Tulipanes

https://youtu.be/LB8-bIhl_d8

Querido viejo amor.

Podría darte mil razones por las que nuestra relación se terminó, pero en ninguna de esas razones está que el amor se acabó, porque no fue así. Yo jamás dejé de amarte, pero creo que a veces el amor no es suficiente o simplemente lo nuestro estaba destinado acabar. Tú te enamoraste de alguien más. Pero de todas formas eso ya no importa. ¿Eres feliz? Espero que lo seas. Yo aún estoy procurando olvidarte, alejarme de todo lo que me recuerda a ti, pero es difícil, te tengo tatuado en mi piel. ¿Cómo te arranco de mi piel? ¿De mi corazón? Créeme que daría cualquier cosa por no sentirme así, por no llorar sola en mi habitación, por dejar de tener miedo a pronunciar tu nombre. Y ahora mientras te escribo esta carta que nunca te voy a entregar, deseo que estés aquí conmigo y lo único que quiero es regresar a la noche en que nos conocimos.

Arrugo con fuerza el papel entre mis manos y cierro los ojos. No lloro, prometí ya no llorar por él. Suspiro mientras abro los ojos y vuelvo a poner la carta que escribí meses después que Emmanuel me dejó y nunca le mandé. Quisiera decir que esa fue la última carta que escribí, pero no fue así, la última fue hace un año. Guardo la carta donde estaba, en el pequeño cajón de la mesita blanca que está en una de las esquinas de mi estudio de arte.

—Quiero viejo amor. —digo con amargura. —Que estúpida, estúpida era.

Y que estúpida me siento ahora por seguir pensando en él, por aún guardar esperanzas.

Me siento en el piso, en la mitad de mi estudio y miro el lienzo en blanco que tengo frente a mí. Recojo mi cabello en una coleta alta y tomo una brocha. Respiro hondo mientras empiezo a pintar algo que ha estado dando vueltas en mi cabeza desde que llegué.

—Colores, colores y muchas emociones. Pinta lo que quieras, siempre y cuando sea lo que realmente sientas. —mi mamá me decía eso todo el tiempo cuando yo estaba aprendiendo a dibujar y pintar.

No sé cuánto tiempo me quedé sentada en mi estudio, pero no es el suficiente. Quisiera pasar aquí todo el día, este lugar siempre fue mi refugio, mi lugar seguro.

Me paro y empiezo a limpiar las brochas y después cubro la pintura que aún no está terminada, pero antes de salir de mi estudio tomo algo de valor y marco el número de Guillermo, una parte de mí quiere que salte la contestadora, pero no, al segundo tono él contesta, como si llevará esperando mi llamada y a lo mejor así es.

—Hola, Hope. ¿Como estas? —Me dice en un tono amable.

Escuchar su voz dulce hace que solo recuerde las cosas buenas, pero los buenos recuerdos no pueden eclipsar el hecho que no lo amo y jamás lo voy amar.

—Lo siento, me gustaría que esta conversación la hubiéramos tenido de otra manera, tal vez cara a cara, pero también sé que, si eso hubiera pasado, puede que no tenga el valor de decirte lo que voy a decir a continuación. Guillermo, soy una cobarde por decirte esto por teléfono, pero no te amo. Tan crudo y cruel como suena, esa es la verdad. —él quiere decir algo, pero yo lo detengo antes que pueda hablar. —Déjame hablar, por favor. Y en serio lamento decirte esto, no es que eso lo haga menos difícil, pero no te amo, es la verdad y jamás te voy a amar. No puedes esperar a que yo te ame solo porque tú me amas, así no funcionan las cosas.

Si fuera así Emmanuel estaría conmigo. Pero el amor es así, a veces dura y otras en cambio simplemente acaba.

Tal vez en el caso de Guillermo fue un poco mi culpa, porque de alguna manera, yo pude haber alimentado su creencia de que yo lo amaba y que teníamos un futuro juntos.

—Lo siento mucho, eres una buena persona y no te mereces esto. Podemos vernos mañana si quieres y aún piensas seguir aquí, pero mis sentimientos no van a cambiar y no hay nada que puedas hacer o decir para que eso suceda.

