Capítulo veintidós: La persona vestida de negro

  

Rachel me dijo una vez que el amor mata, nunca entendí a qué se refería, pero ahora lo entiendo. Sueño con ella todos los días, la veo al cerrar los ojos, al despertar deseo estar a su lado. Deseo poder contemplar esos ojos azules una vez más, sentir su piel, sus labios y ese cabello que tiene un aroma especial.

La amo y no quiero amarla, pero tampoco puedo odiarla. No puedo estar a su lado, y eso debería facilitar todo, pero no. Es como si siguiera esposada a ella, como si me hubiera lanzado un hechizo, el cual solo hace que pueda amarla, porque aunque quiera olvidarla, no puedo, hay un campo de fuerza que me lo impide.

Una vez más estoy lastimando a alguien y no quiero eso. Ana me besó, y la verdad no la odio, pero tampoco la quiero como novia o algo más que una amiga.

Por eso mismo tengo que ser fría y directa con ella, porque de lo contrario, ella saldrá aún más lastimada por algo que es problema mío.

Ana estaba saludando a unas personas, que asumo que son de gran importancia. Sus ojos brillan de la emoción y felicidad.

En cuanto quise acercarme para hablar con ella, las luces del salón se apagaron repentinamente, dejándonos a oscuras y que solo la luz de la luna ilumine el lugar.

Las personas empezaron a murmurar cosas y preguntarse que estaba pasando, pero para Ana y para mi era obvio lo que estaba sucediendo.

El enmascarado nos quiere probar de nuevo.

Saqué mi celular para llamar a Katar y avisarle que algo podría suceder.

Vamos... Contesta...

Que raro, Katar no contesta y eso es algo inusual en él.

Mientras el pánico se apoderaba de las personas en la fiesta, le envié un mensaje a Katar.

Algo curioso de esta situación, es que solo mi celular brilla en toda la oscuridad, pero no encuentro a Ana.

Kate: Katar, algo raro está sucediendo, llámame.

Todo el mundo intentó sacar su celular, pero al hacerlo, estos no prenden. Algo que me hace estar más alerta.

¿Por qué mi celular si funciona?

Intenté buscar a Ana con la mirada, pero hay tantas personas en este salón, que se me hace imposible y la oscuridad no ayuda mucho.

De pronto sentí como mi celular vibró, automáticamente lo desbloquee y al leer el mensaje me quedé confundida.

Katar: Sal a la terraza.

Levanté la viste del celular y a continuación sentí que alguien venía por detrás, poniéndome un trapo en la nariz, haciendo que pierda la conciencia.

* * *

No logro ver nada, solo sé que tengo una bolsa puesta en la cabeza y estoy en un sitio en donde huele a cadáveres.

Igual que en el pasado.

Escuché como alguien abrió la puerta y unos pasos fuertes se acercaron hasta mi. Solo escuché una respiración pesada y densa. Unas manos se posaron en mis muñecas, apretándolas.

—Después de tanto tiempo, al fin puedo verte de cerca —sacó sus manos de mis muñecas.

Pude sentir como mis muñecas y mis piernas estaban atadas a lo que parece ser una silla de madera. Hay olor a polvo y a antigüedad y... Hay algo de más en mi cuerpo, algo que no es parte de mi.

En mi brazo...

Mi respiración se agitó y eso hizo que el plástico de la bolsa se pegara a mi rostro.

Katar... Ana... Ella estaba en la gala, espero que no le hayan hecho daño y que se de cuenta que no estoy.

—Katherine Jennifer Jones, como es la vida, ¿No? —dijo el enmascarado.

Genial, Rachel le dijo mi nombre completo.

Sentí como me quitaron la bolsa por detrás, pero como la puerta estaba abierta, un rayo de luz entró y tuve que cerrar mis ojos con fuerza y lo último que escuché fue como esa persona se iba de la habitación.

Intenté ubicarme, pero mi vista estaba nublada. No puedo ver bien y debido a eso no sé si lo que estoy viendo es real o no.

Giré mi cabeza hacia mi brazo derecho, el cual tiene una aguja clavada sobre las capas de mi piel. Con la vista seguí la cánula que estaba enganchada a la aguja y me topé con una bolsa de sangre, pero esta es diferente, no tiene sangre. Sino un líquido oscuro, creo que es de color negro, pero no estoy segura.

