Epílogo III

Un mes después.

Ya era el día.

Ya era el día donde mi vida cambiaría aún más de lo que había cambiado en la última década. Ser reina de la isla era una tarea para la cual no sabía si estaba preparada, era mucha responsabilidad cuidar de todo un reino y ahora, debería no solo cuidar a mi familia, sino a muchísimas personas.

Este día lo había soñado cuando era pequeña y con todo lo que había sucedido, no creí que fuera posible. Más bien lo veía como algo lejano a mi vida. Ahora solo faltaban unos minutos para llamar a Rachel esposa.

Mi futura esposa había planeado la boda antes de proponerme casamiento y aunque me hubiera gustado saber cualquier detalle, ella quería que fuera sorpresa. Me explicó que en la isla la tradición decía que la futura reina debía estar sentada en una litera que sería cargada por seis hombres, tres a un lado y tres al otro lado, hasta llegar a la boda, donde sería escoltada por el padrino o madrina hasta el altar.

Claramente Katar me llevaría al altar y aunque Derek quería casarnos, sabía que sería imposible, pues aquí la tradición trata sobre que un hombre que es oficiante de matrimonio, bendiga a la pareja para que el matrimonio perdure durante en esta y la otra vida.

Estaba muy nerviosa, Katar hace un rato me había avisado que Rachel iba de camino al altar y lo mejor o peor de todo, es que muchas personas del pueblo querían presenciar nuestra boda. No solo porque habría una nueva reina, sino porque todos conocen la tragedia de la familia de Rachel y algunos de ellos también me conocen a mi.

Eso solo aumentaba mis nervios, porque preferiría estar planeando cualquier cosa, menos lo que iba a decir. Por eso mismo escribí todo lo que quería explicarle a Rachel, aunque sería complicado, porque a veces existen sentimientos que no pueden ser explicados.

Tomé la carta y pronto oí como alguien entraba a nuestros aposentos. Katar entró con una enorme sonrisa de oreja a oreja, como si fuera él quien se estuviera por casar. Traía puesto una camisa que dejaba ver el inicio de su pecho, joyas de oro, como collares, anillos y brazaletes y también traía puesto una capa de color plateado, la cual era exclusiva de los padrinos.

—Te ves hermosa, Kate —dijo mientras bajaba los escalones.

Mi vestido de novia consistía en que fuera blanco y era tan largo, que hasta parecía una capa, con la diferencia que en los bordes del vestido había múlltiples estampados de flores de color lila, amarillo y blanco, ya que esos colores representarían todo lo buenoen nuestro matrimonio. Tenía puesto una corona de bella flores moradas que adornaban mi cabeza y sostenía el velo que cubriría mi rostro durante la ceremonia.

—Tengo muchos nervios, Katar —se acercó a mí y me abrazó.

—Todo será perfecto, Kate —mis brazos envolvieron su abdomen en un cálido abrazo.

—Todo esto es gracias a ti —nos separamos y me observó confundido—, si no fuera por ese pequeño curioso que me encontró en aquella mansión abandonada, yo no estaría aquí y todo lo que soy te lo debo a ti —sonrió de lado.

—El mérito es tuyo, Kate, por soportar lo insoportable y por ser una de las mujeres más valientes que conozco.

—Gracias por nunca abandonarme —sonreí.

—Gracias por dejarme ser parte de tu vida, pequeña —se acercó a mi y dejó un beso en mi frente.

—¿Viniste a avisarme que la litera está lista? —asintió.

—El pueblo, el reino y tu futura esposa te esperan en la orilla de la isla.

—¿Hay muchas personas?

—Miles, parece que se reproducen. Cuando ves que llegan dos personas más, aparecen otras cinco más. Este casamiento es el más legendario en toda la historia de la isla o eso dice Rachel.

No me sorprendía que así fuera, con todo lo que el reino sufrió en manos de Tatiana, merece saber cómo será la boda de su futura reina, aunque no me sienta lista para esa responsabilidad.

