Tengo que dejarte ir

https://youtu.be/5vheNbQlsyU

Amaras a quien no te ama por no haber amado a quien te amo. Nunca me agrado esa frase, no le encontré sentido antes, ni mucho menos ahora. Uno no elige a quien querer, a quien amar. Es algo que sucede, que se da por diferentes motivos y a veces en circunstancias extrañas. ¿Por qué estoy obligada amar a quien me ama? No funciona así, el amor no es algo que se puede exigir. No puedes llegar a la vida de alguien y exigirle que te ame de vuelta solo porque tú lo amas, esa persona no te dijo que te enamores de ella, no puedes exigir amor, no puedes obligar a alguien a que te ame y no te deberías sentir culpable por no amar a quién te ama.

En mi caso he cometido muchos errores, he lastimado a muchas personas y me escudé por mucho tiempo detrás de un corazón roto. Culpé a Emmanuel y a lo que él me hizo por mis malas decisiones y por aquellas personas que lastimé. Y lo peor es que lo sigo haciendo, sigo lastimado personas y no asumo que no es culpa de Emmanuel, es mi culpa, mía y solo mía. No me permití sanar como debería, no aprendí a estar sola y a estar bien con eso, no, decidí saltar a una relación cuando aún no estaba lista, a pesar que sabía que Guillermo me amaba y yo no lo amaba igual, yo seguí adelante con aquella relación. Esa decisión fue mi culpa, el daño que le causé a Guillermo es mi culpa y es algo que tengo que aceptar. Después de terminar con Guillermo tampoco me di tiempo para sanar, tiempo para meditar y aprender a estar sola. Volví a saltar a una relación y esta vez todo fue aún más rápido que mi anterior relación y de nuevo todo fue mi culpa.

Con mis malas decisiones y mis indecisiones, lastimé a Santiago. El daño que le causé y le sigo causando a Santiago es mi culpa. Nada tiene que ver lo que sucedió entre Emmanuel y yo, debo dejar eso atrás y hacerme responsable de mis malas decisiones. Aprender a lidiar con todo el caos que he causado. Tengo que aprender a estar sola, tengo que tener tiempo para mí. Alexa tiene razón, yo no estaba lista para una relación, primero debo aprender a estar sola, lidiar con lo que pasó porque realmente nunca lo hice. Cuando Emmanuel rompió mi corazón no lidie con eso, decidí huir y he estado huyendo desde ese momento, tengo que dejar de huir, ya estoy cansada. Tengo que detenerme y hacer frente a lo que paso y dejarlo en el pasado.

—Tengo que dejarte ir. —le digo a las cartas y dibujos mientras las pongo en una bolsa de basura. —Dejar ir todo lo que quedó de aquella relación.

No debo aferrarme más aquella relación fallida. Debo aprender de ella y seguir adelante.

Pensé que sería difícil poner las cosas que guardaba en una bolsa de basura, pero me resulta algo liberador. Siento que me estoy quitando un enorme peso que estúpidamente estaba cargando. Un peso que debí dejar ir hace mucho tiempo.

Tomo las bolsas y las llevo hasta el basurero detrás del edificio. Las lanzo y las dejo ahí, en el lugar donde debí ponerlas hace tiempo. Dicen que nunca es tarde y espero que sea así. También espero que no sea tarde para arreglar mi situación con Santiago.

Aún tengo mucho en que pensar y decisiones que tomar, decisiones que voy a pensar muy bien. Voy a sentarme en silencio y pensar que quiero hacer con mi vida, hacia donde voy a partir de ahora. Ya no puedo seguir estancada, necesito seguir adelante. Cuando estaba estudiando arte mi sueño era tener mi propia galería e impulsar nuevos talentos, pero con el tiempo dejé ese sueño de lado y creo que es el momento de retomarlo. Quiero tener mi propia exposición, quiero que el mundo vea mi arte. Hay tantas decisiones que debo tomar y tantas cosas que arreglar. Empiezo esta vez por elegirme ante cualquier otra persona, creo que es lo mejor, empezar por escogerme no me parece egoísmo, es algo de amor propio y está bien. No debo sentirme mal por eso.

—Ahora tengo que reconciliarme con aquella Hope Evans que hace tiempo no veo. —me digo mientras empiezo a ordenar todo de nuevo, sacando aquellas cosas que guardaba sin ninguna razón. Vuelvo a llenar algunas bolsas más de basura y las dejo en el basurero sin mirar atrás o titubear.

Me siento en el sofá cambiada y lista para ir a buscar a Santiago y aclarar las cosas con él, para poner fin aquel juego que injustamente he estado jugando entre nosotros. También estoy lista para pedir disculpas por mi indecisión y el daño que aquellas indecisiones causaron. Después de haber hablado con Alexa, lo entiendo un poco más y me imagino lo difícil que debió ser para él confiar en alguien más, abrirse de nuevo. Santiago confió en mí y yo no fui digna de dicha confianza.