La luz tenue deja que vea un poco la habitación. Sé que es de color madera, al igual que el suelo, cerca mío hay algunos instrumentos de tortura o al menos eso creo. Ya que veo que hay unos objetos de color metal, pero pueden ser cualquier cosa.

La puerta se abrió y de ella salió la silueta de un hombre, por la contextura física sé que es él. Me tomó del cuero cabello para que lo mirara a los ojos.

¿Se le volvió que trae su estúpida máscara puesta o qué?

—Resiste, te necesito con vida...

—No te tengo miedo —le contesté.

—Todavía no...

—¿Nos conocemos?

—No tienes idea —soltó.

Me soltó de manera bruta y se puso a observar la bolsa de "sangre". La miró por unos instantes y por un breve instante, pude notar que su piel es blanca.

Eso no me dice nada.

—Vas a pagar por lo que hiciste. Aunque el sufrimiento que te provocó Rachel fue doloroso, yo quiero que sufras aún más —soltó una risita.

Rachel...

—Tranquila, voy a disfrutar el proceso. A lo mejor si no te pones en modo rebelde... Podría ser más piadoso —me dijo y luego tomó algo de la mesa.

Se acercó más a mi y en cuanto un metal tocó mi piel, tiré mi cabeza hacia atrás y la llevé para adelante para poder golpearle la nariz, haciendo que salga sangre de esta.

—Lo llevas en la sangre —dijo viendo la sangre en su guante.

Luego de eso, dejó una especie de instrumento de tortura sobre la mesa y se fue por la puerta. Con la mirada busqué una forma de escapar, o algo que me ayudara, pero no podía.

Estoy débil, vulnerable y mi vista no mejoró.

Los minutos pasaron y aunque intentara escapar, estaba débil, no me podía mover, solo podía intentar ver, pero a duras penas.

Estoy inmovilizada.

De pronto escuché un ruido que provenía de afuera. Gritos y quejidos de dolor.

—¡NO, POR FAVOR! —escuché como el cuello del hombre se rompió.

También logré escuchar unos disparos, golpes y más gritos.

¿Qué rayos está sucediendo?

Automáticamente la puerta se derrumbó y así como antes, una silueta alta vino hacia mi. Quien quiera que sea, viste de negro, tiene su pantalón, botas, capucha y un pañuelo que le cubre la cara, a excepción de los ojos, de color negro. No logro ver de qué color son sus ojos.

Esa persona misteriosa se acercó a mí y me miró de arriba a abajo.

—Si vas a matarme, hazlo... Ahora... —le dije mientras mi respiración se agitaba.

Mi respiración se aceleró, haciendo que me cueste respirar. Siento como todo el cuerpo me pesa, no estoy en condiciones para pensar en un plan para escapar.

Oímos otro ruido, uno con el cual mi muerte es segura. El ruido de una navaja. La persona se agachó y cortó las sogas que me mantenían presa a la silla.

Creí que iba a hacerme daño.

Al ver que mi brazo tenía una aguja y que estaba conectado a la bolsa de "sangre", rompió con fuerza la cánula que me conectaba a la bolsa de "sangre" y me quitó la aguja del brazo.

¿Por qué me ayuda? ¿Quién era?

En cuestión de segundos, varios hombres entraron por la puerta y rodearon a la persona misteriosa que me ayudó.

—Dispárenle a la persona de negro, a la chica del vestido hay que mantenerla viva —dijo el supuesto líder de las cuatro o cinco personas que entraron.

La silueta vestida de negro se dio la vuelta y en cuestión de segundos desarmó a las personas más próximas a ella, haciendo que las otras personas abran fuego y maten a dos de los suyos.

Debido a la debilidad que me poseía, caí al suelo y solté un quejido cuando mis rodillas tocaron la dura madera.

Que mala ocasión para usar un vestido...

Apoyé mis palmas en el suelo e intenté levantarme, aún sabiendo que era inútil. A base de disparos, golpes y gritos la pelea terminó, siendo la persona vestida de negro, la ganadora.

Levante mi cabeza en busca de ella, pero en cuanto logré hacerlo, sentí como caí al suelo por completo.