Katar me dio algunos detalles insignificantes de la boda, como que Derek seguía un tanto molesto por no casarnos, pero satisfecho al ser el padrino de Rachel. Recorrimos todo el castillo tomados de las manos, hasta que la litera me esperaba en el jardín del castillo.

Katar me dijo que debía irse, pero que en algunos minutos varios hombres vendrían a llevarme al evento. Mientras trataba de no morir de los nervios, seis hombres llegaron cargando la litera, la colocaron en el suelo lentamente para que pudiera sentarme y admirar la belleza de este objeto.

Era de color dorado, con algunos diseños de algunas flores y algunas mariposas.

Me senté en la litera, la cual tenía un colchoncito pequeño de color rojo y pronto los hombres cargaron la litera en sus hombros y salimos del castillo. Apenas salimos, el pueblo murmuraba cosas, muchos me deseaban suerte, otros gritaban de felicidad, mientras que otros solo se dedicaban a saludarme con una enorme sonrisa. Devolví el saludo a todos con una sonrisa de oreja a oreja.

Así fue durante el camino hasta la boda, la cual pude observar a lo lejos que mientras el sol caía, había un gran rastro de pétalos de color rojo, los cuales formaban un camino hasta llegar al altar. Cuando llegamos, los invitados del castillo se voltearon a verme y yo por fin pude observar lo hermoso que era el lugar.

Había muchas mesas con varios asientos para los invitados, en cada centro de mesa había un candelabro con siete velas, mientras que la mesa estaba inundada de comida y aperitivos de todos los tipos y colores. A los costados de cada mesa, había un pequeño florero de color blanco, al igual que sus flores, que eran jazmines. Había arbustos en forma de U, los cuales eran de color verde y blanco.

Eso sin mencionar la belleza que era el altar, había una fina tela de fino lino de color beige que nos cubría del calor del atardecer, mientras que la madera que sostenía el altar, estaba decorada con flores de color azules y celestes. Había algunos guardias en cada esquina de la orilla y había algunos siervos que sostenían las antorchas para iluminar la escena que estaba por suceder.

—Con gran placer anuncio la llegada de la futura reina de la isla —anunció un hombre vestido de color blanco.

Derek estaba al lado de Rachel, quien vestía un bello vestido de color blanco, con pequeños diseños de flores talladas en el vestido por todo el largo. El vestido se pegaba a su cuerpo como si fuera ropa mojada, le quedaba perfecto y con lo hermosa que era, ahora lo era aún más.

Derek estaba vestido igual que Katar, al parecer era una tradición que los padrinos se vistieran igual.

Katar se acercó a mí con su sonrisa única y los hombres lentamente bajaron de la litera, hasta que estaba en la arena. Me levanté lentamente con el velo cubriéndome el rostro, el ojiazul extendió su mano para ayudarme y guiarme por el bello camino de pétalos que me conducían a mi futura esposa.

Caminamos entre el camino, mientras las miradas de todos estaban en mi, pero la única mirada que realmente me importaba, eran la de aquellos bellos ojos azules que le pertenecían a aquella mujer que cambió mi vida.

Ella sonreía sin poder evitarlo y eso hizo que me pusiera aún más nerviosa. Si no moría de los nervios, sería un gran logro en mi vida.

Al llegar, Katar me soltó lentamente y me guiñó el ojo. En su lugar, la mano suave y delicada de Rachel tomó mi mano y me guío hasta donde estaba el oficiante del matrimonio.

