Capítulo veintinueve: Adiós

Miedo.

Era la única palabra que podía usar para la escena que estaba observando. Sabía que tarde o temprano alguien pagaría las consecuencias de mis actos del pasado, solo que nunca quise creer que podría pasar, porque me aterraba la idea de perder a alguien a quien amo.

No sé como sucedió, pero el matón está en el suelo, inconsciente, mientras que Vanlo está al lado de Firox, llorando. Su rostro se puso colorado y gritaba por ayuda, pero era en vano.

Sin creerlo me acerqué a ellos y con las pocas fuerzas que tenía, Firox dirigió su mirada hacia mi.

—¡No te puedes morir! ¡No puedes dejarla sola! —Vanlo estaba asustado al igual que yo y recurrió a la desesperación.

—Cuídala... —le susurró al peli marrón.

—No puedes irte, ella te necesita... ¿Por qué lo hiciste?

—Ella te ama... La haces feliz... y ... quiero que sea... feliz ... —su respiración empezó a ser más lenta.

Me tomó de la mano, una lágrima cayó de mi ojo y resbaló hasta caer en nuestras manos unidas.

—Cuídalos... —se refirió a Vanlo y Joanna.

Asentí varias veces en medio del llanto y ambos observamos cómo sus ojos grises se cerraron, como su pecho ya no subía ni bajaba, observamos cómo el alma de nuestro amigo abandonó su cuerpo para pasar a una mejor vida.

Me tapé los ojos con la mano, para que Vanlo no me viera llorar. Odio que me vean triste, pero la verdad era que no quería seguir viendo el cadáver de mi amigo.

Todo fue mi culpa, si hubiera sabido que Oliver estaba detrás de esto desde la isla, no hubiéramos llegado al punto de perder a alguien.

—Fuiste el mejor... —susurró.

Vanlo no dijo nada y no esperaba que lo hiciera. Las lágrimas seguían cayendo y de algún modo seguíamos asustados, porque esto recién comenzaba y lo peor sería darle la noticia a Joanna.

Ahora entiendo el mensaje que estaba escrito en la pared, el verdadero sufrimiento de todos empezó con la muerte de nuestro amigo y hermano.

En silencio, Vanlo lo tomó en sus brazos y mientras solo se oían nuestros llantos, caminamos de vuelta a la sala en donde estaban los estantes. Salimos de ese lugar que ahora me parecía espantoso, caminamos hasta el auto y abrí la puerta de la parte de atrás para que Vanlo recostara a Firox en los asientos.

Antes de cerrar la puerta lo vi por última vez y su expresión facial era de paz. Murió protegiendo a quien consideraba su hermano y sobre todo, murió para que Joanna y Vanlo pudieran estar juntos.

Sinceramente tengo miedo de la reacción de Joanna, porque aunque a veces se peleaban, se querían demasiado.

Entré al auto por la puerta del copiloto y él encendió el motor del auto. De pronto escuchamos como me llegó un mensaje, pero Vanlo no le prestó atención. Su mirada estaba en frente, pero su mente y corazón no están en este mundo, sino en el mundo en donde Firox no existe.

Su mirada triste lo dice todo.

Desbloqueé mi celular y leí el mensaje.

Rachel: No encontramos a Ana, estamos en la clínica. ¿Cómo están? ¿Estás bien?

Quería contarle todo lo que tenía adentro de mi, pero no me atrevía a decirle a Vanlo porque no lo ayudaría. Además no sabía como decir una noticia así por mensaje, no era lo correcto.

Kate: Nos vemos allá.

—Nos esperan en la clínica —susurré, pero no recibí respuesta alguna.

El viaje fue en silencio y yo estaba nerviosa, adolorida tanto físicamente como emocionalmente y con miedo, porque sabía que Oliver no se detendría hasta acabar con todos y cada uno de mis amigos.

Llegamos a la clínica, bajamos del auto y Vanlo abrió la puerta para poder cargar a Firox en sus brazos y entrar.