La silueta se acercó a mí y me tomó en sus brazos. Luego de eso quedé inconsciente nuevamente.

* * *

Una luz blanca se hizo presente ante mis ojos, haciendo que despertara y que parpadeara varias veces para ajustar mi vista. Lo siguiente que vi fue a Kan con su bata de médico, mientras sus ojos se tornaban rojos.

¡¿QUÉ?!

Me dio la espalda y cuando volvió a darse la vuelta sus ojos eran de color celeste.

Debe ser el efecto de la droga.

Siento mi cuerpo pesado, como si pesara una tonelada. Siento una sensación extraña en mi cuerpo, algo que no es parte de mi.

Sus ojos están cristalizados, como si quisiera llorar, pero no se atreve a hacerlo.

Quiero modular una palabra, quiero moverme, pero mi cuerpo no me lo permite. Es como si estuviera sedada, como si una fuerza que no puedo controlar, me estuviera debilitando y paralizando.

—Tranquila, Kate. No puedes moverte, ni modular una palabra, pero te lo explicaremos todo —dijo el peliblanco.

¿Explicaremos?

Necesito saber cómo y dónde están Katar y Ana. Ellos pudieron haber salido heridos o algo peor.

Un hombre alto y robusto entró por la puerta y me miró con ira. Él vestía una bata blanca al igual que Kan, en su bolsillo que tenía en el pecho, tenía una lapicera y unos lentes para ver de cerca.

—¿Así que todo esto es por esta niña? —miró de mala manera a Kan.

—Ella no tiene la culpa de nada, papá. Ni siquiera te pedí tu ayuda —se levantó del sofá.

¿Es su padre?

—Solo porque la persona vestida de negro la trajo, no significa que te ayudaré —el peliblanco golpeo su puño contra una pequeña mesa que se encontraba en la habitacion.

—¡Demonios! ¡Mi amiga está sufriendo y tú no haces nada!

Kan está totalmente colorado, las venas en sus brazos se empezaron a marcar, su ceño se frunció y una lágrima cayó por su mejilla.

El hombre que parece ser el padre de Kan, suspiró y trató de mantener la calma, pero no lo logró y la palma de su mano fue a parar a lo que debió ser, la mejilla del peliblanco, pero este la esquivo.

¡KAN!

—No has cambiado una mierda.

—Me respetas —su tono de voz fue amenazante.

—Si descubres que tiene ella —me señaló—. Podría olvidar una parte de nuestro pasado, padre.

Intenté moverme para que Kan no resultara herido. No quiero que mi amigo sufra violencia de su padre y aunque sé que él es capaz de defenderse, ser expectante y sentirte inútil es lo peor.

El hombre sólo se limitó a darse la vuelta y a salir del consultorio.

—No tengas miedo, él sabrá que tienes.

Empecé a sentir mis ojos más livianos, pero a la vez no. Traté de mirar para todos lados, intentando averiguar en dónde estaba y por qué Kan estaba conmigo.

—Estamos en Lab's Waker. El laboratorio de mi padre —soltó en cuanto se dio cuenta de lo que hacía—. Una persona vestida de negro te trajo aquí. Las cámaras no lograron ver su rostro o algo que lo identificara, pero sin duda esa persona sabía que mi padre podría ayudarte. Sabía que yo no podría saber que tienes, sabía que mi padre se especializa en trabajar con sustancias extrañas —hizo una pausa— como la que tú tienes en la sangre.

Luego de ese pequeño resumen de cómo llegué aquí, mi mente hizo que reviviera todo lo que sucedió en la fiesta y en cómo me inyectaron algo, para que luego una persona misteriosa me rescatara.

—¡¿QUÉ?! —solté.

—¿Puedes moverte y hablar?

—Repite lo que dijiste, Kan —no dije nada en cuanto me di cuenta de que podía moverme y hablar.

—Es un avance o algo así —murmuró.

Eso no me interesa ahora.

Intenté sentarme en la camilla en la que estaba, pero al hacerlo hice una mueca de dolor, debido a que tengo el cuerpo adolorido.

—Es parte de la sustancia extraña —aclaró.

—No te estoy entendiendo, Kan.

