Mira quién está en problemas ahora
—Estamos en problemas me suena a manada. —le digo a Santiago. —Porque como yo veo esta situación, quien está en problemas aquí eres tú y solo tú.
Él se sienta en el filo de mi cama y me mira molesto. A él no le gusta cuando las cosas están fuera de su control.
—Estoy en este problema por tu culpa.
Muevo mi dedo frente a su cara.
—No, señorito, usted ya se había metido en esto solito. No me vengas a echar el muerto a mí
No puedo evitar reírme. Él toma mi mano y la aparta de su rostro.
—Hope, podrías dejar de reírte y pensar en cómo saldremos de este problema.
Camino en círculos por mi habitación y finjo que estoy pesando solo para molestar a Santiago.
—Vamos a recapitular un poco lo que ha sucedido, señor Miller. Primer hecho, usted le había dicho a su abuelita que salías con alguien y esa fue la razón por la cual decidiste ayudarme. Segundo hecho, eres igual de mentiroso que yo y por eso en realidad no te debo ningún favor porque tú me estabas utilizando a mí. —no puedo dejar de sonreír. —Y ahora no puedes decir que yo mentía porque entonces también le diré a tu abuela que le mentiste. Oh, Santiago, me lo pusiste tan fácil.
Me empiezo a reír y Santiago me lanza una almohada.
—¡Hope! No es momento de risas.
Yo paso mi mano por mi cara y finjo ponerme seria y adoptar una actitud similar a la que él está proyectando ahora.
—Te voy a dar el mismo consejo que tú mi querido Santiago me dijiste...—hago una pausa dramática. —di la verdad.
Y entonces me vuelvo a reír, veo como Santiago está llegando al límite de paciencia. Respiro hondo varias veces para recobrar la compostura.
—¿Por qué le mentiste a tu abuela? —le pregunto a Santiago.
Tomo la silla que esta frente a mi escritorio y me siento mientras espero a que Santiago responda.
—Fue idea de Alexa, no entiendo porque le hice caso, las ideas de Alexa nunca terminan bien. Mi abuela estaba muy enferma y no creíamos que se fuera a recuperar. Mi abuela quería morir sabiendo que yo formaría una familia, así que Alexa me dijo que le mienta y lo hice. Mi abuela se recuperó y ahora espera conocer a mi prometida.
Las vueltas que da la vida, ahora él necesita de mi ayuda. No puedo evitar mirarlo de manera burlona. Él pasa las manos por su cabello, está muy molesto por no poder manejar esta situación. Esta molesto porque las cosas no salieron como él quería.
Bienvenido a mi mundo, Santiago. —pienso con cierta ironía. —Porque las cosas nunca resultan como yo quiero.
—Te das cuenta que esto es más loco de lo que yo te pedí. Tú quieres que finja ser tu prometida. ¡Tu prometida! Solo detente un momento a pensar en la magnitud de esa mentira y como nos podría explotar en la cara.
Él se acomoda el cabello y trata de recobrar la compostura. Veo como su mirada se vuelve fría y su rostro inexpresivo, pero yo sé que en este momento por dentro él es un caos.
—Es una locura, Santiago, dejando la broma a un lado no puedo hacer eso. Nuestras familias siempre van a estar unidas por Daniel y Ellie, y nosotros no podremos sostener el falso compromiso por siempre. Sé honesto con tu abuela, dile porque mentiste y te aseguro que ella entenderá.
Noto como él asimila cada una de mis palabras, y adopta la postura de abogado del diablo, pero yo no me voy a dejar intimidar por él.
—Si le digo la verdad a mi abuela también tendré que decirle la verdad a mi madre y hermanos, estoy seguro que Daniel le dirá enseguida a tu hermana que todo fue una mentira.
Me cruzo de brazos y me mantengo tranquila.
—Bien, diles.
—¡Hope!
Me río.
Pero él tiene un buen punto ahí, porque si uno de los dos dice la verdad, eso provocaría un desastre en la vida del otro. Al parecer yo tampoco tengo otra alternativa que ayudarlo, incluso aunque sé que nada bueno va a resultar de esto.
—Ves, no puedes decir nada, deja las amenazas. ¿Así tratas a tu prometida?
Lo que él me pide es una locura, realmente una locura. Porque una cosa es fingir ser novios y saber que vamos a terminar en tres meses y otra muy diferente fingir estar comprometidos y por lo visto casarnos. Ni en mis peores pesadillas e imaginado estar casada con Santiago Miller. Según los doctores, la abuela de Santiago va a vivir por muchos años más no podemos estar falsamente comprometidos para siempre.
—Puedo fingir ser tu prometida, no será tan diferente a ser tu novia, pero nada de boda y sólo por tres meses más a lo que era nuestro trato inicial.