Entramos y todo el mundo se puso de acuerdo para vernos, pero las miradas de doctores y pacientes se dirigieron a el cadáver que Vanlo cargaba con pesar. Las enfermeras nos ayudaron y nos abrieron las puertas para luego encontrarnos con Kan, Rachel y Katar.

Los tres levantaron la mirada, pero rápidamente bajé la vista porque no tenía el valor de verlos a los ojos. Me sentía culpable porque en parte era así, todo fue por mi culpa, yo los arrastré conmigo a este infierno

—¿Qué...? —Katar habló, pero al vernos no supo que decir.

En cambio Rachel me observó de arriba a abajo y no dudó en correr a abrazarme. No me contuve, solo quería llorar.

—¿Puedes... ocuparte? —habló con un nudo en la garganta.

Kan asintió sin decir palabra alguna, lo tomó en sus brazos y llamó a un grupo de enfermeras para decirles algo que no llegué a escuchar porque estaba demasiado nerviosa para prestar atención.

—Joanna está bien, si quieres puedes pasar a verla —Vanlo solo se limitó a asentir y se dirigió al consultorio y entró.

Rachel colocó su mano en mi mentón e hizo que nuestras miradas se cruzaran. Sus ojos me analizaron y frunció el ceño cuando vio lo que tenía en el brazo.

—¿Quién te hirió? ¿Te duele? Kan, debes revisarla —habló con rapidez y me dio la impresión de que estaba nerviosa.

—No es necesario, solo son golpes. Estaré bien en unos días.

—Si solo es eso, debes descansar, tengo un consultorio libre —comentó el peliblanco con un hilo de voz.

—No lo necesito... —asintió y se dirigió a la puerta de color blanco

para entrar al consultorio.

De pronto sentí una mano en mi hombro, era la de Rachel. Me estaba acariciando suavemente para que pudiera tranquilizarme, pero la verdad era que tenía ganas de llorar sin parar.

Me aferré a Rachel cuando sentí que iba a largarme a llorar. Ella solo me abrazó más fuerte y no me soltó en ningún momento.

De reojo vi a Katar y se nos unió al abrazo.

Éramos tres almas perdidas destinadas a perder a quienes amamos.

                          * * *

Las horas transcurrieron y Vanlo no salía del consultorio y yo no me animaba a entrar, tenía demasiada culpa para ver a Joanna a los ojos.

De pronto una sombra me sacó de mis pensamientos, era Katar que me había ido a comprar café para calmarme, aunque francamente no sé que me podría calmar.

Tomé el vaso, bebí un sorbo y los miré. Sabía que ellos querían saber que sucedió en el depósito.

—¿Quieres contarnos? Si no te sientes lista no hay problema —Rachel me dio un beso en la frente y cerré los ojos para disfrutarlo.

—Nosotros fuimos a la casa abandonada, no había nada. Todo fue una trampa para distraernos —dijo él mientras se sentaba en el asiento de metal que estaba a mi lado, quedando en medio de ellos dos.

Suspiré y tomé valor para tratar de contarles lo que sucedió.

Empecé a contarles lo que sucedió con detalles y mientras lo hacía, revive esos momentos en mi mente y cada vez el miedo por la reacción de Joanna al saberlo, aumentaba.

Kan vino por el pasillo y se acercó a nosotros con una expresión triste y deprimente, pero jamás lo veríamos con lágrimas en los ojos.

Suspiró.

—Tengo buenas y malas noticias sobre el veneno en tu sangre, Kate.

—Dime.

—La buena noticia es que existe una cura, pero es casi imposible encontrarla. La cura proviene de una planta que se está extinguiendo y aunque encontramos la cura, el camión de Lab's Waker que la transportaba fue emboscado por una persona desconocida y se la llevaron. No estamos seguros, pero creemos que fue Oliver, solo él tendría motivos para hacer algo así.

—¿Fue solo una persona? —asintió.

—Estatura promedio, cabello blanco y estaba vestido de negro —fruncí mi ceño.

—Oliver es rubio de ojos azules y siempre fue alto. Creo que te estás confundiendo...

—Le diré a mi padre que revise bien el video de la cámara de seguridad.

