Cremosa Redención
¡Hola de nuevo! Pues he regresando del limbo para traerles el siguiente capítulo de este fic tal y como ya se los había prometido.
Nunca es fácil regresar a las labores cotidianas después de varios días de no hacer absolutamente nada, pero no hay de otra. Espero que también hayan visto el capítulo 12 de la segunda temporada y espero que tampoco se pierdan el capítulo 13, el cual se estrenará en Estados Unidos este lunes 3 de agosto y si no están al corriente con la serie no se qué están haciendo aquí leyendo este fic, corran y vean los capítulos 12 o 13 dependiendo del día en el que estén leyendo esto.
Bueno, con respecto al capítulo no agregaré mucho, así que descúbranlo por ustedes mismos. Insisto, ¿No hacen una bonita pareja estos dos? Por cierto... Al final hará por fin una aparición uno de los personajes que más esperaban. Espero que les guste.
Gravity Falls Es una obra perteneciente a Disney. Todo lo escrito y expresado dentro de este Fanfic tiene como propósito principal el enriquecer al Fandom de la misma. Todos los personajes utilizados dentro de esta historia son una creación y propiedad original de la talentosísima y brillante mente e ingenio del animador estadounidense: Alex Hirsch. Nada será utilizado con fines lucrativos o comerciales. ¡Disfrútenlo!
Gravity Falls Fanfic: La Novia de Dipper
Capítulo 6: "Cremosa Redención"
El sonido de las manecillas de reloj se había vuelto tan insoportable como el goteo de una tubería descompuesta a mitad de la noche. Habían pasado únicamente unos cuantos minutos, pero Dipper ya había comenzado a sentirse increíblemente incomodo. La primera parte del "entrenamiento" propuesto por Pacifica el día anterior había dado comienzo. Aunque no de la mejor forma. Con la joven rubia con sus ojos pícaros y radiantes muy bien puestos sobre la distraída y vidriosa mirada del joven Pines.
*¿Por qué estoy haciendo esto? ¡Dios! ¿En qué lío me he metido?* —Pensó, desviando su mirada por unos segundos.
—¡No te distraigas, Dipper! —Advirtió la rubia—. ¿Quieres que esta farsa sea creíble o no? —Preguntó de forma tajante.
—Bueno... Yo... —Titubeó, desviando la dirección de sus pupilas por segunda vez—. Sí pero...
—¡Entonces cierra la boca y concéntrate! —Exclamó, utilizando su mano para tomar el control de la cabeza de Dipper y volver a fijarla hacia el frente. Acto seguido, Pacifica le sonrió dulcemente.
Ambos chicos se hallaban en el centro de la sala principal, recostados cómodamente bocabajo sobre el piso, utilizando una de las alfombras más finas de toda la mansión para protegerse del frio suelo, mirándose a los ojos sin pestañear y utilizando sus manos como una reposadera de su cabeza. El momento era realmente incomodo, o al menos para Dipper. Su cara había adoptado una tonalidad tan roja, que fácilmente se podría llegar a confundir con la piel de un camarón. Por el lado contrario, Pacifica se comportaba con total normalidad, sin dejar de introducirse ni por un instante; en los ojos color café oscuros del muchacho. Dando una primera impresión de ser una chica completamente enamorada.
—¿Cuánto tiempo llevamos? —Dipper no se resistió a realizar la pregunta.
—Quince minutos. —Respondió, mirando el reloj de pared de mala gana—. ¿No me digas que ya te cansaste?
—No me malinterpretes, Pacifica... Pero no estoy acostumbrado a sostenerle la mirada a alguien por tanto tiempo. Ni siquiera a Mabel.
—De acuerdo... —Suspiró y se puso de pie—. Me doy cuenta de que no tienes remedio. —Soltó un bufido—. ¡Bien! Pasemos al siguiente punto. —Extrajo su smartphone del interior del bolsillo derecho de su blusa roja para darle una rápida ojeada a la lista que tenía almacenada en una aplicación—. Ya habrá otra oportunidad para concluir con esto. Continuemos con la lista. Aún hay muchas cosas que debemos hacer antes de que seas todo un experto en el amor.
