•Capitulo dos•

El bosque se quedó en completo silencio mientras que ellos se mantenían alerta.
Aslan miraba todo el lugar con precaución, mientras que Anya contenía el aliento como si aquello fuera a invocar algo. En ese mismo momento, el conejo levantó sus orejas, moviendo su cabeza.

––No hay nadie ––dio aviso, haciendo que Anya y Aslan bajaran su mirada hacia él.

Teniendo la oportunidad, Anya alejó la mano de Aslan de forma brusca, mientras que él la miró con una sonrisa burlona.

––Asi que... Campesina ––habló Aslan después de unos segundos en silencio––. ¿Qué hace tan "hermosa" dama en el bosque? ––preguntó, haciendo notar su sarcasmo en la palabra hermosa.

Anya respiró hondo, alejándose de él. Aslan sonrió aún más, acercándose a su caballo recostandose sobre este. El conejo siguió a Anya mientras ella se alejaba cada vez más.

––¿A dónde crees que vas? ––interrogó Aslan, cruzando sus brazos.

––Adonde sea, pero lejos de tí ––contestó Anya, escuchando una risa irónica por parte de Aslan.

––No llegarás a ningún lado sola, Campesina ––comentó, mirando sus uñas casualmente––. No con los ogros y lobos que rondan por la zona.

Ella detuvo sus pasos, mirando el bosque con inseguridad. No iba a dejarse intimidar fácilmente, volteó hacia él, y Aslan le dedicó una sonrisa inocente.

––¿Cómo que ogros y lobos?

––Estamos en tierras mágicas, Campesina ––respondió Aslan, acercándose lentamente hacia ella––. Dudo mucho que puedas sobrevivir un día sola.

––Seguro que tú si, ¿no? ––reprochó Anya, cruzándose de brazos.

––Claro ––aseguró él, acercando su rostro al de ella––. Yo podría protegerte.

Ella y él se miraron a los ojos. Notó la oscuridad que los ojos de Aslan transmitían a pesar de que el sol los iluminaba. ¿En qué momento quiso que un rubio tuviera ojos negros? Aslan era la excepción, porque jamás vio uno así, y debía admitir que era atractivo.

Anya dirigió su mirada hacia el caballo de Aslan, viendo al conejo junto a este. Ella se alejó del rubio mientras que él la seguía con la mirada. Ella levantó al conejito en sus brazos, para luego tocar la cabeza del caballo. Aslan levantó una ceja, y ella sonrió con picardía.

––Gracias por prestarme el caballo.

De un salto, Anya se montó al animal alejándose del bosque por el sendero. Aslan se quedó un momento atónito, hasta que reaccionó.

––¡Hey, ese es mi caballo!

Anya se rió, mirando hacia atrás viendo a Aslan correr detrás de ellos. Ella sujetó al conejito sobre el lomo del caballo mientras lograban salir del bosque hacia el descampado. Detuvo al caballo mientras observaba todo el pastizal que los rodeaba, el sol iluminaba el lugar con su esplendor mientras que la brisa fresca movía su cabello con lentitud.
Poco minutos después, Aslan apareció con el rostro sudado y la respiración agitada. Él se acercó al caballo, apoyándose en este para descansar. El conejito saltó sobre la cabeza de él y luego dio otro salto hacia el suelo.

Ella sonrió divertida, viendo a Aslan recuperar el aliento.

––¿Es enserio? ¿Tanto músculo y te cansas de tan solo correr? ––dijo ella, burlándose de él.

Aslan, con el rostro rojo de tanto correr y la rabia, se enderezó apuntándole con el dedo.

––Ese es mi caballo ––reclamó––, ahora bajate.

––Obligame.

Él levantó la mano, agarrando la oreja de ella jalándola con algo de fuerza. Anya sujetó la mano de él, sintiendo el ardor en su oreja.

––¡Ay, ay! ¡Ya me bajo! ––chilló, descendiendo del cabello, tocando su oreja la cual comenzaba a tornarse roja.

Aslan soltó la oreja de ella, sonriendo satisfecho por su pequeño victoria.
Ella lo miró molesta acariciando su oreja mientras observaba el lugar otra vez. Él la miró de pies a cabeza, frunciendo el ceño ante la vestimenta de ella: una remera blanca de mangas cortas, algo ajustada, y un short negro de jean.