—Después de muchos años el reino se vuelve a reunir para celebrar el casamiento de nuestra reina y la bienvenida que le daremos a nuestra futura reina, quien un día fue general de esta isla —comenzó a decir—. La tradición manda que uno de los integrantes de la pareja use un velo, ya que solo así la pareja comprenderá que su matrimonio no solo se basará en aquello que puede ver o tocar, sino en aquello que puede percibir y sentir. El altar está hecho de madera, lo hacemos así de simple para que la pareja entienda que no importa donde vivan o que esté sobre sus cabezas, ellos deberán seguir amándose sin importar las circunstancias. Porque así funciona una pareja de verdad, se ama en la verdad, en la mentira, en el caos y en la desesperación.

Él siguió hablando, pero no pude seguir prestando atención, ya que, los bellos ojos de Rachel no dejaban de analizarme. Sus manos acariciando las mías era algo que me tranquilizaba, aunque a la vez tenía miedo de ponerme tan nerviosa, y echar todo a perder.

Lo veía en sus ojos, ella estaba tan nerviosa como yo, pero a la vez era como si sus ojos me dieran la confianza que necesitaba para hablar ante tantas personas.

Me hubiera gustado que mis amigos estuvieran aquí, presentes en el día de mi boda, pero sé que están aquí, aunque sea espiritualmente y estoy segura que Kaden está apoyando a Rachel donde quiera que esté.

—Dejo que ambas puedan decir las palabras que deseen —finalizó el hombre canoso.

—Kate, cuando te conocí creí que arruinarías mi vida, pero había algo en tus ojos que me decía lo contrario. No sabía que era y eso me aterraba, pero tú calmaste aquella tormenta que había en mi interior durante tantos años —sonrió—. Llegaste a mi vida cuando menos lo esperé y fue lo mejor que me pudiste haber sucedido, porque pese a los obstáculos que enfrentamos, te quedaste a mi lado sin importar que tan peligroso fuera y cada día que paso a tu lado, estoy más segura que quiero que seas el amor de mi vida, la madre de mis hijos y la reina de mi corazón —sonreí.

No sabía muy bien qué hacer, porque estaba tan nerviosa y todo el mundo esperaba una reina de mi, cuando lo único que podía ser era una simple mujer enamorada de una reina.

Saqué la nota que había escrito de mi cinturón dorado y la abrí.

—Rachel, cuando te conocí, vi algo en tus ojos y no sabía que era hasta que lo descubrí, cuando lo hice, lo único que pensé fue en que no éramos tan diferentes. Teníamos muchas cosas en común y una de ellas era que teníamos el corazón roto, el cual creía que nunca tendría arreglo, pero tú cambiaste eso. Entraste a mi corazón sin ser invitada y con el calor de tus besos y caricias derretiste aquella muralla que había construido, con tus bellas palabras cociste mi corazón y con tus bellas miradas reparaste aquello que creía roto... Hoy me convierto en la reina de la isla, pero lo que realmente me importa, es ser la reina de tu corazón hoy, mañana y siempre... —las mejillas de Rachel se ruborizaron.

De reojo observé como Derek se esforzaba por no dejar caer una lágrima.

—Luego de aquellas palabras tan bellas, por favor solicito que traigan los anillos.

Todos observamos el inicio de camino de los pétalos, donde Kyan y los niños que Derek y yo habíamos ayudado, traían los anillos en un pequeño almohadón acolchonado de color lila, en donde estaban los anillos de los padres de Rachel.

Los niños se acercaron a nosotras, Rachel tomó el anillo que imagino era de su madre, levantó mis dedos y lentamente introdujo el anillo en mi dedo anular. Tomé el anillo de su padre e hice el mismo movimiento, mientras la sonrisa de mi rostro no podía ser borrada.

—¡Por el poder que me dio la reina, las declaro esposas ante todo el reino! Pueden besarse.

—¿Puedo robarte un beso, forastera? —sonreí y negué con la cabeza.

Sus delicadas manos me tomaron de la cintura, me acercaron a ella y mis brazos rodearon su cuello. Sus intensos ojos azules me observaron con ternura y deseo, para que luego sus labios colisionaran con los míos en un profundo beso.

