Capítulo veintitrés: ¿Quién eres en verdad?

La muerte... Una enemiga desde que tengo memoria.

Toda mi infancia se basó en muertes, mentiras y sufrimiento. Le hice mal a muchas personas y el karma siempre llega, más tarde, más temprano, pero llega y esta es mi condena.

Ahora sé exactamente lo que sucedió en la fiesta.

Ana se percató de que no estaba y me empezó a buscar, fue ahí cuando le envíe el mensaje a Katar y que él me dijera que saliera, pero lo que no sabía era que habían invadido la mansión esa misma noche.

Por eso Katar me dijo que saliera afuera, no era él. Era el enmascarado.

Luego esa extraña persona me llevó con el padre de Kan y lo demás es historia.

Pero la duda seguía en mi cabeza. ¿A quién había llamado Katar?

Luego del ataque a la mansión, les conté lo que había sucedido y ahora todos estaban pendiente del enmascarado y de una cura para mi. No importa cuanto me negara, ellos decían que encontrarían una cura.

En el fondo sabían que era una idea inútil, pero querían intentarlo, no querían quedarse de brazos cruzados viéndome morir.

En cuanto a Ana, cuando no tiene mucho trabajo ella me lleva a su departamento y me cuida. Dijo que si volvían a atacar la mansión no quería que yo estuviera allí y además quería cuidarme ya que en estos dos meses los síntomas ya se habían hecho presentes.

Por ahora solo tenía mareos de vez en cuando, pero luego se me pasaba.

Luego de eso me encuentro tratando de averiguar algo.

Los chicos han estado actuando extraño desde que me secuestraron. No me tratan diferente, pero es como si ocultaran algo y no tengo idea de que sea.

—Yo digo que es normal, al fin y al cabo no envenenan a tu amiga todos los días.

—Pasaron dos meses, Ana. Los conozco bien y créeme cuando te digo que algo ocultan.

—No pienses en eso. Trata de comer algo —dijo refiriéndose a la bandeja que tenía sobre mi regazo.

Últimamente Ana y yo nos habíamos acercado más. Ella me comprendía, era paciente conmigo, y aunque ella estuviera día y noche tratando de buscar una cura, siempre tuvo tiempo para mí, para cuidarme.

Ana rodeó la cama y se sentó a mi lado. Ella me miró y me dio una sonrisa cálida.

—Te hice jugo de naranja con tostadas.

—No es necesario que hagas esto. Me refiero a que no actúes como si esto tuviera una solución, porque no la tiene y todos ustedes están perdiendo el tiempo.

Suspiró y arrugó su nariz.

—En serio te quiero, Kate. Pero no nos puedes pedir que hagamos nuestra vida normal cuando sabemos que morirás por algo que un psicópata te hizo —suspiré.

—Mejor cambiemos de tema.

—Estuve investigando quien fue la persona que te salvó, pero por la cantidad de personas que mató en tan poco tiempo y un testigo, puedo deducir que es una persona bien entrenada, que no teme matar y sobre todo, no le teme al enmascarado —explicó.

Ana tiene razón, y estos meses estuve pensando en lo que sucedió aquella noche y si no fuera porque fui a la isla, diría que no sabría quien es, pero esa persona no tenía porqué ayudarme.

Simplemente lo hizo, sin esperar nada a cambio, simplemente me cuidó cuando estuve en un momento de peligro y aunque no quiera admitirlo, creo que sé quien pudo haberme salvado.

Fue ella...

No sé si eso es bueno o malo, pero creo que fue ella solo por el hecho de saber que en la clínica de Kan no habrían podido atenderme.

Si ella me salvó, significa que alguien le avisó sobre mi secuestro.

Me llevé la tostada a la boca para darle un mordisco y Ana soltó una risita y negó con la cabeza y yo la miré sin entender el motivo de su sonrisa.

—¿Qué?

—Tienes algo aquí —ella se acercó a mí.

Fruncí mi ceño sin entender y ella solo se acercó más y más hasta que nuestras narices se rozaron. Sabía por dónde iba a ir esto y aunque por un momento me sentí tentada, me alejé, porque si estoy por morir, no quiero que ella se ilusione con algo que no tiene futuro.