—Escucha, Pacifica... —Dipper se rascó la parte trasera de la cabeza en señal de vergüenza—. ¿Cómo decirlo...? Tal vez deberíamos de detenernos aquí... Mira... Me siento sumamente extraño con esta situación y estoy casi seguro que tú también debes sentirte de la misma manera. Hasta hace unos pocos días te consideraba como a una persona odiosa que debía evitar a toda costa, pero después de esa fiesta pude ver como eras en realidad. Te aprecio ahora y por mi lado podría considerarte ahora como parte de mi círculo de amigos... Pero, creo que no debiste de haberte tomado tantas molestias en hacer todo esto... Admito que jamás he tenido una novia en mi vida... De hecho ni siquiera he dado mi primer beso por más que Mabel diga todo lo contrario cuando le di respiración de boca a boca a un tritón que se ahogaba... El punto es que considero innecesario hacer todo este circo... Lo único que tengo que hacer es fingir que soy tu novio y no creo que algo de lo que hayas preparado vaya a serme de ayuda. ¿Qué opinas al respecto? —Preguntó con timidez, excusándose y riendo más de la cuenta.
Pacifica bajó la mirada para tratar de ocultarla. Acto seguido, su rostro se ensombreció.
—¿Pacifica...? —Dipper la llamó, preocupado.
—Está bien, Dipper... —Dijo en un susurró—. No voy a retenerte si no quieres... Entonces, nos veremos en el festival.
—¿Estás segura? —Preguntó no muy convencido.
—¡Sí...! No hay problema... Eres libre... —Levantó la barbilla, mostrando una sonrisa un tanto forzada, misma que cambió por su típico gesto lleno de amargura—. Pero más te vale no avergonzarme frente a todo el pueblo o de lo contrario haré que el resto de tus vacaciones de verano se conviertan en un infierno. ¿Oíste, Dipper Pines? —Alzó su puño frente al rostro del chico.
—D... De acuerdo... —Levantó su mano para hacer un gesto de despedida con un poco de temor—. Nos veremos en el festival.
—Nos vemos. —Pacifica le correspondió el ademan.
Dipper dio media vuelta, tomó su mochila y se dirigió hacia la entrada principal de la mansión. Sin embargo, Pacifica no lo siguió. En vez de eso, permaneció en su sitio, sin decir nada más. Mostrándole esa alegre máscara, la cual le ayudaba a darle a entender a Dipper que todo se encontraba en perfecto orden. Al llegar a la puerta, Dipper miró hacia atrás para observar detenidamente el gigantesco y lujoso recinto por última vez y así confirmar que Pacifica no pretendía guiarlo hacia los portones principales.
—¿Habré hecho lo correcto...? —Se preguntó, atravesando las puertas cuando ambas se abrieron en automático—. Como sea... Lo que me preocupa ahora es la forma en la que voy a explicárselo a Mabel. Me aterra pensar en lo que me dirá cuando nos vea a Pacifica y a mí como una pareja en el festival. —Soltó un suspiro—. Creo que no tengo otra opción... Voy a tener que hablar seriamente con ella en cuanto llegue a la cabaña. Me intriga mucho saber cómo reaccionará. Hasta a mi me cuesta trabajo pensar que seré el novio alquilado de la que alguna vez fue su más acérrima enemiga.
Dipper continuó su camino, enfilándose hacia el sendero rodeado de arboles de pino que lo conduciría de nuevo hacia el pueblo. Entre tanto, Pacifica lo miraba en silencio, desde el interior de la mansión por medio de una de las ventanillas decorativas junto a la puerta. Sosteniendo con la mano izquierda la palanca que abría los portones. Sintiendo a su vez un gran vacío a la altura de su pecho.
En ese momento, Dipper notó como algo se aproximaba hacia la mansión, algo que utilizó la misma ruta que él debía seguir para abandonar el lugar. Cuando aquella cosa se acercó lo suficiente, el joven Pines descubrió que se trataba de una pequeña camioneta repartidora que se estacionó frente a la entrada. Del interior, salió un hombre desconocido, de lentes oscuros, con bigote y una corpulenta barriga; sosteniendo entre sus manos una fina caja de medianas proporciones y que en cuanto observó al muchacho se acercó hacia él.
—¡Buenos días! Traigo un paquete para la señorita Pacifica Northwest. —Dijo el hombre—. ¿Es usted la señorita Northwest?
—¿Oiga, acaso le parezco una niña? —Dipper preguntó extremadamente ofendido—. Ella vive aquí. Enseguida iré por ella.