El resto de la boda es historia, tuvimos que bailar y yo bailé con casi todos mis conocidos en esta isla. Con Derek, Katar, Kyan y los niños que se habían vuelto parte de nuestra pequeña y perfecta familia.

Así había iniciado nuestra familia perfectamente extraña, con personas rotas, pero de buen corazón a pesar de todo y eso era tan fascinante como extraño.

                                 * * *

Años después.

El primer año de casadas fue perfecto, pero tuvimos algunas diferencias con Rachel. Ambas queríamos tener hijos, pero teníamos miedo de la vida que podrían tener, porque si vivían en la isla, correrían el riesgo de terminar igual que Kaden o Tatiana, guerreros de la realeza que murieron.

Rachel no quería que ellos crecieran lejos de la isla y sus costumbres, pero sabía que mantener a nuestros hijos allí, representaría un riesgo para ellos en todo sentido. No queríamos que ellos crecieran con miedo de enfrentarse a una guerra o el miedo de tener que aparentar ser príncipes, cuando en realidad ni siquiera podrían ser niños normales.

Porque aunque me doliera decirlo, nuestros hijos cargarían con el peso de tener el gen del asesino en serie y eso era muy riesgoso. En la isla podrían descontrolarse al creer que las personas de su entorno podrían ser como ellos, no queríamos que fueran máquinas asesinas. Por eso nos mudamos oficialmente a la ciudad de por vida, para que entendieran que la vida no se trata de asesinos, guerras y muerte.

No queríamos que ellos sufrieran lo que Rachel y yo tuvimos que dejar atrás, queríamos que su única preocupación fueran peleas absurdas de la escuela, sus calificaciones o un romance adolecente.

Y aunque fue una decisión sumamente difícil de tomar, creímos que lo mejor era vivir aquí y enterrar cualquier evidencia que exista que somos de la realeza.

Katar una vez más nos apoyó en la difícil decisión y siempre fue nuestro apoyo. Siempre nos ayudó con los niños y una vez por mes, ellos pasan el fin de semana con Katar, para que Rachel pueda ir a la isla y verificar que todo anduviera en orden.

Derek una vez más se quedó a cargo de la isla, con la ayuda de su hijo Kyan, quien sigue sus pasos para convertirse en el futuro general de la isla, como era su sueño desde pequeño. Sin mencionar que Derek quiso adoptar a una pequeña niña, quien es su hija de sangre.

Había tenido una aventura con una mujer que ofrecía sus servicios de placeres carnales, pero ella quedó embarazada y al momento del parto falleció. Derek tuvo que cuidar a una niña sin saber nada sobre mujeres, entonces con Rachel acordamos que ella debía ir a apoyarlo el tiempo que fuera necesario y decirle a los niños que se había ido de viaje de negocios a Italia.

Ellos siempre fueron niños muy listos, pero era lo mejor que podíamos inventar con Katar.

Queríamos que ellos estuvieran protegidos, pero nunca tuvimos en cuenta que también había peligros cotidianos para ellos, como las peleas en la escuela. Apenas tenían seis años y ya estaban metidos en una pelea.

No sé si alegrarme de que estén bien o no, porque si están bien, significa que pudieron herir mucho a su compañero de clase, pero si están mal, significa que temen mostrarse como son.

En cuanto llegué a la escuela, entré por las puertas como si nada más importara y así era. Nadie podía meterse con mis hijos y no pagar el precio por ello. Al caminar por los pasillos, los encontré a ambos sentados afuera de la sala de la directora. Ambos balanceaban sus pequeños pies que no llegaban al suelo, ambos tenían la cabeza baja, como si se sintieran culpables por lo que hicieron.

No tenía idea que había sucedido, pero si de algo estaba segura, era de que si nuestros hijos se defendían de algo o alguien, tenían un motivo.

