Capítulo veintisiete: ¿En quién debo confiar?

Desde que Rachel había perdido su collar, había estado extraña, primero estuvo enojada y furiosa, luego estuvo feliz durante un día, tenía una sonrisa que nadie era capaz de quitarle y desde hace tres días ella estaba pensativa, como si estuviera planeando algo.

Una noche salió, hasta hoy no ha vuelto y eso me preocupa.

Cada noche que ella pasa fuera de la mansión, mi mente crea escenarios en donde ella podría estar en peligro y tal vez por miedo a que eso pase, me quedo cada noche esperando en el sofá a verla entrar por la puerta y saber que está bien.

La buena noticia era que Katar tenía su primera entrevista de trabajo, su trabajo consistía en ser bar tender y la verdad se le daba bien, ya que Katar sabe mucho de alcohol y todo tipo de bebidas.

—La pregunta es por qué lo hace, por qué vengarse —Vanlo me enseñó unos cómics que había sobre su cama.

—No lo sé, ¿poder? Si de verdad él es Oliver, si de verdad es mi hermano, querrá todo lo que le pertenece y eso incluye aliados, armamento y seguro querrá a las personas que solían trabajar para nosotros.

—Dudo que sea solo eso, mira —me dio un cómic en donde aparece el Guasón y otro en donde aparecía Batwoman y su hermana.

Observé los cómics y seguía sin entender lo que me quería decir.

—En mi opinión hay tres clases de criminales, los que hacen todo por placer y diversión, como el Guasón, los que están dispuesto a destruir a su familia, con tal de vengarse, como Alice, la hermana de Batwoman y por último, los que están dispuestos a todo con tal de demostrar algo, no importa que sea, como El Batman que ríe —dijo como si fuera obvio.

—¿Me estás diciendo que mi posible hermano que revivió de la muerte es una combinación de esas tres clases de criminales? Ni siquiera sé por qué querría vengarse, hasta ahora solo me ha lastimado a mi, no a ustedes.

—Ya es un indicio de venganza. Algo debiste haber hecho en el pasado para que él quiera hacerte daño —negué con la cabeza.

No hice nada, querer libertad no es crimen.

Me senté en la cama, frustrada por no saber más de él, por no entender lo que realmente pretendía y si de verdad era Oliver, mis amigos corrían más peligro de lo que creía.

—Por cierto, ¿El enmascarado, Oliver, quien sea, no tendrá ningún rasgo que lo identifique?

—No, ni siquiera pude ver su rostro para saber si es él, no me deja verlo.

Escuchamos un sonido de notificación, miré mi celular y abrí el mensaje. Era del número desconocido.

DESCONOCIDO: NO DEBES CONFIAR.

Kate: ¿En quién no debo confiar?

Fruncí mi ceño ante el mensaje, cada vez entendía menos los mensajes del desconocido y tampoco entendía por qué me ayudaba. ¿Qué ganaba a cambio de ayudarme? ¿Estaba de mi lado y no del enmascarado o solo es una trampa?

No lo sé, solo sé que voy a acabar con esto, más tarde o más temprano, lo haré.

—Vanlo, debo ir a trabajar —suspiré—. Por favor, si Rachel vuelve ¿me podrías avisar? Tengo que hablar con ella de algo.

—Claro, te aviso cualquier novedad —me dio una sonrisa cálida.

—Te veo en la noche —tomé mi bolso y salí de su habitación.

Bajé las escaleras y vi que todavía seguía la almohada que había usado la noche anterior mientras esperaba a que ella regresara.

Ella no volverá, no tiene por qué hacerlo...

Como si la hubiera invocado, alguien abrió la puerta y pude verla. Estaba bien, como si nada hubiera pasado, pero esta vez traía su collar.

Levantó su vista y sus ojos azules se encontraron con mis ojos verdes, pero rápidamente bajó la mirada y se quedó allí, sin hacer o decir nada.

Tiene su collar...

—¿Encontraste el collar?

—Algo así, supongo...

—No quiero que parezca que te controlo o algo así, ¿pero dónde estuviste estos tres días? Te fuiste sin decirle nada a nadie —apreté la tira de mi bolso con un poco de nervios.