Además... No es lo mismo, no es ella.

Al alejarme ella frunció el ceño y me miró confundida.

—Es mejor que esto no continúe.

—Yo te quiero y tú me quieres, ¿Por qué te niegas a lo que tiene que suceder? —dijo en un tono molesto.

—Te quiero como amiga y sabes muy bien que esto no tiene futuro —mi voz sonó firme.

Ella suspiró y se cruzó de brazos.

—¿Pero si fuera ella no dudarías en pasar tus últimos días a su lado, verdad? —preguntó refiriéndose a Rachel.

No contesté, porque nunca me puse a imaginar que pasaría si ella estuviese conmigo. Pero lo que realmente quería era que todos aquellos a los que amo, se alejen de mí, para que no sufran y para no contagiarlos con mi desgracia.

—Creo que ya hice suficiente por ti, al menos hoy —se levantó de la cama.

Dejé con cuidado la bandeja sobre el colchón y fui tras ella. Ella tomó su cartera y su abrigo para luego bajar las escaleras y llegar hasta la puerta de mi departamento.

—Ana, es estúpido que te enojes por esto —la tomé del brazo y ella me miró.

—No, estúpido es que te estés muriendo y tú no hagas nada al respecto y encima piensas en una mujer que te hizo daño.

—Tú no sabes nada. ¿Crees que mi vida es fácil? Te recuerdo que la que se está muriendo soy yo, no tú. Y tú no eres quien para recriminar nada. No me conoces como tú crees y tampoco sabes la tormenta que vivo día a día.

—Tienes razón, en tu vida no soy nadie, pero fui quien te quiso de verdad.

—Te enamoraste de una condenada.

—No, me enamoré de alguien que no me ama, que es peor —ella abrió la puerta y al salir la cerró con fuerza.

* * *

Había estado pensando en lo que Ana dijo y es verdad que no hago nada al respecto de mi futura muerte, pero no hay nada que hacer cuando no existe una cura, más que pasar tiempo con los que amas y detener el enmascarado era prioridad, para que luego de mi muerte no siga atormentando a mis amigos.

Aunque siendo sincera, todavía no entiendo por qué me condenó a la muerte cuando él quería verme sufrir.

Estaba en la clínica de Kan y él me estaba haciendo un chequeo para asegurarse de que mi situación no empeorara.

Movió una lapicera para arriba, para abajo y luego para ambos costados para que yo pudiera seguirlo con la vista.

—Te sacaré sangre para verificar unas cosas —guardó su lapicera en su bolsillo del pecho.

Que no me duela...

Fue a buscar una aguja, una banda elástica y un desinfectante.

Mientras limpiaba el lugar en donde iba la aguja, yo cerré los ojos para no ver nada de lo que hacía, ya que me daban un poco de miedo las agujas.

Sentí como la banda elástica rodeó la parte superior del brazo para aplicar presión sobre la zona y apreté mis ojos.

—¿Te dan miedo las agujas?

—Apuesto a que tú también le temes a algo.

—Algo así —introdujo la aguja en la vena y yo solté un pequeño jadeo por el dolor.

Abrí mis ojos sabiendo que lo peor ya pasó y vi como colocaba mi sangre en un tubo y luego me quitó la banda elástica del brazo.

—¿A qué le temes? ¿A mostrarte por quien eres? —él levantó la vista con el ceño fruncido y una mirada fría.

Suspiró sabiendo que yo quería saber la verdad.

—Nací con un defecto, tenía ojos de un color inusual y mi padre se encargó de que jamás olvidar que jamás podrían aceptarme por como soy ¿Contenta?

—Deberías denunciarlo —solté.

—Lo quiera o no, él está poniendo de su parte para tu caso y no tengo pruebas.

—Kan, tus ojos no tienen nada de malo, solo...

—No me des ese sermón. Sé que tú tienes secretos, Kate, pero es tu vida y no quiero meterme en eso. Así que no te metas en la mía —se sentó en su escritorio y me bajé de la camilla.

Evidentemente no le agradaba hablar sobre esto, pero sabiendo que él es un buen chico que sufrió injusticias, quiero ayudarlo lo más posible antes de partir.

