Hagan sus apuestas
https://youtu.be/Q-06DYsPs5o
El tacto de su piel me quema, quiero apartar mi mano de la suya, pero él no me deja y la sujeta más fuerte. Parece estar divirtiéndose a lo grande a mi costa.
Respiro hondo y me acomodó el cabello.
—Espera, tengo que tomar una ducha. —digo en mitad de las escaleras. —Estuve pintando y tengo pintura en los brazos.
Muevo mi mano para que me suelte y cuando lo hace corro hasta mi habitación.
Respiro tranquila mientras me lanzo a mi cama. Me quedo mirando el techo un momento antes de quitarme la ropa y entrar al baño.
Me miro al espejo y sonrió a mi reflejo. Siempre me gustó arreglarme y verme bien, soy muy vanidosa en ese sentido. Siempre me molestó que me dijeran superficial en el colegio por eso o que creyeran que era una rubia tonta. Fui la mejor de mi promoción, pero la mayoría creyó que lo conseguí acostándome con los profesores. Los estereotipos apestan, uno no puede ser, rubia y bonita porque automáticamente tengo que ser tonta. De todas formas, que les importa a los demás si me arreglo o no, es mi vida, haré lo que me dé la gana. Tampoco es que utilizo mucho maquillaje, solo un poco porque debo reconocer que me da mucha pereza quitar todo el maquillaje antes de dormir. En realidad, casi no utilizo maquillaje, pero si soy muy crítica con la ropa que utilizó.
La puerta de mi habitación suena. Es Ellie, la veo abrir despacio la puerta y asomar su cabeza.
—¿Puedo pasar? —Me pregunta ella de forma tímida.
Le hago una seña para que entre y abro los brazos. Ella camina hasta mí y me abraza con una enorme sonrisa.
—Extrañé mucho tus abrazos. —le digo.
Ella se aparta y me mira a los ojos. Trata de ver si estoy bien, la conozco, está preocupada por mí. Ellie siempre se preocupa demasiado por los demás.
—Estoy bien. —le digo.
Ella mueve la cabeza y puedo ver que hay algo más que la está molestando.
—¿Qué pasa? —le pregunto.
Un suspiro sale de sus labios y una sonrisa triste aparece mientras ella empieza hablar.
—Santiago y tú, ¿Porque no me contaste nada? —debí imaginar que era eso aquello que la estaba molestando y preocupando a la vez. —Puedes confiar en mí, si tú eres feliz con él yo estoy feliz por ti. Eres mi hermanita, te adoro y debo confesar que me sentí mal al enterarme por mamá y no por ti.
Ellie no sabe mentir, tampoco es buena ocultando cosas, es tan transparente como el agua. Cuando nuestros padres querían saber que habíamos hecho siempre le preguntaban a ella. Es por eso que no le puedo decir nada, si le digo, ella no tardará en contarle a Daniel o al mismo Emmanuel.
—Mi vida es un caos hermana, como siempre. Pero hay algo que jamás podrá cambiar...—le doy un beso en su nariz como ella lo hacía cuando éramos niñas-Y es lo mucho que te amo.
Payton aparece en la puerta y se aclara la garganta.
—¿Sobre qué están hablando? —nos pregunta mientras entra en la habitación. —Si es sobre sexo me sentiría muy mal al saber que le preguntas a Ellie antes que a mí.
Ellie la mira con desaprobación y niega con la cabeza.
—¿Ya te acostaste con Santiago? —Me pregunta Peyton con mucha curiosidad mientras se sienta en mi cama y se cruza de piernas.
—Por supuesto que no, Peyton.
Ella se ríe y Ellie la golpea con una almohada.
—Sabes, tiene manos grandes y eso significa que lo tiene grande.
Peyton levanta las cejas y hace una seña obscena ganándose otro golpe con la almohada por parte de Ellie.
—El tamaño no importa.
Peyton pone los ojos en blanco y suelta un bufido ante mis palabras.
—Sé nota que eres virgen. —me dice ella. —Te voy a poner un ejemplo, a ti te gusta el helado, y si puedes elegir entre tu helado favorito en un cono grande o en uno chiquito es obvio que vas a escoger el cono grande.
No puedo debatir nada contra esa lógica.
—Peyton, ¿qué tiene que ver una cosa con la otra?
Ella se encoge de hombros ante la pregunta de Ellie.
—Creí que era obvio, ambas se comen.
Esta vez yo también me río junto con Peyton al ver la cara que ha puesto Ellie.
—Que sucia eres Peyton. — le digo.
Ella se para de la cama y pone su brazo alrededor de mis hombros.
—Querida hermana, no es mi culpa que tu prometieras llegar virgen al matrimonio y te pierdas de algo tan maravilloso como es el sexo. Por suerte yo sólo prometí graduarme y Ellie ya está practicando para tener a sus hijos.
Ellie golpea el brazo de Peyton mientras camina hasta la puerta y nos hace una seña para que la sigamos.
Bajamos las escaleras entre risas y bromas, pero mi sonrisa se congela cuando veo a Santiago conversando con Daniel. Al verlo siento que me estoy hundiendo más y más en esta mentira, siento que la verdad me va a escupir en la cara. Ahora Santiago no está invitado como hermano del prometido de Ellie, ahora está invitado como mi novio. Caminamos hasta donde están ellos y Ellie se sienta a lado de Daniel y besa su mejilla con cariño, yo no puedo hacer eso con Santiago y tampoco creo que él pueda acariciar mi mejilla de la forma que lo hace Daniel con Ellie.
—Iré ayudar a mi mamá a poner la mesa. —digo mientras camino hasta el comedor.
Empiezo a poner los platos y veo a Santiago pararse y ayudarme a poner la mesa.
—No tienes que hacer esto. —le digo.