—El enmascarado te introdujo una sustancia extraña, te trajo aquí la persona que te salvó y mi padre está haciendo los últimos análisis para que estemos seguros de tu condición —suspiró con pesar— pero no necesito las pruebas para confirmarlo...

—¿Confirmar qué?

—Qué estás muriendo lentamente —cerró los ojos con fuerza.

—¿Qué? Eso no tiene sentido, Kan. El enmascarado quiere que yo sufra, quiere lastimarlos a ustedes. Su primer golpe fue Rachel y lo sabes.

—Si la sustancia que yo creo que tienes, está en tu sangre... —no se atrevió a completar la frase.

Moriré...

—¿Los demás lo saben? ¿Y Katar y Ana? ¿Cómo y dónde están? —pregunté desesperada.

—No, yo soy el primero en saberlo. Luego de que desaparecieras, Ana puso a trabajar a todo el departamento de la policía para encontrarte y cuando mi padre me llamó diciendo que mi amiga Kate estaba aquí, no dudé en venir —él bajó la mirada.

Kan nunca ha hablado de su infancia o de sus padres. Solo sé que de pequeño lo molestaban en todos lados, pero desconozco el motivo.

—Si de verdad voy a morir, no se lo digas. Yo quiero hablar con ellos.

—Ana está al tanto de que puede haber una sustancia tóxica en tu cuerpo, solo es cuestión de tiempo para que todos lo sepan.

—Si Katar se entera, lo destrozará.

Él ya perdió al amor de su vida y estuvo muy mal por eso, no creo que pueda soportar otra pérdida.

—Tiene que saberlo, Kate. Y si no se lo dices tú, Ana lo hará.

Para ser sincera no tengo miedo a morir, porque siempre creía que terminaría muriendo en una pelea de asesinos. Solo temo que mi familia ya no esté a mi lado, tengo miedo de volver a sufrir en la otra vida.

No quiero que las personas que amo sufran por mi culpa.

Son muchas cosas para procesar en tan poco tiempo, pero si el enmascarado me secuestró, ¿Quién me salvó? ¿Será el enemigo del enmascarado? ¿Estará de nuestro lado?

—Kan... —-él levantó su mirada—. Vi tus ojos...

—Rojos —afirmó con tranquilidad.

—¿No fue la droga? —él negó.

—Debemos enfocarnos en ti —intentó evitar el tema.

¿Qué ocultará?

Estuvimos un rato esperando a que mejore, pero aunque mejoraba, por momentos me sentía mal, sentía que iba a desfallecer.

Estábamos en silencio, yo procesando que moriré contra algo que no puedo luchar y supongo que Kan estaba tratando de buscar una cura o algo que nos ayude.

Su padre entró sin tocar la puerta y eso hizo que nos asustáramos. Creo que a estas alturas cualquier ruido o movimiento nos mantiene alertas.

—Tengo los resultados —miró al peliblanco.

La mirada del padre de Kan lo decía todo o al menos era todo lo que Kan pensaba, porque solo fue capaz de pasar su mano por su rostro de manera frustrada.

—Tenía razón, tienes el veneno P-X en la sangre —dijo el peliblanco con pesar.

No, esto no tiene sentido. Si él quiere que yo sufra, ¿por qué me envenenó? Si eso me matará más rápido que cualquier cosa.

Tal vez es solo otro de sus juegos retorcidos, hacernos creer que moriré cuando en realidad no es así. Tal vez sea un juego psicológico.

—He visto esas letras en una granada de gas del enmascarado —murmuré.

—Fue cuando derrumbó el edificio —asentí.

—¿Cómo funciona? —pregunté.

—El veneno está en la sangre, eso quiere decir que llegará al corazón, pero también estará en una batalla constante con tus células y tu cuerpo. Tu sistema querrá defenderse y será cuando el veneno actúe, mostrando los síntomas —explicó con las manos metidas en el bolsillo de su jean.

—¿Qué síntomas? —preguntó el peliblanco.

—No lo sé, los síntomas pueden variar.

Él se dio la vuelta y cuando se disponía a salir por la puerta, esta se abrió, dejando ver a Katar y Ana, entrando como si me buscaran hace una eternidad.