Pero es obvio que voy a sacar provecho de esta situación y me voy a vengar de él por dejarme abandonada y hacerme caminar hasta casa.
—Tienes que pedir mi mano a mi papá y quiero un anillo muy caro, además te aviso que me voy a quedar con el anillo cuando esto termine. Y una cosa más...—él analiza cada uno de mis movimientos—quiero tu auto.
Él se muerde el labio inferior para contener las ganas de gritarme algún insulto. Veo como cierra los puños con fuerza y después de un momento me sonríe y asiente con la cabeza.
Bien Santiago, así me gusta, que hagan lo que yo digo.
—Está bien, Hope. Ahora vamos, mi abuela te quiere conocer.
Le digo que me de quince minutos para arreglarme. Me cambio de ropa y me pongo un vestido azul para resaltar mis ojos y peino mi cabello en suaves ondas.
Cuando bajo las escaleras veo a Santiago hablando por teléfono y suena algo molesto.
—Admite que me veo hermosa. —le digo a Santiago mientras doy una vuelta para que me vea mejor.
Él guarda su teléfono y me mira de pies a cabeza.
—No voy a decir nada, Hope. Ahora vamos, nos esperan.
—Si no dices que me veo hermosa, no voy a ningún lado.
Me cruzo de brazos y me paro con firmeza frente a él
—Sí, te ves hermosa. Me gusta cómo te queda el color azul.
Sonrió cuando escucho el cumplido y lo sigo hasta su auto. Cuando llegamos frente al hermoso auto, yo estiro mi mano para que él me de las llaves.
—Te recuerdo que ahora es mi auto. —le digo.
Él se detiene y me mira muy molesto. Sé que está a punto de explotar, pero logra guardar su enojo y mantener la fachada fría.
—Te daré el auto dependiendo de cómo vaya la visita con mi abuela.
Niego con la cabeza mientras me cruzo de brazos.
—No, no hay trato. Seguro después de la visita me dirás alguna escusa y no me darás el auto.
No voy a ceder, quiero el auto.
—No tienes licencia.
—Sí tengo, sólo tengo que renovarla.
—Bueno, renueva la licencia y te doy el auto. —él mira su auto con pena, es obvio que adora ese auto. —Te doy mi palabra, Hope.
Elevo las manos al cielo de forma dramática y le digo que sí mientras le hago una seña para que me abra la puerta del auto.
—Mi abuela vino de Londres solo para conocerte.
—Le voy a caer bien, soy adorable.
—Si tú lo dices.
Golpeo su brazo antes de bajarme del auto.
La casa de la madre de Santiago es impresionante, vine aquí una vez con Ellie. Es de piedra rojiza, y el segundo piso tiene una pared de vidrio casi en su totalidad que da al jardín.
—Mi madre también está emocionada de verte.
La mamá de Santiago es una mujer adorable.
Caminamos hasta la casa y una mujer alta de pelo negro nos recibe.
—Ella es Esther, el ama de llaves. —me dice Santiago.
—Hola, Esther soy Hope la novia de Santiago.
Le sonrió mientras le tiendo mi mano, ella toma mi mano y luce algo molesta. ¿Le hice algo de lo que no me enteré? Ella nos lleva hasta un pequeño salón donde está sentada una mujer de pelo canoso y entre sus manos sostiene un bastón de madera muy elegante. La mujer al vernos nos sonríe y sus ojos desaparecen por un momento. Santiago camina hasta ella con los brazos abiertos y la mujer mueve sus manos con mucha emoción. Es una escena adorable y me resulta aún más tierna cuando la abuela le piñizca las mejillas a Santiago.
—Abuela, ella es Hope.
Me acerco a ella y le tiendo la mano, pero ella me jala para darme un abrazo.
—Soy Eloise, querida, pero dime abuela, ya pronto serás parte de la familia.
Es una mujer encantadora. Tiene los ojos grises iguales a los de Santiago quien no lo sabe diría que Santiago heredó los genes de sus abuelos.
—¿Dónde está el abuelo? —le pregunta Santiago a su abuela.
—Arriba, está descansado por el viaje, yo no podía descansar sin antes ver a mi querido nieto y su futura esposa.
Veo que ella no se va a dar por vencida en el tema de la boda. Me resulta un poco incómodo mentirle a esta pobre señora, pero es una mentira piadosa.
Esther nos trae jugo y veo como mira a Santiago, este la mira un momento y después aparta la mirada con desdén. Tomo la mano de Santiago entre la mía y le sonrió a Esther para que entienda que él es mío, al menos de forma falsa.
—¿Ya han pensado en cuantos hijos van a tener? —la pregunta me toma por sorpresa y casi boto el jugo.