—¡Espere! ¡Espere! —Pacifica gritó, aproximándose a toda velocidad hacia su ubicación—. El paquete es mío.
Pacifica recibió la caja en sus manos, no sin antes firmar de recibido con la ayuda de una tableta electrónica que el hombre le proporcionó. Acto seguido, el repartidor se volvió a subir a su camioneta y se marchó tan pronto como llegó, dejando a la pareja de chicos solos frente a los elegantes portones.
—No era necesario que vinieras hasta aquí, Pacifica. —Dijo Dipper—. Yo hubiera llevado tu paquete hasta la puerta de tu casa.
—Daba igual... —Observó la caja con indiferencia—. De todos modos hubieras hecho un esfuerzo inútil... Este paquete es para ti. —La chica rubia declaró, estampando la caja contra el pecho de Dipper de una manera muy poco amigable, para enseguida dirigirse nuevamente hacia el interior de la mansión.
—¡Espera un segundo...! ¿Para mí? —Preguntó extrañado—. ¿Qué quieres decir?
—Ábrelo y lo descubrirás. —Dijo, ocultando su rostro.
Dipper se mostraba asombrado y completamente escéptico ante las palabras de Pacifica. Llegando inclusive a creer que todo se trataba de una broma adelantada al día de los inocentes y que algo con características explosivas saldría de la caja para jugarle una broma. Sin embargo, cuál sería su sorpresa, cuando al momento de abrirlo; Dipper se encontraría con algo completamente diferente a lo que su mente paranoica había comenzado a dilucidar.
—¿Un pastel? —Preguntó atónito.
En efecto, el contenido de aquél paquete consistía en un atractivo pastel, cubierto con crema batida, deliciosas frutas frescas a su alrededor y en cuyo decorado se podía apreciar con total claridad la frase "Gracias por todo" escritas en mayúsculas con crema de distintos colores, haciendo juego con un par de simpáticos dibujos hechos a caricatura de Pacifica y Dipper, sonriendo bajo un día soleado también ilustrado con crema pastelera.
—Como muestra de mi gratitud por haberme ayudado a confrontar a mis padres... Quise hacer algo para ti y para Mabel. —Continuó con la mirada oculta mientras sostenía tímidamente su propio brazo derecho con su extremidad contraria—. Intenté hacerles un pastel con mis propias manos, pero el resultado fue un desastre. De hecho, estuve a punto de prenderle fuego a la cocina en un par de ocasiones. Debido a mi incompetencia, lo mejor que podía hacer era comprarlo y elegir yo misma un decorado que me ayudara a expresar lo que quería decir. Me siento como una tonta... Nunca en mi vida imaginé que el gesto de alguien pudiera significar tanto para mí...
—¡Cielos, Pacifica! —Exclamó el chico con una sonrisa torpe—. No era necesario...
—Si lo era, Dipper... —Lo interrumpió—. Tú fuiste la primera persona que me ha hecho darme cuenta de muchas cosas. Como qué todo este tiempo he estado actuando conforme a los deseos de mis padres solo por hacer ver a nuestra familia como algo que no es. Por más que trataba de negarlo... Sabía que nada de lo que mi familia hacía estaba bien. Mis padres siempre me enseñaron a pisotear al resto de las personas que no tenían los mismos recursos económicos que nosotros. ¿Sabes algo, Dipper? Durante toda mi vida solo había tenido la desgracia de conocer a personas tan superficiales que ocultan su verdadera forma de ser tras una máscara llena de cinismo. Personas a las cuales puedes hablarles y contar con ellas, siempre y cuando te encuentres en un mismo nivel socioeconómico que ellos... Pero entonces, Mabel y tú aparecieron en el pueblo. Ahora me doy cuenta de que les hice un mal terrible... Sobre todo a Mabel. Le di la espalda, cuando todo lo que ella quería era ser mi amiga. Por si eso fuera poco, tú me mostraste que aún no era demasiado tarde para corregir el rumbo que había tomado... Ahora sé que no debo ser como mis padres... Me siento ridícula al contarte todo esto... Pero esto es lo que siento...
Dipper permaneció en silencio y se detuvo a mirar el regalo desde todos los ángulos posibles. Entonces, descolgó su mochila para dejarla sobre el suelo cubierto de tierra y así volver a meter el regalo a la caja con sumo cuidado. Pacifica se encontraba con la mirada agachada, pero de un momento a otro, sin que ella pudiera decir algo al respecto; recibió un caluroso abrazo por parte del joven Pines, el cual se sentía tan complacido como si hubiera recibido por adelantado sus regalos de navidad.
