elfos de Garmadris? –susurró Elrohir, señalando a los zombis que caminaban como aturdidos-. ¿Qué les pasa?"

"Ya no pertenecen al mundo de los vivos. Solo son sus cuerpos los que se mueven, sus almas ya no están –dijo Elrond-. Son zombis, una malvada creación."

Los gemelos se miraron con incredulidad.

"¿Zombis? –Elladan puso los ojos en blanco-. Genial. ¡Como los orcos no eran suficiente ahora también tenemos zombis que se unen a la diversión! –entonces se giró hacia su padre-. ¿Qué hacemos ahora?"

Elrond seguía con la mirada fija en el patio del palacio.

"Tenemos que encontrar una forma de entrar. Solo los Valar saben qué habrá sido de la familia del rey."

"¡Conozco una forma de entrar!" –exclamó Elrohir.

"¿En serio?" –preguntó Elladan con escepticismo.

"Que sí –replicó Elrohir-. ¿Recuerdas cuando nos quedamos aquí el verano pasado y Legolas y yo desaparecimos una noche entera? Me enseñó cómo llegar a su balcón a través de las ramas de los árboles. ¡Vamos, os mostraré el camino!"

Sin esperar respuesta, Elrohir se precipitó hacia adelante.

"¡Elrohir! –lo llamó Elrond entre dientes. Su hijo se detuvo y se dio la vuelta, levantando las cejas inquisitivamente. Elrond suspiró y dijo-: Tened cuidado. Los dos. Sed cautos. Se supone que hemos venido a una boda, no a nuestro funeral."

Sus dos hijos sonrieron y los elfos de Rivendel siguieron a su 'guía'. Elrohir saltaba ágilmente de rama en rama delante de ellos, confiando en su sentido de orientación. Estaban ya muy cerca de la pared del palacio cuando se detuvo, confuso. Su hermano chocó con él, incapaz de frenar a tiempo.

"¿Y ahora qué pasa?" –preguntó Elladan.

Elrohir lo miró y dijo con timidez.

"No me acuerdo de esto" –dijo mirando la enorme distancia entre el árbol y el balcón del palacio.

"¿Qué?"

"Que me he olvidado, ¿vale?"

"¿Cómo puedes olvidarte? ¡No es un buen momento para olvidarse de algo tan importante!"

"Pero se suponía que habría una rama aquí que llegaba a la habitación de Legolas. ¡Y ya no está!"

Elrond suspiró. Había suspirado mucho esa noche, pero sus hijos eran expertos en producirle dolores de cabeza. ¡Si no estuvieran en una situación tan grave le encantaría darles un golpe a los dos!

"¿Qué pasa ahora?"

"¡Este brillante cerebro de aquí cometió el tonto error de olvidar el camino!"

"¡Te dije que se suponía que había una rama que llegaba al balcón!"

"¿Pero es el balcón correcto?" –preguntó Elrond.

Elrohir parpadeó y volvió a mirar el balcón. Se parecía al de Legolas, pero...

"¡Ay! ¡No es este! Legolas no tiene esa glicina en la ventana –entonces empezó a moverse hacia otro lado-. Su habitación da al jardín. Vamos, por aquí."

Elladan puso los ojos en blanco.

"Espero que no estemos perdidos. ¡¡Y menos en los árboles!!"

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Thranduil y su pequeña tropa se acercaban a la sala del trono cuando apareció Arulin con su ejército.

"¡Habéis escapado! –dijo, gritando de rabia-. ¡Matadlos!"

Los orcos cargaron contra ellos, gruñendo y gritando amenazadoramente. Cómo les encantaba hacerle daño a los elfos. Y ahora podían hacerlo.

Volvieron a dejar a Legolas en el suelo, ahora con Keldarion cuidando de él.

"Dame... la daga –pidió Legolas. Keldarion lo miró, sujetando con fuerza la espada que había cogido-. No quiero... quedarme sin armas."