—Verás que un día encontraras a alguien con más heridas de las que tú tienes —él rodó los ojos.

—Trata de tener cuidado, no sé cuando los mareos volverán.

—Tranquilo —abrí la puerta y me fui del consultorio.

Al salir de la clínica caminé un poco y de pronto sentí que mi celular empezó a vibrar.

Miré mi celular y al ver que era un número desconocido supe que se trataba de él. Atendí y me llevé el celular a la oreja.

Genial, lo que me faltaba.

—¿Cómo lo llevas?

—¿Tú cómo llevas el hecho de que alguien casi arruinó tus planes?

—Ve a la quinta avenida que está cerca del Green Park —fruncí mi ceño, confundida.

Pensé en que había cerca del parque y lo único que había allí, era mi pasado.

—Si crees que iré a ese sitio, estás equivocado.

—Rachel está viva y si yo quisiera, podría matarla en un pestañeo.

—Pero no lo harás.

—¿No matarías a alguien que te traicionó, Kate?

—No soy como tú.

—Es cierto, tú eres una cobarde que huye del pasado —colgó.

¡Desgraciado!

¿De verdad ella estaba viva? Debería ir a rescatarla, pero ella misma cavó su propia tumba, sin embargo hay una parte de mi que quiere saber todo de ella.

No debería importarme, debería odiarla...

Salí de mis pensamientos cuando vi pasar un taxi y lo paré para que me llevara a ese lugar de mierda.

Sabía a lo que el enmascarado se refería, él quiere que yo vuelva allí para volver a mis orígenes, pero eso no sucederá. No soy la misma que antes.

Ya no soy lo que era, ya no soy una Jones, sino una Allen.

El taxi me dejó en una esquina, bajé y mientras caminaba hacia el lugar donde todo comenzó, mi mente revive los trágicos eventos de aquella noche.

La adrenalina, la emoción, el dolor, miedo y el sufrimiento, todos esos sentimientos y sensaciones en tan solo unas horas causaron un vació en mi, pero también me dieron una nueva oportunidad, a cambio de quitarme a quien más apreciaba.

Llegué al lugar que él me indicó y vi que la estructura estaba quemada, abandonada, llena de polvo, telarañas, bichos y el pasto estaba descuidado.

Un escalofrío me recorrió todo el cuerpo cuando puse un pie en uno de los escalones, pero aún así seguí subiendo, porque tenía que acabar este juego enfermizo.

Al entrar miré todo con mucho cuidado. Había pedazos de techo y escombros por todos lados, como si nadie se hubiera atrevido a venir aquí luego de esa noche.

Me dirigí a lo que era la sala de estar y allí lo vi. Alto, imponente, y muy seguro de sí mismo, pero estaba de espaldas.

—Todavía te preocupas por ella —su voz sonó distinta.

No trae su máscara.

—¿Por qué me trajiste aquí?

—Las circunstancias de la vida te trajeron aquí, para que recuerdes quién eres. Yo solo te di un empujón.

—Sé perfectamente mi pasado, mi presente y mi futuro.

—Siempre yendo contra la corriente.

—¿Dónde está?

Él se dio la vuelta, pero traía una capucha que le hacía sombra al rostro, impidiendo que yo vea quien era en verdad.

De todos modos hay mucha distancia para ver con exactitud quien es.

—Muerta —soltó con tranquilidad.

Al escuchar esa palabra, un nudo se me hizo en la garganta, mis ojos comenzaron a ponerse llorosos y mi corazón empezó a latir más rápido.

—Mientes, eso no es cierto.

—Ella quería volver contigo y no tolero que me traicionen, así que no tuve más opción que matarla.

—¿Por qué hacer todo esto? —mi voz sonó quebrada.

—Porque amo este juego que tenemos. Tú, yo, una ciudad entera a mi disposición y la adrenalina. El crimen es emocionante, manejar a las personas y usarlas a mi antojo es mi pasión y soy muy bueno en ello.

En ese momento recordé a una persona, con una personalidad similar a la de el enmascarado, pero no podría ser él está muerto.

—Ten —él me lanzó su máscara.

