EXTRA: El cumpleaños del príncipe (II/V)


Por la noche, Amaya decidió regresar a la Fortaleza, quería ver si tal vez podía encontrar entre los gustos del vampiro alguna idea digna de convertirse en un regalo.

Cuando entró al salón, él estaba de pie frente al ventanal con vista a la ciudad. Su cabello negro caía, suelto, sobre su espalda, había vuelto a crecer, aunque no tanto como solía llevarlo. Al sentir su llegada, el príncipe se dio la vuelta.

—¡Esto es toda una extraordinaria sorpresa! —dijo con una gran sonrisa mientras caminaba hacia ella—. No creí que vendrías esta noche, mi bella flor.

Ryu envolvió los brazos en su cintura y la atrajo hacia él para darle un dulce beso en los labios.

—¿Ya has cenado? Le diré a Carmín que estás aquí. ¿Qué tal estuvo tu día?

Amaya dejó salir una risa ligera al sentir los labios de él recorrer su cuello.

Entre besos y abrazos le contó lo que había hecho durante el día. Cuando la cena estuvo servida y ambos comían, ella se atrevió a sacar el tema del cumpleaños.

—Así que pronto celebrarás tu cumpleaños.

Ryu giró sus ojos violetas a ella y la miró con una media sonrisa entre sorprendida y divertida.

—¡Así que lo sabes! Es mi cumpleaños número... Hum... No me acuerdo.

—Carmín me dijo que habrá una fiesta.

Ryu, un poco indiferente le contestó:

—Es una tradición de Lía celebrarlo el segundo sábado del mes de agosto. Pero este año será diferente.

Amaya entendió que se refería a que muchos de sus antiguos amigos ya no estarían, incluso su propia hermana tampoco. La cazadora continuó comiendo en silencio, meditando en todo lo que ese cumpleaños implicaba.

—Te noto pensativa, querida. ¿Sucede algo?

Ella respingó. No le diría que estaba preocupada porque no encontraba algún regalo digno para darle; mucho menos que una fiesta tan elegante, donde no sabría muy bien cómo comportarse, la aterraba y más por que al no estar Lía y ella ser la pareja del príncipe vampiro tendría que estar a su lado, relacionándose con todas esas personas encumbradas.

—Nada. Solo pensaba en esa fiesta de cumpleaños.

—Ah, ¿sí? Lía siempre organiza algo muy fastuoso, sabes cómo es ella, le encantan las fiestas.

—Sí, pero ella no estará.

La cazadora permaneció en silencio mientras Ryu bebía de su copa con los ojos fijos en ella, podía sentirlo a pesar que mantenía la vista en el plato. Luego de un momento volvió a preguntar:

—¿Y recibes muchos regalos?

—Unos cuantos.

—¿Cuál es el regalo más sorprendente que te han dado?

Ryu volvió a beber mientras le dedicaba una mirada divertida

—Una vez me regalaron diez jóvenes vírgenes.

—¡¿Qué?! —La porción de puré se resbaló de su tenedor.

—Tú preguntaste —contestó Ryu con total tranquilidad.

Amaya parpadeó varias veces. En ocasiones olvidaba que ese a quien amaba era un vampiro.

—¿No quieres saber que hice con esos vírgenes?

—No estoy segura de querer saberlo.

Ryu dejó escapar una suave risa antes de hablar.

—Los devolví a sus casas, querida. Aunque fue difícil con algunos, a veces los humanos tienen deseos extraños. —El vampiro permaneció un momento en silencio, reflexionando—. Ese ha sido el regalo más... ¿cómo diría? Extravagante. De resto, los demás han sido lo usual: relojes, perfumes, plumas costosas, autos, yates, cosas sin importancia.

Sin quererlo la cazadora volvió a suspirar, más abatida que nunca. No había ninguna opción, ningún regalo que ella pudiera darle.

—¿Por qué tanta curiosidad de pronto? ¿Acaso piensas regalarme algo, mi bella flor?

Subió de inmediato la cabeza y vio sus ojos que la veían con curiosidad y diversión. Se suponía que él no debía darse cuenta, se sentía algo avergonzada de que la descubriera.

—Jamás podría darte algo como alguno de los regalos que has recibido.

Los ojos violetas de Ryu cambiaron la expresión divertida por otra de ternura, extendió su mano y apretó suavemente la suya.

—Amaya, no es necesario que me regales nada. La celebración de mi cumpleaños es una tradición que le gusta a Lía, no tienes que sentirte presionada.

Pero eso era ya imposible.

No volvieron a hablar de regalos o cumpleaños el resto de la noche, la cual dedicaron a cosas más satisfactorias. Pero al amanecer, Amaya permanecía despierta. Sus ojos azules miraban el blanco del techo. A su lado, la respiración pausada de Ryu le indicaba que se había dormido.

Ella aún se devanaba los sesos tratando de encontrar un regalo digno de darle, pero Ryu tenía todo, incluso jóvenes vírgenes deseosos de ofrecer su sangre y quien sabía qué más, a su novio. Cualquier objeto material sería poco comparado con lo que recibió antes, en sus seiscientos años de vida. La cabeza le palpitaba de tanto pensar, sus ojos enrojecidos clamaban por un descanso, pero sabía que no podría hacerlo mientras continuara sin hallar el obsequio perfecto. Entonces recordó que Karan había dicho que podía hacer algo especial para él y una idea cruzó su mente. Sus labios se curvaron en una pequeña sonrisa. Lo había encontrado, le daría algo especial, algo que solo él iba a disfrutar, con ella.

Con eso en mente, Amaya se acurrucó al lado del vampiro y cerró los ojos dispuesta a darle forma a su idea en sueños.

Continúa ...

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