Capítulo 1

La chica estaba revolviendo en la basura en busca de algo para comer, todos los días era la misma rutina y encontraba cosas realmente buenas. Los "riquillos", como ella los llama, tiran comida sin tocar, es por eso que ahora lleva un gran pollo asado con guarnición a casa.

—Hey Ayla, ya conseguí un comprador —le dice su vecino, ellos siempre hablan mientras buscan comida y ella pensó en hacer un trato con él—. Esta noche lleva el paquete bajo el puente, te van a pagar muy bien.

Ella simplemente asiente para luego seguir su camino, su estómago ruge por comida, por lo que se apresura a llegar a casa. Se adentra a un barrio muy precario donde las viviendas están hechas de chapa, cartón y, en peores casos, de bolsas.

Al llegar a casa mueve la madera, la cual es la puerta y su madre la recibe con un fuerte abrazo. Cosa sumamente rara, pero no es raro para Ayla sentir el rancio olor del alcohol y el humo de cigarrillo en la mujer.

—Llegaste y trajiste comida, tan buena hija como siempre —dice al abrazarla—. Vamos a dar un paseo antes de comer, ¿si?

Ayla es arrastrada fuera, sin entender muy bien es llevada bajo el puente, al ver la estructura intenta escapar. Se liberó del agarre de su madre, haciendo que le rasguñara la muñeca, al creer que ya estaba salvada, dos hombres la alcanzaron y la inmovilizaron en el suelo. Eran muy rápidos y sus sospechas fueron confirmadas. Esos hombres olían muy bien y estaban vestidos con trajes elegantes negros.

Al ser llevada nuevamente con su madre, la ve hablar con otra mujer, quien le entrega una gran cantidad de dinero en una bolsa. En ese momento Ayla agachó la cabeza y apretó los dientes teniendo un sólo pensamiento: ¡La desgraciada se me adelantó!

Ya sin más que hacer, se deja llevar dentro de la camioneta negra de esas personas, por lo menos su conciencia le tranquiliza diciendo que hizo algo bueno por su madre, porque la vio muy feliz con todo ese dinero.

Un silencio incómodo se instala dentro del vehículo, Ayla no tiene problema con esto, sino que está muy inquieta y apretada al encontrarse en medio de esos dos hombres que la atraparon. Frente a ella está la mujer que la compró, cómodamente sentada a sus anchas, en un momento sus miradas se encuentran y ésta la sonríe de lado.

—Tienes mucha suerte niña —murmura para luego mirar hacia la ventanilla. El viaje dura unos veinte minutos hasta llegar a la típica mansión de ricachones, el barrio también es lujosos, las calles están limpias, los jardines están muy bien cuidados y las personas que pasean o hacen ejercicio tienen características de algún animal.

Ayla mira el lugar con asombro, sin embargo no puede acercarse más a la ventanilla porque uno de los hombres trajeados la empuja para que regrese a su lugar. Unos pocos minutos después el auto se detiene y la sujetan del brazo para sacarla afuera, a arrastras la llevan dentro de la gran mansión de un color azul oscuro.

—¡Esperen! —una voz grave y varonil hizo eco en el lugar, deteniendo a la mujer y a los hombres. Ayla vio a un chico alto y rubio acercarse rápidamente, sus ojos azules la dejaron en un trance extraño y no podía dejar de mirarlo mientras hablaba con su compradora—. ¿Ella es la chica? —preguntó curioso para luego mirar a la desalineada muchacha.

—Si, es ella. Vamos a prepararla para ustedes joven Llantén.

—Quiero hacerlo yo, para que me conozca desde el principio.

—Perdone, pero no es necesario que lo haga. Al terminar la llevaremos primero con usted —niega ella pero luego le da una sonrisa.

—Entiendo —asiente el joven y los deja continuar.

Luego de esa pequeña interrupción Ayla es llevada a un lujoso baño para ser lavada por las sirvientas a órdenes de la mujer que la compró, su ropa sucia y rota fue tirada a la basura, además su cuerpo fue depilado completamente. Al terminar el baño ella quedó sorprendida al sentir que su piel olía a perfume al igual que su cabello. Las otras mujeres la secaron suavemente con toallas para luego darle ropa bonita y suave al tacto, muy en el fondo está agradecida por el buen trato que recibe, sin embargo sabe muy bien que nada es dado sin algo a cambio.