Al acercarme a ellos, Shera abrazó mis piernas en un abrazo que suplicaba auxilio. Me agaché para estar a su altura, sus pequeños ojos azules verdosos contenían las lágrimas. En cuanto mis brazos la rodearon, ella se echó a llorar como nunca antes lo había visto. Eso sólo aumentó la ira que estaba conteniendo en mi interior.

El pequeño Kaden no se atrevía a levantar la cabeza.

—¿Qué sucedió, hijo? —él negó con la cabeza varias veces.

—No fue su culpa, mami —dijo mi pequeña, mientras se alejaba de mí con el rostro colorado de tanto llorar.

—Tampoco tuya, Shera.

—Díganme que sucedió, niños. Solo así podremos resolver el problema, no olviden que la comunicación es la herramienta para resolver los problemas —acaricié sus mejillas con delicadeza para calmarlos.

Ambos se miraron, como si con la mirada se dijeran todo y era algo que Rachel me había explicado que era una habilidad que tienen mellizos. Ellos tenían gestos y acciones que a veces los delataban a la hora de decir la verdad y el mirarse a los ojos antes de decir la verdad, era porque sabían que algo malo habían hecho.

—Parker quería quería que fuera con él al baño de niños para darme un beso —murmuró Shera.

—Shera no quería ir, mami y yo solo la defendí —dijo con la cabeza agachada.

—¿De qué manera, hijo?

—Yo... lo tomé del brazo y lo tiré al suelo... su cabeza se golpeó y él comenzó a llorar.

Dios mío, eso podría causarle cualquier secuela cerebral, dependiendo de qué tan fuerte haya sido el golpe. No sabría identificar si esto se trataba de una pelea de niños o de una señal del gen del asesino en serie.

—¿Se golpeó muy fuerte? —ambos negaron con la cabeza.

Por lo menos eso...

—Hice mal... ¿no? —suspiré.

—Hijo, solo querías proteger a tu hermana, no te culpo, pero no puedes tratar a las personas así. Hay otras maneras de defenderse —se bajó de la silla de color negro y me abrazó con fuerza. Su hermana repitió el mismo gesto y les di un abrazo en el cual se pudieran sentir protegidos y seguros.

—Perdona...

—Tranquilos, niños. Arreglaré esto —se separaron de mí y se observaron entre ellos.

—¿Y mamá? —preguntó mi hija.

—Ella está por llegar, iré a hablar con la directora. Si su mamá llega, díganle lo que ocurrió, ¿está bien? —ambos asintieron.

Me levanté, dispuesta a pelear con quien fuera necesario por faltarle el respeto a mi hija de esa manera. Kaden se había equivocado, pero fue para defender a su hermana, en cuanto a Parker, un niño cuyos padres tienen dinero de más, espero que pueda ser suspendido por una semana.

Al entrar al despacho de la directora, la asistente negó con la cabeza, como si dijera que la directora estaba perdiendo la paciencia con los padres del niño.

—Su hijo actuó de una manera inapropiada, señora —oí la voz de la directora.

—¿Va a creerle a esos mocosos antes que a mi hijo? —preguntó indignada.

En ese momento entré a la oficina de la directora sin siquiera golpear la puerta, porque no iba a permitir que nadie hablara de esa forma a nuestros hijos.

—Espero que por su bien no vuelva a repetir esa palabra respecto a mis hijos.

—Señora Jones Doson, por favor espere afuera —me pidió la directora de edad avanzada.

Era una buena mujer, respetuosa y firme ante sus decisiones, pero nunca permitiría que nadie se metiera con mis hijos. Ni siquiera un niño rico.

El pequeño niño rubio de ojos marrones ni siquiera se atrevía a mirarme a la cara, típico comportamiento de alguien que sabe que hizo algo malo y no quiere asumir las consecuencias.

—¿Qué medidas piensa tomar, directora? Porque no puede dejar que este niño salga impune sobre su acto inapropiado.

—¿Inapropiado? ¿Le parece que mi hijo guste de su hija le parece inapropiado?