Tengo un largo camino que recorrer aún, necesito empezar a seguir aquellos sueños que dejé a un lado. Necesito plantear nuevas metas en mi vida y dejar de vivir el día a día como hasta ahora. Siento que mi vida a he estado en pausa hasta ahora y tiene que dejar de ser así.

Tomo mi teléfono y llamo a Rosalie. Ella y suena extrañada por mi llamada. Le digo que ya no iré al hospital, que esperó que él se recupere, pero que ya no lo puedo visitar más. Sin dejarla decir nada, cuelgo la llamada y dejo el teléfono sobre el mueble.

Me sonrío y me felicito.

Un paso a la vez. No puedo seguir volviendo a los lugares y con las personas que me lastimaron, no está bien, no es sano. Volver a ver a Emmanuel no demuestra que soy fuerte, como yo creía, ahora lo entiendo. Decidir no querer verlo es lo mejor, alejarme de él es lo más sano. Él ya no puede ser parte de mi presente y mucho menos de mi futuro, no después del pasado que tenemos. Él está pasando un momento difícil pero ya no me voy a preocupar por él, ahora solo me voy a preocupar por mí y por lo que es mejor para mí sin pensar en lo que dirán los demás y se siente bien.

Mi teléfono suena y sonrió al ver quién es.

—Hola joven Hope, tengo buenas noticias para ti, si aún sigue en pie la idea de mudarte a Vancouver para estudiar historia del arte.

Sabía que, si alguien me podía ayudar con esta nueva meta que me puse, esa persona es Eva.

—Sí, Eva, ya tengo los papeles en la mesa listos para enviar.

—Bueno. ¿Conoces la galería Access Artist Run Center? —ella pregunta con fingida inocencia.

Es obvio que conozco aquella galería, es una de las diez más importantes en Vancouver y recuerdo que alguna vez le hablé a Eva de dicha galería.

—Te conseguí trabajo ahí. —me dice ella y yo pego un grito, por lo que Eva me regaña por casi dejarla sorda. —Como te decía, te conseguí trabajo, el cual consiste básicamente en descubrir nuevos artistas, conseguir inversores, realizar exposiciones exitosas. Así podrás pagar tus estudios, yo entiendo lo difícil que puede ser solventar los estudios.

Hablo con ella y me dice que me va ayudar con todo sobre la mudanza y me conseguirá un apartamento con alguien para que el gasto sea menor. Eva me habla y me da apoyo en esta decisión. Hablar con ella es relajante y me motiva al mismo tiempo. Ella me dice que me llevará a conocer Vancouver cuando llegué ahí. Pero sé que a pesar de vivir en la misma ciudad no la voy a ver mucho, ella tiene una vida muy ocupada y yo tendré la Universidad y un trabajo. Me despido de ella y le agradezco por todo.

Pensar en contarle a mi familia que me voy de nuevo no me estresa tanto como creí que lo haría. Tal vez porque ya no soy la misma persona que era hace años y es algo que me había costado entender. Decido que lo mejor para no estresarme es decirles un día antes de tener que irme. Las clases empiezan dentro de tres semanas, pero empiezo a trabajar unos días antes así que viajaré a Vancouver en dos semanas para adaptarme.

Eva me dijo que ella tendrá todo listo cuando yo llegué y no dudo que así será. Voy a extrañar a mi familia, pero esto es lo mejor.

Decirle a Santiago es otra historia, eso sí me preocupa y no puedo seguir posponiendo el hablar con él. Tomo mi teléfono y marco su número, pero él no contesta, marco una tres veces más y nada. ¿No quiere hablar conmigo? Eso tiene sentido, pero debemos hablar, tengo que aclarar algunas cosas con él. Llamo a Alexa y le pregunto por su hermano, ella me tranquiliza al decirme que él olvido su teléfono en casa de su mamá y que ahora seguro está en el cementerio visitando a una vieja amiga. Cierro la llamada y me debato entre ir al cementerio o esperar a que él vaya a casa de su mamá para que podamos hablar.

—Vamos Hope, es ahora.

Me levanto del sofá y busco mi abrigo. Es un día algo frío y estuvo lloviendo casi toda la mañana. Me pongo mi abrigo café, mi gorro del mismo color y tomo mi bolso. Sé que Santiago no me va pedir que me vaya del cementerio. Llamo un taxi y cuando estoy en camino le pido Alexa que me diga donde está la lápida de Rachel. Ella me da las indicaciones sin hacer preguntas.