—Ya está, ahora pareces una mujer —comenta la mayor mientras hace que Ayla se mire al espejo. Allí encuentra su reflejo, su rostro se ve tan claro, tiene las mejillas rosadas y su cabello brilla, sin contar la ropa que está usando. El conjunto de camisa suelta con tirantes y la falda no están nada mal, además le encanta las medias altas que está usando.

—El joven nos espera, camina. —La mujer la toma del brazo y la lleva por los largos pasillos del lugar hasta llegar a una sala de estar, allí se encuentra el rubio que había visto al llegar y éste rápidamente la toma entre sus brazos. Ayla queda inmóvil al sentir el calor del joven al igual que su perfume varonil.

—Es perfecta —susurra al oler su cabello.

—Los dejaremos solos, joven. —Todos dejan la sala mientras Ayla es llevada al sillón por el muchacho. Él la sienta en su regazo para empezar a acariciarle el cabello, esto es bastante incómodo para ella, aunque no hace nada para detenerlo.

—¿Cómo te llamas? Soy Llantén De Luca —se presenta, haciendo que su voz resuene en los oídos de la chica, su tono es grave y ella se siente extraña al escucharla.

—S-Soy Ayla Zas —responde en un tono bajo, sus nervios aumentan al sentir como unas grandes manos comienzan a adentrarse debajo de su blusa. Pero no hace nada al respecto porque está segura de que este es el precio que deberá pagar a cambio de techo y comida. Uno no tan alto teniendo en cuenta que él es joven, bien parecido, amable y rico. Las palabras de la mujer ahora tienen mucho sentido para ella.

—Un bello nombre —comenta antes de inclinarse y dejar un par de besos en el cuello. Su cuerpo reacciona a esto, haciendo que un escalofrío recorra cada punta de su ser.

Jamás había sido besada de esa forma, mucho menos había sentido la suavidad de unos labios recorrer su piel, dejando un camino de calor y aumentando su temperatura rápidamente. Las manos acarician su vientre de arriba a bajo para luego pasar a sus muslos, comenzaron a jugar con el borde de la falta, amenazando con levantarla en cualquier momento y dejar al descubierto su ropa interior oscura.

—No sabes cuánto soñé con esto —dice al separarse de su cuello, entonces acuna su rostro entre las manos para mirarla y darle una sonrisa brillante. Un momento después suelta una risa al ver el rostro confundido de Ayla, ya que supone que sólo debe tener una vaga idea de para qué está allí —. Tú deber recibir amor, ¿entiendes?

Ella niega, estando mucho más confundida que antes. Llantén se aleja un poco y piensa en otra forma de explicarle, aunque piensa que sus palabras fueron las correctas.

—Nuestra familia tiene la tradición de conseguir un novio o novia de clase baja para los herederos cuando ya son mayores, eso le da humildad a los De Luca ente las familias de linajes puros. Tú eres mi novia ahora.

—Oh... —suelta luego de procesar toda esa información. Había escuchado de las familias "puras", que realmente son personas que se casan entre familiares para que su sangre no se "contamine". Ahora sabe que los De Lucas no son así, pero comprar al azar un novio o novia tampoco está bien.

—¿Lo entiendes? Por eso estoy tan feliz. —Él la acorrala contra el sillón y es cuando Ayla puede comprobarlo al ver sus ajustados pantalones. Es atacada por una nueva oleada de besos cortos en su cuello y pecho hasta que ambos escuchan un grito.

—¡No es sólo para ti!

Llantén se levanta lentamente, dándole espacio a ella de mirar sobre el respaldo. Desde su lugar ve a otros tres joven, quienes si presentan rasgos animales. Sin embargo lo que más le asusta es saber que todos ellos dicen ser hermanos.

—Ya vienen a molestar —murmura el rubio al rodar los ojos—. Yo la vi primero —dice al abrazarla. Ayla corresponde con algo de duda mientras continúa mirando a los otros hombres.

—Es la mujer de todos idiota.

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