—¿Cómo está Joanna? ¿Ya despertó? —pregunté con miedo y Kan asintió.

—Creo que Vanlo no puede decírselo —soltó Katar.

—Tal vez debamos ir con ellos —la ojiazul me miró.

Me levanté del asiento, di unos pasos hasta la puerta blanca y coloqué mi mano sobre la manija de metal y la giré para que podamos entrar. Al abrir la puerta vi a Joanna sonriendo mientras Vanlo estaba de espaldas y le tomaba la mano.

—Creí que te perdería —ella negó con la cabeza.

—No quiero que estés triste, ya estoy mejor, pero Kan dijo que debo quedarme aquí por unos días —levantó la cabeza cuando se dio cuenta de que estábamos adentro.

Nos acercamos a la camilla, pero yo no podía, no tenía valor.

—¿Por qué esas caras largas? Estaré bien —una lágrima cayó por la mejilla de Vanlo.

—No estamos así por ti... —soltó el peliblanco.

—Sucedió algo que debemos decirte... —solté con miedo.

—Antes de que digas algo, ¿Dónde está Firox? Debe estar preocupado por mi estado.

Nos miramos entre nosotros y por lo que vi, nadie sabía cómo decirlo de manera sutil.

—Él... —Rachel habló.

—En la morgue —el peli marrón soltó en medio del silencio.

Joanna nos observó a todos, se río por los nervios y negó con la cabeza, sin poder creer el fin de su hermano.

—No están hablando en serio...

—Perdón, mi amor —él la abrazó y fue inevitable que se largara a llorar.

Joanna nos pidió que le contemos como había sucedido y revivirlo otra vez fue doloroso, cada palabra que Vanlo decía, era como si me lastimara a mi. Aunque los más afectados son ellos dos.

Sin querer hacerlo, me vi obligada a huir del consultorio. No aguantaba estar ahí sin sentirme culpable.

Me senté en una de las sillas de metal y traté de calmarme, pero no podía. Sentía que me estaba asfixiando, fue entonces cuando sentí que una mano suave y cálida se juntó con la mía.

—Te conozco y quiero decirte que a pesar de todo, me tienes a mi —me dio una sonrisa cálida.

Aún seguíamos peleadas, pero no era momento para eso. Quería sentirme a salvo y Rachel solo quería ayudarme, por esta vez debería dejar nuestras diferencias de lado.

—Yo debí morir, no él —una lágrima recorrió mi mejilla.

—Pero no estaba en tus manos. Firox se sacrificó por ti, por Vano, por Joanna y por todos nosotros. Su muerte no será en vano.

—Ahora actúas como una guerrera.

—En la isla, cuando un soldado muere en una batalla, nunca muere, su familia, sus amigos y conocidos jamás lo olvidarán. Cuando eso sucede, en la isla decimos que se fue a la otra vida, en donde sigue con vida gracias a los recuerdos que él dejó. Firox no será la excepción, siempre vivirá si lo recordamos.

—Tendré que vivir sabiendo que él murió por mi culpa.

—Todo el tiempo que estuve aquí contigo, cuando tú y yo éramos... —dejó la palabra en el aire— creí que Derek estaba muerto y no fue hasta que regresé que supe que él estaba vivo.

—¿Derek está vivo? ¿Cómo es eso posible? Creí que moriría enfrentando a esos guardias.

—Tuvo ayuda extra —fruncí mi ceño—. ¿Recuerdas a los niños que ayudaron?

—Sí, fue cuando te estábamos buscando, pero yo no sabía que eras tú.

—Esos niños lo ayudaron. Se infiltraron en el palacio y le tiraron rocas filosas a los guardias y luego de eso Derek se refugió con ellos hasta que fue considerado un traidor, igual que nosotras. Todo gracias a Tatiana...

—Me alegra saber que está vivo, no era tan malo después de todo.

—Cuando creí que había muerto me bastaba saber que lo recordaba para saber que seguía vivo. Firox siempre será una parte de nosotros, aunque duela.

—Gracias...

—¿Por qué? —preguntó confundida.

—Por estas conmigo a pesar de todo —bajé la mirada al suelo.