––¿De dónde eres? ––preguntó con seriedad.

Ella lo miró y luego se miró a ella misma, volvió su mirada hacia él y contestó.

––De un lugar muy diferente ––contestó, con su mirada otra vez en el campo––. ¿Por qué se llama la "Tierra Sin Nombre"?

Aslan miró el lugar, metiendo las manos en los bolsillos de la túnica.

––No tengo idea ––levantó los hombros, volviendo hacia ella––. ¿Qué hace una forastera como tú aquí?

––Buena pregunta, yo... ––se detuvo, mientras fruncía ligeramente el ceño–– buena pregunta...

Cruzó sus brazos, apoyando su rostro en la palma de su mano, pensando.

––A ver ––murmuró para ella misma––. Yo estaba escribiendo en mi departamento, luego descargué una aplicación y entonces... ––miró a Aslan un momento, parpadeando incrédula––, tal vez... ––bajó la mirada al conejo, y jadeó sorprendida–– ¡No puede ser!

Aslan abrió los ojos, dando un paso hacia atrás.

––¡Esto no está pasando!

––¿Te sientes... bien? ––preguntó Aslan, mirándola con extrañeza y rares.

––Estoy... no inventes ––dijo atónita mientras trataba de procesar lo que ocurría a su alrededor––. Estoy en mi novela...

––¿En tu qué...?

Ella lo miró, agarrando su cabeza.

––Esto es imposible ––musitó, frustrada y desconcertada––. ¡Maldita sea!

Aslan rodó los ojos, agarrándola por los hombros.

––Escúchame ––le dio una sacudida, dejándola sorprendida––, si vas a estar aquí y dices que vienes de... quién sabe dónde, al menos tienes que verte diferente, no como una forastera.

––¿Y qué quieres que haga? ––reprochó Anya, soltándose del agarre––. Por si no te has dado cuenta, no soy de aquí y no conozco nada.

––Pero yo si ––Aslan subió al caballo, extendiendo su mano hacia ella––. Vamos, hay que hacerte ver mejor que eso.

Ella suspiró, levantando al conejo en sus brazos mientras se subía al caballo. Aslan sonrió, sintiendo como ella se aferraba a su cintura, comenzando a galopar.

.'°۞°'.
'|... ✍🏼👑 ...|'

––Entonces ––habló Aslan rompiendo el silencio entre ellos, mientras seguían montados en el caballo en dirección al pueblo––. ¿Cómo es eso de que vienes de otro mundo?

Anya pensó un momento en sus palabras, mientras acariciaba al pequeño conejo sobre sus piernas.

––Es difícil de explicar ––dijo finalmente, levantando la mirada––. No lo entenderías.

––Si no me explicas es obvio que no entenderé ––cuestionó, escuchando a Anya resoplar.

––Olvídalo, es mejor que no lo sepas.

Aslan negó, deteniendo el cabello. ––Llegamos, Campesina.

Anya bajó del caballo, sosteniendo al conejo en sus brazos.

––¿Por qué no dejas a ese conejo? Es sucio y estorba ––comentó Aslan, desmontando.

––Él no estorba, y se llama Peter ––reprochó Anya, abrazando al conejo––. ¿Verdad, Peter?

––Si ––contestó Peter, mirando a Aslan––. ¿Por qué no nos deshacemos de él? Él si estorba.

––Rata mugrosa.

––Humano tonto.

––¡Suficiente! ––intervino Anya––. ¿Qué hacemos aquí?

––Buscarte ropa, duh ––dijo Aslan con tono obvio.

––¿Qué tiene de malo la mía?

––Te vez muy... ––la sobró con la mirada y una sonrisa desdeñosa––, muy tú.

Anya llevó una mano a su pecho, abriendo la boca totalmente ofendida.

––Eres un...

––Cavernícola ––dijo Peter, haciendo que Aslan lo mirara molesto.