No sé por qué estaba nerviosa, al fin y al cabo es mi mansión y puedo preguntar lo que quiera, incluso si una traidora nos volverá a traicionar.

—Tenía cosas que hacer —se molestó al responder.

—¿Qué cosas?

—Cosas que no te incumben —ella empezó a caminar sin volver a mirarme.

—Tienes razón, no me incumbe, pero es mi mansión, deberías avisar...

—La mansión es de Katar y tuya, él nunca me pidió una explicación, además ¿por qué te la daría? —su tono de voz sonó a arrogancia.

Lo que me faltaba, que Rachel actúe como cuando la conocí.

—Porque esta idiota que estás viendo se quedó cada noche aquí —señalé el sofá blanco— en este sofá, esperando a que volvieras porque tenía miedo a que algo te suceda. Creo que es una buena razón...

—No te pedí que lo hicieras —dijo con frialdad y eso me hizo preguntarme varias cosas.

¿Dónde estaba su collar? ¿Cómo lo encontró? ¿Por qué estaba actuando así de fría conmigo?

¿Es en serio? ¿Qué rayos le sucede? Si ella va a actuar de esta manera, mejor que se largue y consiga una casa.

—Bien, entonces la próxima vez que te oculte algo no me lo reproches, porque te conozco y sé que me estás ocultando algo. Solo espero que no sea otra traición.

Ninguna dijo nada y nos sumergimos en un silencio incómodo.

—¿Tanta desconfianza generé en ti?

—No, me enseñaste que clase de persona eres y la verdad eres de lo peor —tomé mis llaves y me dispuse a abrir la puerta y dejarla atrás.

No lo había pensado, ¿pero era posible que el mensaje se refiriera a Rachel? ¿En ella no debo confiar? ¿Qué oculta esta vez? ¿Por qué no puede confiar en mí?

Tomé un taxi ya que no podría ir en mi motocicleta debido a mi estado y por el tráfico que había, llegué en media hora al trabajo. Al llegar algunas personas me saludaron como un día normal, mientras que otras me veían mal por lo que sucedió en la fiesta de Matt.

Mi jefe nunca mencionó nada al respecto y si es posible prefiero no sacar el tema. Ana me dijo que ayer Matt fue juzgado, gracias a que el juez es amigo de ella y le debía un favor. Con las pruebas que había y gracias a algunos compañeros de trabajo, parece que Matt estará varios años en la cárcel.

Lo malo de salvar a muchas chicas es soportar las consecuencias, pero lo valía, porque los comentarios que hacía Liam no eran nada comparado a la tensión que vivía con Rachel.

Entré a nuestra oficina y vi que Liam me dio una mirada de muerte. Me dirigí a mi escritorio, me senté en la silla giratoria y prendí la pc.

—Supongo que todo salió bien, ¿no? —ignoré su comentario—. Al fin y al cabo no puedes confiar en nadie —levanté la mirada cuando dijo eso.

Me recordó al mensaje que el desconocido me mandó, pero no tendría sentido que fuera Liam, él me odia y yo no siento ningún tipo de aprecio hacia él.

—Nadie pidió tu opinión, agradecería que trabajemos en silencio.

—No me refería a lo que sucedió con Matt —fruncí el ceño y lo miré confundida—. Me refería a que todo salió bien con tu novia.

—¿Qué dices?

—Estuve en la fiesta y vi cómo la mirabas, como si fuera la única chica en tu vida y déjame decirte que no es así —su mirada no se despegaba de la mía.

Lo es, ella es la única chica que quiero en mi vida, pero no confío en ella por completo y no puedo permitir que ella esté cerca de mi, solo la dañaría más.

No lo había visto en la fiesta y si de verdad hubiera estado, creo que hubiera intervenido para ayudar a Matt. Algo no concuerda.

—Si estuviste en la fiesta, ¿por qué no apoyaste a Matt? Era tu amigo después de todo.

—Después de todo las cosas cambian, ¿no, Kate?

No hice caso a su comentario sin sentido y seguí trabajando en la publicidad que tenía que hacer, hasta que mi horario de almuerzo comenzó y me fui a comprar una hamburguesa con papas fritas.

De pronto escuché como mi celular sonaba y nuevamente, era un número desconocido. Ahora la cuestión era saber cual, si el enmascarado o la persona que me ayuda.