Cuando llego al cementerio me siento nerviosa y también algo ansiosa. Camino por el césped y me dejo llevar por el extraño silencio que reina en este lugar. Me detengo un momento cuando veo a Santiago de pie frente a la lápida de Rachel. Él sostiene un hermoso ramo de rosas rojas y mira la lápida con mucho dolor y añoranza. Estoy segura que quisiera poder regresar el tiempo y traer a Rachel a la vida, pero lamentablemente no se puede.

—Ella soñaba con ir a casa, regresar a la vida que le arrebataron, al hogar donde fue tan feliz. Ella soñaba con ir a casa y ver a su familia, que más le quedaba si no soñar. Pero era un sueño, al fin y al cabo, solo un sueño que ella quiso hacer realidad. Ella era muy joven. Tan joven, ¿qué se puede decir de alguien que se suicida a esa edad? ¿Que no fue valiente? —pregunta Santiago con cierto toque de ironía en su voz detrás del dolor que intenta ocultar.—Ella es la persona más valiente que he conocido, que le quedaba si no la valentía de luchar día a día a pesar que cada día era peor que el anterior. Que le quedaba si no fe en ella, porque todos los dioses a los que le decían que rece le daban la espalda. Ella solo se tenía a ella y lo hizo muy bien, luchó hasta donde pudo y un poco más. Se ha ido tan pronto, pero su vida no es por eso menos importante que aquella persona que vive cien años, no, no podría ser así, ella ha sufrido tanto... sufrió. Era un ángel que caminaba entre bestias, monstruos que querían arrancarle la cabeza y ella lucho tan bien.

Miro la lápida blanca, es muy bonita. Hay una foto de Rachel, ella está sonriendo sentada en una playa a la hora del amanecer, lleva un vestido blanco. Parece un ángel. Si, él tiene razón, ella era muy joven. Debió tener más tiempo, debió conocer la felicidad. Al menos fue amada y alguien lloró su partida. Miro algunas otras lápidas. Rachel tiene suerte porque al menos tiene alguien que aún la recuerda y la visita todo el tiempo. Pero Rachel debió tener más tiempo. No la conocí y desearía haberlo hecho, pero con lo poco que sé de ella estoy segura que nos hubiéramos llevado bien.

—Estaba molesto con Rachel, ni si quiera puedo recordar la razón de porque estaba molesto, pero recuerdo que lo estaba. Cuando ella llamó debí ir enseguida pero no lo hice, ya había llamado así antes y siempre estaba bien, pensé que esa llamada era igual a las anteriores, pero no fue así. —Santiago guarda silencio un momento. —Su último recuerdo de mí es estando molesto con ella y mis últimas palabras hacia ella fue que ahora estaba ocupado y que la vería después. No la dejé decirme nada más y corté la llamada. Jamás sabré lo que ella me quería decir. Mis últimas palabras hacia ella tenían que ser cuanto la quería y lo importante que era ella para mí.

Él se inclina y deja las flores en un hermoso florero de madera que tiene varios colibrís tallados en él. Es muy hermoso. Santiago acomoda las rosas y saca un sobre azul que lleva su nombre en una letra muy elegante.

—Ella me dejo esta carta y nunca he tenido el valor de leerla. Tal vez me dice que esta enojada, que me odia, que es mi culpa.

Miro el sobre y después lo veo a él. Dudo mucho que ella le haya dicho eso, ella lo amaba de eso no tengo duda.

—Creo que deberías leerla. —le digo.

Él mira el sobre y veo como lucha internamente sobre qué hacer con aquella carta.

—Por favor, léela por mí. —me dice y me entrega la carta.

Tomo el sobre azul y lo abro con mucho cuidado. Saco una hoja y sonrió al ver la misma letra elegante. Esta escrita con tinta azul excepto por el nombre de Santiago que lo escribió con tinta morada. Miro a Santiago un momento, antes de empezar a leer la carta. Él está mirando la foto de Rachel.

Querido Santiago, no voy a decirte adiós porque eso es algo definitivo, decir adiós significa que ya no te voy a volver a ver y yo no quiero eso. Quiero creer que a donde quiera que vaya, después de muchos años y después de haber tenido una larga y feliz vida, nos vamos a volver a encontrar. Lamento dejarte así, en serio lo siento mucho y espero me puedas perdonar. Te conozco y sé que te debes estar culpando por esto, pero no es tu culpa, mi muerte no es algo que hubieras podido evitar, era algo inevitable, mi querido amigo. A veces hay demasiado dolor en nosotros y es difícil poder lidiar con ese dolor, no puedes pensar o ver más allá del dolor. Eso me pasaba a mí. Traté de ser fuerte por ti, traté tan duro de poder soportar todo eso, pero mis fuerzas se agotaron y no podía permitir que tú cargues conmigo, no era justo. No te preocupes por mí, quiero que sepas que no importa a donde vaya, no tengo miedo, Santi, por primera vez en mucho tiempo no tengo miedo y eso es liberador. Sé feliz Santiago y ama, enamórate, no te alejes del amor o de las personas. Recuerda que donde estés yo voy a estar contigo, quizás no me veas, pero yo voy a estar ahí contigo. Cuando mires el crepúsculo me vas a mirar a mí. Cuando mires la lluvia en un día gris me vas a mirar a mí. Siempre voy a estar junto a ti. Si no me ves, solo cierra los ojos y di mi nombre que yo estaré ahí contigo, siempre estaré contigo mi querido gran amigo. Siempre.