Sin intenciones de provocar una discusión, Anya siguió a Aslan hasta el pueblo al que habían llegado. El lugar era sencillo y humilde, las casas estaban una al lado de la otra con diferentes estilos. Puestos hechos de madera con techos de tela y diferentes productos siendo vendido: comidas, ropas, perfumes, decoraciones para hogares e incluso pociones.
Anya observó sorprendida todo el pueblo viendo todas las cosas que lograban llamar su atención. Todo era tan diferente a la ciudad, un lugar que era ruidoso y grande no podia compararse con algo tan sencillo, tranquilo y hermoso.

La diferencia entre mundos era palpable en todo los sentidos.

––¡Oye, Campesina! ––Aslan la sacó de su recorrido, cerca de una tienda––. Ven, busca algo que quieras.

Anya se detuvo frente a una tienda, dejando a Peter en el suelo. Si bien los colores de la tienda no eran coloridos, los vestidos y ropas colgadas se veían elegantes. Una mujer bajita de cabellera canosa salió al instante a atenderlo mientras sonreía amable.

––¡Oh, querida! Ven, ven, tengo un vestido perfecto para tí ––dijo la mujer, tomando la mano de Anya llevándosela sin dejarle articular una sola palabra.

Aslan negó, apoyándose en la pared de la tienda con un pie sobre el cemento y sus brazos cruzados.
Él y Peter intercambiaron miradas serias, como si estuvieran pensando en como aniquilarse uno al otro. La mujer salió de la tienda dirigiéndose a Aslan mientras le indicaba con la cabeza que la siguiera.

––Tu novias es preciosa.

Él sonrió, siguiendo a la mujer. ––Seguro.

Al entrar, vio a Anya mirándose en un espejo. Tenía un vestido largo y elegante, confeccionado en un profundo tono verde esmeralda que resalta por sus intrincados bordados florales en un tono más oscuro. La falda era amplia y fluida. Y el encaje floral continuaba disperso sobre la falda.

Él la miró de arriba a abajo, realmente impresionado y fascinado por como ella se veía, el verde esmeralda hacia resaltar el color azul en los ojos de ella al igual que su cabello blanco.

––¿Qué opinas? ––preguntó la mujer, emocionada.

––Me gusta ––asintió Anya, aunque poco convencida––. Pero me gustaría probarme otra cosa. Vi un atuendo que me gustó más.

––Adelante, adelante ––Anya volvió al vestidor, y la mujer miró a Aslan––. Tu novia es muy bonita.

Que la mujer considerara a Anya su novia se le hacía muy gracioso, y no podía ocultar una sonrisa burlona hacia eso.

––Si, es bonita ––contestó él, mirando hacia afuera la tienda.

El grito que pegó la mujer lo asustó por un momento. La miró, y ella dio unos cuantos aplausos.

––¡Te ves preciosa!

Aslan giró, abriendo ligeramente sus ojos sorprendido por el atuendo que Anya llevaba ahora. La vestimenta consistía en: una blusa estilo campesina de mangas largas y acampanadas, que caían sobre los hombros en un escote que resalta el cuello y el pecho de forma delicada. La blusa era blanca, decorada con bordados de flores en tonos rojizos en las mangas. La cintura estaba definida por un corsé ajustado de cuero oscuro, adornado con hebillas doradas y patrones florales. Completaba el conjunto con un pantalón oscuro y ceñido, con múltiples correas y bolsillos en el cinturón.

––Este sí me gusta ––aseguró Anya, satisfecha con su nuevo look.

––Lo llevaremos ––dijo Aslan, pegándole a la mujer––. Espérame afuera, Anya, voy en un momento.

––Serian dos lunas doradas ––dijo la mujer, mientras que Aslan sacaba dos monedas de oro.

Ella asintió, saliendo de la tienda observando nuevamente el pueblo. Podía escuchar como algunos de los vendedores gritaban los precios de algunas verduras, nombres de pociones, cosas artesanales y recuerdos viejos.
Escuchó los pasos de Aslan y se giró para verlo, él guardó un par de monedas en su bolsillo, sosteniendo lo que parecía ser un paquete envuelto en un papel de color amarillento atado con una fina cuerda que formaba un moño.

––¿Y eso? ––preguntó Anya curiosas.

––Una cosa ––contestó él, acercándose a su caballo––. Es momento de irnos.

––¿Ir a dónde? ––inquirió ella, levantando a Peter mientras se montaba al caballo.

––A mi castillo.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top