Atendí la llamada y salí de la oficina.

—¿Hola...? —escuché una fuerte respiración.

—Te dije que no confiaras —su tono de voz sonó a regaño.

—¿En quién no debo confiar? ¿Por qué tantos enigmas?

—Tú sabes quien... —decidí cambiar de pregunta.

—¿Y la cura? ¿Cómo sabes qué estoy mal? ¿Cómo sabes que existe una cura?

—Haces muchas preguntas. Te conozco Kate Jones, sé tu historia, sé tu pasado y presente, sé lo que harás y lo que no harás, sigue mis consejos y todo saldrá bien...

—¿Y si no lo hago? ¿No te conozco y me pides que confíe en ti? —cuestioné.

—¿Quién diría que eres tan desconfiada...? —su pregunta fue retórica.

—Me pediste que no confiara, no confiaré en ti.

—Entonces estás trazando tu camino hacia tu ruina, tu perdición y destrucción... —lo próximo que escuché fue un pitido.

Me quedé pensando en la llamada, sabe que puedo rastrearla, pero es notorio que quiere ayudar, sino no hubiera respondido mis preguntas. ¿Por qué querrá ayudarme? No veo lo que esa persona gana con ayudarme.

* * *

Faltaba una hora para poder irme del trabajo y en ningún momento dejé de pensar en lo que dijo la persona al otro lado de la línea. ¿Qué quiso decir con que estoy trazando mi camino hacia mi ruina, perdición y destrucción? ¿Cómo me conoce? Si todos los que me conocían murieron o creen que estoy muerta. Esto no tiene sentido.

En eso escuché que me llegó un mensaje de Katar.

Katar: Necesito que vengas al bar, es urgente.

Kate: ¿Qué sucede?

Katar: Rachel, ella está bebiendo de más y no puedo irme de la barra.

Kate: Dime la ubicación del bar, ya voy.

Katar me pasó la ubicación del bar y tuve que ir a la oficina del Señor Duk para poder pedirle permiso para salir antes del horario, debido a que tenía una emergencia.

Tomé el primer taxi que vi y le di la dirección. Al llegar le pagué rápidamente al chofer y salí del auto para adentrarme en el bar.

El bar era un descontrol increíble, había gente bailando, saltando, bebiendo hasta quedar inconsciente, personas peleando, bueno, había personas de todo tipo. Las luces eran de color rojo, azul y verde, eran muy potentes.

Me acerqué a la barra y vi a Katar que estaba hablando con un chico que parecía estar interesado en él.

Pobre, no sabe que Katar es el hombre más hétero que existe.

Él me vio y me dio una mirada de emergencia. Me acerqué a ellos y golpeé el hombro del chico de manera inocente, pero fue a propósito.

—Disculpa.

—Tranquila —su mirada volvió a Katar.

Él estaba preparando una bebida de un color rojizo y luego la sirvió en una copa triangular.

—Vi como miras a mi amigo y por tu bien, te digo que el es hétero —se desanimó un poco al decirle eso.

—Ah... No quería incomodarte —le dijo al ojiazul.

—Tranquilo —el chico le dio una cálida sonrisa y nos dejó a solas.

Observé el bar y vi que en el bar había varias personas de la comunidad LGBT, algo que me llamó la atención. No sabía que existían estos tipos de bares.

—¿Katar, este bar es un...?

—¿Bar LGBT? Sí, pero necesito el empleo, además no me molesta trabajar en el bar, mis compañeros son agradables —reí.

Moriría por ver a Katar trabajando aquí.

—Deberías tener un letrero que diga que eres hétero —me burlé.

—Ja, ja, muy graciosa —rodó los ojos.

Con la mirada revisé todo el bar y no encontré ningún rastro de Rachel y eso me preocupó, alguien podría hacerle algo y no me lo perdonaría.

—Oye, Sam —un rubio se dio la vuelta y se acercó a nosotros.

—¿Qué pasa, Katar?

—¿Y la chica que estaba en esa mesa? —el ojiazul señaló una mesa vacía en la cual solo había una botella de cerveza.

—Creo que la vi cerca del escenario —rápidamente me dirigí al escenario.

