Capítulo 10
Ayla pasó la noche en la habitación de Llantén, ese extremo de la gran piscina interior contaba con una cama lo suficientemente espaciosa para que ambos descansaran, además la única entrada es por agua, así que nadie los molestará. El primero en despertar fue Llantén, quien estira sus piernas y sonríe al verla acurrucada a su lado.
—Buenos días —le susurra al acariciar su cabello, como ella no despierta, la asalta con una lluvia de cortos besos en sus mejillas—. Ya no te hagas la dormida, voy a hacerte cosquillas.
—N-No, no —responde al apartar el rostro del rubio con sus manos, lo aleja para luego sentarse en la cama, no le sorprende estar sin ropa pero sí ver a Llantén sin su aleta.
Él nota que estaba mirando sus piernas, por lo que mueve sus dedos mientras suelta una corta risa.
—Necesito mis pies hoy —comenta mientras le acaricia el cabello—. ¿Te sientes bien? Puedes pedirme lo que quieras.
—Estoy bien... quiero ropa —responde luego de pensar por un momento.
—No puedo traer nada aquí, debemos salir —señala el rubio, pero ella vuelve a mirar sus pies—. Eh, sé nadar con o sin aleta —agrega al mismo tiempo que le entrega el vestido junto con su ropa interior, todavía están húmedos.
Ella se viste ante la vista azul de Llantén, haciendo que se sienta un poco avergonzada. Una vez lista ambos se sumergen en el agua, al salir a la superficie ven unas zapatillas moradas y blancas, ya que Mako vino personalmente a buscar a Ayla.
—Es mi turno Lan, ya la tuviste toda la noche. —El teñido hace un puchero mientras toma la mano de Ayla para ayudarla.
—Lo siento, el tiempo pasó volando —responde el rubio y es golpeado en el rostro por sus shorts mojados.
—¡Vístete ya! —le ordena Mako mientras guía a la muchacha fuera de la habitación—. Se pasó el tiempo volando, maldito —dice entre dientes.
Él está tan concentrado en llegar a ese cuarto que no nota que está prácticamente arrastrando a Ayla, quien intenta seguir su paso. Al detenerse frente a una puerta normal y corriente, Mako ingresa a la habitación con la muchacha. Esto hace que ella esté alerta, esperando cualquier ataque de él, además las luces no están encendidas y, al cerrarse la puerta, toda la luz desaparece de repente.
—Fuiste una chica muy mala. —Ella oye la voz de Mako, muy cerca de su oído pero no puede verlo—. Gala es mi amiga y le hiciste algo malo —agrega mientras la voz pasa a ser más intensa desde su oído derecho al izquierdo, como si él girara lentamente a su alrededor, acechando.
—Lo siento.
—Veo que sabes pedir perdón, pero yo no fui golpeado —niega y le coloca el collar que había comprado especialmente para ella—. Vamos a quitarte esa ropa húmeda y cambiarla por otra más cómoda —agrega al deslizar el vestido.
Ayla se deja hacer, pues ya comenzaba a sentir frío, un momento después las luces se encienden pero Mako ya no está, desapareció junto a toda su ropa. Ella inspecciona el collar con sus mano, es grueso, de un tono rojo y lleva una placa con su nombre junto a un cascabel.
—Genial —bufa. De repente se escucha la voz del teñido a través de unas bocinas pequeñas en las esquinas del cuarto.
—No estoy molesto y no te castigaré, pero vas a quedarte aquí por el resto de mi turno. Yo tengo la llave de la puerta y las paredes son a prueba de sonido, no te molestes en gritar tampoco en quitarte ese collar gatita. Tengo todas las llaves.
Luego de eso no vuelve a escuchar nada más, Ayla mira a su alrededor y sólo encuentra un viejo armario vacío, no hay ventanas ni tampoco otra puerta. Al acercarse al único mueble ve que posee unas cortinas que se ubican detrás de los vidrios de la puerta. Ella rápidamente toma esa tela, con la cuál improvisa una falda con una de las cortinas, la otra se la ata al torso, dejándolo el nudo en su espalda.
Ahora con su cuerpo no tan expuesto, se propone a salir de ese lugar, ya que comienza a tener hambre y no ha desayunado aún. Mako fue lo bastante cruel de encerrarla antes de que pueda comer.
Prueba con la puerta pero por más que la empuje ésta no sede. Además, debido a los golpes que intentó darle con todo el cuerpo, ahora su hombro derecho se encuentra muy rojo.
Debido al cansancio y los golpes, ella termina en una esquina abrazando sus piernas. El frío y el collar le recuerdan aquella vez que fue atrapada por revolver la basura detrás de un club para caballeros. Tenía 15 años y los guardias la llevaron ante la dueña del lugar y pensaron que podría trabajar como sus otras chicas. Le pusieron poca ropa y la obligaban a bailar, aunque no era buena y los clientes se quejaban. Además siempre fue muy delgada, haciendo que sus atributos sean mínimos.
Como último recurso para sacarle provecho, la mujer le colocó un collar y la mantenía atada en un cuarto. Los clientes entraban, hombres y mujeres, sin embargo todos encontraban defectos en ella. Muy delgada, cabello horrible, que tenía piojos y demás. Finalmente la mujer les ordenó a los guardias que se deshagan de ella y fue arrojada en el basurero bajo el puente.
Sin saber qué hacer, Ayla se acurruca en el suelo y cierra los ojos. Ahora sólo puede esperar pero no tiene idea de cuanto tiempo pasará hasta que sea el turno de otro de los hermanos.
Azrael está muy ocupado ayudando a dirigir los negocios de su padre mientras que Llantén tiene una sesión de fotografía en la gran biblioteca de la mansión, debido a su arquitectura antigua y estanterías talladas en la más fina madera, la consideraron un excelente lugar.
Al terminar la fotógrafa revisa las imágenes y nota algo en la última, por lo que se acerca al rubio para enseñársela.
—Joven Llantén, su hermano salió en la última foto.
—Oh, es como si posara también —dice luego de ver la imagen, allí está él vistiendo la ropa que modela y detrás sale Cruz, sentado en una silla aterciopelada mientras sostiene un libro, su rostro muestra concentración pura—. A mí me gusta.
—La incluiremos entonces —propone la mujer sonriendo.
Llantén despide al grupo para luego caminar hacia el castaño y lo saca de la lectura con una carcajada, ya que vio que está rodeado de libros de: "¿Cómo complacer a una mujer?", novelas eróticas y consejos para la hora del acto.
—¿No te parece un poco tarde para estudiar?
—No —contesta simplemente y regresa la vista al libro—. Le dije a Ayla que lo haría bien la próxima vez.
—Entonces no hicieron nada en su primer encuentro, lo sabia. ¡Que tierno cachorrito! —se burla y revuelve el cabello de Cruz.
—¡No me toques! —exclama al golpearle la mano para alejarlo.
—Okey, te dejo estudiar. Pero no te esfuerces mucho, hice sentir muy bien a Ayla anoche y su corazón me pertenece —comenta, teniendo una sonrisa de lado en su rostro.
—Ya lo veremos —murmura Cruz entre gruñidos bajos.
—Pensé que iba a ser difícil pero Azrael y Mako lo arruinaron el primer día. Sólo queda... Nadie más. —Llantén camina hacia la salida y voltea antes de salir ya que su hermano lo llamó.
—Quedo yo.
—¿Si? Entonces date prisa porque muy pronto será tu turno.
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