—Su hijo no le dijo toda la verdad —me observó confundida— ¿No lo sabe? —me acerqué a ella amenazadoramente mientras la observaba a los ojos—, su hijo quería llevar a mi hija a la fuerza al baño de niños y besarla o eso dice mi hija, no estoy segura de las verdaderas intenciones de su hijo —el niño se escondió detrás de su madre.

—Es lo que trataba de decirle, señora —agregó la directora—. Sabemos que Kaden lastimó a su hijo sin querer, pero fue para defender a su hermana de algo que ella no quería.

—¿Eso es verdad, Parker?

El niño no dijo nada, simplemente calló.

—Como sea, directora. No quiero que mis hijos estén en la misma escuela que un niño inapropiado, ¿Qué planea hacer?

—Lo lamento, señora, pero Parker queda suspendido durante dos semanas —sentenció.

En otras ocasiones había hablado con la directora, solo porque ella nos felicitaba por lo bien educados y bien portados que eran nuestros hijos. Ya nos conocía y sabía de su carácter.

—Eduque bien a su hijo, señora. No quiero tener nuevos problemas con usted —dije firmemente, mientras podía ver el temor en sus ojos.

Salí del despacho de la directora, no sin antes despedirme de la secretaria, quien era una amiga que siempre trataba de cuidar a nuestros hijos.

Al salir, me encontré con una escena conmovedora. Rachel estaba observando como la amiga de Shera, Nix, una niña rubia de ojos celestes con un corazón de oro, la estaba abrazando mientras ella lloraba. Mientras que al lado de Kaden estaba Zion, el mejor amigo de nuestro hijo, un niño divertido, alegre y parlanchín.

Rachel se acercó a mí y me abrazó.

—Supuse que lo resolverías, amor —dejó un beso en mi frente.

—El niño será suspendido durante dos semanas —Rachel me tomó por la cintura y ambas observamos a nuestros hijos.

—Se sienten culpables, Kate. Debemos hablar con ellos sobre lo sucedido, con calma y paciencia —asentí.

Nos acercamos a nuestros pequeños, para decirles que debíamos irnos, pero me detuve cuando observé como Nix le daba un dibujo a Shera. En el papel doblado en cuatro había un castillo y en la torre estaba dibujada una niña de cabello negro con una corona en la cabeza, mientras que en el pasto había una niña rubia con un vestido azul.

Tal vez era impresión mía, pero podía interpretar el dibujo como que Shera era la princesa que necesitaba ser rescatada y Nix, era la princesa que la rescataría. Me pareció un lindo detalle de su parte.

Rachel y yo tenemos nuestras sospechas sobre que a Nix le puede gustar nuestra hija, pero como aún son muy pequeñas, preferimos no meternos en esos asuntos.

—Debemos irnos, niños —ambos levantaron la cabeza.

Ambos se bajaron de las sillas, Nix se acercó a Shera y le dio un beso en la mejilla. Ella le sonrió y mi pequeña se sonrojó.

                       * * *

Al llegar a casa Rachel empezó a cocinar, mientras yo trataba de ayudar a los niños con su tarea de matemática. Estaban aprendiendo a sumar y a restar, algo simple, pero cuando tomas las matemáticas como algo rutinario de tu vida, olvidas como es el proceso lento y seguro.

—Entonces si yo tengo diez dinosaurios y sumo otros diez, ¿Cuántos dinosaurios tendríamos? —mi pequeña abrió la palma de su mano y empezó a contar con sus pequeños dedos, mientras que Kaden estaba con la cabeza agachada.

Lo noté decaído, como si algo lo perturbara y eso no era normal. Kaden siempre fue un niño activo, alegre, sin medir las consecuencias de sus actos. Sus ojos azules estaban tristes.

Acaricié su cabello negro y dejé un beso en su cabeza.

—¿Qué sucede, pequeño? —levantó la cabeza.