La miré y me di cuenta que él esperaba que me pusiera. Ante la ira y la impotencia que estaba sintiendo dejé caer la máscara y la pisé una y otra, y otra vez hasta que no quedara nada de ella.

—No importa que hagas o que digas, en algún momento de tu vida fuiste como yo —hizo una pausa—. Haremos algo que hará esto más entretenido de lo que ya es, dejaré que me hagas una pregunta y contestaré con total sinceridad.

Quería preguntar si de verdad ella estaba muerta, si de verdad la mató o solo es un juego psicológico. Aunque temía saber si de verdad era él, si de verdad era Oliver...

—¿Eres él? —rió cuando se dio cuenta de que ya lo había descifrado todo.

—Increíble, ¿no? —soltó una risita.

No... No puede ser él. Oliver está muerto, él murió junto a mis padres.

—Nada de lo que dices es verdad. Solo es un juego psicológico.

—No, sabes que todo esto es verdad —se acercó a mi.

Cerré los ojos con fuerza y sentí como una lágrima caía por mi mejilla mientras mi mente trataba de crear el escenario en el que Rachel estaba muerta.

Ella es una princesa, una guerrera, una sobreviviente, me costaba creer que un psicópata como él había logrado matarla, pero hasta que no vea un cuerpo, no hay pruebas, solo palabras.

—Te duele, ¿no es así? —escuché que decía—. Te duele saber que ella murió, porque aunque una parte de ti la odia, otra parte la ama. Porque aunque quieras odiarla hasta el punto de querer matarla, como a mi, no puedes, porque todavía vives en el pasado y ese siempre fue tu defecto. Siempre viviendo en el pasado.

—Tú no la mataste, yo sé que no y tú no eres Oliver.

—No eres la única sobreviviente, no te creas especial.

De pronto sentí como me faltaba el aire y empecé a toser, caí al suelo de rodillas y puse mis manos por delante de estas para no caer de cara y mi tos solo aumentaba.

—Aún tienes mucho por vivir, no puedes desfallecer.

Coloqué la palma de mi mano cerca de mi boca y en cuanto sentí una especie de líquido resbaladizo, miré mi mano y me di cuenta que era sangre.

Estoy tosiendo sangre...

Él se acercó a mí y se agachó para poder ver mi sufrimiento de cerca. Levanté la vista y pude observar un poco su rostro, traía una máscara de polar que solo dejaba ver sus ojos azules y sus cejas levemente rubias.

Con razón no podía ver su rostro.

Sus ojos expresaban maldad pura, emoción y excitación por lo que me estaba sucediendo.

Por un breve instante, no vi al enmascarado, vi a Oliver de pequeño. Los mismos ojos, la misma conducta, personalidad y ese brillo en sus ojos de gozar del sufrimiento del otro.

No quería creerlo, porque se supone que él murió, pero también puede ser un juego psicológico, siendo el enmascarado una versión similar de Oliver, pero en versión adulta.

—El hecho de que resistas más hace más interesante este momento.

—Ser como él... —mi respiración estaba empezando a fallar debido a la sangre que perdí — actuar como él, tanto en... personalidad... como en saber todo de mí... No te hace ser Oliver.

—No te recordaba tan terca, pero con el tiempo entenderás que tu única familia soy yo y que habernos traicionado fue un pecado del cual nadie te perdonará.

Seguí tosiendo y antes de poder decir algo más, sentí como mi cuerpo cayó al suelo como un costal de papas.

* * *

Al abrir los ojos me encontré en la habitación de la mansión. Lo primero que vi fue a todos, menos a Joanna, mirándome como si fuera un objeto delicado, como si me pudiera romper en cualquier momento.

—¿Cómo te sientes? —Ana se sentó a mi lado y empezó a acariciar mi cabeza de manera delicada.

—¿Qué sucedió? —me senté en la cama y los chicos se miraron entre sí.

—La persona que te salvó cuando te secuestraron en la fiesta, te salvó otra vez —soltó Vanlo.

Sentí un fuerte dolor de cabeza y al parecer Ana lo supo, porque me ofreció un vaso de agua y una pastilla para aliviar el dolor.

—Gracias —tomé la pastilla.