—¡Abuela!
La mujer se encoge de hombros y hace un gesto para restarle importancia.
—Soy vieja, se me perdona el ser imprudente.
La abuela de Santiago me mira a la espera de una respuesta.
—No, pero claro que nos gustaría tener. A mí siempre me han gustado los niños.
Santiago no dice nada. Seguro y él lo último que quiere en su vida son niños.
—¿Y cuándo es la boda?
La señora se cruza de piernas y mueve la cabeza un poco hacia la izquierda mientras se inclina levemente hacia un lado en el sofá individual.
—Abuela, te dije que aún no hablamos de eso.
—¿Por qué no te quieres casar todavía con mi nieto?
Vaya esta mujer no se da por vencida. Miro a Santiago esperando a que él diga algo, pero él muy idiota solo queda mirándome con una sonrisa.
—Bueno, la verdad es que me da algo de miedo que Santiago se case conmigo solo por el sexo. Verá, él y yo aún no mantenemos relaciones, ya que yo le prometí a mi difunta abuela llegar virgen al matrimonio.
Veo como la expresión de Santiago cambia poco a poco desde la incredulidad hasta el coraje. Estoy segura que no se esperaba esa respuesta.
—¿Es eso verdad Santi? —le pregunta la abuela.
-No, abuela, lo que pasa es que no quiero apresurar nada, a mi querida Hope su ex le acaba de proponer matrimonio, pero no el ex que ella aún quiere, el otro ex, que vino de España para conquistarla de nuevo. Y ella se siente algo insegura, no me gustaría presionarla y que después nos suceda lo mismo que le está pasando a su ex.
Esta vez sí escupo el jugo.
La abuela de Santiago me mira esperando una explicación.
—Ya te dije que no lo amo. —me muevo para mirar a la abuela de Santiago. —Santiago esta confundido, no amo a mi ex, ya ese tema está superado. No nos casamos todavía porque queremos ir un paso a la vez, yo estoy segura de lo que siento por ti, cariño.
Odio, mucho odio.
La mamá de Santiago entra en este momento y se emociona cuando me ve. Me abraza y me da un beso en cada mejilla, es una mujer realmente adorable.
—Hope, no sabes lo feliz que estoy al saber que eres novia de mi Santi, jamás creí que viviría para ver este momento. Siempre pensé que Santiago se quedaría solo y ahora puedo estar tranquila al saber que te tiene a ti.
Santiago se cruza de brazos y mira un cuadro en la pared como si fuera la cosa más fascinante del mundo.
—Lo sé, él tiene suerte de tenerme. — digo con una sonrisa.
—Y son tal para cual, igual de egocéntricos los dos. Recuerden buscar una casa donde quede espacio para sus enormes egos. —nos dice la abuela Eloise.
La mamá de Santiago la regaña, pero la abuela Eloise no le presta mucha atención. Ambas nos empiezan hacer preguntas y decimos lo mismo que le decimos a nuestros padres, pero la abuela de Santiago es un hueso duro de roer y parece no creer nuestro noviazgo.
Después de cenar llamo a mi mamá y le aviso donde estoy, ella me regaña por no avisarle temprano y tenerla preocupada por mí. Cuando cuelgo el teléfono veo a Santiago parado cerca de un piano de cola blanco.
—¿Es tuyo? -le pregunto.
Él niega con la cabeza.
-Es de Alexa, yo toco un poco, pero prefiero la guitarra.
Parece algo distraído, eso no es normal en él.
—¿Qué pasa? —le pregunto en tono bajo al ver que su mamá y su abuela están sentadas a unos pasos de nosotros.
—Nada, Hope, nada.
Tomo su mentón y lo obligo a mirarme.
—¿Qué pasa? —le vuelvo a preguntar.
Sus ojos grises me miran fijamente, se acerca un poco más hacia mí y acerca sus labios a mi oído.
—Sonríe, mi abuela nos está observando.
Reprimo el impulso de mirar de reojo a la abuela de Santiago y sonrió como él me dice.
—Pensaba en lo devastada que estarán mi madre y mi abuela cuando les diga que hemos terminado.
Es verdad, no había pensado en eso. Mis padres también parecen muy felices con la idea que estoy con Santiago.
Las mentiras siempre traen fatales consecuencias.
—¿Quieres ir por un helado? —le pregunto. —A mí siempre me hacen sentir mucho mejor.
Él me sonríe.
—Mejor vamos por tequila, Hope.
—¿Sabes una cosa? Creo que somos la pareja tequila.
—¿Pareja tequila? No es lo peor que escuchado, pero no.
Sonrío porque sé que al final le va a terminar gustando ser la pareja tequila.
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