—Puedes contar conmigo hoy, mañana y siempre, forastera —la miré y ella sonrió.

Volví a repasar el ataque que tuvimos, menos la parte en la que Firox muere. Quería saber si no se me había escapado algo, pero no estaba segura. Los matones probablemente estarían vivos y le dirían a Oliver que su plan fue un éxito.

De pronto escuché unas fuertes pisadas y cuando levanté la vista vi que Ana se acercaba a nosotras, corriendo.

—Supe lo que sucedió —su mirada se dirigió hacia nuestras manos entrelazadas y rápidamente la aparté.

—¿Y dónde estuviste todo este tiempo? —cuestionó.

—¿Perdona? —alzó una ceja.

—Debiste haber estado aquí para Kate y los demás.

—¿Quién crees que investigó la escena? —Rachel se levantó de la silla.

—Un policía de verdad —contestó.

Me levanté y me interpuse entre ambas para que esto no acabara en una pelea aún peor.

—Paren las dos, esto es un hospital y no es momento para pelar. Tengan un poco de respeto, por favor.

Kan y Katar salieron del consultorio.

—Será mejor dejarlos solos por el tiempo que Joanna se quede aquí.

—¿Cuándo estará listo el cuerpo? Joana querrá enterrarlo... —preguntó Ana.

—Mínimo noventa y seis horas, máximo ciento veinte horas. Para cuando se recupere podremos hacer los preparativos para el funeral o lo que Joanna prefiera.

—Tendremos todo listo —soltó el ojiazul.

                         * * *

Luego de dos semanas nos preparábamos para el funeral de nuestro amigo y hermano. El cuerpo ya estaba en el baúl y en el agujero. Si me hubieran dicho que un día volvería a perder a alguien más de esta manera, no me hubiera acercado a ellos.

Durante estos días Rachel siempre estuvo para cuando la necesité, también para cuando no. Ella fue criada para enfrentar la muerte al igual que yo, pero la diferencia es que yo olvidé las reglas, Rachel no y por eso ella no sufre tanto.

Pero también lo extraña, fue uno de los primeros que conoció al llegar.

Normalmente cuando muere alguien se da un breve discurso, pero la familia de Joanna, por parte de su madre, era judía y ella insistió en que siguiéramos su tradición.

Tomar un poco de tierra, decir unas palabras y dejar que la tierra caiga sobre el ataúd. Kan se había ofrecido a ocuparse de todo lo que tuviera que ver con el funeral.

Joanna tomó un puñado de tierra y lágrimas cayeron sobre sus mejillas.

—Siempre me protegiste, siempre decías que nuestro apellido no debía avergonzarnos. Ahora entiendo lo que decías, no tengo el apellido de un asesino, tengo el apellido de un héroe —le dijo ella invirtiendo la tierra en el hueco en donde estaba el ataúd.

Vanlo tomó la pala e hizo lo mismo.

—Cuando nos conocimos pensaste que yo te haría daño, pero aún así confiaste en mí, lo único que puedo hacer para agradecerte es cumplir mi promesa.

Él dejó la pala clavada en el pasto.

Tomé un puñado de tierra y busqué las palabras indicadas.

—Eras molesto y gruñón, pero jamás olvidaré cuando me conociste y dijiste: Mira, niña, no esperes nada bueno de mi parte. Nunca te querré como mi amiga —sonreí por el recuerdo—. Jamás esperé nada de ti, pero aún así me sorprendiste —abrí mis manos para que la tierra cayera.

Rachel también tomó un poco de tierra y se acercó al baúl.

—En la isla creemos que si mueres vives otra vida en donde hay paz, mientras te recordemos y puedo hablar por todos al decir que nunca morirás —soltó la tierra.

Kan y Katar prefirieron no decir nada.

Luego del funeral Vanlo y Joanna nos informaron que querían unos días para ellos dos. Así que ahora éramos Katar, Rachel, Kan, Ana y yo.

Oliver pagaría por esto, lo buscaría, lo confrontaría y lo mataría con todo el placer del mundo. No importa que sea mi hermano.

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