—Gracias... —Murmuró Dipper con una sonrisa, mientras continuaba abrazándola.
Pacifica no supo qué hacer, ya que una sensación tan placentera y aterradora originada desde su estómago; se esparció hasta llegar a cada una de las células de su cuerpo, dejándola totalmente inmovilizada. No obstante, una vez que pudo sobrellevar la situación, sus palabras poco a poco se fueron inmiscuyendo hasta lograr formar un conjunto de oraciones que salieron de su boca con la fuerza del maullido de un gatito recién nacido.
—Pero... Yo creí que...
—Escucha, Pacifica... No tenía idea de que te sentías de esta forma... —Se separó de la joven rubia—. Cuando te conocí creí que eras una clase de ogro engreída, que solo estaba en busca de atención. Pero ahora que se cómo eres en realidad. Y puedo decir que me alegra saber que la primera impresión que tuve de ti fue equivocada.
—Gracias Dipper... —Se limitó a decir.
En ese momento, Dipper se giró para levantar su mochila del suelo con cuidado de no tirar el pastel. Pacifica creyó que Dipper se pondría en marcha para regresar a la cabaña. Sin embargo, en vez de eso, el joven Pines se dirigió hacia el interior de la mansión Northwest, captando la atención de la muchacha ricachona.
—¿Qué estás haciendo? —Preguntó Pacifica, incauta y sorprendida.
—¿No lo ves? —Se detuvo y giró la cabeza para observarla con dulzura e inocencia—. Hay una lista que aún debemos terminar... Hay que darnos prisa o el día se nos vendrá encima. No te quedes atrás, Pacifica. Debemos terminar con mi entrenamiento.
—Dipper... —Dijo en un suspiro.
Dipper rió y comenzó correr hacia dentro cuando las mejillas de Pacifica ardieron. Entonces, Pacifica imitó sus movimientos para tratar de alcanzarlo y reanudar las actividades que tenían programadas para ese mismo día.
—¡Detente ahí mismo cabezón, o me las pagarás! —Gritó al comenzar a perseguirlo.
Ambos niños regresaron a la mansión en medio de una frenética carrera, sin olvidar en ningún momento que ahora ambos eran muy buenos amigos que se divertían, reían y se jugaban bromas el uno al otro. Sin embargo, ninguno de los dos tenía contemplado que alguien oculto en las sombras tenía muy bien puesto el ojo sobre ellos. Alguien cuyas intenciones y motivos se basaban únicamente en el caos, la venganza y el sufrimiento ajeno.
—¡Vaya! ¡Vaya! ¡Vaya! Esto se está poniendo realmente interesante. No imaginaba que esos dos podrían llegar a llevarse tan bien en tan poco tiempo... Debo comenzar a moverme y reunir a las ocho piezas faltantes lo más pronto posible. Aunque debo ser cuidadoso... Sí todas unen sus fuerzas y me desafían; podría verme en serias dificultades. Creo que comenzaré haciéndole una visita a mi antigua marioneta. Seguido de otra visita a mi viejo amigo, Preston. Creo que ha llegado la hora de hacerle pagar por el trato que hicimos hace mucho tiempo. El reloj está en marcha. El tablero por fin está puesto. Muy pronto, todos los seres vivos en este universo conocerán el verdadero significado de la palabra "terror" cada vez que escuchen el nombre de su amo y señor: Bill Cipher. —Dijo el ente triangular en medio de una risa lunática, desapareciendo por medio de un agujero entre dimensiones.
Continuará...
Bueno, eso fue todo por ahora. Espero que les haya gustado.
Por cierto, este fic está a punto de dar un giro radical y se tornará mucho más oscuro ahora que ya sabemos que Bill planea algo terrible ¡OMG! Y les aseguro que será tan terrible, que pondrá a todos los habitantes no solo del pueblo, sino de todo el universo y todas las dimensiones existentes en jaque. Sí les gustó o no ya saben, me pueden dejar un review un follow o un favorito, siempre leo y respondo todos los reviews. Bueno... Eso procuro...
Nos leeremos hasta el próximo capítulo. Pasen una buena semana. ¡Chao!
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