Kan y yo nos miramos sin entender lo que estaba sucediendo y nuestras miradas lo decían todo. No podemos ocultarle a Katar la verdad, debía decirle, pero el precio de decir la verdad era que una tristeza profunda lo consumía de nuevo.

Sin darme cuenta, mi mente recreo los escenarios que Katar sufrió cuando perdió a Mary y eso me hizo darme cuenta que al envenenarme, envenenó a mis amigos con dos enemigos difíciles de vencer.

El dolor y la tristeza.

—¿Qué hacen aquí? —preguntamos perplejos.

—Sabía que estabas aquí y cuando Katar supo que yo vendría a verte, quiso venir conmigo —explicó la peli marrón.

Kan entrecerró los ojos y miró a su padre con mucho enojo.

—¿Tú la llamaste? —levantó el tono de voz.

—La comisionada me había pedido informes de la evolución de tu amiga, supuse que era mejor que lo viera ella misma —dijo antes de irse y cerrar la puerta.

Katar intercambió miradas conmigo y con Kan y por nuestros rostros de miedo y confusión a la vez, entendió que algo no andaba bien.

—¿Qué? ¿Por qué esas caras? Kate está bien, la rescataron —hicimos silencio.

—Hablen ya —nos pidió Ana con un hilo de voz.

Nos volvimos a mirar y entonces supe que ya no había salida. Sé que tarde o temprano tendría que decírselo, pero es mucho para procesar en una noche.

—Antes de decirles, quiero saber como pudo suceder todo esto en una noche.

—Has estado aquí por dos días —soltó ella.

Así que dos días en los que mi cuerpo estaba batallando con ese veneno...

—No puedes retrasar lo inevitable —soltó el peliblanco mientras se cruzaba de brazos.

—Yo... El enmascarado colocó un veneno en mi sangre —vi los ojos de Katar llenos de tristeza y miedo y sentí como una lágrima cayó por mi mejilla—. No tengo mucho tiempo, tal vez meses...

El ojiazul abrió la boca para decir algo, pero no lo logró. Solo se acercó a abrazarme y a llorar en silencio.

Lo abracé, porque no sabría cuándo sería la última vez que lo abrazaría.

Ana puso una cara de horror y se llevó su mano a su boca, sorprendida y atónita.

—Yo no voy a perderte, Kate. No puedo —susurró.

—Encontraremos la cura —soltó ella en el silencio.

—No existe —le advirtió el peliblanco.

Katar me atrajo más hacia él y cerró los ojos con fuerza.

—¡Pues la crearemos, pero no pienso perder a nadie más! —se separó furioso.

—Estar alterado no te servirá de nada —dijo de mala manera la peli marrón.

—¡Haré una llamada y que nadie me siga! —soltó furioso.

Se dio la vuelta y al oír mis gritos ni lo detuvo ante la ira e impotencia que él era capaz de sentir. Estuvimos en un silencio incómodo durante unos minutos y aunque en mi mente solo divagaba la pregunta de a quién llamaría Katar, me di cuenta que no había podido hablar con Ana a solas.

—¿Kan, puedes dejarnos solas?

Él asintió, caminó hacia la puerta y la abrió para luego cerrarla lentamente.

No se parece en nada a su padre.

—Mataré a ese malnacido —soltó.

—Nadie más que yo lo quiere muerto, pero esa ira no nos servirá de nada.

—Tuve miedo... Cuando no te encontré en la fiesta creí que habías huido por el beso —confesó.

—Jamás huiría por un beso...

Ella se acercó a mí y suavemente empezó a acariciar mi cabeza con cariño.

—Mejor descansa —una lágrima rodó por su mejilla.

—Tranquila, morir es parte de la vida —intenté consolarla, pero fracasé en el intento.

Sabía que por más que dijera o hiciera algo, nada ayudaría a que mis amigos y Ana no estuvieran tristes por mi, pero técnicamente la muerte se adelantó, tarde o temprano siempre llega.

Y recordando a mi compañera de crimen, a mi mejor amiga, Shera, pensé que tal vez, cuando muera, podría volver a estar a su lado y ese vacío que sentí toda mi vida podría irse.

Tal vez cuando muera pueda ser feliz y pueda proteger a mis amigos como ellos me protegieron toda su vida. 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top