Ella no dijo nada, solo se limitó a darme una sonrisa cálida entre tanta desgracia.

—¿Podrías dejarnos solos, Ana? —ella frunció el ceño.

—Claro —dejó un suave beso en mi cabeza.

Se levantó de la cama y se fue cerrando la puerta de mi habitación. Kan estaba apoyado contra la pared, Firox estaba sentado en la silla de mi escritorio, mientras que Vanlo y Katar estaban de brazos cruzados.

—¿Por qué me miran como si hubiesen hecho algo?

—Todavía no hicimos nada, porque sabemos que te enojarás —soltó el peli marrón.

—El veneno está avanzando y atrapar al enmascarado se vuelve cada vez más difícil y Ana no es capaz de detenerlo —explicó Kan.

—Y estos meses estuvimos discutiendo y llegamos a la conclusión de que Rachel vuelva, es lo mejor —soltó el ojiazul.

¡No! No, no, no, no quiero que vuelva.

—Ella está muerta, el enmascarado me lo dijo —solté.

—Cuando supe que habías sido envenenada, dije que llamaría a alguien.

—Él me lo dijo, Katar. Rachel está muerta —él negó con la cabeza.

—Rachel fue capaz de salvarte porque Katar habló con ella, si fuera por Ana, todavía seguirías desmayada en una casa abandonada —comentó Kan.

—Él te mintió, fue Rachel quien te trajo de vuelta a la mansión.

Lo sabía, él no la mató.

—Aún así, viva o muerta Rachel siempre será una traidora. No cuenten con mi apoyo para esa locura, solo nos pondrán en peligro.

—¿Más peligro del que hay ahora? No, ella se redimió —Vanlo sonó convencido.

—No buscamos tu apoyo. Yo ni quería decírtelo, pero Katar y los demás insistieron en que debíamos decírtelo —dijo el peliblanco.

Ignoré su comentario y miré a Katar a los ojos y me di cuenta que él estaba siendo sincero y que creía en Rachel.

Otro que caerá ante ella.

Suspiré, porque sabía que no importaba que dijera, nada cambiaría el hecho de que ella volviera.

—Quiero hablar a solas con Kate —soltó el ojiazul.

Los demás rápidamente abandonaron mi habitación y solo quedamos nosotros dos, sumergidos en un silencio en donde yo lo miraba con ira, mientras que él solo trataba de soportarme.

—Sé que te duele, pero es lo mejor. Piensa que ella puede darnos información sobre el enmascarado.

Ahora que todo estaba en silencio, recordé todo lo que sucedió en la casa de mi infancia, el enmascarado me dijo que supuestamente era Oliver, algo imposible, pero si Rachel volvía, significaba que ella podría decirme quien es en verdad.

—Descubrí algo respecto a él —Katar abrió los ojos, sorprendido.

—¿Un cura? —negué con la cabeza.

—Creo que sé su nombre, pero no confío en que sea verdad.

—Eso es genial, podría ayudarnos a atraparlo a él y a sus cómplices.

—No, si te digo su nombre, es porque no se lo vas a decir a nadie o sería mi fin.

Él arrugó la nariz y frunció el ceño, demostrando que no entendía nada de lo que estaba diciendo.

—Es Oliver...

—¿Ese no era tu...?

—¿Hermano? Sí, dice ser él, por eso no puedes decirle nada a nadie.

—¿No estaba muerto?

—Yo también estoy muerta entre la sociedad, pero aquí estoy.

Oliver era mi hermano y murió aquella noche que cambió mi vida, pero no puedo explicar cómo fue que sobrevivió, si en las noticias se decía que había cuatro cadáveres. Mis padres, mi hermano y el hermano de Shera, quien tenía un año más que yo.

Gracias a él y a que el fuego era tan potente que se encargó de no dejar ningún rastro, pude fingir mi muerte.

Revivir esa noche en mi mente es algo que no quiero, pero las coincidencias son muchas. Tiene sentido que sea Oliver, pues solo él sabía donde me refugie antes de encontrar a Katar y por eso derribó el edificio Brown, por eso me llevó a la isla, por eso usó a Rachel. Usó mi pasado contra mi presente y futuro.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top