Créeme yo intenté hacer que Emmanuel me volviera amar, pero no pasó. —pienso. — Como dije, no puedes esperar que una persona te ame solo porque tú la amas con todo tu ser.

Él no me dice nada y corta la llamada. Me quedo mirando la pantalla del teléfono con su foto deseando que las cosas entre nosotros hubieran terminado de una manera diferente.

Guardo el teléfono en mi bolsillo y salgo de mi estudio.

—Tienes visita. —me dice Peyton con una sonrisa burlona desde la puerta que conecta la casa con el jardín.

Me quito el moño y me peino el cabello un poco, no me gusta tener el cabello recogido.

—¿Quién? —quizás es mi amiga Lola que ha hecho un espacio es su ocupada agenda y me ha venido a visitar.

Peyton no me responde, entro en la casa y camino hasta la sala y casi me caigo de espaldas como condorito al ver a Santiago de pie en la sala con un ramo de tulipanes, mis flores favoritas.

Cuando él me ve camina hasta mí y me da las flores.

—¿Cómo supiste que son mis favoritas? —le pregunto mientras huelo los tulipanes.

—Lo dijiste antes de tu cumpleaños poco después que nos conocimos, tengo buena memoria.

Siempre me ha gustado que me regalen flores sin ningún motivo especial, solo por el simple hecho de tener un bonito detalle y no creo que eso sea algo que yo le haya mencionado a Santiago.

—Sí, me encantan, pero como regalo casual. —le digo mientras tomo un florero y acomodo los tulipanes en el—Si, por ejemplo, estoy enojada contigo, no me regales tulipanes, regáleme rosas azules.

Me arrepiento de decir eso, pero él parece no darse cuenta del leve sonrojo que aparece en mis mejillas. ¿Desde cuándo yo me sonrojo?

Peyton se sienta en uno de los sillones y saca su teléfono, pero yo sé que está atenta a lo que nosotros decimos.

—¿Por qué rosas azules? —Me pregunta.

—Algún día te diré.

No dudo que él este realmente interesado en saber porque me gusta que me regalen rosas azules, como para volver a preguntarme.

—¿Por qué estás aquí? —le pregunto.

Le hago una seña para que me siga y subimos a mi habitación. Aquí podremos conversar tranquilos.

—Tus padres me invitaron a comer, a Daniel también. Te llamé para avisarte, pero no contestaste.

Seguro ignoré las llamadas perdidas cuando llamé a Guillermo, es un mal hábito que tengo.

—Estaba pintando. —le digo.

Le envió un mensaje rápido a Guillermo disculpándome por decirle todo eso por llamada y que si quiere podemos vernos mañana en la mañana en la cafetería que queda junto a su hotel. Dejo el teléfono sobre la cama y veo a Santiago que está parado en la ventana mirando la calle.

—No puedo creer que hayas aceptado venir. —aunque lo intento no puedo ocultar la sorpresa en mi voz.

—No le iba a decir que no a mis suegros. —me dice Santiago con sarcasmo.

Sigue mirando por la ventana, seguro se está arrepintiendo de todo esto.

—Mi madre se enteró. —me dice él en su característico tono neutral. —Daniel le contó, pensó que ella lo sabía. Se ha puesto furiosa por no decirle y después ha gritado de felicidad.

Santiago niega con la cabeza.

—Seguro se sorprende porque una chica tan increíble como yo está contigo. Seguro y piensa: que suerte tiene mi hijo.

Las comisuras de sus labios se levantan ligeramente como en una media sonrisa que dura casi un segundo para después volver a su imagen seria de siempre.

—¿Estás molesto conmigo porque tu mamá se enteró? —le pregunto. —¿Esperas que te regale rosas azules?

Esta vez él sí sonríe y por alguna extraña razón yo también lo hago.

—No quiero rosas y tampoco estoy molesto. No pienso sobre eso, solo quería que supieras que ella ya lo sabe y está feliz por eso. Seguro y en este instante también lo saben mis hermanas.

Quiero saber en qué está pensando, pero sé que incluso aunque yo le pregunte, él no me dirá nada.

