Capítulo 12
Kiryn
Erkin es amigable, justo como las notas decían, así que tengo dos opciones, quedarme a vivir en el bosque o... ¿Conquistarlo? Aunque ya sé que le gusto. A menos que me vigilase por otra razón. Lo que sea, al final le entregué mi honra a Alain para nada. Bueno, en realidad, estuvo genial, pero se suponía que eso debía hacerlo con mi esposo, sin embargo, teniendo en cuenta que estoy atrapada en un bosque, las posibilidades de tener uno son nulas. No tengo idea por qué me preocupa, solo debería aceptarlo y listo.
—¿Qué me miras? —le digo a Erkin, sentada en frente de su cueva, luego giro mi vista hacia las estrellas—. No me voy a ir, es más seguro aquí, no me asesinará ningún animal.
Gruñe y se me eriza la piel, no obstante, me mantengo en mi sitio y sin mirarlo.
—¡Lo siento! ¿Bien? —expreso en alto—. Te utilizo, ¿y qué?
Vuelve a gruñir, así que estoy segura de que malinterpreté lo que me quiso decir. Agarro la mochila y saco los papeles, me pongo a leer otra vez, no obstante, sigo sin comprender. Obvio, esto requiere de años de entrenamiento, no puedo aprenderlo de una sola vez.
—Quizás... —Hago una pausa, interpretando el texto.
¿Le molestó que pensara que me estaba echando? Claro, no puedo intuir sus deseos así nomás. Entiendo, por eso se enfadó. Cualquiera se enojaría. Hay que prestar atención, pero no puedo mirarlo tanto, me da pavor.
—Señor Monstruo... —Giro mi cara despacio a mirarlo—. Quiero decir, Erkin, ¿le molesta que me quede? —Por ahí debí haber empezado.
Mierda, no puedo mantener la vista en esos ojos inyectados en sangre.
Hace un sonido, parece más calmo.
—Ki... ryn. —Es lo único que puede decir, pero supongo que es una respuesta positiva a mi pregunta, sino hubiera gruñido o hecho algo más agresivo.
Trago saliva y me giro del todo, manteniéndome sentada, pero estando en su dirección. Tomo mucho aire, entonces permanezco más tiempo observándolo.
—Bueno, no eres tan feo. —Me río—. Solo eres un chico rudo o de apariencia salvaje. Sí, eso debe ser. También muy grande y alto. Decirlo así, suena gracioso y al final, pareces muy extraño, extravagante, en el buen sentido.
Inclina la cabeza. ¿Estará confundido por mi acotación? Mi cuerpo se tensa cuando se acerca. Hace sonidos tan extraños. Cierro un poco los ojos cuando me olfatea, luego los abro, encontrándome con los suyos alargados.
—Ki... ryn —repite.
Esto es tan raro, pero me sonrojo. Supongo porque nunca había escuchado mi nombre tantas veces. Si lo piensas, hasta parece halagador que solo pueda mencionarlo. Entonces, sonrío, para regresarle el gesto.
—Erkin.
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