No importa quién estuviera en mi camino, atropellaba a cualquier persona y cuanto más me acercaba al escenario escuchaba más halagos, personas aplaudiendo y chiflando.

Cuando dirigí mi vista al escenario pude ver que Rachel estaba borracha, bailando como si nada y lo peor, no tenía remera, solo estaba en un top de color gris.

Sin dudarlo, me subí al escenario y me puse delante de ella para que nadie la pudiera ver y me empezaron a abuchear. Me saqué mi camisa escocesa de color rojo y negro y se la puse para poder taparla.

Ella me sonrió.

—¿Cuánto bebiste? —ella lo pensó por unos minutos

—¿El bar entero? —río.

—Mejor vámonos.

Pasé un brazo de Rachel por mi cuello y coloqué mi mano sobre su cintura para no dejarla caer y mientras todo el mundo se quejaba de que la había sacado del escenario, bajamos y la llevé a una mesa que estaba desocupada y la senté en la silla.

Empecé a abrochar los botones de la camisa y sin darme cuenta, ella me dio un beso en la cabeza. Tenía un olor a alcohol repugnante, debería darse una ducha.

—Te ves linda cuando te enojas —soltó una pequeña risita.

—Tengo que llevarte a casa, no puedo dejarte en este estado —terminé de desabrochar el último botón de la camisa.

De pronto un grupo de varias personas, pero en su mayoría chicas, se acercaron a nosotras y se veían molestos.

—Estábamos viendo el show —dijo una chica gótica.

—Sí, bueno, el show se acabó, por si no te enteraste.

—Deja que la puta vuelva al show —fruncí mi ceño y la manera en como lo dijo me hizo enojar.

—¡ANTES DE DECIRLE ASÍ TE MATO! ¡¿ENTIENDES!? ¡JAMÁS LE VUELVAS A DECIR ASÍ! —grité para que todo el bar pudiera escucharme y así fue, pues todos se quedaron callados, sin decir nada.

—¡Eso, mi amor! ¡Demuestra quién manda! —Rachel me alentó ante la pelea.

—¿Es tu novia? —preguntó si creerlo.

—Sí y con mucho orgullo —la chica gótica se acercó y me miró de arriba abajo.

—No pareces su tipo —dijo una chica de cabello negro.

—Y tú no pareces alguien que pueda soportar un puñetazo.

—Queremos que ella siga bailando —Katar se acercó a mi.

—Creo que ya quedó claro que eso no sucederá.

Ellos dieron unos pasos hacia adelante y apretaron sus puños, en señal de que si no accedíamos a lo que pedían, nos iban a golpear.

—Somos más que tú, no podrás contra todos nosotros.

—Te sorprenderías de lo que soy capaz —le dije con una mirada amenazadora.

—¡No sabes de lo que es capaz! ¡Es capaz de hacerte sentir locuras! —volvió a hablar y Katar se acercó a ella para ver si estaba bien.

Quien diría que una persona borracha diría lo que siente.

Sabía cómo iba a terminar esto y antes de que esto empezara, le di una piña en la nariz. Al parecer le pegué muy fuerte porque empezó a salirle sangre. Incluso estando débil aún tenía fuerza.

—Ahí tienes tu espectáculo.

—¡Eso, mi amor!

—Vámonos, ya hablaremos luego.

La tomé de la mano y le dije a Katar que me la llevaría a casa porque en la mansión todos iban a hacer preguntas y no quería responder nada.

A la salida del bar, paré un taxi y una ráfaga de viento hizo que la piel se me erizara. Rachel se dio cuenta de eso y me abrazó.

—Para que no tengas frío —sonreí por eso.

En menos de veinte minutos llegamos a mi departamento, le pagué al taxista y luego nos bajamos del auto. Mientras subíamos el ascensor para llegar a mi departamento me di cuenta que mi camisa olía a alcohol, pero prefiero eso a que Rachel esté sin nada.

No sabía si estaría bien decirle lo irresponsable que fue al beber sin control, al fin y al cabo no sabía por qué estaba bebiendo.

Abrí la puerta de mi departamento y la cerré para luego subir las escaleras y acostarla en mi cama. Le quité las botas que llevaba puesta para que descansara mejor.

Ella sonrió, como si hubiera hecho una travesura.

