Kiryn

La mañana llega, estoy completamente sola. Lo único que pude dormir, soñé con Alain. Al menos no fue una pesadilla en la que me comían, pero nos estábamos besando. Supongo que me gustó el guerrero. Al menos cuando sueño, puedo fantasear que me emparejan con alguien normal. Quizás en otra vida, me hubieran casado y no sería un sacrificio. ¿Qué haré? ¿Debo esperar a que me ataque? ¿Me tengo que acercar? Llevo días aquí y ni ha hecho presencia. Corrección, lo he visto merodear, pero solo cuando Alain me trae comida. Maldito monstruo, se nota que no eres bueno conquistando chicas. O sea, no es que quiera hacerlo, pero los nervios a la espera, me matan más que su propio ataque.

Camino por el bosque y otra vez me encuentro con su cueva. Suspiro de alivio cuando descubro que no está por aquí. Algo brilla al fondo, entonces con temor, me aproximo. ¿Qué es esto? ¿Una mochila? ¡Oh, cielos, es de una de sus víctimas! Salgo corriendo, antes de que regrese.

—¡¡Ah!! —grito y me choco con Alain en el camino—. ¡¿Qué te pasa?!

—¡¿A ti qué te pasa?! —Se indigna—. Te traje comida.

—¡¡Tenías razón, es malvado, vi que guardó la mochila de una de sus víctimas, colecciona objetos para recordar cómo los torturó!!

—¡¡Cálmate!! —Me zamarrea.

—¡¡No puedo hacerlo!!

—Respira. —Él baja un poco la voz, para tranquilizarme, entonces le sigo al tono, cuando intento relajar la intensidad.

—Bien... bien.

—No ocurre nada —aclara—. Repítelo.

—No ocurre nada.

—Exacto.

Sonrío.

—Gracias.

—Deja de agradecerme, ya no sé cómo ayudarte.

—Yo... —Mis ojos se humedecen—. ¿Qué voy a hacer si pasa? Tengo miedo, nunca he estado con nadie, es un enorme bicho, y si me desgarra.

—¿Tú quieres...? —Traga saliva—. Nada, olvídalo.

—Solo termina la maldita frase.

—¿Quieres hacerlo conmigo?