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La pequeña gata caminaba por el bosque, tranquilo pero oscuro. De pronto, un crujido rompió el silencio que hasta ahora había durado. Ella se asustó, y erizó hasta el último pelo de su denso pelaje. Retrocedió un poco y de un salto, subió a la rama de un árbol.

- ¿¡Quién anda ahí!?- preguntó asustada.

De pronto, un gato de pelaje marrón de manchas negras, y ojos verdes apareció entre los arbustos marchitos. Se subió al árbol escalando y se puso al lado de Canción Nocturna.

-¿Quién eres?- preguntó asustada.

- Llámame Abedul. ¿de dónde has salido?

- He tenido... ¿Y tú?

El macho se mostró algo indeciso, pero al fin logró contestar.

-Tengo mi guarida por aquí cerca. Huelo en tu pelaje que eres una gata de clan, ¿me equivoco?

-No te equivocas.-Canción Nocturna se relajó y se sentó.- Pero tú no vives en un clan, ¿Eres solitario verdad?

-Sí- el macho también se relajó. Se sentó dejando ver una herida en la barriga con muy mala pinta.

-Oye- Canción Nocturna se percató de la herida.- ¿Quieres que te la cure? Se ha abierto.

Tenía razón. La herida se había abierto dejando un pequeño río de sangre que emanaba del pecho de Abedul.

-No es necesari..-el macho se retorció dejando sonar un alarido- ¡ah!..

-Iré a por un poco de musgo y telarañas.

La gata corrió tan rápido como pudo, dirigida hacia el río, donde siempre había mucho musgo. Cogió un pedazo, lo humedeció en agua y volvió al sitio donde estaba Abedul. Dejó el musgo al lado, y buscó telarañas. Lo único que encontró fue una piedra, que sujetaba una telaraña. Era poca, pero la cogió y fué otra vez al lado del gato. Lo encontró recostado, sin hacer nada. Luego, buscó algo en la pequeña pradera junto al río. De pronto, un olor conocido llegó a su nariz.
-¡Milenrama!- Gritó feliz.
Cogió un poco y volvió al lado del gato. Lo primero que hizo fue limpiarle la herida con el musgo humedecido. Abedul se retorció, pero ella prosiguió. Lo siguiente fue morder las florecillas de la Milenrama y untar un poco el resultado en la herida. Para finalizar, cogió la telataña e hizo que la herida dejase de sangrar.


~<○<▪「Unas horas despúes」▪>○>~

Abedul se despertó. Se sentía mejor. Canción Nocturna estaba a su lado, contemplando el cielo.

-Me pregunto cómo estarán sin mí...- su voz era melancólica. Echaba de menos a su Clan.

-¿Quién?

Sorprendió a Canción Nocturna, pues ella pensaba que estaba dormido.

Las estrellas se veían en un cielo color azul oscuro sin nubes. Todo estaba tranquilo, desierto.

- Me pregunto cómo sería una Noche sin estrellas.. Sería algo... Mágico.

El gato color marrón puso su cola sobre el hocico de la gata y fijó sus ojos color esmeralda en los de ella. Canción Nocturna se dió cuenta, y empezó a lamer su pecho y sonrojarse. Abedul se pegó a ella de manera que sus pelajes se frotaran y se puso a mirar el cielo estrellado.

-Yo creo que sería algo maravilloso.

Se tumbó mirando hacia arriba, y la gata hizo lo mismo.

-¿Preferirías dormir en mi cueva?

La gata se mostró algo aturdida, pero finalmente asintió.

El gato la llevó a una cueva bastante baja, con un lecho de musgo y ramas dentro. Una cortina de liquen hacía de puerta. Había suficiente espacio para los dos gatos.

-¿Quieres dormir en mi lecho?

-No, me haré uno. No quiero ser molestia.

-Te lo haré yo, que eres mi 'invitada'.

Salió al claro, y volvió con musgo y ramas colgando de la boca. Una vez que hizo el lecho, la gata se metió en el. Abedul hizo lo mismo, y empezó a lamer a Canción Nocturna en la cabeza.

-Sabes, te acabo de conocer y ya me gustas.

A la gata le sorprendió el comentario, pero cerró los ojos y se limitó a decir:

-Que descanses.

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