Legolas insistió. Keldarion se sacó la daga del cinto y cerró las manos de su hermano sobre ella.

"Vigilaré tu espalda, tu vigila la mía."

Legolas sonrió.

"De acuerdo."

Entonces Keldarion se dio la vuelta y detuvo la espada de un orco. Su padre estaba justo al lado, manteniendo los orcos a raya. Los elfos luchaban como locos, pero los números no estaban de su parte.

Keldarion estaba tan concentrado en el combate con un orco que no se dio cuenta de que otro de ellos se dirigía hacia él, apuntándolo con su cimitarra. Pero Legolas sí lo vio, así que lanzó su daga con todas sus fuerzas. Ésta trazó un bonito arco en el aire y golpeó al orco en la frente. Estaba muerto antes de caer al suelo. Tras acabar con el orco al que se enfrentaba, Keldarion miró a Legolas y le dio las gracias. Ahora desarmado, Legolas solo pudo observar con ansiedad.

De repente aparecieron más orcos, armados con arcos y flechas. Los elfos del Bosque Negro sabían que estaban condenados, pero aun así siguieron luchando. Y entonces llegó la ayuda. Los elfos de Rivendel llegaron por la puerta del otro lado del pasillo, apuntando con sus flechas y matando orcos uno tras otro. Los orcos se retiraron, poniéndose a cubierto detrás de los pilares.

Los elfos de Rivendel aprovecharon la oportunidad y se unieron a los del Bosque Negro, que ya atravesaban la puerta más cercana, la de la galería. El propio Elrond cogió a Legolas en brazos y corrió hacia los demás.

Elladan luchaba con la espada cerca de la puerta cuando Elrohir vio que estaba en medio de la trayectoria de una flecha. Sin tiempo para advertirle, se puso delante de su gemelo... y la flecha se le clavó en el brazo.

"¡Elrohir! –Elladan dio un grito de terror, sujetó a su hermano y lo arrastró a través de la puerta. Linden la cerró apresuradamente y Elrohir calló de rodillas, jadeando-. ¿Qué demonios hiciste?" –gritó, en estado de pánico.

"¿Salvarte el cuello?"

"¡¿Pero por qué?!"

¡¿Porque todavía me debes ese puñal?!" –Elrohir también gritaba a esas alturas, con una mueca de dolor.

Elrond miró a los gemelos y sacudió la cabeza. Sabía que no estaban discutiendo en serio, sino que era su forma de mostrar la preocupación que sentían por el otro. Tras asegurarse de que Elrohir no estaba gravemente herido, volvió a dirigir su atención hacia el príncipe del Bosque Negro que tenía en brazos. Su corazón paternal se encogió al ver la terrible condición de Legolas. Si fuera su hijo no sabría cómo reaccionaría. Era una maravilla que Thranduil siguiera cuerdo. El rey del Bosque Negro se sentó al lado de los dos, todavía jadeando por la lucha.

"Llegaste pronto."

Elrond sonrió ampliamente y señaló a sus hijos. Keldarion estaba con ellos, ayudando a Elladan a vendar la herida de Elrohir.

"Mis hijos no son famosos por su paciencia –dijo. Entonces su rostro se ensombreció-. La condición de Legolas no es buena."

Thranduil miró a su hijo pequeño ahora inconsciente, con tristeza.

"Ella le hizo mucho daño. Me temo que ya se está desvaneciendo."

Entonces miraron hacia arriba cuando dieron un fuerte golpe contra la puerta de la galería. Y luego otro y otro.

"¡Están intentando entrar!"

Thranduil volvió a mirar a Elrond.

"Ahora también estás en esto. ¿Qué sugieres que hagamos?"

Tras dejar a Legolas en brazos de Thranduil, Elrond se puso en pie, sosteniendo su espada con fuerza sin dejar de mirar la puerta.

"Luchar hasta el final."

Épico final de capítulo. Me encanta la frase XD ¿Qué pasará en el próximo?

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