Con mucho amor, Rachel.

Guardo la carta en el sobre, sonrió mientras miro la foto de ella y la puedo imaginar sentada en un escritorio escribiendo esta carta con una sonrisa. Ella siempre se preocupó por él, lo amó hasta el final.

Miro de reojo a Santiago y veo como una lágrima resbala por su mejilla. Es la primera vez que lo veo llorar. Una sonrisa aparece en su rostro y yo también sonrío.

—Deseo tanto que ella éste aquí ahora. —me dice él. —Que hubiera tenido más tiempo. Al menos el tiempo suficiente para cumplir sus sueños.

¿Qué hubiera pasado si ella seguiría viva? Yo sé que no se gana nada pensando en los hubiera, pero no puedo evitar pensar en eso. Tal vez Santiago y yo jamás hubiéramos tenido nada, solo nos saludaríamos por cortesía. No podría haber dicho que es mi prometido falso porque él estaría con ella y Santiago jamás me hubiera ayudado porque su preocupación principal sería Rachel. Estoy segura que él no sería tan serio como ahora. Tal vez ella lo hubiera hecho muy feliz, pero ella ahora no esta y debemos seguir adelante.

Yo sé que puedo hacerlo feliz, sé que estamos de alguna forma destinados, que él es el ying de mi yang. Pero este no es el momento adecuado, a veces sucede así, conoces a la persona perfecta para ti, pero no en el mejor momento. Él también tiene que sanar, tiene que dejar de culparse por lo que le sucedió a Rachel y dejarla descansar en paz. Sé que es él, el indicado para mí, pero ambos necesitamos tiempo. Yo confío en que cuando ambos sanemos y encontremos la paz que buscamos nos volveremos a encontrar y toda ira bien. Volveremos a empezar, pero esta vez sin aquella carga del pasado que no nos deja avanzar y formar un futuro juntos.

—He venido a decir hasta pronto. —le digo a Santiago después de un largo momento en silencio. —Y a disculparme contigo por las malas decisiones que he tomado, por no respetar la relación que estábamos empezando y por no saber valorar la confianza que depositaste en mí. Lo siento, Santiago, lamento el daño que causé y todas las mentiras que dije. Debemos decir la verdad de todo lo que pasó y obviamente yo asumiré la responsabilidad.

Me quito el anillo y estiro mi mano para entregárselo. Él toma el anillo y juega con él entre sus dedos sin decirme nada o mirarme.

—No creo que esté sea el fin para nosotros, de nuestra historia, pero creo que ambos necesitamos sanar. Esta vez me voy a escoger a mí y solo a mí. Voy a sanar y dejar de culpar a los demás por mis malas decisiones. Pero también creo que, si realmente eres esa persona especial para mí, nos vamos a volver a encontrar, tal vez no en unos meses o un año, pero estoy segura que nos vamos a volver a ver.

Busco la cadena del ying y el yang que me regaló mi mamá y le entrego una de ellas a Santiago. Él la toma y me mira confundido.

—Yo tendré la otra mitad. —le digo y me pongo la cadena. —Cuando nos volvamos a encontrar las vamos a unir y me volverás a dar mi anillo.

—Tienes mucha fe, Hope, pero tal vez yo conozca a alguien más o tal vez lo hagas tú.

Muevo mi cabeza.

—Eres tú, Santiago, lo sé. Solo que este no es nuestro momento, no estamos listos, necesitamos tiempo.

Él lo piensa mientras observa la cadena. Sonrió cuando lo veo ponerse la cadena.

—Hasta pronto, Hope Evans.

—Hasta pronto, Santiago Miller.

Me doy la vuelta, empiezo a caminar, pero me detengo un momento y me giro para mirarlo una vez más antes de irme, él me está mirando y yo le sonrió mientras mis dedos acarician la cadena y me marcho con la esperanza que cuando Santiago y yo nos volvamos a encontrar dentro de algún tiempo podamos volver a empezar y sé que toda irá bien. Tendremos otra primera cita y bailaremos, vamos a reír y también a pelear, vamos a estar bien y vamos a ser felices.

Sí, yo tengo fe y esperanza que Santiago y yo estaremos bien.


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