En realidad, espero que no lo haga, porque yo quiero que se vaya, que le surja algún asunto de último momento que sea muy importante y tenga que irse. Su presencia me está afectando.
—Es verdad, no tengo que hacerlo, pero quiero ayudarte.
Mi mamá sale en ese momento de la cocina y sonríe con cariño a Santiago mientras los observa ayudarme a poner la mesa. Solía sonreírle de esa forma a Emmanuel cuando venía a comer a la casa. Por un momento recuerdo aquella última cena de él junto a mi familia, jamás supe que sería la última, jamás pensé que todo se acabaría tan rápido.
El sonido del timbre aleja esos pensamientos y me hace volver a la realidad. Veo a Peyton ir abrir la puerta y escucho un grito de sorpresa de su parte. ¿Quién es?
—Hope Evans, eres la amiga más ingrata que tengo. —me dice de forma dramática mi mejor amiga Lola mientras entra en la sala. —¿Cómo es posible que me tenga que enterar por el imbécil de Emmanuel que estás aquí?
Chillo de emoción y corro abrazarla. Ella abre sus brazos y me recibe emocionada. No me había dado cuenta de lo mucho qué extrañado a Lola, y sus súper abrazos que parecen ser la curita perfecta a mis dolores del alma. Tomo la mano de Lola y la llevo corriendo a mi habitación mientras le grito a mi mamá que sólo serán cinco minutos.
—¿Por qué me has jalado así? — me pregunta ella.
Cierro la puerta de mi cuarto.
—Porque te conozco y sé lo inoportuna que eres.
Ella se sienta en mi cama y toma una almohada para ponerla entre sus piernas como siempre. Hay cosas que nunca cambian, como el aire pacífico que se respira cerca de Lola, quizás se debe a que ella siempre sabe que hacer o cómo actuar en las situaciones más complicadas.
—Estoy esperando que me expliques cómo es eso que estás de novia con Santiago cuando hace solo una semana hablamos y me dijiste que él era un cerdo egoísta y que jamás podrías estar con él, ni aunque te dieran todo el oro del mundo.
Trato de hacerme la desentendida y fingir que no recuerdo esa conversación, pero si la recuerdo muy bien. Lola me estaba contando que Santiago ayudó a una de las fundaciones para las que ella es voluntaria y yo le dije que eso no le quita lo cerdo egoísta y Lola me dijo que no estaba mal físicamente ahí es cuando yo le contesté que no saldría con él ni aunque me dieran todo el oro del mundo.
Esperaba que Lola no recordara eso, pero debí saber que era casi imposible, Lola tiene una muy buena memoria.
—¿Qué pensarías si un día desperté y me di cuenta que siempre he estado enamorada de él?
Obviamente Lola no me cree y me mira esperando una explicación.
—Bien, es mentira, o sea si estamos saliendo, pero es una relación falsa.
Ella golpea dramáticamente su cabeza con su mano.
—No es tan malo como suena.
—Sí, lo es, sólo que aún no te das cuenta, Hope.
Usualmente Lola siempre tiene la razón.
—¿Sabes? Pensé que él te había amenazado para que fueras su novia, estaba muy asustada. Incluso pensé en un plan mientras corría hasta aquí. Lo primero seria cambiarte el nombre a Carmen Iglesias, yo conozco a un sujeto que nos puede ayudar en eso y a otro que te puede ayudar a llegar a Colombia. Ya estando en Colombia manejaría la situación desde aquí y cuando haya eliminado a Santiago tú podrías volver.
Bien, mi amiga no siempre tiene buenos planes, es verdad. Pero cuando en serio piensa puede llegar a dar excelentes ideas. Pero por lo visto hoy no es una de esas veces.
—¿Pero qué clase de idea es esa? Y ¿Quién es Carmen Iglesias?
—Tú, o lo serás si por algún motivo hay que sacarte del país y llevarte a Colombia. Sabes, leí que los colombianos son muy guapos, podrías incluso casarte con uno y cuando ya este muy enamorado de ti le cuentas quién eres en realidad.
En este momento creo que soy yo la amiga responsable, a veces olvidó lo alocada que puede ser Lola y ese espíritu libre que tiene. Ella siempre está ayudando a los menos afortunados, peleando por causas que considera justas.
—Lola, no me voy a cambiar el nombre y no voy a irá Colombia.
Ella asiente con la cabeza.
—Bien, pero te aconsejo que no descartes la idea porque conociéndote, en algún momento vas a necesitar ser Carmen Iglesias. Ahora dime porque estas en una relación falsa con Santiago.
Tomo aire y empiezo a contarle todo a mi mejor amiga. Ella me insulta cada cierto tiempo y no deja de mirarme de esa forma diciéndome con la mirada, la estas cagando Hope.
—Dime una cosa Hope. ¿Aún amas a Emmanuel?
¿Por qué me tenía que preguntar eso? ¿Por qué todos me preguntan eso?
—No, bueno quizás sí... No, no lo estoy ¡Agh! No lo sé.
Estoy tan confundida en este momento y necesito tiempo para poder aclarar mis pensamientos.
—Bien, te voy a decir esto porque creo que es lo correcto, pero no cambia el hecho que Emmanuel eligió a alguien más, que le pidió matrimonio a ese alguien y que ese alguien solía ser tu amiga. Una muy mala amiga.
Rosalie Goldman, entro un día nuestras vidas de forma inesperada y desearía jamás haberla conocido. Pero Rosalie no es una mala persona, nunca lo fue, sólo que se enamoró de Emmanuel y él de ella. Como dicen, en los sentimientos no se manda.
—¿Qué pasa? —le pregunto con mucha curiosidad a Lola.
—Emmanuel está pensando en cancelar la boda porque dice que aún siente algo por ti.
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