—¿Por qué bebías? —pregunté con tranquilidad.

—¿Prometes no decirle a Kate?

Rachel casi nunca había bebido y creo que por eso el alcohol hizo un efecto fuerte en ella.

—Claro —le aseguré.

—Ella se muere, yo no puedo evitarlo y la indiferencia y la manera en como me trata me duele —ella se tapó los ojos con su brazo.

Me sentí mal por eso, no quería hacerla sentir mal, pero no sabía cómo manejar el hecho de que la mujer que amo me traicionó con mi peor enemigo y mientras muero debo convivir con ella.

Me da miedo que ella me vea débil y vulnerable. Me da miedo que ella vuelva a herirme, sufrir otra vez y que nos alejemos nuevamente.

Quería saber la verdad de todo. El alcohol le hacía decir la verdad, creí que sería un buen momento para preguntarle algo que nunca me atreví.

—¿Por qué... te enamoraste de ella? —temí preguntar.

—Me atrajo desde la primera vez que la vi, creo, sí, fue cuando le lancé una flecha —ella río y se pasó la mano por su cabello—. Su cabello, sus ojos, esos profundos ojos verdes que pueden ser la debilidad de cualquiera... Sus labios son la mejor parte. Bueno, no, lo mejor de ella es que siempre estuvo para mí, incluso cuando supo que por nuestro amor podría morir, amo a mi forastera...

Sonreí al escuchar eso.

—¿Aún la quieres? —Tenía miedo de saber la verdad.

—No la quiero, la amo, pero creo que ella a mi no —se entristeció.

Ella bajó la cabeza y jugó con sus dedos.

Hiba a decir algo estúpido, pero solo quería que ella fuera feliz. Aunque no fuera conmigo.

—¿Has pensado en buscar a alguien más?

—No, la quiero a ella y punto.

Vaya, que decidida para estar ebria.

Empecé a acariciar su cabeza para que se pudiera dormir, eso siempre solía funcionar.

Rachel me miró y puso su dedo en la punta de mi nariz.

—¡Pop! —sonrió.

—Estás muy mal, en serio...

—¿Sabes qué también está mal? Que Kate me haya mentido, yo también lo hice pero esto es diferente. Creo que por fin se como se sintió ella. Le rompí el corazón, la traicioné y aún así ella me dejó vivir en su mansión.

Me quedé en silencio, sin saber qué decir. Ella estaba diciendo todo lo que yo quise saber todo este tiempo.

—¿Sabes por qué odio a Ana? —negué con la cabeza.

—No, no tengo idea —suspiró.

—Ella es perfecta para Kate, ella es una policía, respeta la ley, no es una asesina como yo... Y de seguro no le rompió el corazón como yo... —se lamentó.

No me importa si eres una asesina, yo te amo...

Tal vez ella estaba sufriendo por mi culpa y yo sufrí por la suya, pero no fui yo quien rompió la confianza entre nosotras, no fui yo quien no confió en su pareja. Me duele que sufra, pero una parte de mi sabe que es el karma, así como yo sufrí, ella también va a sufrir.

—Trata de dormir —puse el acolchado sobre ella, tapándola.

Me levanté de la cama para dejarla descansar, pero al hacerlo sentí que ella me tomó de la mano.

—Siéntate... —ordenó.

—¿Ya estás mejor? ¿Sabes quien soy?

—Creo que sé quien eres, pero tengo miedo de admitirlo —murmuró.

Creo que el efecto del alcohol se le estaba pasando.

La miré a los ojos y en ellos vi tristeza, amor y miedo.

—¿Por qué tienes miedo? —exigí saber.

—Por lo que voy a hacer...

No me dejó responder.

Sus manos se colocaron suavemente en mis mejillas y unió nuestros labios en un beso que lo decía todo lo que yo quería saber. Por la manera en como me besaba, supe que me extrañaba, que tenía miedo de perderme y que todavía me amaba como el primer día.

Le seguí el beso por un breve momento, pero me aparté asustada por miedo a que fuera solo un sueño, pero no fue así.

Era real, el amor que no debió ser es real y eso me aterra y me fascina a la vez, pero también me hace creer que hay algo que Rachel nunca me dijo.

El motivo de la traición.

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