—¿Crees que soy mala persona?

Era evidente que Kaden se sentía abatido por lo que había sucedido, no estaba acostumbrado a estar metido en alguna pelea y siempre la primera es la más impactante. Recuerdo que me había sucedido algo similar, aunque mi caso era muy diferente.

—Hijo, solo protegías a tu hermana y eso no tiene nada de malo.

En ese momento Rachel entró a la habitación de los niños con unas galletas recién hechas. El aroma que emanaba de ellas era sumamente delicioso, era como si Rachel hiciera que el condimento del amor fuera real, como si lo pudiéramos tocar. Así se sentía el aroma de sus comidas, acogedor y cálido.

—¿Interrumpo?

—¡Galletas! —espetó Shera emocionada.

Se levantó de la silla de su escritorio y se acercó a Rachel para tomar una de las galletas, pero ella las alejó de nuestra pequeña. Shera se cruzó de brazos y frunció el ceño, un tanto molesta.

—Yo quiero, mamá.

—No antes de saber que le sucede a mi niño —se acercó al escritorio, se sentó en la silla de Shera y dejó el plato con galletas de chispas y chocolates a un lado.

Shera emocionada, se sentó arriba de las piernas de Rachel y ella la abrazó.

Cualquiera que viera nuestra hermosa familia, pensaría que Kaden y Shera son los hermanos de Rachel, físicamente eran igual a ella, cabello negro, piel pálida y ojos azules, excepto Shera, quien los tiene un poco verdosos.

El gen Doson era muy poderoso.

—Dime que tienes, pequeño príncipe —dijo con dulzura.

—No quería lastimarlo, mamá, pero no quería que se acercara a Shera.

—Mira, hijo, no puedes herir a cualquiera solo porque lo deseas o porque crees que es correcto. La violencia no resuelve nada y aunque a veces es necesario usarla, siempre podemos evitarla —los mellizos observaron a Rachel un poco confundidos.

—¿Cómo, mamá?

—A veces la mejor manera de evitar una pelea, es no iniciándola —respondí—, en caso de que no puedan evitarla, traten de usar las palabras.

—En caso de que no sea suficiente, siempre pueden defenderse sin herir a alguien —dijo Rachel, pero los niños seguían sin entender a lo que se refería.

De pronto el timbre de la casa sonó y retumbó en toda la edificación. Rachel y yo nos observamos sin entender quién podría ser, no habíamos pedido pizza y no podrían ser Nix o Zion, ya que, siempre que ellos se quedaban a dormir hablábamos con sus padres por cualquier cosa.

Katar no podría ser, ya que, siempre avisa antes de llegar y aunque no avisara, él tenía la llave de casa. Rachel me dio una mirada de desconfianza, entendiendo lo que quiso decirme, salí de la habitación de los niños, bajé las escaleras silenciosamente y tomé un cuchillo que había en la cocina.

Lentamente me dirigí hacia un mueble que teníamos en donde dejábamos las llaves y otras cosas, las tomé y escondí mi mano detrás de mi espalda, para que el cuchillo no fuese visible. Coloqué la llave en la cerradura y la giré dos veces.

Rápidamente abrí la puerta, pero no había nadie, ni siquiera un auto pasaba por la calle. No había nadie paseando o caminando por la acera. Creí que habían sido niños jugando una broma de muy mal gusto, pero cuando mis ojos encontraron una carta a mis pies, mi corazón empezó a acelerarse.

La noche estaba silenciosa y las noches así, es cuando más debemos estar alerta, son las noches más tenebrosas.

Esto me traía muy malos recuerdos.

Tomé la carta y levanté la vista una vez más, asegurándome de que no hubiera nada ni nadie sospechoso. Cerré la puerta al estar segura que no había nadie, dejé el cuchillo sobre el mueble y abrí la carta.

"Sus hijos pagarán por la traición de sus madres"

FIN.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top