—Bien por nosotros, todos adoran nuestro falso romance. —le digo con una sonrisa.

—Menos Guillermo.

Pobre Guillermo.

—Por eso creí que era buena idea traer flores, eso es lo que un novio haría.

No puedo evitar desear tener una hoja y un lápiz en este momento al ver el perfil y la mirada de Santiago y la forma en que la luz natural ilumina su perfil. Quiero pintar sus ojos grises, quizás mañana lo haga, pero no se lo diré, eso sólo ayudaría a inflar su ego.

—Seguro es difícil para ti actuar de forma cariñosa. ¿Esto afecta a tu sistema robótico? ¿Cómo está tu corazón de piedra? —le pregunto.

No puedo evitar reírme muy fuerte. Me lanzó en la cama y sujeto mi estómago mientras Santiago me mira con el ceño fruncido.

—No deberías reírte tanto, esta mentira te afecta a ti, no a mí. ¿Te has puesto a pensar que pasaría si se enteran que todo es falso? Deberías empezar actuar como una novia enamorada o tu querido Emmanuel podría darse cuenta que le metiste.

Dejo de reír al instante y me siento en la cama. Ahora es Santiago quien se ríe.

—Eso, piensa un poco en las consecuencias y trata de ser una mejor novia falsa.

Se para delante de mí con las manos en los bolsillos.

—Tengo más experiencia en relaciones que tú.

—Te recuerdo, Hope, que hacemos esto porque tu ex se va a casar con alguien más.

Debo admitir que él tiene un muy buen punto ahí.

Me molesta que él siempre tiene que ganar todas las discusiones.

—Ese fue un golpe bajo, Santiago.

-No, es la realidad. Ahora levántate de la cama y trata de fingir ser una buena novia.

Me pongo de pie y lo miro fijamente a los ojos.

—¿Crees que puedes ser mejor que yo?

Él me sonríe con arrogancia.

—Lo soy, Hope.

Idiota.

—Apostemos, quien al final de la noche los demás digan que es el mejor en la relación, gana.

Levanto mi mano y él no duda en estrecharla.

—Bien Evans, ¿Qué apostamos?

—Quien gane tendrá que pasar todo un día haciendo lo que al otro le gusta.

Estoy segura que voy a ganar, Santiago no tiene oportunidad contra mí en esto. Él solo tiene relaciones basadas en sexo, nunca ha tenido una novia, no sabe cómo funcionan las relaciones. Tengo esta apuesta en el bolsillo.

—Bien, Hope, espero que estés en buena forma física porque si gano vamos a tener un día muy agitado.

Sucio, lo acaba de decir con doble sentido, es obvio que está hablando de sexo. Pero no me importa, le sonrió porque esto es algo en lo que no me puede ganar.

—No te preocupes, hago yoga, así que estaré bien.

Él sonríe cuando ve que le sigo el juego. Lo he visto sonreír más estos días que en todo el tiempo que lo conozco. Aunque claro, igual antes de irme a España no trataba mucho con él, Santiago siempre ha sido una persona reservada. Incluso con su familia mantiene ciertas distancias.

—Yoga, eso suena interesante, Hope. —él se acerca un poco a mí y yo estoy a punto de retroceder, pero eso sería demostrar debilidad y jamás haría eso frente a Santiago. —Tal vez podrías enseñarme algunas de las posiciones, escuchado que el yoga es muy relajante.

Por alguna extraña razón su voz y la manera en que me habla me parece algo sexy, tanto así que sonrió y una parte de mí quiere seguir escuchándolo. Él mira mis labios y estoy segura que me va a besar, se acerca un poco a mí y estoy a punto de cerrar los ojos cuando lo veo sonreír y caminar hasta la puerta.

—Vamos, cariño, te voy a demostrar que tan buen novio puedo ser. — Santiago extiende su mano hacia mí. — Estoy ansiando ganar y poder disfrutar mi victoria.

Me acerco a él y tomo su mano, no digo nada porque aún no puedo procesar lo que estuvo a punto de pasar. Estuve a punto de besar a Santiago Miller.

¡ESTUVE A PUNTO DE BESAR